Partida Rol por web

El pobre sátiro seguía al Druida como podía, su estado físico no era tan bueno como el de él, y finalmente decidió rendirse luego de casi dos horas de trote continuo.

-Demonios Druida, tú si que no pierdes el tiempo allá en el bosque con esos gnomos. -Dijo apoyando ambos brazos sobre sus rodillas y jadeando profundamente.

El druida conjuró el poder de la naturaleza y sintió como un poco de la vida vegetal del sector, donaba un poco de su vitalidad para regalarle al druida el poder suficiente para poder remover el cansancio de su compañero.

Caminaron unos cuantos minutos más, cuando, a unos diez metros de distancia, donde la bruma permitía ver, vieron una sombra grande.... al principio el sátiro mostró horror, quizá pensando que sería un troll gigantesco, pero luego de ver que no se movía, se dieron cuenta que se trataba de una especie de tienda grande. Podrian ser las chicas, pero se sabía que los orcos solían alzar tiendas en las montañas cuando no encontraban cavernas en las cuales ocultarse del sol durante el día.

- Estás mejor? - preguntó Angelo tras utilizar parte de los dones de la naturaleza en mejorar el estado físico del sátiro - Podemos ir más despacio, yo tampoco quiero terminar agotado - le reconoció mientras cambiaba su paso a uno más fácil de mantener

Sin embargo, la extraña carpa lo obligó a detenerse y observar a su compañero - Sabes si llevaban alguna tienda? Algo como eso? o debemos suponer que se trata de problemas? - le preguntó mientras descolgaba el arco de su espalda y miraba a su alrededor, intentado verificar que no hubiese nadie que los pudiera sorprender a ellos

-Ahora que lo mencionas..... antes de irse, Niren pidió la carpa prestada, probablemente sean ellas. -Dijo sin evitar ocultar su emoción.

Sin embargo era dificil comprobar lo que dijo el sátiro, era imposible ver algo más allá de algunos metros!

Luego de unos minutos de limpiar escombros, la zona estaba relativamente limpia y la trampilla de madera era visible, aún cuando se construyó con la misma madera del piso para esconderla.

Redwin y Errol se encontraban junto a ella, mientras Pashma comia incomodamente.

Los prisioneros se miraron una vez más, como lo habían hecho desde que habían sido capturados.

-Tengan cuidado... no querrán saber lo que esa puertilla esconde!. -Dijo nervioso el prisionero, pero su voz tembló un poco al hablar, como si supiera algo más de lo que decian sus labios.

- Espero que tengas razón - murmuró el druida sin soltar su arco - Dijiste "Niren"? Y su compañera era "Valeria", no? Bueno... averiguemoslo - murmuró antes de dar unos pasos, acercándose y elevar el tono de voz

- NIREN! VALERIA! Son Uds? - preguntó sin dejar de mirar a su alrededor, aunque la niebla no ayudase a distinguir a nadie

- Ah, pero es que lo queremos saber, y lo queremos saber tanto que serás tú quién abra la puerta. Apartaos muchachos, que tenemos voluntario para esa tarea...

Y el minotauro se dispuso a soltarle las manos al prisionero.

-Ohh! Nooo! -Protestó el prisionero, maldiciendo en susurros de mil maneras su estupidez de haber abierto los labios para hablar, pero no mucho podía hacer, así que se resignó.

-Me desatáis?, no podría abrir y avanzar si tengo pies y manos atados!.

- Las manos, para abrir una trampilla no necesitas poder correr. Y tendré mi hacha sobre tu cabeza... 

El hombre tragó saliva y suspiró una vez más, pero con las amenazas del minotauro no podía hacer más.

Se inclinó y abrió la trampilla. Un aire húmedo y frío salió de su interior, olia a humedad y unas escaleras talladas rústicamente en la piedra, descendían hasta perderse en la total oscuridad.

-¿¡Ves!? -Explicó Kiriam a quién lo azusaba para seguir.

-Oiga, ¿Se encuentra bien? ¿Es eso sudor? Se está poniendo de un color raro. ¿Color culpabilidad? Hable, hable ahora antes de que sea demasiado tarde(1). Ya ha oído lo que el minotauro podría hacer por hambre, imagínese lo que podría hacer por *venganza*.

Errol se lo estaba pasando la mar de bien con la conversación, a veces resultaba de lo más divertido el engañar a alguien por el simple hecho de poder hacerlo, sin temor a las consecuencias. Si robar a un ladrón era permisible, mentir a un mentiroso también debía serlo, ¿no?

-Redwim, tengo una linterna de ojo de buey con Gertrudis, me parece que la vamos a necesitar. ¿Prefieres que bajemos con antorchas?

-Debería quedarse uno aquí-dijo el caballero- para vigilar al otro y avisarnos si viene alguien.

Aquello estaba siendo más grande de lo que parecía, ya no era una simple casa abandonada y usada como refugio, ahora había un sótano oscuro que podría llevar a cualquier lugar.

-Usaremos tu linterna Errol...¿quién baja?

Redwim quería bajar, pero también estaba dispuesto a permanecer allí guardando la entrada y la casa...una de las labores de un caballero: proteger.

- Creo que yo debería bajar con uno de vosotros dos, si hay problemas puedo curar heridas. Pero deberíamos ir con mucho cuidado, no nos interesan los problemas hasta que vengan los refuerzos.

-Vale, entonces echaremos un vistazo Pashma y yo, si te parece bien, Redwim. Así nos aseguramos de que estos dos malandrines no hacen nada raro y que los otros no nos sorprenden -entonces se volvió hacia el bandido "bocazas"- ¿Y bien? ¿Colaboraréis o tienen que empezar a suceder cosas... cómo decirlo... culinarias?

El prisionero refunfuñó, pero no tuvo más opción que coger la lámpara y empezar a descender por las escaleras como podía, con los pies atados.

Errol lo siguió y después Pashma.

Redwin permaneció en la cabaña con el otro prisionero, atento y alerta a lo que pudiera pasar afuera también.

Descendieron más de un piso, quizá unos 5 metros bajo la tierra, bajo la luz de la lámpara mientras Erron buscaba indicios de trampas en las paredes excavadas en la roca o en los escalones. La humedad se impregnaba en las ropas y en el pelaje del minotauro y el frío se hacía más intenso.

Finalmente llegaron a una cámara rectangular, de unos 6 metros de ancho; la luz no alcanzaba a iluminar la pared del fondo. El techo goteaba permanentemente y el piso estaba mojado y resbaladizo, el sonido de un afluente de agua se escuchaba muy cerca, pero la luz no alcanzaba a iluminar la fuente.
En las paredes, habían estantes de madera rústica, conteniendo grandes cantidades de objetos de cocina y comida tanto perecedera como no perecedera, unos barriles y unas cajas decoraban la habitación.
Había suficiente comida como para alimentar a un gran pelotón durante varias semanas!

-¿Me desatan los pies?, terminaré cayendo y tropezando maldita sea! -Dijo desentendidamente.

-¿Para que puedas correr o darme una patada? ¿Por qué clase de tonto me tomas? No, mejor no respondas, seguro que me vería obligado a cortarte la lengua y dársela de comer al minotauro. Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? ¿estabais guardando provisiones para pasar el invierno? No está nada mal. Veamos qué habéis robado... Pashma, vigílalo, no me fío de él.

Con cuidado de no resbalar y atento a posibles trampas, Errol avanzó hacia las cajas, no de comida, sino las otras. Seguro que eran parte del botín que habían ido almacenando estos últimos tiempos.

El prisionero se limitó a callar la boca.

Errol tomó la lámpara y se acercó a las cajas de una de las paredes, mientras avanzaba pudo iluminar la parede del fondo. Había una puerta de madera cerrada, con signos de podredumbre empezado a carcomerla.

Las cajas estaban semi abiertas, y contenían más que todo pieles de castor, venado y oveja. Podría venderse bien en el mercado.

-Aquí al fondo hay una puerta semi-podrida. Voy a abrirla... -informó el aventurero, como casi siempre bastante resoluto y auto-suficiente. Pese a todo se acercó con cautela, tanto de resbalar, como pendiente de posibles trampas o sorpresas.