Partida Rol por web

Viernes, 30 de noviembre de 1984 - 20:15

Los Sexy Ocelots habían reservado el Nightbreak para un concierto apresurado sólo gracias al montón de entradas que habían vendido previamente. El dueño no tuvo opción ni ganas de negarse; le acababan de llenar el local hasta los topes sin que tuviese que mover un dedo.

Las puertas se abrían a las siete y media, con lo que pronto todo se llenó de mortales en diverso estado de sobriedad. Los escogidos habían sido Soñadores y humanos jóvenes que frecuentaban los círculos de éstos. Kinain y changelings habían sido añadidos sólo para condimentar la mezcla y hacer surgir la chispa; la música de Pan haría el resto. O al menos, eso les había prometido Tina, la sátiro. Allí estaba ella con un corsé que parecía robado del armario de Van Doren, abundante maquillaje blanco y negro y los rizos despeinados estratégicamente. Se había preparado una "zona ritual" consistente en cuatro círculos alquímicos pintados con tiza que dos borrachos ya habían invadido hace rato para bailar con ella aunque no hubiese música en directo. Tina, igualmente embriagada, había aceptado la propuesta con gusto y ahora se mecía entre ellos dos al son de Depeche Mode.

La música se cortó y Marcus y su banda subieron al escenario. Los trescientos o cuatrocientos expectadores aplaudieron a rabiar. El sátiro fue bastante simple:

-Somos los Sexy Ocelots y vosotros unos mierdas.

Y empezaron a tocar con ganas.

Craig había llegado de la mano de Calandra, a quien había permitido que le diera un toque de color en los ojos como muestra de rebeldía rockera. En realidad tenía un par de brochazos de sombra de ojos dorada y algo de rimel, lo que no le quedaba nada mal, pero verlo así y con su ropa de habitante de los suburbios modélico resultaba una mezcla bastante incomprensible. Saludó a todo el mundo con cordialidad y se quedó mirando a Shyam más de lo cortés, a Van Doren con una mezcla de respeto y temor y a Eddie, el consorte de la pooka, que había escogido para la ocasión su atuendo más metálico, con absoluto terror.

Eddie llevaba puesto el atuendo que le daba el aspecto de, como cierta sluagh dijo una vez, el hijo bastardo de un redcap y el cajón de la cubertería. Acercarse a él parecía peligroso por la cantidad de pinchos que sobresalían por todas partes y los dos machetes que le colgaban de las caderas. En el pecho, casi curada, una de sus heridas provocadas por Hierro Frío había quedado ennegrecida y abultada. La cicatriz era bastante fea, pero el redcap parecía muy orgulloso de ella y no dejó de insistir a Shyam para que se fijase bien en su gravedad, como si eso lo convirtiera en mejor guerrero.

-Me voy a por algo de priva. ¿Qué quieres? -le preguntó a Van Doren.

-Un alma joven -le contestó.

Van Doren no estaba de humor para fiestas, pero por suerte el éxito de la noche no dependía de ella como si que ocurría en los eventos que organizaba en su negocio. La última vez que había ido a algo parecido alguien había intentado matarla y casi lo había conseguido con Eddie, así que procuraba no mirar a nadie que pudiera tener la intención de entablar conversación con ella.

No se sorprendió al ver a Craig por ahí del brazo de Calandra, pero tampoco hizo mucho más por acercarse. Estaba cansada de ir detrás de él, así que si la liaba iba a ser cosa suya.

-O una tónica.

Shyam compartía el estado de ánimo de la pooka, y aunque procuraba mantener cierta alegría saludando a gente, sus respuestas resultaban demasiado cortas y concisas como para maneter una conversación fluida incluso con los que ya conocía. Además se mantenía adrede cerca de Eddie, cuya apariencia contrarrestaba lo suficiente con la suya como para mantener alejada a la mayoría.

-Voy contigo -añadió con rapidez siguiendo los pasos del redcap en dirección a la barra.

-Pues ahora vengo. Y anímate, joder -dijo pellizcándole el culo-. Que esto parece un funeral y es un concierto de rock. -Le dio un beso en la mejilla-. Luego te saco a bailar.

El redcap y el sidhe se alejaron hacia la barra esquivando humanos bailando.

Eddie pidió una pinta de cerveza para él y una tónica para Van Doren, pero también un chupito de tequila que se bebió antes de darle un trago a su litrona. El redcap parecía de un buen humor extraordinario, nada comparado a la amargura del hospital. Sin estar conectado a vías y electrodos, Eddie había recuperado gran parte de su energía juvenil. Shyam notaba el Glamour crepitando en su interior como no lo hacía desde mucho tiempo atrás.

El redcap le dio una palmada brusca en la espalda.

-Tú también tienes cara de muerto. Tío, ya sé que estás jodido por lo que ha pasado, pero yo me regodeo al pensar en que esto va a servir para encontrar a esos capullos y sacarles las tripas por la garganta. Va a ser divertido. -Dio otro trago más-. ¿O es por la chavala de Annie?

Calandra, cuyo colorido traje de noche con lentejuelas y rededilla de perlas desentonaban bastante con el ambiente del local, tiró de la mano de Craig para que dejara de mirar a Shyam y le condujo junto a Van Doren y Eddie.

-Ay, sí, tráeme algo de beber a mí también, cielo -dijo, colgándose del brazo de Craig. Le besó en la mejilla y le empujó suavemente hacia Eddie.

Craig les había seguido, dubitativo. Tenía el rostro entre pálido y verde, y miraba a Eddie con horror inenarrable. El redcap no parecía haberse dado cuenta de este hecho, más que nada porque el humano procuraba evitarle y utilizar a Shyam de escudo.

-Un... un destornillador -dijo al camarero-. Bueno, dos.

-Annie -repitió como si fuera un chiste. No terminaba de acostumbrarse a ver a Van Doren como algo más que la Madame del Terciopelo-. No he venido aquí a hablar de mi y mis problemas, así que cierra la boca. En un par de días esos cabrones estarán muertos y el feudo de vuelta.

Le dio un trago pequeño a la cerveza que había pedido para él, y que pretendía conservar un buen rato antes de pedir la siguiente. Mientras, miraba al infinito con fijeza como si allí se encontrase la verdad que pretendía alcanza.

-¿Qué te parece tu nueva vida? -comentó mirando de reojo a Craig.

Craig tragó saliva.

-Mmmm... Supongo que... Bueno, todo es... Cal me ha contado lo que...

-Annie, sí, ¿qué pasa? -farfulló Eddie entre dientes-. Oye, chaval, ¿por qué estás temblando? ¿Te doy miedo o qué hostias? -Se tocó los mangos de los machetes, cada uno en su cadera-. Joder, no te voy a hacer nada, tranquilo. Anne me mataría. Aparte, no tengo nada en tu contra, no te cagues.

-Qué preguntas tienes, Ed -comentó Shyam negando con la cabeza. Apuntó a Craig con la botella-. Pero dice la verdad. No te quedes solo con las apariencias, Craig. Es el mejor tipo que conozco. Y si alguien te molesta es el que más miedo da. Son todo ventajas.

Craig se inclinó sobre Shyam para decirle algo al oído.

-Cal me dijo que... mmm... Que era un poco caníbal... ¿Es eso... es eso verdad?

-Ja. Eddie es tan caníbal como Cal mentiroso. No tienes nada de lo que preocuparte.

Craig hizo un mohín, pero el rostro de Shyam era tan hermoso y su voz tan convincente que pareció admitir lo que le decía. Se relajó un poco, aunque no mucho, y llegó a mirar a Eddie sin temblar.

-Bueno, lo siento. No debería haberme dejado llevar por las apariencias. -Le tendió una mano-. Soy Craig, señor Castle. Mi madre me ha hablado de usted.

Eddie se la estrechó de buena gana.

-Señor Castle me lo llaman los mamones a los que pago para que hagan cosas por mí. Tú me puedes llamar Eddie, qué cojones. Eres el novio del amigo de mi novia y los dos tenemos la mala suerte de estar pillados por putos pookas, así que supongo que podemos ser algo así como amigos. Tienes suerte de que me sienta especialmente Luminoso estos días.

Craig miró a Shyam interrogante.

-¿Putos pookas?

Shyam le palmeó el hombro con camaradería, esbozando una sonrisa que parecía lamentar la suerte de Craig.

-No sé cuánto te ha contado Cal, pero digamos que nosotros -señaló a Eddie- estamos divididos en... diferentes tipos de hadas. Eddie es un redcap y es putamente terrorífico. Yo soy un sidhe, y Cal y Van Doren son pookas. Todos los pookas tienen algo de animal y mienten más que hablan. También hay sátiros y más cosas. Ya lo irás aprendiendo.

-Salir con un pooka es lo peor que te puede pasar en la vida, y enamorarte de uno ni te digo. Son odiosos. No hacen más que mentir, tocarte los cojones, gastarte bromas sin gracia... -Eddie sonreía tras la litrona. Paró para beber un largo trago-. No sé si te has dado cuenta, pero son unos faroleros de mierda. A veces retuercen la verdad un poco y no te das ni cuenta. Otras, lo hacen a lo bestia y está claro que quieren decir lo contrario. Pero en ocasiones quieren decir exactamente eso. Cuando te dicen sí, puede que sea sí... o no. Y nunca sabes hasta qué punto exageran. -Apoyó la mano libre en la empuñadura del machete-. Amo a esa mujer como los tiburones aman la sangre... y qué a gusto le daría tres o cuatro hostias de vez en cuando sólo para que se callase. Al final te pasará lo que le pasa a todos los que salen con pookas: o acabas hasta la polla y los dejas, o aprendes a sortear sus bolas y a entender un poco lo que quieren decir.