9 de mayo de 1999 - 11:35
Danielle había acudido a la corte con la intención de hacer averiguaciones al respecto de Helène. Dado que nadie en Blois parecía saber nada sobre el tema, debía acudir a los plebeyos más alejados de la intriga cortesana.
Tú dirás a quién preguntas.
Lo primero que hizo fue buscar a Nadia y a Rochelle con la mirada. Suponía que alguna de las dos sabría algo o, si no, podría indicarle alguien con quien hablar al respecto... No le hacía mucha gracia hablar con la oscura ya que lo que sabía sobre ella no era algo que fuese a emplear por algo tan trivial pero, cualquier cosa que pudiese averiguar bueno sería.
siento el retraso, que ayer estuve de examen
La trovadora había tenido un momento de descanso debido a la ausencia de Lord Lothar, que había acudido al Mundo Gris para darse su ración de mundaneidad semanal. La Canciller se ocupaba de las funciones de gobernante en su ausencia, dado que Sarianne también tenía compromisos en su otra vida.
Nadia había acudido a las cocinas para comer algo. Aunque su estado era casi de esclavitud, al menos el Conde le daba todos los caprichos que quería... excepto el que más deseaba: escapar. Sonrió al ver a su querida amiga Danielle y se acercó a paso rápido.
-¡Dama Danielle! Me alegro mucho de veros. ¿Queréis algo de comer? Acabo de venir de la cocina. Bernhart está preparando guiso de pollo y huele que alimenta.
Danielle sonrió al ver a Nadia.
- Será un placer. Ya sabéis que odio comer sóla y, generalmente, no hay muchas personas en la corte que consientan a almorzar en paz. ¿Qué tal todo? Parece que hoy será un día tranquilo...
La eshu suspiró.
-¡Uf! Desde luego que sí. Empiezan a dolerme los dedos de tanto tocar el laúd. Me dan calambres y me agobio.
Su semblante se tornó en tristeza.
-Oh, Dama Danielle, si pudiérais convencerle...
Danielle negó lentamente con pesar.
- Nadia, sabéis que lo he intentado... seguiré haciendolo, pero me temo que pocas cosas podrían desviar su atención... aunque tengo un par de ellas en mente. Pero ya sabéis que es complicado razonar cuando no quiere hacerlo.
Suspiró antes de seguir, pero más como un murmullo para sí misma que otra cosa.
- Tal vez hubiese debido dejar que la muchacha Gwydion cantase el otro día.
-Tengo unos terribles sueños por las noches. No hago más que ver lo que podría visitar y no puedo, a mis padres, al Conde... -Bajó la voz-. Al Conde matándome porque ya no le gusta mi música. No puedo dormir, no puedo descansar. No quiero huir, mi señora, pero... Si sólo...
- No hagas ninguna tonteria, Nadia. De momento espera un poco más... algo se nos ocurrirá. Si huyes... toda Nustria te perseguirá, lo sabes.
Suspiró de nuevo antes de seguir.
- Además, aquí pasa algo y no sé bien que.
-¿Puedo saber a qué os referís? -preguntó la eshu.
- Tengo la... sensación de que no es casualidad lo que ocurrió con la doncella de la Dama Ariadna. Me gustaría preguntarte que opinas al respecto... así como que piensas de nuestras invitados.
-¿Casualidad? ¿Y por qué querrían ofender al Conde, y quién? La verdad es que yo aún no he tenido oportunidad de conocer a la Dama Ariadna. Con Sir Marin he hablado un poco, aunque mejor dicho, me limité a contestar sus preguntas. Es un caballero bastante inquisitivo -dijo Nadia.
- Se cuenta que hay cierto ducado que quiere anexionarse el condado... ¿sabes quien denunció lo acontecido?- Danielle frunció el ceño al escuchar a Nadia.- ¿Qué clase de preguntas?
-Sir Marin fue quien lo denunció. La pilló a escondidas en una de las habitaciones vacías -informó la eshu-. Y a mí me hizo varias preguntas sobre el Conde: sus costumbres, su estado actual, si tenía pretendientes... Parecía como si pensara que yo era una de esas pretendientes.
- A ver si lo entiendo... ¿no había nadie más que pudiese ratificar lo que ocurrió?
-¿Estáis insinuando lo que yo creo que insinuáis? -preguntó la eshu, algo insegura-. Mmmm... No sé, es un Gwydion, ¿no? Y todo el mundo sabe... Bueno, al menos la mayor parte de los plebeyos sabe... que Helène no estaba demasiado bien. Es una sátiro, se da a los excesos. Pero no creo que Sir Marin y la Dama Ariadna... No sé, Dama Danielle. ¿Seré demasiado buena? Es que no los veo capaces...
Danielle suspiró de nuevo.
- Quiero eliminar toda posibilidad de duda. Es cierto que Helena no estaba muy bien pero no creo que nadie este tan loco como para hacer lo que hizo... Además de que todos sabemos que hay muchas miradas puestas en el condado.- y que nada es lo que parece, pensó para sí misma
-¿Y a quién beneficiaría que la pobre Helène fuese expulsada? -preguntó la eshu con timidez.
-Tal vez la pregunta no sea a quien beneficia sino a quien perjudica...- Danielle se acarició la barbilla ligeramente.-Aunque sembrar la inestabilidad en el condado beneficia claramente a una persona.
-Me tenéis en ascuas -dijo Nadia, mirándola fijamente.
- A la duquesa. La única persona que gana enemistandonos a unos con los otros.- Danielle suspiró.- Aunque siempre cabe la posibilidad de que me equivoque, por supuesto.
Danielle miró a su alrededor, viendo ya como los preparativos de la cena se empezaban.
- Vaya, parece que llevamos hablando más tiempo del que pensaba...- sonrió a Nadia.- Ya sabéis lo que dicen: el tiempo pasa enseguida si la compañia es buena. Y dudo que nadie pudiese desear una compañia mejor que vos.