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The Marchen. Habitaciones de Fiorella. Cuatro días después del incidente.

Había sido un ingenuo al pensar que podría ir allí como las otras veces para lograr que la joven se sintiera mejor. Siempre había conseguido algo, que reaccionara, por poco que fuera, que tomara una resolución que le levantara el ánimo. O ser un paño de lágrimas para ella. Pero no aquella vez en que estaba perdida en sí misma en el mismo grado que retraída. O quizás sí hubiera algo a hacer pero él desconocía el qué o el cómo.

- Supongo que sí que es la única opción, ¿no? - murmuró en respuesta a las palabras de ella, pensando en su propia maldición. Había crueldad, sin duda, pero Alain era demasiado cuadriculado como para tomarse la justicia por su cuenta. Él creía en las leyes y en la justicia legal y la escena que se dibujaba ante sí tenía poco de aquello. No le agradaba. Y aún así... -. Puedes contar conmigo, lo sabes, ¿verdad? Y estoy seguro que también con los demás. No te dejaremos sola en esto.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Se vio bastante alegre de saber que la acompañarías. Ya no parecía tan asustada con la posible cercanía que tenían ambos - Estupendo. Gracias, Alain - y sonrió de nuevo. El simple hecho de salir parecía emocionarla. Debía de, en verdad, extrañar las caminatas al sol. Después de todo, era una joven bastante animosa en su naturalidad; un pájaro silvestre encerrado en una jaula podría ser una buena comparación.

Asintió - Por supuesto. Me gustaría saber más sobre ti. Si nuestra situación está ligada, creo que me sentaría bien conocerte mejor... Otra vez - rió suavemente por lo último que dijo, notando que tú sí sabías bien quién y cómo era, mas se notó nerviosa de nuevo cuando hablaste de Fiorella. Asintió de nuevo.

- Sí, Fiorella. Bueno, mis recuerdos de lo que pasó en Caelfall son borrosos, pero creo que los vi... Bastante cercanos. Aunque mis disculpas fueron porque fui yo quien los llevó allí. Lo lamento tanto... Esa extraña magia... Cuando me topé con los dos fue porque logré alejarme, pero poco después lo olvidé y volví a caer. Yo... lo siento - y sus iris empezaron a brillar mientras las lágrimas empezaban a escurrirse por sus mejillas. Los sollozos llegaron poco a poco y aumentaban. Sus manos temblaban. Al parecer, estaba reviviendo sus recuerdos de esas vivencias otra vez. ¿Era así cada que las recordaba?

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Conocerse de nuevo. Sonaba extraño para él y por un momento estuvo a punto de decirle que no creía que fuera buena idea. No porque no pensara en serio en que quería cuidar de ella sino porque se imaginaba lo que pasaría cuando recuperara los recuerdos. Probablemente le odiaría por todo lo que se había visto obligada a hacer por no haber cumplido él con el papel que por amor le hubiera correspondido. Y tendría razón.

Sin embargo, el nuevo Alain estaba aprendiendo a no ser egoísta así que por mal que le pesara pensar en lo que aquello podía desembocar, acabó por acceder con una sonrisa.

- Puedes preguntar lo que quieras. A no ser que mis respuestas actúen directamente sobre la maldición, te contaré todo lo que quieras saber - la conversación se alejó de terrenos apacibles para volver de nuevo hacia Caelfall, dejándolo pensativo pues sabía que la respuesta bien merecía que la reflexionara con calma, sobre todo al ver su reacción de nerviosismo ante los recuerdos que aquello evocaba -. Fiorella y yo acabábamos de conocernos. Creo que nos dejamos llevar por la magia, que actuó directamente sobre nuestra infelicidad y sentimiento de soledad - ¿eran cercanos? Sí, lo eran. ¿Pero tal y como imaginaba Claire? No lo sabía. Tal vez habían estado a punto de serlo. Sabía que su preocupación por ella le era desconocida previamente pero eso bien podría ser por los cambios que él mismo estaba teniendo en sí mismo antes que por ella. Además, estaba la muerte de Dante. Y, de algún modo, sentía que la misma iba a definir la relación con Fiorella para dejarla en el punto que ya habían alcanzado. Dudaba que ella estuviera en un momento para algo más y ni siquiera estaba seguro de si él estaba en ese momento -. De todos modos, eso no fue culpa tuya, fue culpa de Delora - sonrió un poco con sorna al recordar la conversación con la bruja antes de añadir -. Pero me alegro, porque eso nos permitió ponerte a salvo. Así que fue un buen error.

Angielle. The Marchen. Una semana después del incidente.

Era difícil identificarse con Annice respecto a sus sentimientos por la princesa. Stella pecaba de juzgar antes de conocer, pero esta vez no le parecía mal hacerlo. Por mucho que Annice sintiese lástima, Stella no justificaba de ninguna forma cómo alguien podría tirar a Annice a la calle. ¿Cómo la trataría la princesa en el castillo? Tal vez lo mejor era que Annice en verdad se hubiese ido de allí. 

Desahogarse de esa manera le había ayudado bastante. Ella nunca había disfrutado de tratar mal a nadie. Haber tenido que tratar a Annice de forma tan cortante mientras que con los demás era más agradable... Eso le dolía mucho. Por lo mismo, haber podido disculparse y decirle a la chica cómo se sentía, sus verdaderos sentimientos, fue liberador. Por suerte para ella, Annice era demasiado buena. La sorprendería un poco lo que la chica haría a continuación.

Se sintió feliz al ver que Annice de verdad quería ser su amiga. Cuando la chica extendió su mano y dijo su nombre, para presentarse, Stella miró la mano de Annice por un momento antes de, con un poco de timidez, y sonriendo un poco, extendía su propia mano para estrechar la de su compañera cocinera.

―Yo soy Stella... Stella Brewster ―se emocionó un poco por poder presentarse por fin, hasta el punto que las lágrimas volvieron a asomarse. Al mismo tiempo, no pudo evitar reír un poco, sintiendo gracia por lo atemporal del momento―. Es un placer.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Claire se vio ligeramente desconcertada por tus palabras - ¿A qué te refiero con que actúen directamente sobre la maldición? ¿Hay cosas que no puedes contarme? - y te miró con curiosidad ante ese hecho. Ella parecía desconocer los pormenores de la maldición realmente.

Claire se escuchaba triste y bastante arrepentida, pero controló sus sollozos para escucharte decir que no eran cercanos. Eso la sorprendió y escuchó con atención todo lo demás. Bajó la cabeza algo entristecida. Ella no parecía del todo conforme con lo que estaba escuchando y más aún al escuchar que culpabas a Delora, pero sonrió con lo último. Pudiste ver un leve color en sus mejillas.

- Nunca pude agradecerte por haberlo hecho, así que gracias por haberme ayudado, Alain. Tal vez habría muerto allá - y se perdió en sus pensamientos un momento -. Ahora que lo recuerdo... No sé muy bien cómo llegué allí, pero me topé con dos personas más estando allí. Eran un hombre joven y un hombre mayor, aunque el hombre mayor intentó resistirse y... - no pudo terminar la oración. Empezó a llorar de nuevo. 

Angielle. The Marchen. Una semana después de los incidentes (después de la reunión con los demás).

―Ya no dejaré que me impidan verte ―le respondió Stella al peliblanco, bastante seria. A pesar de que él lo había dicho medio en broma, para Stella era algo delicado. Había estado por días esperando para verle. Esta vez de verdad tendrían que obligarla para que no viese a Réamann. Y sería firme. No importaba si Parfait o Delora se lo prohibían de nuevo.

Cuando Réamann rio un poco, ella también lo hizo. Aunque se preocupó de nuevo al ver que se ponía mal. Ignoraba que probablemente por eso Parfait y Delora no la habían dejado ver a Réamann hasta ese momento, y que probablemente limitarían el contacto quisiera la pelinegra o no. Al menos hasta que Réamann estuviese algo más estable. Por irónico que fuese, la felicidad le hacía mal a Réamann en esos momentos. Aunque claro, Stella lo ignoraba.

―No permitiré que pase ―contestó Stella a la pregunta de Réamann, con bastante determinación. ¿Cómo evitaría que Réamann quedase afectado de por vida por su maldición? No lo sabía, pero lo haría. O al menos eso quería creer―. Si quedas débil, te curaré. La magia sirve para eso, ¿no? ―no estaba segura de ello. Estaba bastante lejos de estarlo. Sin embargo, quería creer que en verdad encontraría la forma de ayudar a Réamann, aun y si ella no sabía muy bien cómo aún.

Lo que Réamann dijo después de eso hizo que Stella se ruborizase un poco, y que sonriera. Viendo el intento que él había hecho por mover su mano, Stella se lo ahorró moviendo la suya y volviendo a tomar la del peliblanco.

―Ambos somos muy tercos, ¿verdad? ―después vino lo de Delora... y la mención de su familia. Réamann pudo notar al instante que algo sucedía con respecto a eso, dado que Stella se apagó por un momento. Aun así, hizo lo posible para no dejarse llevar, fingiéndose algo más molesta, quizá en tono de reproche, al saber que no podría dormir con él aún. Ella lo sabía... y sabía por qué. Por un momento se vio tentada a pedirle que la dejase acostarse con él un momento, pero reconoció lo egoísta que era eso. Lo último que quería era dar problemas al peliblanco o a sus compañeros. Suspiró. Tendría que resignarse por ahora― La señora Parfait dijo que la señora Delora me enseñará, sí ―eso claramente la emocionaba un poco. Como Réamann ya sabía, Delora era una ídolo para Stella. Era como un sueño hecho realidad que la bruja la instruyese―. Apenas aprenda a hacer algo, te lo mostraré ―le dijo, emocionada.

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

Fiorella y Ezio salieron ese día para enterrar el cuerpo de Dante y sin poder ir a la cocina o ver a Réamann, no era mucho lo que Stella pudiera hacer. Además, aún pesaba el hecho de tener a un Conall petrificado en su habitación. Eso y sumándole todo lo que Stella había escuchado en aquel poblado sobre su maldición y sobre Waltz.

Fuiste a hablar con Parfait, pero esta seguía durmiendo, así que solo pudiste preguntarle a Annice si podrías visitarlo. Asintió diciendo que justo había despertado hace poco y estaba preocupado por ti, así que aunque no podía levantarse, seguro se alegraría de verte. Con eso en mente, te recordó cuál era su habitación y volvió junto a Réamann con rapidez. El peliblanco aún no reaccionaba. 

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

Si hubiese sido por Stella, habría revocado a Annice de su tarea y habría sido ella quien atendiese a Réamann. Bueno, eso le había dicho a Delora un día antes, pero claramente había recibido una negativa. Solo podía sufrir en silencio... al mismo tiempo que Réamann.

Un foco de preocupación también había sido Waltz. Por lo mismo, aunque muy nerviosa y sintiéndose fatal, ese día decidió ver al chico. Le sorprendió saber que él estaba preocupado por ella. No sabía si él estaría precisamente contento de verla, y ella misma aún estaba medianamente recelosa ante él. No mucho, pero sí un poco. Había una pequeña espina clavada.

Después de caminar de un lado al otro por un momento, y de suspirar un par de veces, se decidió a dar un par de golpes a la puerta de madera antes de llamar.

―¿W-Waltz? Soy yo, Stella. ¿Estás... despierto?

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

¿A qué se refería? Buena pregunta. La verdad era que aquello era algo que había deducido él solo al ver las reacciones de Réamann o Dante al hablar de la maldición. Si bien era posible que Claire hubiera reaccionado como había reaccionado al verse atacada por un desconocido que la incitaba a responder preguntas que no entendía, también era probable que fuera una reacción frente a la maldición.

- Eso es algo que deberás aclarar con Delora o Parfait ya que yo no tengo la respuesta pero por lo que he visto, es bastante posible que si te intento hablar de algo relacionado con lo que has olvidado por la maldición, tu cuerpo reaccione de forma negativa a las palabras. Pero, son solo suposiciones, aunque tendría sentido. Si mi maldición impide que recuerdes nada hasta que yo le ponga solución, intentar que recuperes los recuerdos por otra vía sería como saltarse la maldición, ¿no? Entonces, lo más posible es que no sea posible.

Pero aquel tema volvió a quedar en segundo término al ver cómo la joven reaccionó ante los recuerdos que contenía, no por olvido sino por dolor, de lo acontecido en Caelfall. Sin decir nada, acercó la silla hasta ella para sentarse de nuevo y tomarla de la mano, tratando de respetar lo máximo posible su confort pero queriendo consolarla de algún modo.

- No puedo decirte que no pienses en ello. Las maldiciones, sean del tipo que sean, tienen consecuencias crueles... y por lo que pude ver y lo que cuentas, la de Caelfall no estuvo exenta de esas consecuencias. Pero Claire, no puedes culparte por caer en las garras de una maldición, porque alguien te hechizara para hacer precisamente lo que hiciste - se quedó callado un segundo antes de decir -. ¿Sabes quién era? El hombre mayor, digo. Podríamos buscar a su familia y explicarles lo que sucedió... a veces la verdad puede traer algo de paz, ¿no?

The Marchen. Habitaciones de Fiorella. Cuatro días después del incidente.

- No hay mucho más, lo demás es simplemente imposible. - Se encogió de hombros antes de incorporarse un poco, cogiendo un trozo de bizcocho de la bandeja de desayuno antes de partirlo y ofrecerle uno a Alain, mordiendo ella el suyo con desgana mientras pensaba que decirle. 

- Lo sé, siempre has estado ahí para ayudarme. Pero por desgracia esto es algo que al final sólo puedo superar yo, para bien o para mal. - Suspiró con cansancio antes de pasar una mano por el pelo para echárselo hacia atrás para apartárselo de la cara. - Pero aún así, te agradezco el esfuerzo.-  Dijo antes de llevar su mano a la mejilla de Alain y pasar un mechón por detrás de su oreja. 

The Marchen. Habitaciones de Fiorella. Cuatro días después del incidente.

Le hubiera gustado animarla a mantenerse optimista pero lo cierto fue que le era imposible hacerlo. Hubiera sido el sumun de la hipocresía o tal vez de la tiranía pedirle que tras todo lo sucedido tratara de ver el lado bueno de las cosas. De modo que cabeceó en señal de asentimiento y se hubiera marchado si no fuera porque le ofreció el bizcocho.

Lo tomó entre las manos, sin demasiado apetito pero al ver como la joven se disponía a comer decidió que no podía hacer otra cosa que imitarla, de modo que arrancó un pedazo para llevárselo a la boca mientras Fiorella declaraba que superar aquello dependía de ella. Quiso decirle que no era cierto, que podía contar con los demás para apoyarse en lugar de encerrarse en el dolor. Pero de algún modo sabía que sus palabras no le llegarían. Hiciera lo que hiciera, sentía que se había vuelto inalcanzable.

Aún así, sonrió cuando sintió el contacto de ella, sintiendo cierta ironía ante el hecho de que ella tratara de consolarlo a él por sus pésimos intentos de animarla.

- Yo siempre me esfuerzo en lo que hago.... pero cuando se trata de ti, no es ningún esfuerzo, Fiorella. Eres mi amiga y si algo he aprendido desde que estoy aquí es a no dejar solo a alguien cuando necesita ayuda. Por eso, voy a estar aquí para ti, Fiorella - anunció, poniendo una mano en su cabeza en un gesto que pretendía ser cariñoso -. Si quieres llorar, si quieres hablar, si quieres compañía aunque sea en silencio. Incluso si quieres enfadarte con alguien. Llámame y estaré aquí a cualquier hora del día o de la noche.

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

Waltz no se levantó precisamente a abrir la puerta pero sí escuchaste su voz - Adelante - a través de la puerta. 

Al abrir, notaste que las cortinas bloqueaban la luz y que Waltz estaba en su cama con algo de sudor en su frente. Tal vez por las heridas. En la mesita junto a su cama había una pequeña jarra con agua junto a una toalla mojada. Waltz tenía vendada toda la parte del hombro y el torso. Las vendas se teñían ligeramente de carmesí, pero no era nada demasiado malo,o al menos no tan malo como la noche anterior. De seguro el chico seguía bastante débil.

Viste que tenía sus enormes y rojos ojos abiertos mirándote con una cansada sonrisa. Dijo con timidez - Me alegra que... Te encuentres bien - y aunque parecía querer decir más, se quedó en silencio, inseguro de cómo tomarías sus palabras. 

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

No se esperaba realmente que el chico le abriese la puerta. No creía que pudiese. Lo que sí hizo fue entrar con mucha timidez cuando este le dio acceso a su habitación. Abrió la puerta y solo dejó una rendija por la cual mirar. Como una criaturita asustada, metió las manos por esa rendija y la abrió un poco más, asomándose con curiosidad para ver lo que había adentro. Primero se topó con Waltz en ese estado. No pudo evitar contener el aliento. De la misma forma, su mirada, a través de la rendija, no tardó en encontrarse con la de Waltz. Él le sonreía y era amable. Las manos de Stella apretaron la madera de la puerta por un momento. Se tomó unos cuantos segundos en los que solo tomó aire antes de, por mero impulso, abrió rápidamente, se metió en la habitación y cerró la puerta igual de rápido, pegando su espalda a esta. No le pudo mantener por mucho la mirada al pelinegro, sintiéndose muy pequeña.

―¿Te... te duele mucho? ―fue lo único que pudo preguntar Stella. No lo dijo con hostilidad ni nada por el estilo. Más bien era todo lo contrario. De verdad se sentía muy culpable.

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

Waltz vio cómo te acercabas y te sonrió. Escuchar tus palabras era casi un reflejo de las suyas y este hecho lo hizo reír. Después de una risita, se quejó del dolor y se llevó la mano a la herida para hacerse un poco de presión. Algo de sangre salió de la herida y Waltz se estremeció un poco, pero no fue sino un momento. Era increíble recordar que Waltz estuvo a punto de morir el día anterior y que lo habías visto desangrarse frente a ti. Ahora reía, aunque fuera débilmente.

- Solo duele cuando hago esfuerzos, pero estoy bien. He estado peor - sonrió -. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo están todos? -.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Claire te escuchó con atención mientras explicabas cómo era que creías que funcionaba. En ocasiones parecía deliberar consigo misma sobre lo que le decías, otras veces asentía sin decir nada, pero aquello de los recuerdos la dejó más pensativa que lo demás - La verdad es que, aunque he intentado recordar, no llega nada a mí. Creo que incluso si me contaras algo sobre mi vida, no podría recordar nada. Mi único recuerdo es estar junto a una mujer y estarle pidiendo perdón a alguien... No me hace sentir nada bien ese recuerdo - suspiró un tanto triste.

Claire lloraba discretamente, aunque se le veía bastante triste. Apenas te escuchó, pudo controlar su llanto y te miró con una cara un tanto triste. Te sonrió - Gracias, Alain. Eres muy gentil - y aunque con la voz quebradiza, se quedó pensando en lo que le decías.

- No recuerdo mucho, pero sé que el chico tenía ojos azules y se llamaba Conall. El hombre se llamaba Sean - y bajó la mirada de nuevo -. No puedo recordar nada más. Ellos fueron separados y Conall cayó presa de la misma magia que yo. Pude ver lo que le hicieron al hombre a pesar de eso - y bajó la cabeza triste.

Angielle. The Marchen. Un día después después del incidente.

Al menos está ríen... DOOOOOOOO. 

Los ojos de Stella se abrieron mucho al ver que la herida de Waltz sangraba. Él decía que estaba bien. Solo por eso no le dijo nada, pero de verdad se asustó. Su corazón se había acelerado. 

―No todos están bien. Pasaron cosas tristes ―Stella no pudo ocultar eso. Ella misma se sentía triste por todo lo acontecido―. Pero yo estoy bien... gracias a ti. Solo me duelen un poco los pies, pero estoy bien. 

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

Apenas te escuchó hablar, sonrió de nuevo - Es cierto. Pasaron cosas tristes. Annice me contó lo que le sucedió al hermano de Fiorella. Es una lástima que no todos lo hayamos logrado - se vio triste un momento -. Pero me alegra saber que estás bien. Corriste muchos riesgos estando allá, ¿sabes? No todas las brujas son como Delora y la que te atacó estaba dispuesta a matarte - y es que era un pequeño regano de su parte, aunque era gracioso que te regañara alguien que se veía mucho más joven que tú.

- Ya puedes hacer magia, ¿verdad? Me encantaría verte hacer algo - y sonrió con calidez. Era el mismo Waltz de siempre.

Medianoche. Habitaciones de The Marchen

Se quedó callado, sintiendo un leve vértigo al escucharla hablar de su recuerdo. Junto a una mujer, pidiendo perdón. ¿A su padre o a él? Daba igual, se obligó a pensar. No importaba a quien le pidiera perdón, lo que era evidente era que los recuerdos de Claire no iban a ser agradables cuando los recuperara, con todo lo que implicaban para sí.

Decidiendo que aquel sería un tema que ya afrontarían en el futuro, se centró en Caelfall, algo que parecía angustiar a la joven más que muchas otras cosas. En realidad, tenía sentido pensar que si no recordaba nada y lo poco que retenía eran recuerdos terroríficos, su reacción ante todo fuera de temor y fragilidad. Aunque aquella chica sin presencia de ánimo no fuera la Claire que él recordaba.

- No creo que nadie me haya llamado nunca gentil - acabó por decir, sonriendo, dándose cuenta de que, a pesar de todo lo vivido, últimamente le empezaba a ser más fácil sonreír -. Sobre lo que dices, esos dos hombres. Podría preguntar a los guardias si hay alguna denuncia de desaparición de un hombre llamado Sean - se la quedó mirando antes de apretar ligeramente su mano para atraer la mirada de nuevo hacia él -. Claire, el problema es que ahora mismo no tienes buenos recuerdos a los que recurrir cuando sucede algo triste o malo y por eso te centras sólo en lo negativo, lo que lo hace aún más doloroso. Necesitas distraerte. Vendré a verte siempre que pueda y te traeré libros de la ciudad, ¿vale?

Angielle. The Marchen. Un día después del incidente.

La mención de Dante hizo que Stella apartase la mirada. Aún no se le pasaba la culpabilidad por haberse sentido como lo había hecho el día anterior. Aunque lo que rápidamente la sacó de eso fue lo que Waltz dijo después. No era justo que él le hablara así. Estaba bastante lejos de serlo.

―No es justo... ―murmuró Stella, mirándolo con timidez― No puedes decirme eso.

Y luego vino lo de la magia. Era cierto. Según Delora, ya podía usar magia, pero no es como si supiera cómo en primer lugar. Si bien se sentía un poco diferente, nada había cambiado realmente. O al menos así ella lo percibía.

―Aún no sé hacer nada. Me dicen que tengo magia, pero no siento que mucho haya cambiado... ―a diferencia de Waltz, Stella se escuchaba bastante más tímida y recelosa aún.