Partida Rol por web

- Por fin...

Keloa se agacha a recoger su arma, colocando un pie sobre el animal para sujetar su cuerpo al suelo mientras, con un fuerte tirón, saca la jabalina del cuerpo sin vida. Se incorpora triunfal, levantando la barbilla y mirando con una media sonrisa a Udokal. Su mano llena de sangre la hace más fiera y a la vez, más hermosa. Una lancera O'Shar de pies a cabeza.

- Llenemos nuestros estómagos rápido. Podemos llevarnos las extremidades del ciervo para alimentarnos mañana y quizá, pasado. No más.

Explica mientras saca su puñal Kryll para empezar a despedazar al animal mientras Udokal prepara lo que necesite para cocinar la carne. Hoy cenarían bien. Hoy cenarían como O'Shar.

Tras la caza, la pelirroja parece visiblemente de mejor humor. Una racha tan larga de fracasos podría mellar la confianza de cualquiera... Confianza que Keloa ha recuperado con creces.

Estaba claro que con el estomago lleno el futuro parecía mucho mejor. La noche transcurrió también bastante tranquila.

La mañana siguiente amaneció con el cielo bastante oscuro, asi como una bajada notable de las temperaturas, rondando el bajo cero. Mientras hacíais la parada para comer os pareció oír de nuevo el sonido de un cuerno... pero no estabais seguro... apenas si lo escuchasteis unos segundos y muy lejano.

Cenasteis dejando aun algún resto para la mañana siguiente. Por la noche el viento del norte azoto con fuerza. Cuando paro, poco antes de amanecer, sobre vosotros empezó a caer gordos copos de nieve.

Después de ayudar a Keloa a despedazar el ciervo cargamos con toda la carne que podemos, hemos pasado mucha hambre como para desperdiciar lo más mínimo ahora. Durante la cena como con buen apetito y me encuentro más hablador y contento. Las cosas se ven de otra manera con el estómago lleno.
Las temperaturas habían bajado mucho en poco tiempo y el maldito viento del norte hacía difícil resguardarse, nos había vuelto a tocar dormir a la intemperie puesto que no habíamos encontrado ningún refugio adecuado. Aquella zona desconocida para nosotros no nos estaba poniendo las cosas fáciles. Durante la noche todo había estado tranquilo y silencioso. Ninguna señal de los cuernos de los pieles verdes que habíamos escuchado fugazmente el día anterior.

¿Habrán detenido su avance o simplemente les hemos sacado tanta distancia que ya no los oímos?

Aún así había que seguir alerta, los pieles verdes no eran los únicos seres peligrosos de por allí. Pero ahora estábamos bien alimentados y nuestra moral era alta dentro de las circunstancias. Cuando el viento se fue, dejó paso a la nieve. A diferencia de la lluvia, la nieve me gustaba y estaba acostumbrado a andar sobre ella, al menos resbalaba más fácilmente sobre nuestras pieles. Además nos ayudaba a camuflarnos. Todavía nos quedaba algo de comida, ya no mucha, pero la suficiente para no tener que preocuparnos de pasar hambre. Dimos cuenta de ella durante el desayuno.

-Hoy tendrás que cazar otro igual. Digo a Keloa con una sonrisa. Prometo que lo cocinaré tan rico como este.

Realmente no era el ciervo más bueno que hubiéramos comido, no teníamos ni sal ni especias ni nada con que condimentarlo ni acompañarlo, pero teníamos tanta hambre que había sabido a gloria.

La llegada de la nieve hacía también más sencillo encontrar rastros mientras nos movíamos. Con energías renovadas después de alimentarnos y con ganas de dejar tierra de por medio de nuestros posibles perseguidores seguimos avanzando a un buen ritmo, al menos al más alto que la pierna me permitía.
No había sido capaz de encontrar ningún rastro prometedor, o al menos ninguno que mereciera la pena seguir.

Espero que Keloa tenga más suerte.

-No veo ningún rastro que merezca la pena seguir, está visto que esto de cazar no es lo mío. Le digo a mi compañera mientras me llevo una mano a la cabeza para rascarme el cogote. Intentaré encontrar un buen sitio donde pasar la noche mientras tu sigues buscando huellas.

Parecía que hoy también dormiríamos al raso, aunque esta vez con la compañía de la fría nieve. Mis esfuerzos fueron también infructuosos en este sentido, tampoco había localizado ningún buen sitio para acampar.

¿Se puede tener más mala suerte?

De nuevo dependía de Keloa para que mi fortuna cambiara, afortunadamente para mi era una O'Shar extraordinaria.

A pesar de humedecer su ropa y su cabello del mismo modo que la lluvia, Keloa tampoco parecía muy disgustada por la nieve. Por alguna extraña razón, siempre se había sentido más tranquila los días que amanecían cubiertos de un manto blanco.

Con el estómago lleno, Keloa también parecía de buen humor. Aunque no es que se volviera más habladora. El único cambio que había habido en ella era el de relajar su ceño fruncido. Alguna que otra media sonrisa también. Todo bastante normal siendo ella. Udokal no había recordado verla relajada tampoco cuando vivían con su clan. De hecho, Keloa siempre se había mantenido fría y distante con el resto de sus hermanos... Aunque daría la vida por ellos sin dudarlo. Tampoco se conocía que hubiera visitado la tienda de ningún macho durante la noche, como sí hacían algunas de sus hermanas.

Es por eso que, aquella voz tan dulce y sedosa, descuadraba completamente con su imagen y comportamiento.

De todas formas, aunque disfrutara de la nieve, sería mucho mejor dormir a cubierto aquella noche. Por ello, mientras continúan su camino hacia el sur, intenta buscar algún lugar donde resguardarse. Sin demasiado éxito. Tampoco la búsqueda de un rastro es fructuosa. Todavía podían pasar un par de días más sin comer, después de su última presa, pero si no volvían a encontrar algo, pronto volverían a estar como hacía dos días.

A medida que avanzaba el día, el clima empeoraba a pasos agigantados. Lo que en principio era una típica nevada en aquellas latitudes, se estaba convirtiendo en una peligrosa tormenta.

Por si fuera poco, durante toda la mañana volvisteis a escuchar varias veces el sonido de un cuerno.

Keloa tampoco había encontrado ningún rastro de caza, asi que todo parecía indicar que volveríais a ayunar.

Lejos de detenerse, la nevada parecía que iba cada vez a más. Y por mucho que Keloa disfrutara de la nieve, una ventisca sin refugio podía llegar a ser muy peligrosa. Incluso para dos O'Shar bien alimentados.

Sin embargo, si no se habían desesperado durante los últimos días, no lo iban a hacer ahora. No necesitaba decir nada en voz alta para confirmar que Udokal había entendido perfectamente lo peliagudo de la situación. Tan sólo una mirada bastaba. Debían pasar la noche como pudieran...

Conseguís avanzar un par de horas mas, hasta que la tormenta de nieve empeora hasta tal punto que os cuesta distinguir mas allá de tres pasos.

Estas tormentas de nieve a finales de otoño (bueno aquí en el norte mas bien hay dos estaciones invierno y primavera) son bastante comunes, aparecen sin avisar y uno nunca puede saber cuanto van a durar.

Por experiencia sabéis que tenéis que actuar rápido o puede que no lleguéis vivos a mañana.

Por experiencias pasadas, Keloa sabe que la nieve no va a parar. De hecho, probablemente vaya a peor durante la noche. En casos como este sí echaba de menos su pequeña tienda cubierta de pieles... Pero no había tiempo para perder echando de menos cosas del pasado. Cosas que ya no existen. Debían actuar rápidamente.

Debían encontrar un lugar con muchos árboles, para poder arquear algunos o incluso cortarlos. Quizá si construyeran un refugio, una pared o pudieran arquear unos árboles y atarlos por la parte superior, podrían pasar la noche un poco más seguros.

- Deberíamos intentar construir un refugio.

Afirma sin más, mirando alrededor y buscando algo que les sea de ayuda.

Asiento ante las palabras de Keloa, en esta situación y con la tormenta de nieve encima la situación irá a peor y no podemos arriesgarnos a dormir a la intemperie sin mas.

-Tienes razón. Con mi hacha puedo cortar algunas ramas si hace falta y tenemos una cuerda para atarlas unas a otras y darles un poco de consistencia. Con un tejadillo que nos cubra debería ser suficiente para pasar la noche.

Acto seguido comienzo a buscar algunas ramas adecuadas para nuestro propósito, deben ser resistentes y con abundante follaje a poder ser. Keloa ya se ha puesto manos a la obra también.

La tarea era sencilla en teoría, aunque llevarla a cabo era ya una cosa muy distinta. Voy buscando ramas frondosas que con sus ramificaciones y su follaje puedan protegernos lo máximo posible de la tormenta. Las mejores ramas están en las copas de los árboles, a una altura considerable y con esta tormenta no puedo ponerme a trepar alegremente, así que tan solo busco las que están tiradas en el suelo o las que están mas bajas y puedo derribar con mi hacha. Cuando tengo una buena cantidad regreso al punto que hemos elegido para hacer nuestro refugio para juntar mis ramas con las de Keloa y atarlas para darles más consistencia y que no se separen en mitad de la noche.

-Con todas estas debería servir. Digo señalando mi montón de ramas y el suyo. Ahora intentemos atarlas para que formen un cuerpo compacto.

Esta vez es Keloa la que se deja guiar por la experiencia de Udokal... O si no experiencia, al menos por su instinto. Sigue sus direcciones de forma que acaba ayudándolo a unir las ramas que han conseguido encontrar.

- Espero que esto nos sirva... La vida de un O'Shar siempre ha sido dura, esto es sólo una prueba más de nuestra resistencia.

Se anima mentalmente y se convence de que no necesita mucho más para estar bien. De hecho, está segura de que si estuvieran rodeados de comodidades, se sentiría muy infeliz.

Despues de una hora de duros trabajos siguiendo las instrucciones de Udokal, conseguís construir un refugio mas que decente. Durante todo ese tiempo la nieve no ha dejado de caer con fuerza y cada vez cubre mas, si bien vuestra experiencia os dice que esta dificilmente alcanzara mas de 30 cm de espesor, no hace suficientemente frío como para que cuaje del todo y la nieve del fondo se va derritiendo rapidamente por el peso de encima.

A lo lejos volvéis a escuchar el cuerno... tal vez un poco mas cerca que la última vez que sonó.

Nuestro pequeño parapeto estaba terminado. Al final no había quedado tan mal y yo pensaba que sería lo suficientemente resistente para aguantar toda la noche, al menos si la tormenta no empeoraba la situación. Aunque otras preocupaciones me tenían más intranquilo. Los cuernos de los malditos pieles verdes no dejaban de sonar y cada vez parecía que estaban más cerca. Por mucho que avanzábamos no éramos capaces de perderlos y eso era frustrante.

Si no tuviéramos tan mala suerte con la comida... Y si mi pierna estuviera del todo bien...

Cuando me recuperara completamente mi ritmo podría ser mayor y Keloa no se vería frenada por mi.

-Haz el primer turno de guardia, yo haré el segundo.

Dejo a Keloa mirando a través de la tormenta, atenta a cualquier cosa que se acercara, aunque encontrarnos allí metidos sería más fruto de la casualidad que de otra cosa. La tormenta había borrado nuestras huellas hacía rato. Me pongo a dormir intentando aprovechar el descanso lo más posible.