Partida Rol por web

Elendin había bajado de nuevo por las escaleras para reunirse con el grupo, mientras se acercaba a Ragnar y le daba de manera discreta una bolsa, cuyo contenido o naturaleza no reveló. Después miró al mapa, y discretamente escuchó la conversación que estaban manteniendo con el trovador y con el montaraz. Cuando escuchó más sobre el ataque que este había recibido, todo confirmó sus sospechas, pero guardó silencio.

- Creo que seguir el río es la opción más conveniente, al igual que no llevar monturas... somos demasiados, unos caballos llamarían demasiado la atención -  recordó a viento de Fuego, y lo cerca que había estado de perderlo cuando se enfrentaron a esos trolls, y su idea de dejarlo a salvo en la posada fue tomando más consistencia. -  debemos ser cautelosos y no dejar huellas, esos seres estarán al acecho.

Dejó hablar al resto, por si querían añadir algo más.

Sonreí ampliamente al obtener la aprobación del mediano.

¡Aja! ¡Estrella sureña! repetí complacido. ¡Lo sabia! Mi humor iba mejorando por momentos.

Por supuesto, puedes disponer de ella cuando quiera Rudigar. Dije apartando un pequeño saquito extra que guardaba en mi mochila y dándoselo al mediano.

En cuanto a una pipa...proseguí un tanto pensativo mientras movía la mía en la boca dejando escapar pequeñas volutas blancas...

Es mi intención regresar a mi tierra a no mucho tardar, tengo asuntos allí que no pueden ser pospuestos por más tiempo antes de retomar mi búsqueda.

Tras este asunto de las ruinas partiré sin falta...si todavía sigues por aqui a mi regreso, prometo traerte una digna de tus hazañas jovencito...

Concluí mientras revolvía divertido la melena del mediano.

No me paso inadvertida la discreta partida del silvano, lo seguía con la mirada, cuando la norteña paso a mi lado dándome un leve empujón.

El tema de los caballos ya lo hemos tratado... empecé al tiempo que le dedicaba un gesto de agradecimiento. no parece que vayan a ser un problema...pero cada uno es libre de dejar el suyo si así lo desea

Fjalar se escabulló de la charla en cuanto pudo. Tenía que hacer una compra antes de partir de camino al castillo. Se acercó a la posadera y le pidió un balde, no tenía que ser muy grande, solo lo suficiente para poder coger agua para cocinar y, quizá, algo más.

Esperó a que se lo diera y lo guardó con el resto del equipaje que tendrían que llevar para está aventura. El balde era muy importante...

 Muchas gracias, Elendorn.  dijo el herrero Yo y mi hermano guardaremos estas armas como un tesoro.

 Ambos hermanos sonríeron, ciñendose las armas al cinto.

 ¿El bosque de los trolls, dices? ¿Que puedo decirte que no te haya dicho ya o que no hayas vivido? Trolls, lobos, serpientes... y ahora orcos, por lo que se vé. Son tiempos duros para estas tierras, amigo mio.

 Te puso una mano en el hombro, apoyado en su nueva pierna metálica, haciendote saber que alli siempre serías bien recibido.

 Bura llevó al guerrero enano a las cocinas y allí le mostró una amplia colección de ollas, baldes y bacinillas.

 Coge la que quieras, no voy a cobrártela, buen maese. No olvido fácilmente como te llevaste a uno de mis hijos y me trajistes dos, sanos y salvos.

 El enano sospesó varias hasta encontrar lo que buscaba.

 Además, las hace mi hijo, no me cuestan mucho dinero, la verdad.

 ¿Ayuda? dudó Turlin con los ojos bien abiertos ante vuestras palabras Creo que no lo habeis entendido del todo. ¡Vosotros sois la ayuda! Sin vuestra ayuda las buenas gentes de esta región continuaran atemorizadas, sin vuestra ayuda, la guardia de Cardolan continuará sin ser suficiente para proteger a las buenas gentes, más allá de sus fronteras, sin vuestra ayuda los montañeses que pueblan esta zona continuarán sin conocer más Ley que la de su propio puñal... ¿es que no lo veis? ¡Sois los héroes de la Última Posada!

 Sören y el resto de los Grumm aplaudieron a las palabras de Turlin.

 El bardo apuró de un trago su copa.

 Bueno, amigos. No sé vosotros, pero nosotros tenemos largas jornadas de viaje por delante, ¿no es asi, Sören? Bueno, yo al menos, me retiraré a dormir. Os aconsejo hacer lo mismo, si quereis partir por la mañana.

 Efectivamente, Sören y Turlin se fueron a dormir. Leddon y sus padres hicieron lo mismo. Las hermanas se quedaron levantando los bancos y las sillas sobre las mesas, preparándose para barrer y fregar el salón.

La noche se hacía patente, todos iban acostándose, y el silvano no era excepción, visitó a su caballo felicitándole por combatir valerosamente contra el troll. Pero nuevamente, subió a un árbol mirando la luna, dedicándole otra canción, antes de ir a lo que sería un lugar cómodo en su cama, antes de otras cuantas noches al aire libre, que pese a gustarle, no se disfrutaban lo mismo sabiendo que era por poner vidas en riesgo, en el caso de no hacerlo bien.

Despedí a Sorën y al Trovador sin mucho entusiasmo.

Pese a que Turlin se había ganado el favor de la audiencia, su perorata lisonjera no terminaba de convencerme.

Si no iban a Cameth-Brin en busca de ayuda...¿de que demonios servía la premura?

¿Acaso nos toman por una especie de mercenarios Filantropos con demasiado tiempo libre?

¿Héroes?, tal vez...duro es el camino para convertirse en uno_ sentencié mientras todavía podían oírme...

...pero hasta los "héroes" de las leyendas necesitaban oro para afilar sus espadas...y triste es en verdad el trato de la historia con aquellos que se quedan en el trayecto...

No, yo no soy un heroe... ni tampoco lo pretendo.
Llevaré a cabo esta tarea por mis propios intereses... Y más por el odio que guardo hacia los seguidores de la sombra, que por la esperanza de ofrecer salvación a eses pobres guardianes a los dais por muertos...
Aunque al menos yo, todavía guardo alguna tras los acontecimientos de los últimos dias..._ Dije mientras dedicaba un amistoso saludo a Leddon en clara referencia a su milagroso rescate.

...pero si por riesgo o por ventura, encontramos algo de valor en ese Castillo, dispondremos de ello a nuestro gusto como parte del pago por nuestros servicios.

Levante la copa hacia el resto de mis compañeros y concluí.

...y esperemos que eso no dañe la merecida reputación que nos hemos forjado por nuestras hazañas

Tras ello, una sonora y contagiosa carcajada inundó la estancia donde el grupo cerraba ya los últimos flecos.

Tomaría el encargo de todas formas, limpiar un nido de Orcos me producía tanta satisfacción como sentir la carne quemada de Troll bajo mis botas.
Pero no me gustaba que me tomasen por estúpido.
Mi compromiso con la justicia y con el bien había quedado ya fuera de toda duda...y aprovecharse de esa predisposición que algunos compartíamos para delegar las propias responsabilidades en los demás, no me parecía una conducta aceptable.

Rudigar participaba de la conversación sólo ocasionalmente, sugiriendo más que exigiendo una vía de acción, como eran más dados a hacer otros componentes.

Cuando tocó el momento de las alabanzas, el bardo alabó las heroicidades del grupo, lo que hizo que el mediano se inflara como el saco de una gaita. Fue ya al cabo de unos segundos cuando reflexionó que esa actitud era peligrosa. Lo llevaba en la cultura, no podía evitar pensar que él se había convertido en "los refuerzos", en la esperanza armada de los lugareños. Eso era muy poco hobbit. Eso le hizo recapacitar y fruncir el ceño. Se llevó la mano al cinto y apoyó la mano en la visible empuñadura de su espada corta invisible. Ya empezaba a tener callos en las manos de tanto practicar con ella y cada vez se encontraba más cómodo (o menos incómodo) con aquella arma. Siguió con la mirada donde había dejado descansar la mano y suspiró.

Puede que los hobbits en general no estuvieran preparados para enfrentarse al enorme mundo exterior, a los peligros de Tierra Media, pero unos pocos afrontaban esos peligros con la cabeza alta. Él era un guerrero, su grupo no lo dudaba, tenía una puntería mortífera y pronto sería un gran espadachín. Se labraría un nombre y luego se retiraría a una forja, seguro de que el peligro había sido apaciguado, porque él mismo lo habría hecho. Estaba donde tocaba y hacía lo que debía hacerse. Y hasta se lucraba haciéndolo. No era una vida tan mala. Sobre todo cuando se reflexionaba sobre ella repantingado en una silla, bebiendo una cerveza de tamaño humano.

Elendin estaba sentada, escuchando.

- Conozco a esos orcos - dijo misteriosamente - atacaron a mi grupo antes de que me conociérais. Fue una matanza - hablaba despacio, como si todo aquel dolor aún no hubiese sido olvidado - yo iré, y Viento de Fuego también, pero debemos ser cautelosos. No podemos aparecer sin un plan, y obviamente debemos decidir hasta que punto vamos a llegar. ¿Asaltaremos el castillo? ¿miraremos y nos iremos?, sabemos que no somos héroes realmente, sino que ha sido una combinación de inteligencia y suerte, ¿la volveremos a tener? quien sabe.

La montaraz seguía pensativa.

- Debemos ir, ya sea por un motivo u otro, a mí las riquezas no me importan demasiado, pero sí deseo conocimiento y venganza - su mirada se entornó, sin fijarla en nada ni en nadie en particular.

Finalmente se cruzó de brazos, deseándole las buenas noches a los dos compañeros que se habían ido a dormir y esperó a que alguien más hablase.

El noldo asintió ante las palabras de su compañera en gesto solemne y la apoyó diciendo con un profundo tono de compromiso:

-Elendin, sabes que sólo por la devoción que os profeso es motivo suficiente para embarcarme en dicha misión, pero comparto el deseo de conocimiento y venganza, pues si atacan a vuestro pueblo, nos atacan a todos; así que amada mía cuenta conmigo. En mi opinión lo más sensato es acercarse y verificar si son un grupo grande, en cuyo caso volveremos a informar o si sólo se está formando, y en dicho caso, intentemos devolverle por duplicado toda la tragedia que han desencadenado en estas tierras -dijo mientras apretaba el puño y su tono se volvía desafiante.

 9 Hithui
 8:00 - 12:00

 Los "Héroes del Páramo" se despidieron de los Grumm, dejándo sus enseres que no necesitaban en la habitación privada que les reservaban en el primer piso. Sören y Turlin habían salido una hora antes. Montaron en sus caballos y cruzaron el Ultimo Puente en dirección al norte.

 Seguían el curso del Mitheithel, a su izquierda durante todo el camino. Sus aguas claras eran una fuente casi inagotable de agua potable, tanto para ellos como para sus monturas. Avanzaron rápidamente por el despejado margen del río. Sin oposición, las primeras horas del viaje transcurrieron apaciblemente.
 

Elendin había comprado raciones de viaje para los días que esperaban pasar fuera. Iba a la cabeza con su inseparable compañero, Viento de Fuego, mientras Tirlindë los seguía de cerca. Caminaban a buen paso, sin perder de vista los alrededores. El río le aportaba tranquilidad, y sin duda no pasarían sed con aguas tan cristalinas. Todo parecía ir bien por ahora.

 9 de Hithui.
12:00 - 16:00.

 Continuaron al trote durante un buen rato. Cuando pararon para almorzar algo ya llevaban un buen trecho del camino recorrido. Estaban en una zona arenosa, como de tierra salpicada de arbustos de ribera. El bosque quedaba lejos. Estarían al descubierto y, si alguien los atacaba, podrían disparar sus proyectiles con facilidad. Parecía un buen sitio.

 Sin embargo, no tardaron en descubrir que no eran los únicos que pensaban de aquel modo.

"CLOC, CLOC-CLOC, CLOC, CLOC-CLOC", el trote era tranquilo y agradable, el sonido del caudal era tranquilizador y aunque el viaje aparentaba monótono, era agradable para el silvano ver la vida arbórea del tramo. El sube y baja de las cimas de las hojas en contraste con las nubes que por fin les permitían viajar sin molestias innecesarias.

En esa parada, el lugar aparentaba perfecto, pero no parecía tan desierto como cabría esperar,...

Tras la comida, me quede traspuesto unos minutos recostado a la brisa fresca que me proporcionaban unos arbustos. Algunos animalillos del bosque se acercaron curiosos al percibir el calido resplandor que manaba de mi figura. Los recuerdos del pasado llegarón con el rocio de las últimas horas...y ya no me abandonaron en toda la noche.

El mago caminaba siguiendo la vereda, la cual ahora se antojaba un tanto más despejada que en trayectos anteriores. Iba en su caballo tras la dúnedain, sumido en sus pensamientos, intentando encontrar el nexo de unión entre todo lo acontecido recientemente, la carta, las ruinas, la emboscada... Sabía que algo se le escapaba, pero en esos instantes no podía determinar el qué ...

El enano viajaba cavilando en sus quehaceres. En su caballo repiqueteaba un balde, ya vacío, que había usado para coger algo de agua del río para la comida. Miraba de frente aunque sin ver realmente. Sólo pensaba en su próxima canción, ya tenía varias preparadas con diversas aventuras.