Partida Rol por web

Nathaniel había disfrutado, el fuego, el olor y ver caer a su enemigo despedazado por la furia contenida en los proyectiles disparados le habían causado un furor extraño. Como venganza por lo que había sucedido en su planeta natal, casi sentía como si la hubiera plasmado en esos impactos que habían despedazado al Guerrero Tiranido. Palmeando su arma y escuchando a su Sargento dar órdenes reviso el cargador. Tendría para uno 2 enfrentamientos más a lo sumo, a partir de ese momento o encontraban algún arsenal o tendría que luchar con los dientes en forma de cuchillo que portaba.

Observaba el pasillo, pues podrían acercarse más xenos.

- Animo Hermano Verticorda, ahora te toca a ti hacer maravillas. Las mías se acaban. – Comento con humor el Devastador 

Storm se giró, los gritos estaban empezando a preocuparle. Su misión era recuperar la forja, y si además, sus hombres no morían, sería una misión impecable, pero... A este ritmo no sobreviviría ni uno. Storm miró los controles, y con los datos que obtuvo de allí calculó mentalmente cuanto quedaba para que la flota Xenos alcanzase la forja.

Quedaban muy pocas naves en la flota, miró hacia atrás y vió a Marius acabando de cargar su Bolter, este turno habría mucha potencia de fuego dentro. Si aún podían aguantar un poco más...

El marine no pudo evitar proferir un gruñido de dolor al sentir como el maldito enjambre lograba atacarle con éxito, causando bastantes daños en su cuerpo. Pero aún debía luchar, debían recuperar la forja al precio que fuese, aunque ello requiriera que diera su vida. Sin embargo, el dolor y la verdadera marea de enemigos hicieron que esta vez el cuchillo de Septimus no fuese muy útil. 

Leah apoyó una mano en el casco, como si con eso lo hiciera en su propia sien. Quizá había sido un acto reflejo, sea como fuere la inquisidora había tenido una experiencia de muerte muy vívida y tenía un cometido.

-Habrá que darse prisa en lar-carraspeó hasta sacar un gargajo sanguinolento, se quitó el casco y escupió a un lado y volvió a ponerse el casco-garse-concluyó.
Procuró ponerse en pie por su propia mano con un gruñido que recordaba más a algún tipo de leona acorralada que a una mujer.

-Godsmote, estado.

-Sí Jefe -dijeron todos los miembros de la escuadra mientras adoptaban sus posiciones. Eristede y Basek entraron en la habitación espalda con espalda, apuntando hacia todos lados y dando un toque al xeno para asegurarse que de verdad estaba muerto del todo. Una vez dentro y comprobados todos los puntos de acceso, hicieron un gesto para que entraran los demás.

Androm y Camulos se situaron uno en cada lado de la intersección, mientras que Semyon se quedaba un poco descolocado, pero en una posición donde su lanzallamas pudiera freír cualquiera de los dos pasillos- en posición, Jefe -dijeron una vez situados.

Verticorda asintió ante Nathaniel- Esperemos que sí -dijo mientras hacía un gesto para que entraran todos. De cerca pudieron ver los destrozos de la ráfaga de Nathaniel. Le había casi convertido en pulpa por completo, pues le había metido en el cuerpo casi todas las balas de la ráfaga- Llega a ser munición Kracken y hay restos por todas partes -señaló Verticorda mientras se dirigía hacia la consola.

Una vez en ella comenzó a intentar conectarse, pero tras un momento soltó un par de chispazos y Verticorda se tuvo que separar- una ligera sobrecarga -explicó- dadme unos segundos -y se metió bajo la consola para intentar repararlo, pero de momento solo parecía recibir chispazos por parte de la consola.

Todo era caos. Los devoradores ya estaban más encima de los astartes que del suelo. Séptimus, Anatoli y Sharaq parecían ser una masa de pequeños xenos mientras éstos intentaban causar más daños en los astartes, pero estos resistieron. Eikos consiguió apuñalar a uno con su cuchillo y se separó un poco de la horda, parecía tener intención de volver a usar su lanzallamas, mientras que Sharaq lo consiguió con dos. Anatoli estaba arrodillado en el suelo, con una mano al lado de la rodilla y luchaba con torpeza, pero consiguió aplastar a uno contra el suelo.

Uno a uno, así tendrían que matarlos, pero aún quedaban muchos y les iban venciendo, poco a poco, pero les iban venciendo. Marius terminó de cargar el bolter pesado y lo afianzó de nuevo, pero con las prisas apretó el gatillo muy pronto e hizo que la ráfaga pasara por encima de todos los xenos y casi acribilla a sus hermanos. Anteros, en cambio, estaba más atento y consiguió disparar otra ráfaga haciendo saltar por los aires a una docena de pequeños xenos que aún habían en el suelo.

Storm, por su parte, consiguió acribillar de nuevo a la Flota, consiguiendo destruirla casi por completo. Ya solo quedaban dos naves.

El astartes se arrodilló ante la Inquisidora e inclinó la cabeza- Domitian, Jael y yo estamos en perfecto estado -dijo el astartes en cuanto se le pidió el informe- las comunicaciones siguen sin funcionar, podemos intentar regresar con el apotecario y el tecnomarine o podemos intentar hacernos fuertes aquí -carraspeó un poco- si vamos con el apotecario puede que pueda hacer algo por vos, mi lady.

Domitian y Jael también estaban rodilla en suelo, pero seguían haciendo barridos con los bolters, como si estuvieran pendientes de que un xeno apareciera por cualquier lado.

-Estoy perfectamente- dijo haciendo acopio de fuerzas para imprimir a su voz toda la seguridad que necesitaba inspirar- no podemos perder más el tiempo jugando con escoria. Levantáos,es momento de reagruparse.

Clavó la espada en el suelo y se apoyó en ella brevemente antes de iniciar el regreso sobre el camino andado, pistola bolter en mano y espada en la otra.

El tecnomarine había conseguido su objetivo. Quizá, pensó, si destruía por completo la única opción real de contraataque de la flota Xenos, los bichos huirían. No, tampoco deseaba que huyesen, quería acabar con todos ellos. De nuevo, apuntó, pero la flota ahora era pequeña y demasiado difícil de preveer, cuando disparó, ellos se movieron, como si estuviesen leyendo sus pensamientos.

Esto no volverá a ocurrir malditos Xenos. Omnissiah, guía mi mano en este momento crucial!

Nathaniel tenia claro que aquello no podría seguir mucho tiempo así. El estaba quedándose sin munición y suponía que el hermano del lanzallamas también. O reponían rápidamente los sistemas defensivos de la Fortaleza o encontraban el acceso a alguna armería. Por lo que dependían del todo de Verticorda.

Mientras este trasteaba con los espíritus de aquellas maquinarias, Nathaniel consulto los mapas de los que disponían para ver si habría algún arsenal o armería próxima a sus posiciones.

El apotecario procuró apretar los dientes y seguir adelante. Los astartes debían luchar hasta el final, sin importar las consecuencias, simplemente seguir hasta cumplir su objetivo o morir. Y aún tenía en la mano su cuchillo, con el que consiguió atravesar a otra de aquellas alimañas, con bastante satisfacción por su parte.

-¡Morid, malditos xenos!-dijo Septimus, soltando más tajos que parecían no llegar a ningún lado. 

Los retrasos con la consola no ayudaban a calmar la tensión acumulada en los músculos de Phalanax, sin embargo así se mantenía alerta. Miró a Nathaniel, y adivinando sus comprobaciones por los comentarios que había oido, y si estaba equivocado insistiendo a su hermano para ello, le preguntó directamente:

- Nuestros recursos se agotan, Nathaniel, ¿Hay algún arsenal cerca? Lo prioritario es activar y manejar las defensas y unirnos al resto de escuadras, pero si de camino o cerca hay algún depósito de munición podría sernos muy útil...

- Semyon, ¿Cómo va tu munición? - Mientras se dirigía al interpelado - Y el resto, informe de situación del equipo - Mientras esperaba la confirmación de cada uno de sus compañeros, Phalanax se acercó a Verticorda para observar mejor si tenía o no problemas - ¿Va para largo Verticorda?

Y después de escuchar sus palabras, Phalanax decidió comunicarse con el resto de la avanzadilla, indicando la posición de su unidad y pidiendo un informe de situación.
 

Mientras que el combate continuaba, Jean Storm falló de nuevo contra las dos últimas naves de la Flota Enjambre. Solo quedaban dos, un disparo apropiado y acabaría con el apoyo aéreo, aislando por completo a las unidades de tierra de esa zona. Eso implicaría que no habría más gantes entrando en la Forja, si es que lo había.

La falta de conexiones normales con los Titanes era algo que les tenía a "ciegas" dentro de la Forja.

Eikos, con el cuchillo en la mano de nuevo comenzó a aplastar a cada devorador que le estaba avasallando, pero uno rompió una de las lentes del casco y varios se lanzaron hacia su interior. Los gritos de dolor de Eikos eran atroces y algo que no le gustaría escuchar a nadie vivo jamás.

Los Devoradores se lanzaron sobre Sharaq, al cual seguían atacando y comiéndoselo vivo. Consiguieron derribarlo mientras éste intentaba aplastar a otros pocos, pero sus gritos, que hacían coro con los de Eikos, empezaron a convertirse en un gorgoteo y su cuerpo empezó a convulsionarse. Parecía que el Jefe de la Escuadra iba a caer en ese combate.

Marius soltó un grito de rabia al escuchar el sonido que provocaba Sharaq y comenzó a disparar su bolter pesado de nuevo, ésta vez con una mejor dirección y, acompañándose de Anteors, hicieron polvo a todos aquellos Devoradores que no estaban encima de sus compañeros, masacrando la mayoría de la horda.

Septimus, consiguió empalar a un pequeño Xeno que intentó imitar el movimiento de sus hermanos de enjambre e intentó entrar rompiendo una de las lentes del casco, pero el Apotecario estuvo rápido y consiguió segarlo con un movimiento de su cuchillo.

Leah, Godsmote, Jael y Domitian caminaban por el pasillo de vuelta cuando escucharon el estruendo de los bolters disparar de nuevo. Se acercaron a la puerta al trote, pero se pararon en seco cuando algunos proyectiles de bolter de gran calibre salieron por la puerta e impactaron en la pared. Podrían haberlos reventado la cabeza.

Cuando la ráfaga cesó, se asomaron y lo que vieron era algo asolador. La sala estaba llena de pequeños cadáveres de xenos, de los cuales aún había bastantes encima de sus hermanos astartes, uno de los cuales estaba derribado casi muerto y otros dos con una rodilla en el suelo por las heridas sufridas. 

Al fondo se veía a Jean, conectado a una de las consolas en la que parecía muy concentrado, pero a su lado había el cadáver de un xeno enorme, uno de los conocidos Líctores, unos seres inmundos con una cabeza bulbosa de cuya boca surgían múltiples tentáculos y unas garras enormes que le salían de los hombros y de las manos.

En ese momento comenzó a parpadear una luz naranja acompañada de la voz mecánica que sonaba por megafonía- Defensas Interiores de la Forja Establecidas -lo que parecían unos escáneres de rayos verdes surgieron del techo y pasaron su luz sobre todos los presentes- Forma de Vida Xeno Detectada. Enemigo. Amenaza 8. Aliados en Confrontación. Un Minuto para Purga de la Sala -Jean pudo ver que desde una de las salas de acceso secundario se habían activado las defensas internas de la Forja, lo que implicaba que no eran los únicos astartes vivos dentro de Mons Zilos.

Verticorda soldaba y reparaba lo más rápido que podía la consola. Una soldadura aquí, un tornillo allá, cortar un trozo de chapa por este lado, era rápido y meticuloso, como si estuviera siguiendo paso a paso la guía de reparación de ese tipo de terminales.

Los mapas que veía Nathaniel no auguraban nada bueno. Se suponía que tenía que haber algún almacén o armería, pero no tenían marcas diferenciadoras de otras salas, por lo que podría ser cualquiera. Los miembros de la Inteligencia habían marcado solo los puntos de acceso, ascensores y terminales en los mapas que habían cargado en la servoarmadura, y no había mapas antiguos de la Forja en esos datos.

-Señor, solo me queda un cargador y un disparo del puesto -respondió Semyon. Todos los demás astartes comenzaron a informar de su munición. Casi todos tenían un cargador o dos a parte del que ya estaba en el arma, lo que hacía que aún pudieran ser efectivos, pero el arma que les había salvado el culo, el bolter pesado, era de las que menos munición les quedaba.

Según terminaban de dar el informe comenzó a parpadear una luz naranja acompañada de la voz mecánica que sonaba por megafonía- Defensas Interiores de la Forja establecidas -lo que parecían unos escáneres de rayos verdes surgieron del techo y pasaron su luz sobre todos los presentes- Forma de Vida Astartes. Aliados. No Activar defensas -las luces pasaron por el cadaver y restos del Guerrero Tiránido- Forma de Vida Xeno. Enemigo. Amenaza 0. Estado Inactivo. No Activar Defensas.

-Creo que por ahora hemos terminado nuestro trabajo en esta sala, Jefe -dijo el tecnomarine mientras se separaba de la terminal de acceso.

Jean Storm apuntó de nuevo. Esta vez no debía fallar. Apuntó, pero el grito desmedido de sus dos hermanos de batalla no podían dejarlo impasible. El tiro, aunque acertado, no podía haber estado más lejos de lo que Storm quería. Tenía que ver como esas dos naves acababan siendo aniquiladas para poder acudir en ayuda de sus compañeros. Ni siquiera se dió cuenta que Leah estaba en la puerta, con apoyo. Expectante, observo como lentamente los proyectiles que había lanzado alcanzaban su blanco.

Septimus intentó seguir apuñalando a aquellas cosas con su cuchillo, pero el cansancio y las heridas hacían mella, de modo que empezaba a rendir bastante menos de lo que debería. Aunque el cuchillo se movía, siempre era demasiado lento. Siempre aquellas cosas se escapan, introduciéndose entre sus extremidades, evitando e intentando morder.

-¡Morid de una maldita vez, xenos!-gritó el apotecario, con la frustración asomando a su voz. 

Nathaniel asintió a Verticorda cuando activo por fin lo que habían venido a activar. Ahora solo quedaba reunirse con los demás. Sus investigaciones no habían sido fructíferas y así lo comento.

- Sargento, los informes no me ayudan a precisar la posible presencia de arsenales o almacenes de suministros cerca. Esos datos no están. – Comento el Devastador. – Pero aun cuento con un par de ráfagas más, y luego con unas y dientes si hace falta, Sargento.

- Verticorda, ¿qué nivel de potencia tienen las defensas internas? – pregunto por curiosidad. Esperando las ordenes de Phalanax.

Phalanax recibió en silencio los informes de sus hermanos de armas, y la información sobre las defensas establecidas. No pudo evitar tensar los músculos cuando la luz analítica de las recién activadas máquinas defensivas rociaron su armadura con el fulgor que emitían, la forja llevaba inactiva mucho tiempo, y podrían haberse estropeado. Pero Verticorda había hecho un trabajo excelente y el espíritu máquina seguía con ellos, sin haberse corrompido o enloquecido.

- Verticorda, puedes acceder desde esa consola a un mapa más específico que el que tenemos sobre la forja, buscamos munición - Ordenó al Tecnomarine para tener una última oportunidad. Sabía que Nathaniel lucharía hasta el final con sus manos desnudas si era necesario, pero con el bólter pesado sería mucho más efectivo, como había mostrado hasta ahora, y salvaría la vida de más hermanos.

- Reagrupaos - Ordenó a todos los que habían entrado en el habitáculo, pues se reunirían con los de fuera y marcharían inmediatamente.

-...- En serio, me separo del grupo, se lía la que se lía, despejamos el camino ¿Y SIGUEN ASÍ? Definitivamente aquí hay que poner mano dura. Joder al final va a ser verdad eso de que les hablo en Eldar. Qué cojonazos.- Vamos- ordenó a su escolta con suma tranquilidad que enmascaraba el dolor de las heridas tras en el encuentro que casi le costó la vida. Empuñó la espada e inspiró hondo.

Al Emperador me encomiendo mi alma.

Y cargó contra la escoria xenos sin ninguna contemplación. Más le valía a ese apotecario estar funcional cuando se libraran de eso porque si acababa muriéndose por esas heridas se aseguraría de no ser la única en caer.

La horda de pequeños seres estaba desmenuzada casi por completo, el único problema es que no se retiraban nunca. Seguían lanzándose de cabeza contra los astartes, aunque sus ataques eran mucho menos fuertes y con menos potencia que con el peso de la cantidad ingente de esos seres.

Los astartes se lanzaron al ataque, tanto los que ya estaban como los que acababan de llegar como refuerzo. Eikos y demás atacaron y mataron cada uno a uno de los diferentes Devoradores que tenían encima. Septimus falló estrepitosamente su ataque.

Ante la orden de Leah, Godsmote, Domitian y Jael se lanzaron al ataque, pero solo Domitian consiguió matar a uno de los que habían delante de Eikos. Leah partió por la mitad a otro Devorador y Marius y Anteros se lanzaron al combate cuerpo a cuerpo para terminar con los xenos que quedaba.

Jean consiguió terminar por completo con la flota que había alrededor de la zona, consiguiendo acabar con la fuente de refuerzos que estaban avasallando a los Titanes de fuera.

Los Devoradores, de pronto, se salieron de encima de los astartes huyendo por las rendijas tan rápido como habían aparecido- Biología xeno desaparecida. Purga de la sala cancelada -se escuchó la voz y las luces de emergencia naranjas se apagaron, volviendo a la luz estandar de los alójenos.