Partida Rol por web

Trasfondo y motivación

La idea es que los personajes sean habitantes de Sandor, o visitantes frecuentes. Deberían considerar al pueblo como un hogar, un lugar seguro y apreciado.

Y cuando alguien se instala por un tiempo en un lugar, inevitablemente construye algunas relaciones. 

Deja anotado aquí las respuestas a estas tres preguntas (puedes extenderte tanto o tan poco como quieras):

1.- ¿Qué haces en Sandor?

¿Naciste en el pueblo o llegaste huyendo de algo, o alguien? ¿te estás ocultando? ¿qué lugar ocupas en la sociedad? ¿tienes trabajo, un emprendimiento propio o eres empleado de alguien?.

2.- ¿Qué relaciones cultivaste?

¿tienes amigos, familia? ¿tal vez una deuda, o un rival al qué derrotar?. Aquí pueden inventarse PNJs

3.- ¿Qué te motiva a la aventura?

Cuando el peligro acuda a tu puerta, saldrás a enfrentarlo. ¿Por qué? ¿deseo de proteger al débil, o de gloria personal? ¿fortuna u honor? ¿o tal vez aburrimiento?. Atención que puse "saldrás a enfrentarlo" como una afirmación, no como pregunta, esto quiere decir que es requisito que el personaje sienta alguna motivación para la aventura (la que quieras, pero debería haber una).

1.- ¿Qué haces en Sandor?

Sandor es mi pueblo natal. Aunque mi familia lleva 100 años en el pueblo, sigue siendo extranjera. Miss padres, originarios del reino élfico más cercano, no hablan nunca de las razones de su marcha de él, pero siguen las tradiciones élficas (cultura, en parte comida, festividades y religión) a rajatabla. Eso, por supuesto, no contribuye nada positivamente a la integración.

Mi padre, Glinnel Tulcapengrion, es una persona culta que conoce muchos idiomas y canta con voz angelical. En su juventud viajó hasta tierras lejanas y acumuló algunos tesoros y aventuras a sus espaldas. No ejerce profesión alguna, nunca ha llegado a mezclarse con los sandorianos (incluso cuando ha cantado algo en las fiestas del pueblo ha destacado demasiado y le han mirado mal). Pese a todo lleva tanto tiempo en Sandro que todo el mundo le conoce y no entenderían que se fuera (para los humanos "siempre" ha estado ahí). La familia lleva décadas subsistiendo gracias al dinero conseguido con la venta de algún artefacto de aquella época aventurera de mi padre.

Mi madre, Nyarwen Lírë, ha encontrado placer en confeccionar prendas de lana y otros tejidos. Es, probablemente, la mejor artesana de Sandor, pero apenas vende su trabajo, prefiere regalarlo. Todas las familias del pueblo tienen una colcha magnífica y de exquisita manufactura que les fue entregada el día de su boda (y que ha resistido el paso del tiempo como ninguna otra). Es una mujer hermosa, sabia, discreta y humilde, dolorosamente consciente de las envidias que despierta (por su belleza, siempre joven, por no trabajar y por su marido misterioso y guapísimo).

Yo mismo, por mi parte, soy un joven y apuesto elfo, pero también retraído y que se esfuerza por encajar en Sandor, aunque era una batalla perdida de antemano. Joven todavía para considerarme un elfo adulto, logré que me cogieran en la milicia hace un par de décadas, lo que me convierte en el veterano más desaprovechado de la milicia por un amplio margen. A pesar de mis enormes cualidades como arquero, Joyce Ventus me tiene repetido hasta la saciedad que soy un desastre con la puntualidad, con la responsabilidad y con la uniformidad. Vamos, que hace años que me da como un caso perdido, pero a pesar de todo me consiente. Tal vez cree que en caso de necesidad mi pericia con el arco podría salvarle la vida a muchos sandorianos.

2.- ¿Qué relaciones cultivaste?

Con mis "escasos" 100 años de edad, he visto envejecer y morir a varias generaciones de humanos de Sandor. Eso no ha hecho sino aumentar mi amargura, pues es con ellos con los que me intento relacionar, con los que comparto mi tiempo libre y de los que me enamoro.

Shandra Brevoy, por ejemplo, es la última de la que me he quedado prendado. Las pronunciadas curvas y encantadora sonrisa de esta hija del granjero Angus han hecho que me quede prendado de ella. Pero también su fuerza de carácter y su independencia (como no podía ser de otra manera siendo la más pequeña de 6 hermanos).

En directa lid por el amor de Shandra está Gariel Miller, el presuntuoso primogénito del molinero, Kardlo. Es un muchacho alto y fornido abusón siempre acompañado de sus lacayos (tan sumisos y crueles como él), Rebann y Silad, respectivamente el de los grandes y desordenados dientes, y el gordo y estúpido.

Por fortuna durante buena parte de mi adolescencia he contado con el apoyo moral incondicional de Kentha Aramys, la hija de la viuda Velha (una mediana rechoncha y estricta conocida en todo Sandor pro sus conservas de frutas del bosque), mi mejor amiga. Siempre busca tiempo para estar conmigo y sabe cómo animarme. He sido tan idiota como para no darme cuenta de que lleva años enamorada de mi. Recientemente me confesó su amor y, no pudiendo corresponderle, nos hemos distanciado. Pero sé que si tengo que recurrir a alguien para algo importante, ella es la persona idónea.

En otro orden de cosas, conozco a la familia Fraga desde hace muchos años y "sé" que les corresponde el puesto de alcalde. Han nacido para ello y no tengo nada que decir al respecto.

Bertom el clérigo de Eriad y yo mantenemos cómodamente las distancias. Sabe que mi familia prefiere adorar a Selene y sólo nos vemos cuando es imprescindible, básicamente al acompañar a alguno de los otros chicos en fiestas. No nos caemos bien.

A Reckbran, el herrero, llevo tiempo "acosándolo" para que me cuente cosas sobre su pasado como aventurero. Soy uno de los pocos chicos que lo ha conseguido, pero no por caerle mejor que el resto o tener más cualidades, no, sino por pura insistencia y oportunidad a lo largo de los años.

Gauwill, el semielfo comerciante, a parte de haberme conseguido mi arco largo, tiene buenas historias para contar. Eso me atrae. Así como el hecho de ser semielfo, lo que me causa un extraño amor-odio hacia él (por las posibles consecuencias de quedarme en Sandor).

3.- ¿Qué te motiva a la aventura?

Varias cosas:

a) Probarme a mi mismo y demostrarle a todo el pueblo (sobre todo a Gariel y sus secuaces) que soy mucho mejor que ellos.
b) Emular las fantásticas hazañas de las historias de mi padre, de Reckbran o incluso de Gauwill.
c) Porque, aunque soy de Sandor y no quisiera que nada malo le pasara, sé que el mundo es mucho más grande y quiero experimentarlo. Llevo 100 años en el pueblo, ya empieza a ser hora de salir de él.

Sandor podía separarse en tres "regiones" bien claras: el pueblo propiamente dicho, las colinas del sur donde se instalaban los pastores, y las tierras más planas al norte, salpicadas de granjas. Una de esas granjas pertenecía a Angus Brevoy, donde vivía con sus seis hijos. La menor, Shandra, te había conquistado.

Aquella tarde Shandra estaba en el pueblo. Había llegado en un carro, acompañada por sus hermanos, y traía trigo para el molinero. Aunque no había rechazado oficialmente a Gariel, sabías que ella prefería pasar el tiempo contigo que con el soso grandulón, y buscaba cualquier excusa para no ir hasta el molino.

Cuando te vio, se separó de sus hermanos y corrió a tu encuentro.

- ¡Bregolin! ¡qué suerte que estás... - se dio cuenta de lo evidente que estaba siendo y recuperó la compostura - Que gusto verte, ¿estás ocupado? mis hermanos dicen que no puedo caminar por el pueblo sin compañía y les dije que tú podrías cumplir esa labor. ¿Tienes tiempo ahora? -

Curiosamente, sí estabas ocupado. Tenías que hacer tu patrulla y ya estabas llegando tarde. Joyce volvería a regañarte. Por otro lado, Sandor no había visto peligro alguno desde que el destacamento de caballeros de Avalon se había apostado en el Fuerte Karin, hacía ya unos diez años.

El deber o el placer... Para el joven Bregolin la cosa estaba bastante clara: nadie hubiera apostado por él para tomar decisiones sensatas o responsables, pero de todas maneras la vida en Sandor era tan tranquila que su ausencia o no en la patrulla no supondría ninguna diferencia. Le regañarían, sí, pero ¿qué más daba? ¿Le iban a sacar de la milicia? Si la contaban a él había el enorme número de 3 arqueros en la milicia, uno de los cuales era un veterano y el otro era Manyuel, un recluta humano al que Bregolin había intentado (infructuosamente) dar algún consejo, pero que seguía sin ser capaz de acertarle a un muñeco a 50 metros... Claro que el muchacho elfo no era precisamente un gran profesor, pero las cualidades de Manyuel para manejar el arco brillaban por su ausencia.

─Emmm, sí, claro. O sea, no. Mmmmm, te acompaño. ¿Dónde quieres ir?

Más allá de ser un adolescente elfo, Bregolin estaba claro que ni en 100 años más conseguiría el don de la palabra. Hablar, simplemente, no era una de sus cualidades. Shadra, en cambio, era todo lo vivaz y parlanchina que no era el elfo, cualidades que Bregolin admiraba. Dos de las numerosas cualidades que la muchacha poseía a los ojos de Bregolin.

Las miradas de los dos adolescentes se cruzaron y el corazón de Bregolin se saltó un latido, absorto como estaba en aquellos brillantes y vitales ojos pardos de Shandra. Su cara con forma de corazón estaba radiante, su sonrisa desplegada, enmarcada entre sus característicos bucles castaños claros. Bregolin no se atrevía a desviar su mirada hacia el resto del cuerpo de la voluptuosa campesina...

─¿No te meterás en un lío? ─preguntó, a pesar de que sabía la respuesta: por supuesto que se metería en un lío, pero le daba igual. Al parecer le importaba mucho más a él que a ella. Con la fuerza de carácter de aquella muchacha, bien podría enfrentarse a una tormenta y lo haría con una sonrisa de satisfacción en la cara...

- No pasa nada - dijo Shandra sin ocultar su sonrisa. Tomó a Bregolin del brazo y casi lo arrastró por la plaza, en dirección contraria a sus hermanos, el trigo, y el molino.

Recorrieron el pueblo en pocos minutos. Por momentos la joven apretaba el brazo del elfo contra su cuerpo, y cuando se daba cuenta que todos podían verla volvía a la cordura y se separaba. El intento de ocultar sus sentimientos era tan encantador como inefectivo.

Shandra podía hablar por horas, y lo más sorprendente era que poseía una conversación interesante y más espabilada que la media de los locales. Podía hablar de vestidos y modas de la ciudad, como de agricultura, economía y política. Tenía una opinión muy firme sobre la validez de la familia Fraga para gobernar el pueblo tantas veces seguidas, como si de un pequeño reino se tratase, y pobre del que sacara a la luz el tema de la igualdad de tareas entre hombres y mujeres.

Inteligente y hermosa. Difícil no enamorarse de ella.

- ¿Qué te parece si me acompañas hasta mi casa? - dijo de golpe - pero no vayamos por el camino, no quiero cruzarme con mis hermanos. Vamos por el sendero del bosque -

Acompañarla hasta casa... a Shandra Brevoy, la guapísima y encantadora humana. Humana. Tal vez debiera importarle más ese detalle. Desde luego, a sus padres les importaría. Pero qué había de Gauwill el mercader, ¿había tenido una vida infeliz? ¿o había sufrido por la diferencia entre sus padres? ¿acaso no era mejor conocer dos culturas que sólo una? Arj, era tan difícil...

─Emmm, sí, claro. El sendero del bosque... ─dijo el nada locuaz elfo dirigiéndole una sonrisa sincera. Hubiera ido a través de los infiernos para acompañarla un rato más, decía aquella sonrisa.

Bien pensado, no era una buena idea. Lo bueno de los caminos transitados era que si tenías un problema, en seguida había alguien para ayudarte. Lo malo de la intimidad de un bosque era que si algo te sorprendía, estabas solo, debías valerte por ti mismo. Por fortuna Bregolin llevaba nada menos que su arco largo y su armadura de la milicia. Si alguien o algo con intenciones hostiles les encontraba, mejor sería que se lo repensase.

Decidido, el joven elfo abrió la marcha, atento y con la mirada en su entorno, pero disfrutando a la vez del contacto con la muchacha humana.

Era pasado el mediodía cuando la pareja abandonó el bullicio del pueblo por el murmullo del bosque. Caminaron tomados de la mano y Shandra apenas se soltaba para juntar alguna flor o bayas silvestres.

- Estaba pensando... - dijo ella mientras se acomodaba una flor en su cabello - que me gusta mucho pasar el tiempo contigo, pero me molesta no poder hacerlo más abiertamente. Mi padre y los Miller son amigos desde hace años, y cenamos juntos muy seguido. En cambio tu familia... -

La joven bajó un poco la mirada, algo angustiada. 

- No sé si me explico, no tengo nada malo que decir de tu familia... tu madre es encantadora, y tu padre... - sonrió y lanzó una dulce risa - tu padre se parece bastante al mío, aunque no lo creas -

- Pero tienes que admitir que si es para reunirse a cenar, es más probable que acepten una invitación de los Fraga que de los Brevoy... -

Era eso. La joven Shandra era bella, inteligente, y pobre. Se sentía intimidada por la posición social de tu familia.

La chica no levantó la vista y jugueteó con la flor en su mano. En todo el tiempo que llevabas conociéndola era la primera vez que la veías vulnerable. 

Algo más desvió tu atención de la joven. Huellas en la tierra, recientes. Difícil calcular el número, pero al menos media docena de pares de piernas pequeñas. Los niños no se aventuraban tan lejos del pueblo.

Estaba disfrutando del paseo, de la compañía, hasta que ella sacó *el tema*. Los Miller y los Brevoy se llevaban bien, tenían cosas en común... como el ser humanos. Si sus padres aceptaban una invitación para cenar de los Fraga, sería por su condición de alcalde y como reconocimiento, no por afinidad. Los Tucapengrion no necesitaban la aprobación de nadie, estaban por encima de esas cosas, pero apreciaban el llevarse bien con los vecinos.

─Yo, mmm, hablaré con mis padres. Me, me gustaría que vinierais a cenar... ─dijo Bregolin, apesadumbrado.

Tenía serias dudas de que sus padres fueran a aceptar de buen grado el invitar a los Brevoy a cenar. Les gustaba su existencia sencilla, tranquila, recogida... y los Brevoy representaban prácticamente lo contrario: numerosos, bulliciosos y rudos. Si accedían lo harían por él... pero no era probable que vieran con buenos ojos que cortejara a Shandra, una humana, y de eso se darían cuenta en seguida, si es que no lo sabían ya. Sin duda sería una conversación espinosa.

Súbitamente el joven elfo alzó la mano para advertirle a su acompañante que guardara silencio. Aquellas pequeñas huellas eran inquietantes. No tenía sentido que fueran niños, así que... bien podían ser de goblins o kobolds. Con cuidado y sin dejar de vigilar el entorno Bregolin echó mano de su arco y extrajo una flecha de su carcaj, colocándola con suavidad en la cuerda de su arma.

─Volvamos al camino ─susurró con inusitada firmeza.

Seguir en el bosque podía ayudarles a mantenerse escondidos, pero también les aislaba de cualquier ayuda. En el camino, fuera lo que fuera a lo que se enfrentaran, al menos lo verían llegar. Y podrían correr en una u otra dirección.

Shandra notó tu preocupación y cambió su actitud. Era una joven criada en el campo después de todo, no iba a desmayarse ni gritar por ayuda. Soltó el ramo que estaba armando, se levantó el vestido y caminó a paso rápido hacia el camino.

La seguiste de cerca, arco en mano y oídos afilados. Ahora además de huellas pudiste escuchar movimiento entre los arbustos. Hojas quebrándose, murmullos, risas siniestras. 

Era tarde. No iban a evadirlos.

Dos goblins aparecieron de entre la espesura. Uno a tu espalda y dos a cada lado. Llevaban arcos cortos listos para disparar.

El arquero elfo actuó por instinto, un instinto trabajado durante un par de décadas. Automáticamente, como si de un resorte se tratara, la flecha de su arco silbó rauda en una trayectoria corta hasta impactar con cierta fuerza en el goblin más cercano, malhiriéndole.

─No te separes de mi ─sentenció Bregolin. No era una sugerencia, en esa situación ella estaría más a salvo con él que huyendo a ciegas por el bosque─ Coge mi daga y úsala para defenderte¹. Yo acabaré con ellos.

Con movimientos gráciles y fluidos, Bregolin encaró al siguiente goblin, de nuevo el más cercano, pero sin perder de vista al otro sano. Pronto tendría que decidir a quien dedicaba la siguiente flecha, flecha que casi mágicamente ya estaba cargada en su arco...

El flechazo se clavó en el pecho del goblin a la altura del hombro izquierdo y lo obligó a soltar el arco. Magullado buscó su cuchillo, pero se acercó con cautela.

No pudiste evitar que el otro goblin te disparara pero, bendita sea Selene, su dardo falló.

El tercer goblin logró rodearte, pero a tu espalda estaba Shandra. La muchacha tanteó tu cinturón y tomó tu daga. La sujetó con la hoja hacia abajo, lista para apuñalar. 

El salvaje soltó su arco y se abalanzó contra la joven, buscando una víctima fácil. La chica ahogó un chillido cuando el acero rasgó su ropa, pero esquivó con gracia el ataque.

Malditas sabandijas, no tenían ni una pizca de honor en sus pequeños cuerpecillos. El hecho de que uno decidiera atacar a Shandra decía bastante de su sentido de la oportunidad. Su oportunismo.

Bregolin se separó con un rápido paso lateral¹, buscando ángulo para poder hacer un disparo limpio. Había practicado con flechazos mucho más difíciles, a más distancia. Siendo un disparo a bocajarro aquel ser llevaba todas las de perder. Incluso estando Shandra enzarzada con él en el cuerpo a cuerpo.

El joven elfo tensó el arco, fijó su objetivo y disparó en línea recta, con mucha menos potencia de la deseada. El miedo a herirla accidentalmente había refrenado su ataque. Ojalá no lo hubiera hecho, eso simplificaría mucho las cosas. Al menos ahora tenía toda su atención. Bueno, la que no dedicara a la flecha que tenía clavada, claro está.

─Dejadla en paz o moriréis... No, vais a morir de todas maneras...

El flechazo fue directo a la pierna del goblin, pasando a escasos centímetros de Shandra. La joven, impulsada por el miedo o la desesperación, no se contuvo y apuñaló al acosador en el cuello. 

Los otros dos, al escuchar tu amenaza y ver que no la tendrían tan fácil, decidieron huir. Lo hicieron por caminos separados. Uno de los goblins, el que estaba intacto, corrió hasta casi desaparecer. El otro, que había recibido ya una flecha, escapaba algo más despacio.

Shandra respiraba agitada. Miraba fascinada el cuerpo verde a sus pies.

Bregolin observó cómo los goblins se batían en retirada y de repente se dio cuenta que había estado conteniendo la respiración. También se dio cuenta de que había una nueva flecha cargada en su arco. Los instintos y el entrenamiento le habían servido bien hoy.

─Debemos volver al camino, dar aviso, reunir la milicia. No sabemos si son exploradores o algo más...

Pero antes debía averiguar algo. Una vez seguro de que los goblins no se rezagaban buscando una segunda oportunidad, el elfo arquero guardó la flecha y revisó el cuerpo del goblin caído a los pies de Shandra. No esperaba que precisamente ese fuera a llevar una nota con instrucciones sobre lo que planeaban sus jefes, pero tatuajes, marcas en ropa o armas, o algún símbolo distintivo corporal que les diferenciara de otros goblins podía ser una pista importante para saber cómo afrontar el problema de su presencia allí, junto al pueblo.

─Lo has hecho bien, Shandra. Hasta mejor que yo. Quédate la daga hasta que pase el peligro, ¿de acuerdo?

Dicho esto y revisado el goblin, Bregolin tomó la mano de la muchacha humana y empezó a estirar de ella hacia el camino.

La joven se tomó un minuto para calmarse, pero cuando lo hizo recuperó la compostura por completo. Era una muchacha fuerte.

- Extraño regalo de un pretendiente - dijo mirando la daga - sin embargo, es el mejor regalo que recibí en mi vida -

Y como confirmación te dio un tierno beso en la mejilla.

No encontraste nada interesante en el cuerpo del goblin. Su ropa y su equipo no te dijeron nada de su origen o sus planes. Sin embargo, por las huellas que viste antes, podías afirmar que éstos eran apenas unos exploradores y que en algún lugar se escondía el grueso de la banda.

No podías especular mucho más, así que te llevaste a Shandra de vuelta al camino. Una vez en la civilización los dos respiraron aliviados.

Faltando poco para llegar a las granjas Shandra te dijo que podía volver sola. No era buena idea alterar a Angus si la veía llegar acompañada de un hombre... ¡y con el vestido rasgado!. Te dio un segundo beso, esta vez en la otra mejilla, y te dejó solo.

Era hora de ir a ver a Joyce y recibir tu reprimenda, aunque tu reporte de goblins en la zona seguramente aplacará al viejo cascarrabias.

Excelente imagen para Shandra!

Gracias, elegí entre media docena que parecían apropiadas. Esta fue la que me pareció más adecuada :-)

Si necesitas imágenes para otras chicas de Sandor, ¡no dudes en pedírmelas!

Bien, vamos a hacer una ligera pausa porque estamos llegando al punto en que todos los personajes se encuentran y se organiza qué hacer con los goblins.

Perfecto, me parece muy apropiado.

Podés escribir acá lo que quieras que haya vivido Bregolin antes de iniciar la partida y que yo no haya mencionado.

Bueno, supongo que lo obvio pero que no hemos comentado: Bregolin probablemente es alguien a quien todo el mundo en Sandor conoce, como al resto de personajes adultos del pueblo más o menos relevantes, pero en un plan más de chismorreo. Como elfo que es nació en los tiempos de sus bisabuelos o tatarabuelos y, para el resto del grupo lleva tanto tiempo en la milicia como el bueno de Joyce (un par de décadas). No se le da bien socializar con los jóvenes humanos, a menudo perdiendo la oportunidad (pasan los años y rápidamente se convierten en hombres casados y con hijos) y no se le dan bien las travesuras. En todo caso desobedecer y/o hacer lo que le apetece, a menudo solo. Puede que se le considere algo misterioso y/u hosco. En realidad tienen razón.

Excelente, voy a mencionarlo en la escena cuando haga una descripción de los personajes. 

Te comento una cosita sobre los elfos para que tengas mejor contexto:

Hay un reino "principal" (por llamarlo de alguna manera) que se llama Casindral. Está en el medio de un bosque que, a su vez, está casi en el centro del mundo. Se encuentra al sureste de Avalon y bastante lejos.

Hace miles de años pasó algo que obligó a los elfos de Casindral a cerrar las puertas y aislarse del resto del mundo. ¿Qué pasó? sólo algunos viejos elfos lo recuerdan y son muy celosos en contar los detalles. Lo que sí aprenden todos los niños elfos nacidos en Casindral es que el resto del mundo está loco y ellos son los únicos normales.

Recientemente (300 o 400 años digamos) los elfos más jóvenes empezaron a criticar la política de encierro de Casindral y decidieron auto exiliarse. Estos vagabundos recorrieron el mundo tratando de ayudar a las demás razas y buscando cambiar el prejuicio de "pedantes" y "egoístas" que caía sobre ellos.

El proceso de autoexilio sigue vigente al día de hoy. De vez en cuando algunos elfos abandonan el reino de Casindral para recorrer el mundo y hacer algo positivo con sus vidas. Los elfos son libres de salir del reino, pero nadie puede volver.

Tus padres podrían ser parte de esos grupos que abandonaron Casindral hace un tiempo. 

No todos los elfos son originarios de Casindral. Existían muchos otros reinos élficos que fueron desapareciendo con el tiempo, ya sea por guerras, causas naturales o desgracias menos dramáticas. Algunos perduran, como los elfos del desierto en uno de los extremos del mundo, y otros han sido olvidados y sus gentes se mezclaron con los humanos.

Podría decirse que hay dos grandes tipos de elfos en el mundo: los que mantienen alguna cultura propia de su razal, y los que adoptaron la cultura humana (con sus costumbres y dioses). Hay algunos (como podrían ser tus padres) que se mueven en el medio, viviendo en reinos humanos pero manteniendo sus costumbres y creencias.

Con eso tenés para entretenerte un buen rato ;)

Me ha costado un par de días, pero ya está procesada toda la información. He pasado los datos a la ficha, a la parte de la historia. Allí iré incorporando lo que surja de conocimientos del mundo, si hay más cosas interesantes que anotar.

Como jugador detesto que los masters armen un mundo nuevo y escriban hojas y hojas de lore que los jugadores estemos obligados a leer.

Es una de las razones por las que dirigir en mundos ya creados y que todo el mundo conoce (como El Señor de los Anillos, La Costa de la Espada o Pathfinder) suele ser más cómodo. Pero si creas un mundo de cero...

Ahora que me toca dirigir, me apena un poco hacer lo que dije que no haría.

Una opción intermedia podría ser el hacer participar a tus jugadores de la creación del mundo, cargándoles con el peso de añadir datos relacionados con su historia personal, de manera que enriquezcan las bases del mundo que hayas ido proporcionando. Eso sí, de esta manera también implicaría que deberías tomar notas, limar asperezas e integrar aspectos del mundo que no habías pensado o preparado de antemano.

Pero bueno, al menos no son decenas de hojas.

No, en realidad ha sido bastante moderado.

Mi plan es ir dando información a medida que los personajes vayan conociendo el mundo.

Típico truco de narrador. Bien hecho.

En tu caso, como el personaje es elfo, se supone que debe saber algunas cosas más.

Lógico, ha vivido mucho más que los humanos y sus padres no son del mismo Sandor, seguro que le han hablado de Casindral (aunque no puedan volver a él, o precisamente por no poder volver a él).