Partida Rol por web

Llegué tarde, como de costumbre.

Aparecí corriendo calle abajo en cuanto me di cuenta de que los otros dos ya me estaban esperando en la puerta del café. Vestía mi habitual chaqueta de cuero con la primera camiseta estampada que había salido del cajón. Llevaba el pelo alborotado, como si no lo hubiera tocado en absoluto desde la explosión.

-¡Hola chicos! -les saludé desde lejos, haciendo amplios movimientos con el brazo. Una noche de descanso y volvía a ser el Saiki energético de siempre -Lo siento, siento llegar tarde. Ya sabéis, el metro de San Fransokyo lo diseñó el diablo... Bueno, ¿y cómo estáis? ¿Alguno ha sacado algo más de su cabeza? -bromeé, aunque a decir verdad me había pasado buena parte de la mañana en la azotea del instituto intentando repetir el truco. -¿No vais como demasiado elegantes como para perseguir malos?

Acompañé a los demás al interior del café. No nos costó demasiado encontrar sitio, pues el café estaba bastante vacío. Yo había propuesto el sitio porque a mi abuelo le pirraban las tartas de aquel sitio, por algún motivo. Y como en todos los sitios de viejos, era bastante tranquilo y se podría conversar sin interrupciones. Pedí café y tarta de chocolate, que era la única que tenía un pase. Tras un par de sorbos del café, un poco de pastel y algo de cháchara intrascendental, decidí ir al grano -Bueno, ¿cuál debería ser nuestro plan de acción hoy? ¿Vamos a ver a Bob o probamos suerte con el tipo misterioso?

Eh, e-e-elegante, voy-voy n-normal... normal... Mucha vergüenza previsible y sus juegos de manos de cuando no sabía donde esconderse.

Patricia se sintió bastante intimidada por el local, a pesar de que le pareció acogedor y agradable. Es probablemente una contradicción, pero el hecho es que no estaba completamente vacío, y eso era suficiente para provocarle un poquito de ansiedad social. No mucha, pero ahí estaba. Se pidió una tila, para que le entibiara los nervios, y nada más. Sorbió despacito y escuchó atenta toda la cháchara intrascendental, y poco a poco se fue acostumbrando al ambiente y lugar. 

Ya respirando tranquila, hasta sonriendo de vez en cuando, agradecida por la compañía, pensó en el plan. Realmente no quería ir a ver a Bob ni ir detrás de ningún tipo peligroso, quería seguir dentro de ese sitio agradable con poca gente al que ya se había acostumbrado, seguir charlando como si la vida fuera sencilla y agradable, pero supuso que tenía que decidirse por alguna cosa más heroica si quería seguir el ritmo a sus nuevos amigos. Eso sí, se puso un poco triste, como melancólica antes de tiempo... Y si tenían que elegir lo heroico y peligroso... Supongo... que encontrar al tipo misterioso... para saber como consiguió la mochila... además Bob debe estar descansando y recuperándose... Zaki... tu estabas con Bob... ¿te dijo donde perdió su mochila?

Después del comentario de Saiki empecé a mirar mi ropa algo confundido -¿Elegante? pero toda mi ropa es asi- realmente lo único que cambiaba entre todos mis trajes era el color aun así entre con los otros al cafe pero aun preocupado de que mi traje si fuera muy elegante.

La cafetería era muy elegante y acogedora además el olor era muy agradable y dulce al conseguir una mesa pedí un café para disfrutar de la compañía y empezar a hablar sobre el propósito de esta reunión -Bueno la verdad no tengo idea donde fue cuando le pregunte donde lo habían asaltado empezó a llorar mas- se formó una risa en mi boca ante ese recuerdo -Asi que quizas la unica pista que tengamos en donde tu encontraste a quien tenía la mochila y si puedes reconocerlo- propuse mientras volvía a darle otro sorbo a mi cafe.

-Hmm, vaya. -dije, o más bien, mascullé, con la boca llena de tarta. -Así que en realidad tampoco tenemos ninguna pista. Creo que si le volviese a ver, podría identificarlo, pero ¿cómo lo encontramos? No es como si fuera a volver al mismo sitio en el que lo encontramos ayer. -Me quedé unos segundos pensativo, con la barbilla apoyada sobre el puño. -Pero tampoco se me ocurre otro plan. Es evidente que aquel tipo quería que encontráramos la mochila o no la habría dejado atrás con tanta facilidad. Al menos, yo la habría intentado recuperar. ¿Por qué robarla en un principio, entonces? Lo único que tenía dentro eran las investigaciones de Bob y si consiguió terminar su invento, aunque fallara, no debía faltarle nada. Luego el invento explotó y de algún modo sobrevivimos. Pensaba que igual eso nos había dado algún tipo de poderes, pero Patricia dice que ya le había pasado antes... y luego está la profesora que nos dejó marchar, parecía buena gente pero os recuerdo que nos tuvo retenidos y atados. -fui enunciando en voz baja más o menos toda la información que teníamos, con la esperzanza de que se me ocurriera alguna otra idea. -Agh, normalmente esto es mucho más fácil... pillas a los malos con las manos en la masa, les das una buena tunda y a casa a dormir, antes de que se haga tarde... -la cabeza me iba a mil por hora, intentando juntar las piezas del puzzle, pero no parecían tener sentido unas con las otras. -Supongo que sí, siempre podríamos volver al callejón y probar suerte. Igual alguien sí vio a nuestro misterioso amigo.  -dije, dándole la razón a Zaki. Luego, pegué otro trago de café.

-¿Todo está a su gusto?. -Una voz servicial interrumpió la conversación de los jóvenes- ¿Desean que corte otro pedazo de pastel?. - Preguntó aquella joven mujer de cabellos negros y mechas azules bien recogido en un moño- No muchos adolescentes vienen aquí, por seguro que ustedes sois estudiantes del SFIT. ¿Sabéis lo que pasó en el Laboratorio?.

Mientras hablaba aquella mujer recogía un carrito de dos pisos con todo tipo de pasteles en el piso superior y el inferior correctamente escondido bajo el mantel blanco. Mientras esperaba una respuesta, cogió un cuchillo y comenzó a cortar una porción de pastel del mismo tipo que el que Élan tenía.

Patricia observó como Élan pensaba en voz baja, costándole un poco de esfuerzo seguir todo el hilo de información. Iba sorbiendo su tilita con calma, bastante tranquila ya, a gusto. De todo lo que se había dicho, entendió que no tenían ninguna pista clara, y a lo mejor que creían que ella tenía algún conocimiento en el noble arte de sacar cosas por la cabeza. Pero solo me pasaba eso porque estaba mi amiga... y lo de ayer no se parecía a nada de lo que había sacado antes... aunque... quizá... si mi amiga podía hacerme sacar cosas... hay otras maneras de que eso pase... no lo sé... 

Se quedó meditativa, con el reflejo de los ojos sumergidos en su infusión. Revolvía lentamente con la cucharita, al ritmo de su pensamiento, cuando pasó una de esas cosas inusuales por su cabeza: una idea. Zaki... a parte del SFIT... ¿a quién podría interesarle la dinamo...?

Entonces fue cuando una voz interrumpió, y Patricia no se lo esperaba, así que ¡AH! Se asustó. Luego tuvo vergüenza de haberse asustado, y miró a la pobre camarera, con miedo de haberla asustado con su grito de susto. P-perdone, es que me asusté... Eh... sí, está todo bueno... no, gracias, yo estoy bien con la infusión... Pensar que la hubiesen confundido con una persona tan inteligente como para trabajar en ese sitio tan tecnológico la sonrojó... parecer lista le gustaba, a la par que le daba vergüenza e inseguridad. No... no soy tan lista... pero me ha hecho gracia parecerlo... ¿vienen muchos estudiantes del SFIT por aquí?

Mientras bebía otro poco de café preferí responder a la pregunta de la mujer que se nos acercó -Todo está perfecto gracias quizas otra rebanada no estaría mal- me detuve algo nervioso cuando pregunto sobre el laboratorio pero no debíamos estar involucrarnos ante la vista de nadie o Bob y la Profesora pagarían el precio -Escuche que hubo un cortocircuito que provocó un incendio y luego una explosión- di un suspiro y rasque mi nuca intentando disimular mi nerviosismo y aparente preocupación -Espero mis cosas están intactas apenas había organizado.

-Sí, la verdad es que está muy rica la tarta. No le diría que no a otro pedazo. Por favor y gracias. -dije sonriente, completamente ignorante de cualquier peligro que pudiera suponer aquel carrito con el piso inferior correctamente escondido tras el mantel blanco. -Y no, no somos del SFIT... bueno, Zaki sí, ¡pero es su primer día! - anuncié con la vana esperanza de que la tarta extra nos saliera gratis, aunque lo ideal hubiese sido un cumpleaños, no un primer día de instituto.

Todo parecía normal, aquella mujer no sacaba nada de debajo del carrito, el pastel no contenía una bomba, la mujer no deslizaba una aguja por su muñeca hasta su mano y mucho menos escupía dardos venenosos por la boca; al contrario, tan solo usó un cuchillo azulado de altísima calidad para cortar rebanadas de las tartas que fue sirviendo.

Aliviada Patricia miró por la ventana...

Todo parecía normal, aquella mujer no sacaba nada de debajo del carrito, el pastel no contenía una bomba, la mujer no deslizaba una aguja por su muñeca hasta su mano y mucho menos escupía dardos venenosos por la boca; al contrario, tan solo usó un cuchillo azulado de altísima calidad para cortar rebanadas de las tartas que fue sirviendo.

Una vez que sirvió la última, habló -Ya veo, con que eso fue lo que ocurrió... ¡Espero que todos estén bien!- La mujer guardó el cuchillo de forma delicada en la parte baja del carrito que llevaba- No muchos realmente, el Pastel de Ruibarbo los espanta un poco... -La mujer cogió el carrito y se fue a atender a la otra mesa ocupada en la estancia. -¡Que aproveche!.

Pudisteis ver como a aquella persona que estaba leyendo el periódico sí le dio un pastel de Ruibarbo. 

Mientras la camarera acababa de dar conversación, Patricia se fue quedando cada vez más petrificada. Estoy loca, estoy loca de verdad... Tenía el miedo propio de una esquizofrénica no diagnosticada en la mirada, todo su ser se había clavado en la ventana del local, como si lo que allí había estuviera desafiando toda lógica, todo sentido que la realidad pudiera otorgarse. Sin apartar los ojos de aquella ventana, separó los brazos, temblando con verdadero horror kafkiano, e intentó dar un toquecito en el hombro a sus compañeros. "Lo intentó", porque temblaba tanto que no fue un toquecito, fue un redoble continuado, como un solo de percusión arrítmica expresando un pavor incesante.

Se esforzó por hablar, pero la imposibilidad de aquella visión le robó la voz. Pero no desistió. Ha... hay... hay... ¿Como describir lo indescriptible? en la ventana... en la ventana... Hasta que finalmente encontró unas palabras que le parecieron medianamente satisfactorias. Niño-hamburguesa.... hay un niño-hamburguesa en la ventana... 

Y entonces volvió a mirar a sus compañeros, con el alma rota, pidiendo ayuda. Estoy loca...

Ataqué sin piedad el segundo trozo de tarta. El combate no duró demasiado y llegó a una conclusión satisfactoria. Justo después, me percaté de que Patricia estaba temblando y dándonos golpecitos a Zaki y a mí.

-Ey, ¿qué pasa? ¿estás bien? -dije con voz calmada, intentando tranquilizarla. Puse mi mano en su hombro, reafirmando aquella idea. Estamos aquí contigo, no va a pasar nada malo. -¿Qué hay un qué en la ventana? -exclamé, levantándome y mirando hacia la misma.

Tras aquella ventana no había nada remotamente similar a un Niño-Hamburguesa.

Era muy cómico ver como Saiki devoraba esa rebanada de tarta pero me tenía preocupado como Patricia empezaba a temblar y verse nerviosa como si hubiera visto un fantasmas pero debía observar con cuidado así que tomé un sorbo de café mientras miraba de reojo hacia la ventana.

Al voltear a ver la ventana pude ver como no había absolutamente nada -Patricia ¿que fue lo que viste? yo no veo nada ¿y tu Saiki?- ahora estaba nervioso que realmente fuera que Patricia viera algo que nosotros dos no podíamos.

-No. No he visto nada. -Miré a Patricia, me preocupaba su reacción y no me gustaba un pelo verla en aquel estado. Sobre todo, no me gustaba no poder hacer nada por ella. Aquellas reacciones, aquel miedo, parecía ser que Patricia tenía una lucha encarnizada consigo misma. Ante un enemigo así me sentía un completo inútil en el banquillo. La mano que no estaba sobre su hombro se cerró por un momento en un puño rabioso e impotente conmigo mismo, pero respiré. -Pero eso no significa que no haya nada. Después de lo de ayer, un niño-hamburguesa que se hace invisible casi que lo agradezco. -bromeé, en parte para intentar relajarme yo mismo, en parte porque confiaba en que exponiendo en voz alta lo ridículo de aquello, conseguiría algo. -Si Patricia dice que lo ha visto, yo confío en ella. -Volví a mirar por la ventana. Evidentemente, no había nada extraño ahí afuera. -Dinos, ¿qué viste exactamente? ¿Se fue hacia algún otro lado?

Me levanté de mi asiento intentando ver mejor hacia la ventan dudaba que Patricia viera algo que realmente no esta ahi -Saiki tiene razón si tu ves algo ahí entonces debe de estar ahí- me sentaba mientras pensaba algo teníamos demasiadas dudas y nos sabia por donde empezar terminaba mi taza de café mire a mis compañero y solo pude decir lo que pensaba -¿Qué rayos es lo que pasa con nosotros? Patricia ve algo que nosotro ni podemos imaginar salieron llaves de nuestros cuerpos y no tenemos la mas minima idea para saber sobre quien robo la mochila de Bob- solo pude dar un suspiro de frustración para apoyar mi cabeza sobre la mesa.

Loca, loca... Esta vez Patricia no tenía vergüenza, sino que estaba al borde de un ataque de ansiedad. ¿A lo mejor todas las cosas raras que le habían pasado en el último día, en el último año, realmente le habían trastocado la cabeza? ¿Y qué credibilidad tendría una esquizofrénica a la hora de contar cosas como que tenía una amiga que sacaba cosas de su cabeza? Es más: ¿realmente habrían existido todos esos recuerdos? 

Hiperventilaba, se daba aire con la mano, se levantó tropezando con su cuerpo. Ha... había... como un niño... con la cabeza hecha de hamburguesa... ahí...

No quería estar loca, qué locura. Así que con la urgencia de una loca, se dirigió decidida hacia el lugar tras la ventana en el que había visto semejante aparición. 

Un camión se movió al otro lado de la calle debido al semáforo, y ahí se volvía a encontrar el niño-hamburguesa, mirando fijamente a Patricia, en ese instante, comprobando que no venía nadie por ningún lado de la calle, comenzó a caminar hacia el frente y mientras se acercaba sus ojos se tornaban de color rojo.

Desde la puerta del bar, como una loca de los gatos sin gatos, Patricia se desesperaba entera. Temblaba tanto que su bonito peinado se resentía, lo que conscientemente no le importaba especialmente en aquella situación, pero inconscientemente su cuerpo actuaba, y se alisaba el pelo con una mano. La otra señalaba al frente, temblorosa, y Patricia había anclado su vista hacia el lugar que señalaba. Sentía que nunca antes había abierto tanto los ojos.

¡Está ahí! ¡Está ahí! ¡Viene hacia aquí! Me está mirando.... y tiene los ojos rojos...

Hasta el momento, no la habían escuchado levantar tanto la voz. No sabía si se estaba enfrentando a una amenaza real o a una alucinación real, pero sus instintos le decían que debía defenderse. Quizá hasta era un pobre niño-hamburguesa perdido al que se le ponían los ojos rojos cuando tenía miedo, quizá hasta había que ayudarlo, se dijo, pero su mente ya había gastado todo el espacio que tenía para procesar cosas nuevas y locas. No sabía si ponerse en guardia o intentar parecer amigable para un pobre niño-hamburguesa perdido. Optó por acomodarse el broche, ¡Haruko!, y dejar las manos a una distancia prudencial del cuerpo. Temblando, claro.

¿Q-quien eres? ¿T-t-te has perd-dido?

De los ojos rojos de aquella pequeña criatura salieron disparados sendos lasers que, por fortuna para Patricia, logró esquivar tirándose al suelo; y por fortuna para los otros dos miembros del "Equipo Dinamo", al estar apuntando a Patricia, estos no fueron objetivo del laser quien pasó por encima de sus cabezas, derritiendo el cristal de la ventana.

-Howdy and hello!

Con esto dicho, aquella criatura se acercó a la cafetería.

-You can't beat Noodle Burger Boy! Hee-hee. Hee-hee.