Partida Rol por web

-¡Hermosa señorita! -le dió dos besos, para lo que la doctora tuvo que agacharse, y habló fingiendo burdamente hacer una confidencia.

-He de decirle que los doctores tienen su aquel y que éste le queda muy bien.  Uno de mis exmaridos fue doctor, pero no tenía barba. Con él aprendí nombres de mi cuerpo que yo no conocía. ¡Admirable! Pero cuidado. ¡Los hay que confunden el mapa con el territorio!- Dijo con cara enigmática.

Para mirarlos a la cara tenía que levantar la cabeza. Miró ahora a Max:

- ¡Desnudo tienes que parecer un troglodita!

Mis ojos recorren las pinturas y los caprichosos tatuajes de la modelo, uno tras otro, es como una pesadilla lúcida en la que uno sabe que está soñando pero de todos modos apenas puede sobreponerse al terror, en el fondo te sigues diciendo que tarde o temprano despertarás, que puedes cambiar el curso del sueño con solo pensarlo, después de todo es tuyo, pero la curiosidad hace mella en tu voluntad y quieres saber en realidad cuán retorcido es tu subconsciente, hasta dónde pretende llegar y, entonces, te dejas llevar.

Apenas puedo soportar toda esa ráfaga de comentarios disparados con certeza y tino por la anfitriona, siento que me dan bofetadas, las bofetadas más amables de mi vida. Quizás porque la anfitriona no tiene la menor idea de qué es lo que cuelga de su parede, algo tan grave en medio de tanta banalidad me exaspera. Tal vez para ella es el producto de un arte tan exquisito como grotesco, pero para mí... Mi corazón se agita con solo saber que estoy a pasos del autor de esta pintura, de una persona que ha visto, en su mente, en su alma o con sus propios ojos, este dolor. Quizás es por ello que los comentarios banales me resultan como bofetadas.

Miro a la mujer, miro a Max. Miro en derredor tratando de adivinar quién es el artista. Me repito muchas veces mientras la mujer habla que no debo romper el espíritu de la muestra, que debo conservar la calma, después de todo, ¿Qué voy a hacer? ¿Exigirle que me presente al pintor? No. Max me ha traído hasta este lugar sin saberlo siquiera, no podría hacerle pasar semejante vergüenza. Tengo que proceder con cautela, ignoro cuáles serán sus pensamientos al respecto de lo que acabamos de ver.

Sonrío utilizando todo mi encanto y un sonrojo intenso cruza mis mejillas, sus últimas palabras me han tomado por sorpresa. Una risa escapa de mis labios y la reprimo llevándome una mano a la boca -Ignoro si sus suposiciones sobre la desnudez del doctor son ciertas, madame, Max y yo solo somos colegas -murmuro mientras siento que la piel del rostro me arde, trago grueso -Aunque le concedo que como usted dice, tiene un je ne sais quoi -me incliné hacia ella en confidencia. -Estábamos admirando esa formidable pintura que tiene allí -la señalé alzando brevemente una mano -Es del todo enigmática...

-Veo que tiene usted una gran sensibilidad para el arte, señorita. Venga, venid, yo os lo presentaré.

La señora agarró el brazo de Clementine y le guió entre la gente.

-Jean Jacques y yo tenemos una relación materno-filial de lo más edificante, es lo más parecido a un hijo que he tenido después de mi Hamlet. Seguro que se muere por retratarla desnuda, le gustan las chicas de ojos saltones con un aire enigmático, como si un mar de otro mundo se asomara por sus ojos… -y girándose hacia al médico- Espero que a nuestro troglodita no le asalten los celos.

¡Jean querido!

Apartando a la gente con saludos el pintor también se abrió paso a su encuentro.

La señora les presentó como "Maximilian el hijo prófugo de Virginie", y "Clementine, una encantadora colega del trabajo". Explicando que les había impresionado mucho la obra y que estaban muy interesados en ella.

Y el pintor, antes incluso de saludar a sus nuevos interlocutores, les abordó con preguntas:

-Disculpen, pero me pueden explicar qué les ha llamado la atención. -Miró a los ojos de Clementine, escrutando, como si buscara algo en ellos- Para mí es tan enigmática como pueda serlo para ustedes y estoy muy interesado en qué ven en ella antes de sesgarles con mis explicaciones.

Quizás él también está buscando respuestas, me digo mientras escucho las preguntas del pintor. O las tiene parcialmente y sospecha de todos, como yo.

No puedo evitar mostrar sorpresa ante la forma en que nos aborda, solo me limito a mantener una sonrisa algo tiesa, cortés. -Particularmente, veo a un alma atrapada en una cárcel de carne y hueso -sostengo, -Y el mapa en su cuerpo podría ser el camino que ese alma ha recorrido, o el camino para su liberación -concluyo, no menciono nada del hospital ni de la niña, no todavía.

Aprovecho para analizar a mi interlocutor, sus gestos, expresiones y tono de voz. Por esa empatía propia del ser humano me inclino a pensar que la inspiración para las obras de este artista puede que suceda de forma similar a como yo misma veo la realidad y lo que hay sobre ella, o entretejido en su entramado.

Max, con los brazos cruzados, se mesaba la barba mientras el pintor hablaba. La señora Débuchy también seguía la conversación con gran interés.

-Eso que dice es muy interesante.

La mirada de Jean atravesaba la de Clementine sin disimulo.

-¿Le parece como esas cartas de navegación que se tatúan los piratas en las películas?

Cerró un instante los ojos y se masajeó levemente el entrecejo con la punta de los dedos de la mano derecha.

-Sabe, la modelo sufría de una gravísima amnesia anterógrada. ¿No le parece esa condición de la memoria una verdadera cárcel para el alma?

Nos estábamos analizando mutuamente, ¿Amigos o enemigos? ¿Aliados?

Cuando su mirada se encontró con la mía la mantuve, sentí un extraño cosquilleo en las entrañas y tuve que hacer un esfuerzo real para no seguir el impulso de bajar la cabeza para aliviar la tensión.

No pude evitar sonreír ante su comentario, me pareció una manera ingeniosa de presentarlo -Una carta de navegación... No lo había pensado de esa manera, sí, algo así... Creo -dudé por unos instantes, podíamos estar horas debatiendo pero solo la muchacha del cuadro y la niña del hospital podían saberlo. Suspiro ante sus palabras, pienso mi respuesta antes de contestar -Las cárceles pueden tener muchas formas y objetivos: el cuerpo, la mente, el alma... -ejemplifico -La modelo, ¿Recuerda algo anterior al trauma que le causó su condición? ¿Recuerda algo de sus tatuajes? ¿Qué la motivó a hacérselos, por ejemplo? -inquirí tratando de descartar que se los hubiera hecho ella, en realidad buscando confirmar que no se los había hecho ella. Agregué -Me gustaría conocerla... Y  me gustaría saber qué lo motivó a usted a retratarla. ¿Ha encontrado una sórdida belleza en esas líneas? ¿O acaso siente que al plasmarlas en un lienzo usted  también es parte de ese misterio incomprensible?

Estaba dudando de si revelar más o no, una parte de mí quería resguardar a la niña en su intimidad; otra parte quería encontrar el nexo que la unía a esta otra muchacha, algo que seguramente traería luz sobre ambas.

El pintor cerró un puño y lo puso bajo el mentón, cruzando el otro brazo para sujetar éste por el codo. Después juntó las manos.

El piano entonaba pequeñas piezas de obras clásicas, sonaban agudas, como si se hubieran roto en pedazos filosos. Y las iba uniendo dejando a veces entre ellas silencios a veces inquietantes.

-Cuando pinto, en cierto modo ato al lienzo algo de la esencia del modelo. Ella… no se trataba de una persona normal, desde luego. Había algo... absorbente… en su forma de interactuar con el mundo.

Fue ella quien me pidió posar.

Y no, no hubo tiempo para preguntarle sobre sus marcas. Dejó que la pintara y se esfumó.

Lo miré como queriendo desentrañar más de lo que me estaba diciendo, si pudiera leer su mente todo sería más fácil, pero me es imposible. -Oh, entonces ni siquiera sabe quién es ella -musité decepcionada -Hubiera sido interesante saber qué estaba detrás de esos tatuajes -musité desviando la mirada hacia Max, cruzando los brazos a la altura de mi pecho. Mi mirada hacia Seryg era más de interpelación que de otra cosa, no sabía si podía mencionar a la niña o si era prudente hacerlo siquiera. -Entonces supongo que no tiene ninguna información sobre ella, ¿verdad? -inquirí mirándolo a los ojos. Me sentía incómoda hablando de este tema rodeada de gente.

-Se hacía llamar Elen Lloyd y entendía el arte desde un punto de vista muy… poco banal. Parecía muy intelectual pero el suyo era un intelecto práctico…

Se rascó el mentón y frunció el ceño mirando al cielo.

-Era un espíritu activo. La verdad es que desde que la pinté he intentado averiguar quién es, sin mucho éxito.

Creí que esos tatuajes tan inquietantes eran lo suficientemente originales para encontrar al tatuador pero no he averiguado mucho.

Me crucé de brazos pensativa y lo miré fijamente mientras memorizaba el nombre que me acababa de dar -Puedo asegurarle que no querrá encontrar al tatuador -aseguro enigmática y la imagen de Terry se me cruza por la cabeza, no sé en verdad si los tatuajes son obra de él o de otros como él, en todo caso si este pintor no quería perder la cabeza debía dejar de meter las narices en este pasaje tan oscuro de la realidad. Lo analizo una vez más, miro también a Max como buscando aprobación -Podría darle unos detalles más sobre todo este asunto si lo desea pero no aquí, ¿Podríamos hablar en un lugar más privado? -inquiero de pronto mirando en derredor, la idea de llamar al agente Mallutz cruzó mi mente, mi objetivo era convencer al pintor de que aportara información pero primero debía ponerlo al tanto de qué ocurría y por qué me interesaba tanto su obra -Solo usted y yo. Le prometo que no se arrepentirá -susurré inclinándome hacia él.

Max asintió y fue la señora Agathe la que les animó a subir quedándose ella con Max.

Se sentaron en la misma mesa en que Clementine había cenado, pero ahora todo el mundo había bajado a la exposición y sólo estaban, trajinando, un par de camareros y un bedel, a los que un encargado no tardó en pedirles que despejaran el lugar.

La música de piano se había puesto más extraña, menos melódica.

El pintor apoyó los codos en la mesa, juntando los puños y poniendo la cabeza sobre ellos.

-Hable, le escucho.

Qué posturas más premeditadas tenía este artista., cosas del arte supongo.

-Necesito que me escuche con amplitud de mente, esto puede resultarle extraño -le advertí mientras comenzaba a pensar la mejor manera de presentarle los hechos -Hace unas semanas llegaron al hospital en el que trabajo unos heridos de un accidente de tránsito. Entre ellos había una niña de unos once años sin identificación, que permanece en coma desde el accidente debido a las heridas sufridas. La niña, pues, tiene los mismos tatuajes que su modelo -hice una pausa para que procesara cuanto le había dicho -No son tatuajes normales monsieur Jacques, fueron realizados con alambres calientes y deben haber sido muy dolorosos, por lo que mis colegas y yo suponemos -lo miro analizando su reacción -La policía estaba investigando el asunto -dudaba de si contarle sobre Terry o no, decidí que no era algo que me tocara hacer a mí, mejor si lo hacía el agente Mallutz. -Por eso me sentí tan interesada en su cuadro cuando lo vi, no pensé que pudiera darse un caso así dos veces, quizás las muchachas sean parientes -lo miro intencionadamente a los ojos -O estén relacionadas de otra manera, aunque creo que eso a esta altura, está fuera de duda. Si no le molesta querría darle su contacto al detective que está siguiendo el caso, de seguro querrá hablar con usted, como comprenderá en el hospital necesitamos dar con parientes de la menor para que decidan sobre su situación.

Estaba omitiendo bastante información pero no todo el mundo tenía que saber todo y después de lo ocurrido con Terry en el hospital no podía confiar en nadie que no conociera.

El pintor se quedó visiblemente sorprendido.

-Por supuesto, adelante.

Le ofreció una tarjeta de visita con su nombre y número de teléfono.

-Tal vez ella se haya escapado... de alguna forma... Nunca pensé que hubiera sufrido algo así... Tengo la tentación de pedirle que me deje ver a esa paciente... pero supongo que al ser una menor no es lo más apropiado.

Pero por favor, téngame al día sobre esa niña. Si puede.

Tomo la tarjeta entre mis dedos e inmediatamente le envío a Daniel un sms con el contacto del señor Jacques. Luego me la guardo y lo miro -No creo que pudiera haberlo imaginado, descuide. La realidad siempre posee esa cualidad de sorprendernos con los horrores que esconde -quise tranquilizarlo aunque con mis últimas palabras ahora dudaba que lo hubiera logrado.

Apoyé mi mentón sobre una de mis manos abiertas y el codo sobre la mesa mientras lo miraba, era un hombre apuesto. -No creo que pueda verla y en todo caso, ¿Para qué querría hacerlo? ¿Simple curiosidad, morbo? -pregunté impiadosamente, sin embargo me sentí un poco hipócrita porque la misma curiosidad me llevaría a mí a desear ver las marcas de la modelo del cuadro. Siguiendo esa línea de pensamiento manifesté -Es extraño que ella le hubiera pedido posar... Me lleva a preguntarme qué estaría buscando con tal acción - ¿Que otros como ella la vieran? ¿Burlarse de sus captores?

-No se explicarle para qué posó, pero tengo una intuición… Después de ese día no la he vuelto a ver.

Cerró los ojos unos segundos y tras abrirlos continuó hablando.

-Al verse pintada en el cuadro tal vez pudo… verse a sí misma…  y quiero creer que eso la liberó.

Mientras Clementine escribía el mensaje al agente Mallutz, Jean siguió hablando.

-Y no, claro que no quiero pintar a la niña por morbo. Para nada... En absoluto. La pintaría porque es mi forma de ver. Sin pintarla es como tener los ojos cerrados. Quisiera comprender…

Hablaba mientras Clementine escribía el mensaje al agente Mallutz.

-... ayudar de alguna manera.

Esperó a que Clementine terminara de escribir para hacer una pregunta.

-Lo que menciona sobre buscar parientes para decidir sobre su situación… ¿Está clínicamente muerta?

Me quedé meditando en las palabras del pintor, mis pensamientos viajaban lejos pero mi mirada seguía en la de él, atravesándolo. De pronto salí de mis elucubraciones y lo miré, ahora sí, directamente a los ojos, claros como los míos, alcé un poco la cabeza -¿Qué quiere decir con verse a sí misma? Sabrá disculpar mi poca inteligencia sobre el tema, pero bueno, mi mente científica me veda ciertos entendimientos más elevados -era una declaración parcial pero era lo que estaba dispuesta a decir de mí frente a un desconocido.

Sonreí sutilmente mientras lo escrutaba -Oh, ayudará, no tenga la menor duda -aseguré dejando el móvil sobre la mesa -El detective Mallutz se comunicará con usted y podrá darle a él todos los detalles sobre su modelo que recuerde, ya con eso estará haciendo mucho por mi niña en el hospital -declaré y luego a su pregunta respondí -Está en coma profundo -desvié la mirada hacia el piano -Es poco probable que despierte, médicamente hablando. Si en algún momento hubiera que desconectarla... -el tema no me gustaba en lo absoluto y lo demostré con mi siguiente afirmación -Pero tengo el presentimiento de que despertará -no podía explicarle lo viva que parecía estar cuando la veía fuera de su cuerpo -Solo tengo que ganar tiempo para que no la desconecten -aseguré con un tono que mezclaba esperanza y desasosiego.

Me quedé pensando en este hombre frente a mí, en sus palabras. Él quería comprender, sentía quizás curiosidad como yo hacia todas las cosas, quizá quería comprender no solo qué había ocurrido con la niña, con su modelo, con las otras que existan como ellas. Tal vez quería comprender todos esos detalles escabrosos del mundo que subyacen, pero existen, que lo conforman de la misma manera en que las sombras completan la luz. Estaba pensando que quizás podría meterlo en la sala de cuidados intensivos una madrugada cuando nadie pueda verlo, pero antes de eso tenía que saber más. No podía arriesgarme a algo así con una menor bajo mi cuidado, no era un juguete ni un espectáculo de circo, si lo hacía lo haría porque quizás este artista pudiera captar con su sensibilidad superior algo que yo estaba pasando por alto... Esa teoría de verse a sí misma y liberarse me había quedado resonando en la mente como un eco molesto, algo irresuelto que no terminaba de comprender pero que presentía que podía tener algo que ver con el meollo de todo esto. -¿Qué piensa que podría llegar a comprender al verla? -inquiero verdaderamente interesada en su respuesta.

El pintor se puso la mano sobre la boca, miró al techo y luego a la médico.

-Me gustaría conocer… el alma…

Se frotó las manos y juntó las palmas poniéndolas sobre la nariz.

-Esto no se lo contaré a la policía, confiaré en usted, doctora. Pero ni una palabra o lo negaré todo. A ellos les contaré que conocí a una modelo. Pero yo no la vi. No vi a la modelo. Bueno, mentira…

Cruzó los dedos.

-Sería más apropiado decir que sólo la ví yo. Pero era alguien, no una alucinación o una imaginación mía. Creo que con ver el cuadro es suficiente prueba. Era una persona. Quizá lo que llaman un… fantasma.

Dejó caer sus manos sobre la mesa.

-La cuestión es que creo que algo la ataba a este plano… material, que su imagen estaba atrapada en este mundo, quizá por esos tatuajes. Creo que al verlos en mi cuadro supo su camino como alguien que se ha perdido en sí mismo pero tiene trazado en la piel el plano de su espíritu.

Quiero aprender sobre esos… No tanto quisiera saber sobre lo que les ata como sobre lo que nos puede liberar en la dinámica entre la vida y la muerte. ¿Me explico?

La confesión me tomó tan por sorpresa que me quedé inmóvil en mi lugar con los ojos fijos en él, sin pronunciar palabra. Un par de veces abrí la boca para hablar pero volví a cerrarla.

Tenía razón en su razonamiento, según mi interpretación. Yo había llegado a una teoría parecida a la de él cuando vi los tatuajes por primera vez. Dejé de mirarlo y desvié mis ojos hacia una de las ventanas que daba afuera, descansando una de mis mejillas sobre una de mis manos y apoyando un codo en la mesa para sostener mi rostro. Mi mente hilaba, unía puntos sin cesar y había uno que especialmente no me cerraba.

Suspiré. -Digamos que le creo -afirmé dejando ver un asomo de duda no sobre sus facultades, sino sobre sus intenciones, aunque él no pudiera distinguir cuál era el punto que me hacía dubitar. Todavía no pensaba decirle que yo había visto a la niña fuera de su cuerpo porque todavía no confiaba en él, ¡Había una secta o grupo de gente que hacía estas atrocidades y sus acólitos podían tener rostros grotescos como el de Terry o también amables, como el de este pintor! Aunque dicen que la maldad transforma a quienes la practican... Lo analicé con cuidado, ¿debía meterlo en todo este embrollo si estaba libre de él? -¿Solo la ha visto? -el recuerdo de la niña y su inclinación a la conversación vino a mi mente -¿No ha hablado con ella? -pregunté con suspicacia, él se había referido a la amnesia anterógrada, y eso es algo que no se sabe solo con ver a alguien.

De pronto me di cuenta de que si él estaba protegiendo a su modelo y yo a la niña estaríamos un buen rato dando vueltas antes de darnos información, por lo que alcé una mano para pedirle que no me conteste todavía. -Al parecer hay un grupo de personas que hace estos tatuajes quién sabe con qué fines horrendos; uno de ellos murió en el hospital luego de acabar con la vida de una agente de la policía mientras trataba, yo creo, de llegar a la niña que le comenté o de acabar con los que sabían sobre ella. Son gente peligrosa y... con artes extrasensoriales que no son comunes -era algo difícil de explicar y mucho más de figurar -Sepa disculpar mi reticencia, pero... uno nunca sabe dónde puede encontrarse con uno de ellos, yo que usted tendría cuidado -le recomendé -Y por eso está la policía involucrada y estoy tan poco dispuesta a dejar que la vea -lo observé de lado -Pero quiero que ella se libere, sin lugar a dudas, si no va a despertar... -podía sentir una punzada en el pecho -Quizás sea lo mejor... ¿Cómo piensa usted que podría ayudarla al ver sus tatuajes? -inquirí sin más preámbulos. -Y específicamente, ¿Qué es lo que usted ve o experimenta? ¿Tiene visiones?

El pintor le estuvo contando a la doctora que desde niño era capaz de ver más allá, como si hubiera colores y formas que pasan desapercibidas a la mayoría de la gente pero que él era capaz, en última instancia, de pintar.

Alguna vez había garabateado presencias invisibles, pero apenas podía distinguir sus rasgos... casi siempre pintaba almas de vivos, de personas. Él aseguraba que parte de su fama se debía a ese don.

La modelo y él se conocieron en esta galería de arte, hace dos años y medio. El espíritu de la modelo estaba ligado a un objeto, una estela sagrada de la cultura de los Baga, -un pueblo del río Níger, en Guinea- que estaba expuesta aquí mismo, en la planta baja. De hecho la primera vez que la vio fue exactamente donde ahora está colocado su cuadro. Tuvieron una conversación sobre arte en la que ella se presentó como Ellen Lloyd para después desvanecerse ante él como si su materia se evaporara. Nadie más la vio. En un principio Jean pensó que la modelo era algo así como la forma humana de la estela y la compró con ayuda de la señora Agathe para tenerla en su casa por un tiempo. Entonces pudo volver a verla.

Cada vez que habló con "Ellen" estaba confusa, como si no fuera consciente de su estado. Era una ingeniosa conversadora, una persona muy carismática. Cuando la pintó, desapareció sin despedirse. Jean creía que de alguna forma los trazos de sus obras tenían algo de espiritual, y que lo que pintaba tenía un efecto sobre el modelo. Por eso pensaba que esos tatuajes tenían que tener relación con el estado de la niña.

Luego siguió contándole a Clementine que Agathe y él investigaron el origen de la estela. Ese objeto maravilloso era utilizado por su pueblo como un tocado, una máscara que protagonizaba danzas esotéricas. Para los Baga esa estela era una serpiente acuática, una reina, una Mantsho-na-Tshol, que se podría traducir algo así como "maestro de la medicina".  Agathe y él decidieron devolverla hace unos meses a su pueblo originario.

La hija de un chamán Baga, curandero célebre del barrio de Saint Denis, la había vendido a un tratante de arte tas la muerte de su padre. Al preguntarle, la chica les contó que su padre era algo así como un exorcista y que posiblemente la chica fuera un fantasma, o una bruja.