Partida Rol por web

- ¡Si tenéis un problema con el espaciotiempo ya sabéis a quién llamar! ¿Quién sabe si ya ha participado en estos juegos varias veces? ¡Con el tiempo a su servicio, el Dr. Ahora!

Dr. Ahora era un muchacho de unos quince años. Además del uniforme del Liceo, llevaba una especie de armadura dorada envolviéndole el pecho. Ésta mostraba un círculo de luz azulada que recordaba vagamente a un reloj. Llevaba también un cinturón lleno de cachivaches, de entre los que destacaban una especie de pistola dorada. En la mano derecha llevaba también un guantelete dorado lleno de luces azuladas.

Aitor lo conocía un poco. El chico era inventor, como él. De hecho, se había pasado en una ocasión por el Club de Inventores, aunque no pareció gustarle el ambiente. Por lo poco que había interaccionado con él, era un chico altivo, bastante arrogante. Sus dispositivos eran capaces de alterar el espaciotiempo, aunque no sabía mucho más de él. Era un tipo reservado.

- Y, ¡dios mío! ¡Este chico no falla ni una! ¡Si os da caza preparaos, porque os será imposible escapar! ¡Con el pulso más firme del Liceo, Sagitario!

Sagitario tenía la misma edad que su compañero. Era un chico con sobrepeso con una apariencia completamente normal. No tenía ningún rasgo distintivo que lo diferenciase de un adolescente corriente de su edad.

Rudy había oído hablar de él en alguna ocasión. Su poder era una especie de misterio, pero tenía entendido que era capaz de acertar cualquier disparo que hiciese. No importaba el arma ni el objetivo. Si era capaz de verlo, su disparo daba en el blanco.

Nadie del Grupo 4 había interactuado con él, pero se veía de lejos que era un chico tímido, quizá algo inseguro. A pesar de la interesante presentación de Rita, el chaval parecía intimidado, fuera de lugar.

No llevaba ninguna arma consigo, al menos al principio. Mientras esperaban a que el campo de batalla se construyese, Dr. Ahora le dio a su compañero una extraña pistola plateada. 

- Y en el grupo 4… ¡Puede plantarse en cualquier sitio en cualquier momento! ¡Con sus portales - que me recuerdan mucho a Stargate - él es capaz de doblar el espacio para tomar siempre el camino más corto! ¡Nosotros le llamamos, Atajo!

> ¡Uf! ¿Alguien ha tocado el termostato? Para este chico, estar en llamas es lo más natural del mundo. ¡Cuidado que quema, Salamandra!

La pista marmórea no tardó en convertirse en una precisa pero simplificada representación de un entorno urbano. No había edificios muy altos, pero sí que había una gran calle principal atravesada por calles más pequeñas. Los edificios residenciales se alzaban una decena de metros del suelo, unos cuatro pisos. En la calle principal, comercios con escaparates completamente vacíos bordeaban las aceras.

En el centro de la calle principal, una enorme figura apareció de pronto. Se alzaba unos cuatro metros, su cuerpo estaba hecho de un metal blanco e impoluto. Su diseño era elegante, con suaves curvas y superficies relucientes. No parecía el robot de un villano, de hecho, tenía la marca indistinguible de E.S.T.H.E.R., la profesora de tecnología.

Igual que en la prueba anterior, un gran reloj apareció flotando en el cielo. Marcaba un límite de 5 minutos. Los participantes no tardaron en preguntarse qué pasaba si se acababa el tiempo, no lo habían especificado.

- ¡Por cierto! La prueba tiene un límite de cinco minutos. Si no termináis antes… ¡los dos equipos pierden! - se apresuró a aclarar Rita.

César parecía nervioso. Abría y cerraba los puños, haciendo que los Guantes Ifrit emitiesen un sonoro chirrido. Tenía muy claro el objetivo, pero no sabía por dónde empezar. Al otro lado de la pista, a unos cien metros de ellos, el otro equipo parecía bastante centrado.

Dr. Ahora y Sagitario hablaban tranquilamente mientras los miraban de lejos.

César resopló y se decidió a cerrar los puños finalmente, cesando el molesto ruido.

Con un pitido, dio comienzo la prueba. 

El robot comenzó a moverse al instante. Alzó uno de sus pesados brazos y lo hundió en el edificio que tenía en frente, derribando parte de la fachada y haciendo estallar las ventanas. 

César fue el primero en reaccionar. Pareció plantearse durante unos instantes usar sus llamas, pero la acción estaba todavía demasiado lejos. Miró a Moussa.

- ¿Nos acercamos?

Salamandra confiaba en el poder de su compañero para poder desplazarse rápidamente por el campo de batalla.

Cuando volvieron a mirar hacia el frente, más allá del robot, los miembros del Grupo 1 se habían esfumado. ¡Ni rastro de ellos! ¿Dónde estarían?

Finalmente Marina la tuvo que agarrar para poder correr hacia la salida. La joven alicantina seguía atrapada ¡pero ganaron de todas formas! ¡Dos de dos!

Ya cuando pudo soltarse advirtió el contraste entre Cometa y Reina Alien. El muchacho era muy agradable y Sara no dudó en devolverle la sonrisa.

- Lo habéis hecho muy bien, amigos.

Al chico le faltaba algún tipo de poder ofensivo pues había quedado fácilmente atrapado entre las paredes de hielo. Reina Alien había sido una rival muy dura y su actitud le causaba un poco de resquemor. Con esa agresividad iba a conseguir el recelo de mucha gente y eso no le convenía, pero Estigia no podía hacer nada al respecto.

Una vez de vuelta con el resto se dedicó a abrazar a todos. El grupo 4 estaba consiguiendo ventaja, así que repartió esos abrazos y les deseó suerte.

- Los demás grupos son más duros de lo que pensaba.

Aunque Aitor y Daniel parecían haber tenido menos dificultades pero su enfrentamiento le había demostrado que los otros chicos y chicas estaban bien preparados.

- Ánimo que lo estamos consiguiendo. Rudy puede tener ese verano con los Vengadores.

En cuanto volvieron a hablar por el micrófono comenzó a atender, para conocer los detalles de la siguiente prueba, una relacionada con dominar un robot la cual no parecía ser fácil de planificar. Imaginaba que Salamandra contendría a los otros dos con su fuego y ciertamente esperaba que Ahora y Sagitario no acabaran demasiado escaldados. Por lo pronto, habían hecho algún truco que les permitía desaparecer.

- No conozco a ninguno de los dos, pero Dr. Ahora podría tener muchos recursos si domina "el espacio tiempo".

No estaba de acuerdo para nada con Aitor, estaba seguro de que los combates estaban amañados. La elección de escenarios y equipos, hacían que todos tuviesen que dar lo mejor de sí mismos para poder ganar. Al menos eso fue lo que pensó cuando les tocó hacer frente a alguien que se movía a través del tiempo y a un experto en el combate a distancia.

-Interesante...Me pregunto hasta donde llegará el alcance de su poder. Podría ser la clave para vencer a Omnis.

Con una amplia sonrisa, en la cual mostraba sus níveos dientes, se volvió hacia César. Las capacidades de sus oponentes, habían despertado su interés en el combate. Se sentía relajado y tranquilo, algo muy alejado a lo que sentía su propio compañero.

-Esto será divertido, nos centraremos en el doctor primero. Quiero saber el alcance de su poder y cuantas veces puede cambiar el futuro. Ahora deja los nervios a un lado y diviértete, posees uno de los poderes más destructivos del Liceo, solo tienes que dejar de controlarte y liberar todo tu potencial. Que todos vean de lo que eres capaz, reduciremos este escenario a cenizas...

Mientras se situaban en el lugar de inicio, contempló cómo todo el escenario comenzaba a cambiar y modificarse según las especificaciones del ejercicio. Su misión era tomar el control de un robot o destruir a los héroes. Bueno, dudaba que los héroes pudiesen destruir al robot rápidamente, así que se centraría en convertir el escenario en algo más...caótico.

-Si somos los villanos, lo haremos a lo grande. Iremos a uno de los edificios y desde allí, comenzaremos a prender fuego al resto a través de mis portales. Iniciaremos varios fuegos y después iremos a por ellos. Si deben minimizar los daños, deberán de ocuparse de los fuegos. Apareceremos en el interior de uno de los edificios, posicionados en una de las esquinas. Así tendremos las espaldas cubiertas por si nos están esperando. Si ves algo raro, no dudes en liberar tus llamas, estos novatos no van a poder con nosotros. No te contengas, Sagitario lo mismo se lo hace encima si te ve ir a por todas. Si no están allí, entonces comenzaremos con los fuegos.

Encontrar el dispositivo de control iba a ser algo muy complicado, podía estar en cualquier parte y desconocían la forma que podía tener. Quizás el robot tuviese alguna pista de lo que estaban buscando, pero prefería que fuesen sus enemigos quienes atacasen primero reclamando así la atención del robot. Además a Moussa no le interesaba encontrar el dispositivo de control. Si lo hacía, el Dr. Ahora podía viajar al futuro, ver donde estaba el dispositivo, viajar al pasado y cogerlo antes que él.

-¡BIEEEEN! -grité cuando las chicas ganaron la prueba.

¡Cada vez estaba más cerca esa beca con los Vengadores! En cuanto llegó Sara la abracé y le di un fuerte beso en la mejilla, con cuidado claro. A Marina solo le di un abrazo, no quería que Aitor me hiciese "hacérmelo" encima.

La siguiente prueba era para Moussa y César. Contra dos chicos del grupo 1. Eran del grupo de Natalia.

-Ughh, ese Dr. Ahora es un capullo. -dije disgustado. Mi exnovia se llevaba bien con el, pero era un poco insufrible. Luego estaba Sagitario, era un chico muy majo y agradable, alguna vez había comido con él.- Me sorprende que Sagitario no vaya con Natalia, si son mejores amigos... Aunque quizás hayan elegido las parejas por sinergías más que afinidad.

La prueba consistia en mantener a raya al otro equipo y controlar al robot. ¡Lastima que no me tocase a mí! Con toda la experiencia que tenía en destruir robots asesinos.

César y Moussa aparecieron en el interior de uno de los edificios. Con la espalda pegada a una esquina, se aseguraron de revisar bien el lugar donde se encontraban antes de moverse.

Los edificios creados para la prueba carecían de cualquier tipo de decoración interior. Por dentro eran un cúmulo de habitaciones vacías de paredes marmóreas. No les costó hacer un barrido con la mirada y asegurarse de que estaban solos. Entonces, se permitieron mirar por la ventana.

Estaban en el otro lado del campo de batalla. Tenían ante ellos la calle principal, con el robot en el centro.

César desencajó la mandíbula.

- Guau…

Ante ellos tenía lugar una impresionante escena.

Una figura corría por los tejados de los edificios, al otro lado de la calle. Dejaba tras de sí una extraña estela azulada, como si su silueta se difuminase con su movimiento. La verdad era que corría extremadamente rápido. Costaba seguirlo con la vista, pero desde el lugar donde estaban podían ver toda su trayectoria en perspectiva.

Dr. Ahora saltó por los tejados y avanzó hacia el centro del campo de batalla, donde estaba el robot haciendo sus destrozos. Una vez llegó al edificio que estaba justo encima del enemigo dio un poderoso salto, siempre dejando tras de sí aquella silueta azul.

Se lanzó de cabeza sobre el robot, con los brazos por delante. En una mano llevaba su pistola dorada, y en otra algo pequeño que no pudieron ver desde aquella distancia.

Durante su descenso, que duró apenas unos tres segundos, Dr. Ahora disparó con precisión su pistola sobre la cabeza del robot, provocando un estallido sobre su blindaje blanco. Con gracia y habilidad, el muchacho aterrizó sobre el robot como si no acabase de precipitarse diez metros hacia el suelo. Plantó lo que llevaba en la mano izquierda sobre su cabeza, en el pequeño boquete que había abierto con su disparo.

El enemigo apenas tuvo tiempo de reaccionar, pues cuando el Dr. Ahora hubo terminado su trabajo tocó algo en su guantelete. Su cuerpo desapareció entonces en un estallido de energía azulada. Entonces vieron cómo, a gran velocidad, la estela que había dejado tras de sí el Dr. Ahora comenzaba a brillar intensamente. Tuvieron la sensación de que “algo” viajaba por aquella débil columna de luz y, en un instante, el Dr. Ahora volvía a estar en la posición donde había estado cinco segundos antes, sobre el edificio central.

- ¿Qué cojones…? - musitó César.

Mientras tanto, seguían sin saber dónde estaba Sagitario. 

El robot, que no parecía saber bien lo que acababa de suceder, golpeó con fuerza la fachada del edificio sobre el que se encontraba el Dr. Ahora. Derribó una pared en el primer piso, pero no logró nada más. 

Desde el público, Aitor tuvo un mal presentimiento. Tenía la sensación de que, si César y Moussa no hacían algo pronto, aquel enfrentamiento iba a terminar dentro de poco.

El dúo Sara-Marina había triunfado, pese a que el enfrentamiento se había complicado en un par de ocasiones. La soberbia mujer-insecto del grupo 3 había demostrado ser una contrincante con recursos, poderosa y peligrosa a partes iguales, mientras que Cometa enlentecía los progresos de las miembros del grupo 4 y les exponía a la furia insectoide. Por fortuna la combinación de habilidades y poderes de Estigia y Sirena resultaba difícil de parar.

─Lo habéis hecho muy bien ─dijo sonriente el vasco y luego procedió a darle un efusivo abrazo a Marina. De un tiempo a esta parte las demostraciones emocionales del genio del grupo podían descolocarles a todos ligeramente, aunque poco a poco seguramente se acabarían acostumbrado.

Pronto siguió al corto festejo por la victoria un nuevo enfrentamiento, precedido por la muy eficiente transformación del campo de juegos (algo que tendría que investigar o comentar con E.S.T.H.E.R. más adelante).

─Me da la impresión que los poderes del Dr. Ahora deben ser de lo más interesantes. Pero se enfrentan a Salamandra y Atajo. No van a encontrar a nadie más original ni imprevisible en todos los grupos de primero...

Aitor se ahorró el hacer una valoración más pormenorizada de la situación y de su hipótesis sobre el desarrollo y desenlace de la prueba. Prefería no parecer C3PO haciendo una predicción en términos porcentuales. Y ocurrió de manera no muy diferente a como se imaginaba: el Dr. Ahora implantó un dispositivo en la cabeza del robot, más allá de su blindaje. Si fuera un pequeño explosivo o un generador magnético y lo conseguía accionar la prueba habría acabado casi antes de comenzar.

[color=#8300A8]-Salamandra, Atajo, en situación real me comunicaría con vosotros como ahora, así que no creo estar haciendo trampas. Además, mi comunicación es tan sutil que a efectos prácticos es indetectable. Al grano: o quitáis lo que quiera que haya implantado el Dr. Ahora bajo el blindaje de la cabeza del robot o podéis dar por perdido el combate...[/color]

La comunicación mental de Aitor era, como siempre, comprimida, apenas ocupando una décima parte del tiempo que hubiera necesitado para vocalizarla, así que en aquella ocasión habría ocupado, a lo sumo, un segundo de su tiempo.

En el fondo parecía que Moussa tenía razón, cada una de las pruebas a las que se habían tenido que enfrentar eran un reto difícil para cada uno de los grupos, o subgrupos, más concretamente. Algunas de ellas hubieran sido estúpidamente sencillas de superar para determinados componentes, como esta, en la que el propio Aitor podría haber controlado de una u otra forma al robot sin necesidad siquiera de localizar el mecanismo secreto. Pero fuera como fuera, allí estaban los que estaban y eso no iba a cambiar. Mucho estaba haciendo poniendo sobre aviso a sus compañeros.

-¡Oh, Vamos! ¡Vaya mierda de robot ha creado E.S.T.H.E.R!

En aquellos momentos se encontraba terriblemente molesto y decepcionado, pues estaba seguro que de haberles tocado a ellos tumbar al robot, la cosa habría sido bien diferente. De ninguna manera les habrían enfrentado a un robot de combate con un blindaje tan sumamente débil. Todo aquello le olía a juego sucio.

-Se acabó, vamos a patear el culo a esos dos, van a saber quienes somos.

Los poderes del Dr. Ahora también le habían defraudado, esperaba algo mucho más guay. Pero lo único que hacía era correr muy rápido y después regresar al punto de inicio. Si solo tenía eso, no le serviría para nada a la hora de detener a Omnis, por lo que todo aquello era una pérdida de tiempo.

Tendrían que cambiar de táctica y se dispuso a compartir con César su nuevo plan, cuando Aitor se comunicó con él telepáticamente. Sus palabras fueron como un torrente imparable de información. Sin duda Aitor era increíble, incluso en aquellas circunstancias seguía pendiente de todo.

"-Gracias por la info, jefe. Pero ya suponía que se trataba de una granada o algo así, voy a encargarme de ello y a freír a esos payasos."

-A mi señal, quiero que ataques. Trata de freírlo y en caso de que logre esquivarlo, haz que tu ataque lo desplace hacia la izquierda. Dejaré caer el dispositivo en esa nueva posición y espero que con suerte, explote a tiempo y le haga mucho daño.

Alzando un dedo, indicó a César que aguardase un instante. Tras lo cual tomó aire y se dispuso para iniciar su jugada. Todo sucedió increíblemente rápido, gracias al entrenamiento con Bosch, había logrado adaptarse a los rápidos cambios de escenario, algo que sin duda ahora le vendría genial.

Moussa se desvaneció por uno de sus portales, apareciendo sobre la cabeza del robot. Con un rápido movimiento, extendió la mano para agarrar el dispositivo que acababa de lanzar Dr. Ahora. Desde fuera, los espectadores tal vez apenas lograron ver nada, salvo dos resplandores azules y borrón de movimiento. Pues apenas tomó el dispositivo, regresó de inmediato junto a César.

-Salto base sobre el Dr. Ahora, a mi señal, ya sabes que hacer.

Uno de los mayores divertimentos de Salamandra y Atajo, era conectar dos portales. Uno cerca del suelo y el otro a gran altura. Ninguno de los dos podía volar, pero el arrojarse al vacío de aquella forma, era lo más parecido para ambos. El subidon de adrenalina era brutal y durante los segundos que duraba la caída, se sentían realmente libres.

Una vez más se desvaneció en el aire, salvo que en aquella ocasión, apareció unos treinta metros por encima de la posición de Dr. Ahora. Desde allí revisó los alrededores mientras caía en busca de Sagitario. Sospechaba que podía estar en la azotea que había en el edificio de enfrente y aquella era la mejor forma de comprobar su teoría.

Fuese como fuese, no permaneció tampoco mucho tiempo cayendo. Simplemente dejó caer el dispositivo esperando a que realmente fuese una granada. El plan en esencia era sencillo, César debía de atacarle de tal forma, que lo obligase a moverse hacia el dispositivo que caía. Lo más seguro era que fuese un dispositivo de control o de anulación, pero si era un explosivo, quizás cayese en el área de efecto del mismo, eso en caso de que César no lo friese primero.

Moussa inició su plan con presteza. Usando una cadena de teletransportes, apareció sobre el robot, tomó el dispositivo que había dejado Dr. Ahora sobre su cabeza, y volvió junto a César.

Durante los segundos que estuvo de nuevo con su compañero, pudo observar mejor el dispositivo de su contrincante. Parecía un huevo dorado, con un anillo de luz azulada separándolo en dos mitades. Estaba muy frío al tacto. ¿Sería una bomba?

No hacía ningún tipo de sonido, tan solo proyectaba aquella luz azulada sobre sus rostros confusos. Pero no había tiempo de pararse a descubrir qué era exactamente, pues Moussa ya tenía claro lo que iba a hacer con el dispositivo.

Se teleportó de nuevo, esta vez a unos treinta metros sobre la cabeza del Dr. Ahora. Mientras comenzaba a sentir el tirón de la gravedad sobre su cuerpo, oteó el escenario en busca de Sagitario. Entonces vio un destello en la lejanía.

En la azotea del edificio donde se habían escondido él y César. Sagitario le estaba apuntando con su pistola.

Moussa dejó caer el huevo, y todo pasó muy deprisa.

César, desde su posición, lanzó sus llamas contra el Dr. Ahora. Éste, desde la azotea del edificio, había advertido la maniobra de Moussa sobre el robot en la calle. Estaba en guardia, por lo que vio venir el ataque de César.

Desde la ventana del edificio donde se habían escondido los compañeros del Grupo 4 surgió una lluvia de pequeños ataques ígneos. Las llamas, tomando la forma de flechas, volaron rápidamente por el campo de batalla. Cuando alcanzaron el centro del escenario, trazaron una cerrada curva y se precipitaron sobre el Dr. Ahora, acercándose por su lado derecho.

La reacción natural del inventor fue desplazarse hacia la izquierda, justo hacia la trayectoria del dispositivo que caía. Con gran habilidad, el Dr. Ahora saltó por la azotea mientras las llamas impactaban repetidamente sobre el suelo, dejando manchas negruzcas a su paso.

En ese instante, Sagitario accionó el gatillo de su arma. Un silbido sonó por el aire, en dirección a Moussa. El disparo invisible de su arma cruzó el campo de batalla a velocidad pasmosa.

“Si lo ve, le acierta.”

Moussa, todavía cayendo, sintió una leve descarga en el costado. De pronto sus músculos comenzaron a agarrotarse en la zona del abdomen. ¿Qué era eso? De pronto se sentía pesado, torpe.

¡Un ataque paralizante!

Pero tras caer unos cuantos metros en el aire, el joven senegalés desapareció de nuevo, volviendo junto a su compañero. 

De mientras, el robot se quedó quieto en su sitio. Alzó la cabeza, como si se hubiese fijado de pronto en lo que sucedía en el cielo. Golpeó el suelo, haciendo temblar toda el área de la prueba.

Todo esto sucedió sin que el Dr. Ahora se diese cuenta de nada. Sin embargo, al ser atacado por César desde lo lejos, se agachó para ponerse a cubierto.

Algo iba mal, podía sentirlo. Su plan no iba a salir como él pensaba, debía tomar una ruta alternativa. Reunirse con Sagitario, hacer salir a los Villanos. ¿¡Qué diablos le había hecho Moussa al robot!?

Claro, le habría visto poner el dispositivo. Su rival se teleportaba, no tendría que haberle subestimado. Debería haber sido más discreto, mucho más discreto.

- ¡Me cago en…! - se quejó mientras revisaba el estado de su pistola y miraba algo en su guantelete.

“Tres… dos… uno…”

Entonces el huevo dorado aterrizó junto a él. El joven inventor se sobresaltó, rodando por el suelo para alejarse de la amenaza. Apuntó con su pistola al objeto recién caído, y entonces se dio cuenta de que era su bomba PEM.

- ¡MIERDA!

La caída la había destrozado. Ya no podía derrotar al robot de un solo golpe.

- No sé lo que está pasando amigos, ¡pero de momento parece que ninguno de los dos equipos tiene la delantera! - comentó Rita a viva voz.

- Son buenos estos chicos - musitó el Dr. Ahora mientras ajustaba el temporizador de su guantelete.

- No te desconcentres, Nico. Aún podemos derrotar al robot - le dijo Sagitario a través de su dispositivo de comunicación. A pesar de su tono nervioso, parecía determinado -. ¡Dale con todo, yo los contendré!

- Como si fuera tan fácil… - dijo para sí mientras se levantaba y saltaba de nuevo de la azotea.

César y Moussa pudieron ver a través de la ventana como el Dr. Ahora se lanzaba de nuevo a la batalla. Pero aquella vez no cayó directamente sobre el robot, sino que cayó a una distancia prudencial de éste, en la calle.

Por alguna razón, el joven podía caer diez metros sin hacerse daño.

Desde su nueva posición, disparó su arma contra el robot de E.S.T.H.E.R. Sus disparos azulados impactaron contra el blindaje marmóreo del constructo, abollándolo sin llegar a penetrarlo. 

Dr. Ahora chasqueó la lengua, disgustado.

Cuatro teleportaciones en apenas seis segundos...

El esfuerzo sin duda había sido titánico y ahora su cuerpo se resentía. Pero había valido la pena al evitar que los héroes ganasen la partida, al menos por el momento. Tenían que actuar con contundencia e imponerse a los héroes mediante un despliegue de puro poder, de no hacerlo, perderían.

Con una mano posada sobre el abdomen, se quejó por el efecto del disparo. Sagitario era bueno, realmente bueno, había logrado impactarlo a más de cuarenta metros de distancia con una pistola. Todo ello, mientras caía al vacío y teniendo un margen de apenas un par de segundos para localizarlo, calcular la trayectoria del disparo y efectuar el tiro. Si Sagitario lograba que Aitor le diseñase un arma de las suyas, podría convertirse en un enemigo muy, muy peligroso.

-Arggh, ese tío me ha alcanzado. ¡Mierda! Esto se siente como el toque de estígia, ese que usó durante uno de los entrenamientos para paralizarme.

A pesar de que su cuerpo había logrado resistirse, sentía un cosquilleo de pies a cabeza. Era una sensación extraña, como cuando se te dormía una mano o una pierna. Le habría gustado aguardar un poco más para recuperarse, pero viendo las capacidades de sus enemigos y que el robot de E.S.T.H.E.R era una tostadora inservible, decidió pasar directamente a la ofensiva.

-A por Sagitario.

No dijo más, simplemente echó una pierna hacia atrás y lanzó un rodillazo con todas sus fuerzas (que no eran muchas) a la vez que se teleportaba junto con Salamandra. Ambos aparecieron tras Sagitario, Moussa atacó primero terminando de lanzar su ataque, después, se echó a un lado permitiendo que Salamandra desplegase todo su poder. Si lograban acabar con Sagitario, la balanza se inclinaría notablemente a favor del equipo 4.

Moussa se teleportó junto a César a la azotea del edificio en el que se encontraban. Su plan era sorprender a Sagitario, por lo que atacó nada más apareció.

Pero su contrincante les estaba esperando. Con un ágil movimiento, Sagitario se apartó de la trayectoria del ataque de Moussa. Mientras pasaba junto a él, el tiempo pareció detenerse para Atajo y Sagitario. El senegalés pudo ver en los ojos de su rival un extraño destello.

Rápidamente, antes de que César pudiese reaccionar, Sagitario apretó el gatillo de su arma.

Moussa sintió de nuevo esa electricidad recorriendo su cuerpo. Un disparo paralizante, esta vez a quemarropa. Sintió como su cuerpo entero comenzaba a agarrotarse. El joven senegalés se obligó a seguir moviéndose, luchando contra la parálisis para poder continuar en el combate.

Antes de que Sagitario pudiese aumentar la distancia entre él y sus oponentes, César accionó sus guantes y lanzó sobre él una ráfaga de proyectiles ígneos. Sagitario trastabilló mientras trataba de echarse hacia atrás, desequilibrado por la acometida de Moussa. Una de las flechas llameantes le impactó en el hombro, proyectándolo hacia el borde de la azotea.

Un quejido escapó de sus labios, que durante aquellos momentos se habían mantenido apretados en una seria mueca de concentración.

Ahora que estaban más cerca de él, los dos miembros del Grupo 4 pudieron apreciar mejor a su rival. El muchacho tenía algo de sobrepeso, no parecía estar en la misma forma física que ellos, o que su compañero siquiera. Su expresión, en aquel momento, irradiaba inseguridad. Le temblaba la mano con la que sostenía el arma, con la otra parecía buscar algo en sus bolsillos y sus ojos viajaban rápidamente entre Atajo y Salamandra. No sabía qué hacer, ¿a quién atacaba? ¿Podía contenerlos a los dos el tiempo suficiente para que el Dr. Ahora pudiese hacer su parte?

En un instante su semblante cambió radicalmente. Se calmó, su mano dejó de temblar, y alzó el arma rápidamente.

- Si me derrotáis Nico estará solo contra vosotros, no lo puedo permitir - dijo con su voz temblorosa. Un extraño contraste con el resto de su cuerpo.

Sagitario apretó el gatillo, disparando contra sus oponentes. De nuevo, pudieron sentir como Sagitario acertaba todos y cada uno de los tiros. Sin embargo, el arma no era capaz de reducirlos.

De mientras, ajeno al combate en la azotea, el Dr. Ahora seguía enfrentándose al robot en la calle. Moussa y César podían oír ráfagas de disparos, y el sonido de asfalto quebrándose y cristales estallando. 

Un detalle extraño pero evidente para el publico se hizo patente antes de que Sagitario disparase su arma contra los miembros del Grupo 4. 

El aire entorno a la azotea del edificio parecía tener un color diferente, como más luminoso. Aquella luz formaba un domo sobre la azotea, una "zona".

Moussa, César y Sagitario parecían estar congelados en su interior, inmóviles.

Moussa empezaba a comprender cómo se sentía el gran Jack O´neill cada vez que los Jaffas le atacaban con las Zat'nik'tel. Las malditas armas aturdidoras dejaban un extraño picor por todo el cuerpo, aunque por el momento, tanto César como él habían logrado imponerse a los efectos del arma.

Aquella referencia a su serie favorita, le hizo sentirse una especie de héroe, lo cual aumentó su moral. Por desgracia no podía seguir perdiendo tiempo con Sagitario. Cada segundo que perdían conteniendo al muchacho, era un segundo de más que el Dr. Ahora tenía para destruir el robot.

Moussa observó con detenimiento a Sagitario y no le gustó el gesto que este realizó metiendo la mano en el bolsillo. ¿Otra granada? Era probable, por lo que no podía permitir que ni César ni él fuesen afectados a la vez por un mismo ataque.

Alzando una mano, tanto él como César comenzaron a alejarse el uno del otro, a la vez que trataban de flanquear a Sagitario. Hasta ahora, ambos miembros del equipo 4 habían permanecido juntos, pero ya era el momento de empezar a usar las tácticas que habían estado preparando para la ocasión.

-¿Aún no lo entiendes? Solo tú eres nuestro objetivo, el Dr Ahora ya ha sido derrotado. -Moussa había crecido mintiendo y aunque aquellos que le conocían bien, sabía cómo pillarlo en una, Sagitario no era uno de ellos. Esperaba que sus palabras, unido a la timidez y falta de confianza del muchacho, ayudasen a que cometiese un error. -Nuestro objetivo es derrotaros y una vez acabemos contigo, activaremos el sistema de control del robot para que se autodestruya. Todo en veinte metros a la redonda quedará reducido a cenizas y con ello, el gran héroe del espacio tiempo.

Si Sagitario se sentía muy presionado y realmente tenía una granada, acercarse a él no iba a resultar buena idea. Era más que probable que el muchacho tratase de sacrificarse en pos de la misión y su compañero. Así que lo mejor era hacerle dudar sobre a quién debía de atacar y sobretodo, evitar que Moussa y César estuviesen cerca el uno del otro, para así, no caer dentro del área de efecto de la granada.

-Dicen que nunca fallas, veremos si logras superar el Escudo Asgard.

Decenas de pequeños portales brillantes comenzaron a aparecer y desaparecer por toda la azotea. En esencia era un poder defensivo realmente poderoso y útil, pero gracias al duro trabajo con César, lo habían convertido también en algo más.

-Salamandra, desintegración.

Aquella era la señal para que César usase su poder a máxima potencia, al hacerlo perdía precisión, pero todo salía bien, aquello no importaría y Sagitario se enfrentaría a una pequeña sorpresa.

La mentira de Moussa hizo dudar a Sagitario, al menos durante un segundo. Sin embargo, el muchacho no tardó en recuperar la calma.

- Eres tú el que no lo entiende… - comenzó a responder.

Pero no pudo acabar, porque entonces Moussa activó su Escudo Asgard e indicó a César que usase su ataque combinado.

El piroquinético apretó la mandíbula y sonrió, satisfecho.

- Hasta aquí has llegado, chaval - dijo mientras el fuego comenzaba a envolver sus manos.

Él y Moussa habían practicado aquella maniobra varias veces durante los entrenamientos. César tenía un control bastante refinado de su fuego, por lo que era capaz de concentrarse tanto en la precisión como en la potencia.

Un ataque ígneo de alta intensidad era difícil de dirigir con éxito hacia su objetivo. Pero si dejaba la tarea a los portales de Moussa…

¡Podía disparar a máxima potencia sin preocuparse por acertar!

Las llamas crecieron, en tamaño e intensidad. El fuego se originaba de los guantes Ifrit, pero luego danzaba y serpenteaba con violencia alrededor del piroquinético como si tuviese vida propia.

Moussa comenzó a sudar por el calor, y vio como Sagitario hacía lo mismo.

Cuando César hubo concentrado sus llamas lo suficiente las disparó, sin apuntar siquiera. El enorme torrente de fuego fue engullido por uno de los portales de Moussa. Uno de los pequeños discos azulados se abrió entonces junto a Sagitario, proyectando el ataque.

Sagitario apenas tuvo un instante para reaccionar. Las intensas llamas de César le rozaron el uniforme mientras trataba de apartarse rodando. No tenía muchas opciones para escapar, pues sus dos contrincantes se habían situado a ambos lados.

Las llamas de César se extinguieron en el aire, serpenteando hasta el último momento. 

Había esquivado el ataque, pero por poco. Durante la voltereta se le había caído algo del bolsillo. ¿La granada?

No. Era... un reloj. Una especie de cronómetro. Estaba funcionando en aquel momento, pero Moussa juraría que las varillas estaban girando en el sentido que no era. También se dio cuenta de algo extraño. El ruido del público, incluso el del combate entre el Dr. Ahora y el robot, le llegaba amortiguado. Cuando trató de fijarse en el público, a lo lejos, le pareció que lo veía borroso.

Al darse cuenta de que se le había caído el reloj, Sagitario pareció ponerse más nervioso de lo que ya estaba. Alzó la pistola y disparó una única vez contra Moussa. El joven senegalés, confiado, interpuso su defensa entre el disparo y él. Incluso pudo advertir el sutil brillo en el aire que denotaba la presencia del proyectil, que entró por el disco azulado sin mayor problema. Pero, antes de que tuviese tiempo de redirigirlo siquiera, el disparo apareció por otro de sus propio portales y le dio en un costado. 

¿Cómo?

Los segundos seguían pasando, y los miembros del Grupo 4 seguían en la azotea, congelados.

- Amigos, ¿qué está pasando? - preguntó Rita, sorprendida -. ¡El Grupo 4 no se mueve!

Y de mientras, el Dr. Ahora seguía luchando contra el gran robot de E.S.T.H.E.R. El constructo había resultado ser más problemático de lo que pensaban en un principio. 

Se desplazaba rápidamente y asestaba poderosos golpes, haciendo que el escenario se quebrase como si fuese de cartón. El Dr. Ahora, que parecía gozar de una agilidad y velocidad sobrehumanas, se adelantaba siempre a sus embestidas. Disparaba su pistola sin cesar, mellando su blindaje mientras esquivaba sus ataques. 

¿Por qué César y Moussa no se movían? ¿Los habían atrapado en alguna especie de trampa?