-¡Jefa! No esperaba que bajaras tan pronto -se excusó la Kinain-. Esto ha llegado para ti...
-¿Y si es para mi que hacías dando saltos con él, si se puede saber? -la pooka cerró los ojos para frotarse el cuello. No había dormido especialmente bien, y todavía le costaba encajar sorpresas como aquella.
-Ehm... No estaba dando botes, estaba... Mientras se hacía el café... Uh... -Rose la miró con cara de cachorro abandonado y le tendió una tarjeta metida en un sobre-. Esto venía con las flores.
La pooka miró intensamente a Rose al recoger la nota. Esperaba que quien hubiese enviado las flores hubiera sido lo suficiente discreto como para no incluir su nombre; no quería tener que explicarle más cosas aún a la Kinain.
La nota decía "Perdón por ser imbécil". No tenía firma, pero Van Doren no la necesitaba para imaginarse de quién era.
Rose continuó mirándola como un perrito abandonado.
-¿He hecho algo malo?
Van Doren sostuvo la nota delante de sus ojos lo suficiente para releer aquellas palabras unas diez veces seguidas. Después la apartó de su vista y se acercó a las flores para olerlas. No podía evitar preguntarse si las habría elegido Eddie o si lo habría hecho su secretaria, pero debía admitir que eran preciosas y olían de maravilla.
-Otro cliente satisfecho. Ponlas en agua en un jarrón bonito y llévalas a mi despacho -suspiró entristecida-. Espérame allí, tengo que hablar contigo.
Ya tendría tiempo para pensar en el significado de ese gesto de camino a la mansión.
Rose soltó un suspiro e hizo lo que le pedía.
-He dicho que a mi habitación, no al despacho -alzó la voz detrás de ella al ver que se iba en dirección contraria a las escaleras.
Van Doren la siguió. Una vez arriba esperó a que la joven colocase las flores como le había dicho.
-Siéntate -le dijo una vez vio que había terminado. Van Doren miró a su hija sin saber muy bien que decir. Y a pesar que aquella escena había tenido lugar unas mil en su mente no podía recordar nada de lo que se había imaginado-. Rose, hay algo que debo decirte.
Rose se sentó, dócil, y la miró con los ojos verdes bien abiertos.
-No me despedirás, ¿verdad, jefa? Estoy empleándome a fondo y prácticamente vivo para este trabajo. De verdad. Si el problema es que hablo demasiado, me callaré, lo juro. No volveré a hablar con ningún visitante o cliente. Ni siquiera... No, no hablaré. No despegaré los labios. Y lo de las flores... estaba sólo haciendo el tonto...
-¿Eh...? No, no -Van Doren se sentó en una silla-. ¿Has notado algo raro en Eddie y en Shyam?
-Uh. No especialmente. ¿Quién es Shyam?
-Shyam es el apodo del hombre con el que hablaste ayer en la cocina -dijo sin darle mucha importancia-. Lo que te voy a contar te va a parecer lo más raro que has escuchado en tu vida, pero es necesario que intentes hacer un poder por comprenderlo.
Van Doren levantó las manos y abrió el cierre de un broche que llevaba en el cuello. Lo miró un instante y se lo tendió a la kinain. Era una cadena de plata de la que colgaba una araña del mismo metal con un rubí rojo en forma de reloj de arena en el cuerpo.
-Ahora mismo no soy capaz de encontrar palabras para describir lo que debo enseñarte, así que mejor acepta este regalo y míralo por ti misma. Siento no habértelo contado antes, Rose, pero no tenía ni idea de como hacerlo.
Motivo: encantar dif 3
Dificultad: 1
Tirada (3 dados, se repiten 10s): 8, 6, 10, 5
Éxitos: 2, Éxito
Menos un punto de Glamour temporal.
-Oh, gracias, jefa, realmente no merezco...
Cuando Rose levantó la vista fue evidente que era capaz de ver el semblante feérico de Van Doren. Enrojeció y la señaló como un niño al que no se le ha explicado que eso no debe hacerse.
-¡Caramba, jefa! ¿Y esos colmillos... de dónde han salido? -Apretó el broche en la mano y lo miró antes de levantar los ojos y abrirlos ante la sorpresa-. ¿Una mujer araña? ¿Por eso no me dejabas limpiar las telarañas de debajo de las escaleras?
Van Doren se sorprendió al ver de la manera en que Rose se lo estaba tomando. Había sido tan negativa todos estos días que pensaba que aquello o iba a funcionar, pero al parecer la kinain era un hervidero de glamour. Las visitas de Eddie y SHyam le habían hecho recapacitar; no podía haber seguido ocultándole su identidad a Rose hasta que un desconocido se lo dijera por ella. El revelarle los secretos el Ensueño era su tarea y tenía que aceptar sus responsabilidades. Ya lo había demorado demasiado.
-Exacto -Sonrió enseñando los colmillos de manera inconsciente. Aún estaba algo confusa por la reacción de Rose, pero parecía animarse a detallarle lo que estaba viendo-. Soy lo que se denomina Changeling. Un alma feérica renacida en un cuerpo mortal. En mi caso soy un hada medio animal, pero somos muchos y todos muy diferentes. Y tu, querida Rose, también eres especial. Por eso atraes a otras personas como yo, como ha ocurrido con Shyam... Andrew y con Eddie. Si, ellos también son Changelings. Eres una kinain. No eres una de nosotros pero llevas la sangre de nuestra estirpe en tus venas.
Motivo: FdV
Dificultad: 1
Tirada (5 dados, se repiten 10s): 4, 10, 8, 3, 4, 8
Éxitos: 3, Éxito
Rose asintió a las palabras con una expresión ciertamente confundida, pero atenta pese a todo. La mención al alma feérica le resultó extraña, pero abrió los ojos con entendimiento ante la palabra hada. Y al oír sobre los kinain, sonrió.
-¡Ah, ya, ya veo! Andy me lo llamó ayer. Me mintió, pero no me importa. Es decir... Ahora entiendo algunas cosas. -Rose se miró las manos-. Ahora sé por qué siempre me sentí distinta a los demás, a mis padres... ¡Mis padres! Si dices que llevo la sangre de las hadas en las venas, ¿qué pasa con mis verdaderos padres? Está claro que los adoptivos no han visto un hada en su vida; no hacían más que pedirme que me comportara y que hiciera lo que tenía que hacer como una chica normal. ¿Acaso mi madre es un hada de esas? ¿Por qué me abandonó? No lo entiendo...
"Andy", se estremeció. Si solo se había visto una vez y ya se llamaban con diminutivos, ¿qué pasaría tras unos cuantos días trabajando juntos? Van Doren palideció cuando Rose sacó el tema de sus padres. Eso si se lo esperaba, pero había intentado mentirse a si misma creyendo que, con suerte, no sacaría el tema. No estaba preparada para confesarle dos cosas a la vez, así que mintió lo mejor que pudo.
-Tus dos padres tienen que tener sangre de hada, por lo que podían ser changelings como yo o kinains como tú. Luego sus razones para abandonarte no las conozco, pero de lo que si estoy segura es de que lo hicieron pensando que estarías mejor lejos de ellos. Si no no se habrían molestado.
-Pues no lo estuve -dijo Rose-. Quizá con ellos podría haber sido yo misma y no me habrían echado de casa y no tendría que haber vivido en la calle ni hacer lo que tuve que hacer.
La kinain hablaba con resentimiento, pero la alegría de saber que no estaba loca ni era rara (no especialmente) le llenaban los ojos.
-¿El señor Castle es también un hada? ¿Y Andy? ¡Oh! ¡Tengo muchas ganas de que venga a trabajar para ver cómo es!
La pooka se levantó y se dio la vuelta para que Rose no pudiera verle los ojos vidriosos. Van Doren se aproximó a la cómoda y se sirvió agua de una botella de cristal como excusa para el haberse alejado. En silencio dio gracias porque Rose hubiera cambiado de tema, pero se mantuvo de espaldas.
-Er... Eddie tiene la boca muy grande con cuatro filas de dientes por lo menos. Asusta mucho verlo... Shyam... Shyam digamos que no tiene mucho de especial, pero no deberías acercarte mucho a él, no es seguro.
-¿Es por lo de que tenga sida? -preguntó Rose torciendo el gesto-. He estado leyendo los folletos. Realmente no es tan peligroso... Además, si lo es realmente, ¿por qué trabaja con nosotros? Y... ¿de verdad Eddie da tanto miedo? Yo le encuentro bastante atractivo. Por lo que me han dicho, no soy la única... -aventuró con aire travieso.
-¿Por casualidad no te lo habrá dicho una chica pelirroja que suele meter el hocico donde no la llaman...? -frunció el ceño-. Y dudo mucho que esos folletos que lees existan. Rose, hazme caso, el sida es una cosa seria. Shyam trabaja aquí porque es enfermero y sabe a ciencia cierta como se propaga la enfermedad. Mientras tenga bien cerrados los pantalones todos estarán a salvo de todo mal. Conociéndole algo así es lo último que haría.
"Más le vale", pensó frotándose los ojos y volviéndose para mirar a Rose. Hacía poco que la había encontrado y no quería perderla.
-Y tu, señorita, ya puedes hacer lo mismo... -carraspeó-. No quiero que me cierren el negocio por algo así. Por supuesto nadie debe saber que Shyam es peligroso, así que espero que no le menciones nada esto ni a clientes ni a tus compañeros.