Partida Rol por web

Giró su brazo derecho hacia la izquierda para dar un terrible corte lateral, ese tipo iba a pagar por su osadía, la furia emanaba del pequeño cuerpo de la asesina y rebanó con todas sus fuerzas al que tenía el estoque de Homoj, el otro borracho que no era inocente se llevó el impacto de su estoque, el cual fue lanzado con dureza hacia el hombre aprovechando la fuerza rotatoria provocada por el primer ataque, ambos pagarían por el crimen de haber matado a un ballenero.

Musiquilla

Podéis ver como la charla termina y dos de ellos, el tipo borracho y otro más, se marchan para el interior de la destilería. Pero algo inesperado sucede...

Vladko puede ver como una silueta apenas traslúcida se desliza desde un callejón sombrío. Se trata de Sara haciendo uso de sus poderes sobrenaturales que le confiere el Vacío. Para cuando quiere darse cuenta ya se ha colado entre los cuatro tipos y en un abrir y cerra de ojos uno de ellos pierde la cabeza literalmente que cae rodando como un melón maduro. El otro comienza a sangrar por el cuello como si una fuente carmesí brotara de allí. 

Los otros dos matones comienzan a mirar desconcertados al oír los cuerpos caer como fardos, sin emitir apenas un solo ruido salvo por los gorgoteos del que se está ahogando en su propia sangre. Miran a un lado y a otro claramente confusos... 

La niña se había desvanecido, haciendo uso del don que Daud le había concedido, pero la vista entrenada de Vladko adivinó su silueta, aceros en mano y dispuesta a derramar sangre. Maldita sea. Joder. Mierda. Mierda. Mierda, niña. La cabeza del tyviano bullía de actividad a medida que la rabia se apoderaba de él. Maldito era Daud por mandarle a esa misión. Maldito por hacerle trabajar de niñera con su puñetera muñeca rota. Les iban a descubrir a todos y la Bottle Street Gang iba a caer sobre ellos con toda su fuerza, Slackjaw en cabeza. Y ahí de nada iban a servir sus habilidades del Vacio.

Los aceros bailaron mientras Vladko preparaba su ballesta: estaba demasiado lejos para usar su espada corta y si corría hacia ellos sin estudiar el camino quizás activara un cable trampa. La niña de Daud había acabado ya con dos de los maleantes cuando el tyviano terminó de aguantar la respiración y rezó silenciosamente a la Muerte para que se llevara a los dos restantes.

Eran dos asesinos casi profesionales y tan solo tres infectados. La situación parecía fácil de inicio pero en demasiadas ocasiones algo sencillo se tornaba luego en casi imposible. Elian no quería arriesgar y el tiempo corria en su contra. Pensó que los pasos que los separaban de sus oponentes serían suficientes para poder atacar desde la distancia en repetidas ocasiones si era necesario. Y además no le gustaba acercarse demasiado a aquellas... "cosas". No sabía cual de los tres sería el desdichado al que debían finiquitar así que los màs sencillo sería "dar paz" a todos ellos. Activó casi instintivamente el mecanismo de la ballesta escondido en su manga. Alzó el brazo y apuntó hacia un infectado, el mas cercano a ellos. Mientras, con la otra mano, extraía la espada por si las cosas se complicaban.

Disparó. La flecha cruzó la estancia a toda velocidad con apenas un siseo.

Maevis quedó sorprendida, parpadeando, cuando la niña ballener había desaparecido de su vista. Luego, de pronto dos de los "pretendientes" de la bruja caían rodando por el suelo. A pesar de la perplejidad, la joven no tardó en hilar las cosas. Sin duda aquella muchacha tenía un don formidable que la hacía invisible practicamente a ojos de cualquiera. Probablemente lo había usado para acabar con los maleantes... A Maevis no le extrañaba especialmente ya que tenía un don similar. Chasqueó la lengua aún sin reponerse del todo de lo que había sucedido.

No es que lamentara la muerte de aquellos dos, pero le hubiera gustado oirlos un poco más.

Corte limpio, y buen pinchazo, los culpables caían como mandaría la ley de Daud, sabía que Daud lamentaría la pérdida de Homoj, pero no necesitaba lamentar no haber hecho nada. Sara sabía que al mandarla a ella, Daud estaba clamando venganza por su protegido perdido, por un instante la muchacha pensó que quizás era al hombre sin ojos como desertor a quien le tocaría matar, y aunque verlo muerto no fue consuelo, era un alivio no necesitar matar a un hermano que quisiera borrar sus lazos.

Sus ojos sentían la satisfacción de una venganza bien llevada, rápida y eficiente, el brillo saturado de rencor se esfumaba, su objetivo estaba hecho, los otros dos tipos no eran culpables de nada, y por su conversación sabrían claramente que no debían meterse con los balleneros, "no oséis acercaros a ninguno de mis hermanos" el mensaje estaba dado, y la conclusión le pareció justa, un ballenero, dos culpables, pues la sangre de alguien tocado por el vacío otorgado por Daud, debía compensarse con una mayor cantidad, calidad por cantidad, si, se sentía conforme.

No era cuestión de ponerse a ser amables y elegir a las víctimas. Eran afligidos, los tres para más señas. Matka no iba a andarse con miramientos, y estaba claro que Elian tampoco.

De reojo lo miró apuntando y disparando su ballesta, antes incluso de que ella lograse alzar la suya. Su eterno cigarro se consumía entre sus labios cuando enfocó a la cabeza de otro de los bichos esos. 

Para ella ya no eran personas. Con una mueca de asco, disparó.

¿Pero qué diantres hacía? ¿Se pensaba que esos dos tipos se iban a quedar ahí como dos pasmarotes y fingir que no acababan de decapitar a dos de los suyos? Aunque dudaba que la vieran — incluso a él le costaba seguir la silueta — eran lo suficientemente inteligentes para correr a buscar ayuda y a informar a Slackjaw. Y si él se enteraba que los Balleneros habían asesinado a dos de los suyos, podría abrir una guerra entre ambos que no le interesaba a nadie. Además, necesitaban averiguar qué sabían sobre lo sucedido a Homoj y sobre el niño tullido.

Disparó su ballesta, pero el proyectil impactó en el tipo de refilón sin derribarlo, lo que le ponía en una posición comprometida. Así que corrió hacia él rápidamente: se acabaron los subterfugios.

—¡Deja a uno vivo! —indicó a Sara. Esperaba que la puñetera niña supiera seguir al menos una instrucción sencilla. ¿Y dónde cojones se había metido Maevis?

Debía de ser rápido. Muy rápido. Porque no dudaba que Sara fuera capaz de matar a ambos maleantes rápidamente aprovechando su invisibilidad, y era por eso que debía adelantarse a ella. Si derribaba a uno, ella sólo tendría que noquear al otro. Eso si le hacía caso, porque por ahora había demostrado que iba totalmente por libre. 

Inclinándose para ir más rápido, Vladko desenvainó su acero con un siseo y un destello metálico mientras acortaba rápidamente la distancia que le separaba del tipo al que había atacado con su ballesta. Metro tras metro, sus facciones fueron más y más claras, y cuando le restaba el equivalente a un latido de corazón para llegar hasta él, sabía perfectamente por dónde atacar para acabar con él de un solo golpe. Su movimiento fue rápido y efectivo, como siempre. Un golpe ascendente con la hoja de perfil para entrar por el hueco de las costillas y atravesar el corazón. Notó la resistencia de sus ropas, de la piel, el músculo y el ligero roce del hueso que indicaba que no había entrado limpiamente, pero cuando escuchó el gorgoteo de su víctima supo que era el final.

Había dicho de dejar a uno con vida, si por ella fuera habría dejado a ambos, pero no iba a juzgar las órdenes de un superior, aun invisible se acercó al último para inmovilizarlo, poniendo sus armas en el gaznate, a su espalda aun sin contorno, cumpliendo con la petición. Su intención era sencilla de entender mantener a uno de aquellos hombres con vida.

Solo entonces mientras su silueta se iba vislumbrando de nuevo, habló suavemente abandonando su sigilo - lo siento, pero no podemos permitir que alguien se atreva a matar a un ballenero y pensar que quedará impune.

Vladko había disparado su ballesta apenas rozando el brazo de uno de los matones de Slackjaw.

Al ver que su ataque se había quedado corto, decide correr directo a por el que le queda más cerca espada en mano. Su carrera pilla desprevenido al primero de ellos que antes de sacar el machete de la funda cae muerto de rodillas. La espada de Vladko sale del abdomen tan rápido como entra, en ángulo ascendente. Le destroza varios órganos vitales y este simplemente se desploma como un saco, regando de nuevo los adoquines de sangre.

Sara, mientras tanto, agarra al que queda por la espalda manteniendo aún su invisibilidad. Este se ve sorprendido en un primer momento, pero parece que se retuerce intentando resistirse. Durante el forcejeo le da un codazo en las costillas de Sara que se resistente y se ve obligada a soltarle. Sin saber muy bien que sucede el tipo da un par de pasos, se trastabilla y tose un poco. Mira a un lado y a otro y sólo ve a Vladko rodeado de un montón de cadáveres. El tipo palidece y corre para dar la alarma sin saber que a menos de dos metros tiene a Sara que le corta no sólo el paso si no también la cabeza en un acto reflejo...

La carnicería es brutal cuando de pronto todo se queda en silencio y la silueta de Sara se torna cada vez más visible. Esta teñida de rojo por todas partes y de su grotesca máscara, que aún gotea, resuena un jadeo inquietante...