Partida Rol por web

Seldon sabe lo que le toca: es la hora de empezar a bucear en las tormentosas aguas de la fauna (y flora) local, tratando de pescar algún trabajillo interesante.

Voy a dar una vuelta por "ahí".

Ese "ahí" había sonado oscuro, armado y peligroso. Lo normal, vaya.

Seldon se aseguró de llevar lo imprescindible para una misión como aquella. Pistola Bláster, algunos créditos, una amigable sonrisa y una baraja de cartas.

¿Nos vemos a alguna hora?

Ophara dedicó el tiempo de aterrizaje en enviar su registro de carga y el monetario. No quedaba mucho de lo que el planeta Froz había sido antaño, pero al menos no era ese dichoso clima árido y de calor casi extremo que había tenido que aguantar hasta la fecha. Él también quería pasearse por allí y descubrir si había algo interesante en aquel desolado planeta, véase chatarra o incluso algún elemento especialmente interesante. Nunca estaba de más mejorar cualquiera de los blásteres del grupo o la propia Viento Solar.

Y por una vez no quería salir de un sitio con naves persiguiéndole... Intentad no armar mucho jaleo, ¿queréis? Aunque conociéndolos es tan improbable que eso pase como improbable es tener una plantación de lahdias usando este terreno.

La ciudad aún estaba inventándose. Un vistazo más cercano dejaba claro que todavía quedaba mucho por hacer. De alguna forma, a pesar de la tranquilidad que se respiraba, había en la gente un cierto aire de desconfianza. Los frozianos se movían entre los nuevos ciudadanos como si fueran amigos de toda la vida. En el fondo, según la historia, tenían mucho que agradecerse unos a otros.

Por una vez, el aterrizaje en un astropuerto no había dado ningún problema. Habían aceptado la identificación y el informe sin rechistar. Era algo raro por lo poco común, pero desde luego, los tripulantes de la Viento Solar se sintieron un poco más relajados.

Salieron del astropuerto por el nivel cuarto, según indicaban las señales y los mapas. Era un lugar de encuentro, donde trabajadores y profesionales se reunían en tabernas y zonas de ocio para descansar y relacionarse. Era un buen lugar para empezar a moverse. Había muchos pilotos y bastante comerciantes, si uno tenía se fiaba del aspecto que presentaba la gente de alrededor. Según los mapas, también había en el nivel superior varias empresa de transporte por encargo. El paraíso de los negocios honrados. Suponía menos créditos, pero era el tipo de trabajos que resultan adecuados cuando uno quiere pasar un tiempo desapercibido.

Como buen capitán, Sicks dejó que el resto disfrutara del permiso en el puerto mientras el iría a los centros de alquiler y reclutamiento de transportes. Quizá una visita al jefe del puerto, o a las empresas principales de comercio de la zona podrían dar algo de trabajo a la nave. Todo por seguir volando.

-Sea entonces, a las 0-3-100 en la nave. Intentad que no tenga que buscar a nadie en la oficina de la guardia.- Dijo con una exagerada mirada a Syrus. -Ophara, coge el dinero que necesites e intenta comprar el habituallamiento habitual, piezas de repuesto y parches para la nave. Cogelo de la parte para la nave. Si no teneis creditos, coger vuestra parte, como siempre, del ultimo trabajo. Intentad no gastarlo todo de una vez. Estamos en el comunicador, como siempre.-

Si no habia nada mas que comentar, Sicks se preparó para marchar.

-Eh, no me mires así, ni que me tuvieras que sacar de un calabozo cada vez... Bueno, vamos a ver qué tienen en motores de acelerador en este planeta -dice el expandillero.

A ver si este es el planeta donde encuentro la ganga que ando buscando. Seguro que si se mira hacia otro lado se puede encontrar cualquier cosa... y eso incluiría un acelerador Dagwish abierto a modificaciones a buen precio. Por soñar que no quede.

Eoc era un compendio de cosas por hacer. Todo estaba a medio construir, lo cual le daba un curioso aire de entrañable decadencia. Eligieran el camino que eligieran, estaba plagado de pequeños negocios recién fundados. Las grandes empresas aún desconfiaban del supuesto repunte del planeta, pero la cosa pintaba bien. Había mucho optimismo. Incluso la cercanía del peligro inminente, el ommipresente sistema corelliano servía como acicate para redoblar los esfuerzos. La fuerzas de seguridad tenían una presencia visible a pesar de todo, porque junto con los honrados comerciantes siempre se mezclaba una población menos dada a los negocios legítimos. En los niveles inferiores la seguridad era sensiblemente menor, pero nadie se enfrentaba, de momento, a cualquiera a quien vieran armado.

Algo que habían podido comprobar es que no daban problemas por llevar armas. No en todos los planetas se permitía y en algunos sistemas la regulación del armamento urbano era estricta, incluso asfixiante. Froz también estaba por construir en ese sentido.

El grupo volvió a reunirse a la hora señalada. El resumen era que habían encontrado un vergel de oportunidades, una mina para gente como ellos. El lugar perfecto para seguir con sus vidad libres de esa extraña sensación de que las cosas aún no habían terminado.

Como si estuviera esperando a que toda la tripulación se reuniera, Sicks recibió un pitido que provenía del comunicador de mano que llevaba. Lo ajustó a su oreja y pasó un audífono a sus compañeros, para que pudieran ser todos testigos de la conversación.

Seldon y Syrus miraron alrededor, cosa que fastidió a Ophara. A pesar de confiar en el técnico, los humanos no se creían que hubiera ningún sistema de seguridad perfecto y les preocupaba que en cualquier momento uno de sus tratos fuera interceptado por algún curioso interesado.

La voz que escucharon a través del comunicador hizo que olvidaran la seguridad. Hacía tiempo que no sabían de él.

- Saludos desde el exterior de Froz, amigos - dijo el comandante del escuadrón pícaro sin necesidad de presentarse -. Supongo que me habréis echado de menos - bromeó -. Hace mucho desde nuestro último encuentro. Casualmente he sabido de vuestra entrada en el planeta al registraros y tengo que decir que no podría saber de vosotros en mejor momento. Tengo algo importante que proponeros, pero no tenemos que hablar de ello en persona. Si no os viene en mal momento, y de verdad espero que así sea, os enviaré una lanzadera para que os recoja en el espaciopuerto. Por supuesto, se trata de algo importante y seréis recompensados en consecuencia.

¿Puedo contar con vosotros?

Ni un día, ni un jodido día de recreo. Esto es peor que el reformatorio... Y ahora es cuando nuestro simpático capitán culotieso dice: "sí, por supuesto, enseguida reuno a la tripulación"... -piensa para sí el frustrado aficionado a los aceleradores de carreras mientras un irreprimible gruñido de disgusto invade levemente las comunicaciones. 

-Saludos de nuevo, comandante Antillies. Ya estamos en camino del espacio puerto. Siempre es de agradecer algunos creditos mas, y si son republicanos, pues mejor.-

Sicks aceleró el paso de camino al espacio-puerto.

La situación había dado la vuelta en un momento. Nada hacía pensar que Wedge Antilles, comandante del Escuadrón Pícaro, fuera a estar allí mismo, en un planeta en reconstrucción y con una paz relativa. De hecho, aunque la fuerza que se mantenía en la zona parecía mucha, en el fondo era sólo una cuestión de mostrar los colmillos, nada serio. Froz no era interesante para el Resto Imperial. Al menos eso era lo que habían escuchado.

Llegaron al espaciopuerto y volvieron a montar en la nave. El sistema de pago era permisible, de manera que si regresaban antes de dos días se les recortaba el 50% del gasto de embarque. Informados de la oferta, Sicks puso en marcha la nave y la nave salió hacia el recortado cielo del planeta. Unos segundos después, la atmósfera había quedado atrás y la imagen eran las cercanas naves de la antigua Rebelíon, ahora una Nueva República aún en ciernes, donde las batallas se negociaban en mesas y congresos en lugar de en la superficie de los ya machacados planetas.

La señal de dirección provenía de una corbeta en el interior de la formación. Parecía una de las más utilizada en batalla. La Viento Solar se acercó con elegancia y cruzó un par de fragatas entre las que se movían patrullas de cazas. La mayoría eran maltrechos y ya un poco obsoletos Alas-A, sólo una patrulla mixta de Alas-X con un Ala-B parecía encontrarse en mejor estado.

El hangar devoró al carguero. El espacio quedó en el exterior y una fina iluminación señaló el camino donde la nave debía posarse. Junto a ese lugar ya había un comité de bienvenida, formado por varios individuos en uniforme de piloto y dos en uniforme de oficial.

-Bueno, ¿qué, bajamos? -dice alegremente el ex-pandillero- No hemos hecho nada malo... y si hay algo malo y legal o para-legal que hacer seguro que nos lo dicen. Esta gente es guay- añade con una amplia sonrisa en su rostro que, aunque no se pueda ver a través de los comunicadores, es más que patente en el tono de su voz. No era la primera vez que Syrus mostraba simpatía hacia los Rebeldes, ahora neorepublicanos y su habilidad con las armas dejaba entrever que no sólo había estado participando en carreras de deslizadores en los tiempos de la guerra activa contra el Imperio. Sus pasos resonaron por el pasillo metálico en dirección a la salida.

Un uniforme era un uniforme, y a Seldon no le gustaban. En el fondo, daba igual si quien iba dentro era Rebelde, Imperial o Autarquista Reformado: siempre indicaban que a aquella persona le gustaba demostrar abiertamente su superior autoridad respecto a los no-uniformados.

A ver qué tripa se les ha roto a estos, pero me da a mí que no todas las naves son recibidas con un comité de bienvenida de este calibre.

Además, pensó para sí, el Imperio siempre tiene la cartera repleta y paga bien; en cambio, estos Rebeldes suelen estar más pelados que un mynok. De aquí no vamos a sacar ni un triste crédito.

Sicks no se encontraba nada a gusto en esta nueva situación. Él dejó la carrera militar hace tiempo, y aunque participó en la rebelión contra el imperior nunca había podido olvidar aquella epoca de su vida, y los camaradas que dejó atrás con el uniforme gris imperial.

Sicks bajó de la nave, a la espera de que fuera recibido en el hangar por algun oficial, o por el mismo Antillies. Ya fueran creditos republicanos o imperiales, a el y a sus chicos, los iban a pagar. Ya no "trabajaba gratis por la causa". Además, no quería moverse y "cotillear" por un hangar de los republicanos.

Los tripulantes del Viento Solar salieron con aire cauteloso. Los oficiales se adelantaron y les saludaron con una leve inclinación de cabeza. Uno de ellos se presentó.

- Teniente Kalo Ecmor. Seguidme.

Tampoco es que dijera mucho. Todos eran humanos, desde los pilotos que, tras la presentación, comenzaron a disgregarse hacia distintos puestos del hangar, como los dos oficiales, que parecían haber afeitado su primera barba hacía poco. El camino fue bastante corto. Salieron del hangar y atravesarons dos pasillos de acceso hasta un turboelevador. Ascendieron una buena distancia y salieron a unas salas iluminadas en las que vieron a Wedge Antilles, el legendario comandante del Escuadrón Pícaro y héroe de la guerra civil galáctica.

El comandante se volvió hacia los comerciantes con una sonrisa y se acercó a ellos. Cuando llegó a su altura, saludó a los oficiales y les dio permiso para que se retirasen.

Las salas se comunicaban entre sí por un pasillo recto que ocupaba una de sus paredes. La iluminación blanca y la sobriedad del mobiliario daba un aspecto de sala de espera enorme más que de una sala de crisis. En las paredes y en el centro de las salas había desplegadas unas finas pantallas transparentes donde se iluminaban las coordenadas de puntos estratégicos.

- Bienvenidos a las tripas de la Reunión. Hemos tenido poco tiempo para cumplir con ciertos objetivos, y ya nos hemos acostumbrado al ritmo frenético. Venid conmigo.

Los acompañó al pasillo y les guió con un paso tranquilo. Parecía relajado, pero un instinto entrenado podía reconocer unas ciertas pautas inconscientes de nervios asentados en el cuello y en la expresión de la frente.

- Tendré que ir al grano, si me perdonáis. No puedo dejar demasiado tiempo mi puesto pero tampoco podía dejar escapar la oportunidad que me ofrecéis con vuestra presencia. Veréis, mis espías en Corellia me han informado de los movimientos de una poderosa asociación que se ha levantado hace poco dentro de ese sistema. Son tan recientes que no tienen ni nombre. Nosotros los llamamos "sombras de Coronet". Sí, lo sé, no es original, pero es pegadizo a falta de nada mejor. El caso es que han empezado a hacer acercamientos hacia el exterior. Hablamos de sobornos, de coacción, de tráfico de objetos valiosos y...de contactos con el Resto Imperial. Hay dos razones por las que son peligrosos. La primera es el hecho de que ninguna banda ha establecido contactos claros con el Resto Imperial hasta ahora. Todas tienen un pacto tácito de no-agresión, pero nada más. La segunda es la naturaleza del tráfico de objetos. No sabemos demasiado sobre sus envíos, sólo que son pocos y que son extremadamente valiosos. Un pequeño fallo en su sistema de seguridad nos dio la ocasión de infiltrar a un hombre de confianza en uno de los eslabones de intercambio.

El último envío que han recibido ha sido un sable láser.

El comandante hizo un alto, esperando la reacción de los hombres.

- No sé si sabéis de lo que se trata. Era un alma de una cultura anterior al Imperio aunque de alguna manera muy relacionada con él. Quizá os sea muy conocido, quizá no, en cualquier caso, el comercio de un sable láser siempre trae ciertos recelos a los altos mandos. Al conocer la noticia, ha habido gente interesada en que se investigue este envío.

Sé que no es a lo que estáis acostumbrados, pero nadie mejor que vosotros, que conocéis al dedillo ese entorno, para obtener la información que necesito. Si aceptáis, os ganaréis unos buenos 5000 créditos por adelantado, aunque ya veo que no os va mal - sonrió refiriéndose al carguero -. Al finalizar, según la calidad de la información que reciba, estoy dispuesto a dar hasta 20000 créditos más. Es muy posible, por otro lado, que se autorice la participación de un aliado. Un desconocido para vosotros, sí, pero de completa confianza. Al menos, así nos lo han prometido.

En todo caso, hablamos de averiguar quién quiere ese sable láser y si hay algún motivo oculto. Si lo recuperáis, por cierto, también habrá una recompensa.

Seldon no tiene ninguna intención de quitarle protagonismo a su capitán, y tiene muchísima práctica en poner cara de sabacc... pero está seguro de haber palidecido ligeramente al oír mencionar el sable láser.

O sea que quieren saber a quién se lo han hemos vendido... je, responder a eso será más rápido de lo que se piensan.

Esta vez no estaría de más cobrar por adelantado: es probable que el resultado de nuestras "pesquisas" no sea del agrado del Sumo Sacerdote Antilles.

Uf, qué gracia, recuperar algo de manos de ese tipo no me apetece nada, pero alguien como ese se merece una buena paliza... por el mero hecho de existir. Y si me respalda la Rebel...Republica, tanto mejor.

El ex-pandillero pone una mueca pensativa y exhala más bien incómodo. A lo largo de la exposición de Antilles va cambiando el peso del cuerpo de una pierna a otra, los brazos cruzados a la defensiva. Afortunadamente está en segundo plano, como de costumbre, en su papel de guardaespaldas incrédulo y presto al combate, así que probablemente su lenguaje corporal no sea captado ni comprometa nada. 

Sicks meditó unos instantes clavando la mirada en el lider picaro. Ambos eran veteranos de la guerra, y en algunos momentos, no en el mismo bando.

-Por supuesto que la Republica quiere saber de ese sable, "capitán".- Dijo, equivocando a posta, el rango del general Antillies. -No estan dispuestos a que se levante otro Emperador para reunir a todo el resto. Mas de un sistema volvería con los brazos abiertos al puño de hierro imperial, mientras estos sostuvieran sus intereses.-

Sicks se acercó hasta estar a un palmo del general Antillies.

-10.000 de los creditos por adelantado, Antillies. Porque se que se ha hecho dicho intercambio, y a quien. Hoy es tu dia de suerte.- Terció con una sonrisa de suficiencia. -Sabes perfectamente que la "Viento" no se mantiene sola. Nos vas a meter en un fregado bien gordo y sabes que voy a tener que parchear la mitad de esta preciosidad por tu culpa.-