Partida Rol por web

-No puedo desaparecer en medio de mi propia fiesta -se sonrió-. ¿Y si llega el presidente y no estoy?

-Lástima -sonrió-. Soy un chico tímido. Pero siempre podemos encontrarnos en otro momento, ¿hmm? Quizá cuando la fiesta haya acabado.

-Ya veremos... -contestó Van Doren. Por un lado quería decirle que no, pero por otro lado quería dejarse llevar. Hacía mucho que no tenía una sesión decente con nadie y lo echaba de menos-. Si quieres por ahora podemos entretenernos de mientras enseñando a estos neonatos como se debe atar a alguien de manera que no parezca un trozo de embutido. ¿Te atreves? ¿O eres más de los que atan? Podríamos hacer un apaño... Si no no pasa nada, seguiré paseando buscando una víctima.

-Si te lo enseño, ¿cómo voy a ser capaz de sorprenderte luego? -Levantó ambas manos-. Estoy bien, por el momento. Me gusta el espectáculo.

Al cabo de unos quince o veinte minutos, Shyam y Rose volvieron muy felices. La fiesta estaba llegando a donde era necesario. Craig daba vueltas por los alrededores, dejado de la mano de Calandra, mientras observaba con patente curiosidad. Había entrado más gente y los disfraces y atuendos extraños se habían multiplicado. Una sátiro se había puesto a cantar y a bailar sola en el centro de la sala. Y cuando un sátiro hace su magia, las fiestas se descontrolan.

-Nadie se atreve conmigo... ¿Tanto miedo me tenéis, pequeños? -preguntó la pooka de manera teatral, paseándose entre los invitados haciendo crujir el látigo. La aparición de la sátiro había caldeado el ambiente y no podía negar que lo agradeciera.

Al ver regresar a Shyam y a Rose alzó una ceja, pero el ver tan feliz a Rose pareció calmar sus instintos. Aún así se acercó.

-Tú no sonrías tanto, señorita, que mañana vuelves al trabajo y te toca limpiar todo esto... -la Madame esperó un momento para poder disfrutar de la cara de Rose-. Es broma, puedes respirar.

Unas manos rozaron los hombros de Van Doren.

-Bonita fiesta. Da gusto respirar este aire -dijo la voz áspera de Eddie cerca de su oído.

El redcap había acudido al dar el reloj la medianoche. En lugar del traje vestía un chalecto de algo parecido al cuero sobre una camisa arremangada y la eterna corbata.

Fue a besarle la mejilla y, ante el respingo de la pooka, le susurró algo al oído.

-Estoy desinfectado del todo. Prometido. -La mano bajó hasta la cintura y le dio un apretón generoso-. No sé si es que estás buenísima así vestida o que vengo especialmente sentimental, pero me apetece decirte un par de cosas sobre lo que siento por ti ahora mismo.

La fiesta se había terminado. Bueno, no, pero Van Doren también mentía en sus pensamientos. ¿Qué iba a hacer ahora con Greg? Se lo había estado tan bien pinchándole que no podía evitar sentirse ligeramente desilusionada. Aún así trató de poner su mejor sonrisa al redcap.

-Claramente es porque estás muy sentimental, porque como verás yo visto así todos los días. Llegas a venir un poco más tarde y te encuentras la boda terminada y a la novia casada con el cura.

-Tenía dudas acerca de mi vestuario. Me dijiste que me vistiera lo mejor posible -murmuró el redcap-. Nunca me han gustado demasiado estas fiestas, así que no estaba seguro. He optado por lo clásico y lo que te gusta. ¿Te gusta?

-Estoy encantada -le sonrío pasando las manos por el chaleco de cuerpo-. Perfecto para una sesión sadomaso temática. Podrías ser mi secretario.

Dejó escapar una risotada.

-Tu secretario. ¿No te parece mucho más erótico un cartero? -La atrajo hacia sí por la cintura y sonrió, especialmente contento. El Glamour que flotaba en el ambiente, la escasa Banalidad que proveía la sátiro cantante, el buen rollo que parecía tener todo el mundo... Aquello le afectaba para bien. Parecía como si se le hubiesen borrado las arrugas que, pese a ser poco profundas, resultaban visibles. La sonrisa sin dientes que le dedicaba era sincera y sin malicia. Eddie parecía diez años más joven y mucho más feliz. Bajó la voz hasta transformarla en un murmullo muy confidencial-. Lo podemos negociar. Me puedo dejar convencer y todo.

Van Doren le separó haciendo presión en su pecho con ambas manos.

-Me estás poniendo en evidencia delante de todo el mundo. Recuerda que soy quien manda por estos lares. Soy la Madame, la dom absoluta -apuntó alzando una ceja-. Pero podemos hablar lo del cartero, aunque espero que no me toque ser Jessica Lange.

-¿Entonces no te puedo besar? -preguntó Eddie fingiendo decepción-. Te había dicho que odiaba estas fiestas. Ahora sabes por qué.

-Puedes dejar que te pegue delante de esta excursión de la tercera edad.

-También puedo atarme una piedra a los huevos y tirarla al río, pero no lo hago -contestó sonriente-. Lo que hacemos tú y yo se queda entre nosotros y punto. Tengo una reputación que mantener, bonita.

Le dio un toque en el hombro.

-Hablamos cuando acabe la fiesta. Me voy a acojonar a tus amigos. -Pasó a su lado y, esta vez sí, le dio un beso en la mejilla-. Te quiero. Pásatelo bien. Da muchas palizas.

-¿Os importa vigilar un poco esto? Necesito ir a hacer una llamada para arreglar un asunto con los del catering -les dijo y antes de obtener una respuesta salió del salón.

Tras coquetear con Van Doren, Eddie se acercó a Calandra y le pasó un brazo por los hombros.

-¿Cómo estás, Cal? Me dijeron que fuiste obediente. Muy bien. -Se sacó un billete de veinte y se lo puso en la mano-. Da gusto negociar contigo.

El redcap estaba extrañamente sonriente y deshinibido, pero aquella nube de Glamour repentina podía hacer que el humor fluctuara de esa manera.

La pooka no fue al despacho ni hizo ninguna llamada. Subió las escalera y pasó junto a un par de puertas abiertas de las que salían gemidos y a las que se asomaban varias personas, pero ella no estaba interesada. La Madame pasó de largo y se retiró a su cuarto para buscar un paquete de cigarrillos. Después salió al balcón y se sentó en una hamaca de plástico para fumar y relajarse. Cinco minutos, cinco minutos y volvería abajo.

Shyam le concedió el momento con una inclinación de cabeza y una sonrisa. Se dedicó a curiosear un poco más con Rose observando el espectáculo antes de separarse ella para ir a buscar a Calandra.