Partida Rol por web

5 de noviembre de 1984 - 10:35

Amanda había esparcido sus diseños sobre la mesa de trabajo de manera que Silveth pudiese distinguirlos todos y dar su opinión. La joven tenía un trazo firme y mucha imaginación, y la inspiración de Silveth la ayudaba. No era extraño que muchos de sus dibujos mostrasen a Silveth portando los trajes que había creado para él. Muchos eran trajes formales de chaqueta, pantalón y corbata con considerables hombreras y texturas extrañas, y otros resultaban directamente extravagantes. Pero eran rompedores y nuevos, y en una década de peinados extremos y música chillona, funcionaban a la perfección.

Silveth sintió el potente Glamour que emanaba de los dibujos de Amanda, que casi ahogaba el dolor de sus glándulas salivares. Las notaba hinchadas y palpitantes, y cuando tragaba eran como pelotas de ping pong rodando por su garganta. Hoy era uno de esos días en los que la debilidad se apoderaba de su cuerpo y se sentía febril. La presencia de su Soñadora era un bálsamo, pero no una cura. No había cura.

-Bueno, dime, ¿qué te parecen? -preguntó la chica con una sonrisa insegura. Aunque sabía que Silveth adoraba sus diseños, Amanda se las arreglaba para que siempre pareciera que le hacía un favor alabándolos.

Me recuesto en el sofá y miro los bocetos. Eran preciosos, eran originales, eran fantásticos. Alargo la mano y cojo el vaso de agua, tomo un sorbo.A medio camino entre meditar y ocultar el esfuerzo y desagrado que era sentir el agua fría rascando mi garganta me tomo un tiempo en silencio, una pausa dramática que daría fuerza a mis palabras.

-Son perfectos, Amanda. Pero supongo que los destinarás a desfiles diferentes. Por un lado tenemos los trajes, que deberían ser para la Alta Costura y los otros para uno de nuevas tendencias. ¿No crees?

Recordaba el día que Patrick me presentó a Amanda, era un desfile en el que no iba a cobrar, pero me ayudó a hacer curriculum. Cuando me puse sus ropas encima, erizaron mi vello de la sensación chispeante de su Glamour.

Hoy casi salivo al ver los diseños que tarde o temprano serían míos, una vez existan los trajes. Los acumularía junto con otras barcias, puede que no haya cura para Neil, pero Silveth haría lo posible por sobrevivir.

De todas formas últimamente trataba de impulsar a Amanda hacia el estrellato, quería dejarla en una buena posición antes de mi fin en ésta envoltura mortal. Era de alguna forma mi protegida y en todos los sentidos mi amiga. 

-¡Sí, sí! Lo tengo pensado. Esta será la nueva colección de primavera-verano. La llamaré Tendencias estivales. Esta otra quizá me cueste más colocarla, pero si consigo convencer a un par de amigos... ¡Estoy tan emocionada...! No puedo dejar de imaginarme cómo van a quedar cuando los lleve a cabo. Tengo que vértelos puestos. Hasta que no lo hagas no voy a quedarme tranquila. Y pensar que faltan todavía semanas...

Amanda sonaba entusiasmada, pero Silveth, que no se sentía demasiado bien, dudaba sobre su estado dentro de un mes. Quizá empeorara rápidamente y muriese pronto. Conocía algunos casos así. Quizá se mantuviera arriba y abajo, como muchos. El tiempo justo en el hospital para que le salvaran la vida y fuese devuelto a casa para rozar la muerte de nuevo. O quizá... Bueno, ¿quién podía saberlo? Quizá Silveth lograse mantener su cuerpo mortal mediante la magia y así poder modelar la colección que había inspirado...

Primavera, sonaba tan lejos. Era una palabra de significado entre los changeling, sobre épocas pasadas que recobraba su esencia al ser pronunciada en los labios de Amanda. Sus sueños florecían y darían sus frutos mientras el otoño infecto que se apoderaba de mi cuerpo poco a poco me enterraría en un invierno, ¿Sería durante éste? ¿Llegaría a Navidad?

Sombríos pensamientos inundan mi mente, mientras distraído vuelvo a beber y el dolor me trae de nuevo a la realidad.

-Tal vez Patrick conozca a la gente adecuada e interesada en esta colección. Pero primero tenemos que ponernos a coser y hacer las prendas.-Nunca había percibido la vida con tanta urgencia como últimamente, era agobiante. Aunque deseaba su artesanía como Caín el perdón divino, más me interesaba que alcanzase el bienestar.- Conozco a una buena sastre que nos podría ayudar a acelerar las cosas, si te parece bien. Al fin y al cabo tus obras son muy personales.- "Y eso es algo que debo respetar y no olvidarme de hacerlo".

-Esa sastre no será una de tus amigos raros, ¿no? -bromeó Amanda-. Bueno, mientras respeten el patrón original no importa que lo cosan. Así me acostumbraré a que otros lo hagan por mí, como ocurrirá en el futuro cuando sea rica y famosa.

La chica debió de notar algo en el comportamiento del duende, ya que dejó de sonreír y le miró con atención.

-¿Va todo bien? ¿Sigues teniendo lío con Jacob o lo habéis arreglado?

-¿Jacob?- "¡Qué inocente es! Una hermosa flor en esta jungla de conglomerado".- Con él las cosas están bien a día de hoy- "El problema soy yo" gritaba mi corazón, y en un día como hoy, mis amígdalas- Hemos superado un bache hace poco, y estoy un poco cansado, me ha quemado mucho el tema. Pero ahora todo está volviendo a ser lo que era, ya solo me falta recuperarme anímicamente.- le sonrío débilmente, tampoco debía exagerar mi falsa recuperación o sospecharía que era mentira. Las medias verdades se tragan mejor que las falsedades.

-Pues lo cierto es que sí, estaba pensando en una de mis amigas raras.-Desviando el tema. Además tenía la intuición de que Bernardette casi agradecería una tarea con la que olvidarse de su enemigo imbatible, el polvo.- Pero así te vas acostumbrando a no saber ni el nombre de quién trabaja para ti. Para cuando las mareas de la moda y el estilo bailen al son que tu compongas. Además, jamás pondría tu obra en malas manos.-Me muerdo el labio pensativo.- Podemos empezar a producir los trajes, que son más oscuros, y como son colores más propios de invierno, hacer el desfile antes de que termine el año. Tal vez a alguien le dé por comprarlos, y sería buena publicidad aprovechando el ambiente de las vacaciones y las fiestas.

-¿Tan pronto? -preguntó Amanda con una sonrisa-. ¿Qué puedo decir? ¡Me encantaría!

Amanda empezó a hablar sobre las telas y los patrones, y sobre cómo podrían ser los desfiles. El resto de la mañana transcurrió rápidamente. Silveth cosechó parte del Glamour que había inspirado y le pareció que había plantado las semillas para la próxima vez, ya que Amanda no dejaba de parlotear ilusionada sobre el próximo desfile.

A la hora de comer, Silveth se acercó al estudio de Jacob en el Haight. Se habían citado para salir a comer juntos y hablar sobre cosas importantes; Jacob se habría hecho el chequeo médico y tendría noticias al respecto.

Cuando llegó, su novio estaba tatuándole el brazo a tipo bastante atractivo. Jacob no solía hablar cuando trabajaba, pero esta vez los dos charlaban animadamente. La encargada de la recepción, una tatuadora en prácticas de aires punk llamada Bri, le saludó con una sonrisa.

-¡Hola, Neil!

Al escuchar su nombre, Jacob se dio la vuelta aun con la aguja eléctrica en la mano.

-Oh, hola. Qué pronto has venido, ¿no? Todavía no he terminado.

Al llegar y ver el panorama, una sombra de ira cruzó mi cara, siendo rápidamente apartada de mis pensamientos.  La idea de que estuviera coqueteando con otro me provocaba más rabia que celos."Estará contento con los resultados", me obligo a pensar, y probablemente sea cierto. En lo que llevábamos de mes él apenas había tenido días malos. Le hago un gesto con la mano para que se lo tome con calma y termine.

-Buenos días, Bri.-Saludo animado. De hecho me siento bien conmigo mismo, había días en las que la veía como el humano perfecto al que Saquear o generar una Rapsodia.

El dolor de garganta ya se me había pasado, bien por que me había a costumbrado a que estuviese ahí o porque me había librado de él con el bálsamo del Glamour de Amanda. 

Apoyo la espalda contra el marco sin puerta que separa el "quirófano", como yo lo llamo, de la recepción, de forma que puedo mirar a cualquiera de los dos.

-Creo que a ti se te ha pasado el tiempo muy rápido. Habíamos quedado ahora ¿Recuerdas?-me giro hacia Brittaney.- Pásame un boli y un cacho de papel, por favor.- Me pongo a escribir un número. Alzando la voz para que Jacob me oiga.- Además si no hubiese venido un poco antes, no podría preguntarle a ese cliente tan guapo que tienes ahí si quiere conseguir un dinerillo extra en Navidad, trabajando de modelo.- Le guiño un ojo cuando el aludido me mira sorprendido.-Para pagar los regalos. Te dejo mi número con la factura.

Siempre había tenido facilidad para entablar una extraña y pronta familiaridad con la gente. Probablemente se debiera a que el concepto familia para mi estaba difuminado en las nieblas de la memoria que había perdido.

Dejo la nota sobre el mostrador. El planear un desfile tan rápido había avivado mi impaciencia, quería hacerlo todo y quería hacerlo ya. Así que solo tenía que conseguir las personas adecuadas para hacerles las ofertas adecuadas.

-De hecho, Jacob, igual te toca desfilar a ti. -Paladeo la idea y no puedo evitar que aflore una sonrisa.- Amanda y yo hemos decidido comenzar una contrarreloj, y preparar un desfile para Navidad, un poco antes a poder ser. Así que, tengo que encontrar modelos.

-¿Bromeas? -preguntó Jacob volviendo a aplicar la aguja al brazo de su cliente, que sonreía ante la idea de modelar. Quizá lo hubiese hecho ya-. Tengo tanta gracia como un pato drogado. Si quieres que tu desfile salga bonito, no cuentes conmigo.

La voz sonaba grave porque hablaba con la barbilla baja, pero el tono era innegablemente apático. Después de un par de minutos más de aguja, Jacob pasó la gasa con la que trabajaba por la piel enrojecida del cliente. El dibujo, una pin-up de gran tamaño, ya había quedado marcado.

-Te veré esta tarde para el sombreado.

El joven se despidió después de coger el número de Neil con interés y salió por la puerta. Bri había terminado de barrer la recepción mientras tanto y había apagado las luces. Jacob se lavó las manos y recogió la chupa de cuero llena de chapas que pendía del perchero.

-¿Cierras tú, Bri? Neil y yo vamos a comer.

La aprendiz se despidió de los dos sin poner impedimento y Jacob se abrigó al salir por la puerta. La pareja se dirigió a un restaurante chino cercano donde les gustaba comer de vez en cuando. Les dieron las cartas después de sentarse aunque Jacob no necesitó mirarlas para saber lo que iba a comer.

-Bueno, ¿qué tal el día?

Ojeo la carta, siempre buscando al menos un plato que no hubiera probado ya.

-Pues bueno, a la mañana bastante mal.- Cojo su mano y me la llevo con suavidad al cuello. Siento el contacto electrizante de sus dedos contra mi piel. Impregnados de las volutas de Glamour de su trabajo convertían en ésta una de las experiencias más placenteras que me daba mi envoltura mortal. Adoro sus manos.- Ya ni las siento, no sé si están hinchadas o no.-Le llevo la mano de nuevo hasta la mesa, sé que no le gustan las muestras de afecto en público. Pero había quedado bastante discreto.- Después ha venido Amanda, y eso, tengo trabajo hasta Febrero...-con un hilo de voz se me escapa-...si llego.-Centro en sus ojos mi mirada, son como un calmante a mi ansiedad.

Se acerca el chino discretamente, y pedimos, no encuentro nada que me resulte especialmente atractivo, así que pido lo mismo que Jacob. Si no me lo terminaba seguro que lo engullía él.

-¿Tú que tal? ¿Qué te han dicho esta mañana?- pregunto con una sonrisa y más ánimos, la interrupción del asiático había servido para llevarse el velo gris de tristeza que había teñido el aire. Jacob frunce el cejo y después se deja caer de hombros, sabe que es una batalla perdida tratar de hablar de que las cosas vayan mal más de lo justo.- Con lo contento que se te ve, diría que las noticias son buenas.

Jacob olvidó por un momento su reticencia al contacto en público y palpó sus glándulas como mejor pudo.

-Yo no las veo mal. Tampoco te obsesiones. -La mención sobre llegar a febrero le irritó-. ¡No digas eso! ¿Cómo no vas a llegar? Estamos bien, ¿o no? Tú estás bien, ¿verdad?

Lo que vio Silveth en los ojos de su novio fue culpabilidad. Al fin y al cabo, Jacob había sido el causante de su infección. En ocasiones, el tatuador parecía hundido por la tristeza. Amaba sinceramente a Neil y deseaba protegerlo. La idea de causarle la muerte podía llegar a resultarle enloquecedora. Sobre todo cuando él había reaccionado bien a la medicación para tratar sus síntomas y no se encontraba en peligro de muerte.

-No está mal. Los análisis no son para preocuparse, así que no deberías. Los médicos están buscando cómo tratarnos. Seguro que pronto lo descubren. El Dr. Sears me ha dicho que ya saben lo que lo produce, un retrovirus o algo así. Los investigadores creen que en dos años se podrá crear una vacuna.

No obstante, Silveth sabía que la muerte ocurría en un tercio de los casos registrados. Lo único que tenía a su favor era el Glamour y su alma inmortal. Pero ni los sidhe tenían muy claro si sobrevivían a la muerte del huésped humano...

-Dos años, eso está bien, no me gustaría que se siguiera extendiendo.-"Pero nosotros ya lo tenemos."-No pongas esa cara, que ahora es cuando te necesito alegre.-me aprovecho de que está con la guardia baja y cojo de los mofletes, forzándole a sonreír.- Así me gusta, mucho más ridículo.-Le saco la lengua y me río.

La comida llega a la mesa, sirven rápido como es habitual en este tipo de restaurantes. Espero a que el camarero se vaya.

-Sí, ahora estoy bien, como siempre que te tengo cerca.-Respondo con dulzura, no quería sintiese que le culpabilizaba.

Llevaba dos meses estudiando por mi cuenta sobre las enfermedades, estadísticas, estudios, etc. Tenía claro desde hace un tiempo que el sexo era una vía de contagio, como lo era con la sífilis o la gonorrea, pero no sabíamos si había más. Amanda ya se había dado cuenta de que me había vuelto mucho más escrupuloso. La única persona con la que me permitía el contacto era con Jacob. Y con Shyam, aunque él no sabía que yo también me había infectado, nuestra relación era mera amistad.

Mientras nos servimos, le doy vueltas a una idea en mi mente. Sears parecía un buen médico, por los resultados del tratamiento, pero las clínicas humanas me parecían centros de Banalidad. Aunque sobrevivir al precio de ese tipo de escozor sonaba razonable. La otra opción era acudir a la que dirige un Liam no muy lejos de aquí.

-Estaba pensando en visitar al Doctor Sears. Me dan pánico y asco los médicos a partes iguales, pero...quiero estar contigo todo el tiempo que pueda.-"Creo"-¿Podrías conseguirme una cita?

Mi lado oscuro se encargaba de registrar todas esas ideas que no formulaba en alto, algún día me pasarían factura. Había llegado a odiar mi doble naturaleza faérica, por intuir lo que ocurriría. Pero después de liberar todo esa acumulación de sentimientos nefastos, me sentía libre de toda carga.

-Por cierto, señor pato. ¿Como es eso de que no desfilarías aunque...-Tomo aire para poder recalcar bien.-... yo...-Espero que el efecto dramático sea palpable.-... te lo pidiera? Había un traje negro con el que estarías genial. Además no sería muy diferente de la chupa, solo cambiaría el material.-Me río sabiendo lo que opinaba de si mismo desfilando, era gracioso hacerle enfadar.-Es broma, es broma. Aunque este desfile no es de ropa especialmente extravagante, que lo sepas.

>>Cambiando de tema. Tengo un amigo con una Harley Davidson, ¿Conoces algún buen mecánico o alguien que las venda? Es que se está volviendo loco.-Llevaba ahorrando para su regalo de Navidad desde Agosto. No me daba más caprichos de los necesarios para que no pareciese que lo estaba haciendo. Lo menos que Jacob podía hacer era aportar las indicaciones desde la ignorancia de mis intenciones.

Jacob torció el gesto intentando zafarse de las monerías de Silveth. Gruñó algo ininteligible y se frotó la cara, enrojecida por la manipulación. Cogió un tenedor y empezó a comer el arroz como si fuese un refugiado de guerra.

-Te daré el número del doctor -dijo sin dejar de masticar-. Deberías haber ido antes, ya te lo dije. No puedes pretender que no pasa nada.

La mención al desfile volvió a oscurecer su humor.

-Me lo pensaré, pero no te prometo nada. Además, no te cuesta nada encontrar modelos, ¿no?

Respondió dando indicaciones sobre la Harley, pero por lo demás se mantuvo silencioso. Se limitó a comer y a beber tan rápidamente como solía. Sin venir a cuento dejó el cubierto sobre la mesa, entrelazó los dedos y miró a Silveth con seriedad.

-¿Estás teniendo una aventura?

Estaba bebiendo cuando soltó la pregunta de sopetón. El intentar tragar junto con la risa que me provoca la pregunta gratuita provocan que me atragante. A continuación comienzo a toser sin remedio, intentando coger aire de forma desesperada.

-¿Pe...-Toso irremediablemente intentando sacar el agua de mis pulmones.-...pero de donde sacas eso?- Intento que no suene a la defensiva. No por que tuviese algo que esconder si no por que sentía curiosidad por la razón de esa pregunta.- No, por supuesto que no.

-No lo sé, dímelo tú. No dejan de decirme que sales a menudo por el Panhandle, que te ven mucho con un tipo llamado Andrew o algo así. Me han dicho que esta mañana ha estado dando panfletos sobre el sida en el Castro. Y estaba pensando... -Jacob se frotó el labio superior-. Tú y él...

-¡Jacob!- Le miro con cara de espanto. De hecho ahora que se me había pasado la sorpresa inicial me sentía dolido, y no era capaz de esconderlo. Me quedo mirándole consternado, pero es obvio que también necesitaba unas palabras de aliento.

-Para empezar, Andrew es hetero.-Era el argumento más contundente que tenía.- Segundo, gracias a él he aprendido mucho sobre lo que nos está pasando...-Desde que comenzó esto me negaba a darle un nombre, como si solo fuera algo temporal. Sé que evitar enfrentarme al problema no lo va a solucionar, pero sería más duro encarar a un enemigo imbatible.-...y su organización está ayudando a mucha gente. Sabes que quiero evitar que se extienda, así que colaboro en lo que puedo. Sólo somos amigos desde hace bastante tiempo y puedo confiar en él. Contigo y Amanda, sois el triángulo de mi felicidad, que me protegéis de este Mundo Gris.-Había más de un sentido en eso, pero bastaba con que entendiese lo que cualquier mortal haría. No podía reprocharle su comportamiento o me acercaría instintivamente a mi forma de Saqueo habitual, y Jacob es sagrado en ese aspecto entre muchos otros.

-El Panhandle es un parque en el que me reúno con una amiga, eso es todo, tomamos algo, conocemos gente, charlo con otras personas de su vida amorosa...-Me mira extrañado. Nunca había sido especialmente cotilla, igual que no me gustaba que los demás metieran las narices en mis asuntos.- Tú eres mi único amor, mi única experiencia, y no me arrepiento de que sea así.-"¿Verdad?"-Pero después de lo ocurrido, ver como solucionan otros sus cosas, es la forma que tengo de comprender otros puntos de vista, de aprender a partir de las historias de otros. Si quisiese conocer a gente de vidas perfectas no iría allí.

Retiran los platos y nos ponen los segundo en la mesa. Mientras el servicio se encuentra delante me callo, Jacob y yo teníamos esa costumbre. Al principio era un chiste entre nosotros, sobre que espiaban a los comensales y luego cotilleaban entre ellos en chino. Con el tiempo nos lo creímos.

-Antes de que lo sugieras, no estoy diciendo que ahora estemos mal en ningún punto. Estoy feliz, soy feliz contigo. ¡Claro que necesito estar con más gente! Pero son amigos, igual que tu tienes los tuyos. ¿O tendría que ponerme celoso del chico de ésta mañana? Por que es la primera vez que te veo charlando durante el trabajo. Lo he achacado a los resultados del análisis, pero igual estaba equivocado.-cojo aire y espiro ligeramente enfadado mientras un gesto con el hombro y un levantamiento de ceja indican que doy por zanjado el asunto. Después sonrío burlón durante un instante y con relativa seriedad continuo.- Aunque admito que es muy romántico por tu parte que te hayas encelado por eso, y agradezco que hayas sido sincero, honesto y directo al respecto.

Jacob suspiró.

-Mira, lo siento. No quiero ser el típico novio celoso ni nada parecido, pero a veces envidio a la gente que te rodea. Cuando te vas con esos tipos raros de fiesta y hacéis todo eso que no entiendo... Supongo que es una parte de tu vida en la que yo no podré entrar nunca. -El tatuador se frotó la cara con una mano-. A veces me doy cuenta de que eres demasiado bueno para mí. Demasiado guapo, demasiado noble... Creo que he empezado a ver fantasmas donde no los hay. A veces me da miedo que dejes de quererme porque no puedo darte lo que te mereces. Y supongo que, hasta ahora, lo único que te he dado ha sido... bueno, ya sabes.