Partida Rol por web

Rin veía aquel lugar con una mezcla de asombro y cautela, los lugares monocromáticos nunca eran normales, incluso con grandes nevadas las hojas no se solían descolorada.

- ¿Eh? Cazar mariposas o insectos es divertido... Además ¿Exploradores? ¿Porque no la verdad por una vez? Nos hemos perdido ¿No? Jeje tranquilo te sigo la corriente.

Indicó las casas, encogiéndose de hombros - ¿Vamos directos al grano? Como personas perdidas, no sería raro ofrecer nuestra ayuda a quien la necesite a cambio de entrar en calor... - después de todo les dijeron que llegaban allí personas perdidas, su coartada era perfecta a la vez para ayudar y cumplir la misión encomendada.

- Lo sé porque te conozco - dijo de forma sucinta antes de añadir -. Este no es el momento ni el lugar para discutirlo... este sitio es peligroso.

A pesar de su intención de mantenerse sereno, las siguientes palabras de la muchacha ensombrecieron su expresión mientras una pregunta pugnaba por salir de sus labios. ¿Por qué? ¿Había valido la pena tal sacrificio?

- Una maldición - sin embargo, aquello no fue lo que acabó por decir -. Pero toda maldición tiene una forma de ser rota. Piensa. ¿Recuerdas algo más o despertaste con algún objeto?

Mientras hablaba, no paraba de caminar hacia el lugar del que provenían los ruidos.

Sin duda, la conversación iba cobrando cada vez más sentido. ¿Una maldición? ¿Relacionada con esa joven? Bueno, todos estaban allí por alguien, las maldiciones nunca surgían de forma espontánea y ella lo sabía muy bien. Le costaba articular palabras, sentía que era una ocasión frágil que se rompería como una copa de cristal. 

Los observaba a los dos preocupada, pero cuando Claire la miró hizo acopio de fuerzas para devolverle una sonrisa tranquilizadora. - No te preocupes, lo importante es que te recuperes. -

La chica temblaba y se aferraba al calor que podía brindarle Alain, sintiendo este cómo se humedecía su ropa con cierta calma. Perdiéndose de sus recuerdos tras ser traída por las palabras del chico, bajó la mirada pensativa. Parecía tomar muy en serio lo que el chico le decía.

Su semblante mejoraba y se enderezó con su propia fuerza, aunque el esfuerzo era notorio - No lo sé. No lo recuerdo. Recuerdo... Dos figuras: un hombre y una mujer. La mujer dijo eso antes de marcharse y... - la chica se tomó la cabeza con las dos manos. Tal vez eso era todo lo que podía recordar. ¿Sería en verdad una maldición? Se mareó de repente y tuvo que apoyar una de sus manos en el suelo para no desfallecer.

- Lo siento. Yo... No puedo recordar nada más - y mientras caminaban, la débil mujer caminaba esta vez por sí misma al lugar del cual se extendía la fogata.

El alboroto se acrecentaba y a medida que se acercaban, pudieron ver lo que parecía una fiesta. Hombres y mujeres de diferentes rasgos bailaban uno con otro de manera feliz y pacífica. ¿Era realmente un lugar peligroso?

Un poco alejado del tumulto, había un anciano de largos cabellos y con una sonrisa que contemplaba la bullaranga con nostalgia. Estaba relativamente cerca de ambos, así que no supondría mayor problema acercarse a hablarle. 

Fue solo un instante, pero percibiste un extraño brillo esmeralda que provenía de su palma derecha. Ella siempre había tenido piel blanca, pero nunca algo así.

Apenas parecían estar acostumbrándose al extraño paisaje cuando, tras dar un paso, una fuerte música impregnó el ambiente. Al parecer, había una fiesta cercana, aunque no era tan cercana como parecía. Eso mostraba lo fuerte que era la música. Las cabañas desprendían humo por las pequeñas chimeneas, así que seguramente había gente dentro de ellas resguardándose del frío. ¿Era realmente un lugar peligroso? Todo se veía de lo más normal.

Un camino comunicaba todos los hogares con el centro del pueblo, aunque este sendero parecía guiar a la fogata. ¿Qué podrían inspeccionar primero?

Conall los escuchó a ambos con total atención y una concentración absoluta. No sabían si era que los estaba analizando o solo no entendía muy bien la situación. Miró cómo Stella se sonrojaba y cómo Hogward le reclamaba para luego sonreír de manera maliciosa - Es posible... Pero ¿y si me mienten? - acomodó su mano derecha debajo de su mentón dubitativo.

Su voz parecía ser más clara - ¿Sabes? Hasta hoy pensaba que mi hermana iría a un convento o se dedicaría a vestir a los muertos. Con esa costumbre de ella de ir por allí y todo... - miró alrededor y paró en seco -. Es cierto, esto es un cementerio. Había una extraña niebla, pero nos dirigíamos hacia acá. Tal vez papá haya pasado por aquí - decía meditabundo.

Se volvió a Hogward una vez más y prosiguió - Como decía, pensé que Stella estaría soltera por el resto de su vida, así que si debo elegir entre tú o un muerto, pues claro que te prefiero - rió, aunque no pudo evitar toser.

Recuperó el aliento y prosiguió - Padre escuchó que Caelfall quedaba cruzando el cementerio. Si cruzamos, tal vez logremos encontrarlo - y señaló el camino al que se dirigían antes de que este agarrara sus pies.

Stella de cierta manera estaba aliviada de escuchar a su hermano así: eso significaba que no podía encontrarse tan mal, a pesar de estar físicamente destrozado. Sin embargo, por otro lado la estaba chocando mucho, y lo estaba haciendo con toda la intención del mundo. Por lo que, aún ruborizada, Stella miró de forma intensa a Conall, sobre todo cuando dijo lo del convento.

—¡Imbécil, eres un tonto, tonto! —estuvo a punto de decirle algo más, pero el ojiazul parecía recuperar el hilo de la conversación principal, dándose cuenta de dónde estaba. Cuando por fin Stella estaba por aclararle algunas cosas, volvió al tema de conversación anterior, haciendo que la chica se encrespase de nuevo— ¡Conall! ¡Lo estás asiendo adrede! —Stella frunció el ceño, bastante molesta. Le molestaba mucho que le tomasen el pelo de aquella manera.

Así, aún Conall volviendo al tema de conversación importante, Stella seguía molesta.

—Conall, han pasado dos meses desde eso —soltó de forma seca, abriendo la botella de agua para ella misma tomar un sorbo—. No sé cómo ni por qué, pero si lo que dices es cierto, llevas dos meses vagando aquí. Dudo que encontremos a papá aún y si cruzamos.

-Hm- Hogward deja salir un sonido divertido con una sonrisa -Deberías ahorrar fuerzas en lugar de bromear- prosiguió, mientras más rápido se estabilizara más rápido podrían continuar con lo que les habían pedido. Hogward quería terminar con esto lo mas pronto posible y volver al The Marchen rápidamente. No quería volver a las calles, aunque ahora tenia un lugar a cual regresar, no se sentía preparado ¿Y si alguien lo reconoce? o peor ¿Y si vuelve a hacerlo? No sabía si podría volver a soportarlo, con solo pensarlo le daban escalofríos y le empezaban a temblar las manos

-No, no, no pienses- Hogward sacudió la cabeza para quitarse todo eso de la mente. Si empezaba, no sabía hasta donde caería por el agujero del conejo otra vez. En lugar de eso, recostó la cabeza en la pared y cerró los ojos para concentrase en su respiración. -Solo hasta que terminen- se dijo así mismo, luego podrá enfocarse en otra cosa. Solo esperaba que no se tomaran mucho tiempo

Se sentía tremendamente incómodo ante aquella situación pero su lenguaje corporal no mostraba otra cosa que tensión. Además, la humedad de su hombro resultaba desagradable ante el frío clima pero, obviamente, no dijo ni hizo nada para apartar a la joven de su lado. No es el momento ni el lugar, se repitió a sí mismo. Además, parecía excesivamente frágil, como si una suave brisa pudiera partirla por la mitad. Quizás el mismo aspecto que presentaba él.

- Está bien, no intentes forzarte ahora - dijo con suavidad, antes de dirigir una mirada a Fiorella para confirmar sus palabras -. Lo importante es que te recuperes.

Se quedó callado un momento cuando por fin llegaron a aquel lugar. sus ojos navegaron al gentío, buscando alguna señal de alarma, algo que indicara que aquellas gentes sufrían. Nada.

- Cuidado - musitó a su compañera - Mira ahí - señaló con discreción al anciano -. Vamos a preguntar a ver qué es esto. Claire, si algo de suena, avísanos - dicho lo cual, alargó la mano para tomar la de la joven y alzarla hacia arriba, con la palma de la mano extendida -. Sólo tienes que levantar la mano, justo así.

Era impropio de él dejar que Fiorella iniciara la conversación con el anciano pero tenía su atención dividida entre la joven y lo que sucedía. Por eso había elaborado aquella patética treta de alzarle la mano, para ver si podía echarle un vistazo a la palma de su mano y comprobar qué había sido aquel brillo esmeralda.

Por un momento, los labios de Réamann se relajaron por el comentario de Rin y su rostro hasta parecía el de otra persona completamente diferente... Sin embargo, en un parpadeo su cara era la misma de siempre y ni parecía que hubiese señal alguna de tal gesto. El peliblanco aún observaba alrededor con sus manos metidas en los bolsillos del pantalón, pareciendo un centinela andante.

-Solo no hay que quedarnos por mucho tiempo. Nos recuperamos del frío y regresamos-el ruido de la música se interponía a su voz, por lo que el joven se quedó callado mirando las opciones que se mostraban-. ¿Vamos a la fogata o a una casa?

Se detuvo, queriendo escuchar la opinión de la castaña antes de ir hacia allá. Por supuesto, el frío le calaba aunque no tiritaba ni parecía que le afectase en demasía. 

-Hay que hacerlo rápido, sea lo que hagamos.

Rin miró a su compañero mientras hablaba, y escuchó las posibilidades que mencionaba, solo cuando terminó decidió responder.

- elige tú, pero teniendo en cuenta dos cosas, una casa es información y una fiesta una posible trampa fácil de preparar... Tal vez sea por como me enseñaron, pero cuando pienso en brujas, soy bastante precavida,... Solo una pregunta ¿Si hay una gran fiesta porque los lugareños siguen en sus casas? - se encogió de hombros, ya no sabría decir si era intuición o su obsesión por pensar en lo peor cuando se trataba de entidades mágicas.

Réamann escuchó, o al menos eso parecía, a la opinión de Rin por pasar un poco más desapercibidos evitando la conglomeración y yendo a alguna de las casas. Se llevó una mano al mentón y fue cuando dio un paso hacia al frente en dirección a las viviendas.

-No sabemos si habrá gente en las cabañas, pero podemos dar un vistazo-como se había adelantado un poco, volteó para ver a la castaña por encima de su hombro corroborando que ella estuviese ahí para poder ir al destino que habían establecido y así salir rápido de ahí-. Por si acaso, ten el silbato que se nos dio. No sabemos a qué podríamos enfrentarnos.

No sabía si aquella aparente normalidad le tranquilizaba o le hacía sentirse incómoda. La tensión de Alain era perceptible y la fragilidad de Claire hacía que quisiera envolverla en una manta y esconderla en un lugar cálido. Pero ni siquiera comprendían la naturaleza de aquel lugar. No podían arriesgarse a algo así. 

Dejó que Alain le diese las indicaciones a Claire y los dos avanzaron hacia aquel hombre que los observaba. Ella trató de mostrarse amable ya que necesitaban su colaboración. Se colocó a su lado mirando hacia donde él lo hacia y dejando que su compañero se acercase también antes de empezar a hablar. 

- Un sitio muy peculiar, y lleno de vida escondido tras una niebla impenetrable. ¿Una ilusión, quizá? 

Se acercó conversando amablemente y tras eso se aclaró la garganta. 

- Disculpa mis modales, me llamo Fiorella. 

Conall se veía que estaba disfrutando hacer sufrir un poco a Stella. ¿Tal vez era su venganza por todo lo que había pasado? Quién sabe. Aunque el hombre se veía más divertido que cualquier otra cosa. Entonces, pareció recordar algo más, pero se vio interrumpido por el comentario de Stella. Parpadeó un par de veces antes de decir un simple - ¿Qué? - su sonrisa jovial se cambió por un rostro de profunda confusión. Sea lo que fuere que había escuchado, le parecía inverosímil.

- E-eso no puede ser. Yo recuerdo esto de apenas un día, si mucho dos. ¿Cómo puedes decirme que ha pasado tanto tiempo? - el chico se llevó la mano derecha a su pecho y la empuñó para luego golpear el suelo no con mucha fuerza.

- Stella, si esto es una especie de venganza, sabes que no lo digo en serio, ¿de acuerdo? Solo estábamos preocupados - el chico parecía aún no creer muy bien.

Miró a Hogward en búsqueda de algo que le indicara que bromeaba, pero este no parecía desmentir nada de lo que la chica decía y miraba con desconsuelo la salida del cementerio y comenzó a arrastrarse hacia allí. Justo antes de que pudieran detenerlo, Conall se puso de pie con dificultad y corrió como nunca. No era precisamente un atleta, pero fue lo suficientemente veloz para evitar que le alcanzaran con facilidad. Si le permitían marcharse, lo perderían de vista.

- ¡Konah! ¡Padre! - se escuchaba la rasposa voz del chico gritar mientras se alejaba en dirección a Caelfall.

La frágil chica parecía bastante confundida cuando vio lo que Alain hizo con su mano. Era extraño, en verdad, pero no dijo nada. Solo asintió y miró a Alain con una generosa sonrisa - Está bien - y entonces, el sonido de tambores rodeó la fogata. Mientras más se acercaban, más nítido distinguían cada uno. Eran alrededor de unos seis tambores los que sonaban sin parar en aquel lugar. Todos ellos tenían un sonido tan profundo que retumbaban en sus oídos y en su pecho, inundando sus corazones de una extraña euforia. Era algo casi surreal.

Fiorella se acercó al anciano de largos cabellos con cierta delicadeza, pero el hombre parecía no prestar atención a las palabras de la amable chica. Él solo miraba la fogata con atención, casi analizando todos los movimientos de esta. ¿Habría escuchado?

Mientras tanto, el ruido de los tambores aumentaba y se hacía cada vez más absorbente. Se hacía difícil hablar entre ustedes por el eco tan profundo de estos que empezaban a recubrir sus oídos. El golpeteo cíclico, los cambios de intensidad, el sonido envolvente que poseían y que hacía vibrar su pecho. La euforia iba en aumento. Claire se despegó de Alain y posó su mirada en el fuego mientras sonreía. Daba pasos lentos adentrándose cada vez más en el círculo de personas que bailaban.

- El fuego... Los tambores... - solo eso dijo y a pesar de la tenue voz con la que habló, pudieron escucharla a la perfección. Su sonrisa se ampliaba y se giró hacia el pelinegro con una sonrisa mientras corrió hacia él, lo tomó de la mano y lo haló al círculo para bailar junto a él. La chica se veía absorta en la música y bailaba a la perfección al ritmo de los tambores, tal y como hacían todos. Después de un rato, tomó a Fiorella e hizo lo mismo. Le acercó a Alain y los unió a ambos en una posición de baile para alejarse y dar alegres saltos alrededor del fuego, contagiada por el entusiasmo de todos los que disfrutaban la fiesta.

El anciano seguía en la misma posición mientras todo esto ocurría. Lo habían visto pestañear, pero eso era todo. Perdieron de vista a Claire, pero sus sentidos empezaban a confundirse y solo podían distinguir la música con total nitidez, absorbiéndolos y llenándoles de un deseo irrefrenable de seguirle.

Alzaste la mano de Claire con la excusa de querer mostrarle cómo pedir ayuda y pudiste verlo otra vez. Un extraño resplandor esmeralda recubría la palma de su mano. Había sido solo un momento, pero allí estaba. ¿Podría la chica verlo?

Pero aún más extraño que eso era el efecto que la música comenzaba a tener en ti. Fue algo casi instantáneo. La reacción de Claire fue extraña, pero al adentrarte en el círculo, la euforia se apoderó de ti. Era como un fogonazo de calor que llegaba de tu cabeza a tus pies y que te invitaba a bailar y a disfrutar de la música. No sabías de qué se trataba, pero se sentía muy bien estar allí. Notaste un extraño destello en los ojos de la chica, pero no importaba mucho. Después de todo, una sensación tan agradable era difícil de ignorar.

Todo parecía mejorar cuando Claire fue por Fiorella. Al inicio fue como si le arrebataran su dulce a un bebé. Era tan agradable bailar con ella que fue triste. Era como si nunca hubiera pasado nada. Sin embargo, había algo aún más extraño. Sentiste el aroma de Fiorella como un bálsamo que acariciaba tus fosas nasales, añorando permanecer unido a esa embriagadora sensación en una muda súplica. Su figura se distorsionaba por momentos, pero esto solo lo hacía más complejo, más extraño, más fascinante. ¿Cómo podías encontrar tanto gozo en una situación así? Era una duda que asaltaba tu mente aunque tu cuerpo se veía sin obstáculos para responder a lo que designaba tu instinto. El deseo ardiente de estar allí y de inundarte de calor en un lugar tan frío. ¿Sería por eso que estaban todas esas personas allí?

El hombre parecía absorto en el fuego, casi como si mirara cada sombra que las llamas formaban y la danza de sombras de aquellos cuerpos que la rodeaban. El hombre no había tenido mayor reacción, pero sí lo escuchaste decir una sola palabra.

- Danza... - no era una orden, tal vez solo era un deseo de su corazón porque no dijo nada más. Pero aún más extraño que eso era el efecto que la música comenzaba a tener en ti. . La reacción de Claire fue extraña y no comprendías del todo el motivo, hasta que miraste desde donde estabas a la multitud bailar. La euforia se apoderó de ti. Era como un fogonazo de calor que llegaba de tu cabeza a tus pies y que te invitaba a bailar y a disfrutar de la música. No sabías de qué se trataba, pero se sentía muy bien estar allí. Aunque ver a Claire con Alain te hacía sentir una punzada en tu pecho que no lograbas descifrar, este sentimiento era rápidamente sustituido por lo hipnótico del sonido de estos hermosos tambores.

De repente, viste que Claire fue por ti y te arrastró hasta el círculo hasta ponerte junto a Alain. Por alguna razón, tus sentidos estaban muy despiertos y su aroma te resultaba embriagador. Su figura se distorsionaba por momentos, pero esto solo lo hacía más complejo, más extraño, más fascinante. ¿Cómo podías encontrar tanto gozo en una situación así? Era una duda que asaltaba tu mente aunque tu cuerpo se veía sin obstáculos para responder a lo que designaba tu instinto. El deseo ardiente de estar allí y de inundarte de calor en un lugar tan frío. ¿Sería por eso que estaban todas esas personas allí?

Pero hubo algo por lo cual tu cerebro se alarmó, algo que no esperabas ver. La mirada de Alain se veía opaca, casi vacía. ¿Por qué se veía así? Miraste solo un segundo a una pareja que giraba alrededor tuyo y notaste lo mismo en ellos. A pesar de esto, tu cuerpo, el aroma de Alain, la música... Todo te incitaba a seguir así, pegada a él, compartiendo tu calor y dejándote envolver en su humor.

Con cautela y delicadeza, ambos optaron por entrar a una de las casas. Se aseguraron de buscar una cuya chimenea estuviera encendida y al llamar a la puerta, nadie abrió. Rin notó con facilidad que la puerta estaba solamente ajustada y cuando la abrió, vieron un lugar humilde con un comedor tallado en madera, una cocineta no muy lejos de allí y lo que parecía un pasillo que guiaba a dos pequeñas habitaciones.

Una pequeña de cabellos dorados se asomó cuando entraron y al verse descubierta, volvió a su escondite. Pudieron escuchar sus sollozos no muy lejos de allí, pero parecía que alguien acallaba su llanto para no hacer más ruido. Dieron un par de pasos y la puerta se vio cerrada por el viento. Entonces comprendieron por qué la gente podía vivir allí sin dificultad, el interior de la cabaña era bastante cálida. ¿Era efecto de la magia o solo era una construcción bien lograda?

Dos pasos más y notaron una pintura en la pared colgada hecha en óleo con gran detalle, además de un gran realismo. Era tan bien lograda que parecía que en cualquier momento cobraría vida. A pesar de eso, esto no fue lo más chocante para Réamann, sino que él podía reconocer a la perfección de quién era esa pintura. La conocía bastante bien: rizos dorados, mirada inocente, figura menuda... Era ella, sin lugar a dudas.

Justo en ese momento, un hombre de más o menos unos cuarenta años salió de una de las habitaciones con lo que parecía una espada oxidada cojeando y tambaleando. Se le veía visiblemente asustado.

- ¿Q-quién es? ¡S-salgan a-ahora si no quieren salir lastimados! - y la pequeña niña parecía estar asomada sin salir. Aunque al ver a Rin, se le quedó mirando con curiosidad, casi como si nunca hubiera visto a otra niña en su vida.