Partida Rol por web

En cuanto el decano fue mencionado, Sara tomó sus armas y puso todos sus sentidos en la detección del mismo, a esos tipos podía matarlos ¿no?

Las cosas se precipitaban, y Matka puso todos sus sentidos en lo que estaban haciendo. Estaba ahí por dinero, no para jugarse el cuello por algún cabo suelto.

Ahora que buscaban víctimas y no ser descubiertos, el silencio era primordial. Con gestos y las mínimas palabras iban avanzando en formación, Matka con Maevis en la retaguardia.

La asesina miraba en todas direcciones, intentando prever cualquier movimiento extraño antes de que los sorprendiese. Vio cortinas moverse, vio sombras. Todo inofensivo, pero que la hacía estar en máxima alerta siempre.

Vladko, siempre atento a todo lo importante, no había dejado escapar la ocasión para mencionar un "detalle" que todos debían tener en mente pero que nadie había recordado debido a la tensión del momento. Un Decano podía ya andar muy cerca. Agudizó sus sentidos y habló de nuevo en susurros.

- Apoyo tu plan Vladko. Planta por planta, con determinación y sigilo - dijo conteniendo la rabia - Empecemos por esta. Tenemos un maldito perro al que dar paz..... y un Decano al que enviar al mismísimo infierno - desenvainó su espada corta en un movimiento rápido dejando solo un leve sonido metálico flotando en el ambiente. Movió la cabeza a un lado y a otro. Lentamente. Escrutando cada rincón.

Había empezado. Los asesinos buscaban a sus primeras presas.

Música

Vladko pregunta a sus compañeros por la presencia de un decano, que según Miranda tendría que estar en la entrada principal de la academia. Os miráis los unos a los otros levantando los hombros, dejando entender que no tenéis ni idea de a que se refería, pues ahí no parece haber nadie.

Tres de vosotros os quedáis memorizando el plano, Vladko, Matka y Elian que sois los más veteranos os ocupáis de tener cubierta esa importante tarea, pues sin los planos a mano dependeréis únicamente de vuestra capacidad retentiva. Maevis se queda algo atrasada cubriendo las escaleras que hay al norte mientras que Sara da unos pasos hacia el sur, hacia la puerta principal del complejo que da directamente al porche y justo después a la calle.

Algo parece haberla alertado. Sigue afinando el oído y parece escuchar algo. Distingue entonces el sonido de un perro. ¿Puede tratarse de uno de los molosos de los decanos? Si así fuese, parece ser que estarían en el porche de la entrada principal. Por desgracia la puerta es de madera maciza, lo que hace difícil el oír a través de ella e imposible ver, pues no tiene ventanas ni postigos que os dejen ver quien o que hay al otro lado.

Una vez tenéis el plano memorizado tenéis que decidir como abordar el plan. Calculáis que pueden ser sobre las 10 de la noche, quizá las 11 como mucho. En ese momento una de vosotros os advierte que cerca de la escalera hay un reloj. Es Maevis que se acerca. - Son las once menos cuarto de la noche, tenemos margen de tiempo.

- creo oír un perro al otro lado - dijo poco motivada, si esa puerta les separaba no tenía excusa para atacar, y seguramente Vladko le dijera que no se separara del grupo.

Suspirando se acercó a las escaleras, dispuesta a subir como ya habían dado a entender.

Salvo Elian, el resto no se había pronunciado respecto a su plan, por lo que Vladko lo tomó como una aprobación unánime. No podían perder el tiempo discutiendo el mejor curso de acción, y si alguien tuviera alguna queja ya se lo haría saber. Cuando Sara les informó acerca de los ruidos, le indicó con un gesto que mirase a través de la cerradura y desenvainó su acero —Recordad, preferiría no matar a los Decanos. Pero son ellos o vosotros.

Tiempo que dedicaban a ejecutar a esos malnacidos era tiempo que perdían en acabar con su verdadero objetivo. Y al tyviano no le hacía gracia dar más oportunidades de las necesarias a la Madre Muerte para abrazarle. Se acercó a la puerta para echar un vistazo él también por la cerradura pero no vio a nadie. Con un gesto, cerró el puño para sugerir que no se separasen y les indicó a Matka y a Maevis que preparasen las ballestas de brazal.

—A la de tres. Abrimos, reducimos, y los traemos —inspiró profundamente — Uno...

Vaya, le sorprendía esa decisión, pero bajo su máscara sonrió, preparó sus armas por si debía dar con el reverso o con el filo de las mismas, si veía un decano, el filo sería su arma, si era un simple guardia de seguridad, lo noquearía. El perro no necesitaría preocuparse de recibir un lado u otro del arma.

Elian observaba la escena atentamente desde unos pasos atras de la posición de aquellos asesinos que estaban justo al lado de la puerta. ¿Por fin tendría a un Decano a tiro junto a su apastoso animal de compañía? Apretó la mano aun mas sobre la empuñadura de su espada y se acercó un poco al grupo que iba en cabeza. No quería perderse la fiesta si el invitado especial podía ser un Decano y, además, debían aprovechar al máximo el factor sorpresa.

Inspiró profundamente y centró todos sus sentidos en aquella gran muralla de madera que los separaba de sus enemigos. Vió como Sara, luego Vladko y finalmente de nuevo Sara oteaban el otro lado a traves de la cerradura. Le pareció ver, entre las luces y sombras que reinaban en aquel lugar, que la chica comenzaba a trastear con sumo cuidado con la cerradura.

Atrasó un poco el pie derecho para afianzar su posición y poder darse impulso llegado el momento. Aguardó, con todos los músculos tensos, observando atentamente a los dos asesinos junto al portón.

Maevis contuvo la respiración y apretó la empuñadura de su espada. Pronto acabarían con aquel trabajo intermedio tan molesto. Se propuso estar atenta para ver si había algo de suficiente valor en la habitación como para que justificara la escabechina que se iba a motar en el lugar y exculpara a su clienta. Seguro que debía haber algo.

Se agazapó junto a Elian, lista para entrar en el lugar y acabar con todo aquello con rapidez. Con un poco de suerte este trabajo les proporcionaría los recursos necesarios para enfrentrar aquel otro, tanto más difícil.

Sara abre la puerta con sumo cuidado mientras os preparáis para lo que pueda haber al otro lado. La técnica de la joven es magistral y cuando queréis daros cuenta, no sólo ha abierto la puerta con apenas una simple horquilla del pelo, si no que lo ha hecho en total silencio. Ella abre las puertas para dejaros ver una escena... suculenta cuanto menos.

Dos decanos de espaldas mirando hacía el infinito, hacía la oscuridad de las calles periféricas de Dunwall, donde apenas llega la luz eléctrica. El moloso tampoco parece haberos detectado, está enroscado sobre sí mismo dormitando. 

Y allí estáis los 5, dispuestos a derramar su sangre de los decanos que no se esperan que la muerte les resopla en la nuca...   

Sara había abierto la puerta con una destreza impecable, y Vladko agradeció silenciosamente sus habilidades en cuanto se abrieron las puertas: Por alguna razón, la parte contratante, aquella mujer que les había pasado tan sesgada información, había olvidado mencionar que había dos Decanos en vez de uno. Tendrían que lucirse.

Hizo un gesto a Elian para indicarle que fuera a por el de su derecha y se inclinó para correr agachado hacia su oponente. Ya les había informado de que no quería que los mataran, pero él no era Daud y no podía obligarles a controlarse, sobre todo su compañero. Él haría lo que considerase adecuado. Ya les juzgaría La Dama en su momento.

En apenas cuatro zancadas se había plantado junto al Decano al que acompañaba el sabueso, aprovechando que estaba de espaldas y distraído. Maldita sea, era casi demasiado fácil. Lanzó una patada a la parte baja de su rodilla para desequilibrarle y propinó un fuerte golpe en su nuca que le dejaría inconsciente, sujetando su cuerpo para que no causara alboroto al caer sobre la piedra del suelo.

[...] ni un nyec en las bisagras, Sara abría sin inmutarse, bajo su máscara un rostro de soberbia que destacaba su gozo al hacer un trabajo bien hecho. Vladko nko le había pedido que abriera, pero habló de atacarles, por lo que esperaba que su ímpetu de actuar antes y preguntar después no le ocasionara otra bronca del que se suponía que iba a ser su mentor en las misiones.

Casi sin moverse cambió la horquilla por sus dos armas, desenfundando con paciencia, permitiendo que sus compañeros fueran quienes atacaban, sobretodo encogió su cuerpo por el lado en el que se encontraba Elian, que parecía casi tan ansioso por matar a aquellos decanos como ella de destacar y obtener el regocijo de Daud.

- solo te dejaré unos segundos de ventaja - pensaba, imaginando si entre los decanos sobreviviría alguna presa para ella, sus filos temblaban con la emoción de bañarse en sangre de nuevo, pero Sara no avanzó.

Cita:

Recordaba frases de Daud y Billie, también algunas de otros asesinos que habían entrenado con ella,... Sonriente y preparada desenfundados su estoque y su cimitarra. Tocaba ver si le dejaban parte del botín.

Matka vigilaba que nadie más apareciese en la retaguardia. Sacó su ballesta, cargando en ella el virote, y suspiró por un cigarrillo. No podía arriesgarse a prender fuego a nada, o que alguien se sintiese atraído por el olor o el brillo del cigarro. Aún así, los nervios contenidos clamaban por algo con que aliviarlos, así que comenzó a morder un trozo de plástico a modo de cigarro improvisado.

No parecía que sus compañeros se apañasen mal con los enemigos. La nueva de la cimitarra era temible. Por un instante se figuró a sí misma con una espada así. Dominaba la espada corta, pero cercenar miembros y cortar personas con una cimitarra era otro nivel, y algo que ella podría hacer con facilidad, pensaba. Aún así pensó en practicar bastante antes de intentarlo.

Siguió atenta a lo que pudiese pasar a su alrededor.

Había llegado el primer momento de la verdad. La joven Sara había abierto la puerta de una forma magistral. Indudablemente había sido todo un acierto unirla al grupo. Y allí estaban. Tan distraidos y altivos como siempre junto a una de sus malas bestias que sólo servían para comer y ocupar espacio. Elian tensó todos los músculos de su cuerpo. Una vez mas debía poner en pràctica todo lo aprendido hasta ese momento. Una vez mas, su mente se debatía entre hacer lo correcto.... o lo necesario. Entre enviar al mundo onírico a aquel decano en el que había clavado su mirada o enviarlo al infierno mas profundo e infecto.

Vió de reojo como Vladko partía veloz a por él otro decano. Con su cuerpo también un poco agachado inició una carrera silenciosa que le llevaría directo a su objetivo. Y por la espalda. Como le habían enseñado a hacer. A esa distancia no podía fallar. No debia fallar.

Pero a veces el ímpetu no significa acierto. Aquel brillo. Aquel maldito brillo en el suelo, donde incluso se veía con claridad reflejada la luna, no era un buen presagio. Y en efecto no lo fue para Elian. Cuando intentó frenar para asestar su golpe mas mortal simplemente resbaló en aquel pulido marmol. Fue tan solo una décima de segundo hasta recuperar la posición correcta, pero fue el tiempo justo y necesario para errar en el ataque que el esparaba que hubiera tumbado a aquel malnacido.

El ataque sorpresa contra los decanos que hay apostados en el porche de la academia da comienzo. El primero en actuar es Vladko que dándole un golpe certero en la rodilla, desequilibra al decano dejándole a merced de un fortísimo golpe en la base de la nuca con el pomo de la espada. Este pierde el conocimiento e inmediatamente se desploma como un saco de patatas.

El decano y el moloso a penas son conscientes de lo que está sucediendo, les atacan no solo por sorpresa si no por un lado que creían tener cubierto. Se sorprenden y apenas uno de ellos tiene tiempo para esquivar el ataque de Elian que le pasa casi rozando. 

- ¿Qué está pasando aquí? - logra preguntar mientras se prepara para combatir. - Malditos siervos del Forastero...

Veis como el moloso os comienza a gruñir preparándose para la que se avecina. Están alertados y no dudarán en dar sus vidas por cumplir ordenes. De alguna forma en ese sentido, tanto balleneros como decanos sois iguales. Lucháis hasta la muerte... no hay rendición, no hay derrota posible...

Las balleneras del grupo preparan sus armas dispuestas a abatir a los enemigos. Sara con sus dos temibles espadas de distinta clase, Matka apuntando con su ballesta y Maevis haciendo lo propio.

Maevis apunta al inmenso moloso con la ballesta de muñeta y dispara, decidida a acabar, o al menos herir a la alimaña. Sabe que una bestia enfurecida puede ser mucho más peligrosa y brutal que un ser humano cuando se trata de una pelea cuerpo a cuerpo, y prefiere acabar con el problema del perro cuanto antes.

El asesino depositó con cuidado el cuerpo del Decano en el suelo, justo para ver cómo su silenciosa maniobra había quedado en nada: Elian había errado el golpe y el resto de compañeros se habían quedado rezagados, dejándoles a merced de ese malnacido y la criatura. Afortunadamente, no era algo que no pudieran manejar como habilidosos administradores de muerte.

El moloso se volvió hacia él, gruñendo y mostrando sus afilados incisivos. ¿Cuántas veces no había visto a esos sabuesos, maltratados y convertidos en máquinas de matar Balleneros? De todo corazón habría deseado entrenar y educar a uno, rescatandole de las garras de la iglesia, pero eso significaría tiempo y recursos de los que no disponía. Además, usar su don sería malgastar unas energías que ahora debía enfocar en acabar esa tarea.

Así que hizo lo que mejor sabía hacer: se lanzó contra la bestia propinando un golpe descendente que cayó sobre su cabeza. No era un golpe fatal, pero no estaba acostumbrado a maltratar animales.