Que el fiambre no parecía una amenaza era verdad. Mackenzie había visto miles de ellos y jamás a ninguno haciendo nada parecido a leer, moverse al son de la música o mostrar miedo. Lo de las toritas, bueno, seguro que era un delirio de aquel tipo, pero vio en ello un hilo del que tirar.
— A lo mejor este pobre hacía tortitas también… Señor Boscemi, mire, como es usted un tirador de la hostia, si al siguiente que vemos parece que le quede algo en la mollera le preguntamos antes de disparar como dice Steve, ¿vale? Total, con usted y el amigo aquí del bate no creo que tuviera ninguna oportunidad… —vio que Culero había sacado un nunchako de alguna parte, lo que le faltaba a su estampa para completar el sombrero de cowboy y la ropa de gigolo tarado—. Oye, ¿y tú sabes manejar eso o has saqueado alguna tienda de deportes?
Que Steve no la diera por imposible le producía un hormigueo agradable en el estómago. Y joder, cómo le gustaba que pronunciara su nombre.
—Ya me dices si tengo o no suerte cuando salgamos de aquí. A ver cómo sigue esa historia tuya. Material para el programa me parece que vas a tener… —comentó mirando con cara de incredulidad el boquete por donde había salido volando el coche.
—Anda, vamos —se giró y retomó la marcha escaleras abajo.
- Bueno, si el zombie bueno fuera el zombie muerto... ¡Todos los zombies serían buenos! - repuso Steve con una sonrisa.
- Hey, escucha: sé que te preocupas porque te importan los demás. Eso está bien, quiere decir que eres un buen tío. Tengo un oyente que llama de vez en cuando, Frank, que también cree que la radio es una forma de control mental. Fue militar, está algo... - Steve se tuvo que morder la lengua para no decir "chiflado" - ... vehemente, pero es muy buen tío. Una vez ganó un lote de vinilos de Johnny Cash, pero no nos quiso decir su dirección, así que no se lo pudimos enviar. Fue una pena.
Eh... creo que estamos en la segunda planta. Si bajamos otra más, podremos salir a la calle.
Y, tras decir eso, siguió a Mackenzie escaleras abajo.
Bajando otra planta idéntica atravesando un hall con más cajas registradoras abandonas y salieron por unas puertas arrancadas por sus marcos y caídas al suelo a una enorme explanada llena de escombros.
A un lado estaba el coche, boca abajo, ardiendo todavía y ciento y pico metros frente a ellos la cabina telefónica roja con el letrero de bienvenida. Otros tantos metros más allá el alto muro, en el que se adivinaba una puerta de metal medio oxidada y cerrada.
Parecía que habían derribado hasta los cimientos todos los edificios al menos una manzana alrededor de la librería.
Más allá del muro se oía un lejano rumor como de tráfico rodado. El día parecía oscurecerse, quizá porque era ya tarde, quizá porque las nubes eran cada vez más densas. Tras ellas no se veía el sol.
Edito: he añadido que la puerta del muro está cerrada.
Todos estaban ocupados intentando que Boscemi entrara en razón, hasta que Mackenzie se metió con el. Miró a la joven con una sonrisa de oreja a oreja. Le encantaba el espectáculo. Se acercó a la chica y, procurando tocar su mentón con el índice y pulgar, dijo.
—Mira esto, cielo...
Volvió a alejarse y comenzo a ejecutar uno de los kata armados de mayor dificultad posible. Al mismo tiempo impactaba con sus botas de cowboy a los libros y objetos presentes en la habitación de forma tal que ascendieran verticalmente y los pudiera golpear con su nunchako durante la ejecución de aquella coreografía mortal.
Satisfecho con aquella demostración, se acomodó el sombrero y descendiendo por a las escaleras, dijo
—Cielo tiene razón. Salgamos de aquí.
Motivo: Kata contra objetos
Tirada: 2d6
Dificultad: 11+
Resultado: 9(+5)=14 (Exito) [5, 4]
Tiro destreza + atletismo y bajo la dificultad original de Proeza dos niveles por la especialidad de karateka.
Ops... el master publico 2 minutos antes.
Cuando Culero tocó su barbilla, Mackenzie se envaró tratando de no moverse, mirándolo con ojos displicentes y un rictus retador de tipa dura. Pero el flaco hizo una exhibición que no tenía nada que envidiar a su baile sobre los libros. Ver cómo recolocaba su sombrero al terminar hizo que no pudiera aguantar más el rictus y una sonrisa ladeada saliera momentáneamente de sus labios.
—Joder, macho, ¿de dónde cojones has salido?
Y se lo planteaba de verdad, ¿de dónde habían sacado a toda aquella gente? Si era una especie de experimento social, algo así como una versión surrealista de un reality de supervivencia, empezó a plantearse cuál sería su papel.
Vio que Culero la llamaba "Cielo" seguramente para vengarse de sus burlas. Pensó en seguir llamándolo "Flaco" pero, ¿no era una putada mucho mayor llamarlo por su nombre?
—Un momento —exclamó sorprendida nada más salir al exterior—. ¿No son coches lo que se oye al otro lado?
¿Acaso en Manchester no se había ido todo a la mierda?
Steve observó, ojiplático, la extraña danza marcial de Culero Connor.
- ¿De dónde ha salido? Yo diría que de Spanish Harlem, o del Bronx - pensó.
Para Steve, no había nada en el mundo demasiado pintoresco como para no poder encontrarlo en las calles de su ciudad. Mormones tartamudos; taxistas travestidos amantes de la ópera; limpiabotas ex-campeones de ajedrez; budistas mafiosos... No podía imaginar nada que no tuvera cabida en aquella Babel moderna.
Respiró hondo, metiéndose las manos en los bolsillos de los vaqueros.
Frente a ellos, la cabina: y, más allá, una puerta. ¿Sería la salida? ¿Podrían llegar hasta allí sin contratiempos?
- Sí, yo también lo oigo. Coches... - dijo, pensativo - Escuchad: vamos andando todos juntos hasta la cabina, mirando alrededor con cuidado; y, desde allí, ya seguimos hasta la puerta. ¿Os parece?
Kal permaneció callado observando al grupo. - Supongo que será así. - Dijo finalmente con un tono algo amigable. La supervivencia es mejor cuando se está en grupo, no le agradaban del todo pero era que lo había.
En eso, Kal observó las llamas del coche patas arriba y aprovechó de encender al fin su cigarro. - Y bien, podemos salir de aquí dando porras a todo lo que se mueva, ustedes deciden. - El hombre abanicaba su bate preparándose para una posible golpiza.
Enseguida perdí la atención de que el resto de mis compañeros decían Cornelia había vuelto a comenzar el debate sobre los retinianos...
Los reptilianos organizaron el watergate, Nixon era el mejor presidente que tu... Me quedo callado cuando salimos Vaya parece ser que está abdución no ha estado tan mal digo mientras me chehqueo el culo. Cuando escucho las palabras de Kalivar, al menos lo que yo pensaba que había oído, cargo la pistola y me adelanto al grupo Sí, el cuatro ojos tiene razón, debemos salir de aquí pegando tiros a los putos zombies ....
Miro al coche ardiendo y digo Vaya, ¿quién ha aparcado?... Me quedo callado no se me ocurre ningún chiste ¿Quieres ayuda? No, ya se me ocurrira un... ¿A aparcado en doble fila? Me quedo mirando al resto esperando grandes carcajadas No, no funciona, la próxima será mejor...
Llegaron sin más problema que tener que caminar sobre montañitas de cascotes de ladrillo hasta el muro. La puerta que había en él, de metal, a pesar de estar medio oxidada parecía sólida. Estaba cerrada y no se veía en aquel lado ni cerradura ni picaporte. Por el sonido daba la impresión de más allá había una avenida. Algún que otro coche incluso pitaba. Se escuchaba apagado pero daba la impresión de que era más por el grosor del hierro y el hormigón que porque estuviera lejos.
La cabina llamaba la atención por su perfecto estado. Era un cubículo de cristal y acero en el que alguien grande como Steven se sentiría estrecho y en su interior —tenía una portezuela de acordeón—, el teléfono sólo tenía un único botón en el que ponía "pulse para llamar".
En su tejado había algo parecido a una argolla de medio metro de diámetro.
Nadie les molestó, nada parecía moverse más que los trozos de páginas carbonizadas resultado de la explosión, que se movían al capricho de la ligerísima brisa.
La cabina resultaba un objeto tan arquetípico, tan nuevo, tan rojo y tan central, que Steve no hubiese podido pasarlo por alto aunque no hubiera tenido aquel cartel exhortándoles a llamar.
Además, no creía que pudieran abrir la puerta: y le aterraba que Boscemi empezara a dispararla, haciendo que las balas rebotasen en todas direcciones.
- Voy a llamar - dijo con decisión, avanzando en dirección al aparato - A lo mejor podemos pedirle ayuda a alguien.
La argolla de la parte superior, no obstante, le inspiró cierta desconfianza, como si la pudieran utilizar para levantarla con una grúa, como uno de esos premios de barraca de feria. No obstante, tampoco veía muchas más opciones.
Mackenzie tenía razón. Escuchó el rumor lejano de la vida urbana. Habían otros sobrevivientes. O zombies. Si un zombie puede leer ¿porqué no habría de conducir?
Si se trataba de zombies, las bocinas esporádicas indicaban que ellos también eran susceptibles al estrés de la carretera. Se imaginó a un conductor zombie bajando lentamente el vidrio lateral al tiempo que le hacía un gesto grotesco con la mano.
Steve se acercaba a una extraña cabina telefónica que no parecía pertenecer allí, pero Culero no le prestó demasiada atención.
—Voy a intentar trepar el muro y ver qué hay del otro lado.
Motivo: Trepar muro
Tirada: 2d6
Dificultad: 15+
Resultado: 8(+5)=13 (Fracaso) [5, 3]
No estoy seguro qué tan alto es el muro, así que dejo la dificultad máxima y luego el master puede interpertarla de otro modo si aplica :)
Uso destreza y atletismo.
No sabía bien qué esperaba que ocurriera cuando Steven apretara el botón. Mackenzie se quedó blandiendo la barra de hierro como quien agarra con fuerza un amuleto mientras miraba un poco hacia todas partes. Se fijó en las ventanas de la librería imaginando que tal vez el responsable de que hubieran llegado allí pudiera estar contemplándolos como una especie de voyeur sádico. Luego miró hacia el cielo como si esperara que un helicóptero pudiera llegar de pronto para llevarse la cabina enganchándola por la argolla con Steve dentro. Eran pensamientos muy absurdos, probablemente, pero le resultaba imposible saber qué esperar.
Vio a Culero encaramarse al muro; mejor sería que fuera tan diestro trepando como lo había sido en sus espectaculares numeritos.
Motivo: ¿Ve a alguien?: Percepción + Contemplar
Tirada: 2d6
Resultado: 6(+5)=11 [3, 3]
Dejo una tirada de Percepción + Contemplar por si Mackenzie ve algo.
Veo la cabina, dirijo mi mirada a mi barriga, vuelvo a mirar a la cabina, vuelvo a dirigir la mirada a mi barriga y meto tripa. ¿se puede saber que estás haciendo cariño? No me llames cariño digo apenas sin poder respirar y haciendo un gran esfuerzo para seguir manteniendo la barriga dentro. Finalmente me cansó y sucede una gran avalancha en mi tripa. Suspiro. Voy caminando hasta la cabina cuando me encuentro a Steve, me interpongo ante su camino y le digo Aparta, falso Steven, este es un trabajo para hombres.
Steve se detuvo, y miró extrañado a Boscemi.
- Es Steve, grandullón. No Steven: Steve.
Miró la cabina, y volvió a mirar a Boscemi. Su enorme rostro y su cuello, ancho como el de un toro, que enrojecían ligeramente por momentos, y su barriga, que pugnaba por ocultarse sin éxito.
- Pero... es que no cabes. Estás demasiado fuerte para entrar ahí, y, si entras, a lo mejor te quedas encajado, y no puedes marcar, o no puedes salir después.
¿Por qué no me cubres mientras yo entro? Si viene un zombie, o uno de esos alien socialistas de la ONU, mientras estás en la cabina, yo no sería capaz de defenderte: pero tú sí que nos podrías defender a los dos.
Creo que te ha llamado gordo... Dijo Cornelia junto a unos soniditos de vacilada. Si esto fuera una serie y ella habría parado el capítulo para ir a pillar palomitas. Ya se lo que ha dicho... En verdad no lo entendía, pensé que me había llamado fuerte, pero ahora no podía hacer como si no lo supiera. Mira, tu pequeñín, aquí el único que ha sobrevivido a un par de guerras he sido yo la e mirarte al espejo todos los días, no cuenta Steven. Cambio el tonto de voz aunó amigable ¿qué clase de nombre es Steve, ¿porque no usas un nombre de verdad uno completo? Vuelvo a cambiar el tono de voz a uno más agresivo Yo entraré en esa maldita cabina, por tres razones: la primera ¡yo quepo perfectamente en esa puta cabina! Segunda : si hay un puto botón rojo que pone "no tocar" el único que está capacitado para tocarlo soy yo. ¿Lo comprendes? Yo no. Miro al aire y digo ¡Cállate zorra, no estaba hablando contigo.
Me ajusto las gafas y vuelvo a hablar con educación Perdón, tienes que perdonar a Cornelia está un poco... Hago el signo de que alguien está loco ya sabes un poco mal de la cabeza, bueno. ¿Por dónde íbamos? ¡Ah, sí! cambio mi tono de voz, otra vez estoy hablando gritando y poniendo mi cara completamente roja Ahora yo entraré en esa puta cabina y pulsaré ese puto botón y si tienes algo más que añadir te presento a Steve primero le muestro mi pistola Segundo Steve.
Motivo: Imaginación+ agredir
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 5 (Suma: 8)
Motivo: Presencai más agredir
Tirada: 2d6
Dificultad: 6+
Resultado: 10(+1)=11 (Exito) [5, 5]
He sacado ocho, no sé si por el tema de mis atributos o por algo sirve. Ya dices tú, jefe :)
Nota del máster: la tirada debería haber sido de dos dados de seis más Presencia más Agredir, sin desglosar, así que la primera tirada no sirve, es la segunda que he añadido. He puesto la dificultad fácil (6) porque ha enseñado una pistola y ha hecho la proeza de anes, con el zombi. Ha sacado un 11, éxito.
Eso no significa que Steve tenga que ceder, sólo es una forma de indicarle que de verdad resulta amedrantante. Hugin es libre de interpretar lo que quiera, siempre y que tenga en cuenta que en efecto Steven resulta amenazante de verdad, y si quiere que hablen los dados puede hacer una tirada enfrentada con su Carisma más reaccionar, por ejemplo, dificultad complicado (11). Para llegar a los éxitos de Steven tendría que sacar un 16. Pero, lo dicho, eso sólo es si quiere someterlo a una tirada. Al ser la partida narrativa las tiradas de este tipo (que no son un reto objetivo, como un disparo) tienen que servir de estímilo de la interpretación, no para cohartarla).
El muro era de veinte metros de alto y estaba coronado con alambre de espinas. Culero no llegó a trepar ni tres aunque por lo menos tampoco sufrió una caída, o un raspón.
Aquel hormigón armado tenía una presencia inquebrantable que podía resultar frustrante, la sensación que le quedó a Culero era como si en un partido de baloncesto le hubieran dado una pelota de cemento.
En cuanto se resuelva el conflicto de la cabina posteo al respecto.
Steve se limitó a ladear la cabeza y enarcar una ceja.
- Bah... da igual. Oye, en el botón sólo pone "pulsa para llamar". Así que: pulsa y llama.
Hizo un gesto con la mano, invitándole a pasar a la cabina.
Se apartó, miró al aire, y añadió:
- Y, Cornelia: ayúdame a convencer a Steven de que me deje hablar a mí cuando haya llamado. Si se pone a gritar, sólo conseguirá que le cuelguen el teléfono y no nos ayuden.
Fue un tanto aparatoso, y Steven no pudo cerrar la puerta de acordeón. También era un tanto incómodo: su tamaño le hacía complicado girarse y se acomodó el auricular en el oído con cierta dificultad.
Pulsó el único botón, que invitaba a llamar y aunque los demás no podían oír la voz del auricular, al estar la cabina abierta, sí podían escuchar la de su colega.
Ya podéis postear.
Viene otro post sólo para Steven pero cuando postee sus respuestas ha de hacerlas con todos marcados, pues le pueden oír.
—Le habla Elizabeth, telefonista de la Agencia de Recepción y Control de Personas de Origen Imaginario. Le doy la bienvenida al Gran Mánchester. Por favor, dígame su nombre y sus apellidos y el de sus acompañantes, si los hubiere, y recibirá una atención personalizada.
Ya puedes postear.
¡Qué coño personas imaginarias! Te lo dijee ¡Oh cállate Cornelia ! Steven Boscemi no es ninguna persona imaginaria ¿Mánchester, qué cojones que hago yo en México? ¿Sabes qué Mánchester no está en México, no? Claro que sé que Mánchester no es México, estúpida... ¿En Arizona? Si Cornelia tuviera ahora su cabeza la estaría ladeando para negar la afirmación de Boscemi.