Partida Rol por web

Evea pensó someramente las cuestiones de la bardo sin hallar respuesta clara.

-Sí, podríamos revisar de nuevo-no la hacía especial gracia que se dudara con esa facilidad de sus habilidades, no solía pasar nada por alto-También podríamos ir a preguntar a alguien que pudiera darnos más información en el pueblo a la vista de lo encontrado...-no iba con su carácter andar con esas respuestas pasivo-agresivas, pero dado su estado de ánimo si encima sus compañeros ponían en tela de juicio sus capacidades ni se planteó no poner en duda las de los demás. A pesar de ello echó otro vistazo por la cabaña murmurando entre dientes

En ese momento cayó en que sí había alguien de gran edad que podría cuadrar en lo que estaban buscando, aunque dudaba que esa línea de pensamiento llevase a alguna parte. A fin de cuentas les había ayudado, porque si tuviera algo que ver no les habría dado la información de la profecía, ¿no? Mordiéndose un poco las comisuras de los labios carraspeó para comentar esa idea, algo absurda.

-Bueno... el clérigo mayor del templo, el que nos proporcionó la interpretación de la profecía era considerado venerable por su edad entre los habitantes del pueblo-meneó la cabeza acto seguido-Pero no me dio la impresión que no estuviera siendo sincero cuando nos ayudó- buscó con la mirada a Theonil, esperando su confirmación; él también había estado allí y parecía ser mejor juzgando a la gente que ella.

Theonil apenas pudo abrir los ojos al ser cuestionado. Con una voz agotada respondió con tono de incredulidad:

-"Nunca he sido amigo de los dioses. Y menos desde que reclamaron a mi pequeña. Y ese Eliaster-tengo-un-palo-metido-en-el-culo no podría caerme peor aunque me diera una patada en las pelotas cada vez que me viera. Pero, sinceramente, no creo que si fuese un infernalista pudiera haber pasado desapercibido en el templo tanto tiempo. Para empezar: Merryl es más poderoso que él y el templo está consagrado, me hace cosquillas en la sangre cuando me acerco. Se supone que debería ser agradable."

La pareja de humanas puso patas arriba la chabola, incluso haciendo que Theonil pasara un rato a tumbarse en el suelo para mirar en el jergón y debajo de él. Nada de nada. Empezaban a desesperar cuando Gaëlle tuvo una idea: ¿Y si buscaban por los alrededores del claro? La zona a la que podía accederse sin disparar las runas no era tan grande. 

La búsqueda por los alrededores les llevó un buen rato. Y parecía que sería igual de infructuosa, sin embargo las huellas que el unicornio había dejado al llegar llamaron la atención de Evea al recordarle los momentos de tensión que acababan de vivir. Se quedó mirándolas fijamente, embelesada durante unos segundos, antes de notar otra mirada igual que la suya, la de Nívea en la misma dirección. El punto por el que la bestia mágica había entrado al claro, el mismo adonde había lanzado una última mirada al morir. 

Y el mismo en el que podía ver, casi oculta entre uno de los espinos, imposible de ver sin algo que la señalase - como las huellas de unicornio - una huella de un pie menudo y calzado con zapato ligero. La maraña era igual de espesa allí que en el resto del bosque, pero un breve vistazo sin internarse más de un par de metros, dejó claro que un poco más allá la vegetación mágica había sido cruelmente incinerada, con algo tan caliente - o frío - que el mismo suelo había quedado muerto. Un estrecho pasillo, apenas lo bastante ancho para una persona serpenteaba hacia lo desconocido internándose ominosamente en la maraña de espinos, zarzas y enredaderas.

Evea aún no las tenía todas consigo, pero aquello era el único indicio que tenían por el momento antes de ponerse a hacer acusaciones a ciegas. Por lo que, con cierta resignación, se dirigió extremando las precauciones hacia el lugar por el que se veían las pequeñas huellas.

-No lo veo claro-murmuró entre dientes al recorrer la zona. ¡Entre los espinos y la escasa luz allí no había quien pudiera encontrar nada! Nuevamente sentía su frustración aumentar. Sin embargo antes de ceder al desánimo comentó hacia el grupo-Tal vez tú, Auria, o tú, Nívea, podáis ver algo que haya escapado a mis ojos-lucía una sonrisa triste, en parte por el fracaso, pero sobre todo porque estaba viendo escapar entre sus manos toda posibilidad de salvación para su mentora mientras se enfangaban en cada paso de aquella investigación

Auria miró a Gaelle cuando se dirigió directamente hacia ella. Auria se puso en pie y suspiró profundamente, iba a tratar de ayudar a su nueva compañera, y ya que Nivea había quedado en un estado ausente por todo lo sucedido, sabía que debía ser ella la que debía ser fuerte y ayudar a su compañera a investigar alguna huella o algo que les ayudase en aquella investigación.

Gaëlle, Evea y Theldur pudieron ver cómo la jovencísima druida hacía acopio de valor y, tras examinar brevemente la huella que la batidora había encontrado empezaba a seguir un rastro que se adentraba tras un solo paso en la maraña infranqueable. Ésta se abrió como una puerta para dejar pasar a la elfa, pero se cerró tras ella con la misma rapidez.

Auria no podía dejar de recordar la sensación que habían dejado en su espalda las garras del monstruo que Gaëlle había sugerido que podría llamarse posesión aberrante la última vez que se había internado en la espesura. Aunque ahora no se oía a ese ser maléfico tronchando la floresta mágica, podía volver en cualquier momento. Esperaba que no necesitase internarse mucho.

Tal como había sugerido Evea, unos metros más allá había un camino entre la espesura, la vegetación había sido calcinada por un fuego tan feroz que había cristalizado la arena. Un fuego mágico.

Pero menos de diez metros más allá, por esa senda tan angosta que las plantas tenían que apartarse para que la pequeña elfa pasara a gusto, se alcanzaba otra de las sendas naturales del bosque, las diseñadas por el encantamiento élfico para que sus tropas pudieran transitar por la linde rápidas y eficaces. Aquella senda debía haber sido olvidada, pues ni Theonil ni Nívea la conocían, ni tampoco Auria; aunque ella nunca había recibido una formación convencional, claro.

Sin embargo algo llamó la atención poderosamente de los instintos de la druida, casi pudo oler una presencia en la zona y breves segundos después pudo comprobar que un juego de huellas, dejado por unas botas ligeras con un pie apenas un par o tres de centímetros mayor que su pequeño pie. Su propietario se había alejado por aquella senda desde la cabaña, y lo había hecho hacía no más de unas horas; aunque no era la única vez que pasaba por allí en los últimos días, a veces hacia la espesura, a veces hacia la cabaña. Del unicornio no había huella alguna, pero considerando que el equino faérico tenía el mismo don que ella para atravesar la naturaleza sin dejar huella de su paso, aquello no era ni raro ni concluyente.

Antes de ir a ninguna parte Evea avisó al resto

-Iré con Auria a ver qué encontramos, si oís mi silbido venid, si oís otra cosa... bueno, supongo que no hace falta dar muchas mas explicaciones-comentó fatalista antes de internarse en la floresta. Siguió a la joven Auria, aunque la era imposible mantener su ritmo y tenía que moverse mucho más despacio entre la espesura. Por suerte no tenían tanta prisa ni era excesiva la distancia a recorrer.

Una vez junto a ella Evea echó un nuevo vistazo por la zona, fijándose en las pequeñas huellas y deduciendo hacia donde se dirigían. Encomendándose a su suerte avisó a los demás con el silbido que había acordado, jugándose que les detectara la bestia nuevamente. Y miró a Auria con una sonrisa, no exenta de tristeza.

-Buen trabajo, ¿te parece que esperemos a los demás antes de ver dónde nos lleva esto?-

Durante el tiempo en que esperó por el silbido de la batidora Gaëlle esperó casi mordiendose las uñas de los nervios. Sus dos compañeras se habían adentrado solas en la espesuras en busca de un rastro que no era seguro encontrar, arriesgándose a que las sorprendiera el terrible demonio que un rato antes los había hostigado. No quería imaginarse el destino que correrían si las atacaba solas, para más tarde abalanzarse sobre el resto del grupo que aguardaba en el claro. 

Cuando al fin escuchó la señal que Evea les enviaba no se demoró. Avisó a sus compañeros de que la acompañaran y se dispuso a unirse con la joven druida y la exploradora para perseguir al misterioso fugitivo. No estaba demás tampoco volver a unir al grupo. Estarían mucho más seguros mientras se mantuviesen todos juntos. 

El grupo se adentró de nuevo en la espesura encabezado por las chicas. El ambiente volvía a ser opresivo, aunque el camino seguía siendo abierto era demasiado tortuoso, impidiendo ver nunca a más de diez metros. Sólo Auria se sentía más animada transitando por él, puesto que aunque el bosque seguía sobrenaturalmente silencioso, la naturaleza ya no le era hostil, se sentía en casa… en peligro mortal, pero en casa.

Para colmo, apenas habían avanzado un kilómetro por el agobiante terreno, y ya les había costado más de cuarto de hora andarlo, cuando los ruidos que ya asociaban al terrible demonio siguiéndoles regresaron. De nuevo les acosaba, dispuesto a saltar contra cualquiera que quedase aislado, tronchando plantas sin importarle sus espinas ni sus lianas.

Caminaron otro kilómetro en el túnel de vegetación, agobiados por el monstruo que corría paralelo a ellos, separado por sólo unos metros de plantas que él podía atravesar en cuestión de segundos y ellos – con la excepción de Auria – no. Era ya el momento más oscuro de la noche y sólo se veía en torno suyo la pálida luz de sus piedras encantadas. Fue entonces cuando, repentinamente, la muralla verde y marrón que les cerraba en un pasillo finalizó abruptamente por su lado izquierdo, el camino frente a ellos había perdido uno de sus flancos, producto de un corrimiento de tierras; parecía ser que  , aunque no era aparente por la inabarcable altura de los árboles que les rodeaban, caminaban peligrosamente cerca de un barranco el cual, a esa altura del camino, había perdido consistencia derrumbando el talud y llevándose con él tanto el muro de vegetación como tres o cuatro árboles para formar un claro a la izquierda del sendero. Aunque la  vereda que transitaban seguía segura atravesando junto al derrumbe, casi intacta, y volviendo a adentrarse en la espesura; pero ahora la nueva la perspectiva, con un poco de espacio abierto, hacía aparente que el camino tenía un desnivel perceptible. Ascendía en no menos de 5 grados, y probablemente llevaba haciéndolo un tiempo.

El corrimiento de tierras se abría a un desnivel cuyo fondo no se distinguía sin acercarse al borde, obviamente tenía más de tres metros de profundidad, que era lo que sus piedras iluminaban hacia abajo cuando las enfocaban para transitar por el sendero, y abajo debía haber un claro el cual no era visible sin acercarse e iluminar hacia las profundidades tenebrosas. El derrumbe no había dejado una ruta para bajar que se viera desde el camino y, de hecho, las huellas que la druida y la batidora estaban siguiendo con facilidad, gracias a sus luces mágicas, atravesaban la zona sin acercarse siquiera al talud para continuar ascendiendo – y descendiendo, pues ya tenían claro que el autor de las señales había transitado por esa senda en ambas direcciones –

Nerviosa por tener de nuevo a la criatura pisándoles los talones, Gaëlle vio aquel desprendimiento como una salida. Al llegar a su altura se agachó junto al borde y trató de ver alguna forma de bajar, más su vista de humana no era capaz de advertir camino alguno. Por fortuna entre ellos había quien era capaz de ver entre tinieblas, y con un poco de suerte sería capaz de llegar algo más allá de donde ella llegaba. 

¿Auria, que ven tus ojos de elfa?

A pesar de que el bosque parecía menos hostil hacia ellos la batidora no era capaz de tranquilizarse, y no es que la faltasen motivos pues la bestia aún les rondaba. Su habitual paso rápido se veía relentizado por el de sus compañeros al moverse por el camino abierto y ello tampoco ayudaba a que su humor mejorara.

El corrimiento de tierra la permitió obtener una mejor perspectiva de dónde se hallaban pero prefería no demorarse mucho allí con el demonio al acecho, y aunque Gaëlle parecía ser de otra opinión preguntando a la joven druida, Evea apenas se detuvo.

-No creo que debiéramos detenernos mucho tiempo-miró nerviosamente al claro de su derecha pendiente de los sonidos de la bestia. La maldita seguía deteniéndose cuando ellos lo hacían y eso la sacaba aún más de quicio-Las huellas son claras y siguen por el camino. Además no deberíamos permitir que la bestia nos dé alcance aquí-

Un sitio estrecho, con un barranco a la espalda... el sitio perfecto para una emboscada.

Auria dio un respingo al escuchar su nombre en los labios de Gaëlle, aún no se acostumbraba a que ese grupo contase con ella de una forma tan activa.

Así que, con mucho cuidado, se acercó a ella para mirar allá donde estaba mirando, para ver si su vista, algo más aguda que la de un simple humano, pudiera apreciar algún dato que al resto se le escapase. Quizá fuese uno de esos momentos, en lo que Auria se pudiera sentir más útil de lo que realmente pensaba. Así que, colocando una mano a modo de visera agudizó la vista mirando hacia el lugar que la mujer le señalaba.

Mientras Evea y Karlack vigilaban, Gaëlle y Auria se asomaron por el barranco, sus piedras de luz dejaron ver un desnivel más pequeño de lo que podía haberse pensado al principio, el suelo estaba apenas a cuatro o cinco metros; eso sí no había ningún sendero que bajase, el descenso parecía difícil si bien no había mucha caída, un poco menos complicado sería subir puesto que el terreno era muy irregular. El claro en sí que había allí abajo apenas tenía media docena de metros de ancho, aunque era bastante más largo. La vegetación muerta y los restos de los troncos que habían caído se acumulaban al fondo en un montón de detritos y tierra corrida de profundidad indefinida pues llegaba más allá de lo que iluminaban sus piedras, incluso para la aguda vista de la elfa.

Gaëlle distinguió enseguida que al pie del barranco había algo, las sombras de la oscura noche se conjugaban con la posición para hacer un poco difícil de distinguir que era. Para cuando Auria se unió a ella, sin embargo, ya se había dado cuenta de que eran huesos.

La vista más aguzada de la elfa confirmó enseguida las macabras previsiones de la bardo. Alguien debía haber tirado allí cinco cadáveres, los huesos se habían entremezclado ligeramente al irse descarnando y por efecto de las inclemencias del tiempo, pero se distinguía la posición de cinco personas diferentes amontonadas sin ningún cuidado.

En la distancia resultaba un poco complicado para la bardo dar detalles, que con un poco de esfuerzo había podido distinguir que las palabras de la pequeña elfa eran ciertas y había cinco restos humanoides en el fondo del barranco. Auria sin embargo estaba bastante segura de que aunque todos los restos estaban bastante descarnados, tenían edades muy diferentes, al menos uno de los esqueletos era solo huesos blanqueados por el poco sol que llegaba a ese diminuto claro entre árboles milenarios, otros tenían aún algo de piel y cartílago apergaminado. Ninguno de los cuatro aventureros tenía conocimientos de medicina, de modo que estimar la edad de los restos estaba fuera de su capacidad, pero tampoco les hacía falta para saber que todos los cadáveres llevaban muertos años.

Aunque era arriesgado asegurarlo desde esa distancia y con sólo la luz que daban sus piedras, Auria creía que aquellos huesos eran de humanoide, seguramente elfos o alguna humana pequeña, y que estaban demasiado bien conservados para estar en mitad del bosque. Ningún animal se había cebado en ellos, ni siquiera los habían movido y la misma tierra a su alrededor estaba marchita y muerta… De hecho no era nada natural que la vegetación no hubiera reclamado aquel terreno en los muchos años que debían llevar allí los primeros huesos descarnados.

También la vista más aguzada de Auria explicó porqué a Gaëlle le había costado al principio reconocer los esqueletos. Las muertas, pues féminas habían de ser, llevaban vestidos muy elegantes, tal vez de boda o como mínimo de noche. Aunque ahora estaban sucios y desgastados por el tiempo, habían sido preciosos, pero estaban desgarrados desde el escote y llenísimos de una suciedad – que sólo podían ser manchas de sangre – que formaba una informe V desde el pecho hasta el vuelo; había una excepción: el cadáver que parecía ser el más viejo tenía tan solo los restos de un sencillo vestido de diseño élfico no muy diferente del que llevaba Auria debajo de su armadura, eso si la sencillez de su ropa no le había evitado ni el desgarrón en el corpiño ni había hecho disminuir un ápice el tamaño de la mancha sangrienta.
Aún tratando de reponerse del espeluznante descubrimiento, el grupo se dio cuenta de algo que crispó sus nervios mucho más que los cadáveres antiguos. Los ruidos alrededor suyo que indicaban los movimientos de la criatura habían cesado. La última vez que pasó algo así fue el preludio de un traicionero asalto de la veloz bestia.

La batidora miró con toda la calma de la que era capaz la parte baja del barranco donde se encontraban los cadáveres. Las vestimentas, los diferentes estados de los cuerpos... ¿cuánto tiempo se llevan sacrificando doncellas con el pretexto del festival?- pensó para si, negándose a poner en viva voz lo que, sospechaba, estaban todos dando vueltas.

Durante un instante se la pasó por la cabeza bajar a mirar más de cerca, pero en parte por la inaccesibilidad del lugar, en parte por temor a encontrar entre los restos más indicios que indicasen inequívocamente que su mentora había fallecido finalmente se abstuvo de bajar; contentándose con lanzar miradas nerviosas de vez en cuando.

-Bueno, esto...-no era fácil romper el silencio que había caído sobre ellos-¿Y ahora que hemos encontrado esto qué deberíamos hacer?-miró a la bardo, casi implorando por sus certeras respuestas-¿Esto resuelve alguna de las incógnitas del ritual?-el ritual la trajo a la mente la imagen de la criatura que había sido convocada y que aún rondaba por ahí... echó mano al arco, sólo por si acaso. La calma la estaba poniendo nerviosa

El enorme guerrero blindado tenía serias dificultades en atravesar aquel denso bosque. Se ayudaba de su espada para abrirse hueco, aunque más para apartar que para dañar, no estaba seguro pero suponía que a aquellas pequeñas no le gustaría que empezase a talar su preciado bosque, aunque ganas no le faltaban.

Por fin llegaron a un especie de sendero. Unas huellas lo recorrían de arriba abajo, bien una pista que seguir. 

A un lado del sendero una especie de derrumbamiento abría un claro en la espesa vegetación. La bruja y una de las elfas se acercaron a mirar. Karlack se situó delante de ellas, protegiéndolas de cualquier posible ataque.

Lo hizo sin pensar, con el impulso del que está acostumbrado a proteger vidas.

De repente aquel espantoso sonido que auguraba la presencia de aquel demonio, seguido de aquel tenso silencio.

Karlack sujetó con fuerza el arma y se situó en posición defensiva.

Rápido, apartaros del barranco

Gaëlle palideció después de que las palabras de su compañera le explicasen lo que su vista no había llegado a distinguir. Desde que leyese aquel terrible ritual en la cabaña sabía que aquello había ocurrido, pero tener los cadáveres delante de ella era una cosa muy diferente. Ya no le quedaba duda de que lo que allí  habían encontrado eran los cuerpos de cinco doncellas del Unicornio. Cinco doncellas que habían encontrado un destino muy diferente a aquel al que con júbilo se habían entregado.

Cuando Evea le preguntó se giró y la miró. Al principio las palabras se le atragantaron. Lo que tenía que decirle era horrible, pero era algo que de algún modo deberían saber todos ya, desde el momento en que descubriesen lo que había en la cabaña.

–Son cinco… cinco doncellas… – señaló tratando de contener las lágrimas – veinticinco años de festival… Aquí… aquí yacen todas las doncellas del unicornio…

En medio de todo aquello Gaëlle no habría reparado en que el ruido había cesado. No se dio cuenta hasta que Karlack la alertó de nuevo. Se levantó entonces, desenfundó su espada y se colocó junto al guerrero.

–Acabemos de una vez con esta monstruosidad – dijo mientras se secaba la cara con la manga de la camisa, mientras su voz pasaba rápidamente de la tristeza a la ira.

Mientras esperaba a que la bestia atacase cantó una pequeña plegaria que había oído en las tierras del norte, entre guerreros, una plegaria que usaban para darse valor cuando se lanzaban a una muerte segura. 

El ruido de la maleza y los espinos al ser tronchados volvió de repente, rápido, contundente y muy cercano. A pesar de estar preparados apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que la maraña justo enfrente de Evea estallase cuando algo hercúleo surgió como los abantos. Apenas tuvieron tiempo de enfocarla ni reaccionar, aunque pudieron apreciar que era un ser menudo, de la altura de Auria, aunque como iba encorvada tal vez sacase una cabeza a la chiquilla en realidad. Tenía unas greñas sucias, entre rojo y marrón, imposible en ese breve tiempo determinar si era porque la sucia maraña era de pelo de ese color o toda la gama cromática se originaba con barro y sangre seca., que ocultaban su cara aunque no unos brillantes ojos rojos, como si albergasen una luz mágica; poco más pudieron ver, salvo quizá Evea, tan rápida pasó por los escasos dos metros de sendero. Sin reducir la velocidad ni un ápice se lanzó sobre Evea con las tremendas garras deformes, casi tan largas como el propio cuerpo de la criatura por delante, en dirección al precipicio, dispuesta a arrastrarla en la caída.

Cuando el monstruo cargó contra ella, la batidora fue incapaz de fijarse en el más mínimo detalle. La sorpresa y el temor hicieron que apenas pudiera hacer nada más que reaccionar al peligro, cuando pudo oír claramente en su mente el grito de agonía que reconoció como el de su mentora, Lady Tianna. Tras la embestida sólo podía recordar del ser un pulso de luz amarillo mortecino que venía de algún sitio en la forma retorcida que la había atacado.

De no haber sido por su experiencia en la vida entre lo salvaje seguramente Evea se habría visto paralizada por la visión de la bestia cargando sobre ella, sin embargo, sus reacciones a nivel instintivo se pusieron en funcionamiento y respondió moviéndose más rápido de lo que solía ser habitual.

Sin embargo la visión periférica la jugó una mala pasada; ¿acaso tenía la bestia un aura alrededor que recordaba a su mentora? No, aquello era imposible. Se dijo a si misma mientras intentaba hacerse a un lado, sin tener seguro si lograría su objetivo.

Después el grito volvió a sacudirla y despejó toda duda, y quedó prácticamente aturdida a media maniobra para apartarse. No podía estarse confundiendo, por mucho que la doliese en lo más profundo, Lady Thiana estaba atrapada dentro del monstruo. Aquello respondía a quién había sido sacrificado para su convocación y ligadura.

Ahora tan sólo tenía que sobrevivir al combate para comunicárselo al resto, y el barranco estaba peligrosamente cerca de la carga de la bestia...