Partida Rol por web

Irving se mesó la barba preocupado. Era evidente que quería barrer para vosotras... pero tampoco podía hacerlo libremente e ignorar que Greagoir tenía razón en aquello.

—¿Por qué no las escuchamos?—dijo volviendo a miraros—. Ellas han perseguido a Adrath y al parecer puesto fin a la que fuera la locura que tuviera en mente. Y han luchado junto a Ayla. Me gustaría tener vuestra opinión en cuenta. ¿Qué sugeriríais?

—¿Y qué ha sido de la espada?—añadió el Caballero Comandante.

Lynn te miró de soslayo con la cautela reflejada en los ojos. El ligero carraspeo te dió a entender que no era partidaria de mencionar el verdadero nombre de Astucia. Más bien de inventar algo... aunque no fuera necesariamente mentira.

La cuestión era el qué.

Gabrielle volvió a coger aire.

—Primer Encantador —dijo formalmente Gabrielle—, decís que os cuesta pensar en una maga más fiel que yo a esta pequeña familia. A mí no.

Dirigió un gesto vago en dirección a Ayla.

—Es cierto que tomó una decisión visceral —le reconoció a Gregoir—, pero sin ella... esto hubiera resultado en algo mucho peor que unos cuantos heridos. Si Adrath hubiera triunfado y hubiera abierto las puertas de la Ciudad Negra... no hace falta que explique lo que habría sucedido.

Miró de soslayo a Lynn cuando carraspeó.

—En cuanto a la espada... —sonrió—. Está en buenas manos. Un Espíritu se hizo cargo de ella.

Miró a Gregoir.

—Uno de los "gordos". Uno que... pudiera ayudar allá donde más lo necesitaran.

Como por ejemplo, trayendo el Círculo de vuelta a Thedas.

Volvió a mirar a Irving.

—Creímos que... era algo que no debería estar en manos de ningún mortal. Por muy virtuoso que pensáramos que fuera.

Greagoir lanzó un hondo suspiro

—Bueno, supongo... que eso está bien—dijo en referencia a la espada. Aunque sonó más aliviado de lo que reflejaba la frase.

Irving se quedó pensativo durante unos largos minutos.

—Me parece una opinión sensata—dijo finalmente. Luego miró al templario—. Una vez te bastó mi palabra para no anular el Círculo, Greagoir... y hasta el día de hoy creo que no te has arrepentido.

El Caballero Comandante soltó un gruñido y se quedó callado durante unos tortuosos y largos segundos.

—Bien... Pero sigo teniendo que hacer algo al respecto, Irving—dijo finalmente—. Así que esta vez quiero al menos dos garantías grandes. Y que una sea que tú te hagas responsable de ella durante al menos el próximo año.

Os englobó a todos con la vista.

—La otra elegidla entre vosotras. Pero quiero que sea algo que me garantice que no se va a volver a escapar igual que ahora.

—Eh—el Primer Encantador cruzó suavemente los brazos—. ¿Dudas de mi ojo a vizor?

—No eres omnipresente, Irving.

Ambos se os quedaron mirando.

¡Decisión final! Gabrielle debe proponer una medida que garantice que Ayla no podría escaparse igual que lo hizo ahora. Puede:

► Proponerla ella (o tirar INT a palo seco CD 19 si no se le ocurre nada por ver si "se inspira")

► Preguntarle (o decirle a Lynn que la proponga)

► Preguntarle (o decirle a la propia Ayla que la proponga)

No era su decisión, sino la de Ayla. Gabrielle le dedicó una mirada elocuente, invitándola a responder por si misma.

Ayla cambió el peso del cuerpo de pierna con incomodidad cuando la miraste, devolviéndote la mirada con una mezcla de desconcierto y nerviosismo. No sabías si es que agradecía la oportunidad de defenderse o tenía ganas de matarte por cederle la palabra... teniendo en cuenta su nefasto don de gentes.

Se formó un incómodo silencio y te dió la impresión de que Lynn fué a decir algo pero no se atrevió. De hecho empezó a ponerse paulatinamente nerviosa conforme Ayla parecía esforzarse en proponer algo. La apóstata se mordía la falange del índice con tanta fuerza que creías que en cualquier momento se haría sangre.

Finalmente tragó saliva, bien por resignación, o por inspiración súbita.

—Mi... mi filacteria—titubeó con un ligero temblor de voz.

Greagoir ladeó la cabeza en un explícito gesto de que necesitaba algo más específico.

—¡Mi filacteria!—insistió la maga usando un tono quizá más contundente de lo que realmente pretendía—. Haced otra y quédatela tú. En vez de... ponerla con las demás. ¿Eso será suficiente? No sabría ni donde está.

El Caballero Comandante miró de reojo a Irving que a su vez lo miró de reojo a él. Y creíste entender por qué. ¡Ayla había propuesto justo lo que ya hacían los templarios sin saberlo!

Ningún mago más allá del Primer Encantador lo sabía. Salvo tú, claro... porque te lo había contado Lynn. Comenzabas a sentirte como la exepción que confirmaba todas las reglas de Thedas.

—¿Qué?—Ayla parecía nerviosa por el silencio sepulcral que se había formado—. N-No tendría sentido que intentara escaparme así. ¡Me encontraríais a la media hora! De verdad, no es necesario que me encerréis durante...

—Sería suficiente—la interrumpió Greagoir con un suspiro. Algo parecía haberle gustado en aquella coincidencia—. Supongo que después de lo que habéis hecho... puedo dejarlo así. Pero tratad de no hablar con todo el mundo de este asunto.

Miró ceñudo al Primer Encantador.

—Y quiero que te asegures de que no ha ni olido la Magia de Sangre, Irving. Y eso no es negociable.

El interpelado asintió e hizo un gesto ligero de tranquilidad con la mano antes de dirigirse a Ayla.

—Escucha, hija. Voy a estar encima de ti como si fueras mi aprendiz—dijo. Su voz no perdía la serenidad pero ahora también tenía un tinte serio—. Yo puedo darte la oportunidad de demostrar que sigues siendo una hija del Círculo pero eres tú quien debe tomarla. Hay una serie de cosas que necesitaré que hagas... Probablemente te recuerden a tu Angustia. Pero creo que entenderás que la situación lo requiere.

—¡S... Sí! Me da igual—se atropelló la maga que no parecía ser capaz de asimilar lo que pasaba—. No me he relacionado voluntariamente con ningún demonio. ¡Compruebe lo que quiera! Como... Como si tengo que repetir tres Angustias.

Toda la bola de nervios que se había estado tragando antes parecía querer salir de golpe. Pero lo hacía en forma de temblor. Se atrapaba las manos bajo las axilas en un intento por ocultarlo pero las rodillas eran imposibles de esconder.

Y en ese momento Lynn se echó a llorar y se abrazó a ella. Pero la empujó para poder abrazarte a ti tambien. No hacía falta que tu amiga te dijera lo tremendamente agradecida que estaba por tu intervención, podías verlo claramente.

—¡Otra vez no!—protestó Ayla atrapada en medio—. ¡Evelynn no soporto las lágrimas! ¡Me ponen nerviosa! D-eja de... llorar cada vez que...

Tragó saliva rápidamente para que no se le rompiera la voz. Intentó hablar pero apretó los dientes con fuerza por el mismo motivo. Y fué cuando sentiste que te rodeaba tímidamente con un brazo por la espalda, aceptando tímidamente devolver aquello, porque con el otro rodeó a la clériga.

—Gracias—la oiste musitar. Le tembló la barbilla con lo que se esforzó tozudamente por apretar los dientes aún más y volvió a tragar saliva antes de añadir con un hilillo de voz:—. Gracias...

Ayla: Amistad (+20)

Greagoir tuvo el detalle de dejaros unos segundos antes de añadir:

—En diez minutos más o menos quiero que me busques en la capilla del Círculo—dijo—. Vamos a hacer esa filacteria otra vez, ¿de acuerdo?

Ayla asintió rápidamente sin decir nada. Ahora también había tenido que parpadear para evitar que se le humedecieran los ojos.

El Caballero Comandante miró a Irving, que seguía sentado en aquella roca, silencioso pero encorvado. Sabías que se conocían desde hacía mucho pero a veces lo de aquellos dos parecía telepatía puesto que apoyó una mano enfundada en guantelete sobre el hombro del mago.

—La recordaremos como se merece—dijo—. Tengo... una idea para esa parte del jardín que siempre dices que te resulta sosa. Necesitaré que me eches una mano con algo de magia, eso sí. Luego te la cuento.

Alzó la vista para miraros, o más bien, concretamente te miró a ti.

—Tú eras alumna de Wynne, ¿verdad? Se pasaba el día hablando de ti—preguntó con inusual cercanía—. Quiero añadir una placa. Me gustaría que fueras tú quien sugiriera la frase... si te parece bien. No tiene que ser ahora pero pienso que serías la persona más apropiada para elegir eso.

—Soy yo, Alexei—dijo anunciando su llegada—. He regresado.

Gabrielle devolvió el abrazo a Ayla y sonrió cuando le dio las gracias.

Los nervios estaban a flor de piel, y las lágrimas arrasaban sus ojos.

—Pensaré en una frase bonita —le dijo a Gregoir cuando se hubo separado de sus amigas—. No sé qué vais a hacer con sus cosas... pero me gustaría quedarme con algo de ello. No tiene que ser nada mágico, o valioso, solo algo suyo, personal, un recuerdo sentimental.

Irving esbozó una sonrisa triste a través de la barba.

—Claro, muchacha. Lo que quieras—concedió—. Y la verdad es que creo... que me sentiré mejor si la dejamos como está. Wynne siempre ha tenido su lugar entre estos muros, aunque ya no sea físicamente.

Sbías que el Primer Encantador siempre le había tenido mucho cariño a tu maestra. Wynne era como aquella amiga sabia a la que pedir consejo, y muchas veces lo había hecho en el pasado así que debía tener el mismo vacío en el corazón que tú. Probablemente sintiera que darle su habitación a otro sería como "echarla".

Hizo un pequeño esfuerzo por levantarse  y daros unas palmaditas en la espalda a Lynn y a ti (porque Ayla se había quedado atrapada entre vosotras)

—Se nos va una heroina de la que no podíamos sentirnos más orgullosos—dijo—. Pero nos ha dejado a tres de las que también lo estamos.

—Ve a descansar un rato a tu habitación si quieres. Puedo encargarme yo solo de organizar a los que quedan—le sugirió Greagoir. Luego lanzó un hondo suspiro y se masajeó las sienes—. Yo haré quedar esto... como un incidente. Una confusión. Esperemos que vuelvas a tener razón porque ya no sé cuantas me debes, Irving.