Partida Rol por web

- Estoy listo. Vamos a por ese goblin - afirma Jarl.

Vamos allá.

-Estos seres son nocturnos así que sugiero salir cuanto antes - dice mientras alza la vista para calcular la hora segun la posición del sol

Jarl asiente a Adriel.

- Si, pero los guardias de la ciudad son diurnos. O al menos no ven mucho en la oscuridad - comenta - La hora ideal depende bastante de como Durzo nos quiera colar en la zona cerrada.

Esperemos a que empiece la puesta del sol y salgamos.

Dada la peligrosidad de las horas nocturnas, Durzo cree que es mejor si podéis entrar y salir de la zona antes de que anochezca porque no es muy posible que en el Rego Cader haya sitios donde alojarse...

No tardáis mucho en llegar a un callejón que linda con el muro. Es la parte de atrás de un edificio y nadie estará mirando.

Dante observa la cuerda que sostiene Seltius y acercándose a Durzo no se por qué pero creo que se va a dar bien subir y asegurar la cuerda, luego te seguimos los demás  con una mano indica al resto que esperen y dando una palmadita en el hombro a Durzo dice  suerte amigo, nos vemos arriba o al otro lado.

Asintiendo, cojo la cuerda que me tienden y, atándome a la cintura, comienzo a subir por el muro. Tras unos segundos, me sitúo sobre la tapia y miro hacia el otro lado, antes de lanzar la cuerda hacia abajo.

A continuación, me siento a horcajadas sobre el muro y hago un gesto a la gente para que vayan subiendo

Adriel rebusca en su mochila sacando al momento una cuerda de seda similar a la de Seltius. Le hace cuatro nudos rápidos para poder apoyar los pies y la ofrece a sus compañeros que ya han subido - Si pudierais ayudar a unas damas... - acaba la frase con una sonrisa que incluye a Medea

Medea devuelve cómplicemente el cumplido con otra sonrisa y luego eleva una mano parodiando a las damiselas para que alguno de sus compañeros la ayude a cruzar al otro lado.

Jarl espera con la mano sobre la empuñadura de su alfanje a que trepen sus compañeros, después los acompaña cuerda arriba.

En cuanto todo el mundo está abajo, recojo la cuerda y se la entrego a Seltius nuevamente. Llevándome un dedo a los labios, les hago un gesto para que permanezcan callados.

Poco a poco, me voy deslizando por el callejón, silencioso como un gato.