Partida Rol por web

El eco del Diablo

El telón

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11/12/2016, 18:43
Clementine Ouvrard

Esbocé una sonrisa al verla, miré solo por rutina el resumen de su historia clínica que reposaba enganchado a los pies de su cama. -Buenos días -la saludé y enseguida contesté a su pregunta -Sí, Leah ha vuelto al mundo de los vivos... No estoy segura de que eso haya sido algo bueno para ella, ¿Sabes? -le di una mirada y le acaricié el cabello -Pero es adulta y toma sus decisiones -hice un breve silencio -No está justamente viva, pero navega entre nosotros -sostuve. -No entiendo bien qué beneficio puede reportarle estar así, hubiera preferido que su alma partiera hacia la luz -me encogí de hombros -Quizás tenga alguna misión qué cumplir -reflexioné para mí misma, pero en voz alta.

-¿Y tú pequeña? -la miré de lado -¿Algo qué reportar? ¿Ha venido alguien a visitarte? -pensé en el pintor.

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11/12/2016, 22:20
Niña

En el informe se incluía una nota escrita por un dermatólogo.

La tinta fue inoculada de dentro hacia afuera durante el proceso de inflamación de una quemadura. Posiblemente le introducían algún tipo de alambre al rojo vivo que a su vez servía de vía para inocular la tinta.

En un primer examen parece que las quemaduras más antiguas podrían tener cuatro años, año arriba, año abajo. Las más nuevas de hace pocos meses.

He encontrado también una línea enrojecida, apenas visible pero con un patrón geométrico similar al de los tatuajes. Nace en el centro de su pecho y cruza en línea recta hasta el ombligo donde se bifurca hasta unirse de nuevo en el perineo. Se trata de una irritación similar a las que provocan las alergias, pero su trazo no es el natural de las líneas de la piel.

La niña miraba a la doctora afirmando sus especulaciones sobre Leah con la boca cerrada, como si estuviera haciendo un esfuerzo para no hablar.

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13/12/2016, 15:53
Clementine Ouvrard

Miré a la pequeña con la expresión neutral, pugnando dentro de mí para no dejar traslucir la rabia y la indignación que sentía cada vez que leía un nuevo detalle horroroso de su vida. Suspiré y dejé el informe en su lugar -Necesitaría saber... -no había forma indirecta de preguntar lo que quería preguntar, aunque sopesé la manera menos brusca -Si recuerdas algo de tu vida antes de los tatuajes, ¿Algo de tus padres? ¿Todavía no recuerdas tu nombre? -inquirí y luego puse mi tono de voz más melifluo -Cualquier cosa que me ayude a saber cómo eran tus días con la gente que te hizo esto, que te tuvo cautiva, me ayuda a conocer cómo trabajan y eso puede hacer que los atrapemos más rápido -le expliqué.

Luego noté que se estaba absteniendo de hablar -¿Qué ocurre? -pregunté con una dulzura que solo tenía reservada para mis pacientes más pequeños -Si quieres decirme algo, dilo; no voy a enfadarme -prometí.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hice una tirada para ver si podía discernir más del informe del dermatólogo pero bueno, no resultó :/

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15/12/2016, 15:58
Niña

-La mujer policía estuvo en el pozo.

Dijo la niña con cara de preocupación. Fijándose en la reacción de la doctora.

-Los que caen allí se hunden. Primero se quedan flotando y no pueden moverse, luego se sumergen hasta que el agua se ve negra y ya no se les ve. No sé qué hay en el fondo de ese pozo, pero es un viaje que no quiero hacer… me da mucho miedo.

Bajó el volumen de la voz, enfatizando que lo que contaba era un secreto. O algo que no debía decirse a la ligera.

-Cuando Leah cayó en el pozo… ella no se hundió como hacen los muertos que caen allí. Ella pudo… pudo moverse… y nadar y las… las serpientes… no le hicieron nada. Hay algo… algo que protege ese sitio. Desde que descubrí cómo llegar sé que me ronda. Estaba en ese hombre malo… y ahora está en la mujer policía.

No se lo que es… pero está en ella... ahora no me da tanto miedo.

Miró a su cuerpo que yacía inerte. Tras el examen del dermatólogo la habían cubierto tan sólo con una sábana y todavía no le habían puesto el pijama.

-Cada día que pasa me siento más lejos… Quizá después de todo tengo que hacer ese viaje.

Pero pase lo que pase los que me marcaron el cuerpo no deben encontrar el Pozo. No deben encontrarlo, Clementine.

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17/12/2016, 18:50
Clementine Ouvrard
Sólo para el director

Suspiré y me apreté el puente de la nariz, ¿Por qué no entendía nada, es que se me estaban acabando las neuronas? Miré a la pequeña -Supongo que ese pozo quizás sea un lugar de traspaso hacia lo que sea que viene después de la muerte -pero no, otra idea surgió en mi cabeza -Dices que Leah estuvo allí y pudo moverse, que lo que estaba en ese hombre ahora está en ella... Tal vez las almas de quienes encuentran la muerte a través de las manos de los que tienen ese poder, o que son habitáculos de eso que tú intuyes, sea lo que sea, van a ese pozo como consecuencia de haber sido asesinados por ese ente o espíritu -digo pensando en voz alta, recordando que Leah había dicho que Terry la hizo como él; miré a la niña -¿Tú estuviste allí también? ¿Cómo sabes lo que ocurre en ese lugar? -inquirí, pero me abstuve de hacer más preguntas, me daban pena sus palabras.

Alcé la mano y le acaricié el cabello -Pocas cosas deseo en este mundo más que que te recuperes -aseguré -Me gustaría que la vida te diera un poco de felicidad y menos sufrimiento -le sonreí suavemente -Pero quizás... quizás debas hacerlo. La verdad es que no lo sé, no sé qué sea lo mejor para ti -me tomé un lado de la cara, tratando de reprimir las lágrimas que sentía quemándome los ojos -Si supiera cómo desenredar esta madeja, pero me siento cada vez menos capaz de resolverlo -miré el mapa de la tinta en su piel -Esos tatuajes no son solo dibujos, si pudiera borrarlos... -dije y sentí una lágrima corriendo por mi mejilla.

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17/12/2016, 22:54
Niña

Mientras la doctora acariciaba el pelo de su cuerpo en coma, la niña hablaba, sentada en la cama, junto a ella. Ahora su imagen era algo traslúcida, más etérea que el día en que la vio cantando la primera vez.

-Encontré el Pozo en uno de mis viajes. Ahora estoy casi todo el rato fuera, pero antes creo que sólo lo hacía en sueños... A veces puedo hablar con seres que encuentro... Y a veces conozco letanías y hechizos en lenguas que me abren algunas puertas. En lenguas que no debería conocer...

Miró hacia la puerta de la habitación.

-Cada noche me susurraban las indicaciones para mi próximo viaje, los primeros pasos del camino. Luego, por la mañana leían las marcas de mi cuerpo y las tatuaban, haciéndome mucho daño, para fijarlas... como cuando pasas un dibujo a tinta...

Se acercó un poco y apoyó su cabeza en el hombro. Clementine notó una sensación similar a cuando cierras los ojos y alguien acerca mucho un dedo a tu frente.

-No se pueden borrar. Forman parte de lo que soy.

Esta última frase sonó temblorosa. Se podía sentir su miedo. En el cuarto empezó a hacer frío.

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19/12/2016, 01:13
Clementine Ouvrard
Sólo para el director

-Entiendo... -musité pensando en un pájaro que no sabe vivir sin su jaula. Se me ocurrió tan asombrosa como pavorosa esa libertad que esta niña había conocido con su espíritu pero no con su cuerpo; aunque quizás esa libertad era ilusoria... Porque siempre le habían dicho a dónde debía ir, era una exploradora que hacía el mapeo de la terra incognita por alguien más... ¿O era una aprendiz? Nunca lo tendría en claro. -Se me ocurrió que borrando las marcas te liberaría de alguna forma -confesé con sinceridad -¿Ese pozo es el lugar de la muerte misma o es algo creado por algo o alguien? ¿Dices que había serpientes allí? -inquirí extrañada de sus palabras, luego de rumearlas un poco -¿Por qué te enviaban? ¿Ellos no podían ir por sí mismos?

Miré a sus ojos límpidos y luego a su imagen traslúcida, quise preguntarle por sus viajes, por los seres que había conocido... y al mismo tiempo me abstuve de hacerlo, si hasta ella misma admitía que no debía conocer esos lenguajes y cánticos antiguos... Medité unos largos instantes mientras sentía que el ambiente de la habitación cambiaba -Si me enseñaras alguno de esos cánticos, ¿Podría yo viajar contigo? -pregunté de pronto, sumida en la curiosidad, quería saber si era más simple de lo que yo pensaba, si era más complejo que solo saber las palabras adecuadas y pronunciarlas en el momento indicado.

Temí que el frío fuera su muerte y la miré nuevamente, tenía un nudo en la garganta -Si alguna vez sientes que tienes que realizar el viaje... Me gustaría estar junto a ti, si es que lo necesitas -la voz me tembló ligeramente, tomé la mano de su cuerpo dormido y la sostuve entre las mías.

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19/12/2016, 20:28
Niña

-Ese pozo era un sitio sagrado custodiado por un daimón que se muestra a menudo con la forma de una serpiente. Creo que hubo un tiempo en que los muy sabios sabían bajar al pozo y navegar sus aguas subterráneas. Dicen que Orfeo bajó por él para ir a los Infiernos.

No, no pueden ir por sí mismos. En su interior no encuentran más que oscuridad y esos viajes sólo se hacen desde el interior. No debes ir a ese sitio.

El pitido monótono de las máquinas sonaba como lejano.

-Quiero que vengas a mis sueños. Si quieres sólo tienes que tumbarte a mi lado y quedarte dormida. Puedo llevarte al sitio que quieras o puedo enseñarte uno mío, un lugar que me gusta mucho. Pero con una condición, si me muero, quiero que te despiertes y no te quedes.

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29/12/2016, 02:33
Clementine Ouvrard

Presté atención a sus palabras como lo que eran: lecciones invaluables. Asentí y mientras me explicaba lo que ese lugar era, sin quererlo (o queriéndolo), mis pensamientos volaron hacia el Soberano del País de los Muertos, como lo había llamado Daniel, el joven atractivo y malévolo con el cual había hablado, el que me había prometido una cita... ¿Quizás él era el dueño y custodio de ese lugar, en el traspaso de las almas al otro mundo? ¿Por eso Leah cayó y no se hundió? Cuando dijo que no debía ir sentí a la vez pena y alivio, debía ser un lugar maravilloso para explorar pero ciertamente no era ninguna sabia, y además no tenía idea de como ir.

Permanecí en silencio unos instantes cuando hubo terminado y luego repliqué -Me encantará ir contigo a donde tú quieras llevarme -aseguré y acerqué una silla a la cama, me senté en ella y tomé la mano tibia, casi fría, de su cuerpo en coma -Si mueres regresaré, te lo prometo. Aunque no sé cómo -reconocí. Puse mi brazo libre en ángulo sobre las sábanas y apoyé mi rostro en el medio, no había forma en que me recostara junto a ella... Tenía demasiados tubos y sondas, no me podía arriesgar a obstruir algo mientras estaba dormida.

No era difícil dejarse arrastrar por el sueño a esa hora del amanecer, luego del turno nocturno. Las sábanas olían a limpio, pero el perfume del hospital, tan aséptico, le quitaba encanto. Sentía que mis piernas perdían resistencia en el suelo y se deslizaban suavemente hacia adelante sin dejar de estar cruzadas a la altura de los tobillos. Pronto comencé a entrar a ese lugar intermedio entre los sueños y la realidad en donde una parte de la mente comienza a tejer lo onírico y la otra continúa pensando conscientemente, antes de dormirme solté un -Es bueno que hagamos algo juntas por fin...

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12/01/2017, 01:37
Niña

El sueño en el hospital tenía de nuevo ese extraño olor que recuerda por igual al alcohol y al vómito.

Las luces de los monitores se fueron desenfocando, formando aureolas, hasta que la luz inundó el sueño de Clementine y pudo ver una cometa que surcaba el cielo soleado.

A pocos metros de ella, la niña, que se había escapado de sus cuidadores y volaba la cometa tratando de hacerla llegar al cielo porque le habían dicho que allí estaba su madre. Era un recuerdo de hace mucho.

Agarraba el hilo y el viento tiraba con tanta fuerza que amenazaba con tirar de su cuerpo, demasiado ligero para sostenerla. La cometa subía tan alto que apenas era visible.

La niña llevaba un biquini a rayas rojas y un sombrero de paja y no tenía nada ni mínimamente parecido a una marca o un tatuaje en el cuerpo.

Sostenía la cometa y tenía miedo de que se la llevara arrastras.

La médico supo que ese era el único recuerdo anterior a los tatuajes que su paciente había logrado evocar. Y que aun así, las dos se olvidarían de él cuando salieran de ese sueño.

Clementine estaba presente como en un viaje astral, vestida como acostumbraba a hacerlo para ir al mar. Junto a la niña, era la única habitante de esa playa.

La chiquilla no reconoció a la doctora, pero la miró como pidiendo auxilio, con lagrimones cayendo sobre la arena.

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15/01/2017, 13:02
Clementine Ouvrard

De pronto me encontré en una playa desierta con la niña, primorosa con su bikini a rayas y su sombrero de paja, luchando para mantener la cometa en vuelo sin ser arrastrada en el intento. Me pareció tan maravilloso verla con su cuerpo intacto, al menos visiblemente, que me quedé inmóvil unos segundos absorbiendo la información, saboreando el rugido de las olas, la caricia del sol desde el cielo azul y el sabor salado en mis labios. El conocimiento que adquirí de ese recuerdo, sin embargo, me rompió el corazón.

¿Imaginaría la niña que haciendo llegar su cometa al cielo alcanzaría de alguna manera a su madre, físicamente? ¿qué establecería una conexión de algún tipo como dos niños que hablan por latas unidos por un hilo? Me figuré cuánto debía extrañarla para hacer algo tan desesperado... e ingenuo, propio de una mente sin las limitaciones propias de un pensamiento más maduro. Eso, acaso, me entristeció más que el hecho de que no lo pudiera recordar luego. Ojos que no ven, corazón que no siente. Pero que quizás presiente.

Era irónico que ella, que podía viajar a destinos espirituales inusitados, a paisajes nunca soñados o vislumbrados solo por antiguos hechiceros y videntes, no pudiera extraer de su mente esa caja negra en la que estaban los recuerdos. Si este era el único recuerdo que tenía antes de los tatuajes quería decir que ni siquiera recordaba cómo era su madre. Internamente sentí las garras del odio más visceral arañándome las entrañas, me prometí a mí misma que de encontrar a los que le habían hecho esto los mataría con mis propias manos.

Me acerqué a ella dispuesta a darle una mano dejando que el viento intempestuoso arremolinara la túnica de bambula que llevaba puesta marcando la tela contra mis muslos. -Oye, ¿Necesitas ayuda? -pregunté acercando una de mis manos al hilo de la cometa, la otra barriendo las lágrimas de su rostro con dulzura, no quería que se asuste.

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20/01/2017, 17:52
David Montillet

La niña se abrazó a Clementine y soltó la cometa, poniéndose a llorar.

Cuando la cometa era casi invisible en el cielo, un avioneta deportiva azul, roja y blanca, se cruzó en su camino. El aparato dió una gran vuelta dejando a su paso una llamativa estela fuxia y aterrizó en la playa, cerca de ellas.

El piloto, un hombre atractivo que le tenía un aire a Max y que Clementine reconoció como un periodista muy famoso bajó del aparato de un salto y se acercó corriendo hacia ellas. Llevaba la cometa bajo uno de sus brazos.

Gritaba.

-¡Hija! ¡Hija!.

Y la niña respondió…

-¡Papaaaaa!

Y ambos se abrazaron.

El hombre ofreció la cometa a la niña y se inclinó a la altura de su cabeza.  Miró también a la doctora con cara de felicidad, pero también con cierto temor, en guardia. Cuando al par de segundos le pareció que Clementine no era una amenaza le habló a la niña, con prisa.

-Hija... No dejaré de buscarte... No pararé hasta encontrate…, ni la muerte, nada, nada ni nadie, de este mundo o de cualquier otro me puede detener.

Aguanta un poco más, hijita... ¡He averiguado tu nombre! ¡Ya lo sé y nadie me lo hará olvidar jamás! ¡Te llamas…!

Y cuando el hombre pronunció el nombre de su hija, ésta lo reconoció con una sonrisa que brilló como el sol. Y ambos, el piloto de la avioneta -y padre de la niña en coma- y la doctora, despertaron.

Notas de juego

1/3

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20/01/2017, 17:55
Hospital Lariboisière

Cuando Clementine despertó no recordaba nada de lo sucedido en el sueño. En cambio tenía impresiones a las que no podía dar contenido preciso ni imagen. Sentía su corazón latiendo rápido y estaba feliz. Esperanzada.

Conforme se hacía a la semioscuridad eléctrica de cuidados intensivos fue reconociendo una figura cómodamente sentada en otro asiento, frente a ella.

Era una mujer esbelta que vestía con algo parecido a un kimono de seda y lucía un maquillaje extravagante pero que en ella quedaba sorprendentemente elegante.

Tenía las cejas pintadas y un corte de pelo moderno y a la vez antiguo, tintado de un rojo muy fuerte.

La miraba en silencio, relajada. Sus manos eran finas, sus piernas largas. El carmín de sus labios era de un granate casi negro.

Notas de juego

2/3

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20/01/2017, 17:57
Ophelia

Lentamente adoptó una postura menos relajada, apoyando sus estilizadas manos sobre sus rodillas y acercando un poco el tronco hacia donde permanecía sentada Clementine.

Notas de juego

3/3

Ya puedes escribir.

:-)

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24/01/2017, 17:20
Clementine Ouvrard
Sólo para el director

Antes que retornara la conciencia completamente, en ese mundo que vislumbramos antes del sueño o al salir de él, sentí que mi corazón ardía bajo la llama de sentimientos profundos y desconocidos, muy intensos. Junto con mi espíritu ardían también mis ojos, acuosos pero no arrrasados.

Me hallaba profundamente conmovida, certezas que parecían locuras anclaban en el fondo de mi mente: yo amaba a esta niña, yo haría lo que sea por saber quién es y darle la paz que se merece. Sin embargo, otro sentimiento aún más potente comenzó a apoderarse de mí: la rabia. ¿A dónde habíamos ido? No lograba recordarlo. Tenía la impresión de que había ocurrido algo trascendente y no recordaba absolutamente nada.

Me levante de mi sueño con el rostro transformado, los ojos como si fuera a echarme a llorar, o mejor aún, como si hubiera estado llorando hacía horas y me hubiera quedado ya sin lágrimas, la mandíbula apretada por la falta de memoria de lo ocurrido. Así fue cómo me encontré de lleno con una presencia en la habitación, parecía ser una persona de carne y hueso pero como estaba todavía atontada mis sentidos me llevaban a dudar.

Me incorporé en la silla dejando salir un jadeo inintencionado, la miré fijo analizándola. Mi expresión no debería ser la mejor ni la más agradable, aprovechando el efecto pregunté -¿Quién es usted y qué hace en esta área? Tiene el acceso restringido -mi boca un rictus y mi mirada analizándola de pies a cabeza, no me molesté en ser cortés.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hago una tirada para tratar de leer a la mujer, su lenguaje corporal y si percibo algo espiritual también.

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25/01/2017, 17:41
Ophelia

-Todos me llaman Ophelia. Mi nombre real lo conocen muy pocos.

Inclinó la cabeza en un gesto tímido y sutilmente incitante. Consintiendo que la doctora la escudriñara pero haciéndole saber que sabía cómo de profundamente la estaba mirando.

Sus movimientos tenían algo antinatural pero no exactamente inhumano... Quizá podría decirse que se movía como una bailarina que hubiera hecho una danza del más sencillo gesto y para la que ningún movimiento era trivial. Su piel era blanca como la porcelana y de no ser sus movimientos tan ligeros y sus ojos tan cargados de expresividad hubiera parecido una muñeca animada.

En todo caso, Clementine había visto muchos cuerpos de personas, vivas y muertas, y supo inmediatamente que Ophelia no era un humano, o al menos ya no. Estaba a mitad de camino entre la persona que  y un cuadro, o una estatua.

-Tomé a Leah bajo mi protección y la he perdido de vista… aunque ella ahora mismo no me preocupa. Quería conocer la hermosa criatura por la que ella está dándolo todo.

Miró hacia la niña.

-¡Es un angelito!

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27/01/2017, 15:11
Clementine Ouvrard
Sólo para el director

Fruncí el ceño levemente y mis manos acariciaron suavemente la tela de la sábana hospitalaria hasta reunirse y entrelazar los dedos. -Ophelia, mi nombre es Clementine -me presenté, aunque omití el "estar encantada" porque todavía no tenía la certeza de estarlo. -¿Tómo a Leah bajo su protección? ¿Cuándo? -quise saber intuyendo que fue cuando murió o poco después de que no-murió. Observé sus gestos y movimientos ahora movida por una absoluta curiosidad, por un instante casi estiro el cuello para ver si veía los engranajes girando en su espalda, parecía una muñeca tamaño natural... Una muñeca hermosa y aterradora -¿Usted es como ella? -pregunté luego, atrevida pero necesitada de información.

-¿Qué quiere decir con que la perdió de vista? -pregunté algo alarmada al oír sus palabras, no sabiendo si estaba hablando literal o figuradamente, o peor aún, física o espiritualmente. Luego desvié mi mirada hacia la niña -Sí, sí que lo es -afirmé perdiéndome en mis cavilaciones un instante, otra vez la sensación de haberme olvidado algo importante me asaltó. -Lástima que no sepamos casi nada de ella ni siquiera quién es, y los que le han hecho esto -miro sus tatuajes -Sean tan esquivos...

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28/01/2017, 01:44
Ophelia

-No soy como ella, doctora. Soy un vampiro.

Puso las palmas de sus manos sobre sus mejillas y las movió lentamente hacia el cuello mirando fijamente a Clementine y dejó que pasaran unos segundos de silencio para seguir hablando. Su voz sonaba con un tono suave, como si temiera despertar a la niña.

-Leah sufrió algo parecido a la muerte. Fue habitada por un espíritu en cuya naturaleza está el alimentarse de otros… buscó ayuda en una persona a la que le debo un favor.

Fué él el que me pidió que cuidara de ella. Y eso es lo que trato de hacer. Sin mucho éxito, me temo.

Hice un vínculo con Leah por el que la sentía en todo momento y se ha debilitado. Creo que se alejará de mí.

Sonrió.

-Algo que no se le puede reprochar.

Se levantó del asiento con parsimonia y se inclinó hacia la cama.

-Si existen los demonios. También deben existir los ángeles. ¿No cree? Eso es, al menos, lo que dice mi amigo.

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30/01/2017, 02:51
Clementine Ouvrard
Sólo para el director

Al escuchar la palabra vampiro ladeé un poco la cabeza, ahora tenía toda mi atención y más que eso: mi mente febril comenzó a pensar formas de estudiarla, de rogarle que me dejara pasarla por el microscopio y el laboratorio; es más, la boca se me llenó de saliva como quien le pone a un perro un sabroso hueso delante.

-Oh, ya veo- logré articular. Tuve que disimular ese rapto de excitación científica y lo hice tragando disimuladamente mi salivación y desviando la mirada por unos instantes, acomodándome el cabello que se me había despeinado por el sueño detrás de la oreja. Tomé la firme determinación de llevar siempre conmigo unas jeringas cargadas con diversos sedantes de ahora en adelante y si llegaba la hora de usarlas las usaría.

Miles de preguntas cruzaron mi mente: ¿Qué partes de las leyendas eran verdad? ¿Tenía alguna especie de poder? ¿Sentía atracción por algún tipo de sangre en especial? ¿Me estaría leyendo la mente? Tantas dudas y sin respuestas. Sus palabras sobre Leah me sacaron de mis cavilaciones. Quise preguntar si la persona que le pidió que cuidara de Leah era Eugene, pero no era pertinente en este momento; en cierta forma lo lamenté y otra vez las preguntas inundaron mi mente: ¿Cómo se habían conocido? ¿Acaso cuando Leah salió del pozo fue a parar a un club de seres del submundo?

Intintivamente crucé un brazo sobre la niña, como protegiéndola; esperaba que la infiltrada no se ofendiera. Me tomé suavemente la barbilla meditando en su pregunta -Sería lo lógico, el Ying y el Yang buscando el balance cósmico. Sin embargo, es muy humano pensar y buscar simetrías cuando en realidad conocemos tan poco de nuestro entorno -sostuve -Por alguna razón el mal la mayoría de las veces es más presumido y evidente, si es que existe un mal 100% verdadero -a pesar de todo lo dudaba, o mejor dicho -A decir verdad siempre que observé un mal que se me ocurriera grotesco y absoluto fue por parte del ser humano... Quizás he visto poco -deslicé, pero en seguida pensé que había visto mucho, demasiado del ser humano, y al parecer siempre podía sorprenderme con algo peor -Sinceramente, espero que esta niña no sea un ángel, al menos no en un sentido literal, porque si alguien es capaz de hacerle esto a un ser celestial estamos acabados...

Callé unos segundos y luego retomé -He visto a Leah hace una noche -confesé, pero me abstuve de decir que volvería a verla esta noche -Si llego a verla de nuevo, ¿Hay algún mensaje que quiera que le diga?

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30/01/2017, 18:46
Ophelia

-Coincido con usted en la mayoría de lo que dice. Con matices.

Sonrió.  

-No he vivido tanto tiempo, pero duermo con alguien que ya caminaba en este mundo cuando los dioses nos honraban con sus visitas y me ha confesado que tampoco ha visto mayor mal que el de los hombres… El mal, si deja de sorprenderte, querida, es porque estás en el filo de la navaja.

Y esta niña, ¡claro que es un ser celestial! ¿Qué niño no lo es?

Se sentó en la cama poniendo una mano sobre el brazo que Clementine había cruzado sobre la niña. Su tacto era frío y suave. Duro y amable.

-Le doy mi palabra de que nunca le haría daño, ni a usted, ni a la niña, por supuesto. No quiero que esta afirmación le suene frívola. Lo digo en serio.  

Y si tiene ocasión, por favor, dígale eso mismo a Leah.