Partida Rol por web

Ser Tyler -Espero que esta noche, durante la fiesta, cada baile una pieza conmigo-

Sonreí - Sin duda - dije quizás con demasiada rapidez, pero me encantaba bailar y había perfeccionado durante mucho tiempo mis habilidades como bailarina, me gustaba demostrar que se me daba bien porque era en las pocas cosas en las que podía destacar. - Espero que no quieras bailar con nosotras en orden, que soy la 3º, igual cuando sea mi turno ya te duelan los pies - dije divertida mirando a Tyler a los ojos con una sonrisa coqueta, aunque no demasiado que estando mis padres delante, no quería ganarme una reprimenda ni ser muy evidente.

Ser Bernard : ¿A mí también me permitirás un baile hermano?-

Volví a soltar una pequeña carcajada - ¿Así aprendieron a bailar? - pregunté aún divertida, ella había practicado sus bailes con alguna de sus hermanas, pero no imaginaba a Tyler y Bernard bailando juntos, solo imaginarlo le resultaba gracioso. 

Tyler sonrió a Lenia.
- En el orden que vosotras prefirais
Aviso de que no se me da mal bailar, y en vuestra fiesta seguiré bailando aunque me ardiesen en llamas los pies. - Le respondió.

En respuesta a su hermano dijo:
-Por supuesto que te sacaré a bailar, siempre y cuando te pongas un bonito vestido para la ocasión.-
Sonrió de medio lado, realmente disfrutaba bromeando con Bernard.

La joven sonrió y aceptó. No estaba entre sus opciones para intentar llegar a sus objetivos. Si no había servido de ayuda en todos esos años tampoco lo sería ahora. Pero su obligación era ser amable y sonreír. Eso sabia hacerlo bien. La habían entrenado durante años para ello.
Cuando comentó lo del vestido soltó una tímida risita.

Sonrió de medio lado ante la respuesta de su madre. Estaba aburrida, tenía hambre y quería salir de aquel comedor apestoso. Aquel solo había sido el primer comentario cruel, podría lucirse con más si no comían pronto. 

Miró de reojo a ser Tyler cuando habló de bailar con cada una de ellas. 

Sí, claro...

Creo que a lo que mi hermana se refiere -comentó dejando de golpear la mesa con los dedos y señalándola con una mano, mirando a ser Tyler-, es que yo soy la segunda... Y no se me da muy bien bailar, pese los intentos infructuosos de mi madre. Sus pies dolerán por culpa de los míos y mis pisotones -porque si se podía permitir el lujo de bromear sobre los demás es porque de la primera que se reía era de ella misma. 

También se rió con la pregunta de ser Bernard. Le caía bien. Así que lo miró y lo dedicó una sonrisa ladina. 

Yo puedo prestarle uno de mis vestidos, aunque no le aseguro que sea de su talla... Definitivamente sus hombros son mucho más anchos que los míos -replicó levantando la mano para, con confianza, palmear los hombros de ser Bernard. Y sonrió de nuevo, sin importarle que aquello hubiese sido algún tipo de atrevimiento inapropiado.

Sus pasos le llevaron finalmente donde estaba John, pero el hombretón no le contesto. Merol guardo silencio, preguntándose que pasaría. No llegaba tan tarde realmente…

Cruzo las manos en actitud contrita, dando solo rápidos vistazos a la mesa, y no exactamente a los invitados ni a la familia, sino a algo mucho más interesante. Pero no se distrajo demasiado, esperando que pudieran ponerse a trabajar cuanto antes. Suerte que alguien había tomado ya la iniciativa con las ventanas… 

La conversación entre los hermanos Risefeller y sus hijas divirtió mucho a Lady Myriah, en especial la idea de todo un hombre como ser Bernard embutido en un vestido como el que llevaba puesto ella misma. Ciertamente, no lo expresó más allá de mantener su sonrisa y su serenidad. 

La animada charla sobre el baile y la alegría de los jóvenes la habían puesto algo nostálgica y, casi sin poder refrenarse, le preguntó a lord Rhys: -¿Y mi señor esposo? ¿Querrá él bailar conmigo esta noche? Podemos pedirles a los músicos que toquen algunas canciones más lentas como Alysanne o Las estaciones de mi amor, si lo prefiere.

Ser Tyler - En el orden que vosotras prefirais

- En ese caso, a no ser que alguna de mis hermanas mayores decidan luego quitarme el honor, me gustaría ser la primera - no podía desaprovechar la oportunidad y esperaba que mis hermanas mayores no quisiera colocarse por encima de mi y relegarme a un segundo o tercer lugar. 

Sr Tyler -Por supuesto que te sacaré a bailar, siempre y cuando te pongas un bonito vestido para la ocasión.-

Reí divertida ante sus palabras y extrañe a mis hermanos, tener hermanas era genial, pero el humor de los hombres y más entre hermanos era algo que extrañaba. Suspiré y sonreí con dulzura.

 Tabitha: Sus pies dolerán por culpa de los míos y mis pisotones

Solté otra pequeña carcajada - No os miente - dije asintiendo - Pero bueno, la suerte es que a este paso, si no desayunamos, pesarás menos y tus pisotones casi no se notarán, seremos ligeras como la pluma de una paloma - dije alzando los brazos como si fueran alas emplumadas. 

Tabitha : Yo puedo prestarle uno de mis vestidos, aunque no le aseguro que sea de su talla... Definitivamente sus hombros son mucho más anchos que los míos 

- Oh, se vestido color coral que tanto me gusta a mi, le quedaría magnífico a Ser Bernard - apoyé la broma de Tabitha - Incluso con su larga cabellera podemos hacer algo digno de una preciosa señorita, estaría encantada de trenzar ese cabello - Yo no estaba al lado de Bernard por lo que no pude tocarle el pelo, pero me resultó divertida la idea de verle con el pelo lleno de trenzas y flores. 

- Seguro que Mira puede dejarte algo de polvo para las mejillas - intenté que mi hermana pequeña también participara en la broma, la veía algo silenciosa.

Miré a Merol, quien estaba allí de forma silenciosa y volví la vista a mi madre cuando habló.

Lady Myriah : ¿Y mi señor esposo? ¿Querrá él bailar conmigo esta noche? 

Solté un pequeño suspiro "enamorado" me encantaba ver a mis padres bailar, lo hacían de una forma tan elegante ... para mi, ellos eran un ejemplo a seguir, quería encontrar el amor que ellos habían encontrado el uno en el otro, mi mente risueña comenzó a volar entre cuentos de princesas que encontraban a sus príncipes y bailaban, tenían hijos y eran felices. 

- Oh padre, debéis hacerlo sin duda, además, así haréis que el resto de los caballeros se motiven, pues a pocos caballeros conozco yo capaz de llevar tan bien los pasos como vos - dije llena de amor, quería a mi padre más que a nada en el mundo.

- En ese caso, el primer baile queda concedido- respondió a las damas mientras les dedicaba una sonrisa y una leve reverencia con la cabeza a Lady Lenia.

Después ante el aviso de los pisotones de Tabitha añadió
-Entonces agradeceré que no llevéis grandes tacones puntiagudos. Pero ni aun si los llevaseis podríais hacerme desistir de ese baile- sonrió fingiendo cierto temor.

No pudo evitar reír con la idea de las chicas sobre prestarle un vestido y trenzar el cabello de Bernard. Desde luego le gustaría verlo, pero con solo imaginarlo varias carcajadas escaparon de su boca.

Sonrió a Mira y le dijo - ¿Vos también me concedereis el honor?-

A Merol no le prestó especial atención. Simplemente porque era un sirviente y por lo tanto no era asunto suyo. Cada sirviente tenía su papel y estaba seguro de que lo estaba cumpliendo.

Cuando Lady Myriah preguntó a su señor esposo si bailaria con ella sonrió y aguardó a que Lord Rhys respondiese.

-Sois una mujer valiente, mi señora. - respondió Lord Rhys al ser preguntado por su esposa. Sonreía. - No muchos se arriesgarían a sufrir los torpes pisotones que doy mientras bailo. - el Lord rió, aunque manteniendo la compostura en todo momento, y colocó su mano sobre la de su esposa, que se sentaba junto a él. Le dedicó una mirada llena de cariño. - ¿Cómo podría negarme? Por supuesto, bailaremos. Y os prometo que me esforzaré tanto como pueda. - después desvió su mirada hacia su hija Mira, que lo había animado a aceptar la invitación de su esposa. Le respondió divertido y mirando a su hija con cariño al verla tan animada. - Hija mía, me halagas con tus palabras... pero tengo que confesarte que, si en algún momento te ha dado la impresión de que mis pasos de baile son como mínimo decentes, eso se debe sin duda a la habilidad de tu madre. Sin ella a mi lado estoy seguro de que me tropezaría con mis propias piernas varias veces seguidas intentando seguir el ritmo de la música. - rió.

La joven Vaelys tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no tomar los ojos ante el caballero. Solo su educación y la importancia de este día le obligó a no darle al caballero la respuesta que se estaba ganando a pulso por momentos y a pasos agigantados. Solo asíntió con una sonrisa y esperó la comida.
Que llegue pronto, por favor.
Asintió a la petición de su hermana.
Al final del día tendré todo o nada

Las peticiones de baile se sucedían en la mesa, algunas con mayor consentimiento que otras. La verdaderamente sorprendente para Marvin fue la de Ser Bernard a su hermano, que casi logra arrancarle una sonrisa al castellano. Por suerte, mantuvo la compostura ante la estrafalaría chanza de los dos caballeros.

Las intenciones de los presentes eran claras, una fiesta digna de ser recordada por todos los invitados a ella. Justo como era el deseo de la señora de la casa y, en menor medida, Lord Vaelys. Había de prepararse para ese momento el gran comedor, cosa que recordaría a Ginevra, limpiandolo y usando flores u otras fragancias para evitar problemas de olores como el que se había sufrido.

Merol, acercandose a Kalhan, quedo proximo a la mesa, reforzando su presencia para que el antiguo hombre de armas le prestase su atención. Parecía ser que el ayudante del mayordomo estaba sumido en sus pensamientos o no se había percatado del ayudante del septon.

Marvin comenzó a repasar una lista de tareas que debían realizarse para que la fiesta fuese un tema del que hablasen bardos, juglares y los nobles no invitados, carcomidos por la envidia de no haber estado en ella.

Bernard rió ante la respuesta de Tyler y los comentarios de Tabitha y Lenia. No le molestó en absoluto que Tabitha le tocase el hombro. Él a veces se tomaba esas confianzas con otros hombres sin apenas conocerlos. Le gustaba que ella se sintiese lo suficientemente cómoda como para actuar así. -Gracias por la oferta, de verdad. Pero no quiero estropear uno de vuestros vestidos. Además, imagino que están diseñados para damas sin barba. Tendremos que dejar ese baile para otra ocasión.- 

- No seas modesto Bernard. Estoy seguro de que te saldría más de un pretendiente. - Añadió sonriendo divertido.

Miró a la ventana que le quedaba más cercana. Entornó un poco los ojos, pensativo.

- Al menos la terrible tormenta de anoche parece haberse marchado definitivamente. Esperemos que hoy haga un bonito día soleado. Si no está muy embarrado, sería agradable pasear por los jardines después del desayuno. - Sinceramente Tyler no sabía qué hacer con su tiempo, no solía encontrarse en situaciones así a menudo. De lo que realmente tenía ganas era de salir a cabalgar y entrenar a espadazo limpio con Bernard. Siempre terminaban agotados y de muy buen humor. Después comían con verdadero apetito. Sin embargo ese día no podía ser. Lady Myriah iba perfectamente ataviada, lo cual le indicaba que los invitados llegarían de un momento a otro. Lo último que el caballero deseaba era no estar presentable cuando todo diese comienzo.

¿Quizás el olor se debe en parte a esa tormenta? ¿Podría haberse desbordado la fosa séptica? Pero el olor es de heces de caballo.... Pensó para sus adentros.

-¿Sabeis que anoche casi nos parte un rayo la capilla?-

La gentil respuesta de su seño esposo le alegró, aunque era lo menos que se podía esperar. Una mayor emoción le causó la alegría que mostró la pequeña Mira ante la idea de ver a sus padres bailar. Lady Vaelys sonrió a su hija, en un gesto cargado de amor maternal. Luego, se giró hacia el resto de los comensales y añadió:

-Ser Bernard, no se preocupe por la barba. Cuando hayamos desayunado, mis hijas deben ir a arreglarse sus peinados, usted también puede venir, si quiere. Un arreglo más no me supondrá una gran diferencia. -aquella conversación estaba siendo tan divertida, que Lady Myriah se sintió obligada a participar. -Y sí, debemos agradecer este día tan magnífico que se nos presenta para la fiesta, no podríamos haber escogido uno mejor. -le respondió al otro hermano. Luego, se sorprendió ante el incidente del rayo. Había dormido profundamente aquella noche y no se había percatado de que la tormenta se hubiera prolongado más allá del anochecer. Por suerte, parecía que no había sucedido nada grave, o ya se habría enterado por el servicio, o eso quería pensar. Con el problema del mal olor ya tenían más que suficiente. Teniendo las ventanas abiertas de par en par, a Lady Myriah le parecía que el olor no se estaba desvaneciendo en absoluto. Incluso para ella, acostumbrada como estaba a los establos y a tratar con los caballos, le estaba costando fingir que aquella peste nauseabunda no existía. Si Astrid y Alyra no aparecían pronto, se le iban a quitar por completo las ganas de desayunar. 

La joven doncella entró en el gran comedor, evidentemente con atraso lo que no ayudaba en nada a su situación. Tragó saliva al verse observada, aunque sólo fuera idea suya. Con mayor timidez de la que generalmente demostraba la joven, inclinó su cabeza dando los buenos días, y cabeza gacha fue a sentase a su puesto, dándose cuenta que su hermana Astrid aún no llegaba ¿pretendía hacer una gran entrada?.

Por otro lado, ese olor era terrible, le revolvió el estómago, pero no tardó en darse cuenta que los comensales estaba disimulando, haciendo que no existí se hedor, ¡¿cómo si aquello fuera posible?! No era posible ignorarlo, entraba por las fosas nasales y se quedaba ahí, como un mal augurio. Todo mal ese bendito día, era como si los siete se quisieran burlar de su familia ese especial día. 

Instintivamente buscó la mirada de su madre, mientras pasaba lo más rápido posible, ella misma cargaba con el estigma de que su cuerpo decidía hacerle una zancadilla. Buscó las instrucciones en los ojos de la señora de la casa, quien sería la encargada de llevar las riendas aquel día. No era trabajo de hombres, y en momentos así, deseaba ser más como sus hermanas, más adaptadas a las artes sociales.

Sentada, volvió a mirar a su madre, preguntándose si había dado la orden más obvia, quemar palo santo, incienso, lo que fuera, el humo aromático lograba exorcizar hasta la peor de las peste, y aunque tenía el impulso de hablar con la sirvientas, deseaba la venía de su madre, además de intentar entender de que hablaban. ¿barbas? ¿buen día?, sólo esperaba que con su suerte, no se desatara algún diluvio o algo similar.

Tosió un poco, aún intentando adecuarse a aquel mal olor y sin muchas ganas de comer. Sentía un nerviosismo en el la boca del estómago.

Ser Tyler : Si no está muy embarrado, sería agradable pasear por los jardines después del desayuno.

 - Oh, yo salí esta mañana antes de desayu... bueno, antes de venir - corregí, porque aún no estábamos desayunando - Están preciosas las flores hoy, hace un día maravilloso - sonreí con gran alegría, me había levantado de bastante buen humor y las bromas me habían animad aún más.

Lady Myriah -Ser Bernard, no se preocupe por la barba. Cuando hayamos desayunado, mis hijas deben ir a arreglarse sus peinados, usted también puede venir, si quiere. Un arreglo más no me supondrá una gran diferencia.

Sonreí a mi madre y volví a imaginarme el largo pelo de Bernard lleno de flores. 

Ser Tyler -¿Sabeis que anoche casi nos parte un rayo la capilla?-

Abrí la boca con asombro y me la tapé de inmediato con la mano, como me habían enseñado a hacer desde pequeña - Ser Tyler, ¿como es eso? - le miré inmediatamente de arriba a abajo para comprobar si había algún detalle que había pasado por alto y después miré a su hermano, la verdad es que ambos hermanos eran muy apuestos y nunca podía mirarles con detenimiento, así que aproveché la ocasión para hacerlo, intentando ocultar una sonrisa coqueta.

Al abrirse la puerta miré a mi hermana y solté un pequeño suspiró - Tabatha ... ya estámos más cerca de no morir de hambre - le susurré.

- Buenos días Alyra - saludé a mi hermana con educación.

Ambos hermanos estaban perfectamente bien. No había rastro de herida o magulladura alguna. A Tyler le hizo gracia la reacción de Lenia y le sonrió mientras asentía.
- La tormenta ya era suficientemente implacable, pero de pronto ¡Crash! Un rayo terriblemente fuerte cayó tan cerca que casi me pareció que había caído dentro de la capilla. Por suerte no hubo daños personales ni materiales. -
Ciertamente aquel rayo había sido algo fuera de lo común. Recordaba haber quedado cegado por un segundo por la intensidad de su luz, que lo volvió todo blanco tan solo por un instante.

La puerta volvió a abrirse y llegó Alyra. Sus ojos brillaron con la ilusión de que la comida llegase pronto. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro ante el comentario de Lenia.

Ya solo falta Astrid, por favor... Haz acto de presencia pronto