Partida Rol por web

El amor en los tiempos del Sida

4. Susurros entre páginas

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19/11/2012, 19:36
Narración

5 de noviembre de 1984 - 12:35

Damara pasó la enésima página del grueso catálogo en el que se hallaba hasta el último libro de aquella librería. Prácticamente se lo sabía de memoria, pero como no había nadie en la tienda aprovechaba para revisarlo. Una y otra vez. Su hermana Purnima estaba fuera ocupándose de algún asunto importantísimo y la había dejado para disfrutar de su soledad... durante un corto rato.

Gaia entró en la librería y saludó con la mano. La pequeña tienda se las arreglaba de alguna manera para ser lúgubre, sobre todo desde que Damara pasaba parte de su tiempo allí. La humedad y el frío son amigos íntimos de los sluagh, así que donde hay uno es de esperar que se pueda encontrar al otro. Por eso la humana se estremeció y se arrebujó en su abrigo cuando llegó hasta el mostrador donde esperaba la sluagh.

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19/11/2012, 20:36
Gaia

-¿Qué tal la mañana? -preguntó Gaia con su habitual desparpajo-. He salido pronto de clase y me preguntaba si querrías almorzar conmigo.

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19/11/2012, 20:57
Damara

Damara cogió la esquina de la página y la paseó hacia adelante y hacia atrás.

-Bien, ha sido una mañana tranquila. En cuanto a almorzar... me encantaría irme contigo a un sitio ruidoso y atestado de gente... -dijo con una sonrisa. Sabía que Gaia no se molestaría por declarar claramente que los sitios públicos la hacían sentir incómoda. También sabía, por supuesto, que la experiencia había demostrado que Gaia siempre se salía con la suya, así que añadió con un suspiro- Pero como ves estoy sola en la tienda. No debería irme hasta que llegue Purnima...

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20/11/2012, 16:25
Gaia

-Sí, no vaya a ser que te pierdas la avalancha de clientes que está por venir -dijo Gaia-. Los he visto al subir la calle. Son decenas de jubilados que necesitan una princeps de los trabajos completos de Conan Doyle o morirán. Les va a dar un patatús aquí mismo. Si se mueren y tienes cerrada la tienda, vas a tener que llamar a un quitanieves para que te despeje la entrada.

Se apoyó en el mostrador y se retorció para mirar a Damara desde abajo.

-Veeenga, Diaaaana...

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20/11/2012, 17:05
Damara

La miró un momento, seria, inclinando un poco la cabeza hacia un lado. Normalmente eso era suficiente para convencer a cualquiera de que tenía que alejarse a paso ligero, pero Gaia siempre había parecido inmune.

-Está bien -dijo finalmente, chasqueando la lengua y sonriendo a su pesar. Pero antes de salir guardó el catálogo, arrastró unas cajas a la habitación que servía de almacén y dejó una nota, que escribió lentamente con curvada caligrafía y que apoyó primorosamente en el punto más visible del mostrador, explicando por qué no estaba allí y de quien era la culpa, y que leyó en voz alta para Gaia mientras la colocaba.

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21/11/2012, 03:00
Narración

Gaia no se dejó amedrentar por la nota y esperó impaciente a que su amiga saliera. Las dos chicas echaron a andar hacia la cafetería que le gustaba a Gaia, un sitio grande y luminoso que olía a huevos fritos y a bacon. Por el camino su amiga le puso al corriente de su día. A pesar de ser noviembre, el sol había salido y sus insidiosos rayos lastimaban los ojos de Damara, demasiado sensibles para el pleno día. Quedarse en la librería habría sido mejor.

Un tranvía las adelantó dando una campanada. Un grupo de japoneses pasaron junto a ellas haciendo fotos a todo. Humanos de toda condición charlaban y caminaban igual que ellas, cada uno sumido en sus propias vidas. Lo que es cierto es que ninguno pareció percibir al tipo que, tirado en el suelo entre cartones, se dejaba los pulmones tosiendo como si no hubiese mañana. Tampoco vieron la creciente oscuridad que se acumulaba no muy lejos, como un charco de petroleo manipulado por fuerzas invisibles. Damara distinguió una calavera sonriente mientras la figura oscura giraba sobre sí misma y se envolvía en su capa antes de desaparecer...

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21/11/2012, 18:38
Damara

Se detuvo en medio de la calle de súbito, mirando hacia el lugar donde se había esfumado la repentina aparición, con los ojos un poco entornados. Miró al hombre en el suelo y frunció el ceño ligeramente. Se quedó un momento pensativa antes de echar a andar de nuevo. Tendría que indagar sobre aquello.

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21/11/2012, 21:48
Narración

Gaia y Damara continuaron su camino. Su amiga humana seguía contándole cosas sobre sus clases y sus compañeros y a la espalda, una tos insidiosa. Damara vio por el rabillo del ojo que el hombre que tosía había empezado a seguirlas. Un rápido vistazo le permitió hacerse una idea de su aspecto general. Parecía el epítome del mendigo: gorro de lana, mitones, una cazadora que prometía menos abrigo del que debería... La barba de varios días había empezado a clarear, pero no debía de tener más de cincuenta. Y tosía. Vaya que sí.

Nadie más se daba cuenta de que las estaba siguiendo mientras echaba los pulmones por la boca, ni siquiera Gaia. Aquel tipo no era una persona normal. Aquel tipo era una quimera.

- Tiradas (1)
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23/11/2012, 03:06
Damara

Damara miró a su alrededor. Había demasiada gente para intentar cualquier cosa. Por otra parte, la quimera no había intentado nada de momento. Mientras siguiera así podía mantener su preocupación, que ya era bastante, dentro de los límites de lo razonable. Le puso una mano a Gaia en la parte baja de la espalda para animarla a avivar el paso:

-Anda, vamos, tengo ganas de llegar -dijo, obligándose a no intentar alzar la voz por encima de las toses violentas que llegaban a sus oídos.

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23/11/2012, 17:43
Gaia

Damara sintió que la cabeza empezaba a darle vueltas y que su temperatura corporal aumentaba. Sin poder evitarlo tosió una vez. Dos veces. Parecía que la quimera la había contagiado. Al acelerar el paso había dejado atrás al mendigo, que seguía esputando flemas sobre la acera y aferrándose el cuerpo como si temiera morir allí mismo.

Gaia arqueó una ceja.

-¿Estás constipada? Es normal, con este tiempo...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Recibes 1 daño Letal Quimérico

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26/11/2012, 12:04
Damara

Damara se cubrió la boca para toser, todavía con paso rápido. No quería arriesgarse a que el mendigo recuperase energía y se les acercara de nuevo.

-Es sólo un poco de tos -dijo, aunque no se sentía tan optimista. El optimismo era para los tontos y para aquellos a los que no les hubiese tosido encima una quimera, independientemente de habilidades mentales.

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26/11/2012, 14:35
Narración

Las dos chicas llegaron a la cafetería y almorzaron. Gaia era de las que podían comer una hamburguesa grasienta, un cono de patatas fritas y dos helados y no notar ni un gramo de más en el cuerpo. Su energía era arrolladora y casi conseguía hacer que Damara se olvidase de su repentino catarro. Como siempre, se mostró galante a su manera y le tiró los tejos de manera casi sutil. Estaba aprendiendo.

De vuelta a la librería, Damara no vio ninguna de las dos quimeras de nuevo. Probablemente había encontrado algún otro objetivo. Cuando entraron, Purnima las saludó desde detrás del mostrador con poco ánimo.

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26/11/2012, 14:45
Purnima

-Hola, hermanita. Ya veo que se te puede confiar el negocio familiar -dijo en tono sarcástico-. ¿Qué te parece si te ocupas de ordenar el último inventario tú sola mientras yo me voy a comer?

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26/11/2012, 22:32
Damara

-Ella me obligó -dijo sin un ápice de culpabilidad. Completamente seria dio unos toquecitos en la cabeza a Gaia como acariciando a un cachorrito, mirando a su hermana-. Sabes que no se le puede decir que no.

Se mostró tan poco susceptible a las regañinas de su hermana como de costumbre, pero su mente bullía de preocupación. No le había gustado nada esa quimera.

 

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26/11/2012, 22:48
Purnima

-Ya, ya. Lo dicho: me voy. Que esté todo recogido cuando vuelva por la tarde, Diana -dijo Purnima entre dientes. Se dirigió a la puerta y se giró antes de salir-. Y no ensuciéis mucho.

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26/11/2012, 23:00
Gaia

-Espero que tu hermana no se haya mosqueado mucho... -murmuró Gaia-. ¿Qué tienes que hacer? Te ayudo.

La humana se internó entre las estanterías pasando la mano por los lomos de los libros. Damara distinguió en la oscuridad cómo algunos de los libros quiméricos le lanzaban un bocado a sus dedos justo cuando los acababa de quitar de sus proximidades.

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27/11/2012, 00:50
Damara

-No te preocupes, se le pasa enseguida. Y... bueno, si quieres -dijo dubitativa, no muy segura de que quisiera a Gaia moviendo los libros. Solía estar sola en la librería, o con su hermana, a la que estaba tan acostumbrada que era como si no estuviera, y cuando alguien pasaba más allá del mostrador, allí donde los clientes no debían pisar, se ponía ligeramente nerviosa. Sin embargo le señaló las cajas de libros que había que colocar en las estanterías y las que no se tenían que tocar por estar aún sin catalogar.

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27/11/2012, 01:32
Gaia

-Claro. Lo que sea por ti.

Del mejor humor, Gaia se sentó junto a la caja y empezó a ojear los libros y a apilarlos según le interesaran.

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27/11/2012, 02:44
Narración

Cuando Damara miró hacia el mostrador, descubrió que había una figura alta que proyectaba una sombra tan oscura como su atuendo. No le costó reconocerla: era la quimera que había visto en el callejón. Medía metro ochenta y estaba envuelta en un sudario negro que se movía en ondas. Bajo la capucha había una calavera de mirada vacía que fue a posarse en la sluagh. La señaló y le hizo un gesto para que se acercara.

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27/11/2012, 03:24
Damara

Damara miró hacia Gaia un momento, asegurándose de que seguía entretenida con los libros. Luego se acercó al mostrador con gesto cauto, deteniéndose a una distancia prudencial.