Partida Rol por web

El tudesco acaba de cruzar el puente a paso decidido. Algo debió de ver, aunque yo solo sigo distinguiendo el sonido de matojos, y para mi adrentros me cago en todo por ello. A continuación del tudesco, yo me aventuro tras de él por el puente. Con tiento, pues no quiero acabar ahogado en una acequia. No se cuantos haya ahí, pero si el tudesco sigue en pie tras su arrojada no debe haber muchos.

Hecho esto, le sigo en dirección matorrales. Si la dispoción de los matorrales permite acorralar a los herejes por un lado y por otro, de modo que no puedan salir por patas tan la ligera, es lo que hago. Para cortales el paso. Sino, sigo la marcha directa del tudesco, ahora sí, ropera en mano dispuesto a cortar pescuezos.

- Quizá ese Pedro y los tedescos se han perdido al volver... De aquí no he visto nada.

El holandés se vió sorprendido. Creía estar bien camuflado, así que cuando se acercaron a su posición trató de huir con la ballesta en la mano. Lo único que hizo fue toparse con Negrete, que antes de que pudiera reaccionar le tiró un golpe con el escudo que lo hizo caer al suelo.

-¡Srinden! -dijo, levantando las manos.

Quizá pensaba que iban a matarle allí mismo, como represalia a lo que había hecho con Jansen. Éste boqueaba aire con la espalda apoyada en uno de los troncos que servían de cimentación del puente, cogiéndose el virote. Necesitaba un físico y sacarle aquello del cuerpo, o no duraría más que unas horas.

Asiento profesional a la actuación impecable de Negrete. Le doy un capón al holandés. Hígados no le han faltado para atreverse a plantarnos cara al ser uno contra tres... Cuatro si contamos al desventurado Jansen.

Ser bueno llevar a campamento. Él desir cosas amigos de él.

Propongo a Negrete. Los avíos militares del holandés indican que no es un aldeano celoso de sus posesiones.

Desarmo al holandés. Lo cacheo en busca de cuchillos ocultos o cualquier otra treta ladina de hereje tramposo y siguiendo las indicaciones que Negrete vea oportunas, antes de marchar de vuelta le doy una mirada a la herida de Jansen, pero el asunto se ve feo. Después de hurgar un poco la herida, entre lo poco que se ve, bajo la ténue luz de la luna, y lo peligroso que veo lo de sacarle el virote, y que se le escape el alma por el agujero que le quede, opto por no hacerle nada y que lo examine el físico que miró de traer el cabo.

Buena idea tuvo el cabo con eso del galeno... Seguro que cada real que nos pueda costar va a ser más que bien invertido...

Le indico con un gesto a Hans que le ayude a incorporar a Jansen y lo llevamos como buenamente podemos.

El tudesco está en lo correcto. Este hideputa puede tener información. Tanto si se nos viene encima un ataque, como si no. Este va a soltar todo lo que sepa, como que mi apellido es Negrete. Una vez desarmado el hereje, si puedo conseguir algún tipo de cordel, o algo que sirva para maniatarlo, sería bueno atarlo de manos, para evitar cualquier bobaliconería. Sino, pues bien asido y recordandole que mejor se esté quieto, con la punta de mi ropera acariciándole el costado.

- Eso pinta feo. No saques el virote, o se va a desangrar por el camino este pobre infeliz...- añado cuando el tudesco hurga en su herida.- Lo podeis cargar entre dos, y a paso ligero, o no lo va a contar...Estamos a más de una hora del campamento. Y quizá nos vengan más herejes...

Yo me sigo encargando del hereje. Que ganas no me faltan de pasarlo por cuchillo.

Asiento con un gruñido a las palabras de Negrete sobre lo de llevar entre Hans y yo al infeliz Jansen... pero cuando veo que Negrete rebusca entre sus cosas para llevar al holandés de forma segura me río por debajo del bigote...

Esperar... Una ves ver haser cosa divertida y útil...

Le quito el calzado al holandés entre guasas (algo tontas, pero es que soy de humor sencillo).

Ahorra no poder correr musho... 

Y de pronto hubo gran alboroto. No por que atacaran los enemigos, si no por que habían tomado prisionero a uno de ellos. Regresaron al campamento Mortiz y su compadre Hans, cargando con el guía nativo conocido como Jansen, que estaba herido en el pecho de un mal virotazo tirado con una ballesta.

Pedro Negrete empujaba a un holandés maniatado, joven de unos veintipocos, de rostro pecoso y de cabello pelirrojo, que les miraba a todos con una expresión de temor mal disimulado. Según informaron los soldados, existía un pequeño puente levadizo que controlaba el acceso al molino por su retaguardia, y allí estaba emboscado aquel hereje, que por sus correajes y otros detalles denotaba ser de profesión militar.

Inmediatamente, el galeno que con ellos habían traído mandó que se dispusiera en su tienda al herido, y algunos alemanes le auxiliaron en la tarea de comenzar a sanarlo. Para lo cual, no obstante, había que extraer el virote, lo que era siempre cuestión azarosa.

Aunque conseguí maniatar al hideputa, el tudesco lo descalza y a mi me hace gracia. Se me escapa una risotada con ello. Aquel hereje va a llegar con los pies despellejados. Y bien le está, pues en peor tesitura se encuentra  el infelíz de Jansen, voto a Cristo. Durante el viaje de vuelta lo tengo bien vigilado, dibujando una media sonrisa en mi rostro cuando el holandés no puede disimular su pavor al verse tan rodeado y tan jodido. Ya lo creo que lo está. Si me lo permitían cuando ya no fuera últil, le haría un bonito tajo en toda la gola, y le dejaría desangrarse como el perro que es.

Presento al holandés ante el Cabo, explicando la situación, junto a los tudescos.

- Creo que este hideputa tiene mucho que contar...- digo mientras aún lo tengo bien asido- ¿Donde lo llevo para darle la bienvenida? - añado, a la chanza, pero con rostro serio.

Velez se sorprendio al ver aparecer a la patrulla y sonrio entre complacido y aliviado.

-Asi pues han hecho lo que pensaba hacer yo y con buen puerto, excepto por el pobre Jansen, pero mejor el que mis hombres-Penso.

Le sorprendio un poco lo de la ballesta, ya que era arma muy anticuada, aunque en uso todavia entre algunas milicias, quizas fuera una buena noticia y no estuvieran bien armadas, pero no se hacia muchas ilusiones sobrer ese particular, ya hablarian largo y tendido con el hereje sobre e.se punto.

-Me alegro de ver a sus mercedes de una pieza y con tan buena caza. LLeven al prisionero con el capitan para que el decida que hacer y nos asigne a un interprete si fuera menester, que el señor JanSEN parece que tiene otras preocupaciones. Veremos que se cuenta y y cuanto hay que apretarle para que lo haga.

Con la patrulla se dirigieron hasta el alojamiento que tenian asignado y dirigiendose al ayudante del capitan Van Halen, le piedio que comunicara a su excelencia que alli estaban. Cuando apareceio le dijo.

-La patrulla que se adelanto para reconocer las posiciones del enemigo ha regresado, su excelencia, el guia, natural del pais ha sido herido por un cuadrillo, han traido un prisionero. relaten sus mercedes el encuentro al capitan.

Al llegar al campamento habría inflado el pecho si no fuera porque medio arrastro a Jansen que balbucea cosas sin sentido mientras lo llevamos en volandas Hans y yo.

Jodido holandés... Por su culpa se va a llevar toda la gloria el rodelero...

Pero esos pensamientos se desvanecen. ya conozco como funciona el ejército de Su Majestad. Lo bueno mal se recuerda, y cuando se hace, y se promete alguna ventaja, la petición acaba perdida entre despachos y nunca llegan a cobrarse. Mal se cobran las soldadas como para hablar de ventajas... Las ventajas se han de cobrar en la batalla... En los saqueos. De camino se nos ha prohibido saquear, pero ahora es otra cosa... 

Primero lo primero... Debemos sacarle algo a ese joven... Si antes Negrete no le arranca la cabeza de un mordisco... Mira como lo observa... Parece un lobo que mira un cordero...

cuando el cabo dice sus primeras palabras, dejo al guía en manos de Hans y me voy con Negrete y el cabo. Maldita la gracia que me hace meterme a platicar con tanto español en su jerigonza, que bastante me cuesta entenderlos, pero mejor así, o al final creerán que soy un menguado.

Al tener ante nosotros al capitán, intercambio una mirada con Negrete, como dándole el placer de explicar lo ocurrido.

El capitán se mostró interesado por el prisionero. En realidad, ya tenía los datos que creía necesarios. Al menos los datos que podían proporcionarle sus hombres. Así que pidió a uno de los alemanes que sujetara al holandés, mientras que otro le ponía una daga al cuello. El holandés se puso visiblemente nervioso, y comenzó un interrogatorio en una lengua que ellos apenas conocían.

Los españoles se quedaron expectantes mientras transcurría aquel intercambio de verbos. Pero lo que si estaba claro es que el tipo creía que realmente iban a cortarle la gorja. Demasiada propaganda anticatólica y demasiados grabados pintándolos como locos sedientos de sangre, al parecer. Después de que hubiera cantado cual pájaro matutino, mandó que lo retuvieran como prisionero conforme dictaban las ordenanzas. Vélez estaba presente, y no sabía si debían marcharse, pero cuando el holandés abandonó la sala el flamenco habló.

-Tengo malas noticias. Al parecer, el enemigo está montando un ataque para mañana por la mañana. Querían aprovechar que seguro estaríamos cansados por comenzar las obras de fortificación. Este mequetrefe, que era una centinela perdida, me ha indicado que el ataque se hará por los dos lados. De frente cargarán unos jinetes, y por la espalda la infantería que, al parecer, ya está de camino en plena noche.

Parpadeó, componiendo luego una sonrisa.

-Creo que será menester emboscar a los que quieren emboscarnos. ¿No les parece?

Buscó entre sus papeles y examinó el plano de la zona que obraba en su poder.

-Vélez, mandad llamar a los cabos. Vamos a ver como podemos fastidiar mejor al enemigo. Entretanto, aparentemos normalidad, pero todos atentos en sus puestos y con las armas cerca.

Un soldado alemán entró entonces e intercambió unas palabras con el capitán, que Moritz comprendió inmediatamente.

-Al parecer el físico se está ganando su jornal. El paisano parece que se recuperará. Le han quitado el virote, la hemorragia ha cesado y si Dios quiere, vivirá para contarlo.

Los dos soldados iban a retirarse si no había otra órden, pero entonces él añadió algo.

-Ah, si. Doble ración de vino para éstos hombres. Se lo han ganado.

Puesto que el tudesco me dió paso para ello, comenté al capitan la situación, lo mejor y correctamente que pude. Que a hora y media de aquí, hay un puente, atravesando una acequía donde corrían aguas bravas y profundas,  algo maltrecho, que daba paso al molino por retaguardia. Pasado el puente se encontraba el hereje tras unas matas. El sonido de las mismas nos alertó pero el holandés Jansen se adelantó y recibió un virotazo. Más precavidos el resto pudimos cruzar el puente y pillar desprevenido al hideputa que estaba recargando de nuevo la ballesta. Y así fue capturado.

Escucho con atención las malas noticias. Es algo que ya me veía venir. Peor de lo que pensé, el menester pinta feo. Pero tal como dice el capitán, no queda otra sino adelantarnos a ellos y darles nosotros matariles, antes de que ellos vengan a dárnoslo a nosotros. Se lo debíamos poner dificil a esos hijos de Lucifer. Como tal, asiento solemne a las palabras del capitán. Y yo también espero nuevas órdenes al respecto, cuando entran a comentar del estado de salud del infelíz Jansen, que parece que esta vez salvará el tipo. Ese es uno que acaba de volver a nacer, como quien dice.

- Se agradece, Vuecelencia - añado, cuando el capitán ordena que nos sirvan doble ración de vino. Buena noticia era. Aunque también era consciente de que este tipo de premios, es solo la paz que antecede a algo muchísimo mas recio. Como quien quiere compensar a las avejas que dentro de poco van a visitar al matarife. Sin embargo, no iba a pensar en eso, y además, nuestro trabajo era, y nuestra obligación, como ejercito de nuestro Rey Católico.

Asiento en silencio a lo que va explicando Negrete. Sin florituras y directo.

Me gusta este chico...

Observo el interrogatorio del malandrín tiznado con cierta indiferencia, como si aquello pasara a leguas de allí.

Bah... Si me hubieran dejado a mí eso de interrogarlo... Estos españoles saben luchar en tierra, pero para hacerlo hablar más rápido me habría valido de una piedra... Y unos cuantos de sus dedos.

Lo que acaba cantando me sorprende a medias. Sin duda ahora era el momento para un ataque, antes de darnos tiempo para conocer el terreno y construir defensas... Pero no esperaba eso del ataque por dos lugares distintos...

Al diablo con ello si me importa. Estamos aquí para esto, no para hacer calceta...

me alegra saber que Jansen va a salir de esta. Me alegra pues demuestra que el físico sabe del oficio y porque Jansen nos puede ser útil todavía.

Ahora es trabajo de los cabos decidir en qué punto vamos a enviar por la posta a esos holandeses... Espero que el cabo sepa de estos asuntos... El rücken depende de su juicio... No pienses tanto, Karl.

Agradezco con una leve reverencia el vino de van Halen.

Mejor serían unos reales, pero se agradecerá un caldo que temple las tripas.

Vilaplana  observa como se desarrolla toda la escena dando caladas a su pipa. Ha dejado al mochilero de guardia. Coge una ramita con el extremo encendido de la hoguera y enciende otra vez la cazoleta de vez en cuando.

Eixa mixtura que em van vendre a Brussel·les tira molt malament.
 

En sus tiempos de bandolero le hubieran puesto los pies al prisionero sobre las ascuas del fuego. El tiempo de rezar un padrenuestro rápido y el más tacaño mercader te contará donde esconde hasta su último ardite... PEro una flecha al pecho produce el mismo efecto, parece.

- Habría que preguntarle si són molta colla los enemics (si son muchos los enemigos), y cuando llegarán y de donde salen.

Rapidamente salio a buscar a los cabos de escuadra, a quienes conto someramente la situación, y se reunieron con la oficialidad.

Una vez dentro, se dirigio al capitán y con voz grave y palabras rapidas.

-Con permiso de su excelencia, la excelente labor de mis hombres nos ha proporcionado una buena ocasión para madrugar a esos herejes que vienen a hacernos una mala visita. Para ello, y como ha dicho, habría que hacerles  una emboscada aprovechando la noche, la sorpresa y el lugar. Mi sugerencia, es que designe un grupo suficiente, para no poner en peligro la posición principal, en el que primen los tiradores. Llegamos al puente, y un gastador que sepa de explosivos, que coloque una carga en el puente, que algún mochilero bien emboscado y que esconda una mecha, hara saltar por los aires cuando asi se lo indiquen. Nos emboscamos. Dejamos pasar una parte de la columna, de la que nos podamos encargar sin problemas, volamos el puente y dejamos al otro lado al resto. Aniquilamos a los herejes que estén en nuestra parte, si quieren huir tendrán que cruzar el canal por sus medios, magnificos blancos, si son los otros quienes quieran cruzar los harán con gasto de esfuerzo, tiempo y mojados, lo que no es poca ventaja. Y hacemos todo el daño que podamos hasta que se retiren o o acabamenos con todos. El ataque por delante, de caballería sin apoyos a un terreno fortificado, no tiene visos de prosperar asi que podemos hacer una buena jugada.

Tomo aliento.

-Si asi lo dispone, diga cuantos hombres hemos de llevarnos y en un rato estaremos ya en camino, para llegar cuanto antes a la posición.

Estaba embargado por la expectación y la impaciencia de entrar en combate.

-Si esto sale como hemos planeado, bien caro les saldrá a los hrejes su excursión y quizás se lo piensen dos veces antes de volver a intentarlo.

El oficial alemán que acababa de llegar escuchó lo que dijo Vélez, y parpadeó con incredulidad mientras lo estaba contando. El resto de cabos entraron por la puerta en diverso orden, y el tudesco compartió una mirada con ellos. Estaba claro que Vélez tenía una mente febril, pero como suele pasar en éstas ocasiones, el exceso de ideas hacía que por cada genialidad se te ocurrieran 14 tonterías.

Esperó a que terminara y luego miró el plano del capitán, y el mapa de la zona que estaban desplegando. Sonrió de manera amistosa, para no ridiculizar a su subalterno español, ya que sabía que los ibéricos solían responder a cualquier comentario con una espada en la mano. Y no le apetecía mucho enzarzarse en un duelo en el que sabía que no iba a pelear limpio. Se conocía demasiado bien a si mismo.

-No ofensa idea de cabo, pero mala -dijo en un español básico- Esperar a enemigo llegue aquí es lo que enemigo quiere. Nosotros hacer favor a enemigo con eso. Tontería. No tener muros donde aguantar, solo dique. Ellos poder encontrar camino por nuestra retaguardia, o fabricarlo talando árboles. Nein.

Señaló en el mapa un lugar que estaba alejado de su posición una legua. Era una especie de turberas que estaban aledañas al comienzo del bosque que tenían a sus espaldas.

-Mi entender, tener dos opciones. Atacarles en bosque, pero no muy frondoso, árbol plantado para hacer madera, es fino y largo. No buena cobertura. Opción segunda es atacar enemigo cuando llegue al bosque, en turbera. Ser difícil moverse allí, no podrían cargar muy deprisa. Poder partir ahora, fabricar parapeto sencillo con rama, cavar trinchera, ocultarse de vista. Cuando enemigo llegar, nuestro arcabucero disparar discreción sobre ello. Mucha baja antes de que puedan llegar cuerpo a cuerpo. Luego retiramos, y último recurso el puente.

Señaló el dique.

-Hacer creer jinetes nosotros poca vigilancia en dique. Ellos cargar cuesta arriba. Nosotros mandar piqueros se levanten y usar pica para echarlos rodar. Luego abrir compuerta dique, caballos chapotear. Mi gente poder usar pistola desde lo alto dique, hacer matanza enemigo. Ja.

Dicho ésto sacó un trozo de goma de mascar holandesa, y masticó un rato.