Partida Rol por web

Damara retrocedío unos pasos y empezó a saltar de un pie a otro, girando en una danza irregular mientras se palmeaba la ropa y canturreaba sobre barbacoas, concentrándose en prender la ropa del chico más cercano.
 

Calandra había encontrado su espada en una papelera del parque, cerca de la entrada. Durante todo el camino había pensado que no iba a poder hacerlo, que no iba a poder pelear hasta la muerte contra otra persona. Pero entonces vio al sátiro huir de ellos, y se acordó de Bernardette, y se dio cuenta de que sí.

-Oh, cielo. Os estáis interponiendo en el camino de la zorra equivocada.

Sujetó con fuerza la empuñadura de la espada, desplegó las alas y sintió su cuerpo levantarse del suelo. Al mismo tiempo que la ropa de uno de sus oponentes prendía, Calandra cayó en picado sobre otro. Le atravesó el hombro de lado a lado para después pisarle el pecho. Hizo fuerza con las piernas para sacar la espada y se alzó de nuevo en el aire, buscando al sátiro con la mirada para no tener que pensar en lo que había hecho.

El mortal al que Damara había prendido en llamas imitó su danza barbequil mientras aullaba y trataba de quitarse el abrigo. Al que Calandra había atacado de manera brutal le fallaron las piernas y cayó en un estado de semiinconsciencia mientras se le escapaba la vida a borbotones por la arteria del cuello.

El Kinain redcap soltó un bramido y cargó contra Damara. De su abrigo sacó una espada cubierta de refulgentes runas que brillaron como el sol cuando cortó el aire formando un arco. La sluagh se movió casi líquida, y aún así el filo llameante llegó a cortarle en la parte baja de la espalda. La herida ardió y supo que era real. Todos lo supieron tan pronto vieron la espada. Aquella era el antiguo arma de Lord Stevron, el que había traído consigo desde Arcadia y con el que había luchado en la Guerra del lado de los plebeyos.

El mortal restante levantó el hacha y trató de cortarle una pierna a Calandra. El pooka se zafó de un brinco, pero la cabeza afilada llegó a afeitarle el muslo al no poder apartarse a tiempo.

Estaban atacando con la espada de Stevron. Un kinain de mierda estaba empuñando la espada del Lord como si tuviese el más mínimo derecho a hacerlo. Un súbito golpe de calor le subió al rostro y lo impulsó a cargar contra él olvidándose del sátiro y de todo lo demás, envuelto en un aura aterradora. Shyam emitió un grito portentoso y le lanzó dos cortes que de haber sido propiciados con la mano en condiciones lo habrían mandado directo a la tumba, como a Silveth.

-¡Sueltala, bastardo de mierda!

Se llevó la mano al corte, sorprendida, sintiendo la adrenalina bombear por su cuerpo. Sintió la sangre caliente en los dedos y apretó los dientes. Se llevó los dedos húmedos a la cara y se dibujó tres líneas en cada mejilla, escupió al suelo y observó como se alzaban las raíces del suelo hacia el kinain que estaba atacando a Calandra.
 

Escapó como pudo del tipo del hacha y cayó en picado sobre el kinain redcap. Lamentablemente, el corte le había desestabilizado y más que caer como un águila sobre su presa revoloteó como un moscardón. Terminó aterrizando a su espalda, haciendo esfuerzos por no rodar por el suelo.

La espada de Shyam rajó el pecho y el costado del Kinain redcap, que rugió de dolor mientras intentaba recuperar la posición de combate. La rabia del Fiona no le achantaba; era evidente que se las había visto en peores. Pero el dolor y la rápida reacción de Shyam impidió que pudiese hacerle más daño que un leve corte en el antebrazo.

El atrapado entre las raíces intentó liberarse para ir a ayudar al que sangraba en el suelo, mientras que el que acababa de quitarse la ropa dejó caer el arma y sacó una pistola de una tobillera. Apuntó a Damara a la cabeza caminando hacia ella sin dejar de prestar ojo a lo que hacía Calandra en su flanco.

-¡Las espadas al suelo o le pego un tiro al monstruo! ¡Y como te vea conjurar, te abro un ojo nuevo en mitad de la frente, zorra!

Lejos de obedecer sus órdenes ante la pistola, Shyam extendió los brazos y se lanzó contra el kinain imitando el sonido de un avión.

El mortal perdió el agarre de la pistola cuando ésta salió volando hacia arriba como lanzada por un cañón.

Cuando vió la pistola saltar de las manos del kinain, Damara hizo una de las cosas que mejor se le habían dado en su vida: correr como si la persiguiera una jauría de perros rabiosos. No tenía ni idea de cómo se disparaba una pistola más allá de la parte en la que le dabas al gatillo, no sabía qué iba a hacer con ella, pero sabía que mientras la tuviera ella no la tendrían los demás y eso de momento le bastaba. 

Calandra aprovechó la distracción de la pistola a la fuga. Desde detrás del kinain levantó la espada y le hizo un corte muy profundo en el brazo con el que sostenía la espada de Stevron.

Calandra le cortó en la arteria braquial y el Kinain empezó a desangrarse. Le quedaba un minuto de vida, como mucho. Pero había soltado la espada.

La sangre comenzó a salir a borbotones y Shyam supo que el hombre moriría en pocos minutos si no hacía nada. Moriría de verdad, como Silveth, y no estaba dispuesto a cargar con eso en la conciencia. Ni que Calandra lo hiciera. Envainó la espada y se arrodilló a su lado desgajando parte de la ropa para taponar la herida impidiendo que se desangrara como un cerdo en el matadero.

-¡Llama a una puta ambulancia y largaros de aquí! -restalló el sidhe hacia Calandra, esperan que al menos le hicieran caso y pudiesen marchase antes de que la policía llegara y empezara a buscar responsables. Después se volvió hacia el otro que intentaba hacer algo por el otro kinain herido-. ¡TÚ! Ven a presionar aquí para que pueda ir a ayudarle antes de que se desangre. Soy médico.

-¡Pues menudo médico de los cojones! -exclamó el otro, aunque le hizo caso para intentar salvarle la vida a su compañero, sudando tinta china de los nervios y el miedo.

Calandra soltó un gritito y dejó caer la espada. No se había dado cuenta de que había nadie muriéndose, ni había pensado en que los kinain se morían de verdad, hasta que Shyam se puso en plan médico.

Asintió, recogió la espada de Lord Stevron del suelo y echó a correr detrás de Damara intentando no prestarle atención al corte de la pierna.

-Cállate u os mando a los tres al infierno, imbécil -dijo colocándole las manos en el lugar y dándole breves indicaciones sobre cómo mantenerlas. Después se fue a por el otro tratando de hacer algo por su herida, pero estaba demasiado nervioso y con las manos llenas de sangre, y por más que lo intentaba aquello no parecía ir a dejar de sangrar. Necesitaba un torniquete y asistencia rápido.

Calandra y Damara recogieron la pistola y llamaron a una ambulancia. Cuando volvieron, Shyam y uno de los kinain intentaban salvarles la vida a los dos heridos. Habían logrado detener la hemorragia lo suficiente para mantenerlos con vida hasta la llegada de los paramédicos, pero poco más.

-Marchaos de aquí. Llevaos la pistola y la espada -dijo el Kinain redcap, pálido como un cadáver-. Que no lo vea la poli. Y a ese sacadle de ahí. Por favor.

Ahora que estaba caído, no había motivos para seguir peleando. Pero, al menos, había que intentar ocultar las pistas que pudiesen echarles encima a la policía.