Partida Rol por web

Aquella lucha encarnizada de bandos seguía sucediéndose a su alrededor pero todavía no había alarma suficiente que le hiciera distraerse de lo que para él era el objetivo primordial para poner fin a esa locura. ¿Mantenía la mente fría? En absoluto. si así hubiera sido, habría reparado en el grito de Karma o incluso en la expresión perdida de Waltz. Mas no podía. Se había centrado tanto en su objetivo que todo lo demás había dejado de tener importancia hasta el punto de ni siquiera existir para sus sentidos abotargados.

Sólo hubo una cosa que logró que parpadeara por un instante, perdiendo brevemente la concentración y eso fue la onda expansiva del hechizo de Phoisa sobre el escudo de Elliot, logrando que trastabillara en el momento en que su espada pretendía atravesar el hombro de la bruja para cortar el hechizo que estaba lanzando. Gruñó con rabia que se acrecentó ante las palabras de la mujer, aunque ni siquiera la miró mientras tiraba de nuevo de la espada, desenredando el arma de la red que la había aprisionado.

- El momento de hablar ya ha pasado, bruja - sentenció con un brillo de hielo en la mirada en el  momento en que alzaba el arma para proseguir con su plan inicial.

El pecho de Réamann se volvía cada vez más pesado y abrumador conforme los segundos transcurrían y veía cómo los demás intentaban actuar en consecuencia a lo que él pidió junto a los demás. Aed ocupado pero Karma atendiendo a su ayuda, Rin y Hogward en una posición delicada aunque se pudo rescatar a la niña por el momento a pesar de que  Waltz estaba ofuscado antes, Alain intentando atacar a la bruja.... pero, lamentablemente, tal sucesión de eventos pasados fueron al olvido cuando vio a su amigo autolesionándose mortalmente y sus ropajes iban adquiriendo una tonalidad más oscura que brotaba de la herida.

Thump.

Los ojos del peliblanco se abrieron como platos y se quedó sin aliento al ver cómo el rostro "tranquilo" del pelinegro se mantenía así a pesar de tal herida mortal.

Thump, thump.

-Vi...-el joven mesero estiró su mano en dirección al espadachín, sintiéndose invadido de una gran frustración y preocupación hacia el atacante-... Vi... ¡Viscount! ¡No!

Thump, thump, thump, thump.

Su corazón comenzó a latir frenéticamente a la par que sintió una oleada de dolor nacer en su corazón tanto literal como emocional y hacer que apretara con más fuerza su pecho para intentar retener el sufrimiento. Su rostro se vio perlado de sudor rápidamente y apretó sus labios para no gruñir, pero no cayó de rodillas ni parecía sucumbir por el momento. Su mente recreó otra vez los momentos de camadería y amistad que compartió con él, empañándolos con el día en que vio aquél beso y se sintió traicionado por su mejor amigo y su ex-prometida... sin embargo, verlo en ese estado de peligro de muerte fue suficiente para sobreponer la sensación de aquella deslealtad por intentar hacer algo y ayudarle antes de que fuera demasiado tarde.

Sin pensarlo debidamente sacó una poción que se mantenía a resguardo en un bolsillo. Los demás reconocieron enseguida de qué se trataba si recordaban lo que él dijo hace rato. Decidido y sin arrepentimientos, destapó el recipiente sin quitarle la vista encima a su amigo para después ingerirlo a grandes tragos y dejar aquello en la barra para que no le estorbara. Réamann pudo sentir rápidamente cómo su cuerpo se recuperaba vitalidad, fuerza, energía y poder que sus músculos y nervios recordaron como aquél caballero que podía cumplir su papel hace ya lo que parecía mucho tiempo. La voz en eco de Parfait advirtiendo de las consecuencias de ingerir el brebaje se hizo presente, pero se esfumaron en eco cuando el cuerpo del peliblanco asimiló la magia de alto precio y se vio, por primera vez para quienes lo conocieron maldito, imponente y fuerte, dando la sensación de ser alguien ágil y entrenado.

-Karma, procura que Stella siga alejándose-le pidió al pelirrojo para que la cuidara y miró por encima de su hombro a la pelinegra, hablando con los labios para que ella pudiese entender lo que le decía.

"Perdóname".

Y, dicho esto, Réamann se dirigió con una destreza recién recuperada a un agonizante y torpe Viscount mientras se rasgaba con furia su camisa para tomarlo de los hombros y así lograr alejarlo del camino para que no siguiese tras su novia. Esperaba que nadie más se metiera en su asunto y los demás intentaran detener a Phoisa y cuidaran de Stella, pues dudaba que alguien más en ese sitio quisiera ayudar a su amigo. Una vez que lograra su cometido, lleno de enojo y preocupación, Réamann quitaría la espada que el pelinegro tenía clavada tratando de no herirlo y usar la tela que se arrancó para cubrir la hemorragia y así que no se desangrara tanto.

-¡Eres un estúpido! Solo tienes que ver a una mujer en falda para que te dejes encandilar-reclamó lo que parecía ser un chiste viejo entre ellos, como un comentario de reclamo de bar entre dos borrachos que se llevaban bien-. No me importa si fuiste consciente o no de engañarme con ella, debes vivir, Viscount-no quería que su amigo muriera, se podía notar en su voz y mirada, pues no había rastro del Réamann débil que parecía haberse rendido.

Rin que casi no podía moverse, sintió en su mandíbula un ligero descanso, no como para hablar en exceso pero si para una petición sencilla - Eses ata manos Phoisa... se dio cuenta de que la frase no estaba muy elaborada, pero que más iba a hacer con el cuerpo tan agarrotado?

La situación era muy difícil, y Stella hacía lo que podía para no ceder a la presión.

Siendo menos habilidosa para los planes, solo podía pensar en torpes cosas que no llevaban a nada. Como insultar a Phoisa, por ejemplo. Pero tampoco tenía tiempo para sentirse mal, menos con Rin y Hogward así... y con toda la situación. Concéntrate. Alain estaba allí, así como Karma, Aed, Réamann... Todos. Phoisa no podría contra todos, ¿verdad? Eso le hubiese gustado pensar, pero ver que Waltz no reaccionó la hizo gritar.

—¡Waltz!

Pero por suerte, Elliot estuvo allí para cubrirlo con una barrera. Y la oportunidad frustrada por el hechizo de Phoisa podría haber significado el fin de aquello, pero estaba claro que no sería tan fácil. Algo en la sonrisa de la mujer y en lo relajada que estaba a pesar de su situación le daba muy mala espina. Podía sentirlo en el pecho. Y todo eso tuvo sentido cuando vio lo que Viscount hizo. Se quedó paralizada al ver la sangre correr por la hoja, y todo empeoró cuando giró por el grito de Réamann, viéndolo en tal estado. Puso una mano sobre su mejilla, pero el peliblanco se hallaba profundamente perdido en su amigo. Stella se asustó.

—Réamann... —pero este pasó de ella, sacando aquella botella. Stella retrocedió un paso. Su corazón latió con tanta fuerza como el de Réamann. A ella no lo cautivó verlo tan enérgico. Ni siquiera pensó que así es como se veía antes de su maldición. Lágrimas amenazaron con aparecer porque ella sabía lo que significaba que hubiese tomado la poción.

Sintió que de verdad la estaba dejando.

¿Haces esto... y solo esperas que no haga nada?

Mientras lo veía ir hacia Viscount, escuchó lo que dijo... ¿En verdad no le importaba morir para que su amigo, aquel que lo había traicionado, viviese? Estaba siendo absurdamente egoísta. Y si él podía hacerlo, ella también lo haría. Sabía muy bien cómo, además.

Mientras se limpiaba las lágrimas, y luego de haberse quedado paralizada por unos segundos, corrió hacia donde Elliot y Waltz estaban. Si Karma intentó detenerla, lo esquivó. Y apenas estuvo al lado del pequeño, tomó su mano.

—Usa mi magia. Haz lo que debas hacer, no importa que me dejes inconsciente. Ayúdalos, por favor. Por favor.

Hogward cayó como un saco de papas al ser soltado por el hombre llamado Viscount -Ooow- Hogward solo pudo gemir en respuesta al fuerte golpe que se dio en el suelo. -¿Puedo quedarme aquí? En serio quiero quedarme aquí- pensó el peliblanco por unos momentos. Sentía el suelo bastante cómodo para ser honestos y en la pelea no es que le estuviera yendo muy bien. Sin embargo, haciendo tripas corazón y luchando contra sus acalambrados músculos Hogward ser levantó con gran dificultad. 

Al levantar la vista, las ganas que tenía de levantarse casi se esfuman por completo al ver a Reamman entrar al campo de batalla después de haber tomado la bendita poción. Sin embargo, esto no fue lo peor, lo que hizo que Hogawrd casi se tirara de los pelos gritando ¿Por que? fue que Reamman no ayudara a luchar contra la bruja, si no que ayudara a su subordinado. Por alguna razón este se había apuñalado así mismo, lo que no podía haber puesto a Hogward más contento, un enemigo menos. Sin embargo, la razón de todo este combate se había lanzado de manera kamikaze hacía el enemigo intentando salvarlo.

Una gran ira se apoderó de la mente del joven, sobre todo cuando vio como intentaba sacar la espada del cuerpo del hombre llamado Viscount sin cuidado alguno, mas apresurado que cuidadoso. Como médico esto lo enfureció mas. Felizmente ellos no estaban tan lejos, lo que permitió que su, aunque no del todo, recuperado cuerpo pudiera acercarse antes de que Reamman sacará la espada del cuerpo de Viscount.

-¡Quita!- exclamó Hogward dándole una patada a Reamman antes de que sacara la espada -¡No tengo ni idea de por que estas haciendo esto, pero si lo haces, hazlo bien o mátalo de una vez!- le gritó a Reamman. Su lengua aun se sentía algo pegajosa y lenta, pero al menos ya podía moverse. Sin perder un instante, Hogward le arrebató el trozo de tela de las manos a Reamman y cubrió la zona alrededor de la espada para detener la sangre. -¡Primero que nada sujétalo y túmbalo, de poco sirve que lo tratemos si se va a mover y matar él mismo!- dicho esto, trato de tumbar a Viscount boca arriba con rapidez pero más con cuidado. El tipo se había atravesado el mismo por ordenes de la bruja sin pestañar, así que podría ser que estuvieran controlándolo de alguna manera. Si era así, tenía que actuar rápido antes de que se le diera otra orden y terminase el trabajo. Haciendo esto, también volvió a tocarlo con el brazalete por si acaso.

Luego de esto, Hogward examinó con cuidado la herida para ver una mejor forma de estabilizar la herida de Viscount. -Ni se te ocurra dejar que se mueva, si quieres que viva para que nos pueda matar mas tarde- le dijo a Reamman mientras empezaba a sacar la espada con suavidad.

- No se que clase de juego es este, pero no se de que me está hablando. ¿Para eso me ha traído, para preguntarme sobre un secreto que sabe que probablemente no conozca? - Respondió entre irritada y desconcertada, hacía mucho que nadie hablaba de sus padres, y que ahora sacasen el tema le inquietó. ¿Quién demonios era ese hombre?

Cuando mencionó a su hermano sus ojos se abrieron y apretó los dientes. - Si encontrar y atrapar a mi hermano hubiese sido tan fácil, no me habríais traído a mi, le habríais buscado a él. No te lances el farol. ¿Qué va a decir todo el mundo si desaparece el jefe de la casa Van Hauber? Seáis quienes seáis no os gusta dejar rastro de lo que estáis haciendo, por eso habéis venido a por mí, que llevo años desaparecida y la noticia de mi regreso apenas se ha extendido. Así que raptarme no iba a generar la suficiente atención. - 

Trato de mantener la calma a pesar de que quería darle un puñetazo, estaba enfadada y asustada, pero no quería dejarse intimidar. Recordó las palabras de Delora sobre que era necesario que se mantuviese firme, y eso intentaba hacer.

El hombre parecía no estarte escuchando porque su faz no cambió en ningún momento. De hecho, seguía con esa sonrisa viperina. ¿Cómo podía estar tan tranquilo y tan divertido cuando se suponía que habían tomado al testigo equivocado?

De repente, estalló en risas. Su carcajada era disonante, chillona y resonaba como la mayor de las burlas en tu cara. Ese brillo escalofriante de sus ojos no se iba y te miraba como si fueras una broma en ti misma.

- Agresiva... eso me gusta - y lamió sus labios de manera sugerente una vez más para agregar - Es cierto que traer a tu hermano causaría mucho escándalo, lo contrario a lo que pasaría contigo o con tu hermano... ¡Oh! Pero no puedo traer a tu otro hermano, ¿verdad? - se rió con malicia. De seguro se refería a Dante -. Verá, Madame Van Hauber, hay muchas cosas que usted aún no comprende y que es posible que no lo haga, pero lo que le puedo decir es que vendrán por usted. Y eso nos beneficia. Mantenerla con nosotros hará el trabajo - se alejó unos pasos de la celda para agregar.

- Aquello que su familia le ha ocultado es un deber real, Madame. Fallé en creer que todos los hijos lo sabrían, pero veo que solo el mayor podría tener el conocimiento, así que es bueno. La pequeña trampa que tendimos dio sus frutos, después de todo - sonreía. ¿De qué trampa estaba hablando?

Al tocar a Viscount con el brazalete, viste que no había órganos vitales comprometidos, así como también un veneno de rápida acción en su organismo. Lo mejor que podías hacer para tratarlo era sacar la espada y darle el antídoto antes de intentar parar el sangrado. La fórmula del antídoto llegó a tu cabeza, aunque no tenías los implementos necesarios y de seguro tenía solo unos minutos antes de que el efecto fuera mortal.

Aunque Phoisa intentó alzar su mano para atacar al pelinegro, el bolso que era el hermano de Rin salió a gran velocidad rebotando y cuando estuvo a suficiente distancia, ató las manos de la bruja envolviéndolas a gran velocidad. Esta forcejeaba con Eses para liberarse a la vez que formaba un círculo mágico para intentar deshacerse de este. Alain fue más rápido que ella y justo cuando se formaba el círculo, la espada atravesó el torso de la bruja con gran precisión. El sonido líquido de la sangre empezando a salir por la herida mientras la rubia miraba el lugar donde había sido atravesada y el toser la sangre que se abarrotaba por salir, manchó los zapatos de Alain y el exterior de Eses. Phoisa miraba con odio a su atacante mientras el odio en ambos se acompasaba. Era un duelo de miradas que él había ganado con creces.

Al estar enredada en la red, atada de manos y aún bajo el efecto de la bomba, no hubo mucho que pudiera hacer, por lo cual solo le quedó llevarse la mano a su herida y mirar cómo la sangre salía mientras su vista se hacía borrosa. A pesar de esto, sonreía mientras miraba en dirección a Réamann y Viscount. La espada de Alain salió de su pecho replicando aquel sonido desagradable.

Waltz miró impresionado la escena mientras seguía acomodando a Rin para apoyar su brazo detrás de su cabeza para luego arrastrarla. Afortunadamente, el efecto de la bomba seguía pasando para ella, así que no le tomaría tanto tiempo. El ojirrojizo estaba bien, pero el peso de Rin era similar al suyo, lo cual llevaba a que avanzar fuera difícil. Por otra parte, Elliot miró bastante sorprendido a Stella cuando la vio correr hacia él y aunque tomó su mano y puso su mano al frente para tratar de ayudar a Réamann con Viscount, no hubo círculo mágico que se formara. Elliot seguía mirando con temor a Phoisa, quien parecía estar experimentando sus últimos momentos y su rostro estaba completamente pálido. Entonces, Karma llegó donde estaban ellos por petición de Réamann y cubrió los ojos de Stella - No debes ver esto, Stella - le dijo al oído con una voz grave y seductora, aunque más seria a su tono habitualmente juguetón. Aed llegó a la vez con su hijo y aunque intentó hacer un hechizo, su magia tampoco funcionó mientras sacaba del camino a Elliot, Rin y Waltz a la vez. Los llevó cerca a la salida y lejos del peligro.

Hogward, por su parte, se levantó algo torpe y aún hablando como si de un borracho se tratara, pero tras poner su brazalete sobre Viscount, parecía tener suficiente claridad. A pesar de sus intentos, Réamann no cedió, ni le permitió que fuera él quien sacara la espada. Debía ser él y solo él. Por otra parte, Viscount no parecía reaccionar a las palabras de los peliblancos. De hecho, se veía completamente igual y no dispuesto a soltar la espada. Se requirió de la recién fuerza recuperada de Réamann y las indicaciones de Hogward para sacarla. Cuando por fin lo hicieron, notaron que un color verde estaba en los bordes de la herida mientras la sangre seguía saliendo. Viscount sudaba una risa rasposa se escuchó en el lugar. Era Phoisa, quien seguía tosiendo sangre de manera incontrolable. Su color de piel se tornaba grisáceo y sus dientes manchados de su propia sangre adornaban su macabra sonrisa.

- Eres y serás miserable. Un iluso miserable. Te di la posibilidad de volver... y no la tomaste - tosió fuertemente -. Ahora... verás lo que es la verdadera miseria - cayó al suelo aún mirando a los dos amigos y sus ojos perdían vida poco a poco. Su cuerpo se hizo traslúcido hasta desaparecer en orbes de luz. De Phoisa solo quedaba su sangre ahora y la red empezó a caer hasta quedar contra el suelo.

Justo entonces, la mirada de Viscount pareció recuperar vida y presa tal vez del dolor, cayó de rodillas con un gemido. Levantó el rostro tembloroso y miró a quienes estaban con él - ¿Re... Réamann? ¿E...eres... tú? - respiraba con dificultad mientras su herida seguía sangrando.

Un leve calor en tu muñeca seguido por un "click" te hicieron girar para ver la pulsera. Notaste que las fauces de la serpiente se habían abierto, dejándote la posibilidad de quitarte a voluntad la pulsera, así como viste una tercera hoja colgando de esta.

¿Qué había causado que apareciera? No sabías, pero lo que sí podías sentir con tranquilidad era cómo tu cuerpo parecía recuperar su vitalidad. Desde la punta de tus pies hasta el último cabello de tu cabeza. La sensación fue tan sobrecogedora que, por un momento, sentiste el gentil abrazo de tu fallecida madre. Era como si te quisiera decir que ahora todo estaría bien mientras tus músculos recuperaban tono, tu corazón su juventud y con ello, tu vida. El brazalete seguía allí, mas ya no eras prisionero de su poder.

El sonido de algo que se resquebrajaba provenía de muy cerca de ti. Por un momento, te giraste a ver de dónde provenía y notaste que un segundo hueso del brazalete se había tornado de un color rojo.

Una extraña sensación recorrió tus dedos, una que te era extraña, y era como si el agua hiciera remolinos alrededor de estos. Miraste tu mano, que aún empuñaba la espada con la sangre de Phoisa, y descubriste que era justo sobre el anillo que representaba tu maldición. El pez, antes tallado en madera, ahora brillaba vivaz y con unos hermosos tonos entre naranja y dorados, nadando por tus dedos guiado por pequeñas pero veloces corrientes de agua. Una sensación de calidez recorrió tu cuerpo, haciéndote comprender que eras libre de tu prisión. Por un momento, fue como estar en los brazos de Claire otra vez cuando la dicha era parte de sus vidas. Eras libre, y Claire también.

Cierto dolor acompañó tu antebrazo mientras eras cargada por Aed. Miraste con algo de dificultad para ver que una cuarta rosa había aparecido allí.

Mantén la calma, mantén la calma. 

Era una situación difícil, aquel hombre estaba poniendo a prueba su paciencia y comenzaba a sentir un atisbo de miedo porque realmente parecía estar fuera de cualquier razonamiento. Aún así, mantuvo su mejor cara recordando que había mucho en juego y que debía aguantar al menos hasta que el resto volviesen.

- ¿El trabajo? Si mi hermano viene, llamará la atención igualmente. Todo esto llamará la atención. Os lo estáis jugando a una carta de todo o nada así que yo no presumiría tanto. - Mantuvo la calma, lo mejor que pudo. A pesar de que la referencia a Dante fue un golpe bajo, no quería ceder ante aquel ser.

- ¿De que trampa está hablando? y deber real... está sufriendo alucinaciones, seguro - Esta referencia a la trampa le hizo alzar una ceja, preocupada por sus amigos. ¿Acaso todo había sido para alejarlos de la posada? 

Por concentrarse en auxiliar a Viscount lo más rápido posible, Réamann no se concentró mucho a su alrededor y por lo mismo no vio a Stella irse con Elliot, la petición de Rin al bolso ni de Hogward hasta que él le propino aquella patada que le hizo agitarse un poco y voltear a ver al recién llegado con una mirada sumamente pesada y con el ceño fruncido muy iracundo. ¿De cuándo acá le importaban los demás para reaccionar así? Incluso lo abandonó cuando Parfait le pidió que le ayudara con las pociones y ni estaba interesado en colaborar para atrapar a Phoisa y por lo mismo no quiso que él sacara la espada, así que no cedió. Estuvo a punto de decirle algo, pero solo abrió la boca y la cerró con fuerza para centrarse en ayudar al pelinegro.

Sin embargo, gracias a ese pequeño momento de distracción, el joven pudo ver a Phoisa atrapada de sus manos y en la propia red anterior, su cuerpo moviéndose con torpeza y la herida mortal que Alain le había hecho a la vez que los dos rebosaban de odio en sus miradas. Ahí, el corazón de Réamann latió con fuerza y supo que había acabado a pesar de que la rubia volteó a verlo y le sonrió. No se inquietó, le sostuvo la mirada antes de regresar su atención a Viscount.

De la herida salió algo color verde y el chico se asustó. ¿Qué significaba eso? Intentó cubrir la hemorragia para evitar un desangrado fuerte, pero la risa rasposa de la rubia le hizo voltear a verla una vez más mientras ella pronunciaba esas palabras y fue así que le contestó aunque ella ya no pudiese escucharle.

-Pero ya no tendrás la oportunidad de ver cómo sigo siendo miserable-le dijo, dándose cuenta que había muerto y su cuerpo se desvanecía. Sus ojos miel se dirigieron a Alain y en silencio, le agradeció por haber acabado con ella asintiendo en señal de profundo respeto. 

Luego escuchó la voz del pelinegro y al ver que parecía volver en sí, Réamann suspiró y chasqueó la lengua.

-Deberías aprender a callarte cuando estás tan grave-comentó, mirando a los demás con gran preocupación-. ¿Alguien tiene una poción para sanar su herida? -detuvo su atención en su compañero y volvió a verlo con severidad-. Haz algo, eres médico, ¿no? Asumiré toda la responsabili...

Se interrumpió bruscamente, abriendo sus ojos con enorme sorpresa para voltear a ver su muñeca derecha, la cual estaba cubierta previamente y con un su boca jaló la manga de su camisa para observar qué había pasado y así toparse que había una tercera hoja en su brazalete. Dejó de hacer presión en la herida y unas lágrimas comenzaron a emanar para caer uno tras otro porque...

-Soy libre...-susurró, mirando a Stella aún sobrecogido por lo que acababa de pasar. Réamann Lockheart se había liberado de su maldición.

Estaba desesperada por ayudar de alguna manera, y eso la había llevado a exponerse a pesar de que Réamann le había pedido que no. Sin embargo, no haría falta. En ese breve fragmento de tiempo, y mientras de reojo la pelinegra veía a un preocupado Réamann asistir a quien había sido su amigo, Alain dio el golpe de gracia a Phoisa. Stella abrió los ojos. De alguna forma, no podía dejar de mirar a la bruja, así como Elliot. Y lo único que la sacó de ello fue Karma; escuchar su voz tan repentinamente, así como ver su vista obstruida, le hizo dar un salto.

—No me digas... qué debo o no debo ver.

Sintió la mano de Elliot deslizarse de la suya, y ahora usó ambas manos para tratar de bajar la de Karma, pero el pelirrojo no la dejó. Y teniendo él mucha más fuerza física que Stella, incluso impidió que se moviera para que no viese absolutamente nada.

—Suéltame... No me trates como una niña.

Entre protestas que cada vez fueron perdiendo más fuerza y forcejeos, Stella terminó por mojar la palma de Karma con las lágrimas que empezaban a surcar sus mejillas. Entonces, Phoisa dijo aquello... y dejó de escucharla. Réamann respondió, y...

—Karma, suéltame. Por favor, ya... ¿Qué pasó? ¿Por qué no me dejas ver?

Cuando Viscount reaccionó, Karma vio oportuno dejar ver a Stella, y eso hizo. La chica se quitó la mano del pelirrojo con premura y rápidamente miró el lugar donde se suponía debía estar Phoisa.

—¿Qué sucedió...? 

¿Estaba viva? ¿Muerta? ¿Por qué su cuerpo no estaba allí?

Rápidamente su mirada pasó entre Alain, su espada, el mismo Karma, Aed y los demás... y por fin, Hogward, Viscount y Réamann. Cuando el peliblanco se interrumpió, el corazón de Stella se paralizó, pensando que Phoisa le había hecho algo. Rápidamente se incorporó y dio un paso hacia él, pero de repente... lo vio llorar. ¿Estaba mirando su brazalete? ¿Qué pasa...?

—El brazalete... No puede... ser —la chica se llevó ambas manos a la boca, las cuales habían empezado a temblar un poco. Y al escuchar las palabras que salieron de los labios de Réamann, un sollozo fue audible—. ¿Todo... acabó?

Antes de darse cuenta, sus pies se estaban moviendo rápidamente. Quería abrazar a Réamann.

A Rin le pareció una lástima, había preparado todo para capturarla viva, tenerla que matar no lo sentía como una victoria si no como un apaño poco prometedor. Desconocía si habría manera de ayudarle a volver a ser una bruja buena, pero en ese instante tampoco podría comprobarlo.

Otro tatuaje a su colección bajo los guantes le hacía saber que su maldición podría esfumarse en cualquier momento, no tenía prisa pero le gustaría devolver a la vida a las estatuas inocentes de culpa. Aún algo acalambrada, esperaba que Phoisa renaciera purificada como una nueva inocente criatura...

No había querido acabar con ella, su intención inicial había sido siempre la de atravesarle el hombro para que no pudiera seguir causando daño a nadie. Pero en un momento dado, le había podido el pánico mientras el recuerdo de Dante se imponía a la escena y aquello había terminado en su espada hundida en el pecho de aquella bruja sin posibilidades de recuperación.

A pesar de todo, ella no dio su brazo a torcer, habló, como no podía ser, vomitando aquel veneno mientras el miraba horrorizado la herida que, ahora sin espada, supuraba sangre como la de cualquier mortal. Otra muerte más a sus espaldas y, sin embargo, más allá del asco que aquello le producía, no sintió ninguna pena por Phoisa. Ninguna en absoluto.

- Por Dante... - murmuró para sí, guardando la espada ensangrentada en su vaina.

Se quedó observando el cadáver durante lo que le pareció una infinidad antes de apartar la mirada disgustado por la visión para observar a sus compañeros, cruzándose con la mirad de Réamann, a quien correspondió con aquel asentimiento. Salvo que algo parecía haber cambiado, pues de pronto su rostro se cubrió de lágrimas mientras murmuraba aquellas fatídicas palabras.

A la par, una extraña sensación recorrió también los dedos de su mano derecha, algo que había atribuido a la fuerza con la que había sostenido la espada pero al mirar se encontró con que su anillo, aquel pez naranja estaba ahora completo. Libre. Las palabras del peliblanco se tornaron realidad para él también. Libre. Y entonces Claire...

- Mierda - espetó de pronto, siendo una de las pocas veces que alguien podría oírlo blasfemar.

si ella había recuperado sus recuerdos y si la conocía como creía conocerla, quería decir que probablemente trataría de marcharse antes de que él regresara. Desaparecer, sin afrontar la conversación que ambos tenían pendiente, perdiéndose en las penurias de una vida que la condenaría a la soledad.

- Tengo que irme - dijo en voz baja antes de alzar la vista hacia los demás -. Tengo que irme - repitió con urgencia, mirando a Elliot y a Aed alternativamente -. ¿Alguien puede abrirme un portal a The Marchen?

A Hogward no le importó el gran estruendo que se estaba oyendo en la parte central de la pelea. Su concentración estaba totalmente enfocada en Viscount. Habían podido sacar la espada del cuerpo del hombre, lo que le permitió examinar bien la herida. Ningún órgano vital había sido comprometido, lo que lo sacaba del peligro mortal. Al menos debido a la herida de espada. No obstante, Hogward se fijó en entorno verdoso de la herida del pecho de Viscount a través de la sangre que brotaba. No tenía buena pinta, a primera vista se podía apreciar que era veneno y uno muy letal. 

El antídoto empezó a circular por su cabeza. No estaba seguro si era el correcto, sin embargo, cuando se fijo en la pulsera que llevaba, ahora diferente, supo que era más que probable. Sin embargó, la formula no le servía de nada sin los ingredientes ni el equipamiento para hacerlo. 

-¿Te puedes callar?- le espetó el peliblanco al Reamman cuando este le apresuró. No se le había escapado la mirada que le había dado el muñeco de cerámica cuando se le acercó -Estoy tratando de salvar al tipo por el que arriesgaste el esfuerzo de todos-. Aunque dijo, Hogward empezaba a quedarse sin opciones. La taberna era...bueno, eso, una taberna, no un lugar donde podrías encontrar lo necesario para sintetizar un antídoto. -Quizás la bruja....- el joven levantó la mirada esperanzado...por poco tiempo. La habían matado a sangre fría y ni ropas quedaban de la bruja en las que se podría buscar el antídoto. 

Al parecer algo conmovedor estaba pasando a su alrededor, pues el ambiente le apestaba a sentimentalismo a Hogward. Sin embargo, este aún tenía aun moribundo a quien curar, tal vez podría hacer dos en una con el mismo paciente. Por desgracia esto parecía cada vez más imposible.

Tomando una gran bocanada de aire-¡HEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEY!- gritó Hogward en medio de todo para sacar del estupor y sentimentalismo a todos los que pudiera -¡Cualquiera de The Marchen, necesitó...- Hogward procedió a listar hierbas, polvos y equipo médico -o algo parecido lo mas rápido posible! Este tipo aun esta con un pie en la tumba. Si no se le aplica el antídoto morirá en unos minutos. ¿Podemos conseguirlo con un portal a The Marchen?- preguntó rápidamente a Elliot y a Aed mientras estabilizaba a Viscount lo mejor que podía por ahora.

El hombre de cabello gris rio de nuevo, burlándose de tus gestos, de tu frustración. Eso que parecía en principio ser un típico monólogo de supervillano, se convirtió en un silencio abrumador acompañado de una sonrisa viperina.

- ¿Acaso importa? Los muertos no hablan - rio -. Y tal vez el golpe que le dio Varg te afectó más de lo que pensaba, Madame. Después de todo, parece que es usted la que alucina. Espero que no le tema a la oscuridad - dijo eso mientras se alejaba de la celda con despacio. Parecía que no iba a decir nada más. Por un momento, te pareció ver los lupinos ojos de Varg a través de la oscuridad mirándote, pero al parpadear, te diste cuenta que ya no estaba. ¿Había sido idea tuya?

Te diste cuenta pronto por qué ese extraño hombre preguntó si te asustaba la oscuridad. Solo unos minutos después de que ellos se marcharan, las antorchas empezaban a extinguirse una a una. Al parecer, la oscuridad estaba a punto de llegar a aquel calabozos, dejando como única luz la de una antorcha no tan cercana.

El sonido de las gotas de agua que caían, incluso el sonido de los insectos que reptaban por el suelo... Todo sonaba amplificado en la soledad de ese lugar... Pronto estarías completamente sola en la oscuridad absoluta.