Partida Rol por web

Parecía que, ante el que se intuía el enemigo mas poderoso del decrepito templo, los engranajes de los heroes empezaron a moverse veloces, anticipando cada golpe del cadaver que, con sus cuencas cargadas de odio, e iluminadas con una luz mortecina y malévola, intentaba desgarrar la carne viva, palpitante, de sus enemigos. Baigron fue el primero en moverse y ayudandose de un golpe de sus correosas alas, planeo hasta el suelo, bordeando la columna por el oeste. Cuando se asomó por el otro lado, el muerto viviente se afanaba para acabar con Kartag, cuya vida pendía de un hilo. Tarben, por su parte, volvía a levantar el escudo frente a su enemigo, dispuesto a volver a la lucha, tras recibir la bendición de su Dios para cerrar las horribles heridas que le había inflingido la nigromacia del cadaver. Ese fué el momento que esperaba el Baaz: Cuando Rennard arremetió contra el Escudero de la Corona, aprovecho para enterrar, profunda, su arma, Fleshrend, en la espalda del cadaver que, una vez mas, volvió a aullar, mas de rabia que de dolor porque, en el fondo, sabía que su "no vida" estaba en peligro, y lo que es peor, fallaría en su cometido!!

Una película de energía negra que chisporreteó con energía protegió al cadaver de los ataques tanto del monje draconiano, como del gigante solámnico, pero Tarben, con la bendición de su Dios sobre su espada, lanzó un tajo por encima de dicha pantalla, golpeando al no muerto con fuerza en su pecho. El arma se clavó en un estallido de luz pura en pugna con una negrura diabolica, y Tarben pudo sentir como si, realmente, hubiese cercenado el corazón de aquel cuerpo, aunque realmente sabía que aquel organo hacia mucho tiempo que se había podrido. El no muerto dejó de aullar mientras apoyaba la espalda contra la columna. Su mandíbula cayó sobre el suelo, deshaciendose en polvo antes incluso de tocar el suelo de la cripta, mientras de sus cuencas no paraba de caer polvo de hueso, como si de arena fina se tratase, mientras el cuerpo se descomponía, quizá recuperando el tiempo que se había detenido en su no muerte.

Mientras los cuatro integrantes del grupo recuperaban el resuello, pronto no quedó nada del cadaver, mas allá de su raida túnica, un medallón de Chemosh, el Dios de la Muerte, como si el muerto viviente nunca hubiese existido...

Un pesado silencio cayó sobre ellos, mientras se miraban, conscientes de lo que había costado superar este ultimo escollo, con sus amigos desaparecidos en el mitad del combate. Tarben se disponía a contar a su compañeros lo que realmente había ocurrido, pues había identificado al "cadaver" como un muerto viviente conocido como Cosa de la Cripta, cuando de pronto, unos golpes en las dobles puertas cerradas por la magia oscura del no muerto, les indicaron que Zoak se encontraba al otro lado.

Sin eseoscuro poder para mantener su fuerza, la puerta cedió sin apenas esfuerzo, mientras la garra que aprisionaba el corazón de Leviathan se deshacía ante la fuerza de voluntad del solamnico. Enseguida, el minotauro, acompañado de Desdemona, entraba en la habitación.

Antes de que ninguno pudiese preguntar donde estaba el joven mago aprendiz de Túnica Blanca, escucharon su voz desde la parte alta de la escalera de caracol, y en un momento, estuvo de nuevo con el resto de sus compañeros...

Y así es como acabamos contigo, engendro! mascuyo Kartag, escupiendo saliva y sangre por la boca!

Relajandose a continuación tras el esfuerzo del combate y las heridas, se acomodo en un costado de la crypta, sonriendo a sus compañeros y felicitandolos como muestra de admiración.

Buen combate, compañeros! Fue duro y díficil, pero lo conseguimos!

Debeís entender, que los seguidores de Majere, tenemos como enemigos acérrimos a los sirvientes de Chemosh y yo me he dejado llevar! Explicando a sus compañeros el porque de su afan de lanzarse al ataque directo contra estas criaturas, ya que Majere tenia como enemigo a Chemosh.

Si a alguno le sobra algún conjuro curativo o sabe coser cortes, sería buen momento para recibir algo de ayuda y cerrar mis heridas! Exclamó, mirando a Tarben y a Baigron!

Tocandose la barbilla, ya que esta le dolia a rabiar por el último golpe recibido, dejo de hablar.

Ya habría tiempo de revisar aquel lugar en busca de alguna reliquia que les pudiera ayudar en su misión, de momento tocaba lamer sus heridas.

 Legué, con el bastón en alto y listo para hacer frente al no muerto y a cualquier cosa:

 - ¡Aquí está Anubis!. - Digo, en desafío a cualquier posible enemigo.

 Entonces me doy cuenta de que he llegado tarde y todo a terminado:

 - Vaya... - Añado contrariado. - ... ¿Estáis todos bien?.

Leviathan relaja los brazos, bajando la espada hasta que la punta toca el suelo. Algo se va de su mente, como cuando te quitas una piedra en el zapato, algo liberador. Eso explicaba su falta de pericia desde la mitad del combate hacia delante. Habían vencido al engendro, pero no sin dolor y sangre, miró a sus compañeros, algunos como Kartag muy heridos y otros como Tarben, que tuvo que recurrir a la magia para poder seguir en pie. Hemos avanzado como pollos sin cabeza, acabando con ellos sólo por nuestra superior habilidad.

El Solamnico no está acostumbrado a este desorden en combate, tiene que meditar sobre esto, igual que tiene esa charla pendiente con Tarben, al haberle contradecido nada más ordenar, o sugerir, un orden de marcha. Hay que pensar si vamos a tener una sola voz en combate o vamos a seguir confiando en la suerte e ir escapando. Porque Kartag tendrá que reconocer que casi acaba atravesado por las garras de la criatura.

Por ahora Leviathan se apoya contra la columna, tiene un hombro sangrando y dolorido, pero no es grave, y quiere coger resuello antes de buscar en la capilla lo que vinimos a encontrar. Con su habitual gesto serio levanta un pulgar en dirección al mago que pregunta por nuestro estado.
 

Ante la caida de la criatura, Baigron no pudo sino sentir un pinchazo de decepcion, a pesar de las dificultades del combate, era de las pocas veces en las que Baigron sentia algo mas que rabia y frustracion; cuando un draconiano de fe como el, veia esa misma fe traicionada; el resultado nunca era bonito.

Fleshrend estaba perfecta, incluso tras los golpes que habia dado a los endurecidos huesos de esa criatura; estas cosas son siempre notablemente resistentes a golpes y cortes pero el draconiano era lo bastante fuerte como para causarla dolor y el filo de Fleshrend no era del monton.

No, lo siento, mi magro poder ya esta practicamente vacio, quizas un par de trucos menores, nada que sirva para ayudaros a curaros las heridas confeso Baigron, aun le quedaba algo de poder un breve resquicio de lo que antaño era una presencia fenomenal en su alma, ahora un hueco vacio de dolor y perdida.

Aun me queda un conjuro que podria utilizar para curarte, aunque tambien se coser heridas y demas, pero eso mejor hacerlo en otro lugar ya que podria ser peor para la heridas,estaros quieto que si quereis os intento curar algo.- digo mientras me acerco y observo la gravedad de las heridas de Kartag, ademas de los demas compañeros que han estado luchando.
 

El minotauro había cargado contra la puerta en su desesperación por ayudar a sus amigos. La chica demonio y el mago llegaron junto a él y eso quería decir que los draconianos y los caballeros se habían quedado solos.

La puerta se abrió de par en par con un sonoro golpe y Zoak entró en la sala donde sus compañeros descansaban ya al haber derrotado a la criatura.

Un suspiro, mezcla de alivio y de rabia por haberse perdido el combate, escapó de su peluda boca.

¿Estáis todos bien?

Un rápido vistazo hizo que se diera cuenta de la gravedad de las heridas de uno de los draconianos.

Será mejor que averigüemos si hay algo aquí de utilidad y volvamos para reponer nuestras fuerzas.

El ambiente en la cripta, una vez la "muerte en vida" había sido erradicada a golpe de valentía y fe, fue tranquilizandose por momentos. La ominosa oscuridad había ido diluyendose como la niebla bajo el embate de un sol de primavera y la temperatura, capaz de hacer castañetear los dientes hace solo unos momentos, ahora se iba templando, dejando un olor rancio en el aire.

Tarben, una vez recuperado el resuello, y tras agradecer a Kiri-Jolith su guia en la lucha, se acercó a valorar las heridas de sus compañeros, y, pese a que la anatomía del Kapak era distinta de la los humanos y semejantes, pudo ver la gravedad de los daños de Kartag: - Otro golpe mas hubiera acabado con él..., pensó, de nuevo, sorprendido por la valentía de este draconiano, seguidor de Majere, mas dado a la meditación y al autocontrol que lo que había demostrado el Kapak en este combate. En efecto, Majere y Chemosh rivalizan en la bóveda celestial al igual que sus seguidores lo hacen en tierra, y a fe que lo habían demostrado en esta sala!!

Sin temblarle el puso, y con tecnicas aprendidas durante su instruccion como sacerdote El Bisonte, el solamnico se hizo cargo de cerrar las heridas de Kartag, Baigron y su compañero Leviathan, y en poco rato acababa de vendar las de su compañero y amigo de Thelgaard.

Anubis, por su parte, rememoraba el momento en que una energía poderosa los había teleportado al bosque, a casi medio kilometro de distancia, y ahora sí, con los datos que le había dado Tarben recordó cosas sobre la formidable criatura a la que se habían enfrentado.

La voz atronadora de Zoak, algo cripsada por no haber podido intervenir en la parte final del combate rebotó en paredes y techos de la cripta:

Será mejor que averigüemos si hay algo aquí de utilidad y volvamos para reponer nuestras fuerzas...

Mientras los compañeros sopesaban sus palabras, un zumbido empezó a escucharse desde dentro del sarcófago de piedra, y, mientras todos, exhaustos se preparaban para continuar la lucha, una luz blanca empezó a  filtrase a través de la tapa de piedra, y entonces, como si esta fuese una mera imagen sin sustancia, una imagen fantasmal se levantó del sarcófago. A punto estuvieron de abalazarse sobre ella, con espada, magia y garras, pero, una simple mirada al rostro beatifico de la imagen hizo que todos bajaran sus armas:

- Nada debeis temer de mi, pues La Portadora de Luz me espera para guiar mi alma a su lado..., escucharon todos en su mente, una voz antigua, algo marchita, pero cargada de sabiduría, mientras la figura, un hombre de poco pelo blanco, enjuto, y de penetrante mirada desde unos ojos castaños, y una mirada cansada, acaba de incorporarse y, con su cuerpo insustancial, flotaba ahora fuera de su lugar de descanso, a unos centímetros del suelo.

Antes de que ninguno pudiese articular palabra, el fantasma humano sonrió, con la sonrisa cansada de alguien que sabe que ha cumplido su cometido en esta tierra, y hablo con voz la cascada que todos habían escuchado en su mente:

- Mis plegarias durante todos estos siglos han llegado a buen puerto!! Siempre supe que los Dioses no nos habían abandonado tras la tempestad de fuego, pese a la arrogancia y la malicia de la humanidad... Mi nombre es... era, Estiben, humilde seguidor de La Traedora de Luz, y cuando la montaña de fuego cayó sobre la tierra, y el horror campó a sus anchas por Ansalon, use cada pizca de energía que me quedaba para paliar el dolor de aquellos que habían tenido la desgracia de sobrevivir, tal y como Mishakal nos enseñó...

... Despues llegó la prueba a mi Fe. Algo me arrancó de mi descanso mas allá de las Corrientes del Rio, y me encontré en una prisión de oscuridad, donde el Dios de la Muerte me tentaba cada minuto, cada día, mientras sus esbirros intentaban mancillar mis restos..., pero siempre quedó un remedo del poder de la Diosa que lo evitaba, así que, con el tiempo, el nigromante que canalizaba el poder del Dios Muerto, se aburrio de intentarlo, y puso un guardian que noche tras noche, lanzaba oleada de poder impio, con el unico objeto de quebrar mi voluntad. Pero yo sabía que mi Diosa no me había abandonado, que no nos había abandonado a ninguno!!!, continúa, exultante, agrandando su sonrisa, mientras la devoción desborda su mirada candida, Y ahora estais aquí, y me habeis liberado. No tengo palabras suficientes para expresaros mi gratitud poner fin a mi calvario!! Ahora mi Diosa me llama... Veo el camino señalado por su luz angelical..., pero aun me queda un momento para pediros un ultimo favor: Os pediría que bendijeseis esta ermita, pues en ella quiero que descansen mis restos, como una Oda a la Esperanza, al renacer, al resurgir de una era de paz y concordia tras tanto dolor!!!

Por supuesto, y en contraprestación por vuestra ayuda, estaría encantado de que portaseis aquello que use y pude reunir en vida para lograr mejor mi cometido. Se encuentra junto a mis huesos, en mi lugar de descanso..., dice, señalando hacia atrás, hacia algo que solo él puede ver tras la lápida de antiguo marmol.

- Ahora, he de irme... Que los Dioses que os guian os den la fuerza y la paz para que tengais una vida prospera..., acaba, antes de calarse la capucha, y flotar, andando, hacia la pared que hay detrás del trono, con la mirada prendida en un punto lejano al horizonte, y desaparecer por ella...

En ese momento, todos parpadeais, como saliendo de un trance, y os mirais los unos a los otros, extrañados. Pero la cara de los demás os confirma algo que podiais estar dudando: no lo habeis soñado.

Mirando al resto de compañeros, y por mi interior picandome la curiosidad- bueno al menos sabemos que hemos echo un gran bien por uno de los seguidores de la gran sanadora. Ufff, para santificar este lugar tendriamos que descansar primero, ya que despues de esta gran batalla estoy algo exausto.- Haciendo una pequeña pausa mientras me toco la barbilla- Ademas necesitaria recupear algunos hechizos, ademas asi tambien recoradar como hacer ese ritual, aunque lo que nos ha dejado nuestro amigo seguramente es de utilidad, si quiere alguien mirar lo que dice que nos ha dejado, mientras mirare mis heridas que tambien necesitan algo de sanacion, pero no corrian tantas prisas como los demas.
 

Kartag se emociono al escuchar el relato y ver la voluntad inquebrantable del espíritu de Estiben, tanto había padecido y sin embargo se había mantenido fuerte en su fe hasta la llegada de su liberación, llevada a cabo por un variopinto grupo de aventureros a los cuales el destino había unido.

Una lágrima cayó por la mejilla del draconiano, al despedirse el espíritu pidiendo un último favor; Que se bendijera aquella cripta como muestra del triunfo del bien sobre el mal.

Así se hará! exclamó con orgullo Kartag, llevado por la máxima de la satisfacción del deber cumplido.

Cumpliremos tu deseo!

Mirando al resto de sus compañeros, se incorporó con energías renovadas, emocionado por haber servido al descanso merecido de aquel fiel servidor de Misahkal.

Haciendo caso a las palabras del espíritu, el monje deslizo con sumo cuidado y respeto la tapa del viejo mármol que sellaba la tumba, exclamando lleno de curiosidad: Veamos que nos ofrece Estiben! Quizás sea alguna pieza del tablero o una de las poderosas varas de curación de Mishakal, de las que narran las historias!

Mirando al interior, espero a que el resto se acercara con una sonrisa en sus labios amoratados.

Más Kartag no era codicioso, sino que disfrutaba de las historias y leyendas de antiguas reliquias que realizaban proezas increíbles. Él era demasiado inteligente para los de su raza, un caso extraño y particular.

Leviathan miro con asombro y con emoción toda la escena. Tras su seriedad habitual se esconde una profunda sensación de bien estar, toda la sangre derramada ha merecido la pena. Ahora se puede entender el poder de esa criatura, tenía la malvada misión de detener a cualquiera que fuera a buscar los huesos del santo.

Durante todo el relato de Estiben nadie es capaz de articular palabra. Es intenso, emocionante y épico. En ese lugar alejado de todo, es como la representación privada de un milagro, algo que atesoraré en el recuerdo. Alguien como Tarben, más acostumbrado, por decirlo de alguna manera, con la interacción con los dioses, algo que da mareo de sólo pensarlo...

Sin duda hay que bendecir la capilla para que no se repita, la visita al mausoleo ha sido mucho más de lo que esperábamos encontrar, queramos o no, debemos descansar un día, recuperarnos de las heridas, que los lanzadores de conjuros memorizen nuevos hechizos.

Ahora vamos a ver que hay en el sarcófago, cojo el onjeto que da luz y la levanto por encima de mi cabeza, para dar más luz, y me asomo por encima de uno de los hombros de Kartag.

 Observé maravillado como la figura aparecía ante nosotros y nos contaba sus desdichas y una serie de peticiones. También nos informaba de que podíamos coger algo que estaba en su tumba, como agradecimiento, lo cual, confiaba, podría servir en nuestra misión. A continuación se fue, sin duda a reunirse con su señora...

 Bueno, sin duda esto es una muestra mas de que los dioses han regresado una vez más. Miro a mis compañeros, en concreto a los siervos divinos y les dije:

 - Bueno, creo que lo decente es hacer la última petición de esa pobre alma y luego buscar su tumba...

Alzo una ceja ante todo lo ocurrido, quizás era por ser de otro plano pero todo aquello fue muy extraño y aunque conocía el nombre de aquella diosa, ella nunca había servido a ninguno en particular, aunque podía entender en cierto modo la fe de aquel hombre, que era realmente admirable.

Cuando sus compañeros de acercaron a la tumba, apunto estuvo de pedir prudencia, pues las trampas abundaban en aquella ermita, pero viendo que no pasaba gran cosa, decidió también acercarse.

La imagen de Estiben miró una ultima vez hacia atrás, asintiendo hacia sus salvadores, con gratitud y despues se "fundió" con la pared, desapareciendo en un estallido de brillos que desaparecieron casi al momento. Las caras de todos mostraban, en mayor o menor grado, la emoción ante el "milagro" que acaban de presenciar, y en muchos ya anidaba la compasión para cumplir con la ultima voluntad del difunto.

Kartag, de un modo casi reverencial, se acercó al sarcofago, seguido, en silencio, aun sobrecogidos, por sus compañeros. Fue apenas plantar su escamosa mano sobre la lápida y esta, como movida por una fuerza invisible, respondió a la leve presión del draconiano y se desplazó a un lado. Dentro del viejo sarcógafo, en efecto, descansaban los huesos, amontonados, de un humano fallecido hace ya mucho tiempo, entre telarañas densas y arena. Al lado del monton de huesos, en el que destacaba el craneo, apoyado sobre una de las tibias, había una vara de madera blanca, sobre la que no parecía haber pasado apenas el tiempo. Coronaba el blanco listón de madera un trabajo, tambien de madera con forma de mano que ahuecando los dedos hacia arriba, sostenía un topacio azul con un símbolo del infinito en su centro.

Al lado de los huesos del santo había un viejo arcon de madera que, mientras los heroes observaban, sobrecogidos, la escena, y sin que nadie mediase, se abrió solo, abriendose el cierre con un quejido de su mecanismo. Dentro, a parte de tres viales pequeños y redondos con un cremoso liquido blanco en su interior, habia, pulcramente doblado, un camisote que Zoak y Leviathan, habituados a la forja conocían bien: Mithril. Además, un colgante con una medalla de platino con forma de sol, en cuyo centro había encastrado una lamina de rubí, un  par de brazales, de un cuero negro con cuentas de mithril por el que parecía no haber pasado el tiempo, y, en un estuche labrado en oro blanco, un anillo con un sello con forma de rosa, hecho en pura plata.

Mientras observaban, unos con fascinacion y otros tambien con veneración, el enorme tesoro que les había legado el viejo Clerigo de Mishakal, la misma voz de Estiben flotó en su mente, describiendo aquello que les había dejado...

El anillo de plata con un sello en forma de rosa llamo la atención de Kartag, ya que le recordada el simbolo de su deidad a la que veneraba. De hecho el soñaba en convertirse en uno de los maestros de la Rosa, formidables monjes capaces de realizar hazañas increibles.

Aunque distaba mucho de que su sueño se hiciera realidad, ya que quedaba mucho camino por recorrer, se animaba rememorando la leyenda del maestro Rhys Mason y de su arma preferida; el emmide, un palo muy parecido a la vara de combate, sólo que más largo y más estrecho. El término, emmide, era derivado del elfo; los elfos usaban ese tipo de vara para tirar la fruta de los árboles. Rhys se había convertido en un maestro del arte de luchar con el emmide.

Baigron siseo ante la presencia luminosa, apoyandose en la columna mas cercana como si le hubieran abofeteado a el, la voz del difunto sacerdote estaba llena de algo que el no experimentaba desde hacia demasiado tiempo; esa fe ciega en tu dios que te permite ir mas alla de lo que ningun mortal deberia.

En su fuero interno, Baigron anhelaba ese toque, esa certeza y seguridad que antaño le era concedido con la presencia del Unico, maldita fuera para siempre la sucia alma de la diosa oscura por engañarlos de manera tan cruel.

Baigron no le deseaba ningun mal al sacerdote, de hecho se alegraba por el, el habia conseguido ser leal, ser fiel a sus principios y a su diosa, nunca flaqueando, a pesar de que tenia todas las razones del mundo para haberlo hecho; quizas Baigron estaba ligeramente celoso del hombre, pues al contrario que el draconiano el habia sido correspondido por su fe.

Cuando la luz se desvanecia de la camara, Baigron inconscientemente dio un paso al frente, casi extendiendo la mano para tocar de nuevo lo divino pero esta se desvanecio pronto y Baigron gruño de ira y rabia, golpeando la dura piedra del pilar donde se hallab, dejando surcos con sus garras naturales.

Yo...siseo, envainando a Fleshrend, apoyanndo el frio acero de la guarda de la espada contra su frente, dejando que este calmara emociones.

No participo en la alegria de los demas por el tesoro, de hecho posiblemente ni se entero de las peticiones finales del hombre, sencillamente, no le importaba, el vacio que el recuerdo de lo divino le habia dejado era algo que ni con todo el oro del mundo se llenaria.

Tras la alegría por aquel regalo dado por Estiben, Kartag asintio ante el comentario de Leviathan de que quizas necesitase mejorar su defensa, ya que era muy dado a entrar en batalla arriesgandose en demasía.

Asiendo el anillo de plata con una rosa grabada, se sintio honrado de poder llevar un simbolo de Majere.

Más su alegría se vio perturbada al ver que Baigron se mantenía en un estado melancolico. Acercandose a él, le dio un abrazo de camaradería, exclamando en tono animoso:

Libera tu mente y espiritú hermano, (haciendo una leve pausa) y seras libre!

Congratulate de estar aquí y ahora rodeado de un poder que nos sobrepasa!

Deja atrás el pasado Baigron, dejalo atrás y mirá hacía adelante!

El destino te ha traido hasta aquí! Tú formas parte de esto!

Intentando animarlo lo máximo posible.

Dirigiendose a Tarben, exclamó: Yo te ayudare a purificar esta cripta. Recuerdo haber visto en alguna ocasión hacer la ceremonía a mis hermanos en el Templo, en la noche de la Mantis.

Despues de poder descansar y pedir a el gran Kiri-Jolith los conjuros pertinentes, cogi uno de los pergaminos que habia en el tubo- chicos lo necesitamos para purificar este lugar, juro que tal como pueda pondre uno de mi propio bolsillo.- Despues de eso empeze a colocar todo para el ritual, las velas cercanas mientras musitaba rezos a Kiri-Jolith, a mishakal y demas dioses del bien, mientras Kartag hacia lo mismo para ir preparando todo en concordancia para purificar todo posible resto del mal que hubiera alli. A los demas compañeros pedi que sacaran los restos del ser que estubo torturando al fantasta seguidor de Mishakal. Cuando todo estubo listo me puse en el centro, enfrente mia estaba Kartag para que me pasara cualquier cosa necesaria.

Kiri-Jolith y demas dioses del bien, escuchad mi suplica. Uno de los seguidores de la sanadora vuelve a casa ha luchado contra el mal que ha habido en este lugar, os suplico, desde nuestro corazon que libreis de todo el mal este lugar- Despues de eso agarrando el medallon solicito a Kiri-Jolith que bendiga a mi y todo los presente ademas del lugar- Con esta bendicion destierro a la oscuridad y que con este conjuro- digo mientras agarro el pergamino de plegaria y lo lanzo- Destierre todo mal que hemos combatido con el valor de nuestro corazones y con la fuerza de nuestras armas.- despues de eso  una pausa mientras me preparo para los salmos que me llevan la mayor parte del tiempo, ademas mientras me posiciono en cada vela empiezo a rezar a uno de los dioses de bien, cuando termino el rezo soplo la vela como simbolo de humildad ante ellos. Cuando termino el ritual miro a los que hay presente y digo:

En nombre de Mishakal y Kiri-Jolith podeis ir en paz,de este lugar .