Partida Rol por web

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Apenas dijiste que no era justo, Waltz se mostró visiblemente confundido - ¿A qué te refieres con que no es justo? ¿Qué no es justo? - él de verdad no sabía por qué lo decías o el porqué de tu expresión, pero se veía ligeramente preocupado.

Se vio algo intrigado - Bueno, yo sí sentí el cambio en ti, pero supongo que eso tiene que ver con tu naturaleza, así que espero que aprendas algo y me lo enseñes. Tal vez pueda darte un consejo o dos - seguía sonriendo cálidamente. El sangrado de su herida se detuvo. Al parecer, fue algo momentáneo nada más.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

―Nada. No es nada. Qué lentos son los hombres ―por los nervios, Stella terminó dando una respuesta algo cortante, probablemente logrando que Waltz se preocupase más. No era su culpa, no era muy dueña de su calma en esos momentos, por lo que estaba siendo algo impulsiva. Aunque rápidamente se arrepintió de eso, pero definitivamente no iba a disculparse.

Lo siguiente que Waltz dijo hizo que Stella se arrepintiese un poco más. La chica apretó un poco los labios sin saber muy bien qué decir. Él era, o había sido, aprendiz de la bruja que la maldijo. Nada más y nada menos que la líder de todas las brujas. La sola idea de enseñarle algo a Waltz era intimidante. ¿Y si se reía de ella? No. Eso era lo menos importante, y Waltz seguramente podía saberlo por la mirada de Stella. Todavía en sus ojos había cierto brillo receloso. 

―Suenas como un viejo ―tal vez no era lo mejor que pudiese haber dicho, pero los nervios hicieron que esas palabras salieran de sus labios. Trató de corregirse al instante―. He... he escuchado que eres muy bueno con la magia. Eso es... eso es impresionante.

¡Cálmate, Stella! ¡No seas grosera con él! ¡No tienes por qué!

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Con lo que dijiste, Waltz se sobresaltó un momento y volvió a reír. Aquella risilla le causó bastante dolor, por lo cual el chico tuvo que sujetarse de nuevo la herida mientras arrugaba el gesto. La herida sangró solo un poco mientras este se calmaba. Cuando por fin logró estabilizarse, te miró y se vio un poco contrariado.

- Puede que me vea así, pero soy mayor que tú, Stella - dijo con algo de tristeza -. Y... lo era. Fui llamado prodigio muchas veces, pero eso hace mucho tiempo. Ahora mismo lo máximo que puedo hacer es aparecer pétalos de flores - suspiró algo contrariado -. Pero me gustaría... - y se detuvo en seco.

Te miró a la cara poco después con atención - Hay algo más, ¿verdad? Algo relacionado con nuestro viaje. Adelante, dilo - y su mirada se tornó seria.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Una vez más Stella se agitó una vez Waltz rio y su herida volvió a sangrar. No decía nada para hacerlo reír y aun así lo hacía. Eso molestó un poco a Stella. Sobre todo porque Waltz se estaba haciendo daño a lo tonto. Dudaba que hacer sangrar su herida abierta ayudase mucho para algo. 

―Ma... ¿Mayor?

Imposible. Aunque... Es verdad.

Sí. La maldición de Waltz. Nunca había considerado que el chico era mayor que ella, pero era bastante sensato. Lo que le causó mucha más curiosidad fue escuchar que él en verdad había sido un prodigio... ¿Pero qué había pasado? Hablaba como si no pudiese usar magia... Y ahora que lo pensaba, en el cementerio no había usado magia. Para un prodigio, vencer a aquellas brujas no habría sido difícil, ¿verdad?

Quería preguntar sobre eso. Su lengua picaba de curiosidad. Sin embargo, antes de poder hacerlo, fue Waltz quien la abordó con una pregunta. Y dio exactamente en el clavo, dejando a Stella literalmente pegada en la puerta. No quería abordar el tema así. Y bueno, no esperaba que él lo hiciese. Ahora ella fue la sobresaltada. Sus nervios subieron a mil.

―Solo... Bueno... Quería disculparme ―Stella bajó la mirada, casi hablando como una niña regañada―. Ayer fui horrible contigo cuando solo lo que hiciste fue ayudarme.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Se vio ligeramente sorprendida - Pues que sea la primera vez entonces - sonrió débilmente aunque aún con tristeza en su semblante.

Asintió - Gracias. Sería bueno poder encontrar a su familia. Pobre hombre - y se sorprendió de nuevo ante tu declaración -. ¿De verdad? - sus ojos ahora brillaban de expectativa y parecía debatirse entre acercarse a ti o no. Sus manos se movían como si quisiera abrazarte y mientras lo debatía sollozó. A la final se rindió y se acercó para abrazarte -. Gracias. No sé por qué dirían que no eres gentil, pero... gracias - y se separó limpiándose las lágrimas.

- Lo siento... Es que... me emocioné más de la cuenta. Perdóname -.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Suspiró - Lo sé. Es difícil de creer. Yo mismo a veces lo olvido también - y sonrió tristemente.

Te escuchó y sonrió un tanto aliviado - Vaya. Pensé que lo que tendrías que decirme era algo más, pero no te preocupes. Estaba listo para recibir tu desprecio. Solo ten más cuidado de aquí en adelante y con eso me daré por bien servido - y pausó un momento para mirar al techo.

- También lo siento. No es que quisiera esconder el haber sido aprendiz de Hildyr por algo malo, es solo que a veces me gustaría poder negar mi pasado. The Marchen me dio la posibilidad de volver a empezar y a veces me gusta pensar que el pasado es solo eso. Quien era entonces y quien soy ahora son dos personas diferentes - te miró ligeramente triste -. Pero si al menos tú pudiste liberarte de la maldición de Hildyr, ya eso me satisface -.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Tener cuidado... 

Sí, lo del día anterior había sido bastante gratuito. Que él hubiese estado con Hildyr no significaba nada. Sin embargo, se sintió de cierta manera traicionada sin saber muy bien por qué. Bueno, tal vez sí: le molestó no haberse enterado en tanto tiempo que Waltz había sido el pupilo de aquella que la había maldecido. Pero aun así, eso no justificaba lo que había hecho. Waltz o alguien más podría haber muerto por su culpa. Incluso ella misma.

Aunque claro, todo el malentendido se resolvería con la siguiente explicación de Waltz, haciéndola sentir mal y como una tonta. Más por lo último que dijo. ¿Cuándo iba a dejar ella de juzgar así sin más? Ella y su gran bocota. Probablemente Waltz se hubiese sentido algo mal al creer que su pasado haría que Stella lo odiase.

―Perdón por haberte hecho pasar un mal rato, Waltz. Te hirieron por mi culpa, y también te traté mal. La verdad, no tengo justificación. Solo te traté así porque sentí odio hacia Hildyr. Pensé que no la odiaba, que le tenía lástima. Pero no es así. Pero canalicé mal ese sentimiento al saber que habías tenido algo que ver con ella, y eso no fue justo. Perdón. De verdad ―Stella inclinó un poco la cabeza.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

El chico parecía saber un poco de lo que estabas pensando, por lo cual no lo forzó. De hecho, te dejó que reflexionaras el tiempo que necesitabas.

Te miró de manera comprensiva y escuchó todo lo que tenías por decirle sin interrumpir - Está bien, puedo entenderlo. Lo creas o no, no sería la primera vez que me pasa algo así - suspiró -. Entre nuestra gente, tengo cierta fama por culpa de cosas que hice en su momento y... Será algo que cargaré hasta el día que muera, pero acepto ese castigo - y luego miró al techo un momento, como si estuviera reflexionando en algo.

- Como no sé cuándo pasará, solo te daré una recomendación. Ten cuidado con las emociones negativas. La magia de las brujas viene de eso y podrías experimentar oleadas de poder que te empujarán a hacer cosas de las cuales puedas arrepentirte, así que trata de no dejarte llevar por eso - y luego te volvió a mirar -. En cuanto a Hildyr, tienes derecho a odiarla. Lo que te hizo fue terrible, aunque la verdad no pensé que lo haría con alguien más -.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

¿Qué ha hecho?

Por el tono en el que Waltz lo decía, parecía haber hecho cosas horribles. Si en algún momento había sido el aprendiz de Hildyr, entonces probablemente había tenido que hacer cosas horribles por su maestra... O eso era lo que le estaba dando a entender a Stella. Claro, tenía curiosidad... pero no se atrevería a preguntar tan a la ligera. Al menos no a él. Sonaba realmente como algo delicado que le sería incómodo de contar.

Lo de las emociones negativas y empujarla a hacer cosas malvadas fue algo que la chica no entendió para nada. ¿El poder le haría hacer cosas?

―¿Cosas... malas? ¿Cosas como qué? ―preguntó casi que pensando en voz alta, bastante intrigada por eso. Y, por si fuera poco, lo otro que también dijo Waltz la llevó a preguntarse otra cosa― ¿Hay muchos más que fueron maldecidos?

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Waltz se veía decaído por tener que hablar de ese tipo de cosas, así que evitó mirarte por un momento. Era como si estuviera rememorando esas cosas que afirma tuvo que hacer en su pasado. Y es que... ¿qué edad tenía Waltz? Tenía la apariencia de un adolescente de unos catorce años nada más.

Apenas preguntaste por lo que podía pasar con las emociones negativas, Waltz volvió a mirarte. Parecía comprender tu curiosidad - Imagina que tienes a alguien que acaba de herir a tu familia frente a ti. ¿Cómo te sentirías? Deseosa de hacerle pagar. Puede que eso sea solo un segundo, pero imagina que en ese segundo sientas que puedes fulminarlo con electricidad y si lo intentas... Tu magia responderá a tu voluntad. Como lo harás desde el enojo, liberarás todo ese poder sin contenerte y podrías matar a alguien. Por ello es importante que seas consciente del riesgo. De esa manera, podrás evitarlo con mayor facilidad porque créeme... No quieres afrontar las consecuencias de algo así - sonrió triste.

Tu última pregunta lo tomó por sorpresa - Creí que lo sabías - y negó con la cabeza -. Hildyr mató a muchas brujas que se negaron a unírsele, así como asesinó humanos también, pero solo maldijo a dos brujas: a la hija de una traidora y al aprendiz que la traicionó -.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Realmente estaba cambiando. Empezaba a comprender las emociones de los demás y podía ponerse en cierto modo en su lugar. Podía comenzar a comprender que la historia de que todo depende de uno mismo era mentira. Había demasiadas situaciones y emociones que se entremezclaban en cada situación, convirtiéndola en única y, aunque fácil de juzgar desde fuera, difícilmente uno podría emitir un juicio adecuado a las circunstancias.

Sin embargo, sus pensamientos sobre sí mismo se vieron interrumpidos por el abrazo de Claire, sintiendo como su mundo se detenía por un momento ante aquel gesto familiar, transportándolo al recuerdo de una época más feliz: el día en que se prometieron. Aquella sensación de felicidad y orgullo que loe había invadido al tenerla entre sus brazos y saberla suya antes de que todo se torciera.

Pero el hechizo se rompió en cuanto ella se separó, sintiendo el anhelo por aquel amor perdido encendiéndose en su interior con fuerza antes de que volviera a someterlo a su control. No.

Se esforzó en volver a sonreír, negando suavemente con la cabeza.

- No pasa nada, tranquila. Todo está bien - aunque aquellas palabras fueron más dirigidas hacia sí mismo que hacia ella. Tras aquello, se puso en pie -. Creo que ya te he robado bastantes horas de sueño. Vendré a verte pronto y tú también puedes venir a buscarme cuando quieras, ¿vale?

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Nunca lo había pensado así.

Mirar los ojos de Waltz daba la impresión de una mirada madura, cargada de experiencias que solo el tiempo podía dar. Quizá era el rasgo más maduro del chico, además de su forma de ser y gestos. ¿Cuántos años le llevaría? ¿Sería quizá de la edad de Delora? ¿Más joven? ¿Más viejo? ¿De la edad de su madre? ¿Si se lo preguntaba pecaría de grosera? Stella se estaba debatiendo entre muchas cosas, pero decidió no preguntarlo. Al menos no todavía. En cambio, escuchó la explicación extendida del chico sobre la advertencia anterior que le había dado.

"Me enfadaría mucho", pensó Stella apenas Waltz la puso en un escenario imaginario algo complicado. Asintió con lo que el chico dijo también, concordando. De cierta forma, así se sentía con respecto a Phoisa. 

Pero entonces, se sorprendió al saber de lo que su poder podía ser capaz. ¿Era de esa forma? ¿Incluso alguien como ella que nunca había usado la magia podía ser capaz de algo así? Tragó saliva, entendiendo mejor a qué se refería Waltz y su sonrisa triste. Él había asesinado. Eso no la asustó realmente, aunque sí le hizo un nudo en la garganta. Ella no se imaginaba poder asesinar a alguien. Pero ¿y si pasaba con Phoisa? ¿De verdad podía pasar algo así siquiera? 

Con un poco de miedo, se hizo esas preguntas. Preguntas que claramente pudieron verse exteriorizadas en la contrariedad de su expresión. Aunque hizo un pequeño espacio para escuchar la respuesta a su otra pregunta. ¿Saberlo? Lo sabía. Casi al unísono, repitió en su mente al mismo tiempo que Waltz: "La hija de una traidora... yo... y al aprendiz que la...".

―Un momento ―apenas Waltz terminó, Stella se despegó de la puerta y lo miró, parpadeando. Estuvo así por unos pocos segundos antes de comprenderlo―. ¡Tú eres ese aprendiz! ―subió un poco la voz al darse cuenta de ello, aunque rápidamente se dio cuenta y la bajó, dando un paso hacia adelante― Entonces... tu maldición... ¿Tú también eres mestizo?

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Waltz se sobresaltó un poco cuando exclamaste sorprendida. ¿Y cómo no? Parecías haber cambiado de actitud de repente: entre estar meditando en el significado de sus palabras y luego reaccionar así... No pudo evitar reírse de nuevo, pasando lo que había pasado en las veces anteriores, solo que esta vez logró controlarse antes, por lo cual no fue tan malo esta vez.

Negó con la cabeza - No, no soy mestizo. Mis padres eran brujas también. Pero a una bruja solo la puede maldecir la portadora del Cristal Tenebrarum, así que por eso estoy así. Yo ayudé a Lady Parfait a derrotarla - aunque se veía triste.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

La chica se limpió las lágrimas y te escuchó en tono conciliador. Te miró nuevamente con gentileza y asintió con la cabeza - No te preocupes, no es que me haya incomodado. Por el contrario, tu visita me fue bastante satisfactoria. Gracias - sonrió con entusiasmo ante la promesa de un próximo encuentro, eso sumado a lo que le habías dicho de poder visitarte también.

- ¿De... de verdad? Está bien. Trataré de buscarte en algún momento - se le veía de mucho mejor humor -. Gracias, Alain. Espero que puedas romper la maldición pronto. De seguro podrás hacer más cosas que solo estar aquí - y aunque sonaba algo melancólica, no mostró demasiado el posible descontento que sentía.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Esta vez Stella pasó un poco por desapercibido que Waltz había sangrado de nuevo, quizá por la impresión de haberse dado cuenta de algo elemental. Así que él era la otra persona maldecida por Hildyr. No es que fuese complicidad, pero ahora se encontraba con una persona que compartía algo con ella que nadie más podría.

Lo que respondió Waltz causó más preguntas de las que respondió. 

Las brujas mestizas no pueden usar magia hasta los 18 años. Pero Waltz no es mestizo, así que aunque su cuerpo sea más joven, debería poder usar magia, ¿no? ¿Por qué no puede?

No tardaría mucho en preguntarlo.

―Pero Waltz, dijiste que no podías usar magia. ¿Por qué si eres brujo no puedes? ¿Es por tu maldición?

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Waltz parecía esperar la pregunta que le hiciste, así que no se exhaltó esta vez sonrió triste y empezó a hablar mientras miraba al techo rememorando algo.

- Así es. Mi maldición es la de Nunca Jamás. ¿Conoces el cuento de Peter Pan? - esperó un momento -. Bueno, no importa mucho. Peter Pan es un niño que no quería crecer, así que por eso mi maldición me hace permanecer así, sin importar el tiempo que pase. Además, para poder romperla debo encontrar mi sombra y a Campanita. Campanita es una caja sellada con magia y que solo tiene una llave. Ya te imaginarás quién tenía la llave. Mi sombra es mi magia. Por eso no puedo hacer magia, solo cosas muy sencillas - y suspiró alicaído.

- Hildyr se encargó de que sufriera mi castigo, ¿no crees? - sonrió con tristeza -. Era su estilo crear maldiciones prácticamente irrompibles y fuimos los afortunados que las sufrimos -.

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No conocía el cuento de Peter Peter, por lo que negó con la cabeza. Escuchó parte del cuento y las condiciones para romper su maldición. Imposible. Una maldición imposible como la mía.

Hildyr había sido muy mala. Demasiado. ¿Por qué hacer algo tan horrible a alguien que fue tu aprendiz? Por mucho que pudiese haberse sentido traicionada, quitar la magia a una bruja probablemente fuese una de las cosas más horribles que podías hacerle. Y sin embargo, eso la llevó a otra línea de pensamiento. 

Dio otro paso al frente, sin notarse con aquella timidez de hacía un momento.

―Tiene que haber una forma de romperla, ¿verdad? Mi maldición también era imposible de romper ―Stella se llevó una mano al pecho―. Tiene que existir una forma. Hildyr no puede salirse con la suya.

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Al principio parecía que tu entusiasmo contagiaría a Waltz, pero su melancolía era mucho más profunda. Suspiró y te sonrió con delicadeza - La hay. Debo encontrar Nunca Jamás y a Campanita. La caja y la llave. Es la única manera - volvió sus ojos al techo una vez más.

- Verás, como pago por haber ayudado a derrotar a Hildyr, el Rey Genaro instó que se inspeccionara todo el castillo en busca de esa caja. Incluso Lady Parfait asistió en esa búsqueda. No te lo digo porque me haya dado por vencido antes de dar la pelea, es porque la única persona que sabe dónde está esa caja ahora está muerta. Quisiera ser más optimista, pero han pasado diez años desde entonces - sonrió.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

¿En verdad era esa la única manera? ¿No había otra forma? Ella se negaba a aceptarlo. Delora le había ayudado a romper su maldición. Seguramente también habría una forma de romper la de Waltz; quizá interpretar la maldición de otra manera... o algo.

10 años...

¿Por qué sonreía? Eso de cierta forma le molestaba a Stella. ¿Por qué sonreír cuando se está triste? Él no tenía por qué esconder sus sentimientos. ¿Era eso o ya se había resignado? Pero si ella había podido romper su maldición después de tanto tiempo, seguro él también podría.

―¡Seguro la encontraremos! ―ahora ella también se tomaba en cuenta para ello― Eso... ¡o otra manera! Si yo pude, tú también podrás. Mi maldición era igual de imposible que la tuya... Ya me había resignado. ¡Pero ustedes me ayudaron a romperla! Yo no puedo hacer mucho... pero de ahora en adelante te ayudaré. Y cuando rompas tu maldición, quiero que me enseñes magia que solo un prodigio puede usar.

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

El entusiasmo que mostrabas parecía divertir a Waltz, quien te miraba con una sonrisa gentil. Había cosas que podías entender y otras que no. ¿Diez años para encontrar una caja? ¿Hildyr muerta siendo la única que conocía su paradero? ¿En verdad habría esperanza? La cara de Waltz mostraba que él ya no estaba dispuesto a seguir buscando.

- Stella, de verdad te lo agradezco, pero no hay otra manera. Yo conozco la caja. Hildyr fue lo suficientemente cruel para mostrármela. Pero como te dije, todo el palacio fue inspeccionado y no había rastros de ella. Por lo que sabemos, tal vez un secuaz suyo la tenga o algo así. Ser un prodigio despertaba envidias, así que ¿quién no le haría ese favor a su reina? Lo siento, pero no podré enseñarte magia - mencionó con una marcada tristeza en sus ojos. En verdad parecía que Waltz se había dado por vencido.