Partida Rol por web

Supongo que ya debía estar hecho una mierda porque al poco rato empezó a escupir sangre. Fui corriendo a buscar al doctor, pero ya era tarde.

-¿Una mierda? ¿Y quién según tú lo dejó hecho una mierda? Va a resultar que el tipo se machacó él solito... y el otro se quemó a... ¡joder, como uno de esos taraos de la India!

-¿A lo bonzo? -sugiere la agente García, muy modosita en su silla.

-¡Coño! a ver si el teniente tiene razón y eres lista, y todo. Eso, a lo bonzo... oye, García, ¿no te dije que te subieras a por el guiri? Joder, doctor, no me toque los cojones. García, acompáñale de una puta vez. 

Pega un golpe en la mesa y se levanta, las dos manos apoyadas, inclinándose sobre Berta:

-A ver, ricura, ¿por dónde íbamos? Ah, sí ¿no sería que le disteis pal pelo porque no os quería pagar la grifa o no se la queríais pagar vosotros? Que lo mismo me da.

Anxo se despega de la barra y se acerca con calma a la mesa.

-A ver si vamos a tener que echar un vistazo a tu barquito, Manuel -apostilla el poli local.

- Vaya por Dios,...hoy tenemos una de esas noches, no? - dijo mirando fijamente a Anxo. - Bueno, pues cuando quieras pasarte por mi barquito, vas al señor juez, y cuando él te de una orden de registro, yo te dejo pasar. Mientras tanto, evítame las amenazas vacías. Si necesitáis cualquier tipo de ayuda para resolver el asesinato de doña Adelaida, cuenta conmigo, pero si lo que buscas es perder el tiempo, a mí déjame en paz.

Berta se limitó a suspirar y a negar con la cabeza. Conocía de sobra a esa clase de tipos, y no tenía ninguna gana de enfrentarse a él. Podía ser que simplemente la dejase en paz, dedicándose a pelear con los hombres, o que cuando se cansase fuera a por ella para desahogarse, considerándola un blanco más fácil. Pero no tenía absolutamente nada contra ellos, y por muy imbécil que fuera tenía que saberlo. El Superagente Anxo, o incluso la Poli Novata, parecían mucho más competentes que él, y aunque obviamente no tenían autoridad suficiente como para llevarle la contraria, tampoco creía que fueran a permitirle que se pasase de la raya más allá de lo razonable.

Así que, de momento, toca poner cara de vaca mirando al tren y aguantar el chaparrón. ¡Menuda noche!

- Vaya por Dios,...hoy tenemos una de esas noches, no? - dijo mirando fijamente a Anxo. - Bueno, pues cuando quieras pasarte por mi barquito, vas al señor juez, y cuando él te de una orden de registro, yo te dejo pasar. Mientras tanto, evítame las amenazas vacías. Si necesitáis cualquier tipo de ayuda para resolver el asesinato de doña Adelaida, cuenta conmigo, pero si lo que buscas es perder el tiempo, a mí déjame en paz.

-¿Pero de qué cojones vas, viejales? -espeta el Cabo Pelayo, olvidándose de Berta. Se levanta y se encara con Manuel-. Tú tienes años para acordarte de antes de que se amariconaran todos. Este uniforme se respeta o te doy una...

-Déjalo, Luis. Me parece que ese tiene percebes en los huevos- dice Anxo poniendo la mano en el hombro del civil. Echa una mirada a su alrededor-. Y esos, incluso la pava esa. Tenemos bastante para que pasen un mal rato ante el juez, cuando llegue. Vamos a ver qué nos dice el guiri, si es que existe.