Partida Rol por web

Todos sus esfuerzos habían sido en vano, se llevó las manos a la boca para ahogar un grito cuando observó como Alain caía en el suelo, mirando a su alrededor y dándose cuenta de que los superaban en número, ¿Cómo podrían salir de ahí? Cuando el hombre que la agarró trató de alzarla se resistió intentando alcanzar a Alain pero fue en vano, al final era mucho más fuerte que ella y por desgracia, apenas sabía como combatir, había sido primero niña mimada y luego sirvienta, era fuerte, pero el hombre lo era más así que sólo le quedaba su energía para patalear e intentar soltarse. 

Pero su esfuerzo parecía inútil, él estaba en el suelo y entre los tambores y el murmullo incesante de los pasos podía escuchar la voz de Stella destacar. Sus palabras se grabaron a fuego en su mente, era un brujo. Su enemigo era un brujo que había atrapado a todos los presentes, gritó de rabia al ver que se había vuelto a ver atrapada por el mismo tiempo de gente otra vez sin saber que hacer. Fue entonces cuando pudo sentir como alguien se acercaba hacia el hombre que la tenía sujeta y le embestía con fuerza, quizá no le superaba, pero ella aprovechó aquel lapso para revolverse, arañando, mordiendo, pataleando y haciendo todo lo que fuese necesario. No podían caer otra vez, tenían que salir de allí, los tres. 

Rowan negó con la cabeza - Solo a las personas - atendiendo la última pregunta de la chica antes de marcharse.

La tensión era mucha, pero parecía que el peliblanco había sido capaz de idear un plan con el suficiente tiempo antes de que los quejidos de quien fuera que se acercaba, se hicieran presentes. La destreza de Rin para subir a lo alto de ese árbol era comparable a la de un acróbata muy experimentado. Cambiaba de posición en brazos y piernas con tanta facilidad que era como si hubiera entrenado para eso toda su vida. Por otra parte, el peliblanco se irguió para toparse justo en el camino en el que venía aquel que estaba dirigiéndose hacia allí. Los quejidos eran sonoros, pero sus pasos no eran tan pesados, ni su avance tan rápido.

Las pisadas se mezclaban con el sonido de su respiración cuando una figura se aclaró, pero por la falta de sol, era difícil ver de quién se trataba. Justo momentos antes de que se aclarara, hubo una voz de un niño viniendo de lo alto del árbol, justo en la posición de Rin.

- ¡No la arrojes! - solo fueron un par de segundos mientras decía esto, se giraban en dirección de la voz y volvían a girarse hacia allí para comprender de quién se trataba. Entre la penumbra, unos ojos rojos y cabello negro se asomaban, trayendo una mezcla de alivio y desconcierto por partes iguales. Se trataba de Waltz. El joven sostenía un costado con fuerza y al dirigir su vista allí, notaron una sombra oscura en su ropa gris, al igual que en su mano. El joven se sorprendió de verlo, pero paró en seco, no sin antes arrugar el rostro. Tal vez resistiendo el dolor.

- ¡Rin! ¡Réamann! ¿Están bien? - algunas gotas de dolor bajaban por su frente mientras miraba hacia la fogata y luego hacia la dirección de la cual venían -. Stella, Alain y Fiorella. ¿Qué hay de Hogward? Debemos sacarlos e irnos - se disponía a seguir avanzando en dirección al fuego, pero se detuvo e hincó una rodilla en el suelo. Tal vez era culpa de su herida.

La chica rió cuando vio que te sonrojabas por lo que había sucedido - Me alegra que lo disfrutes. Te hará bien - el ruido de los tambores parecía intensificarse y había algo en la música que te hacía sentir cómodo y tranquilo. La preocupación parecía irse esfumando de a poco mientras seguías hablando con Faye.

La chica parecía meditar en la descripción que le dabas de Conall y se llevó una mano al mentón - A ver... No, realmente no recuerdo haber visto a nadie con esa descripción. De hecho, tampoco a una chica venir detrás de ti. Tal vez corrieron en direcciones diferentes. Aunque ¿qué habrías hecho si lo alcanzabas? - la chica seguía buscando tu mirada cuando la esquivabas y después de un poco de tiempo, te parecía ver un brillo especial en sus ojos y en su cabello. De repente, se volvía interesante ver cómo sus ondas se mecían suavemente con el viento y cómo el fuego de la chimenea parecía hacer más luminosa su piel. Tal vez no lo habías notado antes, pero realmente era una mujer hermosa y de rostro y voz dulce.

Parecía notar las dudas que tenías sobre cómo iniciar una conversación con ella, pero era de esperarse que mostrara algo de desconcierto al verte tan dudoso y dejarla esperando. Se acercó más a ti y su aroma se hizo vívido en tus fosas nasales: una mezcla entre rosas y vainilla... Algo suave y sutil. Era muy agradable. Cuando por fin formulaste una pregunta, la chica pareció entristecerse un poco y miró su comedor para ver la silla vacía que tenía a su lado.

- Bueno... - bajó la mirada preocupada solo un segundo -. Vivo con mi hermano, pero él no viene a casa muy seguido porque trabaja en otra parte de la ciudad y no es como que podamos abandonar nuestras casas mucho. A veces viene, pero eso es cada dos o tres meses - se veía un poco triste de tener que hablar de eso.

- Perdóname. Es que... Perdimos a nuestros padres muy jóvenes y siempre hemos sido él y yo. Estar sola es difícil para mí - y te miró a los ojos por un momento para sonreír -. Tienes bonitos ojos. Me agradas, Hogward - sus pupilas estaban levemente dilatadas. ¿Por qué sería eso? Como médico, era fácil saberlo, pero ¿realmente podías confiar en las lecturas de ese brazalete? Podía decirte cosas erróneas y llevarte a cometer un error fatal otra vez. Mientras pensabas en todo eso y tal vez en más cosas, la chica se arrojó hacia ti, casi haciéndote caer, quedando a pocos centímetros de tu rostro y te dio un beso. Lo hacía con tanto ahínco que parecía alguien que lo había deseado por mucho tiempo. Si seguía así, tal vez los dos terminarían en el suelo.

Stella miraba alrededor, pero parecía no encontrar aquello que estaba buscando. ¿Era un alivio o un infortunio? Solo ella sabría responderse a sí misma esa pregunta. El anciano que tocaba su rostro con descaro abrió los ojos con algo de sorpresa, pero aquello no tardó más de un segundo, ya que después había recuperado su habitual expresión. Miró a la chica de cabello oscuro y habló en un tono algo bufón - Vaya, vaya. Tenemos a una bruja por aquí. Es la única manera en que podrías saber algo así - rió.

- Pero ¿cómo es que una compañera bruja puede sufrir de una maldición? Eso es muy mala suerte. ¿Acaso eres una traidora a nuestra especie? - rió y soltó a la joven. A pesar de esto, el anciano que la sujetaba, no parecía tener intenciones de soltarla. Cuando Stella gritó para pedir ayuda a quien quiera que fuera que estaba tratando de llegar hasta allí, se giró con una destreza no acorde con su edad y alzando la mano, la pasó por la cara de Stella a gran velocidad. Solo por un momento, notaron una especie de cuchilla aparecer en la punta de sus dedos y cortar su piel, visión que se haría más clara cuando una línea de sangre empezó a brotar de la mejilla de la chica - ¡Insolente! Y yo que pensaba perdonarte - justo dicho esto, los sonidos del choque de espadas se veían acompañados por quejidos de dolor.

Mientras tanto, un derribado Alain utilizó todo ese enojo que sentía e ignorando la debilidad que primaba en su cuerpo, se abalanzó contra el hombre que sujetaba a su compañera de viaje. Era un hombre fornido y de gran tamaño, pero ese pensamiento parecía no aquejar al pelinegro, quien se lanzó con todo lo que tenía hacia él. ¿Acaso lograría hacerlo? Tal vez no, pero una astuta Fiorella se aprovechó de esto para moverse y tratar de lastimar a su captor. El hombre no mostraba dolor, pero aquello hizo que sus pasos se movieran lo suficiente para que Alain, haciendo acopio de una fuerza insospechada, lo derribara hacia un lado, golpeándose con otras dos personas y haciendo que el hombretón perdiera el conocimiento. Lo más seguro es que se hubiera golpeado fuertemente la cabeza con algo. Fiorella estaba aún rodeada por los brazos del hombre, pero podría quitarlos con facilidad, mientras que Alain estaba tumbado en el suelo al otro lado. Otra persona había sido aplastada por la caída, quedando justo debajo de los otros tres y los otros no se movían. ¿Por qué no hacían nada?

Más y más de esas personas caían al suelo y dos figuras conocidas para algunos, desconocidas para otros aparecieron allí: una mujer de cabello rubio con un porte amenazante y una mirada fría, junto a una dama de refinado porte y cabellos rojizos. Era Karma, sin duda alguna. Sonreía mirando al brujo mientras este los miraba lleno de odio.

- Pero qué descortés. Parece que a este hombre nadie le enseñó cómo tratar a sus invitados - su sonrisa era tan resplandeciente como siempre, pero su mirada tenía un brillo amenazador -. Al tener tan malos anfitriones, veo el porqué este lugar recibe tan pocas visitas.

- ¡Intrusos! - gritó el hombre -. ¡Atrápenlos! -.

La mujer de cabello rubio había permanecido en silencio hasta ahora, pero cuando el anciano profirió su amenaza, esta bufó y tomó su espada con más firmeza para decir - Como si fuéramos a dejarte. Tenemos un carruaje que tomar - y tanto ella como Karma, empezaron a abrirse paso entre muchos de aquellos contrincantes con cierta facilidad, aunque era obvio que no podrían con todo ellos solos.

Mientras tanto, el anciano que tenía prisionera a Stella soltó su agarre en la chica y cayó al suelo. Al ver quién estaba tras el ataque a este, un joven de cabello negro y ojos grises se hizo presente para decirle a Stella con rostro sereno - Debemos irnos - mirando a Fiorella y Alain también.

Mientras Karma y la rubia se abrían paso entre la multitud para enfrentar al anciano, el hombre de cabello oscuro sujetaba a Stella firmemente mientras luchaba con la otra mano para llegar hasta los otros dos y ayudarles a levantarse - ¿Están bien? - no sería fácil salir, pero si lograban escabullirse aprovechando la confusión, tal vez tendrían una oportunidad.

Posicionada en el árbol y en alto, Rin metió la piedra en el pequeño bolso que llevaba - lo se, lo se, una piedra no sabe bien, cuando estés allí la escupes... Sé que tú pereza es abismal, pero o ayudas o te lanzo al fuego... - Rin parecía hablar sola pero parecía tener un plan - Waltz dime, quien crees que está en peor estado? Intentaremos sacarle de allí... Y tú Réamann guarda esas fuerzas por si alguien intenta seguir a quien saquemos de ahí.

Comenzó a dar vueltas a su bolso. Como si fuera una honda para que llegara lo más cerca de los afectados posible, pero no demasiado cerca del fuego.

Esperaba que Waltz dijera el nombre de uno de sus compañeros, y que Eses arrastrara lejos de la hoguera a quien fuera que se sujetara con el mismo empeño con que le estrangulaba a ella cuando no hacía algo como el quería...

Sentiste un leve calor en tu mano, justo donde se encontraba el anillo. Este acompañado de una luz dorada no muy intensa. Fue solo un segundo, algo realmente veloz. ¿Sería posible?

Apenas sacaste tu mano de debajo del gigante, aturdido y agotado, pero expectante, notaste que el anillo que marcaba tu maldición había cambiado ligeramente. El tallado en madera que antes era plano y bastante insípido, había tomado colores muy vivos. Un color dorado que centelleaba con el contacto con la luz y un leve color rojizo que decoraba la madera. Aunque aquel cambio era solo la cola.

Habían acabado en un revuelto de manos y piernas, demasiado inmerso en aquella pelea como para prestar atención a lo que estaba sucediéndole a Stella. Para cuando quiso darse cuenta, se hallaba en el suelo, Fiorella se había liberado y todos aquellos hombres y mujeres caían al suelo como títeres sin vida. A lo lejos, escuchó una voz conocida y enseguida sus ojos dieron con Karma y la mujer rubia que había acudido en su rescate, aunque a juzgar por el gentío, no podrían sostener el ritmo por mucho tiempo. A parte, otro hombre acababa de liberar a Stella y ahora se dirigían en su dirección.

Se puso en pie como pudo, sintiendo que la adrenalina seguía poniendo en marcha su cuerpo una y otra vez a pesar de que todo parecía indicar no podría seguir haciéndolo muchas veces más. En seguida, tendió los brazos para ayudar a Fiorella a levantarse.

- ¿Estás bien? ¿Puedes tenerte en pie? - su mirada se dirigió acto seguido a Stella, que presentaba una fea herida en el rostro. Torció el gesto, pero poco podía hacer y les habían robado la mochila con la que podrían auxiliar a la chica. Y aunque todo aquel infierno parecía encaminarse hacia su desenlace, fuera este bueno o malo, Alain pareció quedarse momentáneamente congelado en lugar de ansiar su marcha -. Antes debo encontrar a alguien - dijo con cierta urgencia antes de barrer la escena con la mirada y apartarse de sus compañeros -. ¡Claire!

Así como ella había podido ver a través de él, el brujo había visto a través de Stella. La mirada de la chia había seguido desbordando hostilidad; no se iba a dejar reducir por un ser tan repugnante como ese. Cuando preguntó cómo había llegado a sufrir una maldición, Stella apretó los labios formando una fina línea. No tenía por qué responderle y no lo haría.

Entonces, en un impulso de rebeldía, dejándole claro a aquel hombre que no se sometía a él, Stella gritó por ayuda. Lo siguiente que sintió fue como algo rápidamente le perforaba la mejilla. La chica gritó, probablemente más de sorpresa que de dolor.

—Púdrete —masculló Stella con una expresión dura y algunas lágrimas en su rostro.

Mientras Alain y Fiorella luchaban, la misma pelinegra también lo hacía. Pese a que estaba empezando a ser consciente del dolor en su mejilla, intentaba usar todas sus fuerzas para liberarse del otro anciano que la sostenía. Sin embargo, sus intentos fueron infructíferos. 

Seguía luchando contra el agarre a su muñeca, empezando a llorar por la frustración. Debía liberarse y salir junto a Fiorella y Alain lo más rápido de ahí. Estaba rogando que en verdad alguien viniese a ayudarles. Fue entonces cuando, de entre la multitud, varias personas aparecieron. Stella pudo reconocerlas; al verlas, uno de sus nombres se escapó de sus labios como un susurro.

—Karma... —por alguna razón se podría decir que en el rostro de Stella solo podía verse alivio, pero también inconformidad. No es que no agradeciese que esas personas hubiesen venido en ayuda de ellos, pero ella esperaba a alguien más.

Entre todo el revuelo Stella se vio liberada de repente. Sus piernas cedieron y cayó al suelo; no se dio cuenta hasta ese momento de que había estado temblando todo el rato. Un hombre de cabello negro se le acercó y le indicó que debían irse de allí. Ella lo entendía, aunque de alguna forma parecía algo agitada. Se levantó por ella misma, dejándose proteger por aquel desconocido. Estando con ellos estarían a salvo.

—S-sí... lo estoy. Esto no es nada —contestó al llegar hasta Alain y Fiorella. Por fin Stella había dejado de llorar. Se pasó la mano por el rostro enjugándose las lágrimas que habían quedado en su rostro. En el proceso su mano derecha se manchó de sangre; la chica se quedó mirándola por un momento. A pesar de todo aquello, intentó sonreír a Alain.

Miró con preocupación a sus compañeros, esperando la confirmación de que ellos también estuviesen bien. Sin embargo, Alain se alejó de ellos llamando a alguien que Stella no conocía. ¡No podía irse solo sin más!

—¡Alain, por favor, espera!

El semblante de Réamann no cambió cuando vio que aquél que se acercaba era Waltz, aunque su cuerpo giró para quitarse la mochila y hurgar en ella mientras se arrodillaba para no tener que hacerlo de pie. Sin embargo, dejó de hacerlo cuando escuchó hablar a Rin y se levantó rápidamente, cambiando su cara pétrea a fruncir sus labios y comenzar a respirar rápido para acercarse al árbol donde estaba la niña. Era alto, pero no la alcanzaba.

-D-detente-comentó esperando evitar que ella lanzara el bolso-. ¿Estás segura? Están a 10 metros, más o menos*, y son muchas personas las que están ahí. Waltz y yo no estamos en condiciones para una huida rápida-se forzó a cerrar los ojos mientras se llevaba una mano a su pecho y comenzar a relajarse-. No creo que permitan que cualquiera de ellos se aleje. No está mal tu plan, pero no es momento de aplicarlo, no aún...

Abrió sus párpados y con una pequeña gota de sudor recorriendo su sien, el peliblanco volvió a la mochila para sacar herramientas que ayudasen a sanar a Waltz, llevándoselas para comenzar a curarle. No era diestro con aquello, incluso sus manos se movían torpemente; sin embargo, parecía saber lo que estaba haciendo.

-Si te duele procura no gritar, Waltz-miró a Rin de reojo, esperando que no lanzara aquello.

Rin frenó en seco, quitando la piedra delinterior de su bolso,... Por lo que decía Réamann era cierto, se estaba apresurando, ella era trampera, ¿Por qué se apresuraría sin añadir una o dos de las suyas...

- poneros tras los árboles, dejaré un hueco al lado de este mismo... - sacando cable y un bote de resina, fue subiendo de un árbol a otro mientras Réamann hablaba. Comenzó a preparar su tela de araña, aunque no le quedaba mucha resina podría empapar los finos cables centrales - vosotros seréis el cebo si alguien se acerca... Si es amigo al lateral, si es posible enemigo detrás del alambrado resinoso. si tuvieran más material, podría poner dos o tres trampas más, pero con suerte la tela de araña solo atraparía a dos o tres, ningún cuarto es tan tonto de no sospechar de un cúmulo de compañeros ante la supuesta presa.

Para entonces si contaban con bastantes "ex-atrapasos", tal vez podrían haber frente quien viniera, escondidos tras los árboles.

Por fin se había liberado pero aún había asuntos de los que ocuparse, Alain estaba en el suelo y el brujo tenía sujeta a Stella, estaba tratando de decidir que hacer mientras la tensión de la situación no hacía mas que aumentar. Sentía como su corazón latía aceleradamente ante su derrota inevitable

Todo eso cambio cuando todas aquellas figuras que danzaban se desplomaron sobre el suelo, bajo la luz de la hoguera, carentes de toda vitalidad. ¿Que eran entonces, fantasmas? ¿Copias falsas? ¿Qué estaba haciendo ese brujo con esa pregunta? Tenía muchas preguntas pero también una prioridad que era escapar. Cuando Stella se acercó a ellos dio un paso para estrecharla entre sus brazos, pues había temido por la vida de su compañera en manos del brujo. - Me alegra que estés bien, tenemos que irnos ya de aquí... - 

O al menos, eso quiso decir porque lo siguiente que vio fue a Alain alejarse para buscar a Claire. Miro de uno a otro antes de girarse hacia Stella. - Vete con Karma, estás herida y necesitas que te curen. Yo me quedaré con él. - Asintió con una sonrisa dulce antes de girarse y salir corriendo detrás de su compañero, siguiéndole en su búsqueda de la chica de pelo negro. 

Al ver que Rin no iba a lanzar y comenzó a preparar una trampa, Réamann se permitió suspirar y cerrar sus ojos brevemente como si aquello lo hubiese relajado. Así, logró concentrarse mejor en ayudar a Waltz mientras estaba sumido en el silencio hasta que de pronto habló.

-Según nos han contado, este pueblo es refugio de  brujas...-y procedió a explicarle lo que Magnus había dicho previamente acerca del hechizo que impregnaba el lugar y que muy pocos habían logrado escapar con vida, principalmente gracias a alguna bruja-... y si poseen una voluntad fuerte pueden resistirse. Si te acercas puedes caer, y posiblemente Alain, Fiorella y... Stella, estén bajo aquella magia. 

Se tomó unos momentos para descansar luego de la habladuría, sumido en sus pensamientos mientras el ojirojizo procesaba la información.

-¿Y Karma?-preguntó sin sonar preocupado.

Hogward se sentía cada vez mas cohibido mientras trataba con todas sus fuerzas esquivar la mirada de Faye. Miraba al suelo como si de repente fuera la cosa mas interesante, sin atreverse a ver a Faye. De un momento a otro, por alguna razón no podía mirarla a la cara. Sin embargo, la culpa por traer una pregunta estúpida pudo contra eso -Aaa..aah yooo.. lo siento, no lo sabía-  dijo levantando la mirada -¡Idiota!- se dijo para sus adentros. Por eso no quería seguir hablando, por alguna razón ya no podía ni si quiera tener una simple conversación ahora.

Sin embargo, levantar la vista le costo caro, pues los ojos de los dos se encontraron. Hogward se alejaba, sin moverse de su sitio, todo lo posible del rostro de la chica, sentía como si su rostro estuviera hirviendo. Estaba cerca, muy cerca. El chico ya casi no escuchaba lo que decía Faye. Sus ojos estaban demasiado cerca y Hogward parecía perdido en ellos. Como si una fuerza atrajera su mirada.

-Se ven bien- de repente pensó -Aunque... ¿no estan un poco dila....- la parte racional de su cerebro no tuvo tiempo de recuperarse cuando de repente Faye se arrojo sobre él dándole un beso en los labios con tal fuerza que casi lo tumba. 

-uefadkfjuadhgafgnajgad- cortocircuito total. Si el impulso de Faye no fue suficiente para hacerlo caer, el cortocircuito si lo fue -Awawawawawaw- Hogward salio disparado de espaldas hacia la pared -¡¿Q...q....que...!? ¿¡Que haces?!- ¿Que acaba de pasar?! ¿H..ha..habia sido asaltado? ¿Acaso iba a ser devorado por esa chica? Algo se sentía al revés aquí y Hogward sentía que muchos lo detestarían por reaccionar como lo hizo. Sin embargo, Hogward estaba todo aturullado y con la cara mas roja que un tomate, por lo que apenas podia conectar dos pensamientos

Ambos cayeron al suelo, pero Faye solo parecía divertirsecon la situación pues solo rió - ¿Por qué huyes? - se acercaba lentamente hacia ti con algo de afán, pero justo en el momento en que forcejeaste un poco para alejarte de ella, el brazalete de huesos tocó su piel y pudiste sentir un enorme calor salir de este, casi al punto de ser doloroso. En ese momento, una tormenta de información llegó a tu cabeza de manera tan abrupta que fue doloroso comprenderla.

Esas pupilas dilatadas, ese actuar... Incluso había algo de sudor en su piel y tenía su boca entreabierta. Lo único que podría causar ese tipo de efectos sería una especie de afrodisíaco, pero tenía que ser uno muy fuerte para que en cuestión de segundos cambiara de esa manera. Era la única explicación. Si querías que sus efectos se redujeran y retornara a la normalidad, debía ingerir más de ese té de hierbas. La propiedad calmante de la menta junto con el agua caliente le ayudaría a aclarar la mente y recuperar su sentido de la realidad. Lo que también era cierto es que aquella potente sustancia corría por tus venas también, ya que percibías la piel sudorosa y la dificultad para ver la luz de la chimenea.

Todo esto llegaba a tu cerebro mientras Faye seguía acercándose a ti con paso lento, pero seguro. Era cuestión de tiempo para que te alcanzara una vez más.

El ojigris miró a Alain mientras chasqueaba los dientes - ¡Espera! ¡No tenemos tiempo para eso! -. Este seguía sujetando a Stella de manera protectora y mientras Fiorella también se alejaba, este haló a Stella de manera un poco brusca para cambiar su posición bruscamente. Al mirar de qué se trataba, era notorio que estaba atacándolo y este solo la escondió tras suyo para cubrirle.

- ¡Maldición! - dijo el caballero al verles marchar, pero tampoco los detuvo. Tenía cosas más importantes de las cuales ocuparse. Entre el bullicio y el sonido de las espadas, se escuchaban los gritos del anciano dando órdenes, pero era difícil identificar de qué se trataban. Alain y Fiorella se metían entre el caos buscando a alguien, pero en un mar de gente como ese, no sería tarea fácil.

Garlan parecía ver parte de la decepción en su rostro porque dijo en voz baja justo cuando quedaste detrás de él - Sé que, si pudiera, lo habría hecho él mismo - y no dijo nada más. Garlan era un hombre de pocas palabras que realmente no se inmiscuía en los asuntos de nadie. Incluso en todo el tiempo que llevabas en The Marchen, él prefería no ponerte en la difícil situación de ser indiferente con él y evitaba a toda costa mirarte directamente. Él y Jurien estaban al tanto de los pormenores de la maldición, así que procuraban no dar oportunidad de que esta tuviera efecto en ellos.

Tomó tu mano otra vez y aunque sabías que estaba luchando, parecía más que quisiera hacer que bailaras: te giraba de un lado al otro, te empujaba e iba hacia ti mientras sorteaba su salida de allí. Su objetivo no era detener a Alain y a Fiorella, sino que parecía enfocado en sacarte. ¿Por qué? Seguramente eran sus órdenes. Como ex-caballero de la Orden de Caldira, sabía que un caballero haría lo que fuera por proteger su carga.

No fue fácil, pero lograron apartarse de la multitud lo suficiente como para que pudieras mirar alrededor, aunque no se detuvo allí. Corrió hasta una arboleda y te escondió entre mullidos árboles. Muchos hombres los iban siguiendo, así que tendría que regresar a luchar, pero al menos no estarías en el camino. Te miró con una expresión seria y dijo en un tono suave - No salgas de allí hasta que sea el momento de irnos. Espera la señal - y corrió. ¿Cuál señal?

Si mirabas alrededor, notarías que había otras tres figuras entre los árboles, pero era difícil identificar de quién se trataba con esa oscuridad y a esa distancia.

Se adentraban entre la gente con bastante dificultad. A pesar de esto, no parecían estar intentando darles caza directamente. Se les oponían, claro, pero no era como antes. Estaban distraídos con los espadachines que estaban luchando contra ellos. Solo uno de estos se acercó lo suficiente, pero fue derribado por Karma con tanta facilidad que la mujer de cabellos rojos parecían danzando en vez de luchando.

- No hay tiempo que perder. Sea lo que sea que vayan a hacer, deben hacerlo ya - y después de decir esto con una voz mucho más grave de lo que se escuchaba de esta normalmente, siguió luchando con la espada. Era increíble la destreza con la cual se movía a pesar de un vestido tan largo y ostentoso como ese.

Seguían tratando de encontrar a la chica, que parecía haber desaparecido, hasta que vieron una caperuza igual a la suya, pero estaba cerca a un tambor, el cual tenía su cuerpo perforado y el cuero de este estaba cubierto de sangre. Por la posición en la cual estaban las manos de Claire, no era difícil saber que estaba herida y que muy seguramente la sangre era suya. Solo fueron unos instantes, pero pudieron ver claramente la mueca de dolor en su rostro. Claire no era tan pesada, pero de seguro el agotamiento no permitiría que llevarla en brazos fuera tarea fácil. Lo más seguro es que serían atrapados con facilidad.

Entre el gentío, perdieron a Stella y al hombre de ojos grises, aunque el aún constante sonido de las espadas daba a entender que la lucha continuaba.

Waltz fruncía los párpados tratando de resistir el dolor que sentía por su herida y cuando Réamann le dijo que no gritara, el pelinegro sonrió - No te preocupes. He estado peor - y no se opuso a la puesta del vendaje ni se movía ante la rápida curación que Réamann hacía.

Escuchó a Rin con atención y le dijo en un tono simpático - Eres astuta. Buenas cualidades para una niña - sonrió y escuchó todo lo que Réamann contaba, pero el semblante de Waltz no cambió. No parecía sorprenderse con nada de lo que escuchaba. ¿Es que acaso ya sabía todo aquello?

- Dudo mucho que Stella sea afectada. Pero eso no es importante. Karma está allá - y es que con la llegada de Waltz, habían tenido que dejar de prestar atención a lo que sucedía. Miraron una vez más hacia donde estaban sus compañeros, pero Alain y Fiorella corrían hacia la fogata mientras, que Stella era arrastrada por un espadachín de cabello negro y ojos grises que de seguro Réamann reconocería con facilidad. Mientras tanto, Karma y una mujer rubia luchaban con sus espadas por diezmar al abrumador mar de gente que antes había rodeado a sus compañeros. Eran tan hábiles en el manejo de la espada que era difícil pensar que no fueran poseedores de una maestría en la esgrima. Espadachines experientadas, sin duda.

- Karma está luchando para distraerlos y sacarlos de allí. Lady Parfait... - paró allí mientras agarraba su herida y se tambaleaba. Parecía que su cuerpo estaba llegando al límite de su umbral del dolor. Réamann podía ver que el vendaje se teñía de rojo también. Sin duda no era una herida superficial. Tal vez su vida no estaba en riesgo, pero no sería sencillo llevarlo por ahí. Waltz se sostuvo como mejor pudo y miró al peliblanco -. Estás en tu límite. Puedo verlo. Gracias - y le sonrió mientras sostenía su herida con un brazo y se apoyo en el suelo con la otra.

Rin apenas estaba terminando de color la red cuando Waltz intervino - Lady Parfait llegará pronto. Debemos ir con ella... - su voz se quebraba. Incluso en ese momento, era notorio que estaba haciendo mucho esfuerzo en permanecer consciente.

¿Cómo podían decirle que no había tiempo?

Esa pregunta no paraba de repiquetear contra las paredes de su cráneo con fuerza. No lo comprendía. Era incapaz de entender por qué habían ido ahí a salvar vidas y ahora debían escapar sin más. No había servido de nada ir hasta ahí, más allá del sufrimiento que les había acarreado y de ponerles en peligro mortal.

Pero, probablemente, hubiera obviado todo aquello si no fuera porque una de las personas que pensaban dejar atrás tenía nombre y apellidos.

Claire.

No podía dejarla. Daba igual su historia y su pasado. Daba igual si la amaba, la odiaba, si ella tenía la culpa o no. Cualquiera que fuera su pecado aquel era un castigo desproporcionado. La muerte era demasiado absoluta y él no deseaba tomar partido en algo así. Si lo permitía, se sentiría culpable y miserable toda la vida.

Por eso no podía permitirlo y por eso había marchado, a pesar de saberse en peligro. Y lo peor era que Fiorella le había acompañado incluso a costa de su propia seguridad. Pero no le quedaban fuerzas para decirle que se marchara. Ya apenas le quedaban fuerzas para nada.

Así que siguió, corriendo a la desesperada, apartando como podía aquellas personas que trataban de frenarles el paso como podían, esquivando a Karma que peleaba con destreza y buscando a la joven morena que había sido su heraldo en aquel encuentro, sin dejar de repetir su nombre una y otra vez, agotando las fuerzas restantes pero sin dejar por ello de imponer su voluntad a su cuerpo desgastado.

Al fin, la vieron. Junto a un tambor desgarrado y cubierto de escarlata yacía la joven, evidentemente herida.

- ¡Claire! - gritó, dejándose caer a su lado para examinarla con cuidado -. Vamos, tenemos que sacarte de aquí - la urgió mientras pasaba uno de los brazos de la joven por encima de su hombre, no sin antes dirigirle una muda mirada a Fiorella en una demanda de ayuda.