Partida Rol por web

Stella se alejó de Réamann, centrándose en dirigirse hacia las cabañas. Sus tobillos aún dolían, pero no era muy diferente al dolor que Stella estaba acostumbrada a sentir cuando iba al cementerio a recoger ortiga con el propósito de romper su maldición. ¿Sería aquello el mismo efecto? Si lo era, no había mucho tiempo de averiguarlo.

Al mirar hacia las cabañas e irte acercando poco a poco, notaste que Alain y Fiorella parecían haberse detenido al frente de una cabaña específica. Había una cuarta persona con ellos allí, pero era difícil ver de quién se trataba desde allí. Al mirar a donde antes estaban Karma, Jurien y Garlan, notaste que ya los que parecían ser los siervos del brujo, habían sido derrotados y yacían en el suelo. Aunque los espadachines antes mencionados no parecían asomarse por ninguna parte. Recordaste que los viste correr hacia la nube de humo, pero eso quedaba en la dirección opuesta de tu destino. Te tomaría tiempo llegar con Alain y Fiorella. Después de todo, el dolor se hacía más molesto, aunque con toda la adrenalina de la situación era fácil olvidarse de él.

Al mirar en la misma dirección en que lo hacía Parfait, notaste que justo posaba su mirada hacia donde parecía esparcirse la gigantesca nube de humo. Los tambores ya no sonaban y lo que había tras el que parecía ser el foco de las explosiones era una figura de un hombre alto de una aparente avanzada edad. Este se intentaba levantar, pero de la mano de Parfait salía un círculo mágico de color dorado que daba paso a lo que parecía un rayo dirigirse hacia ese hombre. Si te acercabas demasiado, corrías el riesgo de ser golpeada por aquel rayo de electricidad.

Buscaste y lograste encontrar algo de cable. Tal vez no era muy largo, pero te serviría para atar a una persona o a dos objetos en corta distancia. Por otra parte, viste a Karma junto a la mujer rubia y un hombre de cabellos oscuros y ojos grises que se dirigían hacia donde estaba aquel hombre mientras le amenazaban con sus espadas. Karma les dejó atrás y se fue acercando con despacio a Parfait, como si no quisiera perder a su objetivo de vista.

Mientras corría hacia las cabañas, Stella solo tenía una cosa en mente: salvar a Waltz y Réamann. Sabía la situación en la que se encontraban. Si alguno de ellos morían... Si Réamann moría... ¡Su dolor en los tobillos no se compararía nada a eso! ¡Por eso debía correr más, mucho más, aún más rápido!

Manteniendo el silbato contra su pecho, Stella corrió y corrió hasta por fin toparse a la lejanía con Alain y Fiorella. Se detuvo un momento para recuperar al aliento, sin el suficiente tiempo para aliviarse por verlos bien. Apenas respiró un poco, volvió a correr, esta vez en dirección de sus compañeros. ¡Debía conseguir ayuda, rápido!

¿Un intercambio de rehenes? Es lo que a sus ojos estaba ocurriendo... No lo entendía, pero quería pagar aquella estupidez y a la vez no quería intervenir... ¿Que debería hacer? Si la explosión procedía de aquel hombre, quería decir que él había detenido el hechizo ¿No?

Intentó fijarse bien acercándose en principio a medio camino del hombre y de Parfait, para ir en la dirección oportuna según lo que entendiera. Si aquel hombre había detenido el hechizo ¿Porque Parfait le apuntaba? Sin duda no le gustaban las brujas, no le gustaban porque no entendía que pensaban o hacían, si fueran más transparentes, seguramente podría llevarse mejor con ellas, pero lo que veía y lo que sus padres le habían enseñado no discrepaba demasiado. Usar su poder por capricho les volvía un poco "como decían los cuentos" en temibles monstruos peligrosos...

Delora, aún cruzada de brazos, miró al chico - Si quieres agradecérmelo, levántate. Debemos irnos - su mirada tan severa como siempre desde que la habías conocido. Cuando empezaste el cuestionamiento, ella te miró con algo de hastío y dijo - Que te encontrara fue cuestión de suerte. Venía siguiendo a ese idiota y me topé con que se escabulló en esa casa. Al entrar, los vi a ambos y eso fue todo. Tal vez podrías agradecerle. Estábamos por irnos sin ti - no dijo nada más y parecía estar de prisa, aunque tampoco te volvió a insistir.

Mientras te ponías de pie, escuchaste que una voz masculina llamaba a Delora de no tan lejos de su posición. Para tu sorpresa, por las ventanas pudiste ver rostros conocidos, eran los de Alain y Fiorella, aunque llevaban a alguien apoyando entre ellos. Al fijarte mejor, pudiste ver que se trataba de una chica de cabello azul que parecía estar herida y aunque consciente, estaba pasándola realmente mal.

Con la mayor velocidad que el peso de Claire y su propio agotamiento se los permitía, se acercaron con despacio a Delora. Esta mujer se encontraba cruzada de brazos mirando dentro de una de las cabañas, pero eso no era todo. Llevaba una de las mochilas que se les había entregado momentos antes de partir de The Marchen. Al escuchar que la llamaron, se giró y posó su mirada en ambos. Sonrió al inicio y parecía el momento perfecto, para algún comentario sarcástico de su parte, pero su rostro mostró mayor severidad cuando posó sus ojos en la chica que ambos cargaban.

- ¿Qué ha pasado? - alzó con suavidad el rostro de la chica malherida para luego mirar tanto a Alain como a Fiorella. Les analizó por unos segundos y luego descolgó a la joven de ambos para ponerla en el suelo con suavidad, utilizando la mochila como almohada para apoyar su cabeza. Delora miró hacia la cabaña y al ambos imitar su gesto, pudieron notar que adentro se encontraba Hogward, aún sentado en el suelo viéndose muy asustado.

- No la tocarás a ella, pero al menos puedes vigilarla - dijo después de asegurarse que Claire estaba en una posición relativamente cómoda. La peliazul respiraba con dificultad y Delora sacó de uno de los bolsillos laterales un vial con un líquido de color violeta que dio gota a gota a la herida, muy diferente a la forma brusca con que había atendido a Hogward momentos antes. Tras terminar de asegurarse que la chica hubiera consumido el contenido, Delora tapó el vial y la sostuvo fuerte de los hombros. La joven abrió los ojos de repente y empezó a gritar de dolor para pasar a moverse con violencia, pero la bruja la sostenía tan fuerte como podía para que no fuera a lastimarse. Después de unos segundos, se detuvo y parecía relajarse poco a poco, aunque aún sudaba presa del dolor.

Alain y Fiorella no se veían del todo bien, ya que parecían estar bastante agotados, además de llevar sus ropas ligeramente desordenadas.

- ¿Cómo se encuentran? ¿Sabemos algo sobre los tres faltantes? - habló Delora después de asegurarse que Claire ya se había tranquilizado.

Escuchaste unos pasos que se aproximaban sin mucha rapidez, pero con algo de irregularidad. Al girarte, viste unos cabellos negros y un vestido. No tardaste en reconocer a Stella quien, lentamente, se acercaba hacia donde estaban ustedes. Sin embargo, por la forma en que caminaba y apoyaba su peso, podías deducir que estaba sufriendo de molestias en sus tobillos. Tal vez era tu experticia como médico o el brazalete jugándote una mala pasada como siempre, pero era lo que veías.

Más que correr, Stella marchaba. ¿Por qué? Porque el dolor de sus tobillos aumentaba. A pesar de esta peculiar condición, no se detuvo y siguió avanzando.

Debido al dolor, el trayecto parecía hacerse cada vez más largo y tortuoso, pero eso parecía no detener a la chica, quien estaba determinada a llegar con Delora como fuera. Seguías avanzando y pudiste ver que no solo se trataba de Delora, Alain Fiorella y la chica que cargaban, sino que Delora parecía estar hablando hacia una casa. No podías ver con quién hablaba, pero sí viste que Delora acomodó a la chica que cargaban sus dos compañeros en el suelo, puso la mochila de almohada y sacó un vial muy parecido al que habías visto en Waltz. Al beber el contenido que Delora le administró gota a gota, la chica sufrió una reacción violenta similar a la que había sufrido Waltz justo antes de que llegaras con Réamann hasta él.

La chica se calmó después de contorsionarse violentamente por unos segundos mientras la bruja la sujetaba con fuerza y parecía descansar. Al acercarte más, notaste que ese otro con quien hablaba Delora era Hogward, quien se encontraba en el suelo de la cabaña y que parecía haberte visto también. El chico parecía tan asustado como cuando se habían topado con Conall.

- ¿¡maldición Eses que hago!? - la pequeña no sabía qué hacer, intentaba respirar con calma claramente tensa.

- yo volvería a la posada y haría como que no he visto nada... Pero dudo que me hagas caso a ese consejo, así que... ¿Que harías si no hubiera magia de por medio?

¿Ya está? Ese era su gran consejo? Se suponía que el era el listo, pero sus consejos nunca eran precisos o claros, siempre como dar preguntas a otras preguntas, ¡Y encima era de tela y darle un coscorrón no era una opción viable... Cogió aire de nuevo, miró el panorama y... Si no hubiera magia de por medio, correría a ayudar a quien parecía en peores condiciones... Por ello, con miedo a equivocarse, corrió a ayudar a aquel anciano, a ser su hombro para que pudiera caminar.

Odiaba no saber si hacía lo correcto, ¡Malditas brujas! ¿Porque eran tan extrañas?

Después de un rato, Stella llegó caminando, con su rostro contorsionado de dolor, a las cabañas. Se estaba pasando el antebrazo en el rostro, aunque aún se notaba que seguía llorando. 

Stella caminaba de una forma extraña; casi arrastraba ambos pies y esa simple acción, en sí, parecía dolerle. No tuvo mucho tiempo en sí de ver lo que estaba pasando; ni siquiera se había dado cuenta de que Hogward la había visto, hasta que se acercó lo suficiente. Estaban allí también Alain y Fiorella. Sin embargo, a quien Stella buscaba...

—¡Delora! —la chica seguía sollozando. En ese momento, aunque había visto a Hogward, ni siquiera le había pasado por la cabeza preguntar por su hermano— Waltz... y-y Réamann están muy heridos —si se observaba bien, con ambas manos llevaba pegado a su pecho algo; ¿era un silbato?— ¡Ayúdenlos, por favor! —era un poco irónico que ella pidiese algo así, considerando lo golpeada que ella misma estaba.

Hogward se levantó algo tambaleante al principio, agitado, sin embargo, a ver a Alain y Fiorella, inhalo y exhalo un par de veces de manera profunda para calmarse. Todavía estaba demasiado confundido, pero ya dudaba que encontrará alguna respuesta, por lo que se rindió con una caída de hombros. Antes de salir, tomó a Faye y la colocó sobre la mesa. Lo menos que podía hacer era no dejarla en el piso. En cuanto al hermano, no quiso tocarlo y lo dejo tirado en el suelo. De todas formas le daba mala espina, por lo, que dando un gran paso para esquivar su cuerpo frente a la puerta, salió de la casa. Afuera estaban dos de los chicos del The Marchen, junto con una chica desconocida. Al verla Hogawrd hizo una mueca incomoda -¿Por que seguía apareciendo gente herida o enferma?- se preguntó sin acercarse mucho a la chica. Tampoco dirigió palabra a Fiorella o Alain, solo se quedo a un distancia algo alejada de la chica herida.

- ¿Cómo se encuentran? ¿Sabemos algo sobre los tres faltantes? 

Cuando Delora preguntó, Hogward justo oyó algo a lo lejos. Al voltearse vio a su compañera perdida. Stella que caminaba de manera rara. -Por lo que dice...están por allá y también heridos- dijo señalando con el dedo la dirección por donde se acercaba Stella.

Ladeando la cabeza observó a Stella de arriba abajo. El tobillo aun no parecía curarsele y parecía apaleada. Aun así lloraba por otros. Con un chasquido de lengua reticente se acerco a la chica. Al llegar frente a ella, sin mediar palabra y teniendo mucho cuidado de no tocarla con el brazo izquierdo, se agacho y la cargo como si de un saco de papas fuera. Hecho esto, volvió a donde estaba el grupo y la descolgó al lado de la otra chica herida -Terminaras muerta un día de estos- dijo con brusquedad. Lo del tobillo lo tenia desde antes de que se separasen y parecía que no había parado desde entonces, agregando los golpes le sorprendía que siguiera en pie. Dicho esto, se volvió a alejar antes de tener que tocarla otra vez.

En cuanto se sentó, Réamann sabía que no podría levantarse sin ayuda de nadie más. Si ocurría otra explosión estaría condenado; si eran descubiertos por algún pueblerino también estaba condenado. No podía llamar ni gritar a nadie, pero al menos desde su posición podía observar los alrededores. Se bebió la poción curativa solo porque sí, sabiendo que no tendría efecto ... tal vez envalentonado porque Stella le había pedido que lo hiciera aunque era ella quien lo necesitaba más. Al menos había más frascos, esperando negociar con ella para que, si volvía, pedirle que bebiese uno.

No podía llamar la atención ni nada, pero ver a quien parecía ser Parfait le causó gran alivio. Miró el silbato que tenía en la mano. ¿Sería prudente tocarlo? La hada le había dicho que eso lo escucharían los demás en caso de que requiriesen ayuda, pero no sabía si un extraño podría oírles. ¿Estarían hechos para que solo los malditos y brujas y hadas escuchasen? Era una interrogante que, de tener consecuencias negativas, acarrearía problemas graves para él y Waltz si lo escuchaban oídos equivocados. 

Optó por la prudencia, guardándolo solo por si llegaba a ver que alguien ajeno se acercaba o sentía que no hubiese de otra. Lo que podía hacer nada más era ser paciente y esperar, además de aprovechar y descansar para tener siquiera solo unos segundo preciosos de esfuerzo si es que llegaba a necesitarlo. La situación se había salido completamente de control y, lamentablemente, no sería de ayuda. ¿Algún día podría hacer algo más que limpiar mesas?

Podía proteger a Waltz si era necesario y, con ese pensamiento, se quedó a la espera de que alguien fuese a por ellos y atento a que nadie se acercara. La posibilidad de tocar el silbato era latente, pero prefería no hacerlo de momento. 

Estaba al borde de la extenuación y es que semanas sin apenas comer y viviendo a la intemperie no eran una buena precuela para aquella historia de terror que estaban viviendo. Por ello, dejar a Claire en el suelo supuso un terrible alivio para su cuerpo agotado.

- Es... una larga historia - simplificó ante la pregunta de Delora. No, no era el momento de desgranar para ella toda aquella extraña situación que habían vivido y para la cuál aún no tenía explicación alguna. A saber si la tendría por la mañana. En lugar de alargarse más, miró a la joven con preocupación, apartándole el cabello del pálido rostro -. Parfait nos salvó. Estaba en combate con un brujo.

Sus ojos recorrieron a los allí presentes. Hogward, que parecía ser demasiado consciente de la pesadilla en la que se hallaban inmersos, Stella, haciendo acto de presencia más malherida de lo que la habían dejado hacía apenas unos minutos y portadora de unas malas noticias que se sumaban a una lista que no dejaba de aumentar. Fiorella, quien parecía hallarse al borde de desfallecer. Y, por supuesto, Delora, quien parecía fuera de lugar, pulcra y confiada en una reunión de demacrados.

Se pasó una mano temblorosa por la frente, cubierta de sudor, antes de ponerse en pie con esfuerzo. Era evidente que no se marcharían si no estaban todos.

- Bien.... ¿alguien tiene una espada? - preguntó con tono dudoso. No sería el mejor espadachín pero desde luego sabía defenderse. Además, con aquella pregunta dejaba clara su intención de unirse en aquella misión de rescate.

- Tu no te vas a ningún lado. - Le respondió a Alain cuando se puso en pie, negó con la cabeza enérgicamente con las pocas fuerzas que le quedaban mientras se ponía en pie y se ajustaba el vestido. Señaló a Claire con la cabeza. - Quédate con ella, no tiene sentido que hayas hecho todo esto si luego no estás a su lado para cuidarla. - Sus palabras sonaron quizá demasiado bruscas pero realmente no tenía energía para ser la dulce Fiorella de siempre. Ahora mismo había demasiado en juego y cuanto antes rescatasen a todo el mundo antes se podrían ir. Se acercó a Dellora con un brillo de seguridad en la mirada.

- ¿Puedes darme algo que sirva como bomba de humo? No necesito mucho, lo justo para poder sacarles del aprieto y poder huir. Si pudiste darnos los brazaletes podrás con algo tan sencillo, ¿No? - Le preguntó frente a ella, agotada pero decidida, una cosa era salir a buscar a sus compañeros y otra hacerlo de un modo suicida. 

No había reaccionado al ver a Hogward acercarse a Stella, pues aquel había sido el momento que había escogido Fiorella para sacar a relucir un carácter y una energía que hasta el momento le habían pasado desapercibidas. Abrió la boca, dispuesto a quejarse, pero silenció sus palabras un momento para reflexionar sobre ello.

Su intención no era dejar a Claire sola sino con aquellos que se quedaran. Pero protestar, cuando la chica parecía tan segura de lo que decía...

- Fiorella, no hagas ninguna tontería - le dijo, al cabo de un instante de silencio. ¿Cuáles serían sus capacidades, esas de las que estaba tan segura? -. Si es necesario - comentó, haciendo hincapié al necesario -, iré. Pero si creéis que alguien debe quedarse, puedo hacerlo también.

Tal vez era el único respiro que habías tenido desde que ese día había comenzado: entre llegar a la taberna, la batalla que tuvieron que pelear, luego todo el trayecto, toparte con el retrato de Phoisa... Había sido un día intenso para el peliblanco cuya maldición iba acabando poco a poco con su salud.

Tomaste la poción y sentiste que tal vez el dolor que había surgido a raíz de ser derribado tras la explosión desaparecía. Tal vez algún moretón o magulladuras, pero en cuanto al agotamiento que sufrías, ese seguía intacto. Parfait tenía razón, esas pociones curativas no ayudaban a menguar el efecto que tu maldición tenía sobre tu cuerpo, solamente la poción que Rowan te dio había ayudado a darte ese último impulso, pero nada más. Beber otra poción solo haría que los efectos de la maldición se aceleraran.

Waltz seguía inconsciente, respiraba de manera rítmica, así que no había que alarmarse, pero estaba la preocupación de cómo cargarlo si tendrían que cargarte a ti también. Lo único que quedaba por hacer era esperar que Stella volviera con ayuda. Sería más sencillo si alguien les ayudaba. Te acomodaste para reposar un poco y mirando el panorama, notaste que la nube de humo se disipaba. En efecto, era Parfait acompañada de Karma quien miraba vigilante hacia el mismo punto en que el hada tenía los ojos. Siguiendo esa línea visual, te topaste con Jurien y Garlan. Ellos de seguro podrían llevarlos a ambos, aunque lo que no esperabas era ver a Rin correr hacia donde estos dos se encontraban y parecía estar auxiliando al anciano que habías visto sujetando a Stella anteriormente. Los dos caballeros trataban de detenerla, pero no era extraño ver que esta no parecía escuchar, por lo que ese hombre trató de apresarla. Parfait se sobresaltó y el círculo de magia que tenía sobre su mano desapareció.

Era difícil respirar en un lugar así. Los ojos ardían por la cantidad de humo y era difícil ver, pero no era algo que una jovencita intrépida no pudiera soportar. Con dificultad, tal vez, pero con entereza, lograste llegar hasta donde el anciano se encontraba. Notaste que el hombre parecía estarla pasando mal. Sus ropas se veían maltratadas y estaba sentado sobre un puñado de rocas. Su cabello desordenado y una expresión que daba a entender que estaba herido.

La mujer rubia y el hombre de cabello negro que antes estaban con Karma seguían allí, sin quitarle el ojo de encima cuando te interpusiste. Ambos intentaron adevertirte que te alejaras, que era peligroso, que te haría daño, pero en realidad pensabas ayudarle. Apenas te vio, el hombre sonrió y te agarró de una mano sosteniéndote con una fuerza que no era característica de su edad aparente y gritó hacia Parfait - ¡Detente, hada, o mato a la niña! - había tirado de ti hasta que quedaste postrada en el suelo. Podías levantarte, claro está, pero la posición del brazo era bastante incómoda para hacerlo con facilidad. Ahora más que nunca, era importante ser astuta.

El anciano se puso de pie sin dejar de apuntar su mano libre hacia ti, tal vez dispuesto a lanzar un hechizo al más mínimo movimiento y sin remordimiento de hacerte daño. ¿Había sido lo correcto?

Delora se giró al escuchar la voz de Stella llamándola y su mirada se tornó severa. Chasqueó la lengua con disgusto - Y como si la tuviéramos fácil - suspiró profundamente y observó a la recién llegada, sobre todo su forma de caminar. La miró molesta, pero luego se sorprendió al ver al paranoico chico de cabello blanco cargarla de un lado al otro. No pudo evitar una risita y tras ocultarla, empezó a hablar.

- De acuerdo, si creen que pueden cargar con ambos, vendrán. Sino, sugeriría que aquí el doctor Hogward me acompañe - y saltó entre Alain y Fiorella un par de veces -. Créanme. No es buena idea dejar a Claire con él. Hará menos daño cargando heridos - y con solo eso, escudriñó la mochila tratando de no lastimar a la chica que, momentos antes, Alain y Fiorella arrastraban entre los dos.

Después de un rato de hurgar la mochila, Delora saca un ancho frasco redondo que dejaba entrever un ungüento de color verde y obligó a Stella a sentarse - No sé si lo haces por autoflagelación, pero no es bueno guardarte curas en un momento como este. Aunque claro, también podría ser culpa de tu compañero, quien te abandonó llevándose la mochila consigo - y miró a Hogward con una mirada de reprobación. De manera hábil, Delora aplicó el ungüento en las pantorrillas, tobillos y pies de Stella. Su piel estaba enrojecida y lacerada. Era sorprendente que pudiera caminar con las múltiples heridas. Tras pasar unos segundos, las heridas empezaban a cerrarse y la piel recuperaba su estado normal. Delora tapó el frasco y se lo entregó a Stella - Llévalo en tu bolsillo y no dejes que algo así te aventaje una vez más - no sonreía. Parecía estar preocupada.

Tomó dos frascos pequeños con un líquido de color violeta, se puso de pie y los miró - Bien, Stella, tú ve con Fiorella y Hogward. Réamann no es liviano, así que necesitarán toda la ayuda posible. Waltz es más ligero, así que creo que podrá llevarlo una sola persona con mayor facilidad. Lo único que puedo decirles es que tengan cuidado. Karma y los demás hacen lo posible por contener a ese maldito brujo, pero es alguien de cuidado - y con esa instrucción, le tendió cada uno de esos viales a los dos chicos cuyas ropas estaban en un estado descuidado.

- No tarden - dijo antes de sentarse junto a Claire una vez más.

No fue difícil reconocer el ungüento que Delora te aplicaba: era el mismo que te había regalado Parfait en tu llegada a The Marchen para contrarrestar los efectos de tu maldición al tocar la ortiga.

Rin sonrió cuando el hombre le cogió amenazándole, porque aquello le confirmaba que no podía confiar en brujas - parece que estaba en lo cierto pensando que nada bueno se saca de ayudar a las brujas, si pretendo ayudarte y actúas así te mereces lo que esté por venir - le iba a tocar rotar sobre si para posicionar el brazo debidamente, y ser rápida si quería intentar atar las manos con el cable - ¿Cuántas "Eses" darás en tu huida brujo desagradecido?

Podía incluso dolerle el brazo, pero no le dejaría salirse con la suya, esperaba que Eses entendida su indirecta y estrangulara a ese tipo el tiempo suficiente como para atarle las manos en una soga de cable. Estaba molesta, sonreía con una frase en mente de "ves sin magia esto no sería así", pero por esa misma molestia, su contraataque sería más agresivo, "¡Nadie se aprovechaba de su buena fe!".

Además no contaba con otra cosa... Su hermano era un vago empedernido, pero como todo hermano, cuando alguien parece hacer daño a su hermana, el "a mi hermana solo le puedo molestar yo" podía hacerle actuar como normalmente no lo haría, incluso si pensaba que tomar como rehén a una niña loca no era la mejor idea.