Partida Rol por web

¡¡¡Demonios!!!

Exclamó el actor al ver que la escalera de mármol - ¡¡Sí!! ¡¡De mármol!!- había desaparecido como si nunca hubiera habido nada allí. Se acercó hasta el borde y pudo contemplar como aquella altura era mortal en caso de caer. Además, nada podía asegurar que abajo no estuviera la mancha de moho...

- Sí... Parece que ya no podremos usar las escaleras, aunque bien pensado, nunca han sido mucho de fiar...- dijo Sebastian recuperando la compostura. El actor tenía claro que no iba a saltar el vacío, con lo que agradeció por una vez que la Srta Adler no tuviera la ocurrencia de arriesgarse a atravesar la fisura que acababa de aparecer.

- Creo que será lo mejor...- en clara alusión a lo que acababa de decir la atleta.

Cómo no...pensó el detective. La única opción era saltar, y a parte de Robyn dudaba que ninguno de los hombres pudiera llegar al otro lado. Así que apoyo la idea de probar en la habitación.

-Vayamos. Y lo que yo haría sería buscar una cuerda o algo en esa habitación o en otras. Quizá nuestra mejor opción para llegar al piso de abajo sea bajar por una ventana...

Con un grito ahogado, Hess fue testigo al mismo tiempo que los demás del terrible suceso: ¡Parte de la escalera se había disuelto!
James no se veía con cuerpo de saltar esa distancia, por lo que se alegró en gran medida cuando sus compañeros propusieron volver por dónde habían venido.

Mientras volvían por el pasillo, el detective comentó que podían salir por una ventana. En ese momento recordó algo: - ¿Recuerdan cuando entramos en la casa? Había hiedra por toda la fachada... tal vez podamos descender usándola.

–Si es que podemos entrar en la habitación–recordo la mujer– de lo contrario, nos guste o no, habrá que saltar... Aún así, preferiría una cuerda, unas sábanas o algo. No me fío de nada que "crezca" en esta casa...

Mike asintió ante las palabras de la atleta.

-Estoy de acuerdo con ella, prefiero alguna cuerda o sabanas antes que la hiedra...aunque si no encontramos nada... Pero será mejor echar un rápido vistazo por las habitaciones a ver que encontramos.

Espere

Robyn tragó saliva y, poco a poco, se acercó a la habitación de la que habían huído y donde se habían separado de Virelli. Una vez en la entrada, lanzó un poco de pólvora haciendo un semicírculo que le permitiese pasar. Aquello no le gustaba nada, no estaba segura de que funcionase pero aunque así fuera se parecía demasiado a un ritual esotérico para su gusto. Una vez hecha la "protección" dio un paso adelante, lo dejó un par de segundos en el aire y finamente avanzó. Cuando hubo avanzado murmuro.

–Pasen o dejen libre a puerta...no estoy segura de que esto vaya a funcionar–Hubiese dejado que otro lo hiciese, pero la realidad es que nadie se había ofrecido a hacerlo... La gruñona atleta miró a la gran mancha de la pared, "la mancha que había examinado antes", pensó mareándose y arrojó la mitad de la pólvora que le quedaba contra ella.

Esto no va a funcionar

La señorita Adler entró en la estancia espolvoreando parte de la pólvora por el suelo.

Con más miedo que vergüenza, pero con la firme intención de no dejarla sola, Hess entró con ella y se colocó a su lado con el arma lista por si debía darle uso.
Estaba convencidísimo de que una bala no detendría a semejante...cosa, pero de este modo, por lo menos se sentía más seguro y templaba un poco sus destrozados nervios.

La miró un momento y, asintiendo con la cabeza y fingiendo una entereza que no sentía, dijo: - Funcionará.
- DEBE funcionar...

Cuando la mujer entró en la habitación, sintió la siniestra tentación de cerrar la puerta tras ella. Quizás echando algo de carne a esa alimaña mocosa, los demás tendrían más fácil huir por la hiedra de la ventana, pero el actor desechó tal ensimismamiento cuando el escritor entró junto a ella.

Mientras la joven Adler espolvoreaba la pólvora, Sebastian se apartó un poco y preparó su arma...

- ¡¡Cómo no funcioneeeee...!!- susurró con el típico tono con el que un padre amenaza a su hijo de un posible azote.

Una vez Robyn realizó su experimento con la polvora, que tanto podría asemejarse a alguna clase de ritual tribal o antiguo, todos permanecieron expectantes en el umbral del dormitorio de Arthur Cornthwaite a ver los efectos tanto del semicirculo como de la polvora que la atleta arrojó contra una de las humedades de la pared.

Los presentes esperaron y esperaron varios minutos, sin embargo lo único que rompió el silencio fue la lluvia del exterior que parecía ser mucho menos violenta que en las horas anteriores, tal vez la tormenta estaba por fin desplazandose a otro lugar. En cuanto a la mancha algunos restos de polvora se quedaron enganchados en la humedad de la pared pero nada paso. La mancha se hallaba justo al lado de la puerta entreabierta de la que supuestamente se intuía que Joe Virelli trató de escapar, suponiendo que hubiese tratado de entrar ahí cuando escapó del despacho. 

El grupo esperó expectante varios minutos, pero por desgracia el plan de Robin no funcionó. Mike le dio una ultima calada al cigarro y lo echo al suelo. En esa casa medio derruida no creía que nadie le fuese a llamar la atención.

-Esta bien, parece ser que no ha pasado nada. Creo que lo mejor es lo que habíamos dicho, buscar cuerdas, sabanas o lo que sea e intentar hacer una cuerda para bajar.

Sin más, Mike empieza a recoger las sabanas de la cama de Arthur

La expresión decepcionada de Robyn era patente. Poco a poco, aquella expresión se fue tornando penastiva. Aquello no tenía sentido. La pólvora era absorbente sí, pero ciertamente era absurdo vaciar cartuchos cuando podías acceder a la sal, que a buen seguro guardaría en la cocina y en la despensa...La despensa que estaría en el sótano...lo cuál era un motivo más que claro para que Cornthwaite bajase allí.

¿Entonces por qué demonios abrió las balas?

Cuando volvió a la realidad el detective estaba saliendo para buscar sábanas y hacer una cerda. La joven no tenía ninguna gana de tocar aquella hiedra, pero parecía que era la única posibilidad de algunos. Como de aquel inútil que no había aportado nada más que fanfarronería y que sería capaz de disparar a cualquiera de sus compañeros si eso le daba una oportunidad. Y sabía perfectamente a por quien iría.

Al entrar en la habitación, Robyn se dio una palmada en la frente.

–Pues claro.–exclamó–No quería la pólvora...quería rellenar los cartuchos con sal.

James aguardó con los nervios a flor de piel. Esperaba que algo espectacular pasase...pero no ocurrió nada.
Miró a Robyn que estaba a su lado, cavilando.
Al final, dio con la clave (o eso parecía por su gesto).
- ¿Rellenar los cartuchos?
Para ser sincero, a James no se le ocurría ni una maldita cosa para terminar con aquella pesadilla, por lo que consideró que las palabras de la atleta tenían sentido. - Bueno - dijo - Tenemos la munición que se encontraba junto a la escopeta y además, también los cartuchos vacíos que hallamos sobre la cama.

- Intentémoslo. No se venga abajo por que esto no haya salido como esperábamos. Ahora mismo, usted es la única de nosotros que parece que tiene algo en mente capaz de dar un resultado satisfactorio. - Guardando de nuevo el revólver, le dirigió una sonrisa para infundirle ánimos. - Si cree que nuestra salvación pasa por rellenar esos cartuchos, así lo haremos.

Robyn miró con exrañeza al escritor...parecía demasiado tranquilo y esperanzado, al menos en cuanto a aquella absurda idea que había tenido. Por otra parte, estaba dispuesto a intentarlo, pero había un problema... y era la falta de sal. Solo ella podía bajar a buscarla...y sabía exactamente lo que iba a pasar si lo hacía. No iba a poder subir y la iban a dejar tirada. Al fin y al cabo, no habían ido corriendo a ayudarles cuando cayeron al sótano, precisamente.

Por su parte, Mike estaba recogiendo las sábanas y la habitación apestaba a vómito. No es que le apeteciese seguir allí...y también estaba la mancha...

–El problema es que es algo complicado bajar abajo y luego subir– dijo mientras se acercaba a abrir la ventana para comprobar como estaba el descenso. Lo primero que haría al salir de aquella casa era comprar diez kilos de sal, por lo menos.

- Bueno, hallaremos el modo de bajar. - respondió Hess.
Ese plan era lo único que tenían por el momento; y aferrarse a dicho plan era, a su vez, lo único que mantenía la mente de James apartada de los sombríos pensamientos que la asediaban.
Su vehemencia apoyando la idea de la compañera podía parecer pueril e incluso incoherente, pero el escritor necesitaba tener algo en lo que volcar su esperanza -la poca que le quedaba-; de lo contrario, su cerebro terminaría por colapsar.
Ya había estado a punto de sucumbir a la locura cuando vieron el horrible y viscoso ser, y su estado se había visto agravado con el hallazgo del cuerpo de Virelli.
Por ello, para mantener la compostura, el escritor se vio obligado a mostrarse más vivaz y activo que de costumbre.
- Vamos, ¿Le ayudo con esas sábanas? - dijo, dirigiéndose a Mike.

Sebastian permanecía hosco y taciturno. La primera idea de la señorita Adler se había convertido en un "match ball" para el viscoso ser que se había adueñado de la casa. Mientras la atleta seguía pensando que aquello era un ser racional y predador, el actor intentaba buscar una razón que argumentara lo que sus ojos habían visto en aquella mansión... y ciertamente deseaba hallarla...

- ¡¡Aten esas sábanas y marchemos de aquí!!- fue lo único que llegó a pronunciar mientras su mirada iba de un lado a otro, vigilando que ninguna desagradable sorpresa los encontrara allí. 

Si conseguía volver a la civilización alguna vez, dejaría la interpretación... Ya no le podía reportar nada bueno.

- Tendría que haberme dedicado al teatro...

-Sí, gracias amigo.- Le dijo al escritor. Después de lo que habían pasado, a Mike le gustaba verlo entretenido. Tenia toda la pinta de que fuese a sucumbir a la locura en cualquier momento, así que lo mejor era que estuviera entretenido.

Una vez terminaron de atar las sabanas, se acercó a la ventana que la atleta había abierto para ver la distancia que tenían.

-Creé que nos llegará con esto?- le pregunto a la mujer mientras se posicionaba a su lado.

-Como lo haremos?Ayudamos a bajar al señor Sebastian entre todos? O primero que baje la señorita Adtler que es la más capacitada?- El detective miró al resto.

–Creo que será mejor que yo baje en último lugar. No se lo tomen a mal–añadió mirando al detective, pues era bien sabido que aquellos católilcos se tomaban como una ofensa que las mujeres les superasen–Pero si ocurre algo que nos obligue a darnos más prisa, creo que tengo más posibilidades de descolgarme o saltar.

Finalmente el plan de Robyn Adler se pusó en marcha y Mike acabó por anudar el conjunto de sábanas de la cama formando una especie de cuerda improvisada que a juicio de los presentes sería suficiente para descender desde el primer piso hasta el extrañamente frondoso jardín de la hacienda. Por suerte para el grupo la intensidad de la lluvía había bajado bastante.

Abrieron uno de los grandes ventanales del dormitorio desde donde se podía observar la parte trasera de la casa donde la frondosidad de la vegetación del jardín impedía ver mucho más. Además de decidir el orden del grupo debían decidir si el extremo superior de las sábanas la sujetaría alguno de ellos o bien la atarían a algún mueble, tal vez el cabezal de la cama.