Partida Rol por web

—Ya no es la misma —protestó Miz'ri, defendiéndose de la acusación que flotaba en el aire—. Ella se fue obsesionando cada vez más con adquirir un poder que le permitiera servir como Elegida de Loviatar. Pero eligió un camino que la alejó del Látigo Servicial: pacto con un demonio de las cadenas. Le proporcionó el poder que tanto ansiaba, pero la obligó a hacer su voluntad. Todos estos... cambios que ha habido últimamente, y sobre todo esto de raptar a las niñas no vienen de ella, sino del diablo que la posee. No era para adoctrinarlas en el servicio a la Doncella del Dolor, la verdadera fe no puede imponerse y tú lo sabes mejor que nadie. Esa criatura lo hace por mero placer. Supongo que porque está en su naturaleza.

—¡Dioses oscuros, magia negra y diablos! ¿Dónde nos hemos metido? —escupió Ulfe, haciendo un gesto apotropaico.

—Estamos condenados, ¿verdad? ¡No podemos matarla! —dijo Nanthleene, enterrando su cara en las manos y rompiendo a llorar.

Miz'ri tomó una larga bocanada de aire.

—La plata puede matarla —dijo, cerrando con fuerza los ojos como si acabara de cometer la traición más imperdonable—. Guardo un puñal de plata bajo mi cama, pero nunca he encontrado valor para clavárselo yo misma.

—¿Por que la querías? —Payne soltó una risotada—. Menuda infeliz. Tranquila, yo no tendré tantas reservas.

Payne extendió la mano hacia Tabin.

—Dame la daga, quiero hacerlo yo. Después mataré a esta otra zorra y verteré su sangre caliente sobre esa cajita para que tengáis el silbato. Y con eso, trato cerrado.

—Quiero vivir —dijo Miz'ri en un hilo de voz.

- Y vivirrás.

 Aunque erra poco probable que nadie sugirriese siquiera que Glimgmar se había tragado la preparrada historria de Miz'ri. - Siemprre y cuando respondas por los crrímenes aquí cometidos.

 Estoy segurro que te ayudarrá parra mostrarnos tu arrepentimiento que viertas voluntarriamente tu sangre en la caja.

 El rostro de Glimgmar no era capaz de evitar mostrar cierto desconcierto, ¿¡Qué brrujerría era aquella!? ¿Cómo podía la sangre ser la llave?

 Erra algo terrible. Compartía su sorpresa y su indignación con Ulfe y negó con un bufido que representaba un escalofrio que segurramente le había recorrido desde los talones hasta la nuca, puede que incluso le hubiese erizado la barba.

 Mirro a Payne con ceño fruncido. Niego con fuerza y convicción, de ella casi podía aceptar esa predisposición a recorrer un camino corrupto y desdeñable. Perro entonces su mirada viró y su ceño cayó como un martillo sobre su precisa y madura mirada para observar con decepción paternal al paladín. Sólo deseaba recordarle algo, recordarle algo a todos.

 - Es nuestrro deber expulsar al demonio y hacer llegar a la mujer ante la justicia de Nesmé.

 También ella debe responder ante nuestrra comunidad. - explicó Glimgmar en lo referente a la semidrow como la voz de la experiencia en resolución de conflictos de este tipo, después de todo le habían llamado para hacer lo segundo que mejor sabía hacer. - ¡No estamos condenados!

 Zanjó después con un balbuceo en enano y negando con todo su cuerpo, su barba bailaba con entusiasmo y naturalidad.

 - Segurro que esta muchacha... - dijo con cierta ironía mirando de soslayo a la semidrow - puede mostrarnos que aún hay esperranza de redención.

 Eso...te vendrrá bien, Payne... - Bromeó, o quizás no, y luego estalló en una leve carcajada - ¡ja, ja, jaah!

 Recuperró su sonrisa y dio un paso hacia el umbral de la puerta que seguro deberían atravesar dentro de poco.

 - Haced vuestras preguntas y recoged vuestra furria parra los males que quedan por derrotar. - Les alentó, considerando que la muerte de aquellas dos, no eran sus objetivos, sino otros que nunca debían perder de vista.

 Tenían la llave, o eso pensaba el enano en ese momento, ¡siguiente paso! ¡RRescatarr a las niñas!

Así que la plata puede matarla... tantas vueltas... tengo que estudiar más acerca de los ajenos y las maneras de matarlos. ¿Por qué habrá tanta gente convencida que el trabajo de un guerrero sólo es agitar una espada?.

Ánder asintió a todas las palabras del enano. Coincidía punto por punto con lo que había dicho. Pero por los crímenes que había cometido la semidrow la pena sería la muerte. De hecho podría sólo haber robado una manzana y por su piel negra y orejas puntiagudas cualquier tribunal de pueblo la condenaría a muerte. 

-Buen plan, Glimgmar.-Expresó en voz alta.

-Payne, te prometí castigo, no venganza, y en Nesmé con seguridad harán justicia.-Ambos comprendíamos que significaba esa palabra para la semi-drow.-Termina si quieres con Roazroanne. No debemos correr riesgos con ella.-Adoptó un tono paternalista.-Pero debemos hacer lo que es justo.

 Redención...

 Glimgmar hablaba de ella refiriendose a aquella molesta híbrida que su sangre le inspiraba a odiar. Le repugnaba irracionalmente mucha más de lo que podía hacerlo Kayle, céfiro o incluso un duergar. Erran traicionerros por naturaleza aquellos que erran duchos en la magia, aquellos que pactaban con demonios y que otras atrocidades.

 Glimgmar no era ducho en aquellos asuntos, perro sabía que debía respetar aquellos poderres y combatirlos siempre que estuviese en su mano.

 Pero en su discurso estaba patente siempre la redención.

 Nadie tenía porqué entenderlo. Glimgmar necesitaba la esperanza de que las muchachas aún estuviesen con vida, necesitaba la esperanza de que los actos malvados o la inacción no fueran suficiente motivo de condena y eso acarrease la vida. ¡Cuanto se parrecían la historria de Miz´ri y la de Glimgmar.

 El también había permanecido en la mina haciendo sus deberres, respondiendo ante sus responsabilidades. Perro también optó por no mirrar, por no ver. Y se había quedado solo. Había visto caer a muchos, no erra responsable, perro si ante su inacción y su naturaleza crédula. No podía levantarse contra su propia sangre tan fácilmente. ¿No erra ese amor lo mismo?

 ¡No te dejes engañar glimgmar! ¡Es una treta!

Se decía en contra de sí mismo. Comprendía muy bien lo que expresaba la semidrow, pero también la reacción de Payne...estaba dividido.

 El deseaba para sí un renacimiento. Volver a empezar...sabía que no podria hacerlo en su hogar de nacimiento.

 Tal vez en otra mina.

 Empezó diciendose. Luego soñó con ser un rey justo.

 Perro parra ser un rey justo, parra ser justo sin más, hay que recorrer un largo camino. Y ese camino, entendía, no se encontraba en la muerte y el asesinato parra proteger a los demás del asesinado.

 La sangre no tenía porqué pagarse con sangre.

 Glimgmar estaba a punto de que los ojos se le llenasen de lágrimas, y por eso se giró hacia la inmensidad del umbral. Su voz transmitía decisión por continuar, pero no sabía de donde sacar las fuerzas para hacerlo. Allí, bajo tierra, todo era tan parecido...que no podía odiar a Payne o a Ánder ante sus palabras y sus actos, sólo admitir que tal vez aquella fuerse la respuesta, y de ser así, el necesariamente debía estar muerto, como pronto lo estarían aquellas dos infelices.

Kayle se quedó blanca (más) y se llevó ambas manos a la cabeza.

—Por todos los dioses de todos los panteones... —suspiró mientras caminaba en un amplio e incrédulo círculo con incredulidad—. ¡Esa tía está totalmente loca! ¡Nada bueno puede salir de un pacto con un demonio!

No tenía sentido indagar más en aquello, aquél era el problema. Lo que hacía falta ahora era pensar en la solución, una solución que les dio la propia semidrow.

—Bueno... al menos nos ha ayudado—se escuchó de pronto refunfuñar a si misma, algo contrariada. Aunque tenía que reconocer que coincidía en buena parte con lo expresado por el enano (al menos en cuanto a Miz'ri)—. Aunque haya sido por miedo, y aunque no haya hecho nada al respecto cuando debió. Pero yo por lo menos prometí que mataría sólo a quien nos impidiera hacer lo que veníamos a hacer.

Frunció ligeramente el ceño mientras miraba a la semidrow, también era verdad que había seguido sin decir ni pio todo lo que Roazranne había hecho y no es que eso fuese muy convincente a la hora de creer que "la quería", más bien parecía haber tenido miedo a posibles represalias si emprendía acciones para enderezar las cosas cuando éstas habían comenzado a torcerse. Pero tampoco arreglaba nada el culparla por temerle a un demonio de las cadenas... ¿Quién no?

—Por el momento cojamos de una vez el silbato y acabemos con esa... —miró los restos sanguinolentos de Roazranne desperdigados por el suelo— ... cosa. Cuanto antes desaparezca de este plano, mejor para todos.

—¿Redención? —se burló Payne—. No me interesa tu redención, enano. Ni seas tan ingenuo como para pensar que a ella tampoco. Es sólo una cobarde que quiere sobrevivir a toda costa.

Se acercó para encararse a continuación a Ánder, aunque incluía a Kayle con la mirada.

—Y en cuanto a ti, paladín hipócrita, ya te he dicho una docena de veces que esto no tiene nada que ver con la venganza. Tu sociedad la juzgaría por raptar a unas niñas, pero también ha cometido un crimen de alta traición contra Loviatar. La pena es la muerte y yo seré la ejecutora —abarcó a todos los presentes con la mirada—. Me salvasteis la vida y yo os he traído aquí sin traicionaros. Y os prometo que saldréis de aquí con las niñas sanos y salvos, como acordamos. Pero si alguna de estas dos zorras de aquí viven, os juro por el Látigo Servicial que morirá de todas maneras, y que vosotros os habréis creado una enemiga.

—¿Por qué tantos remilgos? Matadlas a todas y que Loviatar elija. 

-Ulfe, si las matamos ha de ser por una buena razón, en el caso de Roazranne se ha aliado con un diablo y no se puede permitir que viva. Porque estaríamos perdidos si no.

Y tu Payne puedes seguir llamándome hipócrita todo el tiempo que quieras, pero eso no me evitará pensar y ver el agujero en tus palabras. Y por cierto, que en tí ya tenemos una enemiga, como de todos los seres vivos, pero tanto por tu adoración a un diablo (para mí Loviatar no es más que eso) como por tu personalidad. Odias todo lo que conoces y tratarás de destruirlo.

Ander adoptó un tono jovial -Payne, menudos delirios de grandeza que tienes, Miz'ri la Negra te habrá traicionado a tí,  - Y no me extraña, eres simplemente inaguantable. Pero ya estoy harto.-pero a Loviatar... ahora veremos. De todas maneras, acepto tu sentencia... a no ser que yo pueda demostrar que Miz'ri igue siendo una fiel servidora de Loviatar. De que a tu diosa no le importan lo más mínimo las niñas. Si Miz'ri es fiel servidora de Loviatar no tienes derecho a matarla, salvo por venganza. Y eso no lo admitiré. Si Miz'ri ha traicionado a su diosa por ambición... es toda tuya.

Eres presa de tus palabras, al igual que yo soy preso de las mías.

Tabin miró la pulpa que era Roazranne, a Miz'ri, a Ánder y luego a Ulfe. Se cruzó de brazos con más fuerza, como sí de pronto hiciese frío, y volvió la cabeza hacia la pared.

-Que las mate.

Las cicatrices le picaban. Un súbito recuerdo del dolor abrasador que había sentido la obligó a temblar.

-Que las mate. No se perderá nada.

Eso era lo que había querido desde un primer momento, ¿no es cierto? Que alguien las matase. Mejor si no era ella misma. Cada cosa que había visto y sentido en aquel infierno loviatarita sólo había servido para despojarla de cualquier compasión hacia las sacerdotisas y para avivar sus deseos de venganza.

 - ¡No somos verrdugos! ¡Ni despiadados brrrujos! - hubo una pausa dramática por parte del enano al tratar de convencerles, aunque la evidencia cayó sobre él como un martillo sobre el yunke, llevaban entre ellos despiadados brrrujos...aunque algunos de ellos erran menos despiadados que los despiadados no brrrujos...

 Prrrf....esto parrece pintarr mal.

 - ¡Morrirán por encima de mi cadaverr! - expuso con elocuencia enana, es decir, alzando la voz. - Demosles la oportunidad de tracionarnos y acabarremos con sus vidas entonces, perro sino, que respondan ante la justicia de Nesmé.

 No permitirré que le hagais nada a esta ... - se lo pensó un instante - mujerr brruja.

 No lo puedo crreer. Defendiendo a una brrruja del demonio, ¡y nunca mejorr dicho!

 - Asique, adelante.

 Que responda, que abra la caja voluntarriamente y ayude así a vivir a su amada. - asintió concienzudo - debemos respetar el amor. - buscó con ojos brillantes el apoyo de Tabin.

 - cojamos el silbato y rescatemos a las muchachas.

 ¡ella nos ayurdarrá!

 ¿Verdad?

 Le dijo a la semidrow.

—Claro—ironizó Kayle poniendo los ojos en blanco con hastío—. ¿En qué cabeza cabe un hechicero que no sea despiadado?

Aquello se ponía peor por momentos, ella entendía el punto de vista del enano pero... maldita fuera, Payne había dado en el clavo con una parte de su argumento (Pese a que también era verdad que ella les había ayudado porque no tenía más remedio si quería acabar con las Señoras del Látigo) aunque le fastidiaba y no le gustase nada la idea, tenía que darle la razón en esa parte.

—Basta, ¡por favor!—bufó al final. Se estaba desesperando, no disponían del tiempo necesario como para ponerse a juzgar a nadie con el consiguiente debate moral que requería—. Esto no nos va a llevar a ninguna parte.

Se llevó las manos a la cabeza peinándose hacia atrás (aunque, por su puesto, en cuanto terminó de hacerlo su pelo siguió flotando indiferentemente en el aire) cuanto más pensaba en Shianni, más inquieta se sentía.

—No me... gusta tener que decirlo, ¿vale? Pero tiene razón en una cosa: El primer crimen lo cometieron contra su diosa, luego fue contra Nesmé—dijo—. Payne tiene derecho a ejercer las reglas de su clero. Ahí no podemos imponer las nuestras por encima.

—Pero bueno, ¿y a ti qué te pasa hoy?—refunfuñó Céfiro sentado en uno de los hombros de la genasí (o todo lo "sentado" que puede considerarse un tornado)—. Tan culpable de lo que ha pasado es la loca esa por ir buscando demonios con tanta ansia como la otra que no hizo nada por evitarlo. ¡No me dirás ahora que te da pena sólo porque nos viene con el truquito de los lloriqueos!

—¡Céfiro, calla!—lo regañó Kayle como si el familiar estuviera delatando que en el fondo tenía el corazón demasiado blando como para decir aquello sin sentirse la peor persona del mundo—. No es tan fácil.

Aunque bueno, era cierto.

No le daba pena, simplemente no compartía que el castigo debiera ser tan severo... pero a la vez no se sentía con autoridad para impedirlo. Era como una broma de mal gusto. Pero el tiempo corría y tenían que elegir el mal menor, Kayle odiaba elegir el mal menor.

—Ahora mismo lo que me importa son esas niñas que están abajo encerradas, necesitamos salir de este sitio con ellas y si ahora discutimos aquí... vamos a arriesgar a quienes ni si quiera tuvieron la oportunidad de elegir por quienes sí la tuvieron y lo hicieron mal—dijo mirando alternativamente a Glimgmar y Ánder—. Es injusto, pero son las únicas dos malditas opciones que hay. Y hay que soportar las consecuencias de una. Elegid el mal menor.

Tampoco quería pensar en cómo se debía sentir Nanthleene en aquel momento si ella se sentía así. Pero el caso es que no iba a meterse. Tras un esfuerzo considerable por reprimir un gemido de frustración, miró a Payne girando un poco el tema.

—También prometiste que si te quedabas a la cabeza de esto, asuntos como este de los esclavistas no iban a volver a repetirse, ¿cierto?—recordó—. Te... tomo la palabra.

Payne no respondió inmediatamente. Mantuvo un ademán que recordaba a una víbora al acecho ante las palabras de Ánder. Luego puro desdén ante el enano.

—Al fin un poco de inteligencia —le concedió a Kayle—. No volverá a ocurrir nada semejante cuando yo esté al mando aquí. Es más, me interesa... desagraviar el daño que han hecho estas dos falsas Loviataritas al pueblo de Nesmé. Si no os interponéis en mi camino, os ayudaré personalmente a encontrar al contacto de los esclavistas en Nesmé y entregarlo a las autoridades, si es lo que queréis.

Volvió a tender la mano para que Tabin le alargara el puñal.

—Acabemos con esto. Pasar por encima del cadáver del enano es opcional.

Tal y como yo lo entiendo, hay 2 votos (Tabin y Kayle) por dejar que Payne mate a las dos señoras del látigo, 1 (Ánder) por matar sólo a Roazranne y 1 (Glimgmar) por perdonarlas la vida a las 2. Tal y como están las cosas, ahora mismo hay mayoría para que haya una ejecución sumaria y a otra cosa, mariposa.

Os doy un poco de tiempo para que me digáis si hay alguna objeción