Partida Rol por web

-Bueno, chicos, si acierto me dais postre extra y si fallo seremos todavía más amigos que antes del Imperio... -dice el heterodoxo artillero mientras apunta a conciencia al caza que se bate en retirada. Un fallo y, como dice, la Viento Solar podrá ser acusada de disparar al Destructor. Casi nada. Bueno, eso no puede ser mucho peor que destruir sus cazas, ¿o sí? El impacto pleno y certero del disparo de su torreta hace que tales dudas pierdan importancia... al menos de momento. No obstante, habrá que soportar al ex-pandillero contando batallitas sobre su maravilloso tiro el resto del viaje.

-El mal esta hecho Ophara, veamos que hay por la zona, y si realmente hay algo que merezca la pena ver aqui.-

Sicks desvió la nave tras el disparo de su artillero.

-Ophara, echa un ojo con los scaneres a ver que puedes sacar en claro de la zona. No entiendo a que nos ha llevado todo esto. Un salto obligado a este sector. Un paquete que resulta ser una bomba radioactiva...-

Seldon se quitó los cascos que usaba para comunicarse con el resto del grupo cuando estaba en el Huevo Kinder (como a él le gustaba llamar a su torreta de disparo: el juguete iba dentro), bajó por las escaleras hasta la nave y se reunió con el resto de la tripulación.

Estamos sin carga, sin rumbo y lo que es peor, sin pasta.

¿Y ahora qué, mon capitaine?

Sicks rebajó la velocidad de la nave a crucero. Puso el carguero en piloto automatico y guró su butaca.

-No hemos dejado llevar aqui y nos hemos encontrado con ese destructor. Pero esos no eran cazas de nivel Imperial. O ese crucero no era realmente imperial, o estaba de instruccion.-

-¿Alguien ha reparado en que sería recomendable salir de la zona cuanto antes? -dijo Syrus por los intercomunicadores como quien no quiere la cosa.

El último disparo de Syrus atravesó al caza en fuga y lo destruyó, esparciendo sus restos en miles de luminosos pedazos.

Mientras hablaban, Ophara rastreó la zona y meneó la cabeza tras la lectura.

- No hay nada de interés. Nada salvo ese destructor, claro. Simplemente, hemos aparecido en un nanopunto más cercano al habitual de salto en esta ruta. Me explico. Las coordenadas de salto entre un punto y otro están estandarizadas siguiendo la red galáctica, que es un sistema de comunicación que calcula órbitas a nivel galáctico y recalcula las coordenadas de los destinos planetarios cada cierto tiempo.

Si recordáis, la tarjeta que nos dieron incluía las coordenadas del lugar de entrega, es decir, las coordenadas del objetivo de salto. Se me ocurre que al introducirlas en el ordenador y aplicar el programa de corrección para actualizar la posición, se activó un subprograma trampa que modificó de forma casi imperceptible la posición. La modificó tan poco que, de hecho, estamos practicamente en el lugar que es nuestro destino - el mon calamari señaló el planeta que se hacía enorme en la ventana -, Corellia. No se me ocurre otro.

Sin embargo, salimos justo enfrente de un destructor estelar. Llamadme iluso, pero no creo en las casualidades. Sólo se me ocurre pensar que alguien modificó las coordenadas de la tarjeta que nos dieron, de manera que la organización que nos contrató tiene un...tipo con planes propios, y que modificaron nuestro rumbo para que el destructor nos interceptase. Así que me parece que en la organización de Roddo hay un tipo con contactos con el resto imperial. ¿Comprendéis? Bueno, no sé. Leyendo los datos, esto es lo único que se me ocurre.

Ophara calló de nuevo y volvió la vista a los monitores.

Aunque nadie se la habia pedido, Seldon dio su opinión.

- Deberíamos tratar de esquivar el bloqueo de estos tiparracos y llegarnos hasta Corellia. Allí tengo yo un amigo que con un poco de suerte sabrá decirnos algo más de lo que transportamos, o a muy malas podemos tratar de vender la carga al mejor postor.

Aunque creo que si nos presentamos en Corellia, tarde o temprano los que estén interesados en nuestra mercancía nos localizarán igual... todo es cuestión de tiempo.

-¿Qué dice el capi? Está muy callado. Hace como si pensara para ponernos nerviosos... -dice jocoso el ex-pandillero- No, en serio, nos saltamos el bloqueo damos por culo a quien nos haya jugado la broma pesada del destructor, ¿no?

No sé quién habrá sido, pero como lo averigüe va a bailar al son de mis chicas -piensa para sí golpeando afectuosamente a sus blásters.

Sicks estaba apollado sobre panel de control de la nave.

-No es eso. Estaba pensando porque narices no saltamos directamente a destino y entregamos el paquete a su autentico destinatario. Al fin y al cabo no tenemos ni idea de lo que nos depara Corellia.-

Abrio el panel de datos de la cabina mostrando los datos de Corellia.

Ophara estuvo de acuerdo en moverse. Por lo demás permanecía ocupado en terminar de dejar la nave exactamente igual que estaba antes del ataque, es decir, en perfecto estado.

Se escuchó un bip en el receptor de comunicaciones. La señal parpadeó débilmente, pero no terminó de establecerse. Desde el pasillo, el mon calamari alzó la voz.

- Sicks, por favor. Necesito que muevas la nave hasta las coordenadas finales del trayecto que teníamos programadas. No hace falta volver a saltar al hiperespacio. Nuestro destino está casi en esta zona. Creo que he captado una señal, un tipo de baliza de posición unida a un mensaje de recepción. Si te acercas lo suficiente podremos contactarlo.

Ah, y yo me daría prisa. Si ese destructor nos deja marchar para luego perseguirnos, sólo se me ocurre que alguien de su interior está conchabado con el que nos tendió la trampa, y para mí que el oficial que nos interrogó tiene todas las papeletas. Creo que ese tipo tiene planes de jubilación propios, y pasan por liquidarnos y quedarse con la mercancía, así que yo me movería rápidamente, por si acaso.

-Me sirve. Ophara cuando acabas de divertirte con tus cacharros ahi atrás ven por aqui. Quiero un barrido exhaustivo de la zona con nuestros sensores mas potentes. Syrus, Seldon, si no teneis nada mejor que hacer, podriais quedaros un rato en el pozo de artillero... solo por si acaso...- Sicks puso los motores a velocidad de crucero en direccion al repetidor, tampoco era cuestion de ir presionando al motor, puede que lo necesitasen luego. Además, tampoco era cuestión de que el destructor pensase que teniamos al interesante que hacer por la zona.

-Esto es lo bueno de ese calamariano, de vez en cuando, tiene alguna deducción ocurrente...-

-Tengo cientos de cosas mejores que hacer, capi -dice insolente Syrus mientras coloca sus piernas sobre los controles, repantingándose en el sillón- pero como estoy aburrido de ver vuestras feas jetas me quedaré donde estoy...

No me gusta el plan, no me gusta tener un destructor imperial cerca y mucho menos siguiéndonos...

Hm... No le gustaba estar en aquellas pequeñas cabinas. Había oído muchas historias sobre cómo los artilleros de los destructores estelares aprendían a localizar los puntos donde se encontraban instaladas las baterías de los turboláseres en aquellos pequeños cargueros como el suyo, y era allí donde concentraban su fuego. Arriesgarse dos veces en un día era algo que no entraba en sus planes.

Claro que tampoco entraba ser atacados por un destructor, perseguidos por TIE y contaminados con un producto radioactivo, o sea que puestos a improvisar, ya no venía de aquí.

Total... ¿Qué más podía salir mal?

El bip bip bip de la señal se fue apresurando a medida que la nave se acercaba a las coordenadas originales de salto. Cuando Sicks detuvo la Viento Solar, la recepción fue clara. Los sensores habían detectado la presencia física de un repetidor de corto alcance con un mensaje grabado.

El piloto apretó el botón, y una imagen enmascarada se generó de la nada sobre el holoproyector. Su voz sonó distorsionada y con un tono cruel.

- Bienvenidos, caballeros. Me alegra comprobar que han cubierto el viaje sin incidentes. Su misión está a punto de terminar, así que hagan un pequeño esfuerzo más. Este mensaje viene acompañado de un archivo que contiene las coordenadas de una nueva ruta que establecerán inmediatamente. Una vez en ese lugar, en la superficie del planeta, entregarán la carga, comprobaré la mercancía y estableceremos conexión con el "gran" Roddo para validar el intercambio. Ahí terminará su periplo y podrán regresar para cobrar por un trabajo bien hecho.

El mensaje se detuvo entonces y el archivo que contenía comenzó a ejecutarse a través del filtro de seguridad. Ophara movió la cabeza afirmativamente, señal de que el archivo estaba libre de virus y cualquier otra cosa que no fueran simples coordenadas.

Una vez introducidas, el técnico programó el mapa. La situación dentro del planeta, que se generó también por holografía, mostraba un lugar apartado de cualquier ciudad o centro urbano, en medio de ninguna parte, a unos tres mil kilómetros de la capital, Coronet. Según la información disponible, se trataba de una pradera de hierba inmensa, con fauna semisalvaje y muy poca presencia civilizada.

- Hm, parece un mal sitio para una emboscada, o sea que es un buen sitio para aterrizar. Si hay un ejército esperándonos, les veremos desde lejos.

Por otro lado, parecía raro que el "gran" Roddo quisiera encontrarse con nosotros en un sitio tan al descubierto, sin contar con la protección de los muros de la fortaleza en la que, probablemente, vivía a cuerpo de rey.

- Veremos qué nos espera.

-Joder, chicos, ¿soy el único al que le han dado escalofríos de escuchar esa voz? Apuesto 5 a 1 que ese tío es un psicópata estrujatráqueas...

Con estas alegres palabras el pandillero abandonó la torreta para dirigirse a la cabina, donde era bastante más cómodo discutir de viva voz cualquier detalle de nuestros nuevos pasos. Sin duda iban a tratar con lo peorcito de la galaxia. Ahora había que ver qué tal andaba la ética y la moral del jefe.

-Creo que ha llegado el momento de terminar este trabajo. Introducizcamos las coordenadas y saltemos.-

Sicks recondujo la nave para iniciar el salto hacia el punto final de encuentro.

Las nuevas coordenadas que introdujo Sicks mostraron un punto nada lejano en la superficie del planeta de Corellia, que tenían justo delante. De hecho, el lugar podía verse incluso desde allí, en algún punto de una planicie inmensa que aparecía surcado de alguna nube casual. El Viento Solar se dirigió hacia allí con los motores a plena potencia. No parecía quedar tiempo que perder.

Y no lo hubo.

El planeta se hizo enorme y lo cubrió todo cuando el carguero se zambulló en él. Las atmósfera llenó de brillo ígneo el exterior de la nave, luego las nubes lo enfriaron y finalmente el cielo se abrió y desplegó un llano y verde paisaje.

En un punto de la amplia llanura divisaron lo que parecía un pequeño convoy situado, aparentemente, en tierra de nadie. Una zona plagada de nada excepto una alfombra verde y un horizonte infinito. Las lecturas de los sensores indicaban tres naves. Dos cazas y un carguero. Todos posados e inactivos. Había doce formas de vida, situadas entre dentro del triángulo que formaban las naves. Sin duda fuero detectados a esas alturas. Los cazas eran antiguos alas X, un modelo Z-65 ya obsoleto, pero aún así muy utilizado. El carguero era de diseño corelliano, aunque no debía ser muy conocido. Se daba un aire a los antiguos XT como el mismo Viento Solar. El sistema de guiado de la nave mostró que todos los individuos que les aguardaban estaban bien armados, todos excepto uno de ellos. La imagen que mostró la pantalla aumentada era inconfundible. Se trataba del mismo individuo enmascarado que había enviado el mensaje.

-Yo y mis chicas -la referencia que siempre hace a sus dos estimados blásters- bajamos, ¿no? -pregunta el ex-pandillero con ganas de gresca. Habían pasado un día duro y el cuerpo todavía le pedía algo más de adrenalina.

-Primero un vuelo de pasada para verlos bien de cerca, luego descenderemos la nave.- Sicks manejó la nave con habilidad para que los tripulantes pudieran ver a los tipos de cerca. Menos el artillero superior, que solo vería un maravilloso cielo azul. -No avandoneis vuestras posiciones hasta que hayamos aterrizado... Ophara, un escaneo amplio de la zona y del espacio aerero. No quiero sorpresas.-