Partida Rol por web

Eddie recuperó el color.

-Vale. Menos lo de cantar, está bien. Si quieres que te corteje, te cortejo. Te llevo a bailar y al cine y esas cosas, claro que sí. -Buscó de nuevo su mano y la sostuvo entre las suyas-. Va a ser raro, porque no es que tuviese que ligarte la primera vez ni nada de eso, pero supongo que será divertido. Quiero volver a ser parte de tu vida y que tú lo seas de la mía, Annie. No me importa tener que hacer el paripé.

-Bien -suspiró ella-. Eso es lo que llevaba tiempo necesitando oír...

La pooka agachó la mirada hacia su plato deshinchándose un poco.

-Tampoco tengo el humor necesario para nada festivo. Estoy un poco cansada de la vida.

-¿Por? Ah, ya. Mmm. Siento lo que les ha pasado a tus amigos. Ahora que puedo ponerme en pie, te ayudaré a vengarte. Tengo muchas ganas de dar una buena paliza a esos imbéciles que dejó Pandora. Son igual de tontos que ella. -El redcap se rascó la nuca-. Perdona, me he dejado llevar por la alegría de salir del hospital y no me he dado cuenta de que no... Hum, en la parte del cortejo, ¿entra abrazarte y darte mimos hasta que te sientas mejor?

-Si, de hecho es una de las cláusulas más importantes y motivo de divorcio él que no lo hagas.

Eddie se levantó y tomó asiento junto a la pooka para poder pasarle un brazo por la espalda y estrecharla fuerte contra él. Su traje olía al alcanfor que ponía en su armario y al detergente que usaban en la tintorería, y también a su colonia y a su olor personal. Notó que la besaba en la cabeza y le frotaba el brazo cariñosamente. Al redcap podía encantarle llevarla al límite de la exasperación, insultarla, gritarle y reírse de ella, pero en el fondo los dos sabían que no iba en serio, como tampoco iban en serio los desprecios de la pooka. Eddie adoraba a Van Doren. Para un pooka, un ser empático y experto  en ver las verdaderas cartas de los demás, estaba claro como el agua.

Van Doren cerró los ojos sintiéndose mucho mejor que antes al estar arropada de aquella manera. Algo le decía que Eddie no iba a volver a hacerle daño, no de esa manera, y no como habían hecho otras personas a lo largo de su vida.

-Gracias...

En el fondo se sentía un poco egoísta, después de todo había sido a él a quién habían apuñalado.

-Tienes suerte de que sea de complexión atlética, porque abrazarte entera no es moco de pavo -dijo, apretándole el brazo con avaricia-. Alégrate por mis manos grandes. -Sacó la lengua. Llevó una mano a su pecho y lo apretó también, echándose a reír cuando ella se quejó y le dio un codazo-. ¡Es broma, es broma! Es una mentira de pooka. Eres preciosa y me encantas, y estoy deseando cortejarte hasta que me dejes echarte el guante otra vez.

-Qué imbécil eres, quita -dijo revolviéndose y tapándose el pecho-. Si es que no puedes aguantar ni un momento sin hablar de política o religión en la mesa... Hum... -la pooka torció el gesto, pero pareció calmarse al escuchar los últimos cumplidos-. Siéntate recto.

-Pero si te quiero. Anda, dame un beso. Me he lavado los dientes, no hay cristal.

Van Doren le dio un beso como le pidió.

-Ahora será mejor que me pidas todos los postres que tengan como disculpa.

-Lo que diga mi señora.

Eddie volvió a su asiento y llamó al camarero para pedirle una degustación de postres y una ración doble de tarta de chocolate. Cuando acabaron de comer y volvieron a casa, Eddie corrió al cuarto de baño para vomitar gran parte del banquete de postres. Por mucho hambre que tuviera, su cuerpo no estaba en condiciones de soportar tanto trote y se había negado. De mal humor, el redcap volvió a lavarse los dientes y se dejó caer en la cama, estremecido.

-Dame aspirina. O paracetamol. O lo que sea.

Van Doren buscó en el armario del baño y volvió una pastilla de paracetamol y un vaso lleno de agua. La pooka se recostó a su lado en la cama, apoyando la espalda en el cabecero de la cama y le ofreció ambas cosas.

-Toma... Eso te pasa por ir en bragas por la vida -dijo y le acarició el pelo repetidas veces-. Sabes que tienes las defensas bajas y que te es muy fácil coger frío.

Eddie tomó la pastilla y la tragó como un niño bueno. Cuando se tumbó a su lado, apoyó la cabeza en su halda y le abrazó la cintura buscando más caricias.

-Yo también tengo derecho a que me cuides, joder.

Cerró los ojos y suspiró. El teléfono junto a la cama rompió a sonar y Eddie le pidió que cogiera.

-¿Estoy hablando con la casa de Edward Castle? Soy de la policía. Bien, Anne Van Doren nos dejó éste número como contacto. Su casa de la calle Devin ya puede volver a su posesión; la investigación en ella ha finalizado. Puede recuperar sus llaves en la comisaría y entrar cuando quiera -informó la voz.

-Muchas gracias, caballero -contestó ella, a pesar de que la voz era innegablemente femenina.

Van Doren carraspeó sin dejar de acariciar el pelo a Eddie. No sabía como tomarse la noticia, se había hecho a la idea de que iba a pasar en casa del redcap unos días más y ahora volver a casa se le antojaba precipitado. 

-Tengo que ir mañana a recoger las llaves nuevas a comisaría. Espero que hayan limpiado... Bueno, ya sabes -solo de pensarlo le daban escalofríos. No estaba segura de poder ir a entrar en la habitación a comprobarlo.

-Mmm... ¿Te vas a ir, entonces? ¿Crees que es buena idea que vayas a dormir sola? -preguntó el redcap abriendo un ojo y mirándola desde su halda.

-Puedo cuidarme sola, ya lo sabes -le dedicó una mirada tranquilizadora, aunque a Eddie no le faltaba razón-. Mañana iré a echar un vistazo y a comprobar que la policía y los forenses no se han llevado mi ropa interior. No sería la primera vez.

Eddie contuvo una carcajada.

-No les culpo. Ni los condeno. Si no tienes bragas eso significa que no vas a ponerte nada bajo la falda. Es un pensamiento alegre de los que hacen volar a Peter Pan. Pero no tienes por qué marcharte tan pronto. Ya sabes que puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras. Además, yo estoy enfermo, ya ves...

-Pienso ser tu enfermera sexy guarrona, no te preocupes, aunque no vas a poder tocar nada hasta que me cortejes -de ese modo tenía una excusa para quedarse un poco más-. Pero igualmente tengo que ir para asegurarme de que todo está en su sitio... Y llamar a alguien para que fumigue.

-Mmmm... Enfermera sexy guarrona... La cosa promete. -Se volvió bocarriba y llevó las manos a sus pechos sólo para reírse cuando ella se las apartase-. ¿Necesitas que llame al equipo de limpieza? La oferta sigue en pie...