Partida Rol por web

 - Yo tengo que salir un momento, en cuanto terminemos de tratar los asuntos importantes... - Aclaré. Había cierta persona que quería ver y hablar con ella...

Tomo la palabra una vez más con mi voz ronca.

- Me van a permitir un poco más de misterio, pero ya tenemos un destino- lo que no tenemos es tiempo de boberías cuando estamos a punto de salir a la mayor aventura de nuestras vidas, sin embargo tengo que tranquilizar mis nervios- cuando nos pongamos en camino este se nos mostrará- me dirijo al mayordomo- pienso que mi compañero se refería al Duque, a mí también me gustaría saludarlo, sin menospreciar su atención, que es magnífica- levanto las manos en señal de rendición, finalmente me dirijo al Mago- cuando acabe la reunión todos dispondremos de dos horas para despedirnos de los familiares o lo que creamos oportuno. Nos veremos a una milla de la salida del pueblo- señalo al camino que sale de allí mientras sonrío- ¿Todos de acuerdo?

Yo también quiero hablar con mi familia y con cierta persona...

- Perfecto. Si sus señorías así lo desean, puedo hacer que todo el material solicitado, salvo sus monturas, sean llevadas allí por uno de nuestros criados. Las monturas están ya cepilladas y ensilladas, así que pueden disponer de ellas en cuanto deseen..., dice el enano, levantándose, y recogiendo sus papeles. Su señoría, el Duque, no se encuentra en la Villa, pero le transmitire sus agradecimientos, acaba el Mayordomo, haciendo una reverencia, y saliendo de la sala.

Después de que el sirviente se haya marchado, les dedico a los demás una reverencia y les informo:

 - Tengo que hacer unas cosas, confío en no tardar mucho, hasta luego...

 A continuación hago ademán de salir de la habitación, rumbo a mi siguiente destino...

Zoak miró a Anubis. Él ya se había despedido de quien tenía que hacerlo la noche anterior, ¿se podía saber qué era lo que había estado haciendo? ¿Por qué les iba a hacer esperar cuando ya podrían estar saliendo? 

El minotauro resopló pero mantuvo silencio. Si el día que encontraran a su hermana llegaban tarde por esta demora arrancaría cada miembro uno a uno de aquella persona.

Miró al resto de de compañeros, los dos caballeros y pensó que su paciencia sería puesta a prueba durante todo el viaje, seguramente aquellos dos se opusieran al desmembramiento de Anubis. 

Asiento al misterioso Anubis y recojo los documentos guardándolos, junto con el dinero que no hemos usado.

Yo también salgo al patio para ir a ver mi caballo. Me intereso por su nombre y salgo al trote suave rumbo a la casa de mi familia. Tengo que recoger mis armas y mi sencilla armadura. Despedirme de mi madre y mi hermana con tranquilidad sin decir demasiado, pero tampoco mintiendo. Será una misión difícil y larga.

También paso por casa de cierta señorita para despedirme de ella de manera formal. Un caballero no desaparece así como así de la noche a la mañana. Prometo escribirle para que no se sienta perdida y en parte egoista para no perder yo, algo propio de mi.

Visto que Zoak tiene todo resuelto, no me entretengo mucho, no me gusta dejarlo sólo más que el tiempo necesario, parece ansioso por ponerse en marcha. Sus movimientos nerviosos y su mirada tensa parece analizar nuestros actos.

- Thelmut, señor, el caballo se llama Thelmut, te dice el mozo de cuadras que espera con vuestros caballos ensillados y preparados, aunque cepilla, aquí y allá mechones de crin que no parecen convencerle del todo, cuando llegas con paso decidido a las Caballerizas del Palacio del Duque. Es un caballo grande, de mas de 2 metros de alzada a la cruz, potente, y de un color caoba brillante, con "calcetines" en 3 de las 4 poderosas patas. Tanto en la cola, como en la crin, el pelo es del mismo color, pero quizá por el concienzudo cepillado, la tonalidad es algo mas clara.

Sabes que hay compañeros que tienen un vinculo especial con los animales, y pueden leer en sus miradas, sabiendo qué hacer para calmarles, en caso de que algo los altere. Tu, aun no, pero sí has aprendido a leer sus pautas de comportamiento: es necesario para poder cabalgarlos. Thelmut dilata sus ollares al acercarte, ligeramente desconfiado, pero te acercas con decision, dejando que te olfatee el dorso de la mano, y rascando su cuello con fuerza. En menos de un minuto sabes que puedes montarle sin problema, y aunque bastante brioso, te haces facilmente con él, y te encaminas, con un trote suave, a la Hacienda familiar.

Cuando llegas al Caserio, quiza los hados están de tu parte, porque tu padre no está, y tu madre, antes de que le comentes nada, te dice con la mirada que sabe que algo pasa. Te escucha sin decir palabra, mientras tu hermana no parece ser demasiado consciente de la transcendencia de lo les cuentas, de modo somero, pero sin quitar importancia al hecho de que quiza sea largo el tiempo que pase hasta la vuelta. Recoges armas y armadura, y algunos bienes de caracter personal, y con un beso en la frente a las mujeres de tu casa, partes a verla a ella. Sabes que esa despedida será peor... y no te equivocas. Cuando le dices que te vas, su estado de animo pasa del enfado, lanzandote todo lo que encuentra a su alcance, mientras menta a tus antepasados, a los celos, pensando que te has cansado de ella, hasta acabar, finalmente, llorando amargamente mientras te pide que no te vayas, poniendo una de tus enormes manos bajo su camisola de lino, en uno de sus mas que generosos pechos. Zoak, piensas, mientras no sin una elevada dosis de fuerza de voluntad, retiras la mano poco a poco mientras reconfortas a la chica con un poderoso abrazo, susurrandole al oido que no la olvidarás, que la mandaras correspondencia cuando tengas un momento para escribirla, y por supuesto, que volveras, para armarte Caballero, y entonces, esperaras que ella esté de nuevo a tu lado.

Con el deber cumplido, vuelves a montar a Thelmut, y le guias, al paso, hasta el punto de destino, a una milla de Thelgaard, en le camino del sureste, cerca del pequeño bosquecillo de abedules donde tantas veces jugaste a ser Huma...

Con poderosas zancadas, y tus armas tintineando con el vaiven de tus pasos, te acercas a las Caballerizas del Palacio, donde un mozo de cuadras te ofrece un poderoso caballo de las montañas al Sur de Normaard, bayo de capa, y tanto la cola como las crines peinadas con trenzas atadas con tiras de cuero negro. Cernejas cortas, recortadas, tapan los cascos de tu montura, que con casi una tonelada de peso, crees que podrá soportar tu peso sin problemas.

- Se llama Trueno, mi señor, te dice el mozo, cuando te acercas, dejando que te huela y se acostumbre a tu olor, mientras palmeas su poderoso cuello, sacandote de un mutismo que te acompaña desde que dejaste la Sala de Reuniones, pues no puedes, aunque sabes que debes, dejar de pensar en el momento en que puedas salvar a tu hermana de las garras del Astado^*. Das un gruñido de asentimiento, pues parece que el nombre le viene al pelo. Estas deseando verle entrar en combate, golpeando el suelo con sus poderosos cascos, emulando el tremor de las nubes al chocar.

Sin mas demora, y teniendo todo preparado, te dirijes, rumbo sureste, al punto de encuentro, cerca de un grupo de abedules que crecen en la linde del camino, poco antes de la cuesta del camino, tras la que deja de verse la ciudad. Al llegar, bajas del caballo de un salto, y miras hacia la ciudad, aquella a la que has podido llamar "hogar" estos ultimos años. El futuro espera, y si ese futuro pasa por reencontrarte con tu hermana, bendito sea Kiri-Jolith, que no le temes un apice a lo que te depare hasta ese momento!!

Comprobando el filo de su hacha, y sobre todo el perfecto acabado, junto con el contrapeso sin error de su nueva espada, orgullo de Gondar, Zoak no puede evitar que el ritmo de su poderoso corazon vaya ganando velocidad, mientras espera que sus compañeros lleguen. Aun es pronto, se ve obligado a decirse, cada poco tiempo, para no dejar que el mal genio le gane la partida...

Al rato, un trotar de caballo le hace levantar la vista, para ver que Sir Leviathan se acerca por el camino, montando a un macho de color caoba, imponente, al igual que el suyo.

Bajando de la Sala de Reuniones, te diriges a buen paso a las Caballerizas, a ver que caballo te han preparado, dispuesto a acercarte a casa de Dunbar, antes de dirigirte al punto de reunion. El mozo de cuadras, al verte, te sonrie, y te dice:

- Mire, mi señor, para usted he preparado a Rayo, este apacible macho castrado. No le será dificil montarle, si no es usted un ducho jinete, te dice cogiendo de las riendas a un magnifico y ligero Apalossa, con pelaje "pecoso" (blanco con manchas pequeñas negras), y patas y cola completamente negras.

En efecto, cuando te subes, y te despides del mozo, no te cuesta guiarle por el portico de entradas, y a traves del puente levadizo, camino a la avenida que baja hacia la Villa. Superas la puerta norte, y te diriges por el camino de tierra, hacia la Torre del Hechicero. Cuando llegas, ves que el enorme perro pastor, que ayer estaba invisible, duerme, perezoso tumbado en el umbral de la puerta, que esta cerrada. El enorme cuervo, revolotea a unos 15 metros del techo de la torre, y cuando te ve acercarte, vuelve a posarse en la campana que hay a un lado de la puerta. El can levanta la cabeza cuando te acercas mas, bajando con cuidado del caballo, y atandole a un poste que hay a la entrada de la hacienda. Cuando te acercas, mueve el rabo, como si te hubiera reconocido, pero no se levanta, dando un perezoso bostezo. Deben ser casi las 10 de la mañana, y un delicioso olor a pan recien hecho, te da la bienvenida, cuando llamas a la campana, y la puerta se abre:

- Aquí, en la cocinaa!! Pasa, Anubis!!, te llega el bozarron del sexagenario mago. Cuando entras al salon, ves que hay una mesita circular, con dos tazones de cafe recien hecho, a la vez que el hombre de piel oscura, con un comodo pantalon bombacho de color azul oscuro, fajin blanco, y camisa color hueso, sin mangas, y comodos mocasines de piel, tambien oscura, sale de la cocina, intentando quitarse, con sonoros golpes, restos de harina de sus manos y antebrazos.

- A que debo el honor de una segunda visita en dos dias, chiquillo??, te pregunta, con una sonrisa, mientras se sienta, agarrando una taza de café, mientras te indica que hagas lo propio.

 Le dediqué al mago de mayor un caluroso saludo y le explique a continuación mi situación:

 - Me voy a ir dentro de un par de horas a una misión y querría saber si tendrías algún consejo que darme, por favor. La verdad es que estoy bastante verde en este tipo de cosas... - Le dije, con tono preocupado.

Me acerco hasta una distancia prudencial, donde reduzco el paso del caballo a un pequeño caminar. Voy ya equipado con mi ligera y cómoda armadura de cuero. Mi espada cuelga a un lado del caballo en horizontal, está cubierta con una manta pero tiene el tamaño de una lanza pequeña.

Me bajo de un salto, con gesto serio me acerco a Zoak, miro para ambos lados confirmando que no hay nadie más, así que voy directo hacia él y le pongo mi manaza en su hombro.

-Amigo tenemos que hablar, acompáñame- le guío para apartarnos a pie un poco del camino, mientras los caballos se saludan tranquilos, parece que también se conocen- por favor siéntate, quiero explicarte algo.

Me siento en la hierba con las piernas cruzadas, mi gesto es serio pero muy tranquilo, como si fuera una mañana cualquiera y esperamos a que el panadero saque su hornada.

El Sirviente Invisible os sirve una taza de cafe recien hecho a ambos, mientras te sientas en la silla, sobre el comodo cojin que hay encima, y le haces tu peticion. El fornido ergothiano te mira un momento con una profunda mirada, y de pronto, una sonrisa se empieza a dibujar en su rostro, tras lo que sigue una risotada que retumba por las paredes de la habitación circular de la Torre:

- Jajajaja!!! Demonios escamosos de la Sima, chaval: estás a punto de desvirgarte en la senda del aventurero!!, te dice, dandote un manotazo en el hombro que casi hace que se te derrame el café. Una senda que, sin duda, creo que todo usuario de la Magia deberia recorrer, al menos un trecho, en algun momento de su vida, continua, cambiando a un semblante serio de nuevo. Un consejo?? Ummmm, de hecho el viejo Dunbar ha recorrido esa senda quiza mas de lo que deberia!!, dice en voz baja, desechando con un gesto de la mano algo que se le está pasando por la cabeza.

- Lo primero, confia en tus posibilidades, pero se consciente de tus limitaciones, sobre todo en el estado de aprendiz en el que te encuentras.

- Segundo, debes tener compañeros de confianza, de entre con los que compartas camino. Tu decision es elegirlos bien, pues solo ellos podran protegerte en los casos en los que tu no puedas hacerlo.

- Tercero, hay muchas combinaciones al seleccionar los conjuros que estudiar cada dia, pero mi consejo: eligelos con sabiduria, de forma compensada, pues tu magia es lo que puede sacarte de mas de un apuro...

Tras eso, te cuenta alguna que otra historia de sus andanzas por Ansalon, y puedes ver que su amistad con el Duque de Thelgaard se ha forjado en el camino, y la unen unos vinculos que seria muy dificil romper. No puedes evitar pensar si, alguno de tus compañeros podría llegar a ser una amistad como tal.

El tiempo pasa con presteza, y pese a que te encuentras muy comodo, pues el anciano, a diferencia de otros de su edad, es muy agradable, el tiempo de partir se acerca. Justo cuando estás a punto de levantarte para coger tus cosas y salir, vuelve a ponerse serio, y te dice:

- He estado pensando en algo desde ayer, y he tomado una decisión: Cuando llegue el momento de enfrentarte a la Prueba en las Torres, vuelve aquí, el viejo Dunbar será tu Mecenas para con la Orden. En ese momento, Urenthi dejará de existir, dice, asientiendo con la cabeza, mientras se acerca y, cogiendote por los hombros, te dice:

- Que Solinari guie tu camino, y te ilumine con su Sabiduría, aunque veo que Paladine ya te ha iluminado!! Mucha suerte en tu camino, y nos vemos pronto!!

 Ante el comentario sobre lo de desvirgarme, no puedo más que sonrojarme. A continuación escucho a Dunbar muy atentamente, prestando especial atención a sus consejos. Finalmente le agradezco todo con una cálida sonrisa y un fuerte apretón de manos:

 - Te lo agradezco, por todo. Espero que nos veamos pronto, amigo mío...