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El eco del Diablo

El Eco del Diablo

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01/03/2018, 09:06
Stoa de Istro

Cada uno se tapó como pudo.

Elliot fue el primero en verlo. A unos veinte metros de altura el techo de roca parecía un desierto helado y andando por él había una hilera de treinta o cuarenta mujeres ataviadas con túnicas blancas. Cantaban al unísono, lánguidas, con el pelo afeitado, tan pálidas que se confundían con el paisaje. A paso lento contoneaban sus cuerpos en una danza macabra, haciendo un efecto inhumano. Parecía una hilera de orugas blancas sobre la nieve, casi invisibles en la noche. Y a los ojos del soñador Leah, apuntando con su arma parecía un pájaro dispuesto a depredarlas.

Daniel disparó hacia arriba, guiándose por la mirada de Elliot. Allí estaba el objetivo, pero él no lo veía. Su escopeta sonó como el trueno retumbando con un relámpago sin darle a nadie.

Empezó a caer una lluvia fina. Algunas gotas se perdían en la ropa o en los plásticos, pero otras hacián un agujero fino como un alfiler que atravesaba ropa, carne y hueso hasta caer al otro lado sin hacer daño físico, dejando un agujerito, un hueco en su ser que desprendía un brillo sutil visible en esa oscuridad. En este primer momento la llovizna afectó a todos, levemente. A Elliot y a Albin más que a los demás. Ellos parecían asaltados por pecas brillantes, como si les hubieran tirado un puñado de purpurina.

No notaban dolor ni cualquier otro síntoma pero ese líquido parecía llevarse con con él la imagen de quien mojaba amenazando con hacerlo desaparecer poco a poco. Borrándolo literalmente del mapa.

Leah también vió la columna con nitidez. De sus días con Ammyt había aprendido a sentir el terror, incluso recordó la sensación de hambre. Apuntó con cuidado, como había aprendido, sin inmutarse por nada, como si sólo existiera su presa en el mundo. Y entonces la vió. Allí arriba sólo había una persona -el resto de la fila era como una estela resultado del hechizo- y esa persona tenía miedo. La tenía al alcance, en el centro de su mirilla.

- Tiradas (10)

Notas de juego

Dificultades del disparo (percepción más agredir):

Para Leah 7.

Para Daniel 15.

Para Elliot 13.

Como la tirada de percepción de Leah ha tenido un éxito excepcional, tiene derecho a hacer un segundo disparo en el mismo turno, éste con dificultad 11.

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02/03/2018, 01:39
Leah Beth Tautou

El cumulo de emociones me agolpaban sin poder explicarlo. Todo era realmente bizarro porque sencillamente no tenia sentido y aun asi sentía el miedo o el terror en mi propia piel como tiempo atras, aunque tal vez no era mi miedo, no eran mis emociones.

Ahora tenia un objetivo, un blanco. Pero y si no eran hostiles? si eran victimas de los soñadores como ya habiamos visto? Que era verdad, que era mentira? 

El canto, las mujeres, la escarcha que caia del techo, No! No podia ser algo bueno.

Dude por un instante luego dispare pero apunte para no matar. Si estaba en un error no queria matar a nadie y ademas podriamos interrogarle.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Vaya, que no me esperaba algo asi. Cortito porque no quiero atrasar las acciones.

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02/03/2018, 09:20
Arthür Guitry (pnj)

Arthur sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su chaquetón, lo desplegó y sin mediar palabra lo lanzó sobre la figura para luego levantarse y recogerla envuelta en él. Evitando en lo posible tocarla ató un nudo de tal forma que el infame objeto quedó envuelto como en un saquito. Lo hacía todo con tal determinación que los demás permanecían expectantes, a ver que hacía.

Sosteniéndolo entre el índice y el pulgar se se lo ofreció a su amigo.

—Mats creo que lo más adecuado sería que la guardaras tú mismo hasta que sepas qué puedes hacer con ella.

Notas de juego

1/3

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02/03/2018, 09:22
Marismas de Clairmarais

Tras la anécdota de la figura se pusieron de nuevo en marcha y diez minutos después una hoguera se hizo visible en medio de la laguna delatando tierra.

Yuri guió la nave hacia allí y pronto llegaron a un montón de árboles secos que parecían emerger del agua, como si la laguna se hubiera tragado un bosque.

Notas de juego

2/3

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02/03/2018, 09:45
El Balneario

Maniobraron entre la vegetación como siguiendo una senda intrincada. Iluminados lúgubremente por el farol entraban y salían por verdaderos túneles formados por el ramaje.

Pasaron junto a una antigua barcaza de recreo ruinosa que parecía haber naufragado hace un siglo y se detuvieron en los restos de un antiguo embarcadero de madera.

Allí les esperaba Cléo sosteniendo cogidas de la mano a Édith y a Victoria, otra niña unos tres años menor que Mats conocía de su anterior visita a las marismas. Édith llevaba un pañuelo anudado en la cabeza -tapando la calvicie provocada por la operación- y Victoria, más bajita que ella, un sombrero de paja. Las tres se quedaron estupefactas al ver a Sophie en la camilla.

Cerca de ellas, en un terreno elevado al que se accedía con una escalinata y que alguna vez debió ser un mirador ardía la hoguera que les había servido de faro.

Notas de juego

3/3 Ya podéis postear.

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02/03/2018, 16:00
Elliot

Contra el blanquecino de la escarcha Elliot distinguió de pronto decenas de pálidas figuras danzantes. Sus movimientos eran inhumanos y un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza cuando las vio avanzar como una hilera de almas en pena en una especie de desfile infernal.

De lo alto comenzó a caer una lluvia muy fina tal como había predicho. Sin embargo nada parecía poder detenerla. Cuando Elliot vio cómo la primera de las gotas que le impactó atravesaba su ropa, su piel, su carne, cambiando su ser por un punto de luz, el espanto hizo presa de él; parecía que las aguas de Lete caían sobre sus cabezas, amenazando su existencia, amenazando todo lo que eran y también probablemente su memoria de entre los vivos. ¿No era eso lo que tanto temía? ¿No era eso lo que hacían los cultistas, hacer que todos olvidaran a quienes tomaban presos? A Édith la había recordado su padre, aunque fuera de forma oscura. Sophie había roto el hechizo de alguna manera que no había podido averiguar. Pero, ¿y él? Él ya había fracasado antes.

-No, ¡por favor!... ¡No!

Miró a sus compañeros por un instante, terriblemente angustiado. Vio cómo Daniel disparaba hacia arriba repetidamente, al parecer sin apuntar. Leah sin embargo tenía la mirada fija y su quietud y atención de depredador indicaban que había localizado, de entre todas aquellas figuras, a la que emitía los sonidos. Entonces la detective disparó, impactando en una de las mujeres.

Elliot apuntó con el fusil de Ellisif. Contuvo la respiración. Todo parecía detenerse.

Disparó.

Había fallado.

Mientras trataba de no perder el blanco de la cantante se aferró a la que creyó su única esperanza:

-Clementine... -susurró para aquella que no estaba- No lo olvides...

Después comenzó a repetir sin parar para sí mismo: -Julian, Daniel, Leah, Albin, Gabriel, Anjum, Agustin. Julian, Daniel, Leah, Albin, Gabriel, Anjum, Agustin. Julian, Daniel...

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

¿¡¡Un 12!!? Por qué poco.... x-(

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03/03/2018, 10:05
Daniel Mallutz

Cuando los tiroteos empiezan...Lo único cierto es que si tienes que pensar vas a ser esa decima de segundo mas lento que te va a matar. Digo tiroteo por que para lo que esta empezando a pasar no encuentro una mejor palabra. Aunque lanzar balas contra una avalancha es mas propio de ser llamado quijotada.

Pero has de hacer lo que has de hacer y como agente de la ley, como policía te han machacado para que no tengas duda, para que no pierdas esa fracción de momento, para que la agresión no se lleve lo que estas protegiendo.

Si alguien vuelve a decirme que un mundo, en el que una persona se tiene que retorcer y entrenarse para lograr automatizar este impulso, no esta jodido le partiré la cara. Descargando el mal de este momento.

Normalmente el que estará al otro lado de ese puño seré yo. Y el mazo con el que te das sera la bebida, el sexo y digamoslo bien, ahora que estamos siendo precisos en nombrar a las cosas por su nombre, un nihilismo suicida.
Pero si uno llega a eso, es así por que la verdad es que el universo no es todo basura.

¿Por que te meterías a sangrar el esfuerzo, que orada a picotazos tu espíritu y daña tu alma, si no sintieras que al final sobrevivirá, no...no es correcto,... pervivirá,... la belleza y el numen y mas allá, la Presencia Perfecta, la que le da sentido, forma y alma a todos y cada uno de nosotros?

Quizás es demasiado evidente que para cada uno ese reflejo de Dios se da en sitios distintos y que para mi se resumen en el contorno a carboncillo y cera divino trazado como Leah Tatou.

No me engañare pretendiendo ser mas profesional de lo que soy y establecer que de los cuatro blancos a proteger la elijo a ella por que es la mas preparada o por que esta apuntando con mas seguridad.

El cerrojo del adiestramiento no es el me impele a derribar y detener con preferencia a cualquier enemigo que la amenace y disponiendo como secundarios o terciarios a los que arremeten a los demás.

No experimento el efecto de la lluvia sobre mi mas que por la angustia de verlo reflejado en los otros. Albin y Elliot casi empiezan a brillar pero es un resplandor macabro, el perfilado visible de la nada y el horror que esa anulación sistemática conlleva. Pero me dirijo a la figura menuda y concentrada de mi compañera.

Mo Cheile tenia en la mira un blanco y yo voy a ser su escudo de fuego hasta que se me acabe la munición y utilizare lo que me reste para protegerla.

Mi apuntado no llega a ser ni siquiera potable pero la andanada parte de la boca del arma confiando en que si tiene que impactar una mano superior me guie. Por favor Señor asistenos contra los malvados. Ayúdanos a no errar.

Después los pocos metros entre mi Chialin y yo, se agotan y con impulso me detengo justo delante de ella para fijarme en el suelo con la mayor firmeza ofreciéndole el hombro como base para el siguiente disparo.

-Apóyate en mi, Mo Chialin.- le digo guiñando un ojo no solo por que se que mejoraran sus posibilidades de acertar si no por que con la acción mi cuerpo le hace de parapeto. ¿Como no hacerlo si es ella la que ha rellenado y sigue haciéndolo los huecos de mi ser? Mientras quede una mota de mi ser y ella viva aun seguirá existiendo la esperanza.

-Acabemos esto juntos.

Y por una porción infinitesimal de segundo rozo su cuerpo con el mio con mas significado que el simple impacto de carne contra carne. No pienso en nada mas que en terminar este infierno y hacerlo con ella. Mis brazos se estiran sujetando el arma pero petrificando el gesto. Dispuesto solo a disparar cuando lo haya hecho ella.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Introspección + Pne = 4 para sentir la mano de Dios si es preciso en el sentido correcto. oculta por que los caminos del señor son inescrutables, je. Per + Agr = 4 para disparar. Introspección + Atl = 4 para endurecer la pose con meditación momentánea y templado de nervios sobre la base de mis sentimientos y convicciones. No se si romántico valdrá y si hay una acción en la que usar esfuerzo es esta y el posible tiro de protección siguiente.

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04/03/2018, 22:15
Stoa de Istro

La danzante subió el tono de su cántico hasta una nota muy aguda que vibraba fuertemente causando dolor en los oídos y lo que era una ligera llovizna se convirtió en un chaparrón, una cortina de agua que hacía difícil ver más allá de tres o cuatro metros.

Los puntos brillantes se fueron convirtiendo en verdaderos agujeros que daban una terrible sensación de vacío. El primero en desaparecer fue Albin. Una mirada de terror y dejó de existir para el resto. Como si no lo hubieran conocido. Los recuerdos cambiaron en todos los que le conocieron borrando toda interacción que hubieran tenido con él.

Luego le ocurrió a Elliot. Su imagen era borrada hasta para él, como si con cada gota perdiera incluso la conciencia de sí mismo.

Cuando uno desaparecía dejaba una sensación de pánico, un doloroso sentimiento de pérdida en los demás. Pero ningún recuerdo con respecto a él.

Si intentaron disparar fue en vano. El fuego de las armas no detenía la lluvia.

Daniel desapareció sabiendo que no podía salvar a Leah. Si los enamorados intentaron decirse algo vieron que las palabras no salían ya de su boca, como si también fueran arrastradas a la nada.

En unos diez segundos todos desaparecieron, los unos para los otros, y cada uno para el resto del mundo. Era como si no hubieran nacido.

Notas de juego

1 de 2.

No se pueden hacer referencias a este instante en los siguientes post.

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04/03/2018, 22:20
Director

Era como si no hubiera nacido, pero aunque nadie reparara en él, estaba ahí… ¿Cuánto tiempo había pasado? Daniel no era muy consciente del paso del tiempo, ni siquiera estaba seguro de si ser como un fantasma era una condición suya, desde siempre, o había tenido una vida antes, como parecían indicar sus tatuajes. Habría dudado de si había tenido una vida diferente a errar en el presente, inadvertido, de no ser por la angustiosa sensación de que le faltaba alguien. Vestía harapos y no conocía ni su nombre. No recordaba nada de su vida ni a nadie que hubiera conocido nunca y andaba de un sitio a otro por las calles de París, casi como un animal. Incluso le costaba pensar con palabras.

Había descubierto que la gente tenía con respecto a él una especie de amnesia anterógrada. Podía hablarles pero en cuanto él desaparecía de la vista de sus interlocutores ya no le recordaban.

A no ser que hiciera algo estridente la gente no reparaba en él. Los coches no paraban en los pasos de cebra y podía llevarse comida del supermercado sin que ni siquiera sonara la alarma. Si gritaba a alguien, éste le huía. Si se ponía frente a alguien y le miraba a los ojos, éste hablaría con él pero bastaría una mirada a otro lugar para que el otro olvidara cualquier cosa que le hubiera dicho.

Incluso a él mismo le costaba recordar su vida de un día para otro. Ahora Daniel estaba sentado en un banco, junto a la entrada a una estación de metro. Era por la tarde, casi anochecido.

Notas de juego

Puedes narrar el aspecto físico y la ropa de Daniel. No recuerda nada de su vida ni sabe quién es.  Cualquier pregunta que quieras hacer al respecto, en la escena "Recapitular, teorizar, intercambiar ideas, acordar planes".

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04/03/2018, 22:27
Director

Leah estaba dentro de un vagón del metro. Desprendía un fuerte olor corporal ¿Cuánto hacía que no se había duchado? ¿Varias semanas? ¿Nunca? Vagabundeaba de aquí para allá sin recordar nada de su vida. Ni siquiera sabía su nombre o profesión. Sólo tenía un objeto que reconocía como suyo: una pequeña pistola con un par de cargadores que escondía con celo. Y sabía usarla.  

Entre la multitud la gente ni la miraba. Si hablaba con alguien tenía que captar su mirada y verbalizar fuerte, casi con violencia, para que no apartaran la vista y la huyeran. Y bastaba con que apartaran un momento la mirada para que la olvidaran totalmente. Era como si Leah no existiera para el mundo y fuera imposible de recordar para nadie.

A menudo se sorprendía de haberse olvidado de su propia cara. Sentada en el metro, dormitando, miraba su reflejo en la ventana de enfrente.

No sabía si era así desde siempre o era por algo que e hubiera pasado alguna vez. Sospechaba que había tenido una vida antes. Sólo eso explicaría la pistola y una sensación, como una punzada en el pecho, una certeza de que le faltaba alguien a quien amaba pero que no recordaba en absoluto.

Notas de juego

Puedes narrar el aspecto físico y la ropa de Leah. No recuerda nada de su vida ni sabe quién es.  Cualquier pregunta que quieras hacer al respecto, en la escena "Recapitular, teorizar, intercambiar ideas, acordar planes".

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04/03/2018, 22:28
Faro de Bass Harbor

ISLA MONTE DESIERTO. PARQUE NACIONAL ACADIA. MAINE, EEUU.

UN MES DESPUÉS.

Elliot marcaba los días en un cuaderno que llevaba en un macuto. Había pasado un mes desde que no recordaba nada, ni siquiera su propio nombre. Sabía que aunque su memoria episódica había sido borrada, su memoria "procedimental" estaba intacta, mostrándose a menudo en forma de intuiciones. Se sentía como un pastor que ha perdido su rebaño.

Lo que le había pasado no sólo afectaba a su memoria. Era como si todo el mundo tuviera amnesia anterógrada con respecto a él. Para hablar con alguien tenía que acaparar su atención y con que le perdiera de vista unos segundos su interlocutor se olvidaba de él.

Por intuición sabía que su mente viajaba en los sueños y guiado por un sueño se las había apañado para llegar a un sitio que reconocía como muy especial, aunque no sabía por qué.

En su estado resultaba fácil colarse en los transportes públicos. Cruzó el océano en un avión en el que ni siquiera le pidieron el billete. Luego subió a un barco donde unos pocos turistas se disponían a visitar el Parque Nacional Acadia.

Frente a él, junto a un acantilado había un viejo faro y un par de casas que según un guía habían servido de residencia del farero y del guardacostas, pero ahora eran una residencia privada.

Notas de juego

Puedes narrar el aspecto físico y la ropa de Elliot. No recuerda nada de su vida ni sabe quién es. El personaje puede haber intendo hacer más cosas además del viaje. Puedes hacer uso de la "magia" del personaje, pero como si fueran intuiciones...

Cualquier pregunta que quieras hacer al respecto, en la escena "Recapitular, teorizar, intercambiar ideas, acordar planes".

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05/03/2018, 02:11
Clementine Ouvrard

Observé entre la fascinación y el asco el objeto que se deslizó desde la garganta de Mats hacia el exterior, lo miré con una sonrisa de lado y una expresión triunfante en los ojos: un problema menos, sea lo que eso fuera. Me pareció apropiado que nadie lo tocara y el método con el que lo recogió Arthur me pareció correcto, no se me hubiera ocurrido... A veces lo más sencillo es lo mejor. Le di unas palmaditas a Mats y lo miré esperanzada, quizás su carga estaría menos pesada ahora.

Sumergida en el pasaje irreal que nos rodeaba dejé escapar algunos suspiros, un signo que dejaba en evidencia la recapitulación a la cual me estaba sometiendo mentalmente. Al pasar junto al barco abandonado me pregunté tontamente si todos los que estábamos en la barca teníamos aplicada la vacuna contra el tétanos y comencé a preocuparme por vectores de enfermedades posibles.

Sin embargo, todas estas divagaciones desaparecieron cuando vi a Édith parada junto a la que debía ser Cleo, o eso deducía. ¿Acaso había crecido desde que nos separamos o era mi impresión? No pude evitar sonreír y agitar la mano suavemente saludando, me llamó la atención que usara un pañuelo para ocultar su cabello corto, quizás ya estaba entrando en la preadolescencia porque hacía unas semanas parecía importarle un comino cuestiones como esa. No veía la hora de hablar con ella; mi corazón se encogió un poco al recordar el momento en el que casi se muere y me alegré infinitamente en su renacimiento.

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06/03/2018, 04:11
Leah Beth Tautou
Sólo para el director

Que era esto? Donde estoy?......

Mire mi reflejo por la ventana y no me parecia poder reconocerme.

Acaso soy....

La imagen demacrada y desaliñada me aseguraban que la pordiosera frente a mi era yo misma. No podia creerlo, pero como los demas me veian daban a credito a como olía.

Mierda....

No tenia hambre y no tenia heridas aparentes asi que... que demonios hacia en el Metro? Sali en la siguiente estacion cuando senti el bulto en mi bolsillo. Saque el arma casi en automatico. Era hermosa. Al principio me asuste mucho, porque tenia un arma? Iba a robar a alguien? 

Escuche un grito y alguien se alejaba de mi al darse cuenta que era una loca callejera con un arma. No sabia porque pero sentirla entre mis manos me hacia sentir bien, me hacia sentir segura. Sin saber como revise el cargador y saque la bala de camara. 

Sabia usar armas. Soy mujer y apesto.

No reconocia la estacion y tampoco la sentia como algo familiar. Tenia que salir de alli. La gente no perdia tiempo en mirar a una indigente asi que tuve problemas en salir.

Porque tengo un arma....

No podia dejar de pensar en ello y de sentir esa extraña sensacion de soledad, de trizteza, de depresion. Estaba triste pero no sabia porque. Seria la menstruacion? Las mendigas tienen la regla, no? Yo debia saber esas cosas.

Mientras caminaba por la calle absorta, solo dejaba que los pasos me guiaran sin saber a donde ir. En cierto momento pense en darme un baño en el rio. Sabia que no importaria si me veian, pero estaria frio. No debia enfermarme. 

Quien soy... alguien debe saber de mi....

Pero la soledad me abrumaba. Algo me hacia falta, algo que no lograba recordar.

- Eso es lo mejor. No quiero recordar. Soy feliz asi, tengo mi arma y todos se van a la mierda.

Sabia que recordar me podria traer malos recuerdos, cosas que eran mejor dejar en el pasado. 

No! Queria ser feliz, era feliz en las calles y nadie me iba a joder. Camine por largo rato porque no tenia reloj y tampoco importaba. El tiempo era un invento de las privilegiados para dominar a los pobres. Yo era pobre. No sabia que era yo. 

Me acercaba a la gente pero todo me rechazaban con la mirada o con sus gestos. 

Malnacidos. ...

Tenia ganas de disparar el arma contra alguien solo para que supieran a quien iban a despreciar. No, no podia hacer eso. 

O si? Importaba? 

Entonces me di cuenta que extrañaba a alguien o a algo. Mi vida! Si era eso. Extraño mi vida.

Sentada en el piso cerré los ojos y trate de recordar, de encontrar un sentido.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Asumo que el arma es mi arma. Por eso la sensacion de seguridad. 

Asumo que estoy vestida como harapos. Si no es asi avisame.

Hice una tirada sin poner modificadores porque no se si aplica y si sirva de algo. Ya me diras. 


Debo felicitarte. Realmente no me lo esperaba y me he quedado sin aliento.   =)

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06/03/2018, 18:26
Elliot
Sólo para el director

El primer día que había anotado en su cuaderno se encontró caminando sin rumbo por una calle de París. Ese era el primero de sus recuerdos. No sabía a dónde iba ni de dónde venía. No encontró documentación alguna que le dijera quién era ni teléfono móvil que tuviera ningún contacto. En la primera confusión pensó que había sufrido un accidente o tal vez algún tipo de derrame cerebral que le había provocado una amnesia total, aunque no se encontraba dolorido ni tampoco parecía mermada ninguna habilidad física. Pronto sin embargo, en cuanto quiso interactuar con alguien, se dio cuenta que no bastaban aquellas explicaciones; ¿qué cosa en este mundo podía convertirte en una especie de fantasma, en alguien sin memoria ni identidad a quien nadie parecía prestar atención ni recordar en cuanto dejaban de mirarle? La angustia de las primeras horas habría sido devastadora si no hubiera sido porque sí recordaba algo: sabía que habían otros que de algún modo dependían de él, a quienes no recordaba y de quienes se sentía responsable.

¿Tenía familia? ¿Tal vez un amor que no recordaba? ¿Algún hijo? Estos pensamientos acababan paralizándole, espantándose al pensar que podían existir en algún lugar y no podía recordarles. ¿Necesitarían su ayuda y él no estaba allí? Pasaron varios días hasta que a fuerza de obligarse a templar la ansiedad se dijo a sí mismo que fueran quiénes fueran los encontraría aunque todavía no supiera cómo.

El primer día no durmió, vagando sin cesar por las calles, tratando de encontrar alguna que le pareciera familiar, que le diera alguna pista de si París era siquiera la ciudad donde vivía. Supo al hablar con la gente que tenía acento americano y que su lengua natal era el inglés. Podía estar a miles de kilómetros de su casa. Habló con la policía por si se encontraba en una lista de personas desaparecidas. Nada.

Los siguientes días durmió en hoteles. Era facilísimo ocupar una habitación y en caso de que alguien entrara, marcharse con una excusa estando seguro de que le olvidarían en cuanto abandonara la escena. Consiguió también ropa de algunas tiendas, un cuaderno, un móvil de tarjeta y una mochila. Comer aquí o allá tampoco suponía un problema. No se preocupó mucho de afeitarse y se dejó crecer la perilla.

 

 

Desde el primer momento comenzó a anotar todo lo que le parecía remarcable y averiguaba de sí mismo: americano, probablemente treinta y pocos, sabía leer música y tocar el piano y la guitarra. Hablaba francés bastante bien aunque con acento. No tenía cicatrices ni tatuajes. Pero por encima de todo había algo que centraba su atención: era capaz de recordar con gran detalle sus sueños, y lo que era más llamativo aún, de controlar sus acciones en ellos. En ocasiones llegó a preguntar a los personajes oníricos que encontraba si sabían cuál era su nombre. Éstos, como suele pasar cuando te diriges a elllos de una manera tan directa, respondían hablando de cualquier otra cosa.

Sin embargo había tenido un sueño que le pareció especial. En él vio un paraje peculiar, un pequeño faro cerca de un bosque de abetos. Supo que ese lugar existía y tenía que ver con él. Debía encontrarlo.

Ahora descendía junto a algunos turistas en la isla Monte Desierto, en Maine. Su acento tampoco coincidía con el de la gente del lugar, pero eso, aunque pareciera indicar que no era originario de allí, no excluía que hubiera podido vivir en la zona. No tardó demasiado en llegar hasta el faro que, según un guía turístico, era ahora una residencia privada. ¿Le reconocerían sus habitantes? El corazón le latía con fuerza cuando llamó a la puerta.

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07/03/2018, 03:11
Mats Bergstrøm

Como si se tratase de una situación que le ocurriese todos los días, Arthür se saca un pañuelo del bolsillo y recoge con él la figurilla que he regurgitado, envolviéndola y entregándomela. Tiene razón: esa mierda es mi maldición, por lo que sé, y aunque haya salido de mi cuerpo, todavía puede hacer daño. Asintiendo con gravedad, cojo la cosa de su mano y la guardo en uno de mis propios bolsillos.

Un rato después, la barca en la que viajamos llega a lo que parece ser otra orilla, aunque la oscuridad que lo cubre todo me imposibilita discernir el tamaño de la porción de tierra en la que vamos a desembarcar. Lentamente, nos colamos por un verdadero entramado de ramas que surgen del agua y apuntan al cielo como si fuesen lanzas; no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que alguien que no conozca este lugar a la perfección lo tendría muy difícil para acceder a esta orilla… O para escapar de ella. Sea como fuere, nuestros aliados no tienen ningún problema para dirigir la embarcación hasta tierra firme.

Tras pasar de largo un barco de pequeño tamaño que ha sucumbido a la humedad y el óxido, nos detenemos en un embarcadero que ha visto días mejores. Desde el suelo nos observan Cléo, Édith y la pequeña Victoria. Al mirarlas no puedo evitar sentir tristeza. Almas inocentes que se han visto involucradas en las maquinaciones de la inhumana secta que lo ha causado todo. Y Sophie… Sophie está a punto de unirse a ellas.

Ayúdame —le pido a Arthür, serio, mientras me agacho para recoger la camilla en la que dormita Sophie.

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07/03/2018, 07:51
El Balneario

Al calor de la hoguera, Édith le dió un fuerte abrazo a Clementine y no volvió a separarse mucho de ella en todo el mes que siguió.

-UN MES DESPUÉS-

El islote estaba poblado por un puñado de pequeñas chozas semiderruidas, restos de una aldea abandonada, coronadas por una construcción en forma de U de tres pisos de altura que por el mobiliario que conservaba parecía haber servido de balneario hasta los años setenta. Por lo que sabían Geneviève, Estelle, Dani, Yuri y los niños, que la habían visitado y esporádicamente habitado los últimos años, el lugar había desaparecido del mundo sin dejar rastro.

Se instalaron en un ala de ese edificio, repartidos en cinco habitaciones. Mats, Arthür, Ada y Sophie dormían en una de gran tamaño con una ventana con vistas a la laguna.

Clementine compartía habitación con Édith en otra más pequeña que tenía una gran terraza que daba al patio interior, el cual disponía de una piscina invadida por la maleza y visitada esporádicamente por escandalosas ranas.

Dani y su hermana Cléo ocupaban la habitación anexa a la de Clementine y Édith, también con acceso a la misma terraza.

Geneviève, Estelle, Yuri y las niñas -además de Victoria Clementine conoció a otra niña más pequeña, Jovanka, que casi siempre iba disfrazada de algún animal entre la rata y el lobo- vivían en otra habitación gemela a la de Mats.

Tenían una especie de estudio común con un par de mesas, libros y un ordenador. Un gran salón con una gran barra de mármol y una mesa de billar torpemente restaurada y unos baños cubiertos alimentados con un lodo que no hedía y que según los más valientes era la mar de saludable.

Los días pasaban con una extraña melancolía. Nadie tenía consciencia de que Elliot, Daniel, Leah, Gabriel, Anjum, Bélanger o Albin hubieran existido jamás. Tampoco tenían recuerdos de Khalil ni de la existencia de la secta de soñadores bajo la estación de Danube. Mats no guardaba ningún recuerdo de su encuentro con Gäetan, ni de su estancia en el templete. Ni de Vendela o nada relacionado con ella.

Sus recuerdos habían esquivado los vacíos para conectarse con coherencia: a petición del señor Montillet, Sophie había buscado a Édith. Arthür y Mats sí que tenían constancia del primer encuentro con un soñador -el que vino a llevarse Eugene, en la clínica de Saint Jean de Dieu, dónde habían conocido a Sophie- pero no sabían de Leah y Daniel ni de Vendela. Era, a todas luces, como si no hubieran existido. En sus mentes, el comisario César Pillet había encontrado a una chica tatuada y desmemoriada -Ada Bytnar-, y por el tipo de tatuajes que marcaban el cuerpo de Ada también había encontrado a Édith y con ella a Clementine. A Arthür y a Mats los habían contactado Estelle y Geneviève cuando investigaban a Sophie (por relacionarla con Édith, a quien buscaban) y más adelante Mats había contactado a César Pillet -en lugar de Albin- al indagar en la investigación del primer cadáver encontrado. Un René amnésico y casi demente era el único capturado, sospechoso de haber tomado parte del secuestro de Sophie y de haber matado a Ellisif durante el rescate.

Todo cambió -no sólo recuerdos, también registros, documentos, etc. -* para sacar de la existencia al grupo que había entrado a las minas y a los mismos sectarios que tenían localizados allí abajo.

Pero algo no encajaba y todos sentían un vacío, un desasosiego. Y aunque no lo habían verbalizado, en el fondo presentían que les habían robado a gente.

Sophie parecía que estaba saliendo del sopor, aunque de una forma inquietante. A veces se la encontraban sentada en la cama balbuceando. Un día sus compañeros de habitación se despertaron por el fuerte viento que incluso hacía golpear trozos de ramitas contra las ventanas y se encontraron a Sophie de pie cantando una terrorífica canción polifónica.

Fue tocarla Mats y volvió al sopor, cesando el viento.

El señor Berisha y César Pillet seguían en París y se estaba preparando la reunión entre Édith y su padre.

Notas de juego

1 de 2

(*) Cualquier duda al respecto os la contestaré en el post para recapitular.

Editado: he corregido el apellido de Ada.

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07/03/2018, 07:56
El Balneario

El periodista tiene un objeto que sabe que ha salido de su interior, como un bezoar, aunque no conoce cómo ha llegado a sus manos. Es una estatuilla que parece representar a una figura humana. Casi se podría decir que alberga algún tipo de voluntad maligna. Hasta ahora no ha hablado a nadie de la existencia de ese objeto.

Notas de juego

2/2

Ya puedes postear.

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07/03/2018, 08:02
El Balneario

Clementine tenía un sueño recurrente.

Al principio todo es oscuro y se va formando un paisaje cubierto de una niebla que resplandece sutilmente, por la aurora. Es una marisma que recuerda al paisaje del lugar que habita ahora en la vigilia pero tiene un aire más cálido, más mediterráneo. Las aguas tranquilas rebasadas por los juncos son de una profundidad misteriosa.

Bandadas de aves sobrevuelan el cielo oscuro tenuemente iluminadas por el paisaje. Un graznido puntual es el único ruido, aparte de la brisa que mece los juncos.

Asentado en fuertes pilares sobre la marisma de ese sueño hay un puente de piedra y en él está ella. Ese puente es lo único que puede cruzar esas aguas. Y Clementine despierta habiendo dado unos pasos más en cada sueño, despertando siempre con una mezcla entre emoción por haber estado en un lugar sagrado y miedo.  

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07/03/2018, 19:33
Daniel Mallutz
Sólo para el director

Estas solo.
Casi incluso para ti.
Casi desapercibido para incluso el tiempo.

Lo anterior es una condición difusa.
Las cosas y mas las personas, has llegado a intuir, tienen historias.
Tu, si ser un tu aun tiene sentido, no.

No hubiera importado si no fuera por la sensación.
El peso del vacío y el eco que la oquedad devuelve.
Una huella que no ha venido, ya estaba contigo.

Quien eras no te preocupo al principio y ahora sigue siendo la primera pregunta, la que sospechas se responderá la ultima.

Ese principio que aun ahora es difícil de recordar.
Con cualquier cosa es difícil de hacer funcionar la memoria.

Tus primeros pasos fueron abruptos.
Trataste de encajar.
No pudiste.
Te enfadabas.
Volvías a perder el hilo.

Eras un sistema muy básico. Rayano a un escalón inferior a la sociedad y civilización que veías en todos sitios.
Primordial y primitivo.
Capaz de entender palabras como anterógrada y no obtener la denominación de un gesto, de una ropa o una comida.

Quisiste contar con la gente.
Esta en tus entrañas el hacerlo.
¿El porque? Otro misterio.

No has podido. En ocasiones apenas puedes confiar en tu propio juicio.

Buscaste unas formas.
Unos puntos comunes.
Algo que llegara a perdurar.
Te ha costado.

Primero, por que no pensar era bastante mas sencillo.
No te percibían. Mejor.
Cualquier cosa se podía tomar.
Cualquier deseo se traducía en un saciado casi inmediato.

Después, por que cuando bucear en los entretelas de la verdadera naturaleza de uno es igual que contemplar arena inquieta entre tus dedos, hacerse con una idea, un polo fijo, un patrón se vuelve arduo e insoportable.

Tienes suerte.
Aprendiste a tapar los ruidos mas estruendosos pero simples como el hambre, el frio y los otros progresando de coger lo primero que se te antojaba a ir agraciandote con el gusto mas concreto que no refinado.

No fue, no coger una hamburguesa si podías coger un bistec, si no mas bien al final quedarte con lo que mas conectabas.
Lo mismo ocurría con el atuendo.
¿Por que no, si podías ir probando sin que nadie al final se diera cuenta?

Un buen calzado, recio y cómodo, ropa nueva cada semana hasta definir un estilo. Jeans de un corte, camisas, camisetas y polos, chaquetas y abrigos que al final de alguna forma permanecieron liberado de la necesidad de probar otra vez.

No sabes el por que y sin embargo si has ido aprehendiendo un molde y una modulación.
También con las acciones y por supuesto con las personas.

Puede que en un inicio no te importara mucho la diferencia de como hacías las cosas pero al final acabas percibiendo que no eres tonto y que fluyes mejor si actúas conforme a unas pautas y obtienes mayor retribución interior tratando con algún tipo de personas.

Bastantes veces te enfadas, te pasas de frenada y acabas con un grito o un zarandeo pero con el tiempo se convierten en puntuales estallidos de presión y con la experiencia incluso extraños debates profundamente serios.

Quizás, en ocasione, alguno de mis interlocutores no es completamente de verdad como si el mundo en el que se fueran a integrar no los aceptara o estuvieran entre el aquí y el mas allá. Pero aun en sus formas fantasma son interesantes.

Por que en el molde, lo que entra, como ingrediente de la oscura receta de lo que es uno, es la necesidad de saber y preguntar e hilvanar los entramados de hechos y de las lógicas y obtener ese cuadro mayor del que pareces estar velado.

Te das cuenta que escribes esos lazos, conectando las respuestas y las preguntas y componiendo las lineas de verdades que componen un poema, una epopeya, un retablo mayor.

No piensas que solo comprenda tu vida. Si tuvieras que medir la perfección de la obra al menos debería incluir a dos existencias. Quizás mas.

Lees sobre eso en los libros. Es una terna de conceptos que aun se te escapan pero que te causan un cierto furor al usarlos: Familia, Amante, Amigos.

Alguna de las almas interesantes con las que te cruzas y mas con las que repites, intentan encajar en una u otra de las categorías.
Amigos tienes algunos. Sangrías, de las sombras de Louvre, Mandiles de restaurante Mexicali, Flor y Jabon de la biblioteca.

Esta ultima quiso escalar un peldaño pero aunque partes de tu cuerpo se sintieron satisfechas en general al final te pareció discordante e inadecuado. Falso y sucio.
Aunque se cabreara no le devolviste el beso.
Ahora tienes que ir a escondidas a ese lugar de los libros.

Sentado en un banco hoy retomas ese viejo vicio de escribir lo que has averiguado en un conjunto de apretados reglones del tercer bloc que estas rellenando. Estas mejorando con respecto al principio donde pensamiento y escritura no parecían estar enamorados, pero ahora las frases van cogiendo sentido.
No ayuda a resolver la respuesta pero si a descubrir las preguntas.
Ya has pasado por las primeras:
¿Quien soy?
¿Que es lo que me pasa?
¿Que necesito para sobrevivir?

Esta época acelerada saca a relucir cuestiones mas trascendentales:
¿Que me llama la atención?
¿Que me hace ser quien soy?
¿Quien me falta?

Con las piernas cruzadas encima de la tabla del banco como el postdiluviano monigote de un lugar llamado Egipto que viste en los museos escribes.
Sobre los lugares que has visitado y que no habías visto anteriormente y de lo que sentiste.
De las contestaciones a las preguntas que hiciste a los transeúntes y a los residentes. Cosas como si te habían visto alguna vez o si reconocían tu rostro.
Si te habían visto con alguien.

Hasta a ti te cuesta desenmarañar la niebla de sus contestaciones pero algunas ya están escritas y solo esperas que en un momento de lucidez cobren sentido.
Te resguardas en tu abrigo de lana oscura que cubre ese suéter rotulado que dice: Best Teacher is my Last Mistake.
Aprovechas la ultima luz antes de buscar otro lecho caliente y desocupado. Quizás pruebes ese pequeño hotel a la vuelta de la esquina o la opulenta tienda de colchones de Pigal.
Te detienes a respirar el aire. Entra frio. Te sientes vivo. Como siempre. Pero no completo.
Raro ¿Verdad?

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08/03/2018, 12:28
Faro de Bass Harbor

A la explanada del faro era fácil llegar y pudo contemplarla bien, igual que un par de turistas que hicieron un par de fotografías y se marcharon sin decir palabra, pero hubo que dar un gran rodeo para ir al complejo que formaba la vivienda, al que se llegaba por una estrecha pista forestal.

El camino era cortado por una verja de madera blanca, a una distancia considerable de las casas. De no ser por la brisa haría calor, incluso para el mes de mayo. Serían las once de la mañana de un día soleado.

Elliot apretó un interruptor que era digno de un museo, confiando en que eso sería un timbre funcional y no un mero objeto decorativo.

Tardó diez minutos en aparecer alguien. Una mujer que andaría por los cuarenta años, con el pelo tintado de naranja en las puntas y amarillo en la base, con las raíces asomando ya, negras.

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