Partida Rol por web

Tras el reencuentro con Robyn Adler, el grupo tomó la decisión de visitar finalmente la mansión Fitzgerald después de comer con el interés compartido por todos de hallar el paradero o alguna forma de comunicarse con el explorador y arqueologo Arthur Cornthwaite. Sebastian ofreció su ford para viajar hasta la periferia del pueblo, donde se hallaban los amplios terrenos de los terratenientes locales y sus mansiones, en el que Robyn, James y Mike montaron mientras que el actor hizo las funciones del conductor. 

Debido a la falta de espacio, el actor dió indicaciones a su ayudante, Calogero Lamperti, para que contratará un taxista local a fin de trasladarse él mismo junto a todo el equipo de rodaje así como las pertenencias que el resto del grupo quiso llevarse a la mansión. Los abogados habían ofrecido a Sebastian y su ayudante alojamiento en la misma mansión mientras durara el rodaje, así mismo habían habilitado una habitación para el detective privado. En cuanto a Robyn y James deberian volver al hotel para pernoctar o tratar de pasar la noche en alguna de las habitaciones de la mansión de forma no autorizada.

Durante el viaje en coche, los cuatro tuvieron ocasión de conversar, planear y escuchar por fin la malograda excursión nocturna de Robyn. Mientras Sebastian conducía por los caminos escasamente asfaltados que comunicaban con los extensos campos de trigo de Gamwell y las mansiones locales pudieron observar como grandes nubarrones ocultaban el sol y amenazaban con lluvía. El frío imperante tampoco hacía del viaje en coche algo agradable....

Y eso fue todo. -concluyó Robyn tras contar la fallida excursión. La mujer había narrado con su habitual tono apagado y serio toda su aventura. Había explicado como había tenido que abandonar la carretera y se había desorientado debido a la oscuridad, como se había perdido por aquellos caminos bajo las frías temperaturas nocturnas y como, tras un rato corriendo para tratar de mantener el calor corporal, asustada por no saber donde estaba algo, probablemente una rama, le había hecho caer y golpearse fuertemente contra una roca.

-Al parecer, horas después me encontró el Doctor Actherhof, que había salido a cazar de madrugada. Cuando me desperté había vuelto al bosque a cazar así que, mas tarde tendré que pasarme por su casa para agradecerle...bueno, que me salvase la vida. No era ninguna broma, puesto que con aquellas temperaturas, pasar una noche a la intemperie podría haber resultado mortal si la fortuna no le hubiese sonreído. Luego estaban los datos que le había dado la criada del doctor, pero aquella era otra historia...antes necesitaba procesar lo que estaba contando.

Hacía varios minutos que el ford de Sebastian circulaba por aquella carretera rural. El actor escuchaba la historia con atención, mientras a base de pericia en la conducción de su coche, intentaba evitar los abundantes baches y boquetes que horadaban la carretera que llevaba hasta la mansión. La situación que la señorita Adler había vivido, resultaba ciertamente aterradora si se pensaba con frialdad. Correr por un bosque oscuro y desconocido a la vez que ibas notando como cada uno de tus músculos se entumecían por el frío, era una experiencia desagradable cuanto menos.

Por suerte, la muchacha había sido rescatada por el médico de la zona, una persona adinerada a tenor por el coche exhibido durante la mañana en las calles de Ganwell. 

- Quizás, después de echar un vistazo en la mansión, podríamos acompañarle a la casa de ese doctor Ac... Acther... ¡¡Bueno!! ¡¡Cómo se diga!!- a Sebastian le resultó imposible pronunciar el apellido del médico que le salvó la vida a Robyn. Justo en ese instante, se vio obligado a dar un brusco volantazo. El estado de la carretera era pésimo y a punto estuvieron de caer por un barranco. - ¡¡Disculpen, pero el camino es bastante peligroso!!- El actor únicamente deseaba no perder su vida en aquellas curvas cerradas y traicioneras. 

O'donell mantuvo su semblante serio mientras escuchaba la historia de Robyn. Noto como si a la señorita le diera un poco de vergüenza contarles lo que le había sucedido. Mike en el fondo se alegro. Le había estado dando tantas vueltas aquella noche al porqué no había vuelto, que cada vez tenia más claro que le había sucedido lo peor. Quizá podía tener el ego un poco herido, y alguna magulladura, pero mucho mejor perderse por el bosque a que un secuestrador la hubiera atrapado, o peor aun, un asesino.

Estamos muy contentos de que solo haya sido un susto, señorita Adler.

Mike se hundió en sus pensamientos. Pensó que investiga antes de salir, les resolvería algunas cosas y podrían tener una idea más clara de lo que había pasado, pero después de sus pesquisas, iban hacia la mansión con más preguntas de las que tenían al empezar, todo ese caso estaba cogiendo un cariz raro.

La gente, en vez de ayudarles les habían dejado más descolocados. Es que nadie quería ver al señor Cornthwaite de vuelta en este pueblo?

De repente, abandono sus pensamientos cuando Sebastian dio un volantazo.

Si parece que la carretera esta mal, tendremos que ir con cuidado si no queremos que hayan 4 personas más desaparecidas. Dijo, dedicándole una sonrisa a Sebastian.

Por cierto señorita Adler, ese medico que la ha ayudado, vive cerca de la mansión?

La joven atleta casi no escucho las palabras del detective, pues el volantazo la había hecho volver a golpearse la cabeza. Estaba claro que aquel no era su día de suerte. Frotándose la frente comprobó que la herida no se hubiese abierto de nuevo. Los guantes, limpios de sangre la aliviaron. Ahora que estaba de nuevo con el grupo se sentía mejor. Aún seguía avergonzada por haber hecho pasar a aquellos desconocidos por un momento tan incómodo, pero sin duda la oscuridad y las sombras ya estaban lejos.
Claro, porque estando inconsciente en un sitio desconocido soy consciente de por donde me llevan.
La verdad que no estoy segura–reconoció tras unos segundos pensando- podría decirles como llegar desde el pueblo, pero poco más. Eso sí. Parecían saber algo de la mansión. Decían que llevaba habiendo desgracias desde hacia 60 años. La joven Adler estornudo con fuerza y se disculpó, antes de continuar. Pero desde que la compró Arthur hace 6 años parece que no había pasado nada.

- Si es que... ¿A quién se le ocurre salir sola de noche? Poco le ha pasado...- Pensó Hess cuando la señorita Adler terminó de relatar lo ocurrido.
- Bueno, lo importante es que se encuentra usted bien y está de vuelta de nuevo.

Lo que la joven había oído acerca de la serie de desgracias acaecidas en la mansión concordaba en parte con lo que ya sabían.
James se encontraba sentado en la parte trasera del automóvil, el constante traqueteo del mismo hacía que el escritor se viera obligado a dedicar toda su atención en mantenerse en su sitio. - Pues sí, sí que están mal las carreteras por aquí...

Estaban cada vez más cerca de su destino. En cierto modo, James estaba expectante por averiguar qué le había ocurrido al señor Cornthwaite. Seguro que de esa experiencia podía salir una buena novela. Tendría que empezar a tomar notas de todo cuanto sucediera a su alrededor.

El ford de Sebastian circuló por los caminos rurales rodeados de hectáreas de campo y alguna que otra hacienda de adinerados perceptible desde la distancia mientras unas nubes negras y grises avanzaban rápidamente por el cielo y un viento frío empezaba a soplar, amenazando de la proximidad de una tormenta. El grupo había recibido indicaciones para llegar a la popular mansión Fitzgerald pero el desconocimiento de aquellas tierras provocó que se perdieran en alguna senda o que llegaran por error a una hacienda equivocada.

La zona era tranquila, y de no ser por el mal tiempo de aquellos días aquel paraje hubiese resultado ser un lugar apetecible para veranear. Pasada media hora desde la partida todos pudieron contemplar en la distancia una gran verja metálica que parecía delimitar unos terrenos elevados sobre una colina de una gran hacienda que, si habían seguido bien las indicaciones, debía ser la residencia de Arthur Cornthwaite. Cuando se aproximaban todos pudieron contemplar algo extraño a la derecha de la carretera, allí  había una especie de amasijo de algún tipo material blanco amontonado de forma extraña sobre la hierba y que no lograban distingir bien desde el vehiculo. 

Sentado al lado del conductor, O'donell estaba pensativo. 60 años pasando desgracias... que pasaba con aquella mansión? Desde luego, a él le costaba mucho creer que algo fuera provocado por alguna cosa diferente a la mano humana. Pero si que creía en dios, su padre había sido cura en una pequeña parroquia...su padre... papá te hecho de menos... su semblante se volvió serio cuando recordó a su padre. Volvió a centrarse en sus pensamientos, si dios hacia cosas buenas, el diablo podría hacer de las suyas también. Y todo el mundo sabe como le gusta corromper a los seres humanos, un hombre que coge un hacha y mata a su familia... Pare!

Mike se fija en un amasijo blanco amontonado sobre la hierba. Por favor señor Stewart, podría parar, he visto algo en medio de la hierva. 

Robyn también había visto el extraño bulto blanco, pero no le dio tanta importancia como el detective...al fin y al cabo no era rojo y, en algo tan blanco debería verse. La joven entrecerró los ojos tratando de distinguir lo que era. Parecía algodón, pero con aquel frío era imposible que dicha planta prosperase. Sabía que en Boston había una fábrica, pero...No.  Tenía que ser otra cosa.
Parece...¿lana? No, es demasiado blanco*

Sebastian continuaba concentrado con aquella carretera traicionera, sobre todo cuando las nubes negras que se estaban formando en el horizonte, amenazaban con descargar una auténtica tromba de agua sobre ellos. Stewart desconocía si los huracanes eran frecuentes en aquella localidad, pero el actor a la ciega apostaba por el sí. 

A medida que avanzaba por la carretera, el viento soplaba más fuerte. Tal era la fuerza del creciente viento, que llegó un momento que al ford le costaba mantener una velocidad uniforme. Aquel viajecito estaba siendo un infierno...

Finalmente Mike llamó la atención del actor. No sabía que podía haber visto, pero hizo caso al detective y detuvo el coche.

- ¡¡YIIIIIIIIIIIICCCCCCC!!- sonaron los frenos del coche, algo viejo y destartalado.

Sebastian frena el coche.

Gracias señor Stewart. He visto algo blanco en el suelo... dice mientras abre la puerta. Una vez fuera, da un vistazo alrededor a ver si ve algo que le llame la atención, luego se acerca al amasijo blanco, a ver que es.

Al parecer, Mike se percató de que algo se hallaba tendido en el suelo. James se encontraba sumido en sus propios pensamientos, por lo que no vio nada.
Sebastian se apresuró a frenar el vehículo y el detective se dispuso a bajar del mismo para aproximarse al extraño objeto. En ese momento Hess advirtió aquello por lo que se habían detenido y quiso bajar también acompañando a O'Donnell.
Su cuerpo agradeció el gesto, pues necesitaba estirar un poco las piernas; el trayecto había sido algo incómodo debido al mal estado de la carretera.

Robyn bajó en silencio del coche. Le vendría bien para el mareo que le estaban provocando las curvas y baches. Aparentemente, sin demasiado interés se acercó junto con los dos hombres al hacía aquello que había llamado la atención de O'Donnell. 

Uno tras otro, los ocupantes del coche fueron descendiendo del ford a excepción de Sebastian. El actor se quedó para mantener el motor del coche encendido, pues si se apagara, a buen seguro que tendría que "darle un buen rato a la manivela" para cebar la combustión del ingenio. El gélido invierno era lo que peor iba para aquellas máquinas motorizadas...

A pesar de eso, estaba atento a lo que O'Donnell y compañía encontraran. Sólo deseaba que esos bultos blancos que el detective había divisado no fuera ningún tipo de luctuoso encuentro, ya que no tenía el cuerpo para soportar el hallazgo de cadáveres...

- ¡¿Sabéis de qué se trata?!- exclamó sacando la cabeza por la ventanilla

Mike, James y Robyn decidieron acercarse a aquel amasijo blanco que se divisaba a unos metros del vehículo y cuando estuvieron a escasos metros observaron que aquello que habían visto era un fenómeno bastante insólito. A juzgar por su aspecto era un amasijo de huesos grandes aplastados de forma extraña. Lo más extraño de todo era que no había ni rastro de piel, carne o cualquier otro elemento orgánico. Los huesos estaban completamente límpios, además de aplastados.

Robyn dio un paso atrás entre asustada y asqueada. No por los huesos en sí, ya que estaban limpios como una patena, lo cual solo podía significar que eran muy viejos. Se imaginaba lo que hubiese pasado de haber tropezado con ellos por la noche. Probablemente hubiese muerto de un infarto. Por otra parte, el aplastamiento de los huesos hacía imposible reconocer el origen de los mismos, pero en la cabeza de la atleta solo había una explicación posible. Algún tipo de carroñero excesivamente meticuloso.

Robyn y James también bajaron del vehículo, así que los tres se dirigieron al amasijo blanco, al llegar se dieron cuenta de que eran huesos, huesos extremadamente limpios, limpios y aplastados. Mike no entendía mucho (nada) de animales, pero le resultaba extraño la pulcritud con la que habían sido limpiados.

Mmmm...Alguno de ustedes entiende de animales? Es normal que no quede ningún rastro de carne?

El trío examinó con intriga aquel amasijo de huesos rotos, cuya naturaleza era evidente que no era humana sinó que debía pertencer a algun ser vivo de tamaño más grande. No hallaron ningún rastro más ni nada que aclarase el porqué de aquellos huesos y su estado.

- ¡Por dios! ¡¿No me diga que son huesos?! ¡¿Huesos?! ¡¿Aquí?!...- la simple mención de haber hallado los restos de un ser vivo, comenzaba a revolverle el cuerpo al pusilánime actor. - Por favor, vengan aquí... ¡No sea que la mala bestia que se haya comido a "eso" merodee cerca!- La simple idea de topar con un lobo o aún peor... ¡¡Un oso!! le erizaba el vello de la nuca al bueno de Sebastian -Además. No es bueno tener un coche encendido sin que se mueva...- buscaba la excusa perfecta para salir de allí a toda mecha.