Partida Rol por web

Tal vez fuese por la desesperación del momento o la mera impotencia de no poder hacer nada, pero Larry tomó en brazos a Lucy y cargó con ella siguiendo los pasos de Kat y Raymond. La joven camarera casi embistió la puerta con el cartel "solo emplerados" que se encontraba no muy lejos de donde se encontraban.

Durante unos instantes, tras adentrarse en aquel nuevo pasillo, la joven dudó hacia donde seguir. Conocía perfectamente aquel lugar, pero la situación era tan sumamente desesperada que durante unos breves instantes el lugar se le antojó como algo desconocido y novedoso. Por suerte, logró recuperarse a tiempo y avanzar hasta los vestuarios.

Un pequeño cartel señalaba por fin el vestuario de las mujeres, pero no pudieron evitar detenerse a escasos metros de su destino. La puerta se encontraba entreabierta y la manilla de la misma tenía rastros de sangre. Con el sonido de sus propios corazones retumbando en sus oídos, se acercaron con cautela.

Del interior del vestuario llegaban extraños sonidos, eran gruñidos humanos, peor también otro sonido de lo más desagradable. Alguien o más bien algo allí dentro estaba comiéndose un cuerpo cubierto de sangre. Debido a la que la sala estaba a oscuras y que tan solo entraba un poco de claridad por la puerta entreabierta, no sabían decir si conocían o no el cuerpo enjuto que yacía sobre el cadáver ensangrentado. Aquel despreciable ser se encontraba a varios metros de la puerta y les daba la espalda.

El vestuario de las chicas estaba dividido en tres pasillos, formados por las propias taquillas. La taquilla de Kat se encontraba en el último pasillo. Llegar hasta allí en completo silencio podría resultar todo un reto, aunque hacer frente a otra criatura de aquellas podía serlo aún más.

Al final del pasillo, una ventana opaca que daba a la parte trasera del hotel, se vio de pronto ensombrecida cuando alguien se detuvo frente a ella. Los gritos de alguien desesperado resonaban en el exterior, aunque no tardó en apartarse de la ventana y continuar corriendo. Habían intentado abrirla, pero los pestillos colocados desde el interior se lo habían impedido.

Poco después, varias sombras más pasaron frente a la venta. Una de ellas se detuvo y posó las manos sobre los cristales, dejando sobre ellos un reguero de sangre. Acercando el rostro hasta la ventana, lo posó sobre el mismo a la vez que emitió un gruñido de lo más inhumano. Acto seguido se apartó y simplemente dejaron de verlo.

- Joder -digo en un susurro inaudible.

Instintivamente me giro al hombre que corre detrás de mi y que carga con la mujer. Me llevo un dedo a los labios y reclamo silencio.

Me pego a Kat para poder hablar sin apenas hacer ruido.

- Ve a por las llaves. Eres más agil que nosotros. No te oirá. Nosotros lo distraeremos. Podemos buscar algo para lanzarlo a la otra punta del vestuario y así darte tiempo para ir a tu taquilla.

Echo un vistazo al tipo del traje. Tú. ¿Sabes luchar? Tienes algún arma. Busca algo por si la cosa se pone difícil. entre dos podremos con él.  Es importante que entremos en silencio y cerremos detrás de nosotros. No podemos permitir que otra cosa de esas entre.

El sonido que aquella criatura producía al devorar el cadáver, sería algo que quedaría grabado en sus cabezas para siempre. Una puerta, una simple puerta era todo lo que les separaba de la salvación y a su vez, de una posible muerte a manos de aquella cosa.

Las palabras volaron entre ellos como meros susurros, no se atrevían a pronunciarlas en un tono más alto. Larry no estaba acostumbrado a los enfrentamientos físicos y acabar con el toxicómano en el ascensor, había llevado sus fuerzas al límite. El resto de los presentes no mostraban un aspecto mejor. La sangre del soldado se deslizaba entre sus manos. Tan solo juntos y de una forma brutal, habían logrado detenerlo y darle muerte. Ahora los ropajes de todos ellos se encontraban cubiertos de sangre, pero ninguno de ellos mostraba un aspecto tan aterrador como el de Flufo. Armado con el picahielos, ataviado con su disfraz y salpicado de sangre, mostraba el aspecto de ser una pesadilla viviente.

Con sumo cuidado, Raymond introdujo la mano en el interior del vestuario. Junto a la puerta, había una papelera y en su interior, brillaba tenuemente una lata de refresco vacía. Arrojarla al otro lado del vestuario provocaría mucho ruido sin duda, pero...¿Mantendría eso a la criatura distraída el tiempo suficiente?

Con la lata en la mano, Raymond tenía que tomar una decisión.

-¡Ni de coña!- respondo, en un tono igualmente bajo. -No tires esa lata. Lo intentaré. Si no me oye, bien. Si nota algo entonces tiras esa lata. Y atentos... no puedo caminar de espaldas si quiero no hacer ruido.  No veré si se levanta.

Joder...

Agoniosamente despacio abro la puerta lo suficiente para pasar. Agradeciendo el haberme quitado los tacones... no solo corro más sino que hago mucho menos ruido al andar. Con todo, ninguna precuaición es pocpa por lo que me concentro absolutamente en lo que hago y desplazo el peso de mi cuerpo en cada paso. Además, varias prendas de ropa* están tiradas por el suelo lo que me permite avanzar aún más sigilosamente, como si pisara por una moqueta.

Mierdamierdamierdamierda.... está claro que hay más fuera. Y uno ha mirado dentro. Como mire otra vez y me vea me cago en todo ¿Qué está pasando? ¿Qué enfermedad lleva a la gente a asesinar así?

No puedo evitar pensar en lo mal que va todo, pero trato de no hacerlo demasiado. A fin de cuentas Karen y Raymond parecen acojonados y el otro va más pendiente de una muerta en sus brazos que de nada más. Tengo que ser las que los saque de ahí.

Veo cómo Kat empieza a caminar pausadamente sin ruido hasta su taquilla. Me vuelvo hacia el hombre y pronuncio exageradamente para que pueda leer mis labios:

- Ni un ruido.

Observo alternativamente a Kat y al ¿ser? que sigue devorando el cuerpo. Tengo la lata lista para lanzar en caso de necesidad. También aprieto en mi otra mano el picahielos. Noto la tensión recorriendo mi cuerpo.

Desde que Evelyn llegó, todas se habían quejado siempre de lo desordenada que era. El hecho de que su ropa siempre estuviese esparcida por todo el vestuario, era algo de lo que se habían quejado en decenas de ocasiones. Pero en un día cómo aquel, Kat da gracias de que Evelyn no perdiese sus malos hábitos. Descalza y deslizándose entre las prendas esparcidas por el suelo, avanza en completo silencio por el vestuario. Incluso temerosa de que su propia respiración la delate, tan solo se permite unas pocas bocanadas de aire midiendo en todo momento el no hacer ruido.

Acompañada en todo momento de los gruñidos de la criatura, Kat atraviesa las dos primeras hileras de taquillas. Durante varios segundos permanece inmóvil al dejar de escuchar a la criatura, pero por suerte, no tarda en volver a comer. Con un nudo en la garganta, gira por fin hacia la hilera donde están sus taquillas.

Algo se agita frente a ella, provocando que de un pequeño salto hacia atrás. Allí, oculta entre las sombras, Evelyn se mantenía como una estatua aguardando el momento de poder escapar de aquella pesadilla. Las lágrimas adornan sus mejillas y a duras penas parece lograr contenerse. Desea chillar, desea salir corriendo, desea despertar de aquella pesadilla. Pero el miedo atroz que la domina y el propio instinto de supervivencia, la impiden hacer todo aquello. Al menos así era hasta la aparición de Kat.

Los pasos sigilosos de Kat, han pillado totalmente por sorpresa a Evelyn, quién de alguna forma, se desliza hasta la otra punta del pasillo, golpeando una taquilla en su huida.

Para cuando sus ojos quieren darse cuenta de que la figura que acaba de emerger de entre las sombras es Kat, ya es tarde. Sus ojos la contemplan en parte con alivio, pero a su vez, con un profundo pánico. Lentamente gira la cabeza hacia la derecha. La criatura ha dejado de comer y lentamente, escuchan cómo se pone en pie.

Fuera, Raymond se mantiene pegado a la pared, observando en todo momento a la criatura. Kat se desliza por el vestuario de forma magistral, fundiéndose con las sombras. La cosa parece marchar bastante bien, hasta que de pronto, un sonido metálico rompe el silencio que impera en el vestuario. A su vez, cómo si ese sonido lograse reanimar a la mujer que Larry porta entre sus brazos, emite un fuerte gemido de dolor al recobrar poca a poco la consciencia.

La criatura se vuelve hacia la puerta y la observe durante unos instantes, aunque finalmente parece que va avanzar hacia el lugar donde se ha producido el sonido metálico. Raymond podría arriesgarse a lanzar la lata, pero la criatura está demasiado cerca y podría verlo. Por otro lado, si no actúa, tal vez Kat no tenga mucha suerte allí dentro con aquella cosa.

Kat por su parte, sabe que está mejor escondida que Evelyn, si la criatura avanza, será la desastrosa muchacha la que tenga que lidiar con la criatura. Eso sin duda la daría tiempo a coger las llaves y largarse...

NO ME JODAS.

Si Evelyn fuese capaz de leerme la mente saldría corriendo porque las ganas que tengo de arrearle un sartenazo son bestiales. Pero no lo haré. De ehcho lo que me preocupa es como salvarla. Soy así de imbécil. Si no hago nada se la comerá, cogeré mis llaves y tan feliz pero...

Mierda. Mierdamierdamierda. ¿Qué hago?

No me muevo del lugar en que estoy. En realidad no puedo hacer nada por ella más que tratar de calmarla e intentar que me haga caso. Le gesticulo con tranquilidad. Con las palmas de mis manos hacia abajo, moviendolas lentamente. El gesto universal de "tranquila" o "despacio". Después oriento las palmas hacia mi y las muevo hacia mi cuerpo dos veces, antes de regresarlas a la posición anterior y reiterar que vaya despacio. Solo dejo que avance hasta estar justo ante las taquillas, no en los pasillos laterales. Que para que esa cosa la vea tenga que ir hasta el fondo y no le baste con asomarse al pasillo.

Es una mierda, lo tengo claro, pero solo podemos esperar que haya otro ruido por el lado opuesto y eso lo distraiga.

Si no... tendré que jugarme el cuello. Más.

Mierda.

Se jodió el plan y el silencio.

Me vuelvo a girar y echo una mirada furiosa al tipo del traje.

De nuevo vocalizo en silencio: Hazla callar.

No hay más remedio.Tengo que darle una oportunidad a Kat. Debo lanzar la lata contra la estántería más lejana y rezar para que haga el ruido suficiente como para que la criatura cambie de sentido.

De todas maneras, tengo listo el picahielos por si hubiera que salir al rescate de Kate.

En el preciso instante en el que sus miradas se cruzan, Kat se da cuenta de que Evelyn está rota por dentro. La joven, doblegaba por el absoluto terror que siente, se apoyada en una de las taquillas y se deja caer lentamente a la vez que empieza a sufrir un ataque de pánico. El mundo se ha transforma en algo borroso y lejano para ella. Su respiración, agitada, deja aún más claro su actual estado.

A sabiendas de que la criatura se ha puesto en marcha, Kat, se inclina sobre el suelo para mirar por debajo de las taquillas (Su diseño estaba pensando para que pudiesen dejar ahí los zapatos, sin tener la necesidad de guardarlos en el interior de las taquillas, dejando así la parte de arriba, para que el servicio de lavandería les dejase sus uniformes limpios)La gran mayoría no dejan una visión clara, pero sí lo suficiente cómo para ver que la criatura está en movimiento. Tan solo es cuestión de tiempo que vea a Evelyn.

¡Clonk!¡Clonk!¡Clonk!

Algo metálico resuena por la zona de las duchas, atrayendo de inmediato a la criatura, quién gruñendo, se lanza a la carrera hacia el lugar del que proviene el ruido. Eso les otorga unos preciados segundos, pero el perfecto lanzamiento de Raymond de poco les va a servir, salvo para dotarlas de unos pocos segundos más.

Kat sabe que la criatura saldrá pronto de la zona de las duchas, el tiempo apremia. Sabe que podría coger las llaves y salir de allí corriendo, pero eso dejaría a Evelyn en una mala situación. También puede optar por cargar con ella, pero en ese caso, tal vez sea ella quién no logre sobrevivir.

Raymond, pese a las posibilidades que existen de ser visto por la criatura, no duda en lanzar la lata hasta la zona de las duchas, provocando una excelente distracción. Poco más puede hacer por el momento para salvar o ayudar a Kat, ahora todo depende de la muchacha.

Mientras aguarda, un ligero movimiento le hace volver la cabeza hacia la puerta de los vestuarios de los chicos. La puerta se abre despacio y pude ver cómo alguien...o algo se dispone a salir. El picahielos en su mano le otorga cierta seguridad, lanzar un ataque ahora sin duda pillará desprevenido a quién sale del vestuario. Pero si aguarda demasiado para saber si se trata de un hombre o de una criatura, el ruido podría atraer a la que está en el vestuario de las chicas.

No me lo pienso mucho, en realidad nada. Me muevo y tomo las llaves. También miro a Evelyn. No puedo hacer más por ella que lo que le digo.

-Sígueme o muere aquí.

Sin esperar a ver si lo hace o no, marcho lo más rápido que puedo hacia la entrada del lugar. Si ella sale detrás mía, bien. Si no lo hace... cierro la puerta. Por cruel que sea. Es mejor que morir.

Veo como Kat viene rápidamente hacia mí. Tenemos que salir de aquí corriendo. Un ruido en la puerta del vesturario llama mi atención. Con un gesto le indico al tío del traje que se dé  la vuelta para dejar la salida libre, mientras sin pensarlo demasiado me agazapo a la salida del vestuario y lanzo un golpe con el picahielos en cuanto la figura sale por la puerta.

Evelyn estaba paralizada, tan solo atinó a alzar la mano suplicante hacia Kat. Pero lo único que obtuvo fueron unas palabras tan frías, que la arrebataron las pocas fuerzas que aún la quedaban. La muerte la reclamaba y nadie acudiría a su rescate.

Mientras tanto, en el pasillo, Larry siente cómo Lucy se agita y emite un gemido de dolor. Sus ojos se abren lentamente, mostrando unas pupilas dilatas y unos ojos llorosos. Sus palabras son apenas un susurro, se siente terriblemente agotada.

-Tengo calor, mucho calor, es cómo si estuviese ardiendo por dentro...

Con un nuevo quejido de dolor, volvió a sucumbir al reino de los sueños. Su frente estaba cubierta de perlas de sudor y su respiración se había vuelto mucho más agitada. Pero Larry no tuvo mucho más tiempo de revisar el estado de Lucy, pues la puerta que se abría tras él, provocó que Raymond lo apartase de forma apresurada.

Con un rápido movimiento y reuniendo toda la fuerza de la que fue capaz, atacó con el picahielos. El golpe iba a ser perfecto, pero entonces ocurrió la fatalidad. La sangre que Lucy estaba perdiendo, se había acumulado en un charco, uno con el que con toda la mala suerte del mundo, Raymond se resbaló.

-¡Oh, Mierda!

Gritó un asustado Brian cuando vio que el picahielos casi se le clava en la cabeza. Por suerte para él, Raymond había resbalado en el último segundo y eso había provocado que el ataque fallase y que el picahielos, acabase clavado en la puerta del vestuario.

Brian cayó de culo al suelo y contempló con una mezcla de sorpresa y miedo a Raymond, a la vez que trataba de reptar lejos de él.

-¡Espera! ¡Espera! No sé que te han contado sobre mí, pero seguro que podemos llegar a un acuerdo, no tienes que matarme. ¡Ey! ¡Yo te conozco! Eres el tío de los niños, mierda, quiero decir que eres el que hace los espectáculos para los niños. Eres...eres... -Con los nervios de tener que lidiar contra la propia muerte, Brian era incapaz de recordar el nombre de Raymond. -¡Flavi! ¡Flafo! ¡Flufu! ¡Tío, no me mates! Mira, tengo aquí cien pavos, son tuyos si me dejas largarme.

Con las llaves por fin en su poder, Kat salió corriendo hacia la salida. Cuando estaba apunto de llegar a la puerta, escuchó un fuerte golpe fuera y voces hablando en un tono bastante alto. ¿Brian? Sí, sin duda parecía él. ¿Qué diablos estaba pasando?

Al llegar por fin a la puerta, sintió cómo algo se movía tras ella. No miró atrás, sabía que de hacerlo estaría perdida, así que tan solo salió al pasillo y cerró la puerta tras de sí.

¡PUUUMMM!

La criatura golpeó la puerta con tanta fuerza, que Kat casi cae al suelo. Por suerte, sus rápidos reflejos la ayudaron a mantener el equilibrio y sostener la puerta. Desde el interior llegaban los gruñidos de la criatura, así cómo el sonido de sus uñas tratando de rasgar la puerta.

Tras asegurarse de que la puerta aguantaría durante algún tiempo, se volvió para ver lo que sucedía a su alrededor. Larry continuaba con la mujer en brazos, pero ahora desde su nueva posición, pudo ver que al final del pasillo, justo en el lado opuesto, había un letrero que marcaba la enfermería. Tal vez allí podría conseguir algo de ayuda para Lucy.

Raymond se había jugado el todo por el todo con aquel ataque. Apunto había estado de matar a un joven muchacho inocente, el pequeño resbalón que había sufrido le había ayudado a evitar cometer un crimen, al menos uno que nada tenía que ver con la defensa propia.

Brian por su parte, parloteaba a la vez que les miraba cada vez más horrorizado. La sangre que les cubría de pies a cabeza, así como el estado de Lucy, provocaron que los pelos se le pusiesen de punta.

Finalmente, todos se percataron de un pequeño detalle, Karen había desaparecido...

-Chicos ¡Chicos! Evelyn está ahí dentro. Mientras ese loco intente salir no pasa nada.- digo mientras aguanto los empujones a la puerta. -Pero no podemos dejarla morir. Entre los cuatro seguro que podemos reducir al loco. Como... como al soldado.- es decir, matarlo. -¿¿Dónde está Karen??

Sin el apoyo de los demás no me atreveré a abrir la puerta. Y eso condenaría a Evelyn, la pobre idiota no tiene la culpa de estar asustada. En realidad sí... cada uno debe ser responsable y dueño de su cuerpo y mente... pero, bueno, no siempre se puede.

-Ella sabrá si se quiere pirar sola. ¿Me ayudáis con este de dentro o no? No hay tiempo.

Me armo de nuevo con mi sartén.
 

Ha llegado el momento de tomar las riendas de la situación.

Lucy está a las últimas, pero sigue consciente, eso me da ciertas esperanzas, pero no demasiadas. Está visto que ésta enfermedad afecta a todos, a gran velocidad y de forma alarmante... los primeros síntomas parecen ser perdida de algunos sentidos, o quizás debería decir priorización de otros, como el oïdo. Además de una brutalidad innecesaria, cómo si fueran victimas de algún tipo de enervante bacteriológico.

Desgraciadamente, lo único que puedo hacer por ella, és darle antibióticos para frenar la enfermedad y asegurarla en un espacio que no sea peligroso para ella ni para ellos.

Le doy un beso en la frente, una sensación extraña me embarga. Quizás habriamos podido divertirnos más... quizás si la crisis se resuelve podamos aún hacerlo, pero de mientras debo velar por la seguridad de todos.

Y para ello, debo empezar.

Ella sabrá si se quiere pirar sola. ¿Me ayudáis con este de dentro o no? No hay tiempo.

-Me temo que no puede ser señorita. Permitáme presentarme, mi nombre és Larry Miller, y también soy agente de la CIA. -apoyo un momento a Lucy en el suelo, mientras saco mi acreditación* rápidamente.- Lo de antes fué autodefensa y no tengo problema con eso, pero ahora lo que propone és asesinato. Además, estamos ante una especie de enfermedad altamente contagiosa -és fácil colar que sé de que hablo, dada las evidencias que estamos viendo- y cuanto menos nos expongamos a ello, menos probabilidades hay de que lo extendamos. La señorita de ahí dentro deberá salir. No hay otra. El CDC debe estar ya alertado a estas alturas.

Pienso que ojalá pudiera salvar a la otra, pero ya és casi imposible, sin matar o predisponer las cosas para que mueran más inocentes. Debo combatir contra mi propio estrés, mientras decido que salvar y que abandonar... matemáticas... trato de aferrarme al consuelo de que salvar a más siempre és mejor que al finalizar el día siempre queden menos.

Señalo a Brian y luego a Raymond, mientras prosigo, ésta vez mirando a Brian:

-Voy a ignorar lo que le dijo antes al payaso -¿qué pudo haber hecho? Algo ilegal, sino no pagaría nada. Así qué... un agente ignore tus crímenes, debería hacerte más cooperativo- pero van a tener que echarme una mano, arrastraremos a la esposa del embajador -cargos, cargos, eso siempre ayuda, mientras señalo a la mujer tendida con trajes caros y joyas espléndidas- hacia la enfermeria, luego la maniataremos para que no se ponga en peligro ni nos ponga en peligro y le daremos antibioticos. Sólo tras eso, saldremos... conozco un sitio seguro. -conozco muchos en realidad, por algo soy un ladrón de guante blanco y experto estafador... pero antes, lo primero- Mi hermano, el novio de la boda... ¿cómo está? ¿Saben algo? -són empleados del hotel, igual saben algo. Quizás Brian...

Mientras espero que carguen a Lucy, miro hacia Katherine... interrogante, mientras sostiene la puerta ante las embestidas:

-¿Podrá ayudarles registrando la enfermeria? Yo me encargo de bloquear la puerta, no se preocupe.

Abro el maletín, aparto el portatíl, revelando el doble fondo y me preparo las herramientas para joder el candado y obstruir la puerta.

-¿CIA? ¿En serio? ¿Y pretende que dejemos sola a esa chica con esa cosa dentro? ¡Eso sí que es asesinato! Vamos no me jodas... vaya usted mismo a registrar la enfermería, a fin de cuentas será mejor llevar a la muerta esa que lleva en brazos allí. Ya me quedo yo en la puerta.

Seguramente no sea la mejor idea desobedecer a un agente de la CIA. Aunque ¿Tiene competencia sobre un caso así? No tengo idea, en realidad. Pero esas instrucciones que da para intentar salvar a alguien que no podrá ser salvado sin intervención médica en lugar de tratar de salvar a una bien viva, de momento, no me gustan un pelo. Y sale mi vena rebelde.

Si los demás le hacen caso aún así no podré salvar a Evelyn. Tendré que...

Suspiro, la idea me agrada poco. Como todas las que se me ocurren.

No me caía bien el tipo del traje antes de que abriera la boca. Su prepotente discurso no ha hecho más que confirmar mis sospechas.

Lo siento, señor Miller. No sé si la CIA tiene competencia o no en asuntos de muertos vivientes. La señora del embajador se encuentar malherida y, visto lo visto, parece tener mal pronóstico. Pero Evelyn está ahí dentro, ¡viva!. Así que tiene toda la prioridad el mundo. Si quiere váyase usted a la enfermería y, si quiere llévese al llorica este que ha intentado sobornarme - miro de reojo al chico rubio con pinta de cantante pop y rápidamente me vuelvo hacia Karen.

Si empujamos fuerte y rápido podemos atraparlo detras de la puerta. Luego es cuestión de acertar con el picahielos o retenerlo el tiempo suficiente hasta que Evelyn salga. ¿Qué me dices?

Por la forma en la que Brian les miraba a todos, estaba claro que no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Tan solo podía ver a Kat, cubierta de sangre y sosteniendo una sartén, aguantando una puerta que estaba siendo golpeada con violencia desde el otro lado. Luego claro estaba el payaso con cara de pocos amigos y armado con un picahielos. Aunque quizás lo más extraño, era el agente de la CIA. ¿Aquello era una jodida broma? ¿Una cámara oculta? No, no podía serlo, la mujer que el tío del traje llevaba con él parecía realmente mal herida.

-¿Alguien puede explicarme que diablos está pasando? Desaparezco de la ceremonia cinco minutos y todo se va a la mierda.

Poco tiempo antes había estado bromeando sobre el hecho de que las familias de los novios acabasen metidos en una gran pelea, pero aquello se había ido de las manos. No sabía muy bien cómo actuar, pero sin duda la mujer necesitaba ayuda. No sabía mucho de primeros auxilios, pero desde la enfermería podría llamar una ambulancia y quizás vendarla las heridas. Así que se ofreció a ayudar a Larry a trasportar a la mujer.

-Creo que tu amiga necesita atención médica urgente ¡Mierda! Karen se quedó con la llave de la enfermería. ¿No tienes un reloj ganzúa o algo así?

Brian se acercó hasta la mujer herida y la examinó con cuidado. Las heridas que mostraba lo horrorizaron, era como si de pronto acabase de despertarse en medio de una película de terror. Por todo ello, Brian se encontraba demasiado aturdido cómo para poder actuar en consecuencia. No ayudaría a Larry a cerrar la puerta, pero tampoco se lo impediría, simplemente se quedó con la chica sin saber muy bien qué hacer.

Kat y Flufo pudieron ver cómo Larry trataba de interponerse entre ellos y la puerta. No parecía dispuesto a ayudar a Evelyn, más bien iba a condenarla. Kat no tenía muchos problemas en mantener la puerta cerrada, se abría hacia dentro y la criatura cargaba contra la puerta con, bueno, con uñas y dientes. No intentaba abrir la puerta, más bien deseaba derribarla. ¿Sería tan sumamente estúpida de ser incapaz de abrir una puerta? Eso era una buena noticia, pero tal vez una de las pocas que tendrían aquel día.

Mientras, dentro del vestuario, los gruñidos y golpes acabaron por superar a Evelyn, quién de forma involuntaria, acabó gritando. Los golpes en la puerta comenzaron a cesar, Evelyn estaba en peligro y la criatura no era el único problema que tenían Kat y Flufo. Larry parecía dispuesto a no correr riesgos, después de todo, era un agente de la CIA adiestrado para aquel tipo de situaciones ¿No? Tal vez lo más sensato sería obedecer...