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The Marchen. Ocho días después del incidente en Caelfall.

Al ver que Garlan no lo dejaría ayudar a cargar el barril, el peliblanco simplemente observó cómo sacaba aquella bebida y era seguida por Jurien que buscaba los vasos. Antes de salir de la bodega, se acercó a Stella y le susurró.

-Solo un momento, después te retiras; se que esto es difícil para ti, por eso que sea por unos breves momentos. Si de verdad deseas irte eres libre, no te quedes por culpa.

Después salió y esperó a que la chica saliese para cerrar la puerta y dirigirse a uno de los asientos de la barra, mirando de manera rara cómo servían aquél líquido dorado. Tomó una de las copas llenas sin derramar aunque estuviesen casi al borde y la alzó un poco. No tanto como la rubia, pero sí para que fuese un tipo de brindis.

-Por la mejor bebida que pudo haber existido-sí que era un fanático de la hidromiel. Aunque lo expresó tan indiferentemente que podría pensarse que lo hizo para molestar a otros.

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Con una carente falta de alegría, Stella se sentó en la barra. Aunque Réamann le hubiese dicho eso... ¿Cómo se sentiría si la chica se iba después de que la invitara? Además, podía hacerlo. Una nueva determinación nacía en Stella. Era solo acompañarles. No tenía que socializar mucho con ellos, solo acompañarlos. Si hacía solamente eso, todo estaría bien.

Alzó su bebida cuando todos los hicieron aunque, de lejos, sin tanto ánimos como los tres. Solo la levantó un poco, con una media sonrisa. Luego de que brindasen, se llevó el vaso a la boca y dio un pequeño sorbo a la bebida. Si semblante cambió de golpe. Parecía gustarle. Nunca solía beber hidromiel, pero siempre que lo hacía debía reconocer que tenía buen sabor, y esta en especial... Stella tomó un poco, mirando atentamente a los demás.

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Garlan miró a Réamann y dijo - Solo porque el barril es tuyo, pero la mejor bebida es la cerveza - y brindó igual que los demás para beber un enorme trago. Un fino hilo de cerveza bajó por la comisura de sus labios cuando, en segundos, el vaso ya iba por la mitad. Suspiró y Jurien lo miraba con enojo. Este alzó los hombros con desconcierto, y esta le mostró con un gesto que tenía hidromiel por el rostro. El rostro de este enrojeció de golpe y buscó una servilleta para limpiarse velozmente.

Jurien imitó la hazaña de Garlan con un poco más de gracilidad y bajó el vaso. No dijo mucho, pero este ya iba a la mitad también. Ella no parecía siquiera alterada y miró al peliblanco retándolo a hacer lo mismo.

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Mientras Garlan se limpiaba por haber derramado su bebida y Jurien retaba a Réamann a que bebiese, pudieron ver que el vaso del peliblanco ya estaba casi vacío. No se veía rastro de que hubiese derramado o tirado, por lo que sí lo había bebido. Se veía fresco y tranquilo. ¿Era posible que lo bebiese como si se tratase agua? Pero su mirada se enfocó en Garlan y suspiró.

-Me sorprende que aún no reconozcas ni admitas la verdad aún cuando lo tienes frente a ti-comentó cruzándose de brazos, pero manteniendo su inexpresividad. ¿Por qué había dicho eso? ¿Tan orgulloso estaba por su hidromiel?-. Sin embargo, este no es el momento para decir qué es mejor o cuándo admitir las cosas, ¿verdad?

Luego volteó a ver a Stella y asintió para sí mismo.

-¿Te es fuerte? Puedo traerte agua si gustas.

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Mentira; eso pensó Stella, mientras veía lo que hacían Jurien y Garlan. Ella tenía la mitad de su rostro oculto tras el vaso de hidromiel, al que daba pequeños sorbos. Sus cejas estaban levantadas; había visto mucha gente beber, pero esto... No, nada se comparó a lo que había hecho Réamann; Stella casi escupió su bebida, aunque no lo hizo porque el vaso seguía sobre su cara.

Cuando Réamann le habló, la chica dejó el vaso sobre la mesa; no había tomado ni siquiera un dedo de la mitad del contenido.

―¿Fuerte? ―miró el vaso de los demás, comparándolo con el suyo. Se ruborizó un poco, sobre todo porque Réamann la estaba tratando como una niña― Claro que no lo es ―con la llama de la competitividad ardiendo, tomó una vez más el vaso con sus dos manos y, esta vez, le dio un gran trago. Se acabó poco menos de la mitad de su contenido. Desesperadamente, puso sobre la mesa el vaso de nuevo―. ¿Lo ves? 

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Al ver Jurien cómo iba el contenido del vaso, le dijo con una sonrisa retadora - Puede que tengas el físico de un anciano, pero bebes como antes - rió y ella misma se acabó la otra mitad del vaso con rapidez. Miró a Stella cuando Réamann le preguntó y se mostró desconcertada.

- Vaya, y yo que creía que a Stella no le gustaba beber. Así que permíteme - le arrebató el vaso a Réamann y Garlan y los llevó consigo en un ágil movimiento. Los llenó como si de una barista experta se tratara y los llenó. No hizo lo mismo con Stella para darle tiempo.

- Cuando quieras alcanzarnos, estás invitada a servirte otro vaso - y le tendió los vasos a los chicos -. A ver, damas, aquí empieza la competencia. ¿Listos? - ¿desde cuando estaban compitiendo?

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-Aunque mi cuerpo sea frágil, mi espíritu no lo es-esto lo dijo con total frialdad que hasta un cubo de hielo era más cálido a comparación de su expresión. No se sorprendió de la agilidad de Jurien de servir la bebida, solo asintió un par de veces como si aprobara tal proeza-. El que pierda será aquél que ya no pueda seguir bebiendo o deba salir al patio a vomitar-alzó un dedo, acercándose más a la barra como si dijese algún secreto-. Se juega el honor, no lo olviden.

Tomó su vaso con cuidado para no derramar, mirando a sus dos contrincantes con sus ojos inexpresivos. No obstante, volvió a ver a Stella y negó con la cabeza.

-Si casi no bebes hidromiel, o cualquier bebida con alcohol, hazlo lento y así lo disfrutas más. Pero si quieres eliminarlo rápido de tu cuerpo bebe agua en equivalencia a lo que tomes-después se centró en sus compañeros espadachines y empezó a contar-. 3, 2, 1...

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Vaya... en verdad se había dejado llevar. 

No respondió nada al comentario de Jurien, apartándole la mirada. ¿Otro vaso? Ni siquiera tenía contemplado terminarse ese. ¿Qué le pasaba a todos ellos? ¿Cómo podían beber tan rápido y...?

―¿Listos? ―competencia y... ¿honor? ¿¡Por qué Réamann se estaba uniendo a todo eso!? ¿Era seguro que después de todo lo que había pasado bebiese de esa forma? ¿Debería estar preocupada? Dejó de preocuparse por eso al escuchar las siguientes palabras del peliblanco. ¿La estaba llamando debilucha? ¿Acaso creía que no podía llevarles el ritmo? Tomó el vaso con determinación cuando Réamann empezó el conteo; le demostraría que no era una niña. Apenas el conteo terminase... ¡tomaría hasta el fondo!

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En el momento en que Stella se unió, la rubia se veía encendida y emocionada de poder participar. Las palabras de Réamann parecían encender los ojos de Garlan, quien soltaba un - ¡Sí! - ocasional, imitando las poses épicas de los caballeros de la antigüedad. Con eso, aquella competencia daba comienzo.

La primera ronda fue difícil para los más jóvenes, quienes no pudieron evitar sentir aquella oleada de calor subir hasta su cabeza con solo la mitad del vaso. Para cuando lo terminaron, ya había un notorio color en sus mejillas. La segunda ronda fue difícil para Stella, quien no permitiría que Réamann dudara de su determinación, pero le fue inevitable sentir los estragos de no estar acostumbrada a beber de esa manera. ¿Podría la chica tomar su tercer vaso? Y en la última ronda, casi como si se tratara de un milagro, Jurien tomó todo el vaso y tuvo que sentarse porque se caería si no lo hacía, para segundos después decir - Creo... Que perdí - en su voz se notaban los efectos del alcohol en su cuerpo, por lo que salió corriendo al patio. Stella estaba de seguro al borde de lo mismo que Jurien, pero se veía ligeramente mejor. Ojalá no se cayera de la barra.

Réamann se veía bastante mareado y era notorio en el rubor de sus mejillas que el alcohol le había hecho un buen efecto, aunque quien se veía mucho mejor era Garlan, quien a pesar de estar eufórico, se coronaba como campeón - ¡Oh, sí! ¡Lo hicimos, Jurien! ¿Jurien? - al parecer, no había notado que la rubia había tenido que salir a desahogarse al patio. Tambaleándose un poco, fue a buscarla.

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Cuando comenzó aquella competencia, Réamann había caído rápido en los efectos del alcohol a comparación de antes. ¿Habría sido por su cuerpo frágil? Sea como fuere, eso no lo detendría y lo demostró con cada ronda en la que bebía de su preciado elixir dorado... aunque eso significaba que también aumentaba la influencia de la bebida en él. Estaba mareado, apoyándose en la barra mientras usaba sus dos manos para que la cabeza no se ladeara y por lo mismo no vio (aunque sí escuchó) a Jurien irse y a Garlan como ganador para luego ir a buscar a la rubia.

El peliblanco se quedó así, inmóvil. No se movió por unos segundos eternos hasta que comenzó a reír. Se incorporó con sus mejillas rojas mientras soltaba una buena risa que intentaba mitigar apretando sus labios sin tener mucho éxito. Se limpió sus ojos por las lágrimas traicioneras y soltó un enorme suspiro.

-Dios, ya extrañaba esto-arrastraba un poco las palabras, además de no tener una buena dicción al hablar. Sin embargo, se notaba que podía sostener una conversación así-. La primera vez yo fui el que salió corriendo de la taberna. Vaya, Viscount tuvo que acompañarme para no perder mi dignidad-después volteó a ver a Stella riendo un poco con esa enorme sonrisa en su rostro-. Si quieres vomitar es comprensible. ¿Te ayudo?

Se veía jovial y alegre. ¿Así habría sido el Réamann de antes?

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¿Cómo había sido arrastrada hasta eso? Ya no se acordaba. Solo recordaba que, gracias a su vena competitiva, se había tomado su medio vaso, luego otro entero, luego otro y, antes de darse cuenta, su cabeza había ido a dar con un golpe seco a la barra. Sabía que alguien se había ido, pero no sabía quién. Su frente estaba pegada a la barra, lo que decía que estaba despierta era el hecho de que tuviese agarrada con fuerza el asa del vaso de cristal. Luego de eso... escuchó que alguien reía. ¿Quién esta riendo? Nunca había escuchado esa risa. Volteó su cara y sus ojos entrecerrados se toparon a un alegre Réamann. Sus mejillas, ya ruborizadas, se ruborizaron un poco más.

―¡No es justo! ―se irguió de golpe, frunciendo el ceño. Con su mano libre, señaló con el dedo a Réamann― ¡Conmigo! ... Hip ... ¡No te ríes así! ―le dio un golpe con la mano abierta a la mesa, acercando su rostro al de Réamann― ¿¡Y por qué me siguesh tratando como una niña!? ¡No voy a vomitar! ¡Sírvanme otro, quiero otro vaso! ―miró a Garlan fijamente, aún con su ceño fruncido... Aunque Garlan ya no estaba.

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-¿Qué no es justo, hip?-cuestionó Réamann sin dejar de sonreír hasta que Stella dijo lo siguiente, parpadeando como si estuviese completamente confundido. Dejó de tener esa curva en sus labios, pero su rostro relajado y sonrojado no lo había abandonado-. No te trato como una niña, me preocupas.

Se levantó y le quitó el vaso al que solicitaba a un invisible encargado para colocarlo a un lado y acercarse más a la chica.

-Tú deberías de dejarte el cabello suelto más seguido. Aunque... de cualquier manera, siempre que te da el sol se ve violeta y eso me gusta... lástima que ya no está el astro rey-miró por una de las ventanas para reiterar que era de noche, soltando un suspiro mientras iba al otro lado de la barra y servía un vaso de agua natural para la chica-. Anda, bébelo. Te recomiendo que antes de dormir te duches y bebas agua, así mañana no te dolerá tanto la cabeza-y luego se señala a sí mismo-. Si te hace sentir bien, haré lo mismo. Ya no aguanto como antes.

Y su sonrisa volvió de nuevo a su rostro. Pero ahora con un toque levemente triste.

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―No te creo ―le replicó al instante Stella, volviéndose a mirar a Réamann. Tan borracha estaba, que ni siquiera había notado que Garlan seguía sin estar en el lugar―. ¡Eso es, Réamann, sírveme otro! ―dijo, cuando el peliblanco le quitó el vaso de la mano. Stella, quizá por su borrachera o algo más, no se alejó cuando Réamann se puso más cerca de ella.

Stella se quedó mirando hacia la ventana cuando Réamann dijo lo de su cabello. Lanzó su cabeza a la barra una vez más y bufó.

―Con el cabello suelto no puedo cocinar. Además, da más ca... Hip ―Réamann volvió con un vaso de agua y instrucciones para una novata Stella. De golpe, tan rápido que ella misma se mareo, se irguió una vez más y miró a Réamann, sorprendida― Hip ―aunque más que sorprendida, quizá algo... avergonzada―. Que me duche, pero tú harás lo... mism... Hip ―Stella parpadeó―. Pero solo hay un baño y... ―la chica se ruborizó más, apartando inevitablemente su mirada― ¿N-no es muy pronto para... eso? Ni siquiera nos hemos... ―Stella levantó sus manos y, con mucha verguenza para decirlo, prefirió juntar sus dos índices.

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-Es verdad, te costaría cocinar. Pero cuando estés libre, definitivamente-se cruzó de brazos y cerró los ojos asintiendo con solemnidad, como si aquello fuese lo más importante en ese momento-. Claro, las mujeres pueden verse lindas con cabello corto, largo... el punto es que se sientan cómodas. Sí, tengo razón.

Pero con lo que dijo Stella, el peliblanco no se inmutó en absoluto. Se mantuvo en esa posición por varios segundos mientras su cabeza procesaba lo que ella había dicho. Claro, debían bañarse para dormir frescos, él esperaría a que ella lo hiciera primero porque...

Click.

-Espera-los ojos del chico se abrieron y se quedaron como platos mientras parpadeaba varias veces-. No dije que juntos, ¿qué parte de lo que dije dio a entender eso?-seguía con su rubor del alcohol, pero no se veía alterado por esa confusión-. Tranquila, no soy un pervertido, jamás te pediría algo que no quisieras... excepto pedirte que te quedaras... y te pido disculpas por ello. ¿Puedo compensarte de alguna manera?

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"Así que te gusta mi cabello suelto..." ―Stella enarcó una ceja al escuchar eso, aunque no le duró demasiado. 

Cuando Réamann mencionó que era un malentendido, Stella se notó, más que desconcertada, levemente decepcionada... por alguna razón. Bueno, más que un poco decepcionada; muy decepcionada. Stella miraba a Réamann como si el chico hubiese ignorado lo más evidente de la vida misma. Como un niño que no podía multiplicar dos por dos luego de leer la respuesta cien veces; como si fuese un cachorro que se había mascado los zapatos favoritos de su amo. Ese era su nivel de decepción. "No es un pervertido, es un idiota".

―Me quedaré ―dijo de forma tosca―. Si quieres compensármelo, sírveme otro trago. Tonto.

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-No-fue lo que respondió Réamann acercándose a Stella hasta estar cara a cara... de no ser por la barra, seguramente se habría estampado en ella-. Es tu primera vez conmigo y... eso sonaba mejor en mi cabeza-negó con la cabeza mientras intentaba mantener la compostura-. A lo que voy, es que no quiero que te pase nada si bebes de más. No te serviré otro trago y no se te ocurra hacerlo por ti misma, si es necesario yo mismo te detendré.

Tener tan cerca a la chica provocó que su respiración fuese un poco más agitada, pero sus ojos miel no retrocedían ante la mirada azul de la chica.

-E-eres demasiado terca, testaruda y te gusta tener la razón. Las cosas no deben salir como tu siempre quieres-y dicho esto, tomó su mano para besarle la palma-. ¿Ves? 

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El no rotundo, hizo que Stella frunciera el ceño. Aunque con algo que dijo..., la molestia desapareció momentáneamente en el rostro de Stella, quien ahora le miraba únicamente parpadeando.

―¿Me detendrás...? ―la vena competitiva de Stella volvió a salir a flote. Sin retroceder, enarcó una ceja con algo de picardía y le respondió al peliblanco― ¿Cómo lo harás, señor tonto? ―ella tampoco retrocedía ante los ojos color miel de Réamann. Lo que, definitivamente, nuestra borracha Stella no se esperaba, es que Réamann le tomase la palma de la mano y se la besase. Eso la desconcertó por un momento, pero no fue suficiente para hacerla flaquear― ¿Qué es eso, señor tonto? ―estaba un poco más ruborizada a lo que debería estar por el alcohol, pero se seguía notando confiada y pícara― ¿Así dices que me detendrás?

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-Créeme, si pudiera cargarte hasta tu habitación lo haría-Réamann no se despegaba de ella, decía eso con total determinación como si su maldición no le afectara a un nivel emocional profundo. Tal vez era el alcohol, tal vez no; pero su actitud jovial y resuelto contrastaba mucho con su porte rutinario ante todos-. Pero como no puedo hacerlo, tendré que improvisar.

Tomó sus manos entrelazándolas con las suyas y la acercó aún más hasta estar a pocos centímetros de él. Se podría decir que sus narices podrían rozar en cualquier momento. Y entonces se dibujó una sonrisa retadora en el rostro del chico.

-Tendrás que liberarte de mí. No se vale usar la fuerza, ni engañarme ni pedirle ayuda a alguien más. Solo así podrás hacer lo que quieras.

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Stella tenía una pequeña sonrisa de triunfo en el rostro. Era algo cruel, pero verdad; él no podría usar la fuerza para impedirle servirse otro trago. Era su victoria, el peliblanco tendría que ceder a sus caprichos... o eso creía. No esperaba que entrelazase sus manos con las suyas. Tampoco que se acercase, no tanto... ¡al menos no tanto! ... Aunque eso no hizo que Stella perdiese su expresión pícara... ¡estaba dispuesta a no ceder ante nada!

Sin quitarle la mirada de los ojos a Réamann, recapituló las opciones que tenía, dentro de lo que su borracho estado le dejaba. Si no podía usar la fuerza, pedir ayuda o engañarle; ¿qué más podría hacer? ¡Para Stella estaba más que claro!

―Si no puedo hacer nada de eso... Hip ―el rostro de Stella acortó los pocos centímetros que quedaban para tocar el de Réamann. Sin embargo, sus labios no se dirigieron a sus labios, sino a su mejilla―. No me molestaría quedarme así por mucho tiempo, tengo toda la noch... Hip ―luego de darle un beso en la mejilla, la chica, con su actitud retadora, se le quedó mirando a los ojos una vez más.

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Al sentir los labios de Stella sobre su mejilla, Réamann no pudo evitar sentir un estremecimiento que le hizo aflojar levemente el apretón que cernía en sus manos, bajando levemente la vista y terminó por recargar su frente en la de ella con cuidado para usar sus brazos como apoyo en la barra, pues él aún continuaba al otro lado.

Cuando vio que se aproximaba pensó que habría otro tipo de beso que lo emocionó por unos momentos, pero darse cuenta de esa emoción y la calidez de su aliento en su rostro cuando ella dijo que haría eso toda la noche, terminó por agotar la determinación que tenía antes. Su largo cabello llegaba al rostro de la pelinegra, por lo que podía darle cosquillas si él se movía... pero no lo hacía. 

Entonces, el chico masculló algo y las palabras se arrastraron por el alcohol. No soltaba aún sus manos, pero daba la sensación de que lo haría en cualquier momento.

-..........-de nuevo no parecía que se entendía, pero podría ser que lo estaba repitiendo porque mencionó algo que ahora sí se lograba entender-. ... ¿De verdad puedo recibir esto? ¿Lo merezco?