Partida Rol por web

Aunque la compañía no es de lo más agradable, el susurro lejano del viento y la tenue oscuridad de la cueva hicieron que todos pudieran descansar apaciblemente, incluso los burros y el cachorro de jabalí.

A la madrugada siguiente, la madre huargo los esperaba para guiarlos durante el primer tramo del camino hacia el campamento de los goblins. Les dio indicaciones precisas para encontrar senderos ocultos que facilitaron el viaje. Llegando al mediodía se detuvo.

- Esto es lo más cerca que me atrevo. Si alguna patrulla me ve, mis cachorros morirán. Volveré a mi cueva y esperaré vuestro regreso. Si no tengo noticias en tres días... - la bestia miró al cielo y pareció suspirar - todo habrá terminado para mí. -

Hubo un cambio en la actitud del huargo. Por momentos su expresión corporal, la forma de sus fauces, el brillo de sus ojos, se parecían tanto a una madre humanoide que dejaba a todos absortos.

- Basta de desafíos e intimidaciones. Sepan esto: abandoné las Tierras Salvajes para que mis cachorros no sean esclavos de orcos o goblins. Para que su sangre no nutra los sueños de conquista de algún pequeño Señor de la Guerra. Con humildad se los ruego, salven a mis cachorros. -

Ver a una bestia maligna rebajarse de esa manera dejó una impronta diferente en cada uno de los aventureros. Todos tuvieron una percepción diferente, pero a nadie le pasó desapercibido.

Dicho eso la madre dio media vuelta y regresó a su cueva.

Solos otra vez, los aventureros se plantearon sus próximos movimientos.

Al final el asunto se reducía simplemente a una madre que intentaba cuidar de sus crías. Además, bien mirado, siempre iba bien tener aliados de ese calibre. Nunca se sabe en que circunstancias puedes volver a topar con él y si necesitarás una ayuda.

Cruzar el río y llegaremos a la empalizada. Es posible que tengan alguna patrulla por aquí cerca si Davor tiene razón y el hobotrasgo es algo más inteligente que el resto. Avancemos con cautela y busquemos un paso por el río más discreto.

Una vez en el otro lado ya estaríamos pendientes de cómo acercarnos al poblado goblin y cómo asaltarlo.

Un nuevo día en la espesura y una nueva jornada de viaje. Aunque en esta ocasión lo hacían en compañía de un huargo. Había oído hablar de esas criaturas pero, realmente, no había tenido muchas oportunidades de tratar directamente con ellas en las Tierras Salvajes. Tampoco es que le hubiera puesto mucho interés.

Pasado el mediodía, habían alcanzado el punto de inflexión para la bestia. Temerosa de seguir adelante y poner en peligro a su camada, les dió unas indicaciones. A Davor no le resultaba sorprendente la preocupación del animal por sus crías, ni que quisiera huir de las Tierras Salvajes para evitar los pozos de cría de los trasgos, sobre todo. Pero el clérigo no se hacía muchas ilusiones: el año en que la caza escasease en aquellas montañas, los huargos no dudarían en bajar hasta las llanuras y atacar al ganado, incluso a los pastores, sin miramientos ni compasión. Y la gente de Sandor muy posiblemente reclamaría las cabezas de las bestias. Se limitó a esperar a que el lobo se retirase y les perdiera de vista.

Había abundantes rastros en la zona. Animales y humanoides se movían mucho por ella. Podía suponer un problema para un rastreador (que él no era) o una ventaja.

- Sería conveniente buscar un vado con abundantes huellas en ambas orillas. Así nos aseguramos de que los trasgos no hayan puesto trampas en él. Pero no deberíamos mostrarnos abiertamente. Podrían tener centínelas ocultos para controlarlo. Traek y Bregolin deberían acercarse sigilosamente y examinar la zona para asegurarnos antes de cruzar. Incluso Glimm podría ser útil en la tarea. - Si no abría la boca, con su tamaño, el gnomo podría pasar desapercibido entre la maleza y hasta hacer un buen trabajo. - Zenuri y yo esperaríamos unos metros por detrás, por sí surgieran problemas. - Esperaba que los relatos escuchados a la luz de la hoguera, en el asentamiento de los Cráneoscuros, sobre la batalla en el vado del Arroyo Sangriento durante la Guerra de los Clanes y la Liga hobotrasga fueran exageraciones de los orcos, pero nunca estaba de más pensar que algo de verdad razonable pudiera haber tras las bravuconadas de los humanoides de rasgos porcinos.

El puesto de avanguardia de exploración no era uno con el que Bregolin se sintiera especialmente cómodo, él no era un verdadero explorador, era un arquero, pero se conformó. A pesar de que su posición de comodidad era lanzando flechas tras una línea de escudos protectores, la experiencia le dictaba que uno no sólo servía para única cosa, sino que debía adaptarse a las circunstancias. O tal vez eso era lo que le habían metido en la cabeza por convivir demasiado con humanos, quién sabe.

─Tralek, Glimm y yo nos adelantaremos, de acuerdo. Atrás intenten no hacer demasiado ruido. Conversaciones al mínimo, en susurros y sólo las necesarias. No estamos de paseo ni tenemos un ejército para respaldarnos ─sentenció el elfo.

Por sus palabras cualquiera diría que tenía experiencia militar, pese a que, a decir verdad, nunca había salido de Sandor y su experiencia militar se limitaba a la instrucción que había recibido como parte de la milicia. Aunque era, de facto, el miembro más veterano de la milicia del pueblo, incluido su líder...

Cruzan el río sin demasiadas complicaciones y se internan en el bosque en silencio. Davor y Zenuri se quedan más atrás, dándoles espacio para no estorbar con sus armaduras y zancadas.

Glimm y Bregolin se mueven con soltura. Traek sorprende por su destreza, ya que por los general los humanos son acusados de torpes y escandalosos.

Sin quebrar ni una hoja avanzan hasta detectar el primer peligro: una patrulla de goblins retozando. Son dos. Llevan lanzas, arcos pequeños, armaduras de cuero y cascos. Parecen uniformados, a diferencia de los otros goblins que vestían harapos y llevaban armas diversas. Estaba claro que estos pertenecían a un grupo más preparado.

Pero no dejaban de ser goblins. Uno estaba sentado tomando vino de una bota, y el otro se escarbaba la nariz buscando alguna cosa perdida ahí dentro. No se percataron de vuestra presencia.

Los observo a los dos.

Por la sutileza en los dedos, estoy seguro que Traek podría aniquilar a un goblin estando distraido, y que llegase al infierno antes de que tocase el suelo.
Pero claro, el otro... eso es harina de otro costal.

Así que hago una cosa: Animo a ambos dos, no con música sino con gesticulación.
El mensaje en mi mímica está claro "Tu puedes, Tu puedes ¡Machaca, amigo. Machaca!"

A Zenuri no le terminaba de convencer el plan. Entendía que debían mantener el sigilo, y no lo conseguirían con Davor y ella al frente, pero en caso de emboscada esos tres no podrían durar ni de lejos tanto como ellos dos.

- Un campo abierto como este río me parece bastante peligroso - susurró a Davor, mientras preparaba una de las jabalinas que le había robado al ogro -. Aunque les dejemos ir delante, no deberíamos hacerles esperar demasiado. Es importante no cortar linea de visión con ellos.

Con estas palabras, una vez Zenuri vio que el grupo había llegado al otro lado del río, empezó a avanzar agazapada, tratando lo mejor posible de hacer pasar desapercibido su verde corpachón.

- Claro que es peligroso. No hay donde parapetarse en el vado y luego está la corriente del agua mientras se cruza. No hay peor sitio en el que sorprender a un enemigo...

Pero demasiado tiempo entre los humanos sirviendo bebidas y comidas debía de haberle reblandecido el cerebro a la semiorca, quien se dispuso a vadear el curso de agua antes siquiera de que el resto les hubiera dado el visto bueno para continuar. ¿Qué sentido tiene enviar exploradores si luego ignoras completamente ese hecho? Era posible que Zenuri ni siquiera se diera cuenta de que, con aquella maniobra, estaba poniendo en peligro a los compañeros más avanzados. De no haber sido descubiertos por posibles centinelas todavía, lo serían ahora tan pronto como la semiorca se internase en las aguas.

El susurro con que el clérigo pretendía responder a su congénere murió con sus últimas palabras al verla separarse. Davor se encogió de hombros, en un gesto que sólo los burros podrían interpretar como indiferencia en aquel momento. "Vamos a ver qué sucede a continuación..."

Quedarse era más seguro para el grupo, cruzar permitía ayudar a la avanzada si encontraba un problema que no pudiera resolver. Davor y Zenuri discreparon. El primero esperó, la mujer cruzó.

Pasaron unos minutos sin eventualidades. Era una situación muy complicada ya que el grupo estaba separado. Sólo les quedaba confiar.

Aprovecho nuestro sigilo para acercarme a la pareja que al parecer estaba dsitraída. Miro a mi lado para ver si Bregolin está preparado. Si logramos deshacernos de ellos rápidamente, evitaremos que den la alarma.

La espada en la mano preparada para ser letal.

El pequeño equipo de incursión de momento se comportaba a las mil maravillas. Ni siquiera el humano estaba haciendo ruido, lo que no era muy usual. Así las cosas, avanzaron hasta topar con un par de goblins despistados, que resultaba obvio que no estaban esperando que nadie se les fuera a acercar sigilosamente. Debían aprovechar esa oportunidad, debían acabar con ellos antes de que pudieran dar la voz de alarma. Sus pequeños cuerpecillos no eran muy resistentes, si no colocaban mal sus flechas tal vez...

Con la seguridad y fluidez que sólo una gran práctica puede traer, Bregolin colocó su flecha en el arco, se repartió los objetivos con Traek mediante señas y disparó una flecha, aunque a decir verdad los nervios por el combate real casi le juegan una mala pasada. Pero era un buen impacto. Si fuera un muñeco de prácticas la flecha habría quedado bien clavada.

El grupo de avanzada se encontró con dos goblins patrullando. Se movieron con tanta habilidad que pudieron sorprenderlos.

Traek eliminó al primer goblin con una precisión letal. Bregolin por su parte despachó al segundo, que apenas abrió la boca pero ningún sonido salió de su garganta, atravesada por la flecha del elfo.

Revisaron a los guardias con celeridad. No llevaban nada fuera de lo común, salvo por otros colgantes de madera tallados con el símbolo de Gurmash, también con algunas imperfecciones en el dibujo, como si hubiera sido tallado a las apuradas, o por alguien que no conociera bien la forma del símbolo sagrado.

Glimm divisó entre la espesura una buena cantidad de árboles cortados con herramientas, claramente usados para alguna empalizada. Estaban a pocos metros de su objetivo final.

El terreno era irregular. Aunque había árboles cortados, todavía había árboles más grandes y arbustos que permitían acercarse con sigilo. Una ligera pendiente indicaba que el campamento estaba instalado al pie de un monte rocoso, que no llegaba a ser una montaña pero tenía una altura considerable. 

El trío detectó, a esa distancia, dos posibles acercamientos: de frente, entre los árboles y los arbustos, buscando la entrada principal o una abertura en la empalizada; o dando un rodeo y acercándose por el monte, ganando terreno alto. Ambas opciones presentaban riesgos, aunque era difícil saber más a esa distancia, todavía estaban lejos.

Tenían que tomar una decisión. ¿Seguían explorando buscando información más precisa? ¿o armaban un plan con la poca información que tenían?. Al menos no se veían más patrullas por esa zona.

Miro los colgantes de los goblins, y solo puedo decir una palabra.

Esa palabra es "Vaaaaaaaya"

Por algun motivo, dudo que Davor este a favor de ir alli, presentarse como el sumo sacerdote de Gurmash, y que le sigan.

"Lo que esta claro es que no necesitamos solo una ruta para entrar. Necesitamos una ruta para salir tambien, con quien sabe cuantos lobeznos"

"Entrar monte arriba esta descartado. Nos verian como si llevasemos cometas a la espalda. Pero podriamos preparar algunas trampas y tenerlo como ruta de huida. Tras salir nosotros y los Woolverines, dejamos la tipica trampa de soltar rocas o madera. Sea quien sea que nos persiga, le frenará."

El clérigo había prestado atención a las palabras de los "exploradores" una vez se reunieron en la otra orilla. Al parecer, habían sorprendido a unos centinelas trasgos y eso les había retrasado al dar cuenta de ellos. Davor no iba a quejarse por ello; no le hubiera importado cargar contra esos vigias, pero le resultaba más apetecible prepararse para un ataque que verse abrumado por una hueste de pequeños trasgos chillones mientras cruzaba un arroyo.

Por más indicaciones, pareciera que podían acercarse siguiendo dos rutas hacia el campamento. A cubierto por la maleza y los troncos de los árboles más grandes que no habían sido talados, hasta la empalizada (y rezar para que hubiera una sección rota, suelta o incompleta) y la entrada principal. O pendiente arriba, hacia la elevación al pie de la cual pudiera estar ubicado el campamento. Aunque éste, como tal, no era visible aun desde su posición. Aquello no ayudaba a pensar un plan de batalla; en el mejor de los casos, a ciegas, lo único que harían sería especular.

- El terreno alto es una posición apetitosa. - Por el tono empleado por el semiorco quedaba claro que aquel adjetivo no había sido elegido por que tuviera hambre. - Obviamente, los trasgos tendrán vigias o tiradores o ambos en esa altura. Pero atacar desde ella nos permitiría negarles esa ventaja al tiempo que la ganamos nosotros contra los ocupantes del campamento. Para huir, sugeriría usar el momento del ataque: cruzar el campamento desde la altura hasta la entrada matando todo lo que se cruce en el camino, llevados por el flujo de la batalla. - Davor hizo un expresivo gesto con el que estampaba su puño derecho contra la palma extendida de la mano izquierda. - Pero tenemos dos problemas: tenemos que rescatar prisioneros pero no sabemos dónde los tienen los trasgos y tampoco conocemos la disposición del campamento. Lo más lógico sería que alguien se acercase discreta y subrepticiamente para hacer un reconocimiento. Eso, o me acerco yo a sermonearles, distraigo su vigilancia y vosotros os coláis. - Se rió por lo bajo con aquella idea a raíz de un comentario sobre los amuletos que habían encontrado y que los identificaban como "devotos" de Gurmash; sobre todo porque tal distracción podía acabar convirtiéndose en el ataque de verdad. Asi solían decir las Voces de Gurmash a los orcos jovenes dispuestos a escucharles: la maniobra de distracción del otro clan que estáis ignorando puede ser su verdadero ataque (*).