Partida Rol por web

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

En la soledad de la ducha, cuando vio aquél destello verde en su muñeca derecha y vio que se trataba de una hoja, aquello que por tanto tiempo había buscado y del que parcialmente se había rendido... esa imagen que representaba que estaba un paso más cerca de liberar su maldición. Réamann se quedó inmóvil pensando que debía estar dormido o era una alucinación por haber bebido anoche. Lo tocó, era real.

No se dio cuenta, pero luego de tanto tiempo de no hacerlo o de haberlo reprimido para no ponerse peor, el peliblanco comenzó a llorar. Su sollozo era completamente silencioso, solo el torrente que surcaba sus mejillas y ojos temblorosos por lo que había sucedido. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué acto de amor había hecho? Su mente se agolpaba en pensamientos sin orden recreando lo ocurrido anoche y lo que había dicho o hecho, pero no encontró nada fuera de lo normal que él no hubiese hecho. Claro, el alcohol había influido, pero... ¿Tanto había impactado Stella? Era consciente que fue su parteaguas y lo único que podía sentir por ella en esos precisos instantes era un agradecimiento infinito que aceleró su corazón. 

Lo había logrado, no tenía dudas de que fue por ella.

Sin esperar y apresurándose, terminó de bañarse para verla. Debía seguir en su cuarto, eso esperaba. Réamann se cambió sin secarse bien, por lo que salió con la ropa limpia y húmeda para dirigirse a su habitación con las prisas que él mismo se podía permitir, no debía correr ni cansarse; pero es que ni siquiera él mismo sabía qué hacer o decir. Estaba emocionado.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Verle tan claramente (o no realmente, ya que todo le estaba empezando a dar vueltas). Mientras escuchaba la voz de Réamann, Stella se sintió un pancito relleno siendo apretujado; se tuvo que llevar ambas manos a la boca, por mero acto reflejo. Resignada y tirándose de nuevo en la cama, hizo caso a las palabras de Réamann que casi habían parecido ser proféticas.

Quedarse, así que se quedaría, ¿no? Pero solo iba a quedarse porque se sentía un poco mal. No habían otras razones para quedarse. No es que quisiera especialmente quedarse. Porque... se había quedado toda la noche, ¿verdad? ¡Toda la noche! No quería quedarse y... ¿¡Y si alguien la veía acostada en la cama de Réamann!? No sabía cómo reaccionaría a algo así. Cerró los ojos, por fin quitándose las manos de la boca. Sus preocupaciones eran varias, pero una más grande que toda surgió cuando Réamann le hizo aquella pregunta; Stella dio un pequeño saltito sobre la cama. Abrió uno de sus ojos y vio a Réamann de espaldas. ¿Que si recordaba algo de la noche anterior? Su corazón se aceleró. Quizá la pregunta tendría que ser otra...

―C-ca... casi todo...

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Cuando escuchó aquello, Réamann literalmente se petrificó  y sin hacer amago de mover la perilla. Recordaba una estatua que podría haberse puesto ahí para dejar a la chica incauta en la habitación sin poder salir. El peliblanco se quedó así durante bastante tiempo que podrían haberse interpretado por varios minutos hasta que se vio que inhalaba profundamente y movió su mano a la perilla para girarla.

-Bien... yo también lo recuerdo todo, Stella-su voz era monótona, no se notaba nerviosa o con alguna emoción. Sin embargo, por fin se animó a voltearse levemente y, aunque toda su faz era la expresión vacua de siempre, sus ojos estaban brillando con una emoción oculta-. ¿Podemos hablarlo cuando vuelva? Te traigo un té o café, lo que me pidas.

Abrió la puerta sin darle oportunidad a la pelinegra de contestar, tampoco de que lo hiciera porque la cerró con cuidado. ¿Esa era su manera de estar nervioso? Sin embargo...

... no pasaron ni 10 minutos cuando se escucharon pasos apresurados acercarse y la puerta de su habitación de abrió bruscamente. Réamann entró agitado, con ropa limpia pero húmeda, incluso su cabello estaba aplanado por el agua que no se secó y sus ojos estaban ... ¿Había llorado? Sus ojos recorrieron la estancia hasta verla, necesitaba verla.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Stella estaba muy nerviosa, a la par de mareada. Lo había dicho... En verdad lo había dicho. ¿Quizá lo mejor hubiese sido no haberlo hecho? Eso se lo preguntó durante los minutos que Réamann se pasó petrificada. Ella no dijo nada, solo lo observó algo nerviosa y temerosa... Así que él también lo recordaba todo. La chica tenía sus ojos ligeramente llenos de lágrimas. ¿Hablarlo, cuando volviera? Pero ella... No, no tuvo tiempo de siquiera negarse.

Los minutos que Réamann se pasó en la ducha, ella se los pasó nerviosa. Apenas se sentía un poco mejor, pero no lo suficiente para levantarse. Sentía su cuerpo apaleado... ¡y no podía dejar de recordar lo que había sucedido la noche anterior! Por eso, cuando la puerta de la habitación se abrió de forma brusca, Stella dio un salto sobre la cama que casi hacía que se volviese una fuente andante. Rápidamente se sentó sobre la cama y observó a Réamann con sus ojos bien abiertos. Su cabello húmedo y su ropa... Oh, el corazón de Stella volvió a acelerarse. Sin poder evitarlo, se ruborizó un poco.

―¿Pa-pasó algo, Réamann?

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Ver que no se había ido y que seguía ahí, provocó que el corazón de Réamann se acelerara y debiese respirar con mucha fuerza. Dejó la puerta abierta, entrando hasta llegar a la cama para abrazarla directamente olvidando que su ropa estaba mojada. La abrazó con fuerza, con un afecto tan fuerte que podría a sorprender a cualquiera que pasase por ahí. ¿Ya no estaba borracho, no? ¿Por qué lo estaba haciendo?

Sin embargo, Stella podía sentir que el joven estaba temblando un poco, pero no era por frío porque su piel se sentía cálida. Y de súbito, debió sentir unas gotas caer en su hombro; podrían haber sido de su cabello, pero se sentían húmedas. ¿Eso significaba que...?

El caballero tomó distancia, manteniendo su cabeza abajo y aún permaneciendo en su cama, en esa posición levantó la manga de su mano derecha para mostrar su pulsera de serpiente y... ahí se veía una hermosa hoja que colgaba de la cabeza del animal.

-Apareció... apareció una hoja-masculló Réamann con su voz cortada, pero ahora sin ocultar sus emociones. Era un manojo que se podía ver indefenso y débil frente a Stella.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Definitivamente se estaba comportando de forma extraña. Stella, por un momento, se preguntó si no había ido a tomar algo más de hidromiel; ¿le gustaría tanto para llegar a ese punto? Lo que no se esperaba, no esa mañana, no en esas circunstancias, no después de lo que había pasado, es que de repente Réamann se abalanzase hacia ella para abrazarla. Eso la sorprendió mucho y la dejó sin palabras, además de muy nerviosa y avergonzada. En verdad no sabía lo que estaba sucediendo. Se encontraba muy confundida. Sin embargo, sintió algo cálido caer sobre su hombro, así como a Réamann temblando. ¿Qué estaba sucediendo? Stella se estaba asustando. ¿Quizá lo que había pasado la noche anterior lo había lastimado de alguna forma?

Fue, entre las infinitas interrogantes que Stella se hacía, que Réamann se levantó la manga, enseñándole su pulsera. Había algo... diferente. Su aletargada mente tardó en saber lo que estaba sucediendo, hasta escuchar la quebradiza voz de Réamann, algo que nunca había escuchado. No pudo menos que llevarse una mano a la boca. Su maldición, eso quería decir... 

Los ojos de Stella se llenaron de lágrimas. Antes de darse cuenta, ya estaban corriendo por sus mejillas. Poco a poco quitó la temblorosa mano de su boca, desvelando una pequeña sonrisa. Estaba intentando reprimir las lágrimas, pero no podía... Ella estaba... muy feliz por Réamann.

―Te dije que te ayudaría, ¿no es cierto? ―Stella no pudo detenerse, sintiendo como sus propias lágrimas le caían en el regazo.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Réamann no podía hablar, embargado de un sin fin de emociones que se agolpaban en su pecho, por lo que se limitó a asentir ante lo que la pelinegra decía  y se quedó así, medio arrodillado en su cama mientras continuaba temblando. No sabía si gritarlo por toda la taberna, buscar a Garlan y a Jurien, hablarlo con Parfait, comenzar a trabajar o ir a comer... pero no, su cuerpo no le respondía porque realmente no sabía qué hacer. Debido a que estaba cabizbajo, Stella no podía ver que continuaba llorando en silencio; pero las gotas que caían en las sábanas evidenciaban el mar de emociones que se desbordaba. 

-Gracias, Stella, gracias-susurró tomando una mano de ella para besarla y mantenerse así por un poco más de tiempo. Tal vez le daba pena que lo viesen así de sensible, tal vez se estaba desahogando por todo lo que había pasado; pero se podía ver que el joven estaba feliz.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Ella estaba muy feliz de que Réamann se abriese a mostrarle esos sentimientos. Ella no lo veía frágil, para nada. Él se estaba desahogando. Había pasado por tanto; ella había sido testigo de qué tanto había sufrido por la maldición gracias a los últimos días... Se sintió enternecida, feliz, aliviada; muy feliz por él. Se le acercó, algo tambaleante, y lo abrazó con firmeza. No estaba borracha, pero en ese momento de sobriedad, no le avergonzaba abrazarlo.

―Ahora todo estará bien ―le susurró, sin dejar de abrazarlo. La chica empezó a acariciarle el cabello a Réamann. Cerró sus ojos y así se mantuvo, mimándolo. Lo haría hasta que él se calmase. No importaba cuánto tiempo pasase. Quería hacerle saber que ella estaba allí para él.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

No supo cuánto tiempo pasó en que estuvo así. Podrían haber sido unos 10 minutos o una hora, pero Réamann sabía que sí fue un lapso considerable aunque no llegaba a los 60 minutos; tal vez media hora, minutos más minutos menos. Se dejó abrazar por la chica, ahora él acurrucándose en ella para dejar fluir sus emociones. Una vez pasado aquello, el joven se incorporó lentamente mientras se limpiaba la cara. Por fin se animó a alzar su cara y sus ojos estaban irritados, pero ya no había rastro de lágrimas y parecía volver a su expresión vacua de siempre. Suspiró y sonrió de lado.

-Disculpa, esto me superó-confesó alzando su vista al techo y luego para voltear a la puerta-. Buscaré a Parfait. Deberías comer algo, tu estómago vacío podría repercutir. Te prepararía algo, pero soy mejor encontrando comida silvestre y preparar hidromiel-se encogió de hombros y se acomodó en la cama para no estar en una posición que le lastimara-. Me gustaría que me acompañaras, pero es tu decisión y creo que mereces un espacio por lo que ocurrió anoche-miró la hoja que brotaba de la boca de la serpiente-. Pero eso no quiere decir que lo que dije anoche haya cambiado. Sin embargo, respetaré tus decisiones.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Stella no dejó de abrazar a Réamann durante todo el tiempo que transcurrió. Ella eventualmente se calmó, pero no dejó de acariciar al peliblanco hasta ver que ya estaba mejor. Ese lapso de tiempo, largo o no, pasó volando para la pelinegra. No hubiese pensado al llegar a The Marchen, que aquel mesero alto y grosero, terminaría siendo consolado por ella algún día, y que podría ayudarle. Eso la hizo sonreír.

―Está bien ―le contestó Stella a Réamann, negando con su cabeza, una vez este volvió a hablar. Dejó de abrazarlo para que él se acomodara, quedándose ella en donde estaba. Escuchó todo lo que dijo con una pequeña sonrisa. Cuando el chico terminó de hablar, Stella negó una vez más con la cabeza―. Quiero ir contigo ―anunció la chica, mirándolo directamente a los ojos―. Lo que dije anoche... tampoco ha cambiado. Te dije... ―pero pensar en lo que ambos se habían dicho, mientras estaban acurrucados... No pudo más. Apartó la mirada, algo ruborizada― Estoy bastante decidida ―decir eso la avergonzaba, pero no se arrepentía de decirlo.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

A pesar de la insistencia de Réamann, Stella se rehusó a comer algo. Eso solo retrasaría su charla con Parfait, lo cual no era una opción. El peliblanco debió subir despacio las escaleras al segundo piso, ya que la poción había perdido su efectividad los últimos días. La habitación del hada era la última del piso, por lo cual tocaron con discreción. Era bastante temprano esa mañana, así que la mayoría de los residentes se encontraban dormidos.

- Adelante - dijo Parfait con su voz amable como siempre. Abrieron la puerta y se encontraron a una Parfait que leía un libro junto a la ventana.

Tal vez era la primera vez que entraban a su habitación, pero era diferente a las demás. Era más iluminada, un poco más grande y con unos colores pastel, reflejo de la personalidad de su dueña.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Réamann abrió la puerta lo suficiente para que Stella pasara primero, haciéndole con señas que así fuera. Una vez que ella entrara (o se negara debido a lo terca que es) él ingresaría y una vez que los dos estuviesen juntos, cerraría la puerta para guardar discreción. El peliblanco estaba un poco reacio a que alguien escuchara, aunque la mayoría estuviesen dormidos y no se despertarían por una simple conversación.

-Buenos días, Parfait, espero que no te molestemos-caminó un poco, mirando de reojo la muñeca oculta tras su camisa de manga larga-. Hay algo que me... nos gustaría que supieses. ¿Puedo acercarme? 

Era extraño verlo con sus ojos irritados y el resto de su cara indiferente. 

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Stella pasó cuando Réamann se lo indicó, un poco nerviosa. Apenas el peliblanco entró, ella se quedó junto a él, después de hacer una pequeña reverencia a Parfait. No se mostraba tan nerviosa por haber entrado al cuarto del hada; días antes lo había hecho. Por lo que realmente estaba nerviosa, era por el asunto que Réamann trataría. 

Se quedó en silencio, demasiado avergonzada para mirar a Parfait a la cara por demasiado tiempo.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Parfait cerró el libro de tapa roja que estaba leyendo apenas los vio y se acercó a ambos tras dejar el libro sobre la silla en que estaba sentada - Por supuesto que no. Pueden pasar. Es solo que me gusta tomar el sol mientras leo un rato. ¿Qué sucede? - se veía un poco confundida. Miró las reacciones de Stella, la forma en que Réamann se encontraba y por un momento, se vio una expresión bastante indescifrable en su rostro.

- Por la cara que traen, juraría que pasó algo anoche mientras bebían. Yo sé que Jurien y Garlan son tus amigos, pero pueden decirme. Sin importar lo que sea, los apoyaré - ¿en qué estaba pensando?

Se acercó aún más y miró sus ropas. Trató de fingir que no sentía curiosidad por aquello, pero el hada parecía ser un poco mala para ocultar lo que sentía.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Réamann permaneció imperturbable mientras Parfait les observaba. Volteó a ver de reojo a Stella y le puso una mano en su cabeza como si quisiera despeinarla, aunque lo hacía con suavidad para no lastimarla. Después regresó su atención a la hada e inhaló profundo.

-Pues sí pasó algo... o eso creo... no sabría decirte cómo fue-el peliblanco titubeaba, algo extraño en él; pero no dejó de ver a la pelilavanda en ningún momento-. Pero... lo que sabemos es que sea lo que sea, provocó esto-dejó de mover el cabello de Stella y estiró su brazo, el cual comenzó a temblar levemente. Jaló de la manga y así Parfait podría ver que su pulsera ya tenía una hoja-. Me di cuenta poco después que me desperté, mientras me bañaba. Yo... yo creo firmemente que todo ocurrió gracias a Stella, ella y yo...

Y de súbito calló, desviando un poco la mirada mientras sus mejillas adoptaban un pequeño rubor. Su cara continuaba indiferente, pero se podía ver que estaba levemente feliz con todo lo que estaba pasando.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

¿Réamann le había puesto una mano en la cabeza? Eso no le incomodaba, en lo absoluto. Pero no podía evitar que el rubor le subiese aún más. ¿Por qué de repente era tan cariñoso? Por si fuera poco, estaba nerviosa y, cuando Réamann empezó a hablar del tema que los había llevado hasta allí, más nerviosa se puso. ¡Y Parfait había dicho cosas que no ayudaban!

Miró de reojo cuando Réamann volvió a mostrar el brazalete. En verdad no se lo creía; ¿en verdad solo faltaban dos actos más de amor para que Réamann fuese libre de su maldición? Aunque, lo que aún no procesaba del todo, y lo que la avergonzada del todo, era que el peliblanco creyese fervientemente que era gracias a ella.

―N-no creo que haya sucedido solo gracias a mí, n-no podríamos estar seguros, ¿verdad? ―de forma atropellada, se volvió hacia Réamann y Parfait― P-pero es verdad que Réamann y yo... Él y yo... ―Stella apretó sus puños― É-él y yo... Novi... ¡N-no es lo que quise decir! ―la pelinegra levantó sus manos y las agitó. Estaba por echar humo de las orejas.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Parfait siguió todos y cada uno de los movimientos de Réamann, observando con atención la pulsera y al ver aquel brillo verde, no pudo sino acercarse con ilusión en el rostro. Tomó la mano de Réamann con delicadeza y la examinó con cara de sorpresa y alivio. Se abrazó a ambos sin pensarlo mucho y se hizo hacia atrás.

- Lo siento, me dejé llevar, pero felicidades, Réamann. Estás un paso más cerca de romper tu maldición - y cuando siguieron explicando el cómo, Parfait los miraba con cierto entendimiento y algo de gusto -. Bueno, me alegra haber hecho entonces lo que hice - y rió. Parecía que ese comentario era más para sí misma que para los dos.

- ¿Entonces los dos lo hicieron o no? Bueno, si crees que fue un acto de amor, tal vez venga derivado de eso. Abrir tu corazón al amor. Lo mismo tú. ¿Has sentido algún cambio? - miró a la chica con atención. Casi como si la examinara detenidamente.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Sentir el abrazo de Parfait reconfortó un poco a Réamann. Él había perdido a su madre cuando era muy pequeño y sentía que así debería ser, aunque fuese una sensación similar. La hada no había hecho otra cosa más que procurarlos para que pudiesen llevar una vida tranquila y por lo mismo quería enseñarle que había aparecido una de las condiciones para liberarse de la maldición, estando un paso más cerca de lograr su cometido.

Cuando mencionó que se alegraba de haber eso eso, una ceja se enarcó levemente en el rostro del peliblanco; no obstante, no comentó nada al respecto hasta que se retomó el tema de por qué habría aparecido ese detalle en su pulsera.

-Pues... anoche bebimos todos de más y... se puede decir que sí, me abrí con ella. Me sentía como cuando estaba sano, antes de que...-cerró sus ojos, sabiendo que no debía decir de más y esperaba que las dos comprendiesen a qué se refería-. Pero puedo decir que me siento bien y cuando supe que era correspondido, fue... me sentí aliviado-y permitió que Stella continuase hablando, pues le habían hecho una pregunta directamente. Recordaba un poco de lo que ella le había dicho anoche, pero no era momento de tocar esos temas. La pelinegra era un manojo de nervios, por lo que puso una mano en su hombro para animarla.

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

¡Parfait los había abrazado! ¡Un abrazo de Parfait! El corazón de Stella estaba demasiado acelerado; ¿serían sanas tantas emociones sin haber desayunado? Estaba enfrascada en eso, por lo que ni siquiera había notado las extrañas palabras que Parfait había dicho, limitándose a escuchar las de Réamann, con una pequeña sonrisa.

―Co-correspondido... ―por alguna razón, parecía feliz por eso― ¿Ha... Hacerlo? ―eso que Parfait había dicho sí la había devuelto a la tierra. ¿Hacerlo? ¿Hacer exactamente qué? ¿Qué deberían haber hecho? Sintió su corazón acelerarse aún más, sobre todo cuando le preguntaron sobre algún cambio― Amor... Ca-cambio... Parfait-sama, ¿a-acaso quiere decir...? ―miró a Réamann con una mano en el pecho, muy tímida― ¿É-él puede ser...? ―y miró a Parfait, con un brillo en sus ojos― ¿Cómo podría... saber si algo... cambia?

The Marchen. Nueve días después del incidente en Caelfall.

Parfait los miró con ternura cuando entre frases incompletas y balbuceos explicaban la naturaleza de la situación. Juntó las manos emocionada con una sonrisa - Bueno, los felicito a ambos. Me alegra saber que así sea - rió.

Cuando Stella empezó a balbucear, a decir lo que podrían tomarse como incoherencias, Parfait solo asentía, casi como si realmente lograra seguir la conversación, ¿o solo pretendía hacerlo?

- Ciertamente puede ser, ¿no crees? - y miró a Stella sonriente -. La verdad no lo sé, por eso lo preguntaba. Verás, no todas las maldiciones son iguales. Algunas tienen manifestación física como la pulsera de Réamann, pero otras como la tuya no se ven. Tal vez habría que buscar alguna respuesta en su cuento origen. ¿Lo recuerdas bien? ¿Qué pasó cuando la chica logró romper la maldición al fin? Puede ser algo referente al cuento del que proviene, o puede ser algo diferente. Una oleada de calor, un desvanecimiento, algo similar - después de disvariar un rato, volvió a mirar a Stella.

- Dime, ¿has percibido algo así? Lo otro sería que intentaras hablar con Annice, pero no queremos que muera en el intento - y rió como si aquello fuera gracioso.