Partida Rol por web

Un extraño sonido ensordeció tus oídos antes de que un destello en la oscuridad te hiciese abrir los ojos para finalmente despertar.

Estabas de pie, con la mano en la cabeza por el dolor, y como primer instinto miraste a los alrededores para poder ubicarte. Parecías estar en un tipo de plaza de alguna ciudad: arboles, un par de caminos, algunas fuentes y decoraciones, pero... ¿Que era una plaza, exactamente?

Mirando a tu alrededor, habían personas desconocidas caminando, sentadas, conversando... Tu estabas allí, sin más, parado frente a una fuente. Sus miradas perdidas en la nada, como si ignorasen todo lo que pasase a su alrededor, incluyéndote. No reconocías a nadie, y más importante... No te reconocías a ti mismo.

Era una sensación extraña. Había un infinito vació en tu interior que te aseguraba que no sabías nada de ti mismo, pero allí estabas: parado frente a una bonita fuente... Si te ibas a echar un baño, lo mejor era que no hubiese tantas personas, ¿no?

Te quedaste un poco atontado, sin decir nada, viendo como el agua fluía en la fuente. Te sentías uno más de la multitud, perdido en tus pensamientos vacíos mientras repetías un tipo de rutina.

Cuando la fuente hizo un breve corte para cambiar de dirección a los chorros...

Click

Un chasquido de dedos te hizo abrir los ojos luego de un pesado pestañeo. Seguías en la plaza, pero la fuente estaba totalmente seca, y no había nadie alrededor: solo se encontraba un hombre de cabello verde, sombrero y traje, parado dentro de la fuente, chasqueando los dedos de la mano derecha constantemente frente a tu rostro.

-Oye, oye ¿estas despierto? -se debía estar dirigiendo a ti... no había nadie más a quien referirse. - Supongo que no vas a beber, ¿verdad? Digo, ¿quien bebería de una fuente seca? -efectivamente, la fuente mostraba señales de no haber tocado agua en mucho tiempo.

La manera en la que hablaba... ¿Japones? No estabas seguro: En cuanta más vueltas le dabas, menos comprendías, pero estabas seguro de entender lo que te decía, y poder responder.

Otro día en el colegio...

Las clases cada vez se hacían más largas, y es que cada vez notabas más lo solitaria que estabas. Ha pesar de eso, siempre podías contar con tus "verdaderos" amigos, esos que nunca te dejarían sola.

Había terminado la última clase, se había abierto el portón, y con eso no tardaste en salir del patio lo más pronto posible junto a la otra multitud de niños y niñas que se iban apenas podían. Cada quien tenía su vida, y no es que la tuya fuese mala, pero aquel lugar era detestable en distintos momentos, más que todo por sentirte excluida, y las tareas...

Tras salir, tomaste rumo a tu casa como era costumbre. No debían ser más de las doce en punto, por lo que podías tomarte el camino con calma. Había mucho movimiento en las calles, como ya era habitual a esa hora, pero nada de que preocuparse; siempre eras acompañada por al menos uno de tus amigos imaginarios, y recibías una que otra despedida de algún niño o niña con los cuales nunca te habías relacionado lo suficiente como para llamarles amigos.

-Oye...

Una voz detrás de ti llamó tu atención. Tuviste la sensación de que se dirigía a ti, por lo que volteaste a ver quien te llamaba... pero no había nadie. No le diste muchas vueltas, seguramente fuese alguien llamado a otra persona. Entonces, al darte la vuelta para seguir caminando, te topaste con un hombre delante de ti.

Cabello verde, sombrero y traje. No lo conocías de nada, tampoco era uno de tus amigos imaginarios, pero él sonreía con amabilidad y confianza.

-Perdona, pequeña. Estudias en ese colegio que esta cerca de aquí, ¿verdad? -te pregunto. Había un par de colegios más en la cercanía, pero él más cercano era el tuyo. - Escuche que los estudiantes de allí son muy abiertos y amigables... Son puras mentiras, ¿verdad?

Era cierto: por más que los estudiantes fuesen de lo más amigables entre ellos, la verdad es que tendían a tener distintos prejuicios y a burlarse del resto cuando encontraban la oportunidad.

-¿Puedo preguntar cual es tu nombre?

A pesar de haberse despedido de los demás niños como si fuesen sus amigos, Karin nunca había llegado a sentirse a gusto con ellos. Había mantenido siempre en secreto a sus otros amigos, los de verdad, por miedo a terminar siendo el objetivo de burlas de la clase. Por ello, en cuanto se alejó lo suficiente y comprobó que no había ningún conocido a la vista, agitó la mano hacia su sombra con una sonrisa. Tras ese gesto, empezó a hablar con su amigo imaginario Naki Nakata, un chico de su edad con orejas y zarpas de gato.

- Naki-kun, Naki-kun, ¿a ti te gustan las pegatimas? - preguntaba, hablando de su forma especial como de costumbre, mientras andaba saltando las líneas del suelo - Tendría que haberte traído un montón de clase, hoy hemos... ¿eh?

Karin se giró e hizo un gesto protector hacia Naki-kun, temiendo que alguien del colegio la hubiese oído. Ladeó la cabeza extrañada y volvió a girarse para encontrarse de golpe con un hombre extraño. La pequeña dio un paso atrás y le observó rápidamente de arriba a abajo. Siempre le habían dicho que no hablase con extraños, y ese hombre tenía toda la pinta de serlo. "Aunque siempre dicen que no cojamos sus caramelos, pero este no tiene." 

Después de haber razonado de esa forma, Karin pensó que no sería peligroso, así que se giró para mirar el colegio que decía y asintió sin dejar de mirarle. Luego volvió a asentir, más lentamente y con gesto extrañado. Al cabo de unos instantes, abrió mucho los ojos y la boca y negó con la cabeza rápidamente.

- ¡Pero yo no soy así! - respondió rápidamente con gesto ofendido - Muchos niños y niñas son malos con los nuevos, pero yo no soy como ellos. Soy la más buena del colegio, así que puedes pegruntarme lo que quieras. Me llamo Nakahara Karin. ¡Encantada! - esbozó una amplia sonrisa, tendiéndole la mano. Sabía que era lo que hacían los adultos y ella, como niña buena, tenía que hacer lo mismo. 

-Mucho gusto, Karin. Yo diría que soy alguien incomprendido, alguien que quiere enseñarle las posibilidades y oportunidades para mejorar a los demás, pero siempre soy rechazado. En todo caso, puedes llamarme Kantoku-San.

Con una sonrisa en su rostro, estrecho la mano que le habías tendido de manera formal. En ese momento, un pestañeo te llevo a un ambiente totalmente diferente. Ya no habían personas, autos moviéndose, tanto ruido, y la ciudad se sentía apagada, pues la única luz venía de los rayos de sol que atravesaban las ahora densas nubes.

-Mi deber es ejercer cierto papel en cierto juego, uno donde los ganadores pueden pedir un deseo sin regla alguna. ¿Quieres mejorar el mundo? ¿Pedir algo para ti? ¿Tal vez cambiar algo? Lo que tengas en mente puede hacerse realidad, si ganas -añadió antes de soltar tu mano, momento en el que otro pestañeo te llevo al mundo real. - El destino te ha querido dentro del juego, y así lo llevaré a cabo.

Entonces, sentiste un extraño e intenso hormigueo que recorrió todo tu cuerpo, permaneciendo en tu espalda antes de desaparecer luego de unos segundos.

-El juego comenzará en unas horas: para ese momento, apareceré de nuevo para hacer de tutorial. Hasta entonces... -hizo una reverencia de despedida mientras se quitaba el sombrero de manera caballerosa. -. Disfruta de tu día, pequeña.

Tras despedirse, el hombre desapareció en un pestañeo. Mirases a donde mirases, no lo encontrabas; se había ido.

En el momento en el que le dio la mano y el mundo a su alrededor desapareció, la sonrisa de Karin bajó poco a poco. La pequeña miró a su alrededor, confundida, y luego a Kantoku-san, casi asustada. Pero al instante éste la soltó y el mundo volvió a la normalidad. Karin dio un respingo al notar el hormigueo por su espalda, haciéndole cosquillas. 

- Espera, ¿qué...? - antes de que pudiese preguntarle siquiera qué había ocurrido, el hombre desapareció de nuevo - ¿Ka... Kantoku-san? 

Karin dio un par de vueltas sobre sí misma, buscándole con la mirada sin éxito. Se aferró con fuerza a las asas de su mochila y frunció los labios, asustada. No sabía qué acababa de ocurrir y mucho menos quién era ese hombre. Siguió avanzando de camino a su casa, esta vez en silencio, y con la mirada baja, pensando en lo que había dicho. Después de un rato y de comprobar de nuevo que no había nadie más cerca, volvió a hablar con su amigo imaginario.

- Naki-kun, ¿tú lo has visto, verdad...? ¡¿Eh?! ¡¿Sólo yo?! - se giró sorprendida hacia él. Infló los mofletes y bajó la mirada, todavía pensando - ¿Crees que sería un hada? Las hadas conceden deseos, ¿verdad? ¿Y qué crees que debería pedir? ¡Ah, podría pedir una geladina enoooorme para mí sola! - abrió los brazos sonriente, aunque poco a poco los volvió a bajar con gesto triste - Pero seguro que me la como muy rápido. Pero si es cualquier deseo... - se quedó mirando el hueco en el que supuestamente estaba su amigo - Podría pedir que los demás también te pudiesen ver... Y podrías vivir comigo. - Karin sonrió, pero después ladeó la cabeza - Seguro que a mamá y a papá no les gusta. También podría pedir...

Pensando sin cesar, Karin por fin llegó a casa. Le hizo un gesto a Naki-kun para que se escondiera detrás de ella y entró, quitándose los zapatos y dejando la mochila antes de pasar.

- ¡Ya estoy en casa! - dijo al pasar corriendo por el salón, sin esperar respuesta. Sus padres siempre estaban trabajando, así que podía pasarse el día entero jugando en su habitación con Naki-kun, y Ari-chan, y todos los amigos imaginarios que siempre la acompañaban en esas tardes.

La siguiente hora fue normal en donde cabe. Cada tanto sentías ese hormigueo en tu espalda que te recordaba lo sucedido, pero nada como para detener tu rutina.

Fue poco más de las una de la tarde cuando aquel cosquilleo se hizo notablemente más intenso, llegando a volverse una molesta comezón. De pronto, y antes de que pudieras decidir que hacer con aquella sensación, un chasquido de dedos cambió de nuevo el ambiente.

Tu casa se encontraba más silenciosa, las luces se habían apagado, y la única iluminación que tenías venía de la que entraba por las ventanas. El cosquilleo en tu espalda se había detenido, y te sentías de nuevo en ese lugar.

-¡Hola! -saludo en voz alta el hombre de cabello verde, quien se encontraba parado detrás de ti. -. He terminado los primeros preparativos para el juego, por lo que podemos proceder a comenzar.

Con esa sonrisa amable, Kantoku te observo de pies a cabeza antes de sujetarse la barbilla.

-Supongo que desde hace rato debiste sentir un cosquilleo en tu espalda, ¿verdad? Eso significa que ellos están cerca... -no sabías a quienes se refería, pero pudiste notar como la sonrisa del hombre fue decayendo poco a poco. -. Esperaba poder reunirles a ambos antes de ponerme a dar explicaciones, pero mejor ir ahorrando tiempo antes de que ellos lleguen.

Entonces, el hombre con sombrero metió la mano en su gabardina para sacar una hoja de papel en blanco, sin una sola arruga.

-Ha partir de ahora, visitarás este mundo a cierta hora aleatoria del día. Aquí, tus deseos y tu imaginación te permitirán liberar poderes más allá de los límites humanos -entonces, Kantoku empezó a dibujar algo sobre el papel, utilizando dos de dos de su mano derecha como pincel. Al voltear la hoja para enseñártela, pudiste ver que ahora tenía cosas escritas en... un extraño lenguaje que no comprendías. -. Este es el lenguaje utilizado por los dioses antiguos. A simple vista, parecen simples símbolos y figuras sin sentido, que de paso cambian por si solas luego de unos segundos, pero, puedes leer perfectamente lo que dice si te concentras aunque sea un poco. Anda, inténtalo.

Aquel sujeto te entregó la hoja de papel con los extraños símbolos. Tal como había dicho, parecía que unos símbolos aparecían sobre otros que desaparecían luego de un rato. Haciendo caso a lo que Kantoku te había dicho, te concentraste en intentar leer y descifrar aquel escrito. De pronto, comprendiste lo que había escrito.

Karin Nakahara

Nivel 0

Físico 2
Destreza 2
Inteligencia 2
Percepción 3
Voluntad 1

Habilidades

-

-Esas son tus estadísticas del juego. Actualmente no tienes nada en especial, pero más adelante te irás volviendo más poderosa -te fue explicando. -. Arriba aparece tu nombre y tu nivel actual, el cual es cero porque no has recibido esencia. Luego, aparecen tus estadísticas, y por último tus habilidades, las cuales no tienes aún.

Entonces, el timbre de tu casa sonó. Ese cosquilleo recorrió tu espalda de nuevo, y para colmó, Kantoku había desaparecido por arte de magia. Así, sin más; sin darte más explicación, que tenías que hacer, ni nada. Te había dejado sola, en "tu casa", con alguien tocando el timbre.

De vez en cuando, Karin se rascaba la espalda, intentando apagar ese hormigueo, llegando a pensar si tendría un insecto dentro de la ropa. Preguntó varias veces a sus amigos imaginarios si tenía algo, aunque claramente, la respuesta era que no lo sabían o no podían verlo bien. Pero aun así, se lo pasó bien, jugando como siempre a cualquier cosa que se le ocurriese.
Pero el cosquilleo era cada vez más molesto y cuando se levantó para ir a mirarse a un espejo, se dio cuenta de que algo había cambiado. Era de nuevo esa sensación de estar en otro lugar, muy lejos de casa. Karin pegó un chillido al oír la voz del hombre detrás de ella.

- ¡Kantoku-san! - le reconoció al darse la vuelta - ¡¿Cómo has entrado?! ¿Y qué peprativos? - preguntó asustada y retrocediendo un par de pasos. 

Por cómo había aparecido, Karin empezó a preguntarse si era otro amigo imaginario... ¿Pero cómo había llegado a su cabeza? La pequeña le miró esperando que se explicase, pero todo lo que decía le causaba aún más preguntas.

- ¿Quiénes son ellos? ¿Y con quién me tengo que rerunir? ¡Oye! - preguntó, incapaz de contenerse. Viendo que parecía ignorarla, comenzó a dar patadas al suelo, nerviosa. Enfurruñada por no obtener respuestas, cogió el papel y se quedó algo sorprendida al ver que realmente podía leerlo, aunque había palabras que todavía le eran imposibles de descifrar - Sí que puedo leerlo... Esta... ¿Estamísticas?

Ladeó la cabeza, intentando entender lo que le estaba explicando Kantoku-san. Parecía demasiado que asimilar para una niña de 9 años. Sin embargo, al oír que se trataba de un juego, Karin pareció tranquilizarse un poco, mientras se guardaba el papel en un bolsillo. El timbre le hizo dar un respingo y cuando volvió a mirar, Kantoku había vuelto a desaparecer. Pensando en lo que había dicho de "ellos" y sabiendo que sus padres aún no tenían que llegar a casa, Karin fue corriendo a la puerta, pero se detuvo en la entrada, agarrándose la ropa, nerviosa.

- ¡¿Q-quién es?! - gritó, sin moverse del sitio.

-Joder, que alguien haga el favor de apagar el despertador... Click (luz)¿Pero que cojones?... Abrió los ojos y miró a todos lados aunque sus manos como acto reflejo fueron directas a las cartucheras de pistolas que llevaba siempre puestas, a pesar de que no sabía por qué hacía eso, no podía evitar sentirse nerviosa al no notar los metálicos objetos que solían estar allí. Intentó dilucidar donde se encontraba pero las palabras desconocidas se aglopaban en su mente causándole una jaqueca insoportable. -Mierda... Hablaba, pero sus palabras eran desconocidas para ella, no tenía idea de como las conocía. -Joder... que raro suena todo... Plaza. Plaaaaaza. ¿Quien coño inventó esto? Ni siquiera sé lo que digo, ¿Decir....? Agh, mierda, voy a dejar de pensar o acabaré hecha un asco. Todo aquello lo decía sin poder dejar de mirar aquella fuente hasta que en un solo parpadeo, escuchó el chasquido de unos dedos, ¿Era eso? ¿El chasquido de unos dedos? -Joder para, me taladras los oídos tío. ¿Que cojones haces dentro de la fuente? ¿Y por que leches está vacía ahora? Eh, Eh, ¿Que es lo que buscas de mi? te advierto que no es buena idea hacerme enfadar. Empezó a buscar por los bolsillos de sus pantalones la cajetilla de tabaco pero no encontraba nada, aunque realmente no era consciente de lo que buscaba en absoluto, empezaba a sentir una ansiedad muy mala. -Eh tú, pelomoco, ¿tienes cigarrillos? ¿Pero que estaba diciendo? Que nombre más raro... pero los necesito... los necesito ahora... cielos, que ganas de probar uno... agh.... ¿PERO QUE SON!?

- Supongo que no vas a beber, ¿verdad? Digo, ¿quien bebería de una fuente seca?

Navy lo miró ojiplática. -¿Tú eres imbécil? Pues claro que n..... Parpadeó un par de veces sorprendida, paralizada y luego frunció el entrecejo, cabreada y frustrada dando un paso atrás sin entender nada de lo que pasaba, estaba hablando pero no hablaba ella, bueno, sí hablaba ella pero ella desconocía todo y a la vez lo conocía... ¿que le pasaba? Decidió callarse y adoptar una postura defensiva y altiva, barbilla bien alta, espalda recta, un pie más avanzado que el otro y las manos una en cada lado de las caderas. - ¿Y bien pelomoco? ¿Vas a hablar? Cualquiera que fuera psicólogo podría determinar que estaba confundida y muerta de miedo, de allí su postura tan "pasotista" , altiva y agresiva, pero posiblemente no era el caso de aquel tipo, quien sabía... Ahora mismo Navy era como un lobo que no dudaría en sacar las garras y colmillos a la mínima, pero echaba de menos una seguridad metálica en sus manos, demasiado...
 

-Vaya aptitud... 

Con esa amable y confiada sonrisa, el hombre desconocido se llevo las manos a los bolsillos sin quitarte la vista de encima.

-Supongo que no habrás tenido muchos pretendientes, ¿no, Navy? -en ese momento, tu cabeza retumbo de nuevo y fue sacudida por aquel sonido extraño que no llegabas a reconocer. Tras breves segundos para que el dolor desapareciese, caíste en cuenta sobre cual era tu nombre. -. Lamento decir que no puedo decirte más que eso sobre ti misma, ni entregarte nada que no tengo; no seria interesante si te contase toda la historia antes de empezar, ¿verdad?

Soltando una leve risa, aquel sujeto mostró una mirada afilada en sus brillantes ojos amarillos.

-Si te encuentras aquí, es porque el destino así lo quiso. Mi deber es ejercer cierto papel en cierto juego, uno donde los ganadores obtienen el deseo que quieran. Puedes recuperar tu memoria, desear una nueva vida, tal vez otra cosa... Lo que sea que tengas decidido en ese momento, podrá hacerse realidad -entonces, un extraño e intenso cosquilleo recorrió todo tu cuerpo, permaneciendo en el dorso de tu mano dominante antes de desaparecer luego de unos segundos. -. No te mentiré esta vez: no estas obligada a jugar, pero realmente ya no tienes nada más que hacer, y tal vez recuperes algo más que tu nombre durante el transcurso del juego...

Sin decirte nada más, el hombre paso junto a ti y fue hacia la salida de la plaza. Aún tenías muchas dudas sobre ti, sobre él, sobre todo... No podías dejarlo ir así como así.

Siguiéndole el paso, llegaste hasta afuera, encontrándote con una gran ciudad que llegaste a reconocer como Japón. Estaba silenciosa, sin gente, sin ruido, apagada... La única luz venía de los rayos de sol que atravesaban las densas nubes.

-No estas obligada a jugar -repitió el hombre, que ahora se encontraba detrás de ti por arte de magia. -. Pero eso significa que nadie se hará responsable de lo que te hagan los seres que rondan este lugar, y tampoco se harán responsables de lo que le suceda a ella...

No sabías a quien se refería con "ella", pero... sentías que si la mencionaba, era porque era alguien importante para ti. Lo sentías en tu interior...

Se notaba el cabreo en la cara de Navy cuando dijo eso, sentía que le seguía faltando un buen cigarro en la boca para aguantar tales memeces... - Más que tú con ese pelo de moco que llevas capullo. Aún no había caído en que había dicho su nombre, pero de pronto se percató y corrió hacia el para quedar cara a cara con un enfado que no hacía más que crecer y crecer. - ¿Quien coño te crees tú eh? ¿ jesucristo? ¿Dios? ¿Esto es alguna clase de broma? Aquellos afilados ojos amarillos la penetraron por un momento como cuchillo filoso de arriba abajo, provocándole un estremecer y el consiguiente cosquilleo que va con ello. Eso provocó que Navy quedara quieta en el sitio por un momento, a la defensiva y sin decir palabra ninguna mientras escuchaba a ese tipo. No podía hablar pues se sentía como paralizada, y con ello dejó que aquel hombre escapara... -AH NO, Me niego. Salió corriendo detrás de ese tipejo, le diría un par de cosas y si hacía falta una buena paliza, pues allí mismo se la daba. -Eh capullo... Estaba a punto de agarrarle el brazo cuando sus ojos se percataron de su alrededor, era como una maldita ciudad fantasma y una sensación de vacío recorrió su corazón y mente, cuando de pronto se dio cuenta de que el tipo había escapado... -¡Mierda, mierda, MIERDA! pegó una patada al árbol más cercano cuando aquella voz volvió a hablar, haciendo que se girara y como poco flipara en colores por aquella aparición tan "mágica". Se quedó callada e intentando mantener la boca cerrada cuando tras mencionar aquello último se agarró el pecho con un sentimiento de necesidad, una necesidad imperiosa de encontrar a quien fuera que fuera.... ella. - Agh... Joder, ¿Donde está? ¡Como la encuentro! Escupe o te lo hago escupir a hostia limpia moco de pavo. 

-Definitivamente: Vaya aptitud tienes...

El hombre hizo un gesto con la cabeza para que lo siguieses antes de empezar a caminar por aquellas calles solitarias.

En cuanto más mirabas a tu alrededor, más nostálgica y perdida te sentías. De alguna manera, reconocías aquellas calles y lugares que recorrían, pero a la vez quedabas con muchas dudas: ¿Como conocías aquellos lugares? ¿Que hacías allí? ¿Por que te sentías tan familiarizada con el camino?

Al final, fue casi media hora de caminata antes de llegar a la entrada de una casa. Se encontraba tan silenciosa y apagada como el resto de la ciudad, pero no sentías nada; tal vez no conocieses esa casa...

-Bien, ahora necesito que te quedes parada en la puerta y esperes a sentir un cosquilleo en tu mano antes de tocar el timbre. Ni un segundo antes, ¿ok? -te explico el hombre de verde mientras se acercaba a la puerta. -. Como ya dije, no tienes nada que hacer, aparte de que los seres que rondan las cercanías podrían darte caza si te alejas de aquí, por lo que no dudo en que seras un buena chica y esperarás hasta el momento adecuado para tocar.

Entonces, el hombre de cabello verde desapareció en un pestañeo antes de que pudieras preguntar nada. Habías quedado totalmente sola, en medio de una ciudad extrañamente conocida, frente a una puerta con un timbre que no deberías tocar hasta que llegase el momento... Si lo que decía aquel sujeto era verdad, lo mejor era esperar allí.

Media hora de espera aproximadamente. No había pasado nadie, no habías escuchado a nadie, y no habías recordado nada. Parecía ser una perdida de tiempo, empezabas a considerar que todo se tratase de un tipo de broma pesada muy bien hecha, pero... cuando estabas pensando en retirarte, un fuerte cosquilleo recorrió el dorso de tu mano. Hasta ahora, la única persona con la que habías hablado era el hombre de sombrero, el cual te había dado una sencilla orden que deberías cumplir ahora...

Tsk, chasqueó la lengua molesta por las palabras de ese tipo pero entendió a la perfección que le iba a mostrar el camino, y más valía que fuera importante porque tenía unas ganas imperiosas de ir a por tabaco, conseguir dos pistolas y volver a... ¿A dónde? Las dudas y lagunas se aglopaban en su mente y a medida que caminaba esa nostalgia, ese sentimiento de pérdida de control y de sentido de orientación la hicieron sentirse insegura. Al contrario de lo que pudiera parecer, se alivio al ver que no reconocía aquella casa donde habían parado. No había hablado en todo el camino y ahora volvía a su charla extraña. -Me estás empezando a cansar. NO soy una niña y no me trates como tal, ¿Me oyes viejo? Suspiró pesadamente con un agotamiento mental palpable y se miró la mano esperando alguna reacción pues aquel tipo ya había desaparecido...

De un lado a otro, luego sentada, de cuclillas, apoyada en la pared, pateando piedrecitas... Y cuando ya la exasperación estaba por vencerla aquel cosquilleo apareció, no dudo un solo segundo en tocar el timbre pero se apartó, se posicionó con los puños en alto como defensa y espero... Espero lo peor, pues lo bueno no la podía dañar pero si era algo malo más valía estar lista.

-¡¿Q-quién es?!

Luego de un breve momento de que sonase el timbre, la puerta cayo echa polvo, dejando así a una indefensa niña de  cabello rubio y ojos rojos frente a una chica con los puños en alto lista para partir los dientes a quien intentase dañarla.

-¡Felicidades! -grito e voz alta el hombre de cabellos verdes, que tras un pestañeo de la pequeña niña, apareció tras la chica. -. Os habéis reunido al fin: son una pareja creada por el destino para participar en el juego. Karin, Navy; Navy, Karin -los presentó rápidamente la una a la otra. -. Realmente me hubiera gustado tener más tiempo: conversar un poco, explicarles las reglas, darles un par de objetos y consejos... Pero el vació nunca descansa, ¿saben?

Entonces, antes de poder preguntar nada al hombre que algún día podría darles un infarto con esas apariciones repentinas, una terrible sensación recorrió la espalda de Karin; un hormigueo intenso que la llevaba a curvarse notablemente.

-No tengo tiempo de darles el paquete completo, pero consideren esto una pequeña ayuda para enfrentar lo que se viene -comentó el hombre de cabello verde antes de crear en su mano derecha un tipo de esfera de energía verdosa. A los pocos segundos, la energía se dividió por la mitad: una parte voló hasta Karin y paso junto a ella para después entrar por su espalda, mientras que la otra parte se quedaba delante de Navt.

Tras unos breves segundos, el cosquilleo en la espalda de la niña se detuvo totalmente, y la energía frente a la chica desapareció para dejar flotando en su lugar una pistola CZ-85 junto a un cargado de 16 balas.

-Muy bien: Poco tiempo, muchas cosas que explicar. Demuestren que el destino no se ha equivocado, y acaben a esa cosa -añadió para después pasar a señalar hacia la calle.

La ciudad estaba desolada, apagada, con densas nubes que apenas se dejaban atravesar por uno que otro rayo de sol... La calle estaba sucia, con manchas de aceite y una terrible sensación de no hacer sido utilizada en años... Pero algo más llamó vuestra atención: Una sombra en el suelo. Podía confundirse con una mancha, pero esta se movía levemente, hasta que de pronto, algo empezó a surgir de ella.

Como si la propia sombra del suelo cobrase vida, una figura de altura media se alzo del suelo, mostrando luego unos brillantes ojos amarillos que se clavaron en ambos, pues mientras la veían salir, el hombre de sombrero había desaparecido de vuelta.

-D̸e̸b̸o̸ ̸c̸o̸s̸e̸c̸h̸a̸r̸ ̸l̸a̸ ̸e̸s̸e̸n̸c̸i̸a̸

¿Esto es una broma? Si llevara el cigarrillo en la broma se le habría caído al suelo en ese mismo momento mientras miraba atónita a esa niña. Y luego posó los ojos al tipo que había vuelto a aparecer, al cual no le puso muy buena cara - ¿ Me usas de niñera? ¡Eh Mocoverde! ¿Se puede saber que broma es esta? ¿Eh? ¿me ves como niñera? ¡No me jod!.... Se calló cuando vio aquel arma y pudo mantenerla en las manos, una sonrisa de satisfacción se creó en su rostro y sin saber por qué, como si las hubiera tenido entre manos toda la vida, la guardó en la cartuchera, se sentía aún incompleta pero algo era algo. La metió y sacó varias veces para ver que tan bien se acoplaba y le quitó el seguro mientras miraba a esa cosa negra con ojos de emoción y ganas de dar caña, después de todo el señor del sombrero había tocado demasiadas veces su fibra y andaba muy enfadada. -Empiezas a hablar mi idioma... Eh mocosa, quédate atrás. Rió ligeramente mientras apuntaba a aquella cosa y disparó sin miramiento, no había dudado un solo segundo y probablemente si la que tuviera delante fuera la niña habría hecho lo mismo si le decían que aquello era la cosa " mala". 

Sus ojos se abrieron aterrorizados, al igual que su boca, pero ningún ruido salió de ella, mientras observaba confusa a la chica que estaba frente a ella y a la puerta. Después su mirada se trasladó a Kantoku-san, quien acababa de aparecer de nuevo, mucho más alegre de lo que estaba Karin en ese momento. Se cogió con fuerza el borde inferior de su camisa, y antes de que pudiera decir nada, el hormigueo que llevaba sintiendo toda la tarde, la hizo encorvarse con un quejido.

Los ojos semillorosos de la niña siguieron la esfera de luz hasta que desapareció a sus espaldas y dejó de notar el cosquilleo. Karin se palpó la espalda, sorprendida y se giró, intentando ver si quedaba algún rastro de aquella misteriosa energía. 

- ¡Eh, no soy una niña! ¡Soy una persona adulta y ma...! ¡AH! ¡¿Qué es eso?! - chilló señalando la sombra que se había alzado del suelo.

Karin se quedó apoyada al lado del mueble de la entrada y se tapó los oídos cuando Navy sacó la pistola y disparó contra el bicho feo. Cuando terminó, la niña, en un arranque de valentía, cogió uno de los zapatos del mueble y lo lanzó hacia el extraño ser, sin avanzar más lejos que donde estaba Navy.

Cuando Navy disparo hacia la criatura, aquella extraña sombra empezó a doblarse de una manera antinatural, como si no tuviese huesos ni nada por dentro que le evitase doblases con suma facilidad. De esta manera, la criatura pudo esquivar la bala sin problema alguno. Entonces, cuando parecía que ni una bala podría contra aquella criatura, un zapato salió volando a toda velocidad hacia ella; la fuerza, velocidad y adrenalina que había alcanzando quien lo lanzó fueron suficiente para causar una detonación de fuerza que convirtió el zapato en un arma, una que al impactar contra la cabeza de la criatura, le hizo ladearse un poco antes de ver fríamente a quien se lo había arrojado. Por la manera en la que se sujeto brevemente la cabeza, le había afectado.

La criatura, quien ya había recuperado la compostura luego del zapato, no dio tiempo de distraerse a Navy, pues se abalanzo contra la chica con una gran velocidad y destreza, esperando propinar con sus garras un corte en X en el pecho de la muchacha.

Mientras tanto, el hombre de sombrero verde volvió a aparecer frente a la pequeña Karin, observando como esta se ocultaba de nuevo en la entrada. Navy estaba ocupada con la criatura, por lo que no podía prestar atención a lo que sea que estuviese haciendo y diciendo el sujeto a la niña, pero luego de un breve momento pudo notar como el extraño hombre había vuelto a desaparecer.

Mientras Navy se encargaba de la criatura, Kantoku hizo otra aparición delante de ti.

-Supongo que estas en problemas, ¿no? -preguntó señalando hacia afuera, donde debería encontrarse aún la criatura. -. Creo que es buen momento para entregarte esto, y esto.

Entonces, Kantoku sacó de su camisa un papel con las mismas escrituras extrañas de antes, poniéndolo delante de tu vista para que lo leyeras de nuevo. Esta vez, al ver el papel, quedaste en cierto trance mientras las letras eran descifradas por tu cabeza.

Karin Nakahara

Nivel 1

Físico 3
Destreza 3
Inteligencia 3
Percepción 5
Voluntad 1

Habilidades

Espiritualista
Golpe del más allá
Bloqueo espiritual
Técnica - Abrazo invisible

Tras quedarte embobada viendo el papel durante varios segundos, pestañeaste y pudiste reaccionar. Kantoku ya no estaba, el papel tampoco, pero... De alguna manera, sabías de lo que era capaz ahora. 

- ¡Toma esa, bicho feo! - gritó Karin dando un pequeño saltito de alegría al ver que su zapatazo le había dado en toda la cabeza - Je, je... A lo mejor tenbrías que quedarte tú atrás... - le dijo a Navy hinchando el pecho, orgullosa, justo antes de retroceder con un chillido al ver que el "bicho" había decidido atacarlas. 

Ignorando la pelea durante un momento, Karin escuchó atenta las palabras de Kantoku-san y leyó el papel que éste le tendió, rápidamente. Karin abrió mucho los ojos mientras comprendía su significado y finalmente sonrió, ilusionada. Al levantar la mirada para decirle algo, vio que había vuelto a desaparecer, pero sacudió la cabeza como si ya no fuera importante. Se acercó un par de pasos hacia Navy, sonriente.

- ¡No te prucupes, Navy-chan! ¡Le pediré a mis nuevos amigos que nos ayuden! - exclamó con sus habituales trabas al hablar. La niña comenzó a mirar a su alrededor y finalmente señaló hacia un punto de la calle, totalmente sin importancia para Navy - ¡Tú! ¡Ayuda a Navy-chan! - señaló con gesto teatral al extraño ser que estaba atacando a Navy y sonrió ilusionada al ver que dejaba de mover los brazos.

-¡JODER DE BICHO! Quédate quieto hostia. 

Estaba forcejeando con el tras el zapatazo, pues se le había lanzado encima y  luego de pronto la cría decía algo más aunque no se encontraba realmente por la labor de escucharla. Le estaba costando bloquearlo pero intentaba por todos los medios largarlo de encima suya con una patada, haciendo de resorte para rebotarlo lejos de si misma. 

Mientras Karin animaba a Navy y le daba apoyo moral, la criatura terminó por separarse de la chica en cuanto esta se zafo de sus ataques. Entonces, Navy volvió a disparar a la sombra en un intento de causarle algún daño; para el consuelo de la chica, la sombra no llego a esquivar la bala. Había impactando perfectamente en su pecho, y había desaparecido en el interior de aquella oscuridad, pero por el leve meneo de la cosa oscura antes de llevarse la mano al agujero que había causado la bala, se podía saber que le había hecho algo.

Entonces, luego de soltar un extraño gruñido, la sombra se dispuso a lanzarse de nuevo, pero para su sorpresa, alguien le atrapo. La criatura se agitaba mientras sus brazos se presionaban contra su cuerpo, como si alguien le tomase desde atrás; no había nadie, pero unos extraños brazos celestes y semi-transparentes se marcaban sobre el cuerpo de la criatura mientras la sujetaban en un fuerte abrazo contra un pecho de misma apariencia; era como si alguien del más allá tomase forma física en partes precisas para atrapar a la cosa negra, evitando así que pueda liberarse o moverse.