Partida Rol por web

El Tecnosacerdote es admitido en el vestíbulo de entrada del complejo del Arbites de Donaris y os mira en silencio un buen rato antes de hablar.

- "Emisarios escintilinos, veo que están ustedes heridos... Sin duda la búsqueda del sospechoso Yorgos Macin ha sido más dura de lo imaginado en un principio. Nuestro skitarii no ha regresado, supongo que habrá fallecido, y hemos detectado una explosión en una zona donde según los planos no debería de haber habido nada...

¿Pueden compartir conmigo lo que está sucediendo?" -

  La arbitradora Maigrit se adelantó a la comitiva y se puso al frente para acudir a ver al tecnosacerdote Austos San.

 Le preocupaba que fuera un problema para el trabajo que iban a hacer. Si era un escollo sería difícil de sortear pero también podía venir sólo a comunicar noticias, y a lo mejor era otro aliado inesperado.

Le saludó como debía esperando que fuera el tecnosacerdote el que comenzara a hablar para ver qué intenciones traía.

Intius estaba evidentemente malherido, y asintió a las palabras del tecnosacerdote.

- Así es. Lamento corroborar la muerte de vuestro skitarii. Nosotros mismos, como veis, fuimos gravemente heridos- le mira pensativo unos instantes mientras aprovecha para tomar aliento- Ciertamente, la investigación fue más dura de lo que esperábamos. Y también desgraciadamente no pudimos traer de vuelta al prófugo Yorgos Macin. Pero sí hemos obtenido- hace una pausa para respirar profundamente- abundante información. Antes de responder a vuestra pregunta, permitidme haceros una: ¿qué nos podéis decir del Tecnosacerdote Teoma Roche?

El Tecnosacerdote emite lo más parecido a un pesado suspiro que puede proceder de alguien que es más máquina que carne humana.

- "Hace meses que se vienen produciendo robos de material tecnológico en este sistema y otros cercanos, y se sospechaba que este pudiera ser su destino. Fui enviado a investigar y organicé la redada en la fue capturado Yorgos Macin, el contrabandista.

Sobre Teoma Roche, debo reconocer que está entre mi lista de sospechosos. Se le considera excéntrico y demasiado obsesionado con los componentes biológicos orgánicos. Esto no es tan extraño como pueda sonar, pues existen algunos cultos ideológicamente próximos al Credo Imperial que hablan de la pureza de la carne, en contraposición con la carne.

Ideas políticamente peligrosas y conflictivas, aunque discutiblemente heréticas." -

- Se produce un largo e incómodo silencio.

Era, después de todo, una cuestión de confianza. ¿Podía confiar en el tecnosacerdote? Intius reflexionó. Estaban malheridos. Necesitaban toda la ayuda posible. - Enseñadle la prueba.

Miro al Tecnosacerdote sin saber realmente si podemos confiar en él. La verdad es que no me extrañaría que si en esta luna de mierda la propia Eclesiarquía cayó en herejía lo haya hecho también el Mechanicus. Al parecer no se puede confiar en nadie de que mantenga su alma sin corrupción y su vida por el camino de la luz del Emperador.

Escucho sus palabras y no me convencen del todo, pero cumplo con la orden que me da Intius extendiéndole el panel de datos. Luego le hablo con mi voz fría:

 - "Teoma Roche era un hereje que creaba servidores a base de cadáveres en una instalación secreta que explotó. Estaba hasta el cuello de inmundicia y miembro de un grupo de herejes. Créame que lo sé, yo mismo le asesiné."

Le miro fríamente a los ojos intentando detectar cualquier reacción que tenga y que, a pesar de su porcentaje de maquina, no se me escapará pues he tratado con muchos técnosacerdotes antes, algunos aún más máquina que este.

TITUS:

- Es frío como una máquina y te resulta imposible leerle.

- "Bien. Mi nave exploradora mantendrá el bloqueo orbital aunque la Flota se retire, y pese a las protestas del Ministorum.

Mis Skitarii se dirigen a bloquear posibles salidas y rutas de fuga. Y yo les acompañaré personalmente a efecturar la detención del Obispo Iordanus Bruno.

Sin embargo, hay muy poco más que yo pueda hacer sin causar un grave conflicto, pues en realidad no tengo jurisdicción alguna sobre miembros de la Eclesiarquía. Mi intervención en esto se limita a apoyar de forma auxiliar al Arbites de Donaris." -

" Parece que tenemos que cambiar de plan ya que la compañía del tecnosacerdota Sann, anula la estrategia de infiltrarnos con el motivo de los rezos. Initius ¿que opinas?"

-  Entiendo que la presencia del tecnosacerdote Austos Sann no debe suponer diferencia alguna en nuestros planes. No creo que sea necesario recordar que también nos acompañó uno de los fieles de la Eclesiarquía. Lo adecuado es acudir a la catedral a rezar allí al Sagrado Emperador, para agradecerle haber eliminado un foco de corrupción y para informar directamente al obispo del resultado de mis pesquisas respecto a Yorgos. Una vez dentro de la catedral, mientras rezamos, podría pedir a uno de los acólitos que informara al obispo que estoy malherido, junto a mi comitiva, a la arbitradora Maigrit y al tecnosacerdote Austos Sann, rezando, y que deseo verle para informarle sobre el resultado de las investigaciones. Mientras, afuera, esperan evitando cualesquiera salidas tanto los Skitarii como las cohortes de la arbitradora. Cuando llegue el obispo le ordenaré, en nombre del Sagrado Emperador, que se entregue para responder sobre su relación con el tecnosacerdote Teoma Roche. Y veremos lo que pasa.

- Os desplazáis en un aerodeslizador pilotado por la Arbitradora Maigrit hasta el Enclave de la Eclesiarquía. Os siguen varios vehículos con Proctores del Arbites y otros que transportan al Tecnosacerdote Austos Sann y a sus tecnoguardias.

- El trayecto transcurre sin problemas y cuando llegáis veis que ya hay un bloqueo entorno a la catedral por parte de los skitarii, a los que pronto se suman los Proctores, tomando posiciones estratégicas.

- Parece que todo el personal del Enclave se ha retirado a los edificios auxiliares, despejando el área de la Catedral.

- Ante las cerradas puertas principales hay cuatro guardias, parecen Frateris Militia. No os apuntan con sus armas, pero tampoco se apartan. Parecen curiosos ante lo que está sucediendo.

- Vuestro aerodeslizador aterriza cerca de las puertas principales de la Catedral y descendéis a la plaza enlosada que hay frente a ellas.

Nuestro movimiento se ha efectuado y terminamos frente al Enclave de la Eclesiarquía. Cuatro guardias están ante la puerta cortando el paso, por lo que se vuelve imposible intentar entrar en el edificio bajo una fachada pues su estado de alerta se nota máximo:

"Aun lográsemos entrar con esas mentiras, nos desarmarían y estaríamos a su disposición. Lo mejor es comenzar con la matanza."

Sujeto con fuerza el rifle en mis manos cuando avanzo junto con el grupo. Pienso también en el Técnosacerdote que nos acompaña:

"Si este hombre está coludido en la herejía, todos estamos condenados. Una vez dentro nos atacará y nos eliminará, sin mencionar que sus Skitarii borrarán a los arbitres rápidamente pues no se puede contra esa tecnología con una par de cabezas de lata. Solo queda esperar que no sea así."

Me paro junto a Intius, con el rifle firme en mis manos mientras espero a que hable con los guardias para dejarnos pasar.

La llegada a la catedral no presagiaba nada bueno, nos estaban esperando y parecía muy complicado evitar el conflicto. Arlesha esperó a que sus compañeros salieran del aerodeslizador, esperó paciente a que Initius tomara la iniciativa mientras sostenía su escopeta sin presentarse amenazante pero lista para pasar a la acción al menor indicio de riesgo.
 

Intius se acercó con evidente lentitud, sosteniendo el gotero mientras mira a los frateris militia.

- Que el Emperador sea con los cuatro. ¿Qué ocurre? ¿Es normal que la catedral esté cerrada? Deseábamos pasar a rezar e informar directamente al Obispo Iordanus Bruno del resultado de mis investigaciones. También debo hablarle del frater militia que nos acompañó. 

Los hombres parecen algo nerviosos, aunque siguen sin apuntaros con sus armas.

Uno de ellos se comunica por radio con un superior.

- "Sí, Sargento. El Adeptus Arbites está aquí. Vienen con los mecas, Señor. Quieren ver al Obispo. Sí, Señor." -

Se produce un tenso momento de espera...

"La posción que ocupamos esta claramente expuesta"- Pensó Arlesha

Durante los interminables momentos posteriores al mensaje del centinela, Arlesha comprueba con la mirada todos los posibles lugares desde los cuales podría comenzar alguna acción hostil, para estar lista frente a cualquiera amenaza.

- ¿Hay algún problema? ¿o es costumbre de este planeta que la catedral esté cerrada para los que desean rezar al Santo Emperador y que el Obispo no desee recibir a aquellos que procesan la fe, y que quieren hablarle de temas de importancia y trascendencia?- Intius habla lentamente. Se nota obviamente debilitado por sus heridas y respira profundamente, pero mantiene la mirada en los frateris militia.

Tanto los skitarii como los Proctores se mantienen apartados. No permitirán que nadie salga por las salidas laterales o traseras, pero tampoco intervendrán más allá de las puertas de la Catedral.

Tras un breve titubeo, los cuatro guardias de la milicia eclesiástica se apartan para dejaros paso.

Llega el Sargento de la Guardia de la Frateris Militia y, con un bajo gruñido, os conduce a través de un largo corredor descendente cuyos muros están cubiertos de bajorelieves que muestran famosas historias del Emperador y Sus Santos.

Las puertas del extremo final están cubiertas con hojas de oro y grabadas con un halo Imperial.

Notáis que todo el tiempo, el Tecnosacerdote Austos Sann se mantiene en retaguardia, algo apartado de vosotros. Su presencia en la Catedral puede ser considerada como una ofensa contra el Credo Imperial y crear un grave altercado diplomático entre Adeptus.

Conforme os aproximáis a las puertas, un picto-reproductor emerge suavemente del suelo mediante sistemas hidráulicos de bronce.

La picto pantalla, prácticamente de un metro de amplitud y bordeada de una ornamentada estructura de bronce, pulida hasta quedar brillante, se detiene suavemente en lo alto de su pilar de barras y pistones.

La imagen del Obispo Iordanos Bruno cobra vida en su superficie, a una escala mayor a la natural, pero tiene los hombros hundidos y la cabeza gacha.

En una voz resignada dice:

- "Sabía que algún día el Dios Emperador me impondría una carga por mis transgresiones, pero Su luz lo ve todo y su brazo es largo." -

Alza su cabeza y podéis ver las lágrimas que recorren su rostro desde enrojecidos ojos:

- "Tomaré mi penitencia en la catedral, ante los ojos del Emperador, como es debido. El Sargento de la Guardia os mostrará el camino." -

La imagen se desvanece y la pantalla empieza su silencioso descenso de regreso al suelo. Las puertas doradas se deslizan hacia afuera, revelando una gran cámara abierta.