Partida Rol por web

Tras aquellos sucesos, volvías a estar a solas. El pasillo de las habitaciones estaba desierto.

Bien tenías la opción de "descansar" aunque no lo necesitaras excepto en casos extremos usualmente, al menos para matar el tiempo entre la noche y la llegada del amanecer, y por ende, de la actividad. Realmente parecía que poco mas había por hacer, abajo probablemente no hubiese nadie a estas horas. Scire y Azur estarían en su propia habitación seguramente. Aún estabas bastante empapado por la ducha fría que aguantaste cuando venías hacia aqui.

¿Que hacer?

-El problema, Inome, es que he logrado mas de lo que quería.- Estaba cansado. Se le notaba al hablar.

Observó al "gato" acurrucado sobre la alfombra. -¿Y tú? ¿Has logrado lo que querías?- La pregunta no necesitaba respuesta, de hecho, tan solo la había formulado para devolverle el comentario malicioso.

Comprobó por simple formalidad que la niña de los ojos de fuego seguía en su sitio. -Claro que no se ha movido. No lo ha hecho en dos días, no tiene porque hacerlo ahora.-

Se acercó a la cabecera de la cama. De uno de sus bolsillos sacó un polvo fino. Marrón, con algún matíz azulado. Espolvoreó un poco sobre la almohada. Olía a lavanda. Era lavanda. Puede que lo hiciera para algún conjuro. Puede que lo hiciera por costumbre o manía.

Pasó la mano a lo largo de la almohada, cerciorandose de que quedaba bien distribuido. Se llevó la mano a la cara y inspiró el agradable aroma. Se sentó y expiró.

Estaba de cara a la ventana, por ella resbalaban las gotas de lluvia. Algunas estaban estáticas, se resistían al movimiento. Pero otras gotas chocaban con ellas y forzaban la acción. Era inútil tratar que las cosas siguieran tal cual. Siempre había una gota que obligaba a moverse.

Pasaron algunos minutos, y la tormenta en el exterior no parecía que fuera a cesar en toda la noche. Aquel agradable pero persistente olor de la lavanda tardó poco en inundar el aire con su delicada fragancia. Inspirar el perfumado ambiente era relajante, te ayudaba a pensar y aclarar tantos sucesos y descubrimientos que se habían dado en tan poco tiempo. El único sonido presente era el repiqueteo del agua sobre el techo y el vidrio de la ventana que observabas.

En ese tiempo Inome se había quedado en su sitio con los ojos cerrados, aunque no parecía dormir. La puerta de la estancia volvió a abrirse, pero esta vez era Scire.

Se detuvo poco luego de entrar algo sorprendida.

-Oh vaya, lamento mucho haber entrado sin llamar comandante. Creí que vuestro colega seguiría aqui tratando este asunto y no quería dar la impresión de que escapaba de mis obligaciones. Ella ya se ha instalado en mi cuarto.

Hizo ademan de volver a salir.

-Os dejaré descansar de una vez, se os nota la fatiga en la cara.

Al escuchar el ruido de la puerta se gira hacia ella. -Mi "colega"-

-Tranquila Scire. Soy consciente de que no rehuís vuestros deberes. Descansad tranquila. Yo también agradeceré el descanso.-

Espera a que salga Scire antes de empezar con lo que se había propuesto.

Un cortés "buenas noches" precedió a que la teniente cerrara tras de si marchandose, volvías a quedarte relativamente solo descontando a Inome. Ya era entrada la noche y la tranquilidad invitaba a un merecido descanso como final de un largo y pesado día, que hizo hincapié en la noche. De vez en cuando el animal rascaba algo el tejido de la alfombra con las uñas, aparentemente cómodo.

Me desnudé y me metí entre las sábanas. Cerrar los ojos durante unos instantes aunque fuera para aclarar pensamientos. Sí, era aquello lo que necesitaba. Aclararme, mis pensamientos y posiciones, también las próximas acciones

Sé cauto...

Los jardines del castillo de Alanku estaban pululantes de actividad, sirvientes, gentes que no conoc¿ías, se movían de un lado a otro en su quehacer diario. Sin saber como tu vista pasó a centrar a la par de acercarse, a un terreno rodeado por un arbusto alto y podado a modo de muro bajo. A parte de cesped bajo los pies y algunos peleles de paja olvidados por los bordes. En el centro del claro se hayaba un joven delgado y de facciones algo severas. Sus ojos tenían un tono castaño, y el cabello se presentaba corto y de un tono similar al del trigo. Traía puestos un pantalón blanco de corte elegante, a la par que una formal y bien decorada camisa azul. Una capa celeste estaba prendida de los hombros, que resbalaba por la espalda hasta el comienzo de unas botas de montar. En la cabeza tenía una banda similar a la de Azur, pero la diferencia es que el adorno era un medallón pequeño en oro y plata. Las orejas ligeramente punteadas indicaban una ascendencia mestiza entre elfo y humano.

En aquel momento sostenía un estoque y su expresión era de suma concentración. En un momento comenzó a moverlo ágil y diestramente en el aire, como intentando dar un golpe a un enemigo invisible. Estuvo varios minutos sin detenerse, hasta que finalmente juntó ambas piernas y se adelantó con la punta al frente de una sola vez.  Algunas de las personas que pasaban le observaban con admiración o contentas.

-Hermano, ¡eres muy bueno!

No habías notado hasta ese momento que cerca de ti había alguien sentado en un banco. Sería por la altura, era una niña de poca edad, probablemente no mas de nueve años. Tenía puesto un pequeño vestido de color verde vivo con esmerados bordados y detalles con gemas, además de unas sandalias de tiras. Su cabello abarcaba hasta debajo de los hombros y era de un castaño claro y brilloso. Ojos zafirinos y expresión alegre completaban su apariencia junto con las orejas también punteadas un poco, además de una bandilla alrededor de la cabeza cuyo detalle era una esfera de oro. Esa si era idéntica a la de la mujer. Tenía un cachorro de perro bastante adorable en las manos, que en aquel momento se encontraba dormido, tendría poco mas de dos meses.

Aquel joven volvió la vista hacia ella y descansó de su entrenamiento, acercandose.

-¿Usted no debería estar en clase, señorita? -le preguntó con todo afectuoso.

Ante esto la pequeña negó enérgicamente y respondió:

-No he hecho la tarea, iba a hacerla pero me dormí...¡el profesor Zenran me regañará si voy sin ella! Deja que me quede aqui, igual es mas divertido verte practicar y aprendo mas. Además él tampoco me contesta porque no podemos bajar al subsuelo. Seguro hay un monton de sitios interesantes en las catacumbas Erra para ver y jugar.

-No hay nada mas que polvo. Además no es sitio para niñitas, en las catacumbas hay muchos huesos...y esta muy oscuro...imagina que vas caminando por ahí y de repente un esqueleto te atrapa...¡así!

El muchacho le cargó de repente rodeó con los brazos de repente, lo que provocó una exclamación de espanto en la cría que al parecer se estaba imáginando muy en serio lo que le decía aquel joven. Este le soltó al cabo de unos instantes y se sentó junto a ella para tranquilizarle del susto.

-¡Reinrhart...que...que malo eres! -le reprochó escandalizada. Con ese enfurruñamiento, se dedicó a acariciar un poco al cachorro que tenía en brazos. También hizo un gesto algo exagerado (aunque probablemente ella no se daja cuenta) de girar la cara al lado opuesto que él, imitando quizá a lo que haría una dama de alta alcurnia enfadada.

-¿Te enfadaste? -le sonrió- Y yo que iba a ayudarte con tu tarea para que Zenran no te dijera nada...

Esto captó inmediatamente la atención de ella nuevamente.

-¿Si lo harás?

-Si -concedió- pero vamos ya antes de que se haga muy tarde y no llegues a tu lección.

-¡Si! ¿Y luego puedo verte practicar otro rato?

-No podría negarselo a una señorita tan guapa -finalizó poniendose de pie. Se alejó con ella rumbo al castillo.

--------------

Aquella sensación fue extraña, como si al cerrar los ojos te hubieras dormido automáticamente unos pocos instantes. O quizá no. Todo lo anterior lo sentía como un recuerdo lejano. Pero no era un recuerdo suyo, obviamente. En conjunto le había dejado quizá algo mas que pensar, además de todo lo que ya de por si estaría pasando por su cabeza.

Se pasó la mano por la cara y suspiró cansado. Lentamente se sacó las botas. Estiró los dedos y tuvo la típica sensación entre desagradable y placentera que se produce al estirar un miembro agarrotado.

Fue a tumbarse y se encontró con que la vaina de la espada no le permitía hacerlo cómodamente. Molesto, se levantó de la cama, desabrochó la evilla y depositó la espada de pie, al lado de la cabecera. Nuevamente se tumbó, dispuesto a descansar cuando llegara el momento, pues en ese momento tenía asuntos que atender.

Con la mano izquierda agarró su collar, cerró los ojos y empezó a relajarse mientras pensaba en Azur. La respiración se volvía cada vez mas lenta, mas profunda. Y cuando llegó ese delicado momento entre la vigilia y el sueño, sucedió lo que debía suceder. La magia se liberó y le recorrió por entero, yendo a fusionarse con sus pensamientos. Había empezado a dormirse pensando en Azur y a ella fue en sueños.

Atravesó una nebulosa en la que fantásticas imágenes tomaban forma. Cada nube que la componía se convertía en quimera, fruto de la imaginación de aquél que sueña. Al principio todo era confuso, navegaba en un mar de niebla y de Azur no había ni rastro. Empezó a temer. -Tal vez todavía no se haya dormido.-Divagó un rato mas entre extrañas fantasías y de repente un soplo de brisa rasgó las cortinas de la niebla, dejando entrever a la mujer de piel escamada.

-Lamento no poder darte el descanso que pedías. Mucho me temo, que en este también habrá magia.-

En aquel lugar no había un sitio firme donde pisar. Ni tampoco límites que diferenciaran las cosas tan banales como el cielo y la tierra, las direcciones, las horas del día...todo era caótico y desorganizado, pero a la vez causaba una extraña sensación, como si un órden superior se impusiera por encima de todo y sin ninguna lógica. Apenas tenías una vaga conciencia de tu presencia y del "yo" por así decirlo. La suficiente para saber que realmente estaba, de alguna manera, en contacto a traves de ningun lugar físico.

Percibiste como giraba el rostro hacia ti, sin ninguna expresión de las que conocías anteriormente. Solo estaba serena y a gusto allí, contemplando algo que solo ella podía ver probablemente.

-¿Hm? ¿Que? -dijo, con una voz ligeramente argentina.

-Ha llegado el momento de consultar con la almohada.

Mañana será demasiado tarde, así que mas vale que ahora dejemos las cosas claras.- Dejó entrever una cierta expresión de paz en el rostro. -Aquí nadie nos oirá ni molestará.- Saber que nadie mas podía estar fisgando en su conversación le llevaba a disminuir considerablemente la tensión.

-Te lo preguntaré una vez. Dependiendo de tu respuesta pueden cambiar algunas cosas. ¿Tienes alguna manera de demostrar que eres la hija de Serpaul?-

-Creo que contesté antes. Ni siquiera tengo mi rostro original como para que alguien diga que soy parecida. Lo único que tengo de esas épocas es el adorno de cabeza que he mostrado antes. Dudo que nadie lo reconozca, ha pasado demasiado...no creo que en el castillo quede nadie que haya conocido.

Azur levantó la vista y te echó una mirada directa e interrogante.

-Dime la verdad. ¿Que planeas hacer conmigo en ambos casos?

Hace una mueca. -Que decepción. Supongo que la tensión me hace ver fantasmas... Cuando dijiste lo de consultar con la almohada y hacer un esfuerzo por recordar, me pareció que querías insinuar algo. Pero veo que son imaginaciones mías.- Sostuvo su mirada. Los dos buscaban respuestas, pero solo ella las iba a obtener.

Un día escuchó decir a un erudito del castillo que quién busca la verdad merece el castigo de encontrarla. Tal vez era mejor así. Mejor no encontrar respuesta a todo. Cuanto mas sabía, mas compleja se volvía la situación.

-¿Ambos casos?- Negó. -Solo puede haber un caso.

Mañana te acercaré tanto a Nird que podrás sentirle hasta el aliento. Pero recuerdo que te prometí misericordia y yo cumplo mis promesas. Llevas la misericordia a tu espalda. Lo que suceda luego entre Nird, tu y misericordia, no es asunto mío.-

-No me convence demasiado, ¿sabes? Ni quiero imaginar que harías en caso de que pudiera comprobar algo de mi historia.

Notaste claramente que ahí había gato encerrado. Te estaba tanteando, probablemente no confiara en ti lo suficiente como para soltar del todo la lengua. Había pasado a comportarse de un modo receloso, aunque mas formal y libre de la ácida perspectiva que había mostrado antes. De vez en cuando caminaba por aquel marco informe que era el espacio onírico, como una fiera encerrada en una jaula, que tantea los barrotes antes de hacer su jugada. Quizá realmente no fueran solo imaginaciones.

Observó como andaba intranquila de un lado a otro. Finalmente le dió la espalda y empezó a andar dirección a ninguna parte. -Te lo advertí. Sólo una vez.- Empezó a difuminarse entre la bruma. -Seguramente tenías razón. Reirhart debía ser el inteligente. Lástima que no seas Reirhart.- Su figura desapareció junto con la bruma en el momento que sopló un misterioso viento. Dió el conjuro por finalizado.

Al volver a la conciencia, las cosas seguían totalmente igual en la habitación, el gato no se había movido de sitio y el aroma de la lavanda seguía persistentemente en el entorno. Aquella corta conversación te habia dejado claras algunas cosas, aunque quizá abierto una interrogante a otras. De todas formas estabas tranquilo, despues de todo aquella mujer estaba pendiendo de un hilo que sostenias en ese momento, gracias a los pasos dados con suma cautela hasta ahora. Probablemente fuera natural que aún se sintiera algo desconfiada en aquellas circunstancias, o quizá quisiera tener cuidado con la información que daba. Como fuere, de todas formas seguía siendo tarde y tenías demasiados pensamientos arremolinados.

Me levanté lentamente, intentando poner en orden aquellos pensamientos tras el sueño. Realmente extraño. Demasiadas cosas en la cabeza. Tenía una oportunidad, una oportunidad de destronar al patán que regentaba la corona. Y ahora una pretendiente que amenazaba con quitarselo. Yo no perseguía el "honor" del reinado, prefería el gobierno en la sombra. Moverme entre los tronos manipulando a los cabezas de turco que seguramente habría por doquier.

Volví a vestirme, colocandome en el cinto a la vieja bebedora de sangre. Tan diferentes y a la vez tan parecidos. Me preguntaba por el destino de Inome, aquel demonio encerrado en el cuerpo de gato resultaba un conversador mejor que el propio Shadar. Me dediqué a bajar a la zona de restauración y comidas, observando a los que allí se hospedaban desde el hueco de las escaleras.

Conforme te levantaste te pareció escuchar algunos ruidos algo persistentes desde la planta baja. Y al llegar al hueco de las escaleras...Esperabas ver una escena cotidiana y aburrida como la de ayer, pero de lejos las cosas se presentaban total e inesperadamente caóticas.

Olías sangre, probablemente de aquel hombre tirado contra una pared con una buena herida en el torso producto de una impacto que chamuscó parte del peto que traía a tal punto de que había llegado hasta el pecho y causado tal daño. Probablemente era la causa de que no se moviera, no respirara...La poca gente que estaba dentro, se encontraba en silencio en su mayoría, la puerta estaba tapiada con algunas mesas y cuatro de los hombres que se ocupaban del establecimiento estaban apoyados contra la misma preparados para hacer presión en caso de que alguien intentara tirar abajo la entrada, y algunos heridos estaban siendo atendidos. Entre ellos el joven e insolente espadachín que habías visto ayer con una herida en el hombro que estaban tratando como mejor podían unas empleadas de la posada, y el mozo de la barra de bebidas que parecía mas grave aún. Por lo que podías observar, había recibido un golpe de filo de hacha en el torso.

El muerto tenía todas las pintas de ser alguien vulgar, pantalón de cuero sucio, aquel peto tachonado, cuerpo musculoso y en la mano aún tenía una espada de acero. ¿Que estaba pasando?

Por lo que se escuchaba, las cosas afuera estaban yendo mucho peor. Gritos, alaridos, sonidos varios de lucha generalizada. Era como si de repente una guerra hubiera estallado en aquel poblado. Probablemente hacía poco, porque a nadie se le había ocurrido subir a los pisos superiores a despertar o avisar. Todos estaban asustados e intentando pasar desapercibidos o centrados en sus pequeñas labores para sobrevivir.

Corrí hacia el piso de arriba, algo sorprendido por la masacre de allá abajo, pero no importaba

"Parece que se las arreglan bien, después de todo" pensé mientras carcajeaba

Golpeé también la puerta de Shadar y de Seimhel, había que salir rápido de aquel lugar. A menos que ellos mismos fueran la fuente del problema. Aquel mago era tan torpe que capaz era de dejar sus poderes en libertad sin saberlo él mismo.

- Despertad, ¡maldita sea! Hay problemas abajo - maneje el pomo sin llegar a abrir la puerta, para aumentar mi urgencia