Partida Rol por web

Continúas por las calles en la dirección que Azoriam te dice. Poco a poco vas notando que hay menos gente, hasta que te encuentras solo en la avenida.

Es entonces cuando llegas al final de la calle, a un edificio viejo. La puerta se abre lentamente, dejando ver un poco el interior.

- Gracias sr. Ilstat.

Me pongo de pié.

- No te pases... ninguno de los dos podía permanecer ahí un segundo más - digo notando las palabras de Acharl - el soldado sano bajó a acabar el combate y yo subí a tirar de tu cuerpo inerte hasta aquí - mis palabras suenan átonas.

Todo proviene de Istalt. Es un mago poderoso en su rama.

-No te preocupez... bien eztá lo que bien acaba... ¿no? -repondo en un tono neutro. Tras eso, trato de levantarme con cuidado.

Acharl se levanta poco a poco. Tiene algo de dolor sobretodo en los costados, pero consigue ponerse de pie.

Cuando entro en la tienda no veo a nadie, así que me limito a preguntar en voz alta si hay alguien, a la espera de respuesta.

Llamas al dependiente y tras unos segundos se materializa en la tienda.

Está leyendo un libro el cual tiene toda su atención. Al ponerse en el mostrador lo cierra y te mira. Sus tentáculos se retuercen de excitación al verte.

"¿Qué puedo hacer por ti, criaturita?"

Lentamente y con cuidado me ajusto la armadura y cojo mi equipo.

-¿Oz veníz? Necezito una cerveza.

Mi nombre es Specullo y... dijo vacilante... busco a alguien que me enseñe. - confesó finalmente - Necesito ser más fuerte, mis poderes no han servido de nada. Perdí a mi hermano, luego a un compañero y hoy mismo he estado apunto de acabar con un amigo al intentar ayudarle - Specullo ni miraba al mago, sabía que si alzaba los ojos no podría evitar que se le escaparan lágrimas de frustración y vergüenza. - Haré lo que sea.

-Y por que no nos reunimos con los demas primero?

El ilícido abre los ojos como platos al escuchar lo último que dices.

"¿Lo que sea? Maravilloso, veamos..."

Inmediatamente el extraño y tentacular ser abandona el mostrador y se acerca por tu espalda. Sus pegajosos tentáculos que hacen de barba te acarician la cara. 

"Mmmm... tenía ganas de encontrarme con uno de los tuyos. Normalmente salís corriendo." - Los tentáculos siguen bajando hasta tus hombros, sus ventosas se agarran a tu piel, es como si te estuviese examinando. - "Ah, y veo que guardas más sorpresas de las que aparentas..."

Con la misma tranquilidad con la que se ha acercado, se aleja en dirección a una zona con muchos objetos extraños, pergaminos y libros.

"¿Y qué tipo de poder estás buscando exactamente? ¿Armas encantadas? ¿Hechizos? ¿Conocimiento?"

-¿Acazo zabez dónde eztán loz demáz?

-Creo que Azoriam se los llevo al castillo. Digame  Ilstat, podriamos acceder al castillo?

El enano está ordenando un cajón con utensilios de cirujía mientras contesta a Crispado.

"¿Solos? Lo dudo. Hasta a mi me ponen pegas, incluso después de estar curándoles desde que eran crios. Solo se puede acceder al castillo con una invitación o acompañados de alguien de confianza."

El gnomó trató de mantener la compostura mientras el mago le examinaba, aunque tuvo cierto reparo cuando tentaculosos apéndices comenzaron a rozarle, pero finalmente el azotamentes volvió a alejarse y le hizo una pregunta. ¿Que qué quería? No lo tenía claro. Sin duda algo que pudiera usar en un choque como el que habían vivido en el bosque. Al final, decidió mantener la mente abierta.

- No estoy seguro, ¿qué puede enseñarme? - preguntó Specullo humildemente.

"Mucho." - Responde a tu pregunta. - "Puedo enseñarte el arte de la curación para ayudar a tus aliados, ya sea la física o la mágica. Puedo hacer que aprendas hechizos con los que podrás hacer frente a los enemigos que se te presenten, también tengo artefactos mágicos; desde armas que se mueven a tu voluntad hasta amuletos que restaurarán tus reservas mágicas en poco tiempo..."

El mago te mira por unos segundos. - "Creo que ya sé que puede interesarte." - Este va pasando por la tienda cogiendo diferentes objetos y dejándolos en el mostrador. En concreto coje un arco corto y dos pergaminos.

"Este arco es... especial. Dispara certeramente a voluntad propia, solo necesita que la persona a la que esté ligada le proporcione flechas. Después... estos pergaminos." - Ves como despliega dos papiros enormes. - "Uno te permite lanzar un rayo que salta de enemigo en enemigo, el otro te permite curar las heridas de tus aliados. Creo que te llamarán mucho la atención." - Dice mientras te invita a tocar los objetos. - "El precio. Quiero el sello de Tyran de tu pecho, una de tus orejas y uno de tus ojos. No te preocupes por la oreja y el ojo, tengo por aquí algunos recambios de mediano, casi ni se notará."

Dejas los objetos en la mesa y cavilas.

"Todo va junto. No hay más ofertas."

Cuando oigo las palabras del mago dos resuenan en mi cabeza, y lo curioso es que ninguna ha salido de su tentaculosa boca: "¿Estás desesperado?". Me llevo la mano al pecho, sintiendo el ardor del rayo que invocó Tyran y la rabia hacia el nigromante que me arrebató a Twyllo.

- No sabía que este tipo de magia pudiese transferirse o arrebatarse. - respondió el gnomo - Ciertamente ofrecéis mucho, pero demandáis más aún. Puedo desprenderme de muchas cosas, pero no de mi destino. Si no os interesa un trato que no incluya esto - dijo manteniendo su mano en el pecho - deberé buscar otro camino.

El ilícido suspira y vuelve a la lectura de su libro. 

"Decepcionante." - Dice mientras se desvanece.

La puerta por la que has entrado se abre.

Sabiendo que dejaba un gran atajo hacia un nivel superior de poder, Specullo decidió pensar en qué otras opciones podía tener. Así pues, salió del local y anduvo en busca de la taberna más cercana donde poder pensar.

Continuáis el camino hablando de cosas vanas hasta llegar al castillo. La fortaleza está en el centro de la ciudad, encima de una pequeña montaña. La única manera directa de acceder es por un puente que cuenta con una gran vigilancia.

La torre donde debe estar el libro de la luz atraviesa las nubes. No tenéis ni idea de como vais a hacerlo, pero tenéis que subir ahí arriba y bajar con el objeto que necesita Orfen.

Antes si quiera de poner un pie en el puente os paran unos 10 guardias, que dialogan con Azoriam en susurros a una distancia prudencial de vosotros. Finalmente os hacen un gesto para que paséis por el puente. A vuestra espalda van 10 guardias; 3 para Fausto, 3 para Xsii y 4 para Drotir.

Cuanto más cerca estáis de la fortaleza más os asombra su magnificiencia, diríais que es un bastión inexpugnable, esperáis que el equipo de saqueadores haya encontrado una forma de entrar... si no, la misión se ha dado por concluida para vosotros.

Seguís a Azoriam por el enorme castillo hasta lo que parece ser las puerta de la cámara del tesoro. Cerca de las puertas, a parte de un gran número de guardias, se encuentra un enano con un gran libro. Está escribiendo sobre él cuando os acercáis.