Partida Rol por web

(tengo que correr, tengo que correr, rápido más rápido, como el viento… jooo willy podias ser un poco más útil…) tras acabar de decirlo noto como willy se separa de mis brazos y comienza a caer al suelo (¡¡¡oh no el monstruo!!! ¿por qué…?) al verlo caer, deje de prestar atención de las escaleras y tropece y planté las manos en las escaleras, entonces me acordé que los osos corrian muy rapido a cuatro patas... (seguro que yo tambien correría mas rapido asi...) recogi a willy, lo puse en mi espalda y comence a subir las escaleras a cuatro patas, corriendo como un oso.

(guau willy, esto si que es ir rapido, como se nota que los osos sois muy listos, nosotros vamos lentos con nuestras piernas, mientras ustedes usais las cuatro... )

El monstruo había desaparecido, pero las heridas permanecían. Notaba el calor en todas las partes de su cuerpo que sangraban o latían con la intensidad del dolor. Mircea hubiera preferido cerrar los ojos y quedarse allí, negar el miedo, despertar más tarde de la pesadilla en la pesada cama del hospicio.

Pero no podía. El dolor le recordaba lo que era real.

Y el silencio, la perspectiva de un silencio sepulcral en el interior de la chimenea, le asaetaba el ánimo hasta aterrorizarle.

Con dificultad escrutó las sombras que se cernían sobre él. No había rastro de Aurel, lo que le inquietaba. Pero no podía arriesgarse a salir por la cocina, así que tendría que emprender de nuevo un lento ascenso. Haciendo acopio de sus exiguas fuerzas, Mircea fue comenzando la escalada...

Gabi ve como todos sus amiguitos van pasando delante de el, escaleras arriba, ve con sus ojos de ilusion como Jan pasaba rapidisimo montado en un animal increible, como Cosmin lo sobrepasaba muy veloz casi sin tocar el suelo gracias a sus pies voladores, como Razzi saliendo corriendo detras de su ratoncito de trapo, el cual le da bastante repelus a Gabi (esas voces del señor Popescu...ay!), y como su querida Helga se tapa entera con su abrigo y desaparece delante de sus ojos...

No era el momento para ser un heroe, por lo que Gabi tenia que huir como sus amigos. Aunque le era inevitable apartar la vista de ese monstruo, es como si su presencia cada vez mas cercana le hubiera congelado... no podia pensar, y sus piernas no reaccionaban...

Sin embargo un gruñido del monstruo del armario y que practicamente se le echaba encima, le hizo reaccionar. Comenzó a correr, todo lo rapido que podía, pero no era suficiente, el monstruo le estaba alcanzando... su pequeña estatura para su edad, y por lo tanto sus no demasiado largas piernas (por no decir cortas, que tampoco son asi...XD) le impedian dar zancadas mas grandes.

En ese momento, se acordó de las cabalgatas de las fiestas de los pueblos mas cercanos al hospicio, en los gigantes y cabezudos, y en lo mucho que avanzaban los gigantes aun siendo muy lentos gracias a sus larguisimas piernas! Siempre le habia maravillado esos personajes, no tanto los cabezudos, los cuales no podian ni soporta su propia cabeza... Y deseó con todas sus fuerzas tener unas piernas larguisimas para poder subir mogollon de escalones a la vez, sin cansarse y pudiendo dejar atrás al monstruo del armario....

De repente, sus piernas empezaron a crecer, mientras el corria y corria, sus piernas crecian y crecian, hasta que su pequeña cabecita chocó ligeramente con el techo... Gabi veia desde arriba como iba alcanzando a sus amiguitos, y como subia de 5 en 5 escalones...

Ante la escalofriante visión del monstruo, los niños salieron corriendo hacia las escaleras, despavoridos, mientras la bestia se acercaba al galope tras ellos.

Cosmin subía a toda velocidad gracias a unas diminutas alitas que le habían salido en ambos pies, Razzi era ayudado por Popescu, Jan subía los peldaños a cuatro patas mientras su cuerpo adoptaba la forma de un niño lleno de pelo, como un oso, Gabi ascendía de cinco en cinco los escalones gracias a sus piernas, que en el último instante habían crecido enormemente, y Helga... la pequeña Helga, nerviosa y llena de pavor, intentaba abrocharse la sudadera mágica mientras subía las escaleras, ¡pero la cremallera se le había atascado en el peor momento!. De repente, la niña cayó al suelo, dándose un fuerte golpe contra los peldaños, y cuando miró hacia atrás, pudo ver enroscada en su pierna una babeante y esponjosa lengua de color verde, que salía directamente de la gigantesca boca del monstruo, quien tiró y tiró con fuerza, hasta que la silueta de la pequeña niña, gritando de terror, desapareció por el pasillo, siendo arrastrada con violencia hacia el corredor que llevaba a la entrada y la capilla.

Arriba de las escaleras, las figuras de Aurel, Mircea y Viorica aparecieron corriendo, justo a tiempo para ver como Helga se esfumaba abajo del todo, arrancando con sus uñas el papel pintado de las paredes.

Con paso tembloroso, abrazándote para intentar superar el miedo, caminas por el frío suelo hasta salir de la galería. Estás sóla y no sabes donde están los demás, eso te motiva para seguir avanzando en mitad de la oscuridad, pero de pronto... ¡escuchas un grito y un gran alboroto en las escaleras que llevan al piso de abajo!, ¡parecía el grito de una niña!.

Echas a correr y cuando doblas la esquina...

Te encuentras de frente a Aurel y Mircea, que acaban de venir del desván, Mircea sangra por el tobillo y tiene un gran moratón en la rodilla, a parte de los raspones en sus manos, pero ambos niños miran aterrados hacia abajo por las escaleras...

Y entonces lo ves, esa aterradora visión, todos los pequeños corriendo escaleras arriba, mientras abajo... al fondo del todo... la pequeña Helga grita y llora, aferrándose a la pared con las uñas mientras algo que no logras ver la arrastra cada vez más, hasta que finalmente, su cuerpo desaparece en dirección al corredor que lleva a la entrada y la capilla...

Aterrado y nervioso, Aurel tropieza con cantidad de objetos en el oscuro desván, lo cual permite a Mircea alcanzarle tras subir por la chimenea con gran esfuerzo.

Prácticamente a la par, ambos niños corren por el pasillo, pero cuando están a punto de llegar hasta las escaleras, escuchan el horrible grito de pánico de una niña en el piso de abajo, y de pronto desde el pasillo de la galería dobla la esquina Viorica, que con tanto asombro como ellos, dirige la mirada hacia las escaleras...

Y entonces lo ven, esa aterradora visión, todos los pequeños corriendo escaleras arriba, mientras abajo... al fondo del todo... la pequeña Helga grita y llora, aferrándose a la pared con las uñas mientras algo que no logran ver la arrastra cada vez más, hasta que finalmente, su cuerpo desaparece en dirección al corredor que lleva a la entrada y la capilla...

¡El corazón me da un vuelco terrible, casi se me sale del pecho! No logro evitar un sollozo asustado cuando todos vienen hacia mí.

-¿Qué pasa, qué pasa? -digo, y entonces veo cómo Helga es arrastrada por algo y desaparece-. ¿Mircea? ¡Dime qué ha pasado! ¿Qué le ha pasado a Helga? ¿Qué es eso?

En mi mente todas las ideas están revueltas y no consigo entender qué es lo que ha pasado. Algo malo, seguro. Quizá monstruos. Quizá algo relacionado con esos niños, no lo sé. ¡Menos mal que me he ido! Si no, podría haberme atacado esa cosa a mí también. Pero yo debía de ocuparme de ellos, ¿o no?

Miro a Mircea con el ceño fruncido y los ojos llenos de lágrimas. Si no me habla pronto le daré un bofetón.

Sin dudarlo, al llegar al final de la escaleras y ver a todos, incluidos a Mircea, Aurel y Viorica, menos a Helga, Gabi, recuperando su longitud normal de las piernas, sale corriendo escaleras abajo gritando.....

- HELGAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!

Saltando los escalones de dos en dos, Gabi se aprieta su gorro, despliega su tela roja atada a su cuello y que hasta el momento tenia metida debajo de sus pantalones de pijama, y desefunda su espada de madera!!! La tela roja ondea como si fuera a echar a volar...

Aurel contempla aterrado como Helga... ¡es secuestrada por otro monstruo!

Se queda congelado donde está, entre Mircea y Viorica, incapaz de articular ni una palabra. Pero de pronto recuerda la chimenea:

- ¡HAY UN MONSTRUO EN LA CHIMENEA! ¡SE HA INTENTADO COMER A MIRCEA!- informa a Viorica gritando.

Fue un maltrecho Mircea el que apareció ante los demás niños, resoplando tras el esfuerzo de ascender de nuevo por la chimenea. Renqueba, arrastrando el tobillo derecho del que manaba lentamente un hilero de sangre y sus manos aparecían en carne viva. Además, su pijama, lleno de desgarrones y sucio de hollín y sangre, revelaba claramente un golpe tremendo en una de sus rodillas. Su rostro, cuando contestó a Viorica, mostraba una mezcla de miedo y rabia contenida:

-Era... era... como un lobo. Me... agarró por el tobillo con sus garras y quería tirar de mi hacia abajo. -Los ojos del enorme niño brillaban, pugnando por no soltar lágrimas de ira y frustración- Quería... quería... yo...

Su voz se convirtió en un murmullo en cuanto vio a Helga ser arrastrada por una fuerza desconocida. Si a él casi le había vencido uno de esos monstruos, siendo como era el niño más fuerte del Hospicio, la pequeña Helga no tendría ninguna oportunidad de sobrevivir si le habían atrapado. Su estado no era el más adecuado para enfrentarse a esa amenaza, pero alguien tenía que hacerlo y seguía siendo el más indicado. Y aun tenía sus músculos de acero. Se dirigió cojeando hacia la niña con la intención de cogerla de los brazos y tirar para alejarla de aquel monstruo. Pronto estuvo a la altura de Gabi, que también había corrido en ayuda de la pequeña Helga. Tristemente, pero con premura, Micea lanzó una última mirada a Viorica.

-Los niños del desván sabían que iba a pasar esto. Tú lo sabes. Alguien tiene que ir a buscarles y preguntarles qué está pasando y cómo podemos hacer que pare... ¡Y rápido! Ve tú, y llévate a Aurel y a los demás. No os separéis. ¡Vamos! ¿A qué esperáis, malditos enanos?