Partida Rol por web

Teolfo observó la inmensa puerta de piedra que obstruía la entrada. Era mucho más grande de lo que cualquiera de ellos podría moverla, aunque lo que más le sorprendió fue ver aquella extraña inscripción escrita en la piedra.

El guardia ignoraba en qué idioma estaba escrito, por lo que si había alguien que podía saber qué ponía en la inscripción, ese era Pau. Teolfo permanecido detrás, sin intervenir, consciente de que el joven goliardo necesitaría concentración si tenía que traducir aquella inscripción.

Por mucho que tratara de recordar cualquiera de las lenguas antiguas que estudió en Lleida, aquellos símbolos no se parecían a nada que había visto antes. No parecía griego, y mucho menos latín, y tampoco se trataba de la escritura árabe. Aquello era algo completamente nuevo y diferente para él.

Quizás en l'Estudi General o en el Concilio de Anatema sabrían algo más, pero para ello necesitaría llevarles esas extrañas runas hasta ellos. Por suerte, en su bolsillo todavía le quedaba carboncillo y papel.

 esde que había salido de la universidad para encaminarse a Quart de Sacre, Pau no había tenido un reto como aquel. Los grabados, completamente desconocidos despertaban su más absoluto y ávido interés. Echó la antorcha a un lado, pasándosela a Teolfo.

— ¿Em podeu sostenir en alt la torxa un moment?

Comenzó a sacar un pedazo apergaminado de su túnica y un pedazo de carboncillo que siempre guardaba para ocasiones como aquella y comenzó a copiar los símbolos que iba viendo en completo silencio y concentrado. Parecía estar solo en aquella sala a juzgar por su total aislamiento mientras hacía aquello.

— Qué interessant... —Murmuró y entonces pareció recordar que tenía compañía.— Ah, perdoneu... No es troben coses com aquestes a sovint. Crec que no podem fer altra cosa ací més que tornar, hauria d'investigar i consultar amb uns amics per... p-per desxifrar aquest text. I també tindre temps per estudiar els textos que hi havien a la tomba. No veig què més podem fer. Tal volta podriem agafar or de la cambra, ens vindrà be per si hem de fugir per tal de treure Sacre de la tirania d'aquell home.

Le estaba costando distinguir aquellos símbolos en la tenue oscuridad. De por sí se veían bastante bien, al menos dentro de las condiciones en las que se encontraban, pero sin conocer aquel misterioso alfabeto le resultaba más dificultoso. No obstante, con paciencia y cuidado logró hacer una copia casi perfecta de aquella inscripción en la roca.

¿Sería aquella información la que buscaba el conde?, ¿o él tendría algún sortilegio que le permitiría avanzar más que ellos? Fuese como fuese, ellos habían llegado lo más lejos que habían podido, al menos por el momento.

Era el momento de regresar.

Lluisa aún iba con la sensación en los huesos de que no debían estar en aquel lugar, no le gustaba profanar un camposanto por mucho que fuese de otra religión sacrílega. Cuando abrieron el sarcófago, la atmosfera enrarecida le heló los huesos y aquel manuscrito que encontraron lleno de símbolos aún más, para sus adentros pensaba en trozos de oraciones que Don Claudio les había enseñado en su infancia y que en aquel momento se intentaban hacer paso para hacerla sentir más a salvo.

Vio como sus compañeros cogían monedas y gemas del tesoro del rey fallecido pero ella no se atrevía ni a levantar la mano hacia esas maravillas, era tal el respeto que tenía por la paz de los difuntos que no podía ni pensar en hacerlo. Aún así comprendía a sus compañeros, si ella no fuese tan temerosa por esa parte hubiera alargado la mano para llenar su saca.

Cuando bajaron hasta la puerta de las inscripciones se iba impacientando cada vez más, quería salir de allí tanto que solo guardaba la compostura por su hermano, que parecía que estaba fascinado por las escrituras que estaba transcribiendo sin entenderlas.

-Deu tenir un mecanisme per a obrir-se…- dijo la muchacha mientras observaba la losa- Alguna forma per a poder manejar-la sense trencar-la amb tanta força…

La joven recorría la puerta con la mirada, incluso acercaba la antorcha para iluminar cualquier resquicio, se puso a pensar en la puerta y en lo que habían venido a buscar, la lanza de un ángel, ¿y si estuviera relacionado de alguna manera?

Por mucho que rebuscase en aquella enorme puerta, parecía tan maciza como infranqueable, y no parecía tener mecanismo alguno. Ni cerraduras, ni bisagras, ni nada medianamente mecánico. 

Era como si, simplemente, se hubiese tallado en la roca la forma de una puerta, y más allá no hubiese más que el sólido y pétreo corazón de la montaña.

Teolfo tomó la antorcha que le entregó Pau, mientras el joven goliardo copiaba lo más fielmente posible aquellos símbolos en un pergamino. El soldado se extrañó de comprobar que aquella enorme puerta de piedra carecía de cerraduras o bisagras, por lo que al menos a primera vista no había forma alguna de abrirla.

-La inscripció té que ser la clau -razonó el guardia, aunque no había mucho que él pudiera hacer.

Se le ocurría la posibilidad de que hubiera que leer la inscripción sobre la puerta para que esta se abriera, pero aquello quedaba desde luego totalmente fuera de sus posibilidades, dado que Teolfo no sabía cómo leeer las letras de aquel alfabeto.

Tras toparse con el camino sin salida, los aventureros subieron arriba y salieron de la tumba, llevándose consigo aquella extraña inscripción que había copiado Pau, además de alguno que otro valioso tesoro que podría serles de utilidad. Más le valía a sus misteriosos amigos del Estudi General de Lleida saber algo al respecto, ya que en aquellos extraños símbolos se debía encontrar la clave para acceder al interior. 

No obstante, cuando salieron al exterior se encontraron con un panorama extraño. Si ya había amanecido, desde luego no se notaba, pues la montaña parecía completamente cubierta por la niebla. Mirasen a donde mirasen, apenas de distinguía algo más allá de las inmediaciones de la tumba, Ciertamente la lamia les había advertido que no se aventurasen en la niebla, pero si querían salir de allí no tendrían más remedio. Más allá de los peligros arcanos que pudiese haber, desviarse del camino en aquellas montañas podía suponer la muerte, ya que el terreno tan escarpado podía conducirles a una pendiente.

L salir fuera, Pau se arrebujó en su capa, el paisaje era más aterrador que la noche cerrada. La niebla era peligrosa,       todavía recordaba aquel carro despeñado por el camino de la colina que encontraron cuando eran pequeños Lluisa, Marc   y él. Corrieron como alma que llevaba al diablo a avisar a mosen Francesc, pues el carro había aplastado a su conductor. Sin duda la advertencia de la lamia no podía ir desencaminada era algo con lo que tener cuidado.

Se agarró al brazo de su hermana y la miró de forma significativa. Aquel incidente le había dejado marca, aunque por raro que pareciese, no era la niebla a lo que más había acabado temiendo, si no a las alturas y los desfiladeros. 

— Si volem aplegar a temps haurem de creuar-la —comentó dirigiéndose a todos— encara així contradiem les paraules de la làmia. J-jo... —Miró hacia el bosque con una mueca avergonzada.— N-no sé per on hem aplegat, ho sent.

Al salir al exterior, Teolfo no supo si ya había amanecido o, por el contrario, continuaba siendo de noche. En cualquier caso, el soldado miró a su alrededor, tratando de encontrar un camino por el que intentar guiar al grupo por el sendero correcto. No obstante, sus capacidades como rastreador eran prácticamente nulas, por lo que no pudo hacer gran cosa.

-Solo la Lámpara pot guiar-nos -dijo, señalando la Lámpara de búsqueda, que llevaba Llanos.

Aunque a la lámpara no debería de quedarle mucho tiempo para terminar agotándose, aquella era sin lugar a dudas la mejor oportunidad que tenían de abandonar el bosque.

Gracias a la lámpara de Llanos, los aventureros se adentraron en la niebla, temerosos de perderse para siempre en aquel enorme manto gris que lo cubría tpdp hasta el horizonte. Puede que aquella ténue luz les iluminase ligeramente el camino, pero prácticamente no podían ver nada más allá de un palmo delante de ellos.

No obstante, cuando ya llevaban un buen trecho del camino, la lámpara se consumió por completo y se quedaron desamparados en aquella oscuridad.Daba la impresión de que aquella nebla no iba a despejar nunca, así que no había otro remedio que seguir adelante. Mientras caminaba, a veces en la niebla se vislumbraban extrañas visiones de parajes que no correspondían con aquella montaña desolada y muerta. Estaba claro que debía ser un fruto de su imaginación o arte de alguna hechicería, tal y como les había dejado intuir la lamia.

Sin embargo, al final, lograron salir de la niebla a los pies de la montaña, junto al roble, cerca de donde horas antes habían derrotado al maligno demonio cinocéfalo. No obstante, había algo distinto en aquel paraje; hacía más calor, y el bosque estaba más verde. Sin duda aquello no correspondía con el ambiente frío de mediados de marzo.

Siguieron el camino a través del bosque, pero pronto vieron algo que les trastocó por completo. A lo lejos, entre los árboles, podía verse el castillo del conde, pero parecía más concurrido de lo habitual. ¿Qué era todo aquello que había a su alrededor? Quizás lo habrían deducido ellos mismos si alguien no hubiese aparecido de entre los árboles.

-Alto! -gritó una voz imperiosa.

Todo parecía indicar que los soldados del conde les habían encontrado, pero al ver los blasones quedó claro que aquellos guerreros guardaban lealtad a otro señor.

Los soldados que les rodearon llevaban el blasón de una cabra negra sobre fondo dorado. Bernat reconoció de inmediato aquella heráldica, y sólo podía pertenecer a una persona, la cual apareció en persona tras sus leales soldados.

-Pels sants claus de Crist, no em puc creure que siguis viu Bernat! -dijo un hombre noble de mediana edad y una larga barba.

Se acercó a Bernat y le dijo un abrazo amistoso a su viejo amigo tocayo.

-Estàvem buscant una forma alternativa d'asaltar el castell i de sobte vos trobem a vosaltres. Quina sort! Serà millor que anem al campament.

-Però espera -dijo Bernat Dalmau., Com haveu arrivat tan rápid? Hem estat menys d'una setmana ací.

-Una setmana? De qué parles Bernat? Portes cinc mesos desaparegut!

De camino al campamento, Bernat de Cabrera les explicó que se encontraban ya a mediados de agosto. La guerra entre la Corona de Aragón y el Reino de Castilla había estallado de nuevo, y el noble había decidido llevar el conflicto a Sacre para averiguar qué había sido de su desaparecido compañero de armas. Ahora el castillo del conde se encontraba bajo asedio, oponiendo una formidable resistencia, pero de momento privándole de seguir extendiendo sus malas artes por la región.

No cabía duda de que aquel lapso de tiempo se debía a las extrañs hechicerías que se escondían en aquella niebla. ¿Realmente habrían estado vagando por la montaña durante cinco meses? Estaba claro por qué la lamia no había querido que se acercaran, pero en aquel caso había sido fortuito gracias al regreso de la guerra.

Bernat de Cabrera habría hecho un gran despliegue de catapultas y otras armas de asedio alrededor de la fortificación, manteniendo un acoso constante para forzar su rendición, mientras los soldados esperaban en un gran campamento base cercano. Allí es donde se reunieron para poder descansar y hablar de lo sucedido.

-Molts veïns del poble han sigut traslladats a l'interior de la Corona. Les forçes de Pere el Cruel estàn penetrant al regne i tením que reagrupar-mos a Llèida, Barçelona i València. Si hem aconseguit arribar fins ací és perquè Sacre suposa una gran posició estratègica. Si aconseguim conquerir el castell forçarem a Pere el Cruel a retrocedir i replantejar-se la conquesta; No pot deixar els voltants de Toledo tan desprotegits.

Bernat de Cabrera sabía que su viejo amigo era de fiar, y por extensión sus amigos, así que no tuvo objeción en que el resto del grupo se enterase de una pequeña dosis de información sobre cómo se estaba desarrollando la guerra.

-Per cert -dijo dirigiéndose a Teolfo-. Tinc un missatge d'un bon home per a tú. Un tal Damià, el posader del poble, va protegir als teus pares el temps previ a la invasió, ocultant-los al soterrat de la seua posada. Ara estàn els tres vivint en un poblet prop de Lleida. Estic seguir de que voldràs tornar a vorels.

Seguidamente se giró hacia Pau.

-També tinc noticies per a tú. El teu amic Marc Martí està a Llèida, a l'institut general. Pel que em va contar es va lliurar per poc de la malícia del Compte -se giró para mirar a todos en general-. De fet, donat que el poble va a estar en conflicte per una bona temporada, havíem pensat traslladar-vos a Llèida, allí podréu viure mentres dure aquesta guerra. 

-Jo em quedarè -dijo Bernat Dalmau, vuestro compañero-. Vuic unir-me a aquesta campanya i lluitar contra el compte.

-Molt bé -dijo el noble de Cabrera. Sabía que su viejo amigo se uniría al asedio-. La resta podéu anar a viure en pau, sempre que aquest conflicte no arrivi a Llèida...

Sólo quedaba un pequeño asunto sin resolver; Llanos seguía sin su hijo. ¿Dónde estaría la lamia tras todo aquel tiempo?, ¿habría permanecido en el bosque? Por suerte, al alejarse un poco del campamento, Llanos se topó con unos ojos azules y curiosos que la vigilaban desde la vegetación del bosque.

La lamia apareció con su aspecto amable, aquel que mostraba la luz del Sol, acompañada del pequeño hijo de Llanos. El niño parecía algo ensimismado, pero enseguida se entusiasmó al ver de nuevo a su madre.

-Tal como prometí, aquí tenéis a vuestro hijo -dijo con su voz enigmática, como era habitual-. Criadlo bien, pues su humor a veces puede ser comparable al de una madre jabalí protegiendo a su camada.

Se quedó observando a la madre y a su hijo con sus ojos extraños, fríos y curiosos, aunque no esperó a las grácias para volver a hablar.

-Os habría dado por muertos si el bosque no me hubiese susurrado dónde os encontrábais. Parece que mi consejo de no adentraros en la niebla fue, en este caso, bien desatendido, pues no imaginaba que los hombres del este comenzaran a asediar la fortaleza del conde.

Comenzó a retirarse hacia el bosque con sus pasos casi imperceptibles.

-Nos volveremos a encontrar.

Y así, los valientes aventureros lograron salir de Sacre para comenzar una pequeña temporada de paz lejos de aquellas tierras mancilladas. Pau tendría que entregar la misteriosa inscripción a sus compañeros de la Cofradía de Anatema para encontrar la clave para acceder a la tumba, pero llevaría tiempo.¿Serían capaces de descifrar el misterioso enigma?

Fin del Capítulo IV